Sobre la cuestión
CHINA
y la situación mundial
Presentación
Resoluciones del II Congreso de la FLTI
La Editorial Rudolph Klement pone a disposición del lector, este anexo del Organizador Obrero Internacional Nro. 2, vocero de la FLTI, el documento “Sobre la cuestión china y la situación mundial. En Defensa del marxismo. En defensa del Primer Congreso de la FLTI, sus resoluciones y su programa”. Este fue presentado como Proyecto con fecha del 7 de febrero de 2010, en el período precongreso de nuestra corriente, y fue votado oficialmente en el II Congreso Internacional de la FLTI en abril de 2010. El presente documento es la síntesis de una delimitación revolucionaria con una fracción minoritaria liquidacionista del programa fundacional de la FLTI, fracción compuesta por el Grupo de Obreros Comunistas de Nueva Zelanda (CWG) y Obreros Humanistas Socialistas Revolucionarios de la ciudad de San Francisco en EE.UU. (HWRS)
Esta fracción, pasados dos meses del Congreso fundacional de la FLTI en 2009, comenzó a plantear la existencia del supuesto “imperialismo chino” como la “gran amenaza que sufre el proletariado internacional” en todos sus documentos y posiciones. Esta pequeña ex minoría al interior de la FLTI era correa de transmisión de la absoluta mayoría de liquidadores de la IV Internacional de la izquierda anglosajona que, como el SWP y Workers Power de Inglaterra y la izquierda norteamericana del Peace and Freedom Party, esparcen el “demonio del imperialismo chino” al interior del movimiento obrero mundial y en particular en los países imperialistas. Repiten así los dictados de las oficinas de la City de Londres y Wall Street, los nuevos dueños de la China capitalista, y también se hacen eco de los lamentos de la burguesía aislacionista norteamericana que quedara por fuera de los enormes negocios de la China transformada en una maquiladora de las transnacionales, con millones de obreros esclavos entregados por el stalinismo a la restauración capitalista. Esta política nefasta prepara al proletariado norteamericano e inglés para atarlo al carro de su propia burguesía imperialista en nuevas aventuras de ataques militares contra la nación china. Y a su vez oculta que el verdadero enemigo son las multinacionales y los parásitos accionistas de Wall Street y Londres que se ocultan tras la máscara de Obama y descargan sobre la clase obrera un feroz ataque. Los internacionalistas decimos contra ellos: ¡El verdadero enemigo está en casa!
El lector encontrará a su vez en este anexo del OOI una selección de pronunciamientos sobre la delimitación teórico-programática y organizativa de la mayoría absoluta de nuestra organización con esta pequeña minoría impresionista sometida a las presiones del imperialismo angloyanqui y la obamamanía, adaptada a la aristocracia obrera y sus partidos social imperialistas. No podía ser de otra manera: para ponerse a los pies de su propia burguesía imperialista y de las direcciones traidoras que la sostienen, no se puede usar ninguna teoría ni combate del marxismo para justificarlo, sino que hay que revisarlo y romper con él.
Los documentos que aquí presentamos al lector no son un debate limitado a una lucha política de tendencias y fracciones de una corriente del proletariado internacional. La lucha contra el revisionismo en el marxismo, a la luz de la cuestión china, concentra uno de los combates centrales del marxismo y es donde se forja la continuidad de su programa en las batallas del siglo XXI, contra sus liquidadores revisionistas que “inventan nuevas teorías” para justificar sus traiciones al proletariado y preparar las próximas derrotas.
Se han definido dos barricadas en este combate. Un río de sangre en el proletariado mundial separa la teoría y el programa de los revisionistas que envenenan la conciencia de la vanguardia proletaria; y el programa y la estrategia del trotskismo principista de la IV Internacional fundada en 1938.
Los revisionistas que agitan el fantasma del “imperialismo chino” quieren convencer al proletariado mundial de que el capitalismo en su época imperialista, de decadencia y putrefacción, de parasitismo y reacción en toda la línea, puede desarrollar “nuevas potencias imperialistas” de forma pacífica, sin el hundimiento de otras potencias mediante guerras, tal como define el marxismo revolucionario. Quieren engañar a la clase obrera mundial diciendo que la restauración capitalista contrarrevolucionaria en China, una terrible derrota al proletariado mundial llevada adelante por la burocracia maoísta, jugó un rol progresivo en la historia, desarrollando sin límites las fuerzas productivas. Revisan la teoría marxista diciendo que con el “socialismo en un solo país” y bajo la dirección de la pandilla contrarrevolucionaria de la burocracia maoísta, se pudieron desarrollar las fuerzas productivas en China y hoy, a partir de ello, se puede transformar en un “pujante imperialismo”.
Estas falsificaciones de la teoría marxista ya fueron derrotadas por el marxismo revolucionario desde la fundación de la III Internacional de Lenin y Trotsky. El revisionismo de hoy no dice nada nuevo; son continuadores de sus maestros Kautzky, Bernstein, Stalin, los pablistas y sus descendientes de hoy que hace 70 años tratan de liquidar desde adentro la teoría y el programa de la Cuarta Internacional de 1938.
La cuestión china se ha ubicado en el centro de la escena de la lucha de clases. En medio de “la” crisis económica mundial imperialista, el imperialismo yanqui y sus socios en el latrocinio y el saqueo de los pueblos de Asia, transformaron a la China capitalista (que es una verdadera maquiladora de las transnacionales) en una tendencia contrarrestante a la debacle de los bancos de Wall Street, de la Europa imperialista y Japón. Es que, si ayer China ponía un billón de dólares constantes y sonantes para cubrir el déficit norteamericano a cambio de bonos cada vez más devaluados; hoy, bajo las órdenes del HSBC, el JP Morgan y demás parásitos, el estado chino ha colocado más de un billón de dólares para favorecer un ciclo de consumo de 200 millones de pequeñoburgueses ricos y burgueses chinos. Mientras tanto, 1.400.000 obreros hambrientos en la China profunda trabajan como esclavos en las maquiladoras o en una economía de subsistencia en la tierra. El triunfo contrarrevolucionario de la restauración capitalista juega a favor del capital financiero internacional. En el medio de su brutal crisis y bancarrota, los parásitos imperialistas pueden atacar a la clase obrera mundial apoyados en la súper explotación de millones de obreros chinos en fábricas que son un verdadero campo de concentración.
Pero ese proletariado que sufrió la acción contrarrevolucionaria del maoísmo stalinista, la masacre de Tianamenn, la restauración capitalista y décadas de salvaje opresión, ha comenzado a ponerse en movimiento nuevamente en la historia. Los obreros de Tonghua y Lingzou fueron la vanguardia que expresaba lo más avanzado de centenares de miles de revueltas obreras y campesinas que conmueven a China. En Tonghua y Lingzou, los obreros hicieron rodar la cabeza de su patrón, un ex burócrata maoísta devenido en burgués y con métodos de guerra civil contra los explotadores frenaron el ataque privatizador de los mandarines del PC que no pueden seguir subsidiando empresas estatales obsoletas, de acuerdo a los dictados de los bancos imperialistas yanquis e ingleses. Así, la vanguardia del proletariado chino, marcó al proletariado internacional el camino de la contraofensiva para enfrentar el ataque de los capitalistas.
En este combate, la mayoría de la FLTI se ubicó en la barricada de Tonghua y Lingzou. Las corrientes que hablan en nombre de la clase obrera y cacarean sobre el “demonio de la China imperialista”, ocultan al movimiento obrero mundial y en particular a los obreros norteamericanos y europeos, que los obreros chinos son sus aliados y no sus enemigos. Los que ocultaron el levantamiento de los obreros de Tonghua y Lingzou, son los mismos que con el pretexto de la “China exportadora con su Made in China”, esconden las millonarias ganancias de los verdaderos dueños del mundo y de las maquiladoras chinas, ese puñado de parásitos accionistas reunidos en las cuatro manzanas de Wall Street y en unas pocas calles de la City de Londres, Berlín, París o Tokio, que viven del saqueo y la expoliación del mundo. Por sus manos pasaron 400 billones de dólares del comercio mundial en el estallido de la crisis económica mundial, mientras se gastaban -sin haberlos producido- 90 billones de dólares, tal cual parásitos que succionan la sangre de los pueblos oprimidos del mundo y de la clase obrera mundial.
La cuestión china es un test ácido de la lucha de clases internacional. Los liquidadores del marxismo, su teoría y programa, se han dividido en dos variantes alrededor de la cuestión china. Por un lado, existen quienes quieren cubrir las ganancias de su burguesía imperialista agitando el fantasma del supuesto “imperialismo chino”. Por otro lado, aquellos que cubren la puesta en pie de la V internacional, que tiene como objetivo impedir la generalización de Tonghua y Lingzou, para que su ejemplo no sea tomado por las masas cubanas para enfrentar a los hermanos Castro que se aprestan a restaurar el capitalismo en la isla; y que, en Grecia, los obreros y las masas no inicien la revolución y la extiendan por toda Europa, de Portugal a las estepas rusas.
Nuevamente, el proletariado chino está llamado a jugar un rol histórico en la lucha de clases, y nuevamente los trotskistas estamos junto a él, como ayer en la revolución de 1927. La sangre obrera derramada en el aplastamiento de la insurrección de Cantón, por la traición del stalinismo a los pies del Kuomintang, fueron bandera y lecciones fundamentales para la maduración final de la teoría-programa de la Revolución Permanente; para el surgimiento de la Oposición de Izquierda y el combate contra la burocracia stalinista organizadora de derrotas de la clase obrera mundial y responsable del asesinato de miles de nuestros camaradas.
La cuestión china hoy, pone blanco sobre negro, acerca de quiénes somos continuadores de la IV Internacional y estaremos en la primera línea de combate luchando junto a los obreros de Tonghua y Lingzou por que resurja el soviet de Cantón que centralice a las miles de revueltas y combates de la China profunda y triunfe en el s. XXI la III revolución china. Pero esta vez, el soviet resurgirá dirigido por la IV Internacional, cuya tarea inmediata no será otra que refundar el partido de Chen Tu-siu, el dirigente chino de la IV Internacional. Este partido se refundará para saldar cuentas con el stalinismo-maoísmo, hoy devenido en una nueva clase poseedora esclavista de su propia clase obrera a cuenta de las transnacionales del capital financiero internacional. Por otro lado, la cuestión china pone blanco sobre negro quienes son los renegados del trotskismo sirvientes de la V Internacional de los mandarines rojos de Hu Jintao, el castrismo, la burguesía bolivariana y los stalinistas de todo pelaje, que hoy han puesto en pie nuevamente al partido de los Chiang Kai Sek y los stalinistas.
El proletariado chino volverá a ponerse de pie en su tercera revolución. Es tarea de los que luchamos por poner en pie un Comité Organizador por la Refundación de la Cuarta Internacional no permitir que sus traidores y enterradores se pongan de pie jamás. Es, en este sentido, que le presentamos al lector esta serie de documentos como un aporte a la vanguardia del proletariado internacional en el combate por resolver la crisis de la humanidad que es la crisis de su dirección revolucionaria.
La clase obrera mundial debe ver en sus hermanos de clase de China y en su lucha, al más grande aliado que entra al torrente del combate revolucionario de la clase obrera mundial. El estado de revuelta de las masas chinas, junto a la Grecia sublevada de la huelga general y al Kirguistán revolucionario, cuyos comités y piquetes obreros derrotaron al gobierno y desarmaron a la policía, son hoy la avanzada que enfrenta el brutal ataque del capitalismo en bancarrota contra la clase obrera mundial.
El volcán chino ha entrado nuevamente en ebullición. Con Tonghua y Lingzou, y con las revueltas de los explotados en la China profunda, llegan los aliados decisivos para el combate del proletariado mundial. El combate del proletariado chino, junto al embate revolucionario de los obreros de Kirguistán -transformado en la frontera misma con China en una republiqueta bajo el mando de la base militar yanqui- vuelven a plantear la lucha por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en la China y en la ex URSS, entregadas al capitalismo mundial por la lacra stalinista, quien devino en nueva clase social poseedora socia menor del imperialismo mundial.
Esta revolución kirguís que ya ha comenzado, ha contagiado e impactado a los obreros de Kazajistán, Uzbekistán y de las ex repúblicas musulmanas soviéticas. Sin ninguna duda es y será la chispa que incendie las provincias del norte de China, puesto que en Kirguistán está la avanzada de los grandes aliados del proletariado chino de Tonghua y Lingzou, que continúa su combate en un terreno superior.
Del continente africano han salido los obreros inmigrantes europeos que han encabezado el combate en Francia, en Grecia, en Italia, en Inglaterra contra la superexplotación de la burguesía y sus gobiernos de las potencias imperialistas contra su propia clase obrera. En EE.UU., los inmigrantes latinoamericanos fueron el motor del despertar de la clase obrera norteamericana en su lucha contra Bush, el régimen de los republicratas y las guerras contrarrevolucionarias del imperialismo yanqui en el mundo.
El rol de los partidos reformistas socialimperialistas, por más que algunos de ellos se llamen “anticapitalistas”, es impedir que este movimiento revolucionario de la clase obrera del mundo colonial y semicolonial se ponga de pie junto al resto de la clase obrera europea, norteamericana y japonesa, y sincronice sus combates con el grito de guerra de la clase obrera de las potencias imperialista de: “¡El enemigo está en casa!”
Si las pandillas imperialistas han usado a la clase obrera latinoamericana, de Medio Oriente, a los obreros de color de África, a la clase obrera china para hundir el salario de la clase obrera mundial, ha llegado el momento de conquistar la unidad del proletariado mundial bajo las demandas y la lucha de sus sectores más oprimidos en el planeta, que son la amplia mayoría.
Esa tarea no es ni será tomada jamás por los partidos de las aristocracias y burocracias obreras de todo el mundo. Ellos, de forma prepotente, como en Inglaterra o en EEUU, bajo el mando de la burocracia de las Trade Union o de los lacayos de Obama de la AFL-CIO norteamericana, han puesto el grito contrarrevolucionario y antiobrero de “trabajo inglés para los ingleses” y “trabajo norteamericano para los norteamericanos”. Y esto, cuando son las empresas angloyanquis -luego de robarse todas las riquezas del mundo con sus bancos de Wall Street y Londres- las que saquean y obtienen superganancias sobre la base de la brutal explotación del proletariado chino, de Medio Oriente, latinoamericano, y como no podía ser de otra manera, ahora, sobre la ruina de la clase obrera de las potencias imperialistas.
Esta tarea, mucho menos será tomada por los renegados del trotskismo, que han devenido, nada más y nada menos, que en una nueva horneada de stalinismo y menchevismo, sostenedores por izquierda de la aristocracia y burocracia obrera en el mundo. Ellos se han agrupado desde el Foro Social Mundial, bajo la dirección de la V Internacional de Hu Jintao, la burocracia castrista (que sigue el camino de los mandarines chinos) y todos los deshechos del stalinismo y la socialdemocracia.
¡Junto a Tonghua y Lingzou!
¡Abajo los partidos socialimperialistas de las burocracias sindicales y las aristocracias obreras del mundo! Ellos están echando la suerte de la clase obrera a la de sus verdugos.
¡Paso a los obreros chinos, a la martirizada clase obrera de África, a los combatientes de la resistencia contra el dominio del imperialismo y el sionismo en Medio Oriente!
¡Fuera la farsa de la revolución bolivariana que estranguló la lucha antiimperialista y las revoluciones de las masas en el continente americano!
¡Por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en China y en todo el territorio de la ex URSS!
¡Viva la huelga general revolucionaria de los obreros griegos! ¡Qué su chispa incendie Europa!
¡Por el triunfo de la revolución obrera en Kirguistán! ¡Por la Federación de Repúblicas musulmanas soviéticas, que serán, a no dudarlo, los grandes aliados del proletariado chino contra su esclavitud y de la clase obrera rusa contra el asesino y carnicero Putín!
¡Abajo la V Internacional de los mandarines rojos de Hu Jintao, el castrismo, la burguesía bolivariana, los estalinistas de todo pelaje y los renegados del trotskismo!
¡Viva la Cuarta Internacional y su programa de fundación de 1938!
¡Por la refundación de la Cuarta Internacional!
II Congreso de la FLTI
Abril de 2010
Capitulo I
Las resoluciones revolucionarias del Primer Congreso de la FLTI y la evolución de la situación mundial:
Entre la debacle del sistema capitalista imperialista mundial, el reagrupamiento de las direcciones traidoras para salvarlo y una tenaz y persistente resistencia de masas
A fines de diciembre de 2009 se realizaba en Buenos Aires una conferencia de los grupos trotskistas latinoamericanos de la FLTI. Al mismo tiempo, en Zimbabwe, se concentraba una enorme campaña internacionalista de las fuerzas de la FLTI para impedir que renegados del trotskismo y agentes del Foro Social Mundial entregaran a disidentes revolucionarios de la ISO de ese país a la justicia burguesa. Esa durísima batalla por un Tribunal Moral Internacional impidió que las fuerzas contrarrevolucionarias del Foro Social Mundial entregaran al estado burgués a los combatientes del proletariado en Zimbabwe.
Hace tan solo 6 meses conquistábamos en nuestro Congreso Internacional las resoluciones y un programa que prepararon a nuestra fracción internacional para combatir por concentrar las fuerzas de los revolucionarios y dispersar las de los reformistas.
Después de años de aislamiento, se puso en pie la FLTI, que al momento mismo del Congreso redobló su ofensiva y llegó física y personalmente a intervenir y a abrir una discusión con el trotskismo japonés, con el que hemos acordado abrir un debate público ante los ojos del proletariado mundial sobre las diferencias existentes, mientras golpeamos juntos en campañas revolucionarias internacionales, como ha sido la lucha por la libertad de los mineros presos de Perú.
Nuestra FLTI se ha constituido en un punto de apoyo para el combate internacionalista del proletariado mundial y sus organizaciones de lucha. Como no podía ser de otra manera, hoy la FLTI está presente en los focos calientes del planeta donde el proletariado resiste e inclusive sigue atacando a los explotadores, que intentan a toda costa hacerle pagar la crisis de la catástrofe de Wall Street y de la economía mundial capitalista a los explotados.
Cuando estábamos realizando el Primer Congreso de la FLTI, el proletariado se levantaba contra la operación contrarrevolucionaria “Plomo Fundido” de Obama y Bush en la Palestina martirizada, protagonizando magníficas acciones revolucionarias, como en la Grecia sublevada de obreros y estudiantes; y en Guadalupe, Martinica y Madagascar, con grandiosas jornadas revolucionarias de obreros, campesinos y soldados contra el colonialismo francés y las burguesías cipayas.
Hacia fines de 2008 y principios de 2009, la clase obrera intentaba comenzar a dar respuesta a los ataques del gran capital y tendía a colocarse en el centro de la escena internacional con sus acciones revolucionarias. Definíamos que se abría la posibilidad a partir de allí, en una situación transitoria, de que la clase obrera partiera de esos combates como punto de apoyo para largar una contraofensiva revolucionaria como en el ‘68-74.
A seis meses de realizada la fundación de la FLTI, podemos afirmar que hemos pasado las pruebas de la lucha de clases. Porque definimos las condiciones para la victoria de las primeras avanzadas revolucionarias de las masas contra el crac y las guerras imperialistas, concentrándolas en resoluciones por las que combatimos y damos nuestra vida, y que fueron publicadas en nuestros materiales públicos. Pero también, y esencialmente, porque definimos que para salvar al capitalismo en crisis de su debacle financiera, este iba a reclutar y centralizar a todas las direcciones traidoras contrarrevolucionarias del planeta para que defiendan su propiedad, desorganicen las embestidas de masas y conspiren contra ellas. Esta centralización de las direcciones contrarrevolucionarias es lo que hemos visto en acción estos últimos meses.
Estas direcciones actuaron en todo el planeta con una misma política centralizada, imponiendo aquí y allá pactos contrarrevolucionarios de sometimiento del proletariado a la burguesía como en Palestina, Bolivia, Medio Oriente, Irak, Honduras, Madagascar y, asimismo, carnereando y haciendo de rompehuelgas de todo intento del movimiento obrero por defender su salario, su trabajo y su nivel de vida a nivel internacional.
