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Sudán – 22 de julio de 2019

La estafa del gobierno de transición paritario “cívico-militar” acordado entre los generales asesinos,
el PC y la burguesía “democrática”

Una trampa para sacar de las calles a las masas y salvar a la
casta de oficiales asesina para que siga en el poder

Las masas en Sudán vienen protagonizando un enorme levantamiento, ya desde diciembre del año pasado, al grito de “pan”, “dignidad” y “el pueblo quiere la caída del régimen”. El motor fue el hambre, agudizado por una brutal carestía de la vida que aumentó en un 70% el precio del pan y disparó la inflación. El objetivo era derribar a una sangrienta dictadura que las hambreaba bajo el peor de los regímenes de persecución y represión. El pasado mes de abril, los explotados rodearon los cuarteles del ejército y lograron la caída del dictador Omar al Bashir, quien estaba en el poder desde hacía 30 años gobernando con el puño de hierro del ejército.
Pero a su salida, asumió el gobierno un consejo militar encabezado por los mismos generales que gobernaron con Bashir, la casta de oficiales del ejército. Las masas no se dejaron engañar, supieron ver que eran los mismos generales de Bashir y la continuidad de la odiada dictadura asesina terrible de Bashir, que las sometía a vivir en las peores de las miserias. Por ello seguían en las calles reclamando “el pueblo quiere la caída del régimen”. Llevaron a cabo movilización tras movilización y se quedaron acampando frente al cuartel general del ejército para terminar con el gobierno.
Apoyados en el escarmiento que significó el genocidio en Siria, la dirección de dichos levantamientos les imprimió un carácter de luchas de presión pacíficas sobre el ejército para que renuncie y ceda el gobierno. Le hicieron creer a las masas que el fin de la dictadura se conquistaría por esta vía, y que asumiría un gobierno civil que respondería a los intereses del pueblo. La dirección responsable de esto son las “Fuerzas por la Libertad y el Cambio”, un frente compuesto de partidos burgueses opositores a Bashir y el PC, que dirige los sindicatos y la gran mayoría de la clase obrera sudanesa. El PC sudanés es el segundo más grande de todos los partidos comunistas del Magreb y Medio Oriente. Su rol no solo influye en las masas sudanesas, sino en toda la región. Mientras se emplaza como dirección de los explotados sublevados en Sudán, apoya activa y abiertamente al perro Bashar, el mayor genocida de los levantamientos revolucionarios de la región. Así se ubica en la trinchera de en frente de las masas sudanesas, apoyando a los verdugos del pueblo sirio, los aliados de la revolución en Sudán.
Por ello no es de extrañar que el PC en Sudán esté jugando un rol de posar como dirigentes de la revolución, pero llevando estos levantamientos a un callejón sin salida. Su política fue siempre buscar la vía de la negociación con el Consejo Militar de Transición y buscaba controlar las acciones revolucionarias de masas para presionar al mismo y que se habrá paso a un “gobierno civil”, que nunca se terminó de instaurar, aún luego de muchas idas y vueltas en negociaciones.

