Los Luchadores Obreros en el recinto de su juicio del Linchamiento |
La declaración del comisario García termina afirmando que las “pruebas” que aportó fueron tomadas e informadas en las planimetrías de la carpetas, que fuera presentada hace siete años. Dice que dichas “pruebas” fueron tomadas en el edificio de la comisaría de Las Heras y que fueron concretadas entre tres y cinco días después de los hechos públicamente conocidos, y sin ninguna otra autoridad del estado presente, y que previamente no fue aislado el edificio ni tampoco fue garantizada la seguridad del edificio. ¡Hacen una pericia cinco días después! ¡Pero aquí no hay sustento para nada! Ya es evidente que es una causa armada con pruebas inventadas a cinco días del hecho. Los actores del linchamiento ni siquiera se acuerdan su libreto.
Este milico reitera que no reconoce a nadie de los obreros presentes ni recuerda nada contra ellos. Y afirmó que la policía juntó muchos cartuchos de municiones en el lugar de los hechos, aunque no puede demostrar el origen de éstos. Llegando a decir contradicciones y brutalidades como que no supo distinguir agujeros de balas y piedras en las paredes y vidrios del edificio de la comisaría.
Luego empieza a declarar el oficial Alejandro Ojeda, que era investigador de los hechos de de febrero de 2006, fundamentalmente de la muerte de Sayago y los demás policías heridos de los cuales da el nombre del suboficial Victoria, Leal y otros que no recuerda. Pide que le alcancen el informe que la inteligencia de la policía hizo en esa fecha, porque él no recuerda nada. Pasados unos minutos reconoce su colaboración en dicho informe, siendo él, el responsable de dicha Brigada de Investigaciones. Afirma que fue recabado dicho informe gracias a las detenciones que la policía realizó en Las Heras.
Los petroleros de Las Heras ingresando al Juzgado |
Entre los datos que recabó se encuentran: vainas de municiones y un celular con el nombre de uno de los imputados, aludiendo que luego se lo localiza en su lugar de trabajo y se refiere a otro de los obreros imputados. Enseguida queda al descubierto que lo que dice no es lo que está escrito en la carpeta de los antecedentes de la causa, luego que un abogado de la defensa de los obreros hace la respectiva observación.
Dice que el 07/02/2006 se establece él en Las Heras, luego de trasladar el cuerpo de Sayago y a la familia a gobernador Gregores. Por otro lado sostiene que la noche del 06/02/2006 vio que había una multitud. La jueza fascista Lembeye le ayuda a disimular semejante farsa y cínicamente le dice que “tiene un problema de fechas”.
Se sigue contradiciendo cuando por un lado afirma que todo lo hicieron luego de tres días y por un total de sesenta días, y por otro lado, ante la pregunta de “¿Recuerda el número de personas que había esa noche?” responde que había multitud en ese momento.
Recuerda haber detenido “testigos” luego de tres días de pasados los sucesos y que estas detenciones fueron realizadas en la ruta, al volver los obreros de sus lugares de trabajo.
Asegura no recordar la presencia de la jueza de instrucción Ruata de Leone cuando detenían e indagaban a los “testigos”.
Cuando se le pregunta: ¿Cómo tiene conocimiento respecto a los testigos? El milico balbucea diciendo: “Me informaban mis superiores”.
Finalmente termina su declaración afirmando no recordar ni reconocer a ninguno de los imputados y tampoco recuerda a quiénes les tomó declaración.
Este policía Ojeda es uno de los encargados de moler a palos a cuanto obrero osa levantarse en la ciudad.
Se pasa a cuarto intermedio, hasta las 16 horas. Donde deberán declarar al menos unos tres policías más.
Los ánimos de los obreros falsamente imputados y sus familiares es, a pesar de todo, de optimismo. El de resistir y pelearla a muerte. Se alientan entre ellos. Todos son conscientes que están en las garras de la burguesía, dejados aislados por las burocracias sindicales de las CGTs y CTAs. Algunos de ellos se preguntan por qué les prometían tanto apoyo cuando estuvieron en Buenos Aires apoyando a otros obreros y ahora los dejan tan solos ante el tribunal de la inquisición.
Por otro lado los compañeros, mientras tomamos unos mates y se comen unos sándwich en la estación de servicio, se alientan mutuamente, pues se dan cuenta del fiasco hasta la fecha de los “testigos” policiales presentados por la burguesía, para incriminarlos. Todos saben que todo el juicio será un fiasco, y que su libertad no depende de este tribunal inquisidor, sino de la lucha y movilización de los trabajadores.
Algunos compañeros nos agradecen la enorme solidaridad internacional que consiguieran los socialistas revolucionarios del Colectivo por la IV Internacional. Expuesto en las rejas del tribunal en grandes carteles ampliados está el grito de libertad y solidaridad de obreros de Bolivia, de Chile, de Túnez, de Siria, de Libia, del África ensangrentada por las transnacionales imperialistas, hasta volantes pidiendo su libertad en idioma japonés, de organizaciones de Australia, de Estados Unidos, etc.
Es que ellos no están solos. Toda corriente que hable en nombre de la clase obrera que intente volver a cercarlos, en la Argentina, se ganará el repudio de la clase obrera argentina y mundial.
Como corresponsales socialistas en este tribunal fascista, nos viene a la memoria la parodia del juicio a los mártires de Chicago, cuando éstos le decían a sus verdugos “no habrá ninguna prueba que demuestren y los convenzan que no somos culpables, porque ustedes ya nos han condenado, porque quieren venganza contra los obreros que nos ponemos de pie”.
Pero la pelea no está perdida. Volvemos a insistir, desde Las Heras y enfrentando a este tribunal de la inquisición de las petroleras y la patronal esclavista, estamos a tiempo. Hay que poner todas las fuerzas de las organizaciones obreras para arrancar del patíbulo a los obreros.
Corresponsal desde Caleta Olivia