De la misma forma que en el primer lustro del siglo XXI se ponía en pie el Foro Social Mundial, con los renegados del trotskismo adentro para sostener a gobiernos islámicos y “bolivarianos”, expropiadores de la revolución proletaria; a partir del 2007, en momentos que la crisis mundial desnudaba al sistema capitalista ante los ojos de miles de explotados del mundo, y frente al peligro de que la chispa de Grecia incendiara París y Nueva York, la burguesía debía poner en pie los “nuevos partidos anticapitalistas” para que, junto a las burocracias sindicales norteamericanas, europeas o japonesas, puedan contener y derrotar todo levantamiento de la clase obrera y todo intento de esta de dar una respuesta a la crisis en el corazón mismo de las potencias imperialistas.
Ahora, está ahí la V internacional de Chávez, de la burocracia castrista y del Kuomintang chino, ese partido de capangas y “empresarios rojos” que es el partido comunista de China, socios menores de las potencias imperialistas en el saqueo y la explotación de la clase obrera de ese país, junto a los stalinistas, socialdemócratas, burocracias sindicales, y los partidos “anticapitalistas” de todo el mundo.
Estos son los verdaderos salvadores del capitalismo en crisis, los defensores más acérrimos de la City de Londres, de Wall Street, y las bolsas de Frankfurt, Tokio y París, y los responsables de haber sometido a la clase obrera norteamericana a ese Bush tiznado de Obama y de haberla sacado del combate contra la guerra imperialista junto a sus hermanos de clase, los inmigrantes, que por millones fueron expulsados de EE.UU. durante la crisis. Por esa vía dejaron atada de manos a la clase obrera norteamericana para que se rindiera ante los despidos en la General Motors y la pérdida de millones de puestos de trabajo y de conquistas. Estas direcciones contrarrevolucionarias son enemigas declaradas de la revolución proletaria y son expropiadoras de revoluciones. Son el verdadero muro que deberá destruir el proletariado si quiere que la crisis la paguen los explotadores y el sistema capitalista imperialista mundial y avanzar hacia la revolución proletaria.
No le ha sido fácil a esta quinta columna desorganizar los combates revolucionarios de las masas que como en Grecia, Guadalupe y Madagascar preanunciaban la perspectiva de una contraofensiva de masas a nivel mundial. Ellos son limones exprimidos a los que, como agentes del capital, este les sacará hasta la última gota para salvarse de la catástrofe. Ellos son los encargados de paralizar las fuerzas del proletariado, de echarle agua al fuego de los focos revolucionarios del planeta.
Los parásitos imperialistas saben muy bien que ese es el rol que necesitan de sus agentes, porque para salir de esta crisis lo que necesitan las potencias imperialistas, los capitalistas, sus gobiernos, regímenes y estados, es provocarle enormes derrotas al proletariado mundial que les permitan, sobre todo a las potencias imperialistas que lo logren decisivamente, ir a aventuras militares superiores para disputarle a sus competidores las zonas de influencia. Ellos saben que en última instancia el rol decisivo de la quinta columna de hoy es crear las condiciones para preparar zarpazos contrarrevolucionarios como en Honduras, Afganistán, en el Valle de Swat en Pakistán; es decir condiciones para el bonapartismo y el fascismo.
Las energías de las masas no han sido consumidas pese al pérfido accionar del frente popular y pese a los cercos contrarrevolucionarios. Una muestra de ello es el intento de las masas de romper el cerco que se les tendió en Guadalupe, donde a pesar y en contra de las burocracias de los sindicatos de la V República francesa, de su pérfida burocracia y aristocracia obrera, las masas emergieron en huelga general política de 48 horas para exigir que se efectivice el pago de los 200 euros prometidos que el régimen colonial francés se niega a cumplir, amenazando con su lucha, que se extiende a Martinica, con abrir una lucha política de masas en el Caribe, incluso contagiando a otras colonias francesas como la Isla de la Reunión.
Lo demuestra también México que, amenazado con nuevos ataques imperialistas que buscan apropiarse de sus ramas centrales de la economía estatal como la electricidad o el petróleo, vio surgir un combate heroico de la clase obrera contra la privatización de la compañía de electricidad, a pesar y en contra del zapatismo, del PRD, de la burocracia sindical charra, de los renegados del trotskismo, de los entregadores de la comuna de Oaxaca. Centenares de miles de obreros en huelga política de masas, encabezados por los obreros del SME (Sindicato Mexicano de Electricistas) combatieron en las calles del Zócalo contra las privatizaciones y el estado mexicano, agente de los yanquis.
En los meses de julio y agosto de 2009, el proletariado chino, con los combates de avanzada de Tonghua y Lingzou, intervino por primera vez desde el ’89 en luchas decisivas junto a sus hermanos de clase del proletariado mundial, acompañando el cambio de la ubicación de China en el mercado mundial. Hoy China se ubica no sólo como exportadora sino también como importadora de, además de materias primas e insumos para las transnacionales, bienes de consumo, motorizados por un ciclo de inversiones y subsidios del estado de 600.000 millones de dólares. Como veremos más adelante, las transnacionales están realizando así enormes negocios en ventas de computadoras, artículos de electrónica, automóviles, etc., al interior de China.
Como también demostraremos más adelante, contra lo que opinan los revisionistas del marxismo, bajo estas condiciones de la crisis y de una reconfiguración de la división mundial del trabajo, las empresas estatales de las industrias básicas chinas –que se subvencionaron a costa del quebranto de todos los bancos estatales en el 2001-, que se conservan del ex estado obrero, ya obsoletas, hunden la productividad del trabajo media de China, inclusive a niveles inferiores a los de la India y de sectores de Brasil.
Los bancos, ahora mayoritariamente en manos de accionistas de los imperialistas norteamericanos, ingleses, etc., ya no pueden subvencionar más a las empresas estatales obsoletas. Ahora vienen a privatizarlas, tal como lo hicieron en México con su compañía de electricidad, o como el proceso de privatización que prepara EE.UU. con el FMI para quedarse con todas las empresas estatales de los países del Glacis, hoy sometidos como colonias al FMI.
Estos primeros pasos de ofensiva privatizadora, que actúan como una verdadera contratendencia a la caída de la tasa de ganancia y a la ruina del capital financiero internacional en crisis, recibieron una primera respuesta en México, como ya vimos, con los obreros de la electricidad, y a principios del 2009 por parte de los obreros de Rumania, Checoslovaquia y Hungría, que obligaron al FMI a socorrer con miles de millones de dólares el quebranto de esos países para impedir un levantamiento generalizado de masas. También vimos esta respuesta ahora en China con un enfrentamiento de clases en Tonghua y en Lingzou, donde presentaron batalla y pararon la ofensiva privatizadora de despedir a la gran mayoría de los cien millones de obreros que producen en las empresas estatales, proceso que inclusive dejaría como anécdota la oleada de privatizaciones en América Latina en los ´90.
Esta nueva ofensiva imperialista para recolonizar China, con su plan de privatizaciones, ha dividido y partido a la burguesía de los mandarines chinos. Por un lado, existe una fracción aliada a través de las finanzas y la bolsa al capital financiero angloyanqui, fracción que puja por la privatización inmediata; y por otro lado una fracción de esa misma burguesía que opina que perdería sus fuentes de ingreso como administradora de las empresas estatales en bancarrota, y que a su vez afirma que el régimen bonapartista chino perdería base social en un sector de la base obrera que mantiene conquistas en la industria estatizada (guardería, seguro médico, etc.), y que por lo tanto el Partido Comunista de los “empresarios rojos” también perdería base social.
Pero el proletariado irrumpió por entre estas brechas que se abrieron en las alturas, imponiendo en dos combates decisivos en la gran industria estatizada, que el que las toca muere, porque no están dispuestos ellos a morir de hambre sin salario y sin trabajo.
Estos combates, que tomaron por sorpresa a esa cueva de contrarrevolucionarios de los “empresarios rojos” del PC chino, empalmaron con la lucha de millares y centenares de miles de obreros que vieron cerrarse 30 mil empresas desde el año 2008, en donde sus patrones huyeron y las dejaron sin funcionar, y no les pagaron ni un peso a sus obreros. Estos marcharon a las municipalidades, las cercaron y las obligaron a que les paguen regularmente su salario. Mientras, el ejército choca, según el Foreign Affairs, con más de 250.000 revueltas campesinas por año al internarse cada vez más en la China profunda para sacar a las masas campesinas de su tierra con el objetivo construir en ellas las carreteras y las fábricas de las empresas capitalistas, para que los desposeídos de la tierra vuelvan allí luego como mano de obra esclava.
China entró, desde los combates de Tonghua y Lingzou en una fase de revueltas y motines de masas, que de forma embrionaria anticipa un estado de lucha política y semi insurreccional de masas. Pues, como veremos más adelante, allí queda cada vez más claro que si no se derrota al gobierno bonapartista del Partido Comunista de los empresarios rojos, los explotados perderán la tierra, el pan, y solo conquistarán esclavitud y salarios de miseria, y nuevo sometimiento y recolonización de la nación china.
Así, la lucha económica en defensa de la fuente de trabajo comenzó a tener en su vanguardia a sectores de la clase obrera china, que por primera vez desde Tiananmen comienzan a ser sujetos y parte del combate del proletariado mundial.
Miles de obreros, allí donde las fábricas fueron cerradas, hoy siguen cobrando el salario porque marcharon a las municipalidades amenazando con hacer rodar las cabezas de los jefes de los municipios, como en Tonghua y Lingzou.
“Son luchas de vanguardia, espontáneas” nos dicen. E inclusive nos llegaron a decir a los trotskistas de la FLTI -que tomamos esas luchas como bandera para el proletariado mundial, generalizando esa experiencia de las masas que fue un millón de veces superior a los planes de sumisión y derrotas de las direcciones traidoras- que el estado chino se anticipó y le dio concesiones a los obreros, y que no estaba interesado en cerrar Tonghua ni Lingzou. Actúan, como decía Lenin, como verdaderos embusteros ante el proletariado internacional, porque quisieron hacerle pasar sus triunfos como derrotas o concesiones dadas por los enemigos de clase, cuando en realidad los empresarios “rojos” tuvieron que dar algo por miedo a perderlo todo.
El sindicalista no distingue la lucha económica de la lucha política. En momentos de crisis y crac, todo obrero sabe que en luchas económicas parciales y aisladas, su combate se vuelve impotente, y que los patrones y sus estados le tiran toda su crisis, fábrica por fábrica y sector por sector de la producción.
Al decir de Lenin, la lucha política subsume a la lucha económica y la eleva a un estadio superior. Es la fase en que en la lucha inmediata por el pan hay que enfrentarse al gobierno, a los regímenes, a su ejército. Es la fase en la que las masas comprenden cada vez más que sin derrotar al enemigo de clase no se consigue ni lo más mínimo.
En los regímenes con elementos de engaño o parcialmente democrático-burgueses, los explotadores tienen mecanismos de amortiguación a través de cierta legitimidad de sus instituciones, frente a la acción de masas. Estos mecanismos como la estatización de los sindicatos, el control policíaco de la burocracia sobre el movimiento obrero y el control reformista de las organizaciones obreras por parte de la aristocracia y la burocracia obrera, imponen un colchón en la lucha de clases. Pero este colchón, por otra parte, se ve socavado permanentemente puesto que, bajo estas condiciones de crisis, ya ni siquiera las limosnas pueden pasar como reformas ante los ojos del proletariado.
En China, al tener un régimen policíaco-militar del partido de los empresarios “rojos”, toda lucha económica deviene inmediatamente en enfrentamiento directo con el partido contrarrevolucionario de la restauración capitalista, el PC chino.
En esta coyuntura de la lucha de clases a nivel internacional, la clase obrera y las masas chinas entraron en una fase de revueltas y de lucha política con las que se golpea directamente al estado y al poder. Es que toda crisis plantea directamente un enfrentamiento entre la clase obrera y el gobierno y sus fuerzas de represión contrarrevolucionarias.
Esta situación, si se combina con un “boom” de crecimiento en sectores de sus ramas de producción ligadas al consumo (como sucede hoy), puede hacer que las revueltas por la tierra, el pan y el trabajo se coordinen con una lucha de la clase obrera por la redistribución de la riqueza, que empuje a las masas a un estadio superior del combate y a un enfrentamiento directo con el gobierno contrarrevolucionario restaurador, asesino y bonapartista de los mandarines chinos.
Es una vergüenza que toda la izquierda mundial silencie, al igual que la prensa imperialista, esta escuela de combates que están protagonizando y en la que están aprendiendo a pelear -bajo terribles condiciones- millones de explotados en China. Ellos están ejercitando sus músculos para la guerra de clases y aprendiendo en el combate, colgando patrones que despedían obreros en las fábricas, al igual que sucedió en la India en los combates de 80.000 obreros de la industria autopartista de Coimbratore.
La izquierda de Petras y demás académicos pequeños burgueses y demás reformistas angloyanquis, sólo hablan del “dragón” y el “poderoso monstruo chino” que “les saca el empleo y el salario a los obreros norteamericanos”.
Pero nadie habla ante los obreros norteamericanos, ingleses, y del mundo, de cómo pelean y del ejemplo que dan sobre cómo luchar los obreros de China, la India y sus hermanos de clase de Perú y México.
Todos los sirvientes del imperialismo hablan del “coloso chino”, pero callan sobre los sepultureros que este puso de pie, y que ya comienza a ser parte del combate del proletariado internacional. Todos quieren callar los enormes combates que han comenzado a dar los heroicos y martirizados obreros chinos.
Y callan porque son portavoces de la burguesía y los explotadores que le echan la culpa a la clase obrera china del hundimiento del salario de la clase obrera mundial, cuando la realidad es muy distinta. Es el capital financiero internacional y los nuevos explotadores chinos, surgidos de la restauración capitalista y asociados a él, los que hundiendo el salario de la clase obrera china, esclavizándola con un régimen de opresión y de terror que hace parecer “democráticos” a Videla y a Pinochet. Ellos relocalizaron sus fábricas allí para luego imponerle a todo el proletariado internacional las condiciones “chinas” de maquiladora.
Como afirmamos desde la FLTI, la primera tarea internacionalista de todo obrero con conciencia de clase en el planeta es dejar de ser una cacatúa reproductora de la ideología e infamia de las clases explotadoras.
¡De pie junto a la clase obrera china! ¡A igual trabajo, igual salario! Esa debe ser la demanda de los obreros norteamericanos, japoneses y europeos en relación a la clase obrera china, si quieren defender su salario y su trabajo.
En este programa le va la vida fundamentalmente, a la clase obrera norteamericana y japonesa, que cada vez más padecen las condiciones chinas de esclavitud y explotación. Y así lo planteó nuestra declaración en la 47º Asamblea contra la Guerra que llevamos a Japón al Congreso de la JRCL.
Por ello, cuando la FLTI comenzaba a tomar estos combates como bandera, se dedicaban a decirnos, inclusive desde adentro de nuestra propia corriente internacional: “son excepciones”, o lo que es más grave, “el estado chino que es muy rico –afirmaban- dio concesiones en seguida”. Así querían enfrentar nuestra pelea por generalizar y extender los combates de Perú, de Tonghua y Lingzou. Así querían que silenciemos estos combates ante los ojos de la clase obrera mundial, como todo el reformismo lo venía haciendo.
Como decía Trotsky en “Clase, Partido y Dirección”, en su espontaneidad, las masas, combatiendo contra los explotadores, obligando a que los patrones paguen la crisis, tienden a cada paso, a ubicarse en un ángulo de 180º contra el programa de traiciones y derrotas que les imponen las direcciones traidoras.
Los trotskistas estamos para que esos ángulos de 180º de las acciones espontáneas de masas contra los traidores no se detengan ni se cierren ni siquiera por un instante. Pugnamos por que el proletariado internacional los tome como bandera y camino a seguir; por romper su aislamiento para que se profundicen y se coordinen a nivel internacional, porque allí, en esa espontaneidad que es lo embrionario de lo consciente, vive la perspectiva de una contraofensiva generalizada del proletariado mundial y las condiciones materiales para que madure y resurja el bolchevismo.
Mientras tanto, a 180º de esas acciones vive la traición y el sometimiento del proletariado mundial por parte de las direcciones contrarrevolucionarias.
Es que ninguno de los pseudo izquierdistas que hablan en nombre del marxismo revolucionario se atreve a decirle la verdad al proletariado, y esta verdad es que las masas en su espontaneidad han demostrado ir mucho más allá y conseguir inclusive conquistas parciales aterrorizando al enemigo de clase, a lo que jamás ni siquiera se hubieran aproximado bajo la dirección de las corrientes traidoras, reformistas y sirvientes de la burguesía. Ningún sindicato, ni burocracia, ni Foro Social Mundial convocó a las barricadas de Grecia, a la sublevación y al armamento por el pan de los explotados de Madagascar, ni a los levantamientos del proletariado en Tonghua, Lingzou y Coimbratore.
Peleando con métodos revolucionarios y por todo, aquí y allá en China, en Perú, en México, las masas ponen un límite a las nuevas ofensivas contrarrevolucionarias de los explotadores, a pesar y en contra de sus direcciones, las que, justamente liquidando esa espontaneidad, desorganizan su combate, lo limitan y lo ponen a los pies de la burguesía. De ello se trata la primera tarea del marxismo revolucionario: de desatarle las manos a la clase obrera para poder pelear, para que así pueda conquistar su autoorganización y avanzar en combates superiores.
Allí donde dirigen los estados mayores del Foro Social Mundial, de los renegados del trotskismo y de las burocracias sindicales, el campo de batalla está plagado de derrotas, de entrega de grandes luchas, de traiciones, y de triunfos de los explotadores. Esa es la verdad.
Hemos visto que en el Perú profundo continúan sublevándose aquí y allá las masas de obreros y campesinos pobres, mientras el stalinismo, en sus distintas variantes, se ha atrincherado en Lima en la CGTP (Confederación General de Trabajadores de Perú) para impedir que una huelga general política centralice las revueltas y semi-insurrecciones locales en una acción revolucionaria e independiente de masas que barra con el régimen fujimorista del TLC y el gobierno de Alan García.
Preanunciando que la crisis mundial no solo no permite ni siquiera que haya nuevas potencias imperialistas, sino que sobran entre las existentes, toda la Grecia imperialista cruje por las condiciones del crac, con un endeudamiento de 300.000 millones de dólares, que amenaza con dejarla al garete en la economía mundial y en cesación de pagos.
Grecia ha devenido indudablemente en el eslabón más débil de la cadena de dominio imperialista en Europa, y anticipa la gravísima crisis de recesión y depresión que existe en los países del continente europeo, signada por el brutal endeudamiento de sus estados, que debieron socorrer a su capital financiero y sus transnacionales en crisis y en bancarrota, tomados todos también en el estallido de la burbuja de Wall Street.
En Grecia, la crisis del estado, el ataque brutal a las masas que ya se profundiza, amenaza con barrer la estabilidad provisoria lograda por el régimen burgués contra las masas. En el aniversario de las jornadas revolucionarias y de los combates de barricadas, miles de obreros y estudiantes ganaron las calles. Las hordas policiales y la soldadesca detenían a centenares de activistas, mientras bandas protofascistas atacaban los locales de los partidos obreros.
Pese a ello ya se ha puesto de pie la vanguardia del proletariado griego, los trabajadores inmigrantes y los obreros contratados. Esos “pobres diablos” como los llamaban la III Internacional y la IV Internacional, librados a su suerte por la burocracia y la aristocracia obrera de los sindicatos. Se han puesto de pie, planteado sus demandas, y nuevamente entran al combate, del que fueron vanguardia en los levantamientos de Atenas de 2009.
La descomposición extrema de las condiciones objetivas no deja vivir en paz ni a la burguesía griega ni a las direcciones oportunistas del proletariado, como el anarcosindicalismo o los “anticapitalistas”, que con su cretinismo sindicalista y parlamentarista, junto al stalinismo, impidieron un segundo embate de masas de un proceso revolucionario latente en Grecia que no termina de abrirse en toda su magnitud.
La conclusión no es otra que, en la situación transitoria internacional, con los procesos revolucionarios cercados por el accionar de las direcciones traidoras, la ofensiva capitalista no ha podido terminar de liquidar la espontaneidad y la respuesta de masas; y, aunque en una fase más defensiva, la posibilidad de una contraofensiva de masas aún está planteada. Ningún revolucionario se va del campo de batalla hasta que las masas no sean derrotadas.