El primer resultado de esta política nefasta lo vimos la primera semana del pasado junio. Tanto las “Fuerzas por la Libertad y el Cambio” insistieron con la negociación e impidieron que se profundice la lucha en las calles que terminaron por salvar a esa odiada casta de oficiales con la cual negociaban. Las promesas de un “gobierno civil” que vendría de una negociación con los militares solo llevó a que estos generales se mantuvieran en el gobierno. Y ni bien vieron la oportunidad, descargaron una brutal masacre a los oprimidos que seguían ganando las calles. El 3 de junio, mandó a sus más infames y sanguinarios grupos de choque y masacraron a más de 150 manifestantes en cuestión de horas, que estaban rodeando el cuartel general del ejército.
Inmediatamente luego del ataque, las Fuerzas por la Libertad y el Cambio llamaron a la huelga general y la desobediencia civil en múltiples acciones, todas descoordinadas, donde los trabajadores salieran a protestar por su cuenta, y manteniendo el carácter “pacífico” de las mismas. El ejército reprimió una vez más, esta vez dejando al menos 4 muertos oficialmente. Pero las acciones fueron tan masivas y fue tanta la indignación que había causado semejante masacre, que las Fuerzas por la Libertad y el Cambio llamaron a retroceder de estas acciones para pedir nuevas negociaciones, y el Consejo Militar de Transición a aceptarlas. Esas negociaciones se volvieron a realizar, y concluyeron a fines de la semana pasada en un acuerdo para un nuevo gobierno transicional.
Este acuerdo establece que la transición será de 3 años, momento en el cual se convocarán a elecciones generales. La transición la hará un consejo de 11 miembros: 5 militares, 5 integrantes de las Fuerzas por la Libertad y el Cambio y 1 miembro a designar entre esos 10 para que vote en caso de un eventual empate. Según el acuerdo, la presidencia será ocupada el primer año y medio por Abd el Fatah Burhan, el actual comandante en jefe del ejército y líder del Consejo Militar de Transición, quien al cabo de ese término deberá ceder la presidencia a un miembro de las Fuerzas por la Libertad y el Cambio por el restante año y medio hasta las elecciones. Aun no se ha puesto en marcha, porque todavía se espera la firma oficial de todas las partes, es decir, están todavía evaluando qué tanto este nuevo gobierno sirve para sacar a las masas de las calles y una transición para el imperialismo y la burguesía.

El PC sudanés salió de la negociación exclamando “victoria”. Festejó ampliamente en varias ciudades del país. Llevó a los obreros a las calles para celebrar lo que llamaron “triunfo del gobierno civil y la revolución”. Pero no estamos ante un triunfo sino ante una estafa.
En primer lugar, al mostrar este gobierno como un triunfo, el PC quiere que la clase obrera sudanesa cambie pan y sus aspiraciones de derribar a la dictadura por 5 miembros civiles en un gobierno militar. Porque el levantamiento fue por el pan, por la enorme carestía de la vida y la situación que no se aguanta más y para eso había que derribar a la dictadura y disolver y desarmar a la casta de oficiales asesina. Ninguna de esas demandas han sido obtenidas aún y lejos está el nuevo gobierno de otorgarlas. Después de todo, está compuesto de forma paritaria por los mismos generales que hambrearon a las masas durante años, y son los que tienen armas en mano para imponerse.
Esta cuestión remite al segundo punto de la estafa. ¡Los militares siguen en el poder! La casta de oficiales está intacta. Los generales genocidas de las masas sudanesas no fueron ni destituidos, ni desarmados, ni enjuiciados por todos los crímenes que cometieron durante años contra las masas sudanesas de Khartoum, del Nilo Blanco, Darfour, Sudán del Sur y todas las regiones. El acuerdo solo habla de una promesa de investigar los culpables de los que asesinaron a los 150 explotados el 3 de junio… una promesa tan vaga que el PC se encuentra haciendo movilizaciones de presión por que se investigue la masacre y se encuentre y castigue a los responsables, intentando de paso desviar la lucha de las masas y llevarla ahora tras el objetivo de castigo a unos pocos como parte de este plan de aborto de la revolución.
Es decir, estamos ante un intento de desvío de una fenomenal lucha revolucionaria de masas, que salvaguarda al ejército, es decir, al estado burgués. Se salvan todos los genocidas, el corazón de la dictadura de Bashir. La transición acordada es una estafa porque muestra como un avance de la revolución lo que en realidad es lo opuesto al grito revolucionario de las masas “el pueblo quiere la caída del régimen”, “pan” y “dignidad”.

