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Argentina - 20 de diciembre de 2021

 

Adelanto del libro Argentina 2001: Estallido de la revolución

 

Presentación de la Parte I

En la primera parte de este libro presentamos a continuación un documento titulado “Argentina: la génesis y los momentos previos al estallido revolucionario de diciembre de 2001”.
Este es un material que, en el mes de abril de 2001, a partir de las condiciones internacionales que moldeaban a Argentina, anticipó los hechos convulsivos que se sucedieron meses después, en diciembre de aquel año, con el estallido de la revolución.

Ya en el año 2000 en nuestro país se desarrollaba una situación objetivamente revolucionaria que había comenzado con un brutal crac económico, con el default de la deuda externa, con el imperialismo que no cesaba su ofensiva sobre América Latina para hacerle pagar su crisis, mientras una fenomenal lucha de masas sacudía no solo Argentina, sino el subcontinente de conjunto, como demostraremos.

Argentina, junto a Turquía, fueron, ya entrado el año 2001, dos focos agudos de crisis, como lo había sido antes Indonesia, que concentraron el crac de la economía mundial que había estallado en 1997 al interior del imperialismo yanqui.

Asimismo, este material da cuenta, para comprender estos acontecimientos históricos, de los dos ciclos de acumulación del capitalismo semicolonial que se desarrollaron en Argentina hasta la fecha del estallido de la revolución: por un lado, el ciclo de substitución de importaciones que se desarrollara en la posguerra y que fuera cerrado por el golpe militar de 1976 y luego, el ciclo basado en el endeudamiento de la nación al imperialismo, que le extrajo al máximo sus riquezas, arrojándola cada vez más al atraso y la barbarie. Este es el ciclo que estalló en el año 2001.

Kirchner, allá por el año 2008, con el proceso revolucionario ya desviado y con los esclavistas y su régimen infame habiendo vuelto a tomar el control de sus esclavos y sometido al país de nuevo al imperialismo, se vanagloriaba con su gobierno de haber sacado a la burguesía y a los explotadores del “infierno” del 2001. Pero en ese infierno, como se ve hoy, 20 años después del inicio de la revolución argentina, siguen estando las masas, padeciendo las mismas o peores condiciones que en 2001.

El levantamiento revolucionario de la clase obrera y las masas populares empobrecidas había abierto el camino a la victoria de una revolución que, imponiendo un gobierno de los explotados en lucha, rompiera toda sumisión al imperialismo y toda explotación a los trabajadores, cuestión que hubiera potenciado por mil las sublevaciones revolucionarias que sacudieron a América Latina e incluso a EEUU en las primeras décadas del siglo XXI.
Como también desarrollamos en este trabajo, los explotadores y el imperialismo volvieron a llamar al stalinismo que, junto a las burguesías nativas travestidas de “bolivarianas”, fueron el canal que desvió la marea revolucionaria y les permitió a las clases dominantes retomar el control de los explotados.

En Argentina, el ciclo de endeudamiento y de saqueo a la nación que fuera interrumpido por la lucha revolucionaria de masas en el 2001, fue continuado luego con la reconstitución del régimen de los partidos patronales como el PJ y la UCR cobijada bajo las faldas del PRO, mientras una izquierda reformista dócil fue el flanco izquierdo del régimen burgués.

“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo” fue el grito de guerra de las masas en el 2001 después de años de soportar las peores inequidades y padecimientos inauditos impuestos por este régimen de partidos burgueses lacayos de la Embajada yanqui y representantes de lo peor de la oligarquía y la patronal esclavista. El estallido del 2001 fue, en última instancia, el subproducto de un enorme aprendizaje de las masas de los combates que libraron en la resistencia contra el Menemato, y a la ofensiva contra el PJ y el gobierno de De la Rúa, que atacaron a cuenta y orden del FMI todas y cada una de las conquistas de los explotados, robándole inclusive sus ahorros a las clases medias.