En estas respuestas, expresadas hoy en forma de revueltas, de estallidos, de huelgas políticas, tal cual destello revolucionario, vive el combate de masas y de lo que se trata es de centralizarlas y generalizarlas como experiencia para el proletariado mundial. Se trata de comprender que este nuevo estadio “más defensivo” -aunque de lucha política de masas- de la coyuntura mundial actual expresa que los procesos revolucionarios abiertos, como ayer en Bolivia, Grecia, Madagascar o Guadalupe, fueron cercados, como la Palestina martirizada, por el accionar centralizado de las direcciones contrarrevolucionarias.
La situación transitoria tiende a volverse provisoriamente indefinida. Las direcciones contrarrevolucionarias se han interpuesto entre los explotados y la crisis de los explotadores y le han salvaguardado a estos, por ahora, sus intereses.
Entramos en un cuarto momento de la crisis económica mundial. Es el momento en que las potencias imperialistas se preparan a descargar el endeudamiento de sus estados con el que salvaron al capital financiero en crisis contra las masas y los pueblos oprimidos del mundo.
Los revisionistas del marxismo y los oportunistas, que ven que toda esta catástrofe de la economía mundial es todo lo que tenía para dar el sistema capitalista putrefacto, se equivocan. La crisis está llegando a momentos decisivos de su desenlace, a nuevas rondas, como vemos en Grecia y en Dubai, que golpearán aún más fuerte a la clase obrera y a las masas para que sean estas las que tengan que pagar decisivamente, mucho más que ahora, los enormes endeudamientos de los estados.
La estanflación a la que empuja la devaluación del dólar, la depresión a la que empuja la sobrevaluación del euro y el yen, más allá de las tendencias contrarrestantes a la crisis, que como en China intentan contrarrestar con pequeñísimos ciclos de consumo la brutal crisis de sobreproducción de la economía mundial, solo preparan nuevos estallidos como el de Dubai y el de Grecia; nuevos ataques a las masas un millón de veces superiores; nuevas guerras que vendrán si se imponen los pactos contrarrevolucionarios como el de Honduras y los que cercan a las masas palestinas y los explotados en Irak, Madagascar, Bolivia, etc.
El cuarto momento de la crisis económica mundial se expresa desarrollando en un polo -como vemos en las potencias imperialistas europeas- un amplio proceso de depresión y recesión, y de brutal endeudamiento de sus estados equivalente del 70% al 80% de su PBI, colocándose Italia y España en la cola de cesación de pagos tras Grecia. Recesión que hay inclusive en EE.UU., donde se recuperan las ganancias y utilidades de los bancos y las empresas por sus remesas de utilidades extraídas del saqueo del mundo semicolonial y del ciclo consumista coyuntural de China en particular. La potencia dominante, cuyo mercado interno ya es el mundo entero, aún no se recupera de la recesión.
Mientras, en otro polo, las potencias imperialistas han encontrado una tendencia contrarrestante a la crisis de sobreproducción de las transnacionales y la caída de la tasa de ganancia, obligando a su sirviente, la burguesía contrarrevolucionaria restauradora china, a invertir parte de las superganancias en un nuevo ciclo de consumo, es decir una parte de la superplusvalía extraída a su propia clase obrera.
Así, luego de poner un billón de dólares para cubrir el déficit norteamericano, el “poderoso dragón chino” fue obligado a poner 600.000 millones de dólares a sus bancos (controlados mayoritariamente por el HSBC, la Banca Morgan y el BNP Paribas francés, como veremos luego) que palanquearon 1 billón 600.000 millones de dólares en créditos para el consumo, para la inversión… de las transnacionales. Las mismas lograron elevar el número de tarjetas de crédito (Visa, American Express, Master Card) a uno cada diez habitantes de China. Es decir que fueron dadas 160 millones de tarjetas de crédito (insistimos, de VISA, AMERICAN EXPRESS, MASTER CARD, todas quebradas en Wall Street) para que las transnacionales vendan 12 millones de coches y más de 185 millones de productos de línea blanca y de consumo en el mercado interno chino, que consumió y consume heladeras, televisores, coches y computadoras Westinghouse, Phillips, Whirlpool, Toyota, Sony, Renault, Ford, General Motors, Mercedes Benz, Hewlett Packard, Apple, etc.
Esto impactó a todos los charlatanes de la izquierda reformista mundial. Porque los mandarines chinos efectivamente salieron a comprar minerales, petróleo y materias primas en África, Asia y América Latina. Y se las compraron… a las transnacionales imperialistas que controlan los commodities, los minerales, el acero, etc. en esas regiones. Y luego, vendieron esos insumos y materias primas a precio subsidiado a las transnacionales imperialistas, que son las únicas que se beneficiaron con este ciclo de consumo en China, que actúa, como hemos dicho, como una tendencia contrarrestante a la crisis de sobreproducción y a la caída de la tasa de ganancia en el conjunto de las ramas de producción a nivel mundial.
¿O nos van a decir que los 12 millones de coches o las 7 millones de computadoras que se venden son chinos?
Ya nos detendremos en los próximos capítulos para explicar la verdadera bofetada a la clase obrera y al marxismo que es definir esta conquista contrarrevolucionaria del sistema imperialista mundial -como lo es la restauración capitalista de los ex estados obreros- como potencias imperialistas, tal cual los reformistas hablan hoy de China. En realidad son nuevos mercados y sangre fresca cedida por la traición contrarrevolucionaria del stalinismo, que entregó los estados obreros al mercado mundial capitalista, y que hoy riegan las venas y arterias escleróticas del sistema capitalista mundial en decadencia.
Mientras se desarrolla la depresión y recesión en Europa, y un amplio proceso inflacionario motivado por la devaluación del dólar con la que EE.UU. le tira su crisis al mundo y se transforma cada vez más en exportador en la división mundial del trabajo; en este cuarto momento de la crisis económica mundial, el sistema capitalista en bancarrota, salvado por las direcciones traidoras, logra un respiro. Tan solo un alivio, como el enfermo terminal al que se le coloca un pulmotor y vuelve a respirar. Pero esta vez respira de forma entrecortada, jadeante, arrítmica, por la transfusión de sangre fresca, no de un capital financiero chino, sino de unas superganancias, de la súper-plusvalía extraída al proletariado chino y mundial, y las súper-riquezas extraídas en gas y petróleo a las ex repúblicas soviéticas, a Rusia en particular, por parte del imperialismo alemán y europeo.
A no dudarlo: esto es un pulmotor que para nada puede resolver la brutal crisis y endeudamiento de los estados imperialistas europeos. Estos deberán tirarle también, con inflación y ataque directo a las masas y pueblos que oprimen en sus zonas de influencia, las crisis y los déficits de sus estados con los que financiaron al capital financiero en bancarrota.
Estamos hablando de que el capitalismo ha tenido triunfos que hoy usa a su favor para no hundirse en el precipicio de la historia y su bancarrota. El primero de ellos es que, para darse una sobrevida, ha comprado a todas las direcciones del proletariado y las ha reclutado para esconder sus ganancias y tirarle sus pérdidas y sus crisis a las masas.
Asimismo, este sistema maloliente gana tiempo para buscar el mejor momento para atacar con golpes decisivos a su propia clase obrera en los países imperialistas, a la que ya le ha comenzado a arrojar toda su crisis, con despidos y hundimiento del salario. Las acciones y putch semi-fascistas contra los inmigrantes como sucedieron con los obreros agredidos en el sur de Italia o a diario en EE.UU. en la frontera con México, ya han comenzado a demostrar lo que se acerca.
Este sistema maloliente gana tiempo recreando la utilización de los nuevos mercados conquistados en el ’89. Esta vez no sólo utilizando lo que tienen China o Vietnam -que es mano de obra esclava barata y relativamente calificada-, sino también haciéndolos jugar un rol de nuevos mercados consumidores. Las potencias imperialistas están haciendo valer hoy, en la crisis, la relocalización de sus empresas imperialistas en todo el mundo, que les permitió asentar la ofensiva contrarrevolucionaria del 2001/2002, plagando el mundo semicolonial de maquiladoras. Así fue la relocalización de las empresas automotrices en parte de su línea de montaje en la India, en el Mercosur en América Latina o en la China; la industria textil en Egipto, Pakistán o Vietnam; o las de alta tecnología en la India, donde fue trasladado de hecho el 70% del Sillicon Valley, en el que por un salario más bajo, ingenieros altamente calificados hacen la producción que en EE.UU. costaba 10 ó 20 veces más.
Esta relocalización que las potencias imperialistas como Alemania o Francia realizaron también hacia el este europeo, es un verdadero hándicap que tienen las potencias imperialistas contra sus clases obreras, a las que chantajean permanentemente con sacarlas de la producción para ponerlas de rodillas.
Por esta vía se recrearon nuevos nichos de consumo, y el capital financiero expandió sus grandes supermercados, empresas tecnológicas y ramas de producción de consumo. Pero la recesión que aún se mantiene en Japón, Europa y EE.UU., señala que estamos ante una simple tendencia contrarrestante a la crisis de sobreproducción mundial y de caída de la tasa de ganancia, puesto que este ciclo de consumo en zonas del planeta-como China- no es acompañado por la exportación de máquinas-herramientas, nuevas líneas de montaje e inversión en tecnología capaz de reavivar la producción en los países imperialistas centrales. A no dudarlo que ello se hará solamente con la producción de fuerzas destructivas para la guerra.
En la coyuntura mundial el capitalismo siguió sus leyes de la época de decadencia: creó aquí y allá nichos para su reproducción y destruyó zonas y ramas enteras de producción a nivel mundial. Inclusive profundizó un proceso de desinversión en los países centrales y de sobreinversión en sectores de las semicolonias para la producción destinada a la economía mundo, a expensas de destruir la inmensa mayoría de las fuerzas productivas que están en poder de los países imperialistas más desarrollados.
Este proceso se expresa en la economía mundo, en determinadas naciones o países semicoloniales que, bajo la batuta de las transnacionales cerealeras, petroleras, las del acero, etc., actúan como proveedores de materias primas y continúa allí un proceso de crecimiento rastrero que acompaña al mini “boom” consumista de China. Tanto el Mercosur de las transnacionales, como la India subsumida a la nueva esclavitud abiertamente angloyanqui, y los países de África bajo el dominio de la Angloamerican, expresan este proceso.
Pero aún, y demostrando que estamos frente a una pequeña tendencia contrarrestante en la catástrofe del capital financiero internacional, tanto en China como en sus nuevos países exportadores, entre ellos el más importante, EE.UU. (que con la devaluación del dólar se pone a tono para devenir en gran exportador), no ha logrado resolver el enorme aumento de su ejército industrial de reserva, el aumento de los despidos y suspensiones, con una desocupación que se ha vuelto crónica, lo que demuestra que las fuerzas productivas no solo se han estancado, sino que están en franco retroceso.
Esto es así porque en la economía mundial capitalista en quiebra y bancarrota, en estos ciclos localizados de crecimiento, se hace producir al proletariado tirándole la crisis económica mundial sobre su cabeza, con un aumento de la plusvalía absoluta y relativa. Esto deja a millones de obreros en los países centrales en recesión, y también en el mundo colonial y semicolonial, a merced del ataque abierto del capital, del hundimiento de su salario y de su nivel de vida. Y millones de nuevos parias pasan a engrosar, como decía la III Internacional, una nueva y verdadera subespecie o subraza de desocupados, que ya no pueden ni podrán ni siquiera soñar con volver a entrar al ciclo productivo.
Los trotskistas afirmamos, contra toda la izquierda impresionista pequeñoburguesa colgada a los faldones de la burguesía, que pese a estas tendencias contrarrestantes, es decir, que pese a estos ciclos de consumo en sectores del planeta, el sistema imperialista mundial aún no ha logrado salir de la crisis de conjunto. Y la medida exacta de ello, de que estamos en un cuarto momento de la crisis, es el endeudamiento atroz que tienen los estados imperialistas, que aún deben hacérselo pagar a las masas y al mundo semicolonial con nuevas guerras de coloniaje y ataques superiores a sus propias clases obreras. La otra medida exacta de que la crisis de conjunto aún continúa, sin la recomposición global de la tasa de ganancia del gran capital, puede determinarse en que se mantiene y se profundiza el ejército industrial de reserva crónico. Parecería ser que diez esclavos coloniales inmigrantes pueden fundir o destruir los presupuestos de gastos de cualquier estado imperialista, como lo demuestra la persecución a los inmigrantes en todos ellos.
Afirmamos, que más allá de que en la última cumbre de Davos los representantes del capital financiero internacional sostuvieron que la salida actual de sus negocios está en la India, Rusia, China, o Brasil; ni siquiera allí, donde se concentran capitales que logran recomponer provisoriamente su tasa de ganancia, vuelven al proceso productivo los obreros que ya antes habían sido expulsados por la crisis abierta en el 2007/2008. Mientras tanto, se profundizan los despidos y la desocupación en la mayoría de los países centrales e inclusive del mundo semicolonial, con la pérdida de 800 millones de puestos de trabajo y con la existencia de 1.200 millones de hambrientos. Quienes comen tortilla de barro como en Haiti, no son más que un reflejo de esto.
Todos los ideólogos del imperialismo se preguntan: si en Wall Street los bancos volvieron a dar ganancias, y el súper capital financiero recuperó sus utilidades e inclusive están repartiendo de nuevo enormes dividendos, ¿por qué EE.UU., Inglaterra, Francia y Alemania no terminan de salir de la recesión y de la crisis, mientras España e Italia se hunden en el pantano siguiendo a Grecia?
Justamente la respuesta está en lo que decimos. Existen tendencias contrarrestantes de expoliación y saqueo en el mundo semicolonial; la subsunción de nuevos mercados conquistados por la economía capitalista mundial como China o Rusia; y el triunfo de la relocalización de las empresas imperialistas, que debilitó al proletariado de los países imperialistas por traición de su dirección, que le ata las manos y le facilita al imperialismo extraer superganancias del mundo semicolonial. Como dijimos anteriormente, estas tendencias contrarrestantes son un respiro que les da ganancias a los parásitos del capital financiero, ganancias que rápidamente se ponen en el bolsillo, a costa de mantener hundida la mayoría del planeta.
Así vemos en China un ciclo de expansión, esta vez consumista, que acompaña a un “boom” bursátil y a una burbuja inmobiliaria. Este ciclo consumista decantó a 160 millones de chinos ricos endeudándose con sus tarjetas de crédito, consumiendo en un mar de 1200 millones de hambrientos y esclavos. Mientras tanto, 400 millones son erradicados de la tierra a los tiros limpios para reabrir y montar nuevas fábricas. A estas, muy seguramente, no terminarán de llegar ni el 10% de esos campesinos, puesto que ante un nuevo crac por sobreacumulación de inversiones, sobreproducción, caída de la tasa de ganancia y estallido de burbujas inmobiliarias y financieras, sacudirán a China desde sus cimientos en un período inmediato.
Allí, a este pequeño ciclo de consumo chino, han ido todos los capitales del mundo a buscar súperganancias. Allí se darán y profundizarán las leyes de la caída de la tasa de ganancia. Este proceso agudizará las condiciones de recolonización de la China expoliada con su clase obrera martirizada, ayer como maquila exportadora y hoy doblemente expoliada en su ahorro y consumo interno por parte de las transnacionales y sus socios menores, los capangas y gerentes de sus empresas, esa lacra de la historia de la vieja burocracia stalinista devenida hoy en nueva burguesía rastrera de las potencias imperialistas.
Mientras, los bancos en China, cuya mayoría está en manos del capital financiero internacional, han hecho girar sus inversiones, es decir, los fondos entregados por el estado, no fundamentalmente al consumo -como creen la mayoría de los keynesianos vestidos de marxistas-, sino a los bienes raíces y a la timba financiera de la bolsa de Shanghai, de Pekín… y de Hong Kong. Así se crea y se recrea una burbuja inmobiliaria en estas bolsas cuyo estallido va a demostrar que “China se quedará con las pérdidas” y el capital financiero con las ganancias, y se preparará para someterla aún más, con dobles y triples cadenas.
Los trotskistas afirmamos que la recesión europea, japonesa y norteamericana (que ha mandado al ostracismo a países enteros del Glacis, de África, Asia, América Latina y Medio Oriente) no solo se mantiene, sino que se continuará desarrollando hasta que no se nivelen los valores de títulos, bonos y moneda existentes a los bienes reales creados por el trabajo humano, es decir, hasta que el sistema imperialista mundial no destruya lo suficiente y reconcentre el capital en nuevos y enormes trusts y monopolios que, con perdedores y triunfadores, terminen de controlar las ramas de producción decisivas de la economía mundial.
No se podrá recomponer la tasa de ganancia sin provocarles derrotas estratégicas al proletariado internacional y a los pueblos oprimidos del mundo con nuevas guerras, putchs fascistas y golpes contrarrevolucionarios para hacerles pagar a los explotados los 90 billones de dólares que el sistema capitalista se comió como beneficios sin aún haberlos producido. Por delante, quedan para los explotados nuevas catástrofes, guerras, hambrunas y nuevas convulsiones históricas, puesto que el sistema capitalista mundial no saldrá sin ellas de su crisis; o lo hará tan solo de forma rastrera en sectores ínfimos del planeta en unas cuantas ramas de producción, a expensas de destruir la mayoría de las mismas, preparando nuevas crisis y nuevas guerras.
Es que así funciona el sistema capitalista mundial en la época de su agonía mortal: la del imperialismo.
Hacia delante, el pronóstico histórico de socialismo o barbarie no hace más que exacerbarse. La carrera de velocidad entre el crac y la revolución proletaria sigue abierta. Esta aún no se ha definido.
Mientras tanto, por crisis de dirección, las masas, aquí y allá traicionadas por la V columna, no han podido centralizar sus combates y han debido retroceder a luchas políticas aisladas, a veces defensivas y otras veces ofensivas, que actúan como destellos de lucha política revolucionaria de masas en el planeta. Los combates de lucha política contra las privatizaciones de México, las semi-insurrecciones locales en el Perú profundo obrero y campesino, la vuelta de Guadalupe al combate contra el colonialismo francés para conseguir los 200 euros en huelgas políticas, las duras luchas directas y hasta físicas contra los explotadores como en Tonghua, Lingzou y Coimbratore (India) no son más que síntomas de lo que aquí decimos.
El pronóstico de socialismo o barbarie ya está aquí como alternativa histórica, inmediata y concreta. Nuevas catástrofes nos amenazan si el proletariado con la revolución proletaria no detiene la catástrofe capitalista, puesto que este se sobrevivirá sobre la ruina y la decadencia de los explotados y de la sociedad entera.
La superproducción por sobreinversión que vendrá en China, como ya anuncian asustadas las cacatúas del imperialismo, luego de un “boom” consumista, de un “boom” bursátil, de una burbuja inmobiliaria, marcará el momento en que el negocio de China SE HABRÁ ACABADO PARA QUE EN ÉL GANEN TODOS.
Hoy presenciamos un “apriete” por parte de EE.UU. e Inglaterra para que China revalúe aún más su moneda y ponga más dólares de sus reservas, para profundizar el ciclo de consumo y que EE.UU. pueda exportar a China, desde cualquier lugar del mundo directamente, el doble de lo que le exporta ahora.
Ese chantaje imperialista de Obama, que anticipa que se preparan dobles cadenas para la semicolonia china, es lo que exasperó los ánimos de tanto pequeñoburgués impresionista, sobre todo de la Bahía de San Francisco, que están siempre predispuestos a sacar el “fantasma chino” para impedir que la clase obrera norteamericana vuelva a ponerse de pie en su lucha antiimperialista, junto a la clase obrera china, contra su propia burguesía imperialista.
La izquierda reformista, que habla del “dragón y del nuevo monstruo imperialista chino”, hoy saqueado hasta sus entrañas por el capital financiero internacional al que encubren abiertamente, se romperá los dientes en el Everest.
Las leyes inexorables del capitalismo y la caída de la tasa de ganancia que este proceso ya preanuncia, harán estallar y evaporarse el ciclo de consumo ficticio chino. Esto provocará el colapso y mandará a la cesación de pagos a los “países emergentes”, que hoy son vistos desde Davos como fuente de tendencias contrarrestantes a la caída de la tasa de ganancia de las potencias imperialistas.
