El 9 de noviembre de 1918, se extendió la revolución por toda Alemania, forzando la abdicación del káiser Guillermo 2°. Era la Revolución proletaria de los consejos de obreros y soldados que estaba en marcha como parte de la revolución internacional. La revolución alemana por la cual los bolcheviques ponían a disposición todos los recursos –incluso hasta el sacrificio- del nuevo Estado obrero ruso.
El 29 de octubre las tripulaciones de los buques Thüringen y Helgoland desobedecieron la orden de hacerse a la mar para acciones de guerra. Unos mil amotinados fueron aprehendidos y serían procesados en una corte marcial; para evitarlo –y ante la negativa rotunda del comando de la Marina en liberarlos- los marineros restantes discutieron en la casa sindical de Kiel futuras acciones junto a los trabajadores de los astilleros. El gobierno cerró la casa sindical. El 3 de noviembre se realizaron concentraciones al aire libre. Un teniente ordenó abrir fuego contra los manifestantes. Hubo nueve muertos. Los marineros amotinados respondieron al fuego y la manifestación se convirtió en revuelta generalizada ya el 4 de noviembre.
El 4 de noviembre llegó Gustav Noske a Kiel. Noske era el diputado socialdemócrata que llegaba en nombre del nuevo gobierno a controlar y detener la revolución pero ya el movimiento de consejos de trabajadores y soldados rasos se había extendido y menos de 20 días forzó no solo la abdicación del káiser sino de la mayoría de los príncipes y la nobleza alemana, declarando (el día 7) la fundación de la República Soviética de Baviera. Al igual que la Revolución Rusa del año anterior, la revolución alemana era parte de las revoluciones a nivel internacional desencadenadas por la guerra.
Los socialdemócratas estaban conscientes de esto y encabezando el nuevo gobierno con el socialdemócrata Friedrich Ebert como jefe de gobierno y con Noske como ministro de defensa, sellaron un acuerdo con el alto mando militar para utilizar bandas paramilitares de Freikorps (Cuerpos Libres) y acometer el aplastamiento violento de la revolución para lo cual los dotaron del más moderno armamento, como sub-ametralladoras, carros blindados y tanques. Durante este aplastamiento fueron detenidos y asesinados Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, el único parlamentario socialista del partido socialdemócrata que votó en contra de los créditos de guerra. Después de votar los créditos para la guerra imperialista en el ‘14, los socialdemócratas en el ‘18, durante la revolución parida por esta guerra, buscaron encubrirse con el alegato de “evitar la guerra civil” pero en realidad se pusieron en uno de los bandos en guerra: el de la burguesía, masacrando la revolución de los trabajadores, muchos de los cuales habrán votado por ellos en las elecciones parlamentarias.
Fueron los trabajadores alemanes con su revolución proletaria quienes forzaron la caída de la monarquía y la conquista de más libertades democráticas, no mediante el voto a sus verdugos en el parlamento burgués durante el periodo prerrevolucionario.
Es tarea de los bolcheviques en el siglo XXI retomar el legado de enseñanzas de estos procesos revolucionarios a nivel internacional, saber identificar a las direcciones políticas mundiales traidoras y preparar revoluciones triunfantes (sobre todo en las metrópolis imperialistas) que –al decir de Marx- conduzcan a la Dictadura del Proletariado y a la construcción del socialismo. |
Soldados alemanes y rusos fraternizan celebrando el fin de la guerra
Trabajadores manifestando en Berlin
Marineros “Rojos” marchando en Berlin frente a la Puerta de Brandenburgo
Trabajadores y Marineros en Berlin, Puerta Brandenburgo,
en la “Plaza Parisina”.
Trabajadores y Marineros en Berlin, Puerta Brandenburgo.
Rosa Luxemburgo durante mitin en Berlin durante la revolución
Freikorps, carro blindado
Milicias Espartaquistas en Berlin
Uso de tanques para masacrar la revolución en Berlin
Trabajadores revolucionarios ejecutados sumariamente en Berlin por fuerzas del nuevo gobierno socialdemócrata.
Karl Liebknecht en 1911
Gustav Noske
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