Egipto - 26 de septiembre de 2020
Las masas vuelven a ganar las calles por miles y miles en las principales ciudades, chocando con la policía y enfrentando abiertamente a la dictadura asesina
¡Fuera Al Sisi! ¡El pueblo quiere la caída del régimen!
Derrotando a esa dictadura, derribaremos los pactos de sostenimiento del sionismo y estará a la orden del día el combate junto a las masas palestinas, libanesas y de toda la región por su destrucción
Las masas volvieron a ganar las calles de las principales ciudades de Egipto, como Alejandría, El Cairo, Suez, Aswan y Mansoura. Miles y miles se encuentran combatiendo contra la dictadura fascista que gobierna ese país, al grito de “¡Fuera Al Sisi!” “¡El pueblo quiere la caída del régimen!”.
Es un levantamiento espontáneo, motorizado por las condiciones de miseria en las que viven las masas. No hubo una sola dirección, ni Movimiento 6 de Abril ni Hermandad Musulmana, que haya convocado a semejantes acciones. Porque lo que sucedió es que las masas explotadas han respondido a un furibundo ataque de Al Sisi: con sus constructoras les están demoliendo sus casas, mezquitas y otros establecimientos, dejándolos viviendo en la calle, porque quieren esos terrenos para construir fastuosas obras y hacer jugosos negocios. Por eso, la dictadura declaró a las viviendas obreras como “ilegales” y luego fueron las topadoras a demoler las casas y ni indemnización les dieron a quienes allí vivían. La lucha por tirar abajo a la dictadura es la lucha por defender sus hogares.
A esto se suma que más de un tercio de la población vive por debajo de la línea de la pobreza, los salarios no alcanzan a lo más mínimo y eso si se tiene la suerte de tener empleo.
Por eso, como en octubre pasado, han vuelto a marchar por miles y miles y ya chocan con la policía asesina. Hay al menos 3 mártires en este combate, asesinados por las fuerzas de represión. Hay miles de presos también, muchos de los cuales reciben incluso condena de muerte. Al Sisi ha poblado sus cárceles de luchadores obreros y populares, e incluso sus fuerzas armadas son responsables de desapariciones de activistas.
Pero todavía el imperialismo y su gobierno no se animan aún a mandar a las tropas del ejército, porque saben que se puede partir ante esta gran acción de masas. Hasta el momento solo utilizan a la policía como fuerza de contención.
Aún a pesar de semejante represión, los trabajadores y el pueblo pobre no retroceden en este enorme levantamiento, porque saben que el pan y la vivienda se conquistan derrotando en las calles a la dictadura asesina, y que no hay vuelta atrás. Ellas ya sacaron la conclusión de que o cae Al Sisi o solo les espera vivir en la calle, sin trabajo, sin pan, y hasta ser encarcelados. Los explotados aprendieron de la lucha de octubre del año pasado, que si se para, solo se fortalece Al Sisi y encarcela a los luchadores. Ellos saben muy bien que las promesas de “democracia” como las que hizo el 6 de abril y los Hermanos Musulmanes para desviar la revolución de 2011 solo son un rodeo que llevó de nuevo al fascismo.
Los generales egipcios son dueños del 40% de la industria, son custodios y gestores del Canal de Suez y manejan un enorme presupuesto reservado de estado. Son un puñado de milicos multimillonarios gobernando con puño de hierro sobre 100 millones de explotados egipcios hambreados, a los que encima ahora los desalojan de sus hogares.
Pero no solo eso, sino que son un dispositivo de dominio clave del imperialismo en Magreb y Medio Oriente, como uno de los principales soportes del sionismo. Al Sisi honra el pacto firmado en 1979 en Camp David (EEUU) de reconocimiento del Estado de Israel. Provee de gas barato a este enclave. Y mantiene a Gaza cercada, custodiando el muro de Rafah, siendo guardián de las fronteras del estado sionista. Al Sisi a su vez puso su fuerza aérea para bombardear a las masas de Libia y sostener al agente de la CIA Heftar. A su vez, envió oficiales para sostener a Al Assad en Siria. Por todos los servicios prestados al imperialismo es que los yanquis financian al ejército egipcio con 1.300 millones de dólares anuales, el segundo ejército (detrás del sionismo) en receptores de fondos militares del Pentágono.
¡Fuera Al Sisi! ¡Abajo la dictadura! ¡El pueblo quiere la caída del régimen!
Las enormes revueltas que recorren cada ciudad, cada barrio, cada piquete, cada corte de ruta, que enfrentan a la policía, deben subir un peldaño más. ¡Hay que generalizar una huelga revolucionaria hasta que caiga la dictadura! Para preparar y organizarla, en cada fábrica, universidad, establecimiento, hay que poner en pie comités de trabajadores, campesinos pobres, estudiantes. Para garantizarla, hay que poner en pie comités de autodefensa para defenderse de las fuerzas de represión. ¡Hay que desarmar a los perros de presa de la policía! ¡Por comités de soldados rasos que desconozcan a sus oficiales! La revuelta debe elevarse a insurrección, para la cual hay que conquistar el armamento generalizado.
Avanzando en estas acciones revolucionarias, derribaremos a esa dictadura militar y su pacto de Camp David de sostenimiento del sionismo, poniendo en cuestión la ofensiva imperialista con los pactos de las burguesías árabes de reconocimiento del estado de Israel, poniendo a la orden del día la lucha de todo Medio Oriente por su destrucción.
En Egipto se libra una batalla clave del enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución en la región. Por ello, con cada marcha de El Cairo o Alejandría vibran las masas en Gaza, Idlib, Beirut y Bagdad. Por ello, en todo Medio Oriente, ¡un mismo combate revolucionario!
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