A no dudarlo que cuando esto suceda, será el momento en que ya no habrá lugar para todas las potencias imperialistas ni en China, ni en la India, ni en Brasil, ni en Medio Oriente, ni en Asia, ni en ninguna zona de influencia del capital financiero internacional.
Este es el destino del ciclo actual consumista en China que está actuando tan solo como tendencia contrarrestante al crac mundial que comenzara en el 2007/2008.
En ese momento, cuando estalle la nueva burbuja de China, de la India y de Brasil; cuando haya que hacerle pagar abiertamente a la clase obrera europea el salvataje a sus bancos en bancarrota y el endeudamiento de los estados; los trotskistas afirmamos que no quedará nada de la presunta armonía o silencio que existen en potencias imperialistas que parecen dormidas, ensimismadas, masticando sus terribles déficits y deudas de sus estados. No nos olvidemos que la crisis de la bolsa de Shanghai de 2007 anunció la caída de la tasa de ganancia del capital financiero internacional y su bancarrota actual. En la última reunión de Davos, los voceros del capital financiero discutieron si este pequeño “boom” chino durará 2, 3 ó 5 años. Mientras, se preparan para intervenir, frente al crac y la cesación de pagos como en Dubai. Y también en el que se avecina en Grecia o el que está a punto de estallar en España, que hoy son los eslabones más débiles de una cadena de dominio imperialista que empieza a crujir.
El crac aún está aquí. No se ha destruido lo suficiente, no se ha concentrado lo suficiente el capital, no se ha aplastado suficientemente a las masas, ni se ha recreado lo suficiente la producción de fuerzas destructivas, ni se ha hecho desaparecer a potencias imperialistas del planeta. No se ha puesto de rodillas aún a toda la competencia que hay que poner de rodillas.
El gran capital aún no ha recuperado su tasa de ganancia, sobran potencias imperialistas. La última novedad que corrobora que estas son las tendencias inexorables de la presente crisis es que Grecia y España han sido enviadas a hacer sus deberes bajo la supervisión del FMI, que actúa como un verdadero gendarme de las finanzas para liquidar estados y empresas en bancarrota del G20, bajo el mando imperialista de EE.UU.,
Alemania, Francia, Inglaterra y Japón. Allí fueron mandadas estas potencias imperialistas menores a discutir sus planes de ajustes, como cualquier republiqueta de quinta en los ´90.
En el próximo crac de China, Rusia, Brasil, India, España y Grecia, se marcará qué potencia imperialista se quedará con esos nuevos o viejos mercados, y quiénes no; es decir quiénes serán definitivamente los vencedores y quiénes los vencidos. Quien se quede con esos nuevos mercados, y con el ya comenzado proceso abierto de concentración del capital en las distintas ramas de producción, definirá quiénes son las potencias vencedoras y quiénes las vencidas.
No hay día en que los trusts y cártels no se compren o se destruyan unos a otros, se concentren y se reconcentren en todas las ramas de producción de la economía mundo.
Ya vemos a la Kraft norteamericana comiéndose a Cadbury y copando la industria de la alimentación; a la Toyota revolverse en Japón por la campaña en su contra de los “coches fallados a los que se les traba el acelerador”; a la General Motors y la Ford de EE.UU. desprendiéndose de las líneas de producción que les dan pérdida y que les resultan obsoletas-como las de la Opel o la Volvo- vendiéndoselas a sus patenteros chinos, para que con patentes les paguen por líneas de producción obsoletas para producir en China. Mientras las transnacionales de las automotrices se reconcentran cerrando sucursales, destruyendo y paralizando fábricas, desarrollando nuevas líneas de montajes de nuevos vehículos más pequeños, eléctricos o de energías alternativas. Pero sobre todo, superexplotando y aumentando la plusvalía absoluta y relativa extraída a sus obreros, para reconvertirse.
Las mineras yanquis, canadienses y sus socias australianas, junto a las inglesas, han lanzado una feroz ofensiva en África y en América Latina firmando pactos con los gobiernos para extraer minerales y saquear a mansalva esos recursos, como ya dijimos, para venderlos con un sobreprecio a sus sirvientes, los mandarines chinos.
Lo mismo sucede con la producción de fuentes de energías alternativas, con la Vestas danesa con capitales alemanes que está copando esa rama de producción. Lo propio está haciendo la Bayer con la de medicamentos, o la Boeing compitiendo con la Airbus en la aeroespacial, etc.
Y todas reconcentrándose, poniendo de rodillas a la competencia, como decía Trotsky en los 30, afirmando que el monopolio no hacía desaparecer la competencia, sino que la postraba.
El momento actual del crac y la guerra.
Todo esto no se desarrolla pacíficamente en el planeta, ya que la gran tendencia contrarrestante a la parálisis y el crac de las compañías imperialistas no es tan solo el “boom” consumista chino, sino que es el aparato industrial militar norteamericano, que absorbe la absoluta mayoría del déficit de ese país. Allí reconstituyen su tasa de ganancia las empresas claves de los bancos de Wall Street, que empujan más y más a nuevas guerras y ofensivas recolonizadoras, no solo en Irak, sino también en Afganistán y en Pakistán; y al mismo tiempo empujan a multiplicar por dos la existencia de bases militares yanquis en el planeta para proteger y defender sus negocios y zonas de influencia.
Ellos saben que el “boom” chino se acaba, que es de corta duración. Ellos saben y ya tienen pánico de un despertar volcánico del proletariado chino profundo, que son mil trescientos millones de explotados, cuya irrupción eriza la piel de cuanto analista burgués imperialista se atreva a tocar el tema.
Los estrategas del imperialismo y los marxistas revolucionarios también sabemos que en China se establecerá una feroz disputa por su mercado, por su mano de obra esclava, y que el final de la película es o revolución proletaria o una China descuartizada y ocupada como sucedió en el siglo XX.
El gran capital angloyanqui sabe que tras las carátulas del “Made in China” se esconden las exportaciones de las transnacionales más importantes de Europa y Japón, que abastecen a los capangas chinos de patentes, tecnología, líneas de montaje y maquinaria, bajo el control exclusivo del capital financiero europeo y japonés, para exportar al mercado norteamericano o a sus propios mercados. El endurecimiento actual de Obama, la tensión con China, su exigencia que pase por la OMC y declare las patentes que paga, también es una forma de alertar a la competencia europea y japonesa, sobre quién es realmente el patrón y quién manda en China.
Por eso el imperialismo yanqui ya ha comenzado a movilizar tropas y fortalecer sus bases en Hong Kong, y ha sellado un pacto con Japón para sostener sus bases en Okinawa y en todo ese territorio.
¡Ay del proletariado si no impide este proceso con el triunfo de la revolución proletaria! Porque entonces sí se habrá abierto el camino a nuevas conflagraciones interimperialistas. Las potencias vencidas en estas disputas en los próximos años y en esta guerra comercial que ha empezado, las que se queden por fuera de los nuevos y viejos mercados, a no dudarlo, que se rearmarán y serán “agresoras”. Estas son las leyes inexorables del capital con las que el sistema capitalista imperialista sobrevive, si la revolución proletaria no lo impide.
Es que la tasa de ganancia no terminará de reconstituirse de conjunto en las ramas de producción de la economía mundial hasta que el conjunto de la economía no funcione para la guerra, para la destrucción.
Se trata de precisar los ritmos y los tiempos de la situación mundial. Para las corrientes catastrofistas de la izquierda reformista, sobre todo las angloyanquis, la guerra interimperialista está a la vuelta de la esquina.
Al interior de la FLTI, en noviembre, una corriente minoritaria afirmaba que surgía un nuevo imperialismo chino, como veremos luego, por sus “particularidades nacionales”, con el mismo método teórico de explicar los cambios y las anomalías por “particularidades nacionales” de la pseudo teoría del stalinismo del “socialismo en un solo país”.
En este caso, se trataría, como verdaderos continuadores del cliffismo, del “poderío de las empresas estatales chinas que la habrían empujado a esta a la disputa del mundo”.
En su documento sobre la cuestión china no hay ni una sola palabra sobre las guerras con las cuales surgían las potencias imperialistas en un mundo repartido. Ni una palabra de las bases militares de China para defender sus colonias y zonas de influencia. Ya Lenin advertía que la diferencia entre el capitalismo del siglo XIX y el del siglo XX se reducía a que Inglaterra en el siglo XIX se quería deshacer de sus colonias conquistadas en los siglos precedentes porque eran una carga de dinero y prefería sólo comerciar con ellas como naciones independientes; mientras que la Inglaterra imperialista, sin colonias no existía, y mucho menos podía tener bien a su propia clase obrera para que no la azote con la revolución proletaria.
Lenin afirmaba que no hay imperialismo sin colonias, sin zonas de influencia, sin fuentes de materias primas, sin bases militares y sin guerras para su posesión.
Nuestra minoría, de la noche a la mañana, callándose la boca de que en su documento de hace dos meses ignoraron abiertamente a Hong Kong y Taiwán como territorio chino ocupado por EE.UU. y la OTAN, de golpe da una voltereta como trapecista cayendo en la red, y afirma que se viene la Tercera Guerra Mundial.
Así, de pacifistas, de ver el surgimiento de una nueva potencia imperialista sin guerras, sin colonias, sin bases militares… de repente, la minoría de la FLTI nos presenta la inminencia de la Tercera Guerra Mundial.
¿Y por qué? ¿Qué pasó? Es que la prensa imperialista empezó a anunciar el movimiento de tropas en Hong Kong y Taiwán (Isla de Formosa). Es que apareció el “apriete” de Obama a sus sirvientes y gerentes chinos.
Y así la minoría pasó de plantear “cero guerras” a plantear “la guerra ya”, pero aclarando que no estaban por el triunfo militar de China contra EEUU. Una vergüenza. Un cambio abrupto de posición para adaptarse a una política socialpacifista en EE.UU.
En las 60 páginas de su documento de noviembre afirman que en el caso de una guerra entre EE.UU. y China, esta sería por su recolonización y que ellos estarían del lado de China contra EE.UU. Ahora cambiaron de posición. Ahora son derrotistas de ambos bandos. Ambas posiciones son totalmente oportunistas. Insistimos, ahora nuevamente, sin decir que cambiaron de posición, en declaraciones sobre Haití y sobre la Tercera Guerra Mundial, anuncian que serían derrotistas de ambos bandos.
Es decir, son vulgares socialpacifistas que no estarían por el triunfo de la nación oprimida (China) contra la opresora (EE.UU.), como no estuvieron, cuando “defendían” a China en sus documentos, por la expulsión y la derrota de las tropas angloyanquis de Hong Kong y Taiwán, como sí lo estamos y estaremos los trotskistas revolucionarios, al igual que estamos por la derrota de las tropas imperialistas de Irak y Afganistán.
No vemos en ellos ni un gramo de política revolucionaria, ni antes ni ahora.
Esto no es más que un ejemplo de cómo evolucionan las corrientes pequeñoburguesas que por revisionismo terminan siguiendo como sombra al cuerpo los movimientos de sus respectivas potencias imperialistas.
Los teóricos de que ha surgido una “China imperialista”, deberán acelerar sus campañas de la inminencia de la Tercer Guerra Mundial ante el proletariado mundial. Ya en Davos les dijeron que solo pueden quedar 3 ó 4 años antes de que estalle el “boom” chino y se aproximen las disputas a los tiros limpios por qué potencia imperialista se queda y ocupa China.
Rápidamente la minoría tiene que salir a decir que están por la derrota de EE.UU., pero no por el triunfo chino. Es decir, la misma política sirviente de Inglaterra que tuvo toda la izquierda inglesa en la guerra de Malvinas en el año 1982: “Ni con Inglaterra ni con Argentina” por ser Inglaterra imperialista y por ser la semicolonia Argentina gobernada por una dictadura militar.
Una ruptura abierta con el trotskismo que plantea: “Supongamos, empero, que el día de mañana Inglaterra entra en un conflicto militar con Brasil. ¿De qué lado se ubicará la clase obrera en este conflicto? En este caso, yo personalmente estaría junto al Brasil “fascista” contra la “democrática” Gran Bretaña. ¿Por qué? Porque no se trataría de un conflicto entre la democracia y el fascismo. Si Inglaterra ganara, pondría a otro fascista en Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas. Si por el contrario saliera triunfante Brasil, la conciencia nacional y democrática de este país cobraría un poderoso impulso que llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas. Al mismo tiempo, la derrota de Inglaterra asestaría un buen golpe al imperialismo británico y daría un impulso al movimiento revolucionario del proletariado inglés. Realmente, hay que ser muy cabeza hueca para reducir los antagonismos y conflictos militares mundiales a la lucha entre fascismo y democracia. ¡Hay que saber descubrir a todos los explotadores, esclavistas y ladrones bajo las máscaras con que se ocultan!” (L.Trotsky, “La lucha antimperialista es la clave de la liberación. Una entrevista con Mateo Fossa”, 23 de septiembre de 1938).
Estamos frente a un revisionismo que ya comienza a justificar y levantar un programa totalmente socialimperialista. La aristocracia obrera y la pequeñoburguesía prendida a los faldones de Obama es la base material que empuja la emergencia de estas nuevas corrientes catastrofistas.
Inclusive algunas de ellas todos los años se dedican a anunciar guerras entre EE.UU. y China/Rusia, haciéndole creer al proletariado que el “cuco” chino y el “monstruo” ruso pueden hacer caer sus ojivas nucleares y sus pestes sobre EE.UU. Cuando en realidad lo que hay en esos países son ejércitos blancos contrarrevolucionarios que sólo están para masacrar a su propio pueblo a cuenta de tal o cual potencia imperialista. Los marxistas sabemos que los ejércitos contrarrevolucionarios de Putin y Hu Jintao solo están para aplastar a su propio pueblo y hacer genocidios como en Chechenia o en Tiananmen.
El problema para las potencias imperialistas es si la revolución proletaria se pone nuevamente a la orden del día en China y Rusia, y desmorona los regímenes infames de la restauración capitalista. Para impedir eso están las tropas de la OTAN y sus bases militares, como ayer lo hicieron en los Balcanes. Como así también están las bases militares de EE.UU., Francia o Inglaterra para disputarse esos territorios, como ya lo hicieron en reiteradas oportunidades en el siglo XX, y lo volverán a hacer en el siglo XXI.
Con esta posición le están lavando la cara a Alemania, que si queda cercada se volverá a armar y dará asesinos fascistas peores que Hitler. De las entrañas de un Japón quebrado y de una Italia arrinconada en el planeta surgirán 500 mikados, Francos y Mussolinis, como ya surgieron Bushs contrarrevolucionarios en EE.UU., que serán considerados “ultrademócratas” frente al fascismo que azotará a EE.UU. si este en próximos períodos históricos inicia su decadencia perdiendo zonas de influencia en el planeta, como anuncian ya sus agoreros.
Como decía Trotsky en Adonde va Francia, los tiempos en política son tan vitales como lo es el compás en la música para definir qué música se toca o se escucha.
Para estas corrientes catastrofistas ya estarían a punto de desatarse nuevas conflagraciones mundiales entre la “China imperialista y Rusia, contra el bloque de EE.UU.”, como anuncian a los cuatro vientos. Anuncian una guerra inminente cuando por ahora las potencias imperialistas se disputan a dentelladas las zonas de influencia, la concentración en las ramas de producción, las nuevas tecnologías, y aún todos se aprovechan del “picoteo en el gallinero” chino.
Esta gente cree que las potencias imperialistas, después de toda la experiencia del siglo XX, no saben que las guerras son parteras de revoluciones. Y que antes de ir a ellas abiertamente deben aplastar a sus propios proletariados. Pero la burguesía no recurrirá al fascismo o a nuevas guerras interimperialistas sino como último recurso, no sin antes derrotar a su propia clase obrera y al proletariado mundial.
Esta izquierda catastrofista, que canta las marchas nupciales en los velorios y las marchas fúnebres en los casamientos, anuncia catástrofes pero para ir a programas mínimos reformistas, encubriendo a Obama y al imperialismo yanqui -el verdadero patrón imperialista del mundo-, con el cuco chino que “es el responsable de todos los males del planeta”, creando así las condiciones para que el proletariado norteamericano e inglés acompañen a sus propios imperialismos a una ofensiva superior para recolonizar China.
Dan por terminada la crisis del ’30 cuando esta recién comienza. Dan cuenta de una Alemania vasalla, tal como si no se hubiera reunificado en el ’89 y tomado el Glacis hasta las estepas rusas como zonas de influencia, disputándole al imperialismo yanqui todo Medio Oriente.
Hablan de una Francia indefensa, cuando esta maneja la más alta tecnología aeroespacial, posee 170 bases militares en todo el mundo y un arsenal nuclear que es quizás el segundo en el planeta detrás de EEUU e Inglaterra, y le disputa o pacta con EE.UU. todo Medio Oriente, América Latina y África.
Sin darse cuenta están justificando una gran coalición, que es la que armará seguramente el imperialismo angloyanqui, cuando llegue la hora del crac chino y de atacar a China, si el estado chino se disgrega ante un golpe de la revolución proletaria o ante el intento de otra potencia imperialista de adueñarse del territorio.
Mientras, otro sector de la izquierda reformista, posibilista, se encuentra anunciando nuevamente la salida ya de la crisis mundial. “¿Vieron? Hay “boom” de crecimiento en Rusia, China, la India, Brasil. La crisis allí no llegó”, nos dicen. ¿Qué festejará esta gente? ¡Si en esos países las transnacionales y sus gobiernos sirvientes le tiraron toda la crisis a sus clases obreras despidiendo en 2007 y 2008 a millones de explotados!
Y cuando la crisis resultó no ser tal y el ciclo de expansión siguió con ventas de commodities, y bienes de consumo como en China, se consolidó un ejército industrial de reserva crónico, y a los obreros que quedaron trabajando les hicieron producir más de lo que producían antes, aumentando la plusvalía absoluta y relativa en esos países, como sucede con Argentina, Brasil, Chile, la India, etc.
Estas corrientes no ven, o mejor dicho, no quieren que el proletariado vea, que estos pequeños “boom” de crecimiento que se dan en sectores del planeta o en determinadas ramas de producción, se producen a expensas del hundimiento de la mayoría de las naciones y países, pero sobre todo, se producen sobre la desocupación de la clase obrera a nivel mundial, y el endeudamiento de los estados que preanuncian nuevas guerras, nuevas catástrofes, y lo que más temen, nuevas revoluciones, y fascismo.
Para esta otra variante de reformistas no catastrofistas, son imposibles nuevas guerras interimperialistas por delante. “La crisis ya habría terminado”, “Tocó piso”, afirman los reformistas contentos de traicionar cuanta huelga seria dirigieron.
Para los catastrofistas la caída de los bancos en EE.UU. es y fue “la última crisis”, como decía Trotsky en Adonde va Francia sobre los stalinistas en los ´30. Para ellos el proletariado mundial ya ha sido derrotado, o bien, se le entregan enormes concesiones para llevarlo a la guerra, como es el caso de la clase obrera china, por el enorme poderío reformista de su estado.
Dicen que el camino a la guerra ya está abierto, sin definir cuáles son las potencias vencedoras y vencidas, y sin fascismo que aplaste al proletariado de los países centrales. Estamos frente a un grupo de socialdemócratas con 45 grados de fiebre. Porque nadie puede creer que con la armada china se toma Nueva York, o con la aviación obsoleta rusa se hace un Pearl Harbour. En navegación, aeroespacial y óptica, esas naciones están atrasadas como cualquier colonieta de quinta en relación al potencial bélico de las potencias imperialistas, como Alemania, Japón, Francia o cualquiera de los países imperialistas atrasados de Europa, quienes según ellos “hoy no representan ningún peligro”, “son vasallos”.
¿Esta gente habrá aprendido algo de la Primera y la Segunda Guerra Mundial? Luego de la Primera, Alemania era vasalla, tenía prohibido armarse y contaba con un millón de veces menos productividad del trabajo que ahora. Y no digamos nada de Japón.
Con la productividad del trabajo que tienen actualmente, estas potencias imperialistas se arman en cuestión de días.
Indudablemente estamos frente a pacifistas pequeñoburgueses que hablan de la guerra sin entender NADA de ella.
En línea de montaje de producción de tanques, así como en la de coches, China y Rusia no pueden competir ni con la Volvo sueca, y solo poseen ejércitos capaces de ser “valientes” carceleros, asesinos y genocidas de sus propias clases obreras a cuenta de las potencias imperialistas.
