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Kirguistán - Mayo de 2020

La restauración capitalista hundió en la miseria y postración a Kirguistán y las ex repúblicas soviéticas


Solo la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en los ex estados obreros puede salvar a las masas de la barbarie

La restauración capitalista en los ex estados obreros, es decir, el aborto de la revolución política en el ’89, la imposición en los estados obreros deformados y degenerados de gobiernos burgueses restauracionistas –como los de Askar Akaev, Roza Otunbayeva y K. Bakiev- que impusieron la liquidación del monopolio del comercio exterior, de la propiedad colectiva de los medios de producción y de la economía planificada, interrumpió la dictadura del proletariado en los ex estados obreros del Este europeo, en Rusia y en China. Esto significó una verdadera catástrofe para las masas. Las naciones que conformaban la ex URSS “se independizaron” de Rusia pero quedaron como colonias o semi colonias del imperialismo, lo que permitió la instalación de bases militares y miles de tratados económicos que configuran las cadenas de dominio imperialista sobre esas naciones.
Este triunfo contrarrevolucionario, –gracias a la casta stalinista que devino en burguesía- significó el desmembramiento de las fuerzas productivas de las pequeñas naciones que estaban entrelazadas en las ex URSS.
Kirguistán, ex república soviética musulmana de poco más de 5 millones de habitantes, quedó totalmente desindustrializada, con una infraestructura industrial que quedó completamente obsoleta llevando a una enorme pobreza y miseria a las masas. Actualmente, el ingreso per cápita es de 740 dólares. La esperanza de vida es de 65 años para los hombres –que mayormente mueren por alcoholismo- y de 75 para las mujeres. La mitad de la población sobrevive como pequeños campesinos u obreros rurales en las numerosas y aisladas aldeas agrícolas, especialmente en el sur. La mayoría de los obreros industriales quedaron desocupados –profundizándose en la crisis económica mundial actual- y se ven obligados a trabajar como vendedores ambulantes tanto en Kirguistán como en Uzbekistán; los jóvenes, que son la mayoría de los desocupados, tienen que ofrecerse como mano de obra esclava en Kazajstán y en Rusia para las cosechas o en la construcción. El 40% del PBI kirguiz lo constituían hasta 2009 las remesas de los 500-800.000 trabajadores kirguizes inmigrantes permanentes o golondrinas en esos países. La crisis mundial redujo drásticamente esa entrada de subsistencia para sus familias, aumentando la miseria y la desesperación.
                                                                                                                                                              
La catástrofe que significó la restauración del capitalismo en Kirguistán la convirtió, de hecho, en una semicolonia del imperialismo que saquea sus riquezas naturales como son el petróleo, el gas, sus grandes reservas de mercurio, oro y uranio, la producción de tabaco y algodón para la exportación, como así también las reservas de agua que alimentan las centrales hidroeléctricas para la producción en China. El año pasado la burguesía rastrera de Kirguizistán renegoció el alquiler de la base militar yanqui triplicando el pago de 20 a 60 millones de dólares, junto a 175 millones de dólares más que puso el imperialismo yanqui “para infraestructura”, además de cerrar jugosos contratos para abastecimiento de combustible y logística para la base.
La burguesía rastrera de Otunbayeva, como toda burguesía nativa, no puede dar ninguna salida a las necesidades de las masas que se levantaron contra la carestía de la vida. Con su discurso de DDHH, lo máximo que podrá dar el gobierno provisional es un poco de maquillaje “democrático”. Pero ya quedó demostrado en 2005 con la llamada “Revolución de los Tulipanes” con la que las masas derrocaron a Akayev, que al no intervenir de manera independiente de la burguesía, fue otro sector burgués, el de la “oposición” (que en ese momento encontraba a Bakiev y Otunbayeva de la mano) el que se quedó con el poder y llevó a Bakiev a ser presidente. Bakiev ingresó al gobierno pregonando una política de Derechos Humanos y de democratización del régimen, pero rápidamente bonapartizó el régimen disolviendo el parlamento en varias oportunidades. El gobierno que ha caído a manos de las masas revolucionarias era el gobierno burgués de los “Derechos Humanos” y la “democracia”.
Kirguistán había conquistado su carácter de nación, con la revolución proletaria de Octubre de 1917 dirigida por el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky, como parte de una Federación de Repúblicas Socialistas. Hoy, a 20 años de la restauración capitalista en los países del este de Europa y de la ex URSS ha comenzado el tramo final de la carrera por definir de qué potencia imperialista serán colonias, semicolonias o protectorados directos. Es que la ubicación definitiva de esos estados en la división mundial del trabajo quedó indefinida en 1989, como ya definiéramos en 1999. Denominamos a estos países como capitalistas transitorios, puesto que el imperialismo no ha logrado resolver a su favor el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución a escala mundial. Es que el destino histórico de estos estados sólo puede estar determinado por el resultado de la lucha de clases internacional: “o el proletariado, y en él sus batallones más concentrados, las clases obreras de los países imperialistas, avanzan en el camino de la revolución proletaria, dando impulso no ya a una revolución política sino a una revolución social en los estados capitalistas transitorios que restaure la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, que vuelva a expropiar a los nuevos ricos y a las propiedades imperialistas así como a los bancos, que reimponga el monopolio estatal del comercio exterior, la economía planificada, y una genuina democracia soviética; o la contrarrevolución triunfante mediante cracs, guerras, aplastamientos y derrotas históricas del proletariado internacional termine de incorporar a estos estados a la división mundial del trabajo como semicolonias, colonias o protectorados directos”. (“Los acontecimientos de 1989. La actualidad del programa de los revolucionarios y los combates de la clase obrera mundial a fines del siglo XX”. Editorial R. Klement 2000). Por ello, el levantamiento de las masas en Kirguistán pone a la orden del día la tarea histórica del proletariado kirguiz: la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en los países de la ex URSS.

 

 

 

 

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