Partidos como el PTS de Argentina han sacado un artículo sobre este acuerdo de transición denunciando a las Fuerzas por la Libertad y el Cambio por haber “resignado parte de sus reivindicaciones”. Ellos afirman: “Entre los aspectos que habían resignado se encontraba el de un gobierno 100% civil, el rol de las mujeres en la política (negado durante años), el castigo a las minorías que fueron perseguidas y asesinadas, y sobre todo la convocatoria a una Asamblea Constituyente, que podría comenzar a hacer realidad la idea de que ‘caiga todo el régimen’ que cantan los manifestantes en las calles.”(“Los militares y la oposición acuerdan compartir el poder en Sudán”, La Izquierda Diario, 5 de julio de 2019).
Es decir, que para el PTS, de lo que se trataba era de lograr un gobierno 100% civil, una Asamblea Constituyente, dejar de perseguir a las minorías y la posibilidad que las mujeres participen en la política para “comenzar a hacer realidad la idea de que caiga todo el régimen”… sin disolver la casta de oficiales, sin tirar abajo al gobierno militar, sin disolver el aparato represivo y las fuerzas armadas genocidas, sin el juicio y castigo a la oficialidad asesina, sin poner en pie los organismos de autodeterminación y armamento generalizado de los trabajadores y el pueblo pobre sudanés… Para ellos la revolución solo se trataba de conquistar aperturas democráticas para “que caiga el régimen”, cuando para las masas “que caiga el régimen” significa triunfar en la revolución para tener pan.
El programa del PTS ya se probó en Egipto 2012-2013. Luego de la caída del dictador Mubarak, el ejército convocó a elecciones, donde ganó la Hermandad Musulmana… un “gobierno 100% civil”, que tuvo también una “Asamblea Constituyente”… Inclusive se fundaron sindicatos y todos los partidos políticos pudieron participar de esas elecciones. Mubarak fue preso y su segundo al mando, Tantawi, renunció. Pero el ejército no se desarmó. La casta de oficiales permaneció intacta. Las masas egipcias no solo no conquistaron el pan, sino que el gobierno de la Hermandad Musulmana profundizó la carestía de la vida. Y cuando las masas se sublevaron ante ello, el general Al Sisi dio un golpe de estado que masacró en primer lugar a las masas sublevadas y luego depuso al mismo “gobierno civil” de la Hermandad Musulmana, impuso una de las más feroces dictaduras contrarrevolucionarias con 40.000 presos políticos, ejecuciones por condenas a muerte, mientras liberó a Mubarak. Las aperturas democráticas como las propone el PTS, sin el triunfo de la revolución, solo son un rodeo para la vuelta de la dictadura y el fascismo. Con posiciones como esta que salva a la casta de oficiales, el PTS termina siendo cómplice de que permanezcan en el poder y sus masacres y dictaduras.

Por eso, ¡Ningún pacto con la casta de oficiales genocida! ¡Fuera Abd el Fatah Burhan y el Consejo Militar de Transición! ¡El pueblo quiere la caída del régimen!
¡Hay que desarmar a la casta de oficiales del ejército! ¡Juicio y castigo a todos los oficiales genocidas!
¡Por comités de soldados rasos que desconozcan a sus oficiales!
¡Que se pongan en pie comités de trabajadores y campesinos pobres, coordinados por ciudad, región y a nivel nacional! ¡Por milicias obreras para defenderse de la represión y el ejército genocida!
¡No al pago de la deuda externa! ¡Basta de saqueo! ¡Las riquezas de Sudán deben pertenecer al pueblo sudanés para tener pan! ¡Expropiación sin pago y bajo control obrero de las grandes extensiones de tierras y goma arábica, fábricas, minas y oleoductos! Este es el camino también para los explotados de Sudán del Sur, masacrados, perseguidos y hambreados en el país más pobre del mundo, que están parados sobre un mar de oro negro ¡Expropiación sin pago y bajo control obrero del petróleo!
¡Gobierno provisional revolucionario obrero y campesino en Sudán del norte y del sur! ¡Por una federación sudanesa obrera y socialista!
Solamente con este gobierno, sobre la base del desarme de la oficialidad genocida y expulsando al FMI y terminando con el saqueo, se podrá garantizar inclusive una asamblea nacional sudanesa, de 1 representante electo cada 10.000 explotados, revocable en cualquier momento por sus electores, que gane el salario promedio de un trabajador.
Sudán es hoy escenario de un gran levantamiento de las masas de Medio Oriente como lo es Argelia. Son grandes aliados de la resistencia siria, de los explotados en Túnez, Jordania, Egipto, Irak y Yemen para ponerse nuevamente de pie y recuperar su revolución. Son grandes aliados de las masas palestinas en su lucha contra el ocupante sionista y que toda la región vuelva a arder en llamas revolucionarias. En todo Magreb y Medio Oriente, ¡Una misma intifada!

 

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