Para mantener su aparato industrial militar, la vieja Rusia es total y absolutamente dependiente de la tecnología alemana, francesa e inclusive norteamericana. Sóolo así puede hacer que no estallen como Chernobyl sus vetustas instalaciones atómicas con tecnología de los años 50.
Estamos frente a grupos de irresponsables, charlatanes y sirvientes de sus propias burguesías imperialistas. Porque la Alemania unificada arma en tiempo récord, con su alta tecnología y con el aparato nuclear ruso, un escudo antimisiles, tal como el que armó EE.UU. en Polonia y en Hungría.
Y no lo hace aún porque también “picotea en el gallinero” de China, de Medio Oriente y de América Latina, como todos picoteaban esencialmente en los bancos de Wall Street –asociados a EE.UU. para saquear el mundo- y así quedaron bien agarrados e indigestados.
Por ello silencian que China está ocupada en Hong Kong y Taiwán por bases militares de la OTAN. Chillan que viene una guerra interimperialista entre EE.UU. y China, porque ahora ya han proclamado ser “antidefensistas” de ambos bandos. Porque si China le disputa el mundo a EE.UU. y este la ataca, hay que ser antidefensista en China y en EE.UU. O sea, están preparando, con su “antidefensismo” y pacifismo en EE.UU., una política de derrota en China, es decir, en contra de que las masas chinas se subleven inclusive contra su gobierno y su régimen infame restaurador que ha pactado con el imperialismo una autonomía acordada en Taiwán y Hong Kong bajo el manto de la ONU.
Una política y un programa pacifista y pablista frente a la guerra
Como hemos dicho, en su documento de hace apenas unos meses atrás, la minoría de la FLTI afirmaba que en caso de guerra de EE.UU. contra China, defenderían a China. Hoy son derrotistas de ambos bandos sin dar ninguna explicación. Son abiertamente encubridores de futuras agresiones militares del imperialismo contra la nación china oprimida.
Ayer, con su política ecléctica de apoyar a la “China imperialista” contra EEUU, si la quería recolonizar, abrazaban la política que tuvo el pablismo en la Segunda Guerra Mundial frente a la Francia ocupada por el fascismo de Hitler.
En noviembre, ellos afirmaban que estarían con China en caso de que EE.UU. decidiera recolonizarla nuevamente. Pero hablemos claro, aunque de esto el eclecticismo no entienda nada.
Si China es una potencia imperialista no hay nada que defender si es atacada por otra potencia imperialista. De eso se tratan las guerras interimperialistas, de usar al proletariado como “carne de cañón” en la guerra para que se mate entre sí, justamente para poner de rodillas y someter a otras potencias imperialistas que le disputan el planeta, tal cual hicieron, por ejemplo en el Tratado de Versalles, Inglaterra, Francia y EE.UU. contra Alemania en la Primera Guerra Mundial, o al revés, como hizo Alemania cuando ocupó Francia en la Segunda Guerra Mundial.
El documento de nuestra minoría era lamentable: ya anunciaba que China le disputaba a EE.UU. inclusive todas sus zonas de influencia, pero igual la iban a defender. Esto decían a principios de noviembre.
Es decir, en noviembre proponían un programa de lucha defensista de la autonomía y la autodeterminación de la nación imperialista ocupada, en este caso China. ¡Pero este es el mismo programa que levantó el pablismo durante la Segunda Guerra Mundial en Francia y demás países imperialistas ocupados por el fascismo! El programa pablista era por la derrota del imperialismo agresor (Alemania) y por la autonomía, el derecho a la autodeterminación y defensa del imperialismo colonizado invadido, como fuera la política del POI-CI de Francia bajo la dirección de Pablo en la Conferencia del ´42 en la Francia ocupada. Ellos renegaron de la política de derrotismo de ambos bandos propuesta por la Conferencia de la IV Internacional del ´40, que planteó que defender la autonomía de la Francia ocupada era defender la autonomía y la autodeterminación de las pandillas imperialistas para saquear a sus colonias y semicolonias.
Es decir, en el documento de noviembre nuestra minoría luchaba por el derecho a la autodeterminación de la China invadida por EE.UU., defendiendo, según su definición de China imperialista, la autodeterminación de las pandillas imperialistas chinas que saquean el mundo.
Aún viendo una guerra interimperialista, plantear la defensa del imperialismo no sólo es eclecticismo, sino es una traición al programa leninista frente a una guerra interimperialista. Es decir, todavía eran vergonzantes para plantear que China le disputaba el mundo a EE.UU. como potencia dominante, cosa que ya plantean hoy pasándose abiertamente al bando de EE.UU. con una política derrotista de la nación oprimida. Antes y ahora, siempre en la vereda de Obama, en frente de los intereses del proletariado internacional.
Y esto sucede justo en el momento en que Obama se enoja con Hu Jintao sobre la autonomía de Taiwán, de Hong Kong, del Dalai Lama… Hablemos claro: ahora le toca ponerla a China, reevaluando su moneda. Ahora, que hay que “apretar” a China con Obama, la minoría SE VUELVE DERROTISTA DE AMBOS BANDOS.
Así termina el ecléctico, como sirviente de su propia burguesía. El revisionista charlatán empírico, el pequeñoburgués impresionista, termina en la barricada de enfrente de los países oprimidos y en la barricada de enfrente del proletariado mundial. Por más que intenten reubicarse, sólo marcan el paso en el mismo lugar del oportunismo.
Contra semejante atropello al trotskismo internacionalista, los trotskistas afirmamos que no se defendía ni se defiende el derecho a la autodeterminación de ningún país imperialista que oprimía y oprime a otros y cuya “liberación” llevaba y lleva a saquear colonias y semicolonias. Estamos en la otra barricada del documento capitulador de la minoría de principios de noviembre, y afirmamos que en las guerras interimperialistas jamás estamos por la defensa de ningún país imperialista, por más débil que sea u ocupado que esté, o por más que se lo quiera arrodillar.
Con la IV Internacional y sus lecciones sobre la Segunda Guerra Mundial, afirmamos que en la Francia ocupada por Hitler estaba planteado el triunfo de la revolución socialista a su interior, tanto en la república de Vichy como en la zona no ocupada, y la derrota militar de la maquinaria de guerra alemana, como un primer eslabón del triunfo de la revolución socialista en Alemania. Esta era la forma de presentar en ese caso la política leninista de “dar vuelta el fusil.”
Y esta es la política de derrotismo de ambos bandos que ahora propone la minoría: por la derrota de la nación china ante una agresión imperialista.
Mientras, los trotskistas, que vemos una China cada vez más recolonizada, cocinada vuelta y vuelta como una semicolonia más (tanto en la producción en el ciclo de expansión de los últimos 6 años, como en el mercado de consumo en el ciclo que ha empezado), estaríamos incondicionalmente por el triunfo militar de China y la derrota militar de la “democracia” norteamericana, porque esta impondría un régimen un millón de veces más de terror, saqueo y superexplotación que el que existe hoy en China con los mandarines del PC. Y porque justamente la lucha al interior de China, lucharíamos por una dirección proletaria de la guerra contra los mandarines chinos, sirvientes del imperialismo, a los que les disputaríamos la dirección de la guerra nacional y de la lucha antiimperialista con el programa de la revolución proletaria y la guerra civil.
En ese caso nuestros amigos de la minoría de la FLTI, serían derrotistas de ambos bandos, es decir socialpacifistas en EE.UU. Lamentable. Allá ellos.
Esta gente está jugando a las escondidas con el imperialismo, con el proletariado y con el programa frente a las guerras, del que dejara un amplio legado la III y la IV internacional.
Se han perdido entre tres pinos. Entre una política pablista ante una supuesta guerra interimperialista, un surgimiento del imperialismo por vía pacífica en un solo país como China, y la inminencia de la Tercer Guerra Mundial que se expresa como guerra de campos burgueses en todo el mundo.
Y todo esto es para esconder que lo que se prepara a fuego lento en las condiciones internacionales, son guerras comerciales por el control de las ramas de producción de la economía mundo, nuevas guerras de colonización y recolonización en el mundo semicolonial y nuevos ataques al proletariado de los países imperialistas; mientras se mantiene el frente popular y la política de pactos contrarrevolucionarios para contener la revolución mundial.
Lo que tiene en común esta izquierda oportunista, todo el revisionismo del marxismo, es que plantea que se puede ir a guerras contrarrevolucionarias interimperialistas sin fascismo, sin haber aplastado al proletariado internacional. Como si los monopolios y las empresas imperialistas pudieran hacer lo que quieran sin aplastar a su propia clase obrera.
¡Pero si justamente por hacer eso y encontrarse con una mínima resistencia en Irak y Afganistán se desmoronó toda la estructura de poder de Bush y se puso el proletariado norteamericano en posición de contraofensiva!
Esta gente además opina que con “democracia” se pueden hacer guerras interimperialistas.
En su otra variante pacifista no catastrofista, opinan que con “nuevas locomotoras” como Brasil, Rusia, China o la India se puede salir de la recesión y la crisis en EE.UU., Francia, Canadá, Alemania y Japón. O sea que para esta gente, ¡el mundo semicolonial expoliado y saqueado por los parásitos imperialistas, hoy en ruinas, podría hacer de locomotora de la economía mundo!
Esto último, lo de que “ya habríamos salido de la crisis”, equivale a afirmar que cuando el usurero está quebrado, el que se ve obligado a pagarle la usura todos los meses a riesgo de recibir un disparo en la cabeza se ha vuelto fuerte y omnipotente. Eso sí que significa hacer pasar a la víctima como victimario y al victimario como víctima.
Lenin afirmaba después de la Primera Guerra Mundial, refiriéndose a la guerra del 14 después de haber tomado el poder en Rusia, tal cual plantea el Manifiesto de la guerra de la IV Internacional de 1940: “Después de esta guerra, si no triunfan unas cuantas revoluciones, vendrán otras guerras. El cuento de hadas de una guerra que acabará con todas las guerras, no es más que eso, un vacío y pernicioso cuento de hada. Obreros recordad esta predicción”. Esto reafirmaba la IV Internacional cuando ya había estallado la Segunda Guerra Mundial.
Los trotskistas, hoy afirmamos como Lenin en 1919: si unas cuantas revoluciones no triunfan en el próximo período, para nada la Segunda Guerra habrá sido la última guerra interimperialista. Eso es un cuento de hadas.
Pero por delante no está resuelto aún que unas cuantas revoluciones no vayan a triunfar para impedir que se abra el camino a la guerra. Y eso es lo que está en cuestión en el momento actual. Si se reagrupan o no las filas del movimiento revolucionario que paren el camino a la guerra, guerra que inevitablemente vendrá si es aplastado el proletariado.
Y afirmamos que rompe con el marxismo no solo el pacifista que cree el cuento de hadas de que la segunda fue la última guerra interimperialista, sino también el catastrofista que huye del campo de batalla y da por derrotado al proletariado, cuando la batalla por unas cuantas revoluciones que impidan el camino a la guerra recién comienza.
Ambos, socialpacifistas hasta los tuétanos, no ven ni preparan al proletariado de los países imperialistas y del mundo semicolonial para los nuevos golpes contrarrevolucionarios que vendrán contra ellos cuando estalle el “boom” del consumo chino o de los commodities en el mundo semicolonial, y las nuevas guerras, que sí vendrán cuando no haya más lugar para todas las potencias imperialistas en el saqueo de las superganancias de la economía mundo.
Los trotskistas afirmamos que hay una carrera de velocidad entre los nuevos golpes del crac y la crisis económica mundial y la lucha de clases, que se ha abierto por todo un período histórico, como en la crisis de los ´30 que llevara a la Segunda Guerra Mundial. Afirmamos que dicha carrera no ha sido resuelta. Porque nuevos golpes del crac, nuevos estallidos como en Grecia y Dubai o como la caída de Wall Street se avecinan en Pekín, en Alemania y en España, si el proletariado no lo para entrando nuevamente en maniobras de revolución.
Afirmamos que la carrera de velocidad entre las burocracias y las aristocracias obreras que han llegado al campo de batalla para desorganizar todo intento de contraofensiva de masas y cercar los procesos revolucionarios, sigue abierta en la lucha del movimiento trotskista internacional por lograr un camino a las masas y lograr una política justa para llegar a tiempo a las nuevas fases de lucha política de masas que ha comenzado. Esta se desarrolla como en Tonghua, Lingzou, Coimbratore, Perú o México como destellos revolucionarios, en un estadio de revueltas, motines, sublevaciones obreras y huelgas políticas, que anticipan las tendencias de las masas a romper el cerco impuesto por las direcciones traidoras.
Estamos entrando en un período histórico de enorme tensión y polarización entre las clases a nivel internacional, donde coyunturalmente los focos de la revolución mundial han sido cercados y controlados por las direcciones traidoras, abriendo una coyuntura política y de la lucha de clases a nivel mundial aún indefinida, de nuevos zarpazos de la contrarrevolución y el fascismo, e intentos de las masas de sacarse de encima el flagelo que las azota.
La izquierda colgada a la obamamanía no prepara al proletariado para el combate que se viene y que surge de los acontecimientos actuales.
Haití: un botón de muestra de las nuevas ofensivas contrarrevolucionarias de Obama.
La capitulación de los liquidadores del marxismo de los países imperialistas
Haití es un botón de muestra de lo que tiene preparado el imperialismo para salir de su crisis.
Este país-isla fue ocupado por las Naciones Unidas y las tropas gurkas cipayas de los “bolivarianos”, y es mantenido como un reservorio de mano de obra esclava en el Caribe -ya sea para República Dominicana, América Central o EE.UU. donde un millón de inmigrantes haitianos hacen los peores trabajos, inclusive los trabajos que los inmigrantes latinos no quieren ni hacer, mientras sus familias comen tortillas de arcilla-. En 2010 fue sacudido por un sismo y debió enterrar a 350.000 obreros bajo palas mecánicas ante los ojos atónitos y entristecidos del proletariado mundial.
Ante esto el imperialismo yanqui, que venía de imponer su golpe contrarrevolucionario en Honduras, arrastrando en su apoyo a los “bolivarianos” de Zelaya para legitimar luego a los golpistas en las elecciones fraudulentas, invadió inmediatamente a la nación haitiana. Y esto fue a sabiendas de que allí no quedaba estado y de que las masas solo tenían que buscar el fusil para tener comida, romper la frontera ficticia con República Dominicana y expropiar la comida y las tierras.
El objetivo de la invasión imperialista es interponerse entre el proletariado y el fusil que le permitiría conseguir el pan.
Frente a esta situación, los reformistas y traidores salieron a pedir “ayuda humanitaria” para nuestros hermanos de clase haitianos, que con gusto daría cualquier obrero para que sus hijos no mueran. Pero todos los obreros conscientes sabemos que todas las ayudas llegan a los puertos y aeropuertos tomados por las tropas invasoras, que las reparten a su antojo para dispersar a las masas y alejarlas del fusil con el que podían conquistar el pan en los supermercados, en los contenedores, en las tierras, en los puertos y las zonas francas.
Esa es la tragedia: que cuando las masas buscaban el pan en los almacenes, en los contenedores, en los supermercados, etc., se interpuso el fusil del invasor. Es que no hay solución, ni pan, ni vida sin el fusil y la toma del poder. No se sale de la barbarie sin el triunfo de la revolución socialista.
El que no pasó la prueba de la cuestión china y las nuevas ofensivas contrarrevolucionarias que impulsan el imperialismo y sus potencias para saquearla, sin ninguna duda no pasa ni pasará la prueba de Haití.
Toda la izquierda mundial ha quedado sometida a los marines yanquis que reparten "ayuda humanitaria", alejando a las masas haitianas de la revolución socialista, es decir del pan. Y acusando a los revolucionarios de “sectarios”.
Quieren que apoyemos la limosna de 15.000 litros de agua mineral para 3 millones de sedientos que beben de las cloacas. Y a eso lo llaman “ayuda”. ¡Miserables! ¡Vayan ustedes a Haití a vivir de esa limosna!
¡Todo el poder a la clase obrera de Haití! ¡Expropiación de todos los bienes y propiedades de los expropiadores! ¡Armamento generalizado de las masas y expulsión del invasor! ¡Una sola isla, una sola revolución!
¡Esa es la ayuda que necesita el proletariado haitiano de parte del proletariado latinoamericano y de EE.UU.!
Luchar por la derrota de las tropas imperialistas yanquis es luchar por que coma el proletariado de Haití.
Haití concentra todas las contradicciones de la situación mundial, y de ellas la más importante, la traición de la dirección del proletariado, de los enfermeros del capitalismo. Igual que los obreros de Haití son tratados los obreros de color en Italia, apaleados y perseguidos por las bandas fascistas del gran capital financiero, o al igual que en el Congo o en Ruanda con genocidios de millones de esclavos coloniales y semi coloniales y de color; naciones sostenidas por la “ayudas humanitarias” de la ONU por avión, mientras la Angloamerican se lleva todos los minerales, piedras preciosas y petróleo de las naciones africanas. Son sirvientes de la ONU, de la sociedad de las naciones.
Es una vergüenza que ningún sector de la izquierda norteamericana, todos sirvientes de los traidores de la burocracia y la aristocracia obrera de la AFL-CIO, haya llamado al millón de obreros haitianos que viven en EE.UU. a sublevarse en acciones en las calles y en huelgas; a volver a poner en pie la marcha del millón -pero del millón de obreros esclavos haitianos de EE.UU.- para paralizar la maquinaria de guerra yanqui, mientras sus tropas están en Haití para dispararle a todo obrero o mujer que va al supermercado o a la tierra del terrateniente a buscar un pedazo de pan.
El proletariado mundial se ha escindido entre la burocracia y la aristocracia obrera y los reformistas que creen que se puede comer en Haití, en India, en Brasil, en España, en EE.UU., en Grecia, sin revolución; y los que decimos que para comer, para que haya pan, hay que tomar el poder y hacer la revolución socialista y expropiar a los expropiadores.
Un río de sangre se ha abierto y profundizado entre reforma y revolución en el proletariado mundial.
Bajo estas condiciones de penurias y padecimientos inauditos de las masas, de pactos contrarrevolucionarios y de destellos revolucionarios de luchas políticas de masas, se trata de mantener las posiciones ideológicas y programáticas en el campo de batalla, de defender las posiciones revolucionarias de las que el revisionismo intenta que no quede ni pizca de continuidad. Se trata de no retirarse del campo de batalla anunciando que ya está aquí la derrota, que las energías del proletariado han sido agotadas, y que la guerra está a la vuelta de la esquina, justo cuando las luchas y los combates decisivos recién comienzan.
La minoría de la FLTI con su revisionismo al marxismo en la cuestión china, ya ha tirado por la borda todo el programa revolucionario conquistado en común en el congreso de fundación de nuestra fracción internacional.
Han presentado un programa para Haití que va desde la ayuda humanitaria de obreros cubanos y venezolanos, a la lucha por un Haití obrero y campesino. Una vergüenza.
Todo programa que en Haití no se articula alrededor de que para que haya pan hay que derrotar al invasor y tomar el poder, es una traición. Es levantar la política de la LIT de ayuda humanitaria, para que con miserables dádivas pongan de rodillas a las masas, separando a los que son hambrientos desde siempre de los que han perdidos sus casas, como hacen las tropas invasoras.
¡Qué desvergonzados! La minoría ha enterrado las lecciones de la comuna de París que reafirmamos en la fundación de la FLTI, ante la magnífica insurrección espontánea de las masas obreras y campesinas de Madagascar, que dividieron al ejército por la base, derrocaron al presidente Ravalomanana e impusieron un régimen de doble poder armado. “La clase obrera dominará en las ciudades industriales, las cuales, convertidas en centros revolucionarios, formarán una federación para atraer a los campos al lado de la revolución y vencer la resistencia que se organizará en las ciudades mercantiles y marítimas, tales como Le Havre, Burdeos, Marsella, etc. En las ciudades industriales, los socialistas deberán tomar el poder local, armar a los obreros y organizarlos militarmente. “Quien tiene armas, tiene pan”, decía Blanqui.” (P. Lafargue, Oeuvres Completes, Tomo I, citado por Trotsky en ¿Adónde va Inglaterra?, negritas nuestras).
Por eso como decían los comuneros de París “sin fusil no hay pan”. Sin echar al invasor –que es una obligación de la clase obrera de todo el continente- no comerá la clase obrera y el pueblo de Haití; y mucho menos comerán de la ayuda humanitaria si no se toman los contenedores, los almacenes, los supermercados y los abastecimientos que están en los aeropuertos, como así también si no expropian las tierras y la propiedad privada de la burguesía, junto a sus hermanos de República Dominicana. Este es el camino para reconstituir Haití.
Así sí. “Ayudándote te ayudarán y ayudarás”, como es el apotegma del marxismo. Esto será un shock revolucionario en el Caribe para que triunfe la revolución en Centroamérica, América Latina y sobre todo en EE.UU.
Indudablemente queda demostrado que el que revisa y destruye la teoría marxista, se aleja un millón de kilómetros en la vida del programa y la política justa que necesita la clase obrera para vencer.
Para los trotskistas internacionalistas se trata de prepararse y reagrupar a la vanguardia del proletariado internacional para combatir a un nuevo revisionismo que ha surgido para justificar la acción contrarrevolucionaria de las direcciones traidoras, que le ha permitido a este sistema putrefacto sobrevivirse sobre las ruinas del proletariado mundial y de la sociedad toda, en una de las peores crisis de su historia.
Es que HAY QUE REVISAR AL MARXISMO PARA JUSTIFICAR LA TRAICIÓN en Grecia, Palestina, Madagascar, Bolivia, Honduras, EE.UU., China, etc.
La lucha contra el revisionismo está en el primer punto del orden del día del marxismo revolucionario internacional.
Capitulo II
Los documentos fundacionales de la FLTI pasaron la prueba de los acontecimientos de la lucha de clases
Y nuevamente a proposito sobre el caracter aún indefinido de la situación mundial
Este SCI ratifica los documentos políticos centrales votados en el congreso de julio, que en última instancia armaron a nuestra corriente y crearon las condiciones para su constitución y una fusión principista de distintas vertientes que confluimos de diferentes experiencias. Posiciones programáticas y lecciones del combate del proletariado internacional que se expresaron en el Organizador Obrero Internacional número 1 parte 1 y parte 2. Para nosotros las respuestas políticas y programáticas conquistadas pasaron la prueba de los acontecimientos y estuvieron a la altura del combate del proletariado internacional.
Reivindicamos el programa de los 23 puntos, que mantiene una enorme actualidad en lo que a definición de las condiciones internacionales y al programa marxista frente al crac mundial se refieren. Ellos fueron la base del acuerdo del comité paritario entre la FLT y la WIVL, y los que permitieron el avance en los acuerdos con los camaradas del HRS de EE.UU., y con el NRI de Argentina.
Los mismos se centraban alrededor de la tarea inmediata de preparar una contraofensiva de la clase obrera mundial para aplastar al sistema capitalista en descomposición, o de lo contrario este aplastaría a las masas con hambre, miseria y guerras.
En los 23 puntos impulsamos en común el combate contra el Foro Social Mundial y los renegados del trotskismo, y comenzábamos el proceso de reunificación de nuestras filas con el programa frente a la revolución cubana por la revolución política, y enfrentando a la “revolución bolivariana”, esa farsa de revolución que había expropiado la revolución ecuatoriana, argentina y boliviana.
En los acuerdos logrados enfrentábamos al ELAC del PSTU y la LIT, que había puesto a los obreros de Oakland y el movimiento contra la guerra a los pies de Obama y le había atado las manos al proletariado del continente americano, para sostener a la burocracia traidora de la COB, que sometiera a obreros y campesinos al pacto contrarrevolucionario del frente popular con el fascismo para ahogar la revolución boliviana.
En el programa de los 23 puntos también dábamos cuenta de la cuestión palestina, colombiana y cubana, los verdaderos tests ácidos que marcaban el rol nefasto de las burguesías nativas como estranguladoras de los procesos revolucionarios de las masas, tanto en América Latina como en Medio Oriente.
Afirmamos la vigencia programática del acta-acuerdo firmada con la WIVL, que fue el punto de partida, junto a los 23 puntos, del agrupamiento de la FLTI. En las resoluciones del congreso de nuestra fundación, en el punto “a propósito de los acuerdos principistas que permitieron sesionar al congreso fundacional de la FLTI”, en su punto b), se expresa con claridad que el surgimiento de nuestra fracción se sustentó en los acuerdos firmados con la WIVL, precisando que los mismos “…avanzaron y se consolidaron a partir del acta de conformación del comité paritario de la FLTI entre la WIVL y la FLT, a la que adhirieron el NRI de Argentina y los revolucionarios de San Pablo (Brasil), lo que constituye una conquista programática para la intervención común ante los primeros golpes contrarrevolucionarios, así como ante las primeras respuestas de las masas expresadas en Grecia, Madagascar, Guadalupe y Francia, que concentraron la estrategia y el programa para la puesta en pie y el desarrollo de los soviets y la cuestión de la insurrección y la lucha por el poder; junto a Bolivia, Sudáfrica y Zimbabwe, donde se plantea el combate contra el frente popular y las direcciones traidoras…”
Nuestros documentos constitutivos, basados en las lecciones más avanzadas de la lucha de clases del proletariado mundial mantienen, hacia el Segundo Congreso de la FLTI, toda su validez.
Es que en julio, luego de 20 días de debate colectivo, fueron votados por el Congreso de Fundación de la FLTI –además de otras resoluciones– los siguientes documentos, según consta en las resoluciones de la constitución de la FLTI publicadas en el OOI primera parte: “Sobre la situación mundial, ante convulsiones históricas”, el artículo titulado “Entró en crisis política el régimen de dominio mundial impuesto por el imperialismo a partir de 1989” y “Se agudiza la crisis de dirección revolucionaria del proletariado”, artículos estos tomados del Organizador Obrero Internacional N°12 parte 2.
Asimismo, el Congreso hizo suyas las elaboraciones sobre la cuestión cubana y el balance histórico de la IV Internacional aportados al Congreso por la ex FLT.
Estas elaboraciones, que definieron las posiciones fundacionales de la FLTI sobre la cuestión internacional, como así también las posiciones sobre las cuestiones de Francia, Madagascar, Grecia, Palestina, Perú, Irán y Honduras, han pasado la prueba de la vida en estos meses. Fueron estas resoluciones las que nos armaron políticamente para intervenir, junto a las de Sudáfrica, Bolivia y el combate contra el frente popular y contra las direcciones traidoras, que sometieron aquí y allá al proletariado a distintas fracciones de la burguesía y que fueron reclutadas para sostener al capitalismo en crisis por la debacle del sistema financiero internacional.
Los tests ácidos que debimos enfrentar hace 6 meses en nuestra fundación actualizaron el programa marxista y nos permitieron pasar la prueba.
En nuestro Congreso de fundación, definimos que a la operación Plomo Fundido del imperialismo, que masacró en Palestina, le había respondido el levantamiento revolucionario de Guadalupe y Madagascar, una heroica resistencia en Palestina y la lucha de la clase obrera en Francia con tomas de fábricas.
Definimos así que, mientras las masas volvían a pegar en Perú y se abrían brechas y disputas interimperialistas para que irrumpan las masas en Irán, en Honduras el imperialismo yanqui daba un golpe contrarrevolucionario para volver a dominar su patio trasero, amenazado por las distintas potencias imperialistas competidoras, como Francia, España, Japón o Alemania, que apoyadas en las burguesías nativas se lo disputaron en el período anterior.
Frente a todos estos acontecimientos y esta situación transitoria, la FLTI definió un programa que planteaba que las masas no se detengan en Francia en sus oleadas de ocupación de fábrica, como lo impusieron la dirección traidora de los sindicatos y las direcciones reformistas; que en Guadalupe se avanzara a organizar los soviets y a conquistar el armamento de las masas para no dejar piedra sobre piedra del régimen colonial francés, como la única posibilidad de consolidar un triunfo en el camino de conquistar un gobierno obrero y revolucionario que garantizara cobrar efectivamente los 200 euros; es decir tener pan, en una lucha única y centralizada con el proletariado francés en la metrópoli. A Esta cuestión, los sindicatos y los partidos “anticapitalistas”, sirvientes de la V República francesa, la impidieron abiertamente. En nuestro Congreso llamamos a combatir en Grecia a anarquistas y nuevos partidos “anticapitalistas” que, con una política pacifista y sindicalista pequeño burguesa, llevaron al aborto a la primera embestida de masas al negarse a luchar por los comités de obreros y soldados, y rehusándose a reagrupar las filas obreras y derrotar al stalinismo en la dirección de los sindicatos.
El centro de nuestras elaboraciones en julio fue poner en pie un programa para ayudar a las masas a superar a su dirección actual y a generalizar y centralizar los combates en una contraofensiva de masas. Es indudable que la FLTI pasó la prueba. No se olvidó ningún elefante en ningún cuarto, y estuvo a la altura del combate entre las masas y la contrarrevolución burguesa, y de la lucha contra las direcciones traidoras, con el programa votado y conquistado en el Congreso.
Tuvimos un programa para combatir, “defendiendo la democracia con el método de la revolución proletaria” al decir de Trotsky, al “frente democrático” de Zelaya y los “bolivarianos” sostenido por los renegados del trotskismo y la izquierda reformista latinoamericana, que terminaron todos sometidos al plan de los Clinton y Obama, para garantizar que solo corriera sangre obrera y campesina en Honduras, se impusiera el golpe y no intervengan las masas de forma independiente para derrotar a los golpistas en las calles.
Zelaya terminó llamando “a la paz y a la cordura” desde la embajada brasileña, cobijado por esa burguesía cipaya que representa Lula, socia menor del imperialismo francés con la Petrobras y en la industria de guerra, que viene de comprarle a ese imperialismo 5 buques, submarinos y la más alta tecnología aeroespacial. Una burguesía brasilera que organizó un acuerdo comercial con los japoneses para desarrollar la televisión digital por cable y las inversiones en Manaos y demás maquiladoras que el imperialismo japonés tiene en ese país.
Por otro lado, la burguesía brasileña también organizó un acuerdo financiero desde Río de Janeiro, la capital financiera de ese país, con EE.UU., de sometimiento al imperialismo norteamericano, que es el primer acreedor de la deuda externa de Brasil la cual supera los 200.000 millones de dólares, homogeneizando el acuerdo político-comercial del MERCOSUR.
Como afirmamos en todos los documentos constitutivos de la FLTI, en América Latina se ha consolidado una burguesía nativa que desde el MERCOSUR, el ALBA o los países del TLC -todos bajo la disciplina de la OEA y el TIAR- se dedican a hacer negocios de todos con todos, y con todas las potencias imperialistas. Y por un negocio como el del gasoducto de Venezuela a Bolivia, se abrazan Uribe y Chávez entregando a la resistencia colombiana. Todos los “bolivarianos” terminan votando con Colombia a favor de las 7 bases yanquis en ese país. Mientras que antes, desde la OEA y el UNASUR, sostenían el pacto contrarrevolucionario en Bolivia con el cual se repartían la riqueza de los hidrocarburos entre la British Petroleum y la Exxon bajo el paraguas del fascismo en la Media Luna, y la Totalfina y la Repsol bajo el frente popular en el altiplano, para controlar y expropiar a la revolución de obreros y campesinos.
En Sudáfrica, nos ubicamos en la vanguardia de combatir por una sola y única revolución en el sur de ese continente, en lucha por una Federación de Repúblicas Obreras y Socialistas de África del Sur, y encabezamos, como lo hiciéramos en Bolivia, una lucha inclaudicable contra el frente popular, contra el control del stalinismo de los sindicatos y el sometimiento al gobierno de la burguesía negra, tan sirviente de la Angloamerican y las empresas imperialistas, como ayer lo era el régimen esclavista del apartheid.
Nuestro combate contra las masacres y el genocidio como en el Congo y la lucha contra el frente popular y sus cantos de sirena permitieron dar los primeros pasos en el reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias e internacionalistas del proletariado de África del Sur, y reagrupar las filas de los trotskistas de Sudáfrica junto a los de Zimbabwe, quienes por el solo hecho de romper con la burguesía y su régimen explotador, intentaban ser llevados a cortes y juicios burgueses por sus ex compañeros. Hoy, el viaje de Obama a Ghana para legitimar la base militar del AFRICOM desde la cual el imperialismo yanqui centraliza el saqueo de toda África y disciplina a las burguesías de todo ese continente, reafirma que en la crisis, el imperialismo yanqui, fortalecido luego del recambio presidencial, no va a dejar zonas del planeta sin disputar como amo del mundo.
En los combates contra el frente popular en Bolivia enfrentamos la nefasta política de poner a los mineros y sus dirigentes sindicales -como los de la COB- como ministros o diputados del frente popular, que garantiza el reparto de los hidrocarburos entre las distintas transnacionales imperialistas que se han dividido y repartido Bolivia.
En Sudáfrica, enfrentamos decisivamente al frente popular, combatiendo contra la burocracia stalinista del COSATU, luchando por los comités de obreros y soldados. Encabezamos cada una de las luchas contra las traiciones a las oleadas de huelga por aumento de salario, que como en América Latina, fueron entregadas por todas las burocracias de todo color y pelaje.
Así como en Argentina combatimos valientemente contra la izquierda del FSM y los renegados del trotskismo que, imponiendo la paz social, abortaron todo intento serio de la vanguardia del proletariado de reagrupar sus filas y presentar batalla ante el ataque de los capitalistas y su gobierno, tal como lo intentaron los obreros de Kraft, del Subterráneo, de la industria automotriz de Córdoba y de las acerías de Villa Constiución.
Es por eso que reafirmamos la corrección de todos estos documentos votados hace 6 meses; porque ellos nos armaron para intervenir en todos los acontecimientos actuales.
Está a la vista que los carniceros imperialistas se vestían de Obama para salvar al capitalismo en crisis y en bancarrota y sacar a las masas de escena en EE.UU. La “mano extendida” de Obama a las burguesías musulmanas no fue más que el pacto con Irán para sostener a la burguesía chiíta en Irak e impedir-en momentos de la retirada del imperialismo inglés de Irak-, que las masas del sur de ese país aplasten al ejército gurka de ocupación y a las tropas yanquis en la región. Esto a la vez permitía organizar una fracción de los Ayatollahs que empezara a pensar en buenos negocios con EE.UU., capaz de capitalizar el odio de las masas contra el régimen bonapartista y antiobrero iraní.
El pacto con las burguesías de los Ayatollahs sirvió para contener a Hezbollah, para disciplinarlo haciéndolo ingresar al gobierno proimperialista del Líbano, y para que quede impune la masacre en Gaza, garantizando que Hamas se siente en la mesa de las negociaciones y los pactos para garantizar la entrega de la lucha de las masas palestinas. Masas palestinas que han quedado hoy cercadas por el yugo opresor del estado sionista de Israel y por el silencio ignominioso de todas las direcciones traidoras del proletariado, mientras la burguesía de Egipto se prepara a construir un muro, no solo hacia arriba, sino también hacia abajo, con 10 metros de profundidad, para cerrar todos los pasos por los cuales se abastece la resistencia en la Gaza martirizada.
Hemos visto la enorme actualidad de la resolución de la FLTI sobre Irán, en momentos en que las masas buscan entrar en lucha política ante el odio generalizado contra el régimen de los Ayatollhas. Esto significa que mientras el gobierno yanqui pacta con ellos, prepara el surgimiento de una fracción burguesa pro norteamericana en ese país, que no sóolo aborte el levantamiento revolucionario de los obreros iraníes e impida el inicio de la segunda revolución (como la de los ´80), sino que a su vez garantice sacar a Irán de la órbita francoalemana sobre la cual gira en los negocios del petróleo, sus derivados, fertilizantes, y en el comercio mundial.
Con los pactos contrarrevolucionarios se estranguló la contraofensiva de masas; y el imperialismo, como ayer en Honduras y hoy en Afganistán, larga sus primeras contraofensivas contrarrevolucionarias.
Que los carniceros imperialistas se visten de Obama significa hoy que el imperialismo yanqui ha concentrado todas sus fuerzas contrarrevolucionarias no solo en el golpe en Honduras, sino también en una ofensiva generalizada en Afganistán, apoyada en las fuerzas de la OTAN, y en los gobiernos cipayos de China y la India. Estos últimos se disputan, bajo las órdenes del comando militar norteamericano en Afganistán, quién se lleva el cobre y el cobalto para las transnacionales instaladas en sus respectivos países. Con estos pequeños negocios, los gobiernos cipayos de China e India son los encargados de pagarle la parte que le corresponde a la burguesía afgana y al gobierno del protectorado, sirviente de los yanquis, para disputarle, como agente de ellos, los negocios a la agresiva Alemania, que necesita del opio (que en un 80% se produce en Afganistán y otra parte en China) para la Bayer y demás laboratorios imperialistas.
El imperialismo yanqui, con el ejército asesino paquistaní y apoyado por los mandarines chinos, largó una contraofensiva contrarrevolucionaria en el valle de Swat para cercar a la resistencia afgana en el territorio pakistaní. Esta ofensiva dejó más de 2 millones de campesinos echados de sus tierras y más de 800.000 refugiados expulsados de sus casas sobreviviendo a la hambruna y a las pestes. Mientras, se preparan nuevos ataques a Yemen para disciplinar a todas las fracciones burguesas y estabilizar la región. Es que el estallido de la burbuja de Dubai -uno de los siete Emiratos Árabes- ha dejado a un millón de obreros palestinos, iraníes, irakíes, que construyeron con sus manos las más grandes inversiones edilicias del planeta, despojados de sus trabajos y volviendo a sus países. Esto puede actuar como revulsivo y detonante del despertar de la clase obrera golondrina de los Emiratos Árabes, de Arabia Saudita, de Siria, y de todo Medio Oriente, fundamentalmente de Yemen, desde donde se nutrían las empresas financieras angloyanquis que construían ese paraíso financiero e inmobiliario como continuidad de las burbujas inmobiliarias de China, EE.UU., España, etc.
Yemen está en un lugar clave desde donde se domina Irán, Arabia Saudita, Los Emiratos Árabes, Somalía y Egipto. Es una excelente base militar desde donde controlar el Mar Rojo, el Golfo de Adén y el Golfo Pérsico. Es además, la salida al Océano Índico y está cerca de todos los puntos sensibles de Oceanía y Asia Oriental.
Igual que el viaje de Obama a Ghana, las cañoneras apuntando a Yemen demuestran que EE.UU. no permitirá que en la crisis mundial nadie ose disputar su dominio, y que responderá, a los tiros y a los cañonazos, a cualquiera que lo intente.
El estallido de Dubai anticipa que la paz de los cementerios conquistada provisoriamente en Palestina y en Irak, está destinada a durar poco.
En Egipto no cesan las sublevaciones de la clase obrera contra el hambre y la crisis. Se han debilitado enormemente los regímenes de los ancianos patriarcas de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes, mientras la situación en Irán se torna por demás explosiva. Las masas de obreros, estudiantes y campesinos pobres en ese país pujan por entrar cada vez más en lucha política de masas y amenazan con una revolución iraní.
Los bombazos en Yemen son para advertir que no habrá ninguna posibilidad de nuevas revoluciones en Irán y en Medio Oriente porque ello significará nuevas intervenciones contrarrevolucionarias como en Irak y en Afganistán.
Es un aviso a Francia, que tiene una base en Djiobutti, frente a Yemen, de que Ruanda salió de la esfera de la influencia francobelga y entró a la Commonwealth inglesa, y que esto se va a defender con las armas si es necesario.
Ninguna potencia se retira pacífica ni armoniosamente del dominio del planeta ni lo mantiene con paz y democracia, sino sustentado en las cañoneras, que es la única voz que suena para dominar el mundo.
Nuestros documentos fundacionales pasaron la prueba, puesto que aclaramos que frente a la bancarrota del capital imperialista se habían concentrado todas las fuerzas de las aristocracias y burocracias obreras del mundo, para salvar al capitalismo en crisis de una embestida revolucionaria de masas.
Afirmamos en nuestro Congreso que se trataba, al constituir la FLTI, de poner en pie un punto de apoyo para concentrar las fuerzas de los revolucionarios, y para dispersar las enormes fuerzas contrarrevolucionarias que se concentraban para hacerle pagar la crisis a las masas y salvar al capitalismo en bancarrota.
Aquí y allá, burocracias sindicales, partidos socialimperialistas, burguesías “bolivarianas”, “musulmanas”, stalinistas reciclados y renegados del trotskismo formaron una verdadera santa alianza para salvar al capital en bancarrota, que en apenas unos días en los años 2008 y 2009, quemó en la bolsa de Wall Street 14 billones de dólares, mientras otros tantos fueron otorgados por los estados para impedir el derrumbe generalizado del capital financiero.
El grito de toda la burocracia y de las direcciones contrarrevolucionarias contra las masas fue claro. Se hicieron voceros del gran capital y de sus intereses abiertamente ante las masas para salvarlo. En su crisis, el capital amenazaba a la clase obrera mundial: “Si yo me caigo, ustedes se caen conmigo al precipicio. Si yo me salvo, ustedes se salvan”.
Así, asentado en la traición de todas las burocracias sindicales de los países imperialistas y de todos los partidos socialimperialistas, se impuso la vuelta a casa de millones de inmigrantes de las potencias imperialistas europeas y norteamericana, que luego de ser utilizados como mano de obra esclava y obreros en negro en el ciclo de expansión, fueron devueltos como perros para aumentar el ejército industrial de reserva de los países semicoloniales.
El muro del oprobio entre EE.UU. y México, las bayonetas del ejército italiano, y todas las fuerzas represivas de los estados burgueses dispuestas a expulsar inmigrantes, culminaron con un muro y un cerco en Melilla para impedir que llegue un solo esclavo más de África a Europa.
“¡Trabajo inglés para los ingleses! ¡Trabajo norteamericano para los norteamericanos!” fue el grito de guerra de las burocracias sindicales de las Trade Unions inglesas y de la AFL-CIO norteamericana.
Mientras se controlaba la frontera con América Latina en el sur de EE.UU. con bandas civiles y milicias armadas, en México se blindaba al régimen infame con la excusa del narcotráfico y se militarizaba todo el país.
Para el marxismo revolucionario, que ha hecho suyas las lecciones y el programa del bolchevismo, solo defendiendo los intereses de las capas más bajas y más explotadas de la clase obrera, se pueden defender los intereses históricos del conjunto de la clase obrera.
Hoy estamos presenciando-impulsado por la clase media arruinada del sur de Italia y organizado por el capital financiero de ese país como la Olivetti y sus socios de la mafia calabresa- un brutal ataque contra los heroicos obreros de color, que en Italia, España, Inglaterra, Francia, Bélgica y Holanda realizan los peores trabajos. Fueron perseguidos a los tiros limpios por las hordas fascistas y ante ello reagruparon sus fuerzas, pusieron en pie comités de autodefensa y dijeron “¡Basta de persecuciones y ataques!”
Pero en esa batalla campal hubo silencio e inmovilidad absolutos de la clase obrera italiana porque está sometida a los intereses de las aristocracias y burocracias obreras. La izquierda de Berlusconi, de la Olivetti, del ruin capital financiero italiano, chupasangre y asesino de las masas de Medio Oriente y de África, no dio una sola respuesta en defensa de los obreros inmigrantes, el corazón de la clase obrera italiana. Solamente pronunciaron palabras de misericordia y humanismo en boca de los pequeñoburgueses del Foro Social Mundial. Ellos están para salvar a los capitalistas de sus crisis, contra las masas.
La crisis de dirección se agudiza mientras toda la podredumbre del sistema capitalista imperialista sale a la luz. El mundo capitalista decadente, “de la más alta tecnología” eólica, nuclear, electrónica, de la aviación, la aeronáutica, de las “tecnológicas”, está… ¡superpoblado!
¿La admisión de 100 inmigrantes extras puede hacer colapsar a EE.UU., Francia e Inglaterra? ¡Esto constituye un grave problema potencial para las potencias imperialistas! ¡Increíble! Hasta allí han llegado los límites de este sistema capitalista imperialista putrefacto. Es que el mercado mundial se ha achicado, la producción mundial se ha achicado, el capitalismo ha achicado el planeta a un puñado de parásitos. O mueren ellos o muere la mayoría de los explotados.
Como decía la IV Internacional, la época del comercio exterior e interior es al mismo tiempo la de la intensificación monstruosa del chovinismo.
¡Una sola guerra de clases, una sola clase, una sola lucha para triunfar! De lo contrario el fascismo no solamente aplastará al proletariado de color, sino que, como ayer con Mussolini, tomará Roma y ya será tarde. ¡Ese es el pronóstico!
Por este accionar de las direcciones contrarrevolucionarias no le fue bien ni a la clase obrera de los países imperialistas, ni a la clase obrera de los países semicoloniales. La chispa de Grecia y sus embates revolucionarios, por el cretinismo parlamentario y sindicalista de los “anticapitalistas” y anarquistas, estuvo muy lejos de incendiar París, ciudad en donde un frente único de sindicatos y partidos traidores reformistas, sacó a la clase obrera de las tomas de fábricas con patrones como rehenes, y la sometió a las negociaciones tramposas con la burguesía de la V República francesa. Los personeros de los partidos “anticapitalistas” viajaban como lacayos del imperialismo francés a decirle a las masas insurrectas de Guadalupe y Martinica que “con los impuestos de los contribuyentes franceses no se iba a pagar el salario” de los explotados de esas colonias.
Desde Mozambique se concentraba el Foro Social Mundial, junto al AFRICOM y el imperialismo francés para discutir cómo sostener un gobierno de unidad nacional para expropiar y que no triunfe la revolución de obreros, soldados y campesinos que había comenzado en Madagascar y se extienda al resto de África del Sur.
Los pactos con el fascismo de la Media Luna y el frente popular en Bolivia, que acentuaban la expropiación de la revolución boliviana, se hicieron como ya vimos, como en Palestina, con la traición y puñaladas por la espalda a la clase obrera de ese país.
Así se le tiró toda la crisis a la clase obrera mundial. Se cercaron los procesos revolucionarios con pactos contrarrevolucionarios, con frentes populares y con una pérfida política de colaboración de clases.
Así se impuso lo que podríamos llamar una verdadera “escala móvil de suspensiones y despidos”. Es decir que había que aceptar el despido del proceso productivo de millones de inmigrantes, obreros en negro y contratados; que había que aceptar aquí y allá el cierre de sucursales de las transnacionales, que dejaran centenares de miles de obreros en las calles en todo el mundo. Al mismo tiempo se impuso una verdadera “escala móvil de reducción salarial”, con la que el proletariado quedó produciendo el doble o el triple que antes, provocando un enorme aumento en la tasa de explotación de la clase obrera mundial y un engrosamiento de las filas de los desocupados con más de 500 millones de obreros que en el mundo vieron perder sus puestos de trabajo, con las máquinas parándose por la impotencia de un sistema capitalista en decadencia y bancarrota.
Fue el accionar de las direcciones contrarrevolucionarias y de los guardiacárceles agentes del capital al interior del movimiento obrero, las burocracias sindicales, los que permitieron -sostenidos por izquierda por los partidos “anticapitalistas” y demás renegados del trotskismo- que el sistema capitalista les tire hasta hoy la brutal crisis a la clase obrera y a los pueblos oprimidos del mundo. Lo vimos así en las oleadas de huelgas contra la carestía de la vida y los despidos de Sudáfrica, Argentina, Brasil, y en la General Motors de EE.UU. En cada una de esas luchas se les tiró a los obreros la crisis de los capitalistas y se les impuso que, para salvarse como clase, la clase obrera debía salvar al capitalismo en crisis y no demolerlo ni destruirlo en su bancarrota.
Eso permitió nuevas ofensivas contrarrevolucionarias por parte de la burguesía contra la clase obrera.
Así, la patronal imperialista de Kraft, debía aumentar su cotización en la bolsa de valores para conseguir el capital para comprarse Cadbury y concentrar en ese enorme trust el 80% de la producción agroindustrial del mundo.
Su patrón, Warren Buffet, había declarado en la bolsa de valores “si hay una guerra de clases en América, la estamos ganando nosotros” cuando mandaba a la policía y a los jueces argentinos a reprimir a los huelguistas para imponer el turno americano de 12 horas y despedir a toda la comisión interna de Kraft.
La clase obrera argentina desarrollaba una gran resistencia a este ataque. Pero esta fue entregada no por la burocracia sindical, sino por los partidos de la izquierda reformista que firmaron la paz social en el ministerio de trabajo con la patronal de Kraft, se negaron a centralizar los combates de las masas en lucha, y pusieron a los pies del ministerio de trabajo de Kirchner toda la resolución del conflicto. Así impusieron que la guerra de clases la siga ganando la patronal, como también lo hicieron encubriendo al golpe militar en Honduras al ser parte del “frente democrático” con Zelaya y los “bolivarianos”.
A partir de Kraft, comenzó otro grito de guerra de las transnacionales contra la clase obrera: “Ahora te despido cuando quiero, te tomo cuando yo quiero, te pago cuanto yo quiero, y trabajás las horas que yo quiero”. Y dijeron “volvemos a Afganistán más fuertes, con 30.000 hombres más.”
Bajo estas condiciones, las disputas interimperialistas no se detienen un instante. Alemania, que había entrado y hecho enormes negocios con el Talibán por el opio para sus laboratorios, construyendo escuelas y caminos, fue puesta en casillas. EE.UU. mandó a sus lacayos chinos a llevarse el cobre para que lo vendan barato a sus transnacionales que fabrican automóviles, electrónica y computadoras, que ahora venden sus productos por millones en China a la nueva clase media y burguesía que surgió en ese país sobre la base de la miseria de millones de esclavos chinos. China es ahora quien financia la construcción de las carreteras, escuelas, etc. Así EE.UU. no pone un solo dólar y es el que se lleva las ganancias.
Mientras las cañoneras apuntan a Yemen, el imperialismo ya comienza a utilizar como en Italia las bandas fascistas para atacar a lo más valeroso de la clase obrera italiana, los inmigrantes de color, que hacen los peores trabajos. Estas hordas fascistas solo se comparan con las guardias blancas que controlan la frontera de EE.UU. con México que asesinan a miles de inmigrantes desesperados por año.
Estas nuevas contraofensivas imperialistas fueron alentadas y se sustentan en el agua que fue tirada al fuego del combate del proletariado por parte de las direcciones traidoras.
Es contra esta pérfida política de quintacolumna en el movimiento obrero que emergieron los procesos de lucha política de masas, sobre los que venimos insistiendo en este documento, que como fenómenos de vanguardia aún, anticipan que el proletariado debe entrar en lucha política de masas, enfrentar el cerco de sus direcciones traidoras y así derrotar a gobiernos y regímenes para conquistar el pan y el trabajo y parar la carestía de la vida.
En la situación aún indefinida, los destellos revolucionarios basados en la espontaneidad de masas mantienen las perspectivas de triunfo del proletariado mundial. Por el contrario, en el accionar de las direcciones traidoras que atan a los explotados a la suerte de los explotadores, se concentran todas las tendencias a las derrotas.
La crisis de dirección se exacerba a grados extremos. Transformar las tendencias de la espontaneidad -que expresan según Lenin lo embrionario de lo consciente-, en una lucha política de masas, significa redoblar las fuerzas para centralizar las filas de los revolucionarios y las fuerzas sanas del movimiento trotskista internacional, para dispersar las filas de la V Internacional y de su quinta columna contra la clase obrera mundial.
Con estas lecciones, bajo estas tareas y estas banderas, marchamos al segundo Congreso de la FLTI.
Esta vez, en esta carrera de velocidad sabemos, como lo discutimos en nuestro primer Congreso, que el reformismo estallará, porque los márgenes de concesiones se han achicado y el capitalismo en crisis empuja a los reformistas a actuar como carneros, rompehuelgas y sirvientes de la contrarrevolución de la burguesía. Es que, quienes hablan en nombre del marxismo revolucionario no pueden impunemente someter a la clase obrera a su verdugo y carnerear abiertamente cada lucha del proletariado sin estallar y romperse los dientes contra las rocas de la lucha de clases.
Es que más y más deben centralizarse las filas del reformismo en una internacional más y más centralizada, porque más y más hay que impedir que se generalicen Tonghua, Lingzou, Perú y los combates de México -como ayer los de Kraft en Argentina u hoy los de la Coca Cola en Sudáfrica-; y porque más y más el sistema capitalista teme a la revolución que las condiciones objetivas de la crisis actual engendran permanente y recurrentemente. Los reformistas no vivirán en paz, ¡y nosotros y las masas no los dejaremos vivir en paz!
En resumen, no fue la inteligencia de los capitalistas y su sistema en bancarrota, ni sus gobiernos o dirigentes políticos “lúcidos” los que han salvado hasta ahora este sistema putrefacto. Los que salvan a este sistema y sus estados en bancarrota del odio y el embate de las masas, son las burocracias y aristocracias obreras y direcciones traidoras del proletariado que un puñado de parásitos imperialistas compran, pagándoles migajas que se caen de las superganancias de los capitalistas obtenidas de la superexplotación del mundo colonial y semi colonial.
Apoyado por la traición de la dirección del proletariado, el sistema capitalista imperialista logra un respiro y prepara nuevos y superiores ataques contra las masas.
El revisionismo en el marxismo le cubre la espalda
Las potencias imperialistas, apoyadas en el G20 y en el FMI, salvaron a los países del este europeo del default y del crac, sometiéndolos al respaldo y al control del FMI bajo la dirección norteamericana que, por ahora, impidió un quebranto generalizado por una deuda impagable que tienen todos estos países por más de un billón de dólares. Desde Lituania y Letonia hasta Ucrania, Hungría, Rumania, Polonia, etc., todos están al borde de la cesación de pagos. Asimismo, todos son maquiladoras alemanas y europeas, ahora también estrangulados por el amo imperialista financiero del planeta (EE.UU.), con una deuda externa y nuevos acuerdos con el FMI, con los que han quedado sometidos con triples cadenas al imperialismo mundial.
Nuestro Congreso de fundación reafirmó que EE.UU. haría sentir su peso de potencia dominante mucho más en el período de crisis que en el período de expansión y auge. Y eso es lo que está pasando. Tanto Europa como Japón, con sus bancos, han quedado atrapados hasta el cuello en la crisis de Wall Street.
Todo el capital financiero europeo fue arrastrado al crac, a la cesación de pagos y a las crisis bancarias. Los estados, emitiendo deuda pública, vaciando las arcas de sus tesoros, han salvado al capital financiero, quedando totalmente endeudados.
La recesión europea ya es crónica y estructural. Como vimos, con el dólar devaluado se provoca en esos países imperialistas una deflación de precios. Las discusiones son dos en la Europa imperialista: cómo y cuánto va a hacer cada potencia para descargar su crisis sobre las masas y sus zonas de influencia. Es decir, quién va a pagar el costo de la ayuda financiera a los bancos arruinados de Londres, Frankfurt, París, Madrid, Holanda, Bélgica, etc.
La crisis de cesación de pagos de Grecia es sobre todo una crisis europea que la pagarán las masas, o bien con inflación, o bien con ataques directos a su nivel de vida y conquistas históricas, como está sucediendo hoy.
En España el proletariado contempla atónito la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo, mientras su capital financiero, bajo el mando de la corona española, sigue haciendo fabulosos negocios y jugosas superganancias en América Latina, en Asia y Medio Oriente.
Reafirmamos que el imperialismo no saldrá de esta, que es “LA CRISIS”, sin guerras, sin fascismo, para hacerle pagar a las masas hasta el último centavo de las pérdidas del capital financiero, y sin que haya potencias imperialistas vencedoras y vencidas. Afirmamos que el mundo ya ha sido conquistado y repartido, como plantean nuestros documentos del congreso, en dos guerras mundiales y en el ’89 con la restauración capitalista en los ex estados obreros, cuestión esta que le aportó sangre fresca al semi cadáver putrefacto del sistema capitalista mundial.
Reafirmamos que el ’89 definió la guerra y su doble carácter al conquistar, para la economía mundo, bajo el mando norteamericano, los nuevos mercados de los ex estados obreros. Pero, no lo pudo hacer exactamente bajo las formas de Yalta, es decir con Alemania y Japón vasallos de EE.UU., con una Francia relativamente independiente y con una Inglaterra asociada a la City de Wall Street. Los nuevos mercados ampliaron el horizonte de las potencias imperialistas vasallas de Yalta y surgió una poderosa Alemania unificada en abierta disputa, junto a Francia, contra EE.UU., por el este europeo, Medio Oriente, América Latina y África. El Japón sometido y ligado a la rama de producción militar norteamericana de Yalta y la generalización de su producción a la rama de producción civil de productos de tecnología, se dislocó de la locomotora norteamericana ya en los ’90. Así quedó con su suerte atada a los negocios del Pacífico, como gran prestamista financiero de las inversiones de las transnacionales en China, y disputándole inclusive a Alemania el primer lugar como exportador de máquinas-herramientas a nivel mundial, junto a la industria automotriz, y trasladando, como lo hizo en el último período, sus empresas de alta tecnología y de bienes de consumo a China. Con ello aumentó su tasa de explotación y de ganancia, para exportar, también desde allí, al mercado norteamericano.
Japón, como resultado de la guerra, ha terminado vasallo y ocupado por EE.UU. para que ni se le ocurra disputar un centímetro no autorizado del Pacífico, en donde circula el 30% del comercio de la economía mundial capitalista, y ello se impuso con dos bombazos atómicos que hicieron desaparecer a dos ciudades enteras de Japón. Aún así, la minoría de la FLTI afirma que justamente en el lugar en donde EE.UU. combatió por el control del mundo, en el Pacífico, puede surgir un imperialismo chino que le dispute el mundo sin que EE.UU. le tire dos bombas nucleares.
Kautzky festeja, se ríe, aplaude a sus epígonos de hoy.
Insistimos, EL MUNDO YA HA SIDO CONQUISTADO, DIVIDIDO Y REDIVIDIDO CON EL RESULTADO DE YALTA Y POTSDAM Y EL RESULTADO DEL ’89. El que plantea que el mundo se puede volver a dividir sin guerras es un vulgar pacifista y charlatán sirviente de los imperialismos “democráticos” que son los que preparan, con Obama a la cabeza, los peores ataques de la contrarrevolución en el mundo.
EE.UU. transformó al mundo en su mercado interno. Con los nuevos mercados abiertos hubo negocios y reparto para todos los imperialistas. Pero también hubo enormes luchas comerciales y disputas interimperialistas en lo que hemos denominado el fin del período de la excepcionalidad de Yalta -con un “superimperialismo” norteamericano rodeado de imperialismos vasallos o secundarios-, y entramos en un período más normal de dominación del imperialismo yanqui como dominante, con el imperialismo francoalemán y japonés disputándole zonas de influencia y ramas o sectores de la economía mundo.
En 1914, Lenin definió que el mundo había sido repartido. Esto significa que las ramas de producción de la economía mundo han sido concentradas y controladas por los trusts y los cártels, y el monopolio y el capital financiero, que son de bandera. Y que para volver a repartirse el mundo, las potencias imperialistas debían hacer guerras, como sucedió con Alemania cuando fue separada y desplazada de sus zonas de influencia y largó la Primer Guerra Mundial.
La teoría marxista del imperialismo afirmaba que las mercancías, por su cualidad -es decir, por qué necesidades humanas satisfacen-, se agrupan y se producen en ramas de producción, que son mundiales y controladas por los monopolios, los trusts y los cártels, tal como las 7 hermanas controlan la rama petrolera, las cerealeras el negocio de los cereales, como sucede con los laboratorios farmacéuticos, con los automóviles, etc. etc., inclusive con la madre de las ramas de producción en la época imperialista que son las fuerzas destructivas para la guerra.
En el congreso de la FLTI afirmábamos que el mundo ya había sido repartido bajo estas condiciones, y que esta crisis era LA CRISIS porque ya no había más lugar en la economía mundo y en las ramas de producción para que entren a disputárselas nuevas potencias imperialistas. Por el contrario, sosteníamos que sobran potencias imperialistas, porque no se sale de la crisis ni se reconstituye la tasa de ganancia, si las ramas de producción de la economía mundo no se concentran aún más en cartels y trusts más poderosos.
Y que las relaciones entre los estados, ante el control de esas ramas de producción por los imperialistas, expresada en cuantas colonias o semi colonias tienen bajo su dominio. Por eso afirmamos que era LA CRISIS, porque sobran potencias imperialistas. Y que el resultado de esta crisis se iba a resolver de acuerdo a qué potencia imperialista perdía zonas de influencia y cuál las ganaba y terminaba de someter con dobles cadenas al mundo semicolonial, comenzando por recolonizar abierta y definitivamente a Rusia y China.
Lenin en su trabajo “El Imperialismo y la escisión del socialismo” escrito en otoño de 1916, sintetiza magníficamente su definición de imperialismo de 1914, y define la nueva época que surgía en la sociedad de clases, denominada “Imperialismo, fase superior del capitalismo”. Ese brillante trabajo es una bofetada a cuanto curandero y charlatán ha aparecido para venderle nuevas fórmulas salvadoras al proletariado. De allí partiremos para discutir contra los revisionistas que no parten de la ciencia marxista, sino de las nuevas modas ideológicas salidas de los cenáculos de la burguesía con las que se inficiona por medio de la aristocracia y burocracia obrera a la clase obrera mundial.
Allí Lenin afirma: “Hay que empezar por definir del modo más completo y más exacto lo que es el imperialismo. El imperialismo es un período histórico peculiar del capitalismo. Tienes tres particularidades: El imperialismo es: 1) Capitalismo monopolista; 2) Capitalismo parasitario o en descomposición; 3) Capitalismo agonizante. La sustitución de la libre concurrencia por el monopolio es el rasgo económico fundamental, la esencia del imperialismo. El monopolio se manifiesta en 5 aspectos principales: 1) Cártels, sindicatos y trusts; la concentración de la producción ha alcanzado el grado que da origen a estas asociaciones monopolistas de capitalistas; 2) Situación monopolista de los grandes bancos: de tres a cinco bancos gigantescos manejan toda la vida económica de América, de Francia y de Alemania; 3) Ocupación de las fuentes de materias primas por los trusts y la oligarquía financiera (el capital financiero es el capital industrial monopolista fundido con el capital bancario); 4) Se ha iniciado el reparto (económico) del mundo entre cartels internacionales. ¡Son ya más de cien los cártels internacionales que dominan todo el mercado mundial y se lo reparten “amigablemente”, mientras la guerra no lo haya redistribuido! La exportación del capital, como fenómeno particularmente característico, a diferencia de la exportación de mercancías bajo el capitalismo no monopolista, guarda estrecha relación con el reparto económico y político territorial del mundo. 5) Ha terminado el reparto territorial del mundo (colonias).”
Afirmamos que Rusia y China entraron desdentadas a la economía mundo. Rusia, con una devaluación brutal del rublo, con una burocracia restauracionista que se robó más de 200.000 millones de dólares, fugándoselos al Citibank y a la banca Morgan, repartiéndose las empresas, apoyados en los cañones del golpe contrarrevolucionario de agosto de 1991 a manos de mafias y bandas de la vieja burocracia restauracionista, llevando a ese país a décadas de atraso, a una edad promedio de vida de 50 años y a guerras y genocidios como los de Chechenia. Mientras en los Balcanes se asentaba la restauración capitalista con masacres como la de Bosnia y bombardeos como los de la OTAN.
Esa Rusia desdentada que perdió Ucrania, Bielorrusia, Letonia, Lituania, Georgia, las ex repúblicas musulmanas donde existe el 40% de las reservas del petróleo, plagadas de bases militares yanquis, con el petróleo y el gas manejado en un 49% de acciones por empresas alemanas, es llamada pomposamente “Rusia imperialista”.
Y a la China, que compra materias primas e insumos de cereales, agroindustria, minerales y bienes intermedios en el mercado mundial y en el mundo semicolonial a las mismas transnacionales norteamericanas, australianas, canadienses, francesas e inglesas que controlan África y América Latina, mientras su mano de obra ha sido utilizada por el capital
financiero internacional para hundir el salario del proletariado mundial como ventaja comparativa, la llaman pomposamente “imperialista”.
Hay que decirle la verdad al proletariado. Si compra, vende, cubre déficit, salva bancos, presta para la producción, compra a cuenta de terceros y administra mano de obra esclava, eso no es capitalismo monopolista, eso no es parasitismo: es trabajo a cuenta, es ser empleado privilegiado del capital financiero internacional.
Afirmamos que el imperialismo salió de su crisis de 1997-2001 (que en forma de espiral arrasaba de Indonesia a EE.UU., Turquía y Argentina con el default del 2001) con un proceso de keynesianismo militar y guerras contrarrevolucionarias. También relocalizando las empresas imperialistas en la economía mundial de acuerdo a las ventajas comparativas para la explotación privilegiada de la fuerza de trabajo, según su cantidad y cualidad, y las ventajas comparativas de las monedas para las exportaciones al mercado mundial. Así 600.000 empresas imperialistas se instalaron en China, y el Sillicon Valley se trasladó a producir a la India con sus empresas de tecnología de punta, aprovechando la cualificación de la fuerza de trabajo. Asimismo la industria textil se instaló en Pakistán y en Vietnam, donde las manos chicas de campesinos y de niños pueden ser utilizadas para la producción a gran escala del tejido fino. La industria automotriz y la armamentística encontraron ventajas de monedas devaluadas para instalarse en el Mercosur, en América Latina.
Por otra parte, ello significa que mientras EE.UU. relocalizaba sus empresas imperialistas, Alemania y la BASF miraban hacia el este, y con la burguesía gran rusa como socia menor, se quedaban con el gas y el petróleo que abastece a la Europa imperialista, y abrían verdaderas maquiladoras y un verdadero patio trasero, en disputa con EE.UU., en el glacis europeo.
Japón, el gran exportador de máquinas-herramientas, prestaba su capital con tasa cero en los noventa, y ahora pasó a prestar, a partir del 2001, a un 2% a las transnacionales que se instalan en China. Sobre todo, su capital se volcó a invertir en un 5-7% cambiando yenes por dólares australianos y para invertir en la bolsa de Shanghai y la especulación de la burbuja inmobiliaria china, controlada por las empresas imperialistas.
Esta combinación de elementos que permitió que el imperialismo salga de una descomunal crisis en el 2001-2003 tuvo un motor central en las contraofensivas militares y las guerras del petróleo que mandaron a Irak y a Afganistán a la Edad Media, que demolieron 3 veces al Líbano y pusieron en verdaderos campamentos de esclavos y ghettos peores que los de Varsovia a las masas palestinas. Todo esto fue acompañado por el accionar de las direcciones traidoras, que impidieron que los procesos revolucionarios de los países semicoloniales se sincronizaran con el proletariado de los países imperialistas, que como en España, comenzaban a pelear contra la participación de sus países en la invasión a Irak.
Es decir, como dicen nuestros documentos fundacionales, China y Rusia no fueron más que sangre fresca inyectadas a las venas escleróticas del capitalismo mundial decadente, tal cual un semi-cadáver o un moribundo recibe sangre y oxígeno, lo que le permitió vivir y expandirse por 4 ó 5 años hasta que en el 2007, con la caída de la bolsa de Shanghai, comenzaran los primeros pre infartos de la crisis económica mundial que hoy aún está en curso.
En el ciclo de expansión del 2003 al 2007, China financiaba los déficits yanquis comprándoles con sus dólares los bonos del tesoro norteamericano por más de un billón de dólares, que permanentemente tiene como riesgo en su banco central. Mientras, EE.UU. se garantizaba con sus guerras el control de la industria petrolera y alrededor de las guerras el desarrollo de la industria de la construcción; creando aquí y allá burbujas inmobiliarias, como las que vimos estallar en el 2008 en EE.UU, luego en Dubai en el 2009 y como la que ahora amenaza a Shangai, atrayendo tal cual aspiradora la mayoría de los capitales del mundo, inclusive europeo y japonés. Estos últimos fueron todos agarrados en la estampida financiera de Freddy Mac, Fanny Mae y las malditas manzanas de la oligarquía financiera de Wall Street. Los súperbancos se gastaron a cuenta valores por 90 billones de dólares que aún no han sido producidos por el trabajo humano. En el 2007 petroleras como la Exxon ganaron, con la guerra de los republicratas, con especulación y emisión de títulos a futuro, 140 mil millones de dólares de ganancia bruta. Una sola empresa imperialista que disputa la rama petrolera mundial.
Parece mentira que haya tanta gente empeñada en ocultar las súperganancias de las empresas de sus potencias imperialistas, gente que nos quiere hacer creer que China, con inversiones directas en el extranjero por 20 mil millones de dólares, ya habría conquistado un capital financiero y que lo estaría exportando. Una ridiculez. Un vuelto de las transnacionales. Una tendencia contrarrestante de las transnacionales para conseguir y producir, con fondos del estado chino, materias primas baratas para su producción en ese país.
Lenin y la III Internacional planteaban que el factor económico más importante era la guerra. Así vimos a EE.UU. en la crisis de 1948 actuar en la guerra de Corea, en la crisis del 65-66 en Vietnam, en el 82-87 impulsar la guerra de las galaxias, y en la crisis del 2000-2001 en Irak y Afganistán. Le Monde Diplomatique de septiembre de 2009 se preguntaba: “¿Y cuál será la guerra que saldrá como producto de la crisis del 2007-2009?”, y se responde: “por ahora una nueva vuelta de tuerca en Afganistán”.
Es que el imperialismo es eso: parasitismo y guerra para salvar a los parásitos que viven de cortar cupones sin trabajar y que, con sus cártels y trusts, controlan las ramas de la economía mundial.
El presupuesto militar de EE.UU. solamente para mantener a su ejército subsistiendo, sin guerras, es decir para mantener todos sus comandos en operaciones en el mundo, se eleva a 700 mil millones de dólares. Esto es el equivalente a lo que puso el gobierno norteamericano para salvar a los parásitos de Wall Street.
El imperialismo yanqui vive de un complejo militar industrial que gasta el equivalente a lo que valen las petroleras Exxon y Petrochina, más Microsoft juntas. Por ello EE.UU., esa nueva Roma imperial, que devino de la traición y estrangulamiento a la revolución proletaria por el stalinismo a la salida de la Segunda Guerra Mundial, es un monstruo que ha construido la principal súperempresa del mundo con su aparato industrial militar. Sin contar las 30 principales universidades norteamericanas, que tienen a ese complejo industrial militar como un cliente clave para el desarrollo de la ciencia y la tecnología PARA LA GUERRA.
Esto es capital financiero, parasitario. Este se organizó para la guerra y en los grandes fondos de inversión alrededor de los súperbancos de Wall Street. Esa verdadera oligarquía financiera mundial que por cada dólar de respaldo palanqueaba 50 ó 60 veces ese valor sin respaldo en su patrimonio, es decir, en especulación, en compras de valores de commodities a futuro, para hacer subir ficticiamente el valor de las empresas cerealeras que controlan la economía mundial en los granos y la ganadería, para hacer subir ficticiamente el valor del petróleo con sus guerras. De la misma manera, luego, giraron sobre sí mismas con hipotecas sobre hipotecas, haciendo estallar las burbujas inmobiliarias.
¡Eso es imperialismo!, como dice Lenin, ¡PARASITISMO!… “De 3 a 5 bancos manejan toda la vida económica de América, Francia y Alemania”. Gran definición. Un puñado de súperbancos -que están por encima de todos los bancos comerciales del mundo- de fondos de inversión que están en 4 manzanas de Wall Street, plagadas de parásitos, comiéndose beneficios que no estaban sustentados por ninguna mercancía producida por el trabajo humano, demostraron en su bancarrota controlar en sus manos 400 billones de dólares del comercio mundial y tener bajo su resguardo el 37% del paquete accionario inclusive de todos los bancos imperialistas de Inglaterra, Alemania, Francia y Japón.
El revisionismo, con el cuento de la “China imperialista”, quiere volver a ocultar lo que el crac mundial develó: las súperganancias y el parasitismo de la oligarquía financiera mundial
Vamos a hablar de números concretos, ya que hoy en día está tan en boga el revisionismo de los loros parlanchines de la City de Wall Street y de Londres. Quieren esconder la mugre pestilente y las enormes súperganancias del capital financiero internacional, mientras todos los días le quieren hacer creer a la clase obrera del mundo que no hay dinero para salarios, para vivienda ni para educación. Quieren desviar la atención de que son esos súperbancos los que le han robado el salario, el trabajo, la dignidad y la vida a miles de millones de explotados del mundo, y que son los que deben morir para que la clase obrera y la sociedad humana viva.
La labor del revisionismo es impedir que el proletariado recuerde y grabe con letras de fuego esas cifras multimillonarias concentradas en tan pocas manos. Deben impedir que el proletariado se entere que de esa mesa se caen las migajas con las que se les paga a las aristocracias y burocracias obreras de todo el mundo para actuar como guardiacárceles del proletariado mundial.
Los 20 mil millones de dólares de inversiones extranjeras directas que ha hecho China -que nuestra minoría de la FLTI, de forma vergonzosa, utiliza como argumento para demostrar que China “exporta capital financiero”- no son más que un vuelto que no llega ni al 10% de la súperplusvalia arrancada al proletariado chino. Es que a la gran mayoría de esta se la llevan, como en cualquier país semicolonial, las grandes transnacionales que están en China; la burguesía de los mandarines chinos solo se lleva una porción menor, por sus servicios de guardiacárceles y asesinos de la clase obrera y los explotados.
Quieren ocultar que los bolivarianos, las burguesías musulmanas y las burguesías del “socialismo de mercado” de Hu Jintao, junto a otras inmundicias esclavistas, no son más que socios menores de los banqueros de Wall Street, Frankfurt y París en el reparto de los negocios imperialistas.
El revisionismo de hoy quiere volver a tapar, a cubrir y sellar bajo 7 llaves, las 4 manzanas de Wall Street, para que el proletariado mundial olvide que 8.000 fondos buitres y parasitarios de inversión palanquean y controlan 400 billones de dólares del comercio mundial, y que constituyen, como dice Lenin, una oligarquía de súperbancos que controlan el planeta y los designios del mundo. Mientras que los bancos comerciales más grandes del mundo con sucursales abiertas en todos los países-donde se encuentran los bancos chinos, ingleses, norteamericanos, japoneses, franceses- no capitalizan más que 2 billones de dólares.
“China y Rusia son imperialistas” chillan. Los revisionistas deben volver a ponerle el manto y el velo a ese puñado de parásitos que viven de cortar cupones en los países imperialistas sobre la base del saqueo del mundo semi colonial, y ocultar que son ellos los que manejan el 80% de las finanzas y súperganancias del planeta. Quieren ocultarle a la clase obrera que los millones de dólares y la riqueza que le extrajeron están en manos de un puñado de parásitos a los que hay que derrotar con la revolución proletaria, porque sobra para salario para todos, vivienda para todos, reducción de la jornada laboral para todos, y mucho más que eso ¡sí, para toda la clase obrera del planeta!
Como lo reconoce el Foreign Affairs, los fondos de inversiones palanquearon más de 90 billones de dólares sin respaldo, es decir que no tienen ninguna contrapartida en valor real creado por el trabajo humano. Eso significa que el capitalismo se ha comido lo que aún no ha producido. Allí donde no haya una mercancía creada por trabajo humano, no hay Dios ni Rockefeller que cree el valor.
Estamos hablando de 400 billones de dólares de operaciones cruzadas entre esta superoligarquía de bancos esencialmente norteamericanos con sus socios, la City de Londres, en donde el imperialismo japonés y alemán apostaron el todo por el todo desde el 2001. Y fueron arrastrados todos juntos a este 89, esta vez del imperialismo, que estalló en Wall Street.
Este es el súper capital financiero. Esto es el imperialismo, al que Lenin definía resumidamente como “un puñado de parásitos que viven del recorte del cupón sobre la base de millones de esclavos del mundo semicolonial”.
Lenin afirmaba en su trabajo “El imperialismo, fase superior del capitalismo”: “Es propio del capitalismo en general el separar la propiedad del capital y la aplicación de este a la producción, al separar al rentista que vive solo de los ingresos del capital monetario y al patrono y a todas las personas que participan directamente en la gestión del capital”.
Y luego continúa: “El imperialismo, dominio del capital financiero, es el capitalismo en su grado más alto, en el que esta separación adquiere proporciones inmensas. El predominio del capital financiero sobre todas las demás formas de capital implica el predominio del rentista y de la oligarquía financiera, la situación destacada de unos cuantos estados, dotados de potencia financiera, entre todos los demás. El volumen de este proceso nos lo dan a conocer los datos estadísticos de las emisiones de toda clase de valores.”
Esto es lo que hacemos nosotros en este trabajo: demostrar que las “inversiones directas” de China, o de la India que está por alcanzarla, no son más que un quinto o mucho menos de las superganancias extraídas a las semicolonias por parte del gran capital financiero.
Los mandarines chinos van a comprarle a las transnacionales commodities y minerales al mundo semicolonial y no se separan del proceso de producción y gestión del capital, a diferencia de los 6 millones de parásitos de Wall Street (que viven de cortar cupones de 400 billones de dólares), que nadie conoce quienes son. Lo de los mandarines chinos por lo tanto no es imperialismo, no es separación del parásito imperialista de la gestión del capital, sino que es ser un agente, empleado y gestor del capital de la oligarquía financiera mundial. Eso es ser socio menor, como cualquier burguesía nativa que manipula y maneja el capital comercial industrial o bancario, a cuenta del capital financiero internacional, como demostraremos luego. Estamos frente a capataces de hacienda, como son los mandarines chinos.
Y justamente el rol de las direcciones traidoras es ocultarle esta verdad al proletariado mundial. Porque qué obrero puede aceptar una reducción salarial, no tener trabajo, la expulsión de un inmigrante, o el despido de un compañero si su dirección le dice que en 4 manzanas de Wall Street y la City de Londres se manejan 400 billones de dólares anuales del comercio mundial, de los cuales 90 billones se los comieron un puñado de parásitos que no producen y que viven de cortar cupones. Es decir´, que estos parásitos se gastaron y se comieron ocho veces lo que produce EEUU en un año.
¡Hay que decirles la verdad a los obreros chinos! ¡Hay que derrocar a los capataces del partido contrarrevolucionario agente del Citibank, la banca Morgan, la Renault, el Bundesbank, de la V República francesa y del sanguinario imperialismo japonés!
¡Basta de esconderles la súperganancia a los capitalistas! ¡Digamos la verdad! ¡Las inversiones directas de los mandarines chinos y los cipayos de la India son apenas vueltos de las transnacionales, es decir una porción menor que ellos se quedan de la plusvalía extraída de la brutal superexplotación de la clase obrera china e india!
En el 98 cuando rompíamos el PTS, esos kautzkistas decían, después de 10 años de restauración capitalista en la URSS, que no había capitalismo en Rusia porque este no funcionaba normalmente ya que había muchas mafias que fugaban capitales al exterior. Los trotskistas les decíamos que precisamente eso es el capitalismo: bandas, pandillas y mafias.
Si el capitalismo en su surgimiento hizo la acumulación inicial del capital con el pirata Morgan y las cruzadas, el imperialismo en su fase decadente mantiene sus súperganancias con guerras, a los cañonazos, destruyendo; con mafias, bandas y pandillas que saquean el mundo.
Esta tesis del imperialismo es la que vamos a defender. El imperialismo es parasitismo, control de las zonas de influencia y bases militares. Porque solo así se sostienen el monopolio y el trust que controlan la economía mundial. Y, como decía Lenin, el imperialismo es esencialmente escisión del socialismo, es decir, que le paga a la aristocracia obrera para que oculte ante el proletariado internacional las ganancias y superganancias que tiene el imperialismo.
En cada momento de las ondas expansivas del crac mundial, la economía capitalista buscó tendencias contrarrestantes que profundizaron el revisionismo en el marxismo
Para los trotskistas, la ley de causalidad histórica decisiva, determinante, y en última instancia por lo cual se sostiene el capitalismo, no reside en los factores objetivos sino en los subjetivos, es decir en la crisis de dirección del proletariado. Por ello afirmamos que el capitalismo no se caerá solo. Si el proletariado no lo derroca con una revolución proletaria a nivel mundial, se sobrevivirá con más barbarie y guerras.
Cuando el ciclo de expansión del 2001-2003 creaba la imagen de que se iba a un ciclo expansivo de un mundo “multipolar” -con un polo de desarrollo en el Mercosur con Brasil a la cabeza, otro en China y Asia, otro en Rusia y otro en EE.UU.-, la izquierda impresionista revisionista mundial, tal cual loros parlanchines y