Estudiar atentamente los acontecimientos que precedieron al estallido de diciembre, se torna clave para la comprensión del mismo y de la situación revolucionaria que esas jornadas revolucionarias de finales de 2001 abrieron en Argentina y que hicieron temblar a todas las clases dominantes.
Es clave profundizar en las condiciones que abrieron la crisis y el estallido de 2001, pues pueden ser una guía para comprender los momentos actuales del combate de las masas en América Latina y en Argentina en particular, donde la burguesía se ha esmerado en sacar lecciones de los acontecimientos de hace 20 años atrás, cuando estuvo en riesgo su poder, su control sobre los explotados y su propiedad.
Los principales debates y discusiones de la burguesía argentina y del imperialismo sobre América Latina son alrededor de cómo evitar un “nuevo 2001”. Las clases dominantes saben que “nuevos 2001” se desarrollaron en Colombia, Chile, Ecuador, Bolivia, Perú en los últimos años.
Los de arriba se encuentran enfrascados en una discusión –tal como lo hacían en los años previos al levantamiento del 2001-, sobre cuál es la mejor forma de contener y hacerle pagar la crisis a las masas: si con concesiones parciales y cooptando a las direcciones traidoras o bien, yendo directamente a por el corazón de las conquistas de los explotados. Estas dos variantes burguesas son imprescindibles para los de arriba. Una necesita a la otra. La segunda utiliza a la primera como “limón exprimido”, al peronismo, para inclusive atacar a mansalva a su propia base social, mientras el PJ ya lo había sostenido a Macri para que aplique el plan contra la clase obrera.
Estas diferencias burguesas son alrededor de cómo mejor derrotar a la clase obrera, no sobre cómo mejorar sus condiciones de existencia. Volver a enfrentarlos a todos para que no quede ni uno solo y se abra una nuevo Argentinazo, es tarea en estos momentos preparatorios.

Para los marxistas revolucionarios se trata de comprender desde un punto de vista internacional, las actuales condiciones de crisis y crac capitalistas que moldean a Argentina y que la amenazan a cada paso en convertirse nuevamente en un eslabón que se rompa de la cadena de dominio imperialista en la región y que abra las condiciones para una nueva irrupción revolucionaria de masas.
El crac de 2008 y de 2019-2020 que son la expresión de una bancarrota abierta del sistema capitalista mundial, pone a la orden del día el pronóstico de que se están cocinando a fuego lento enormes choques de clase. La actual ofensiva del imperialismo sobre el mundo semicolonial es feroz. Las guerras de ocupación como en Medio Oriente, la instauración de regímenes bonapartistas o semifascistas como en Rusia y China, el asesinato selectivo de la vanguardia y del movimiento negro en EEUU, los miles de migrantes que se ahogan en el Mediterráneo, los presos, heridos y asesinados de las sublevaciones de América Latina, son una muestra de a dónde va Argentina hoy.

Sacar las lecciones de este heroico combate del 2001, así como las del Cordobazo, del Rosariazo, de la resistencia peronista de los 50, entre tantas luchas históricas libradas por el proletariado argentino, es la tarea del momento.
Esta no es una discusión de historiadores burgueses que escriben sobre el movimiento obrero desde sus cómodas cátedras universitarias o en sus cursos de doctorados. Se trata de que la clase obrera aprenda de los combates dados para poner en pie las organizaciones de combate y el partido revolucionario que necesita a su frente para esta vez hacerse del poder. Es que tanto heroísmo y tanta sangre derramada por la indomable clase obrera de Argentina se merecen la victoria, un Argentinazo que será imposible de conquistar si no es parte de la lucha revolucionarias de las masas del continente americano.

Hace 20 años nacía nuestra corriente combatiendo, como lo seguimos haciendo hoy, bajo las banderas de la IV Internacional y la revolución socialista. Hace rato que los liquidadores del trotskismo han dejado de combatir bajo su legado.
Sabemos que mantenernos firmes en la estrategia y los principios del marxismo es la clave para aprender de las revoluciones desviadas y derrotadas, para prepararse para volver a intentar llegar a tiempo y dotar a las masas de la dirección revolucionaria que se merecen para triunfar.

 

 

 

 

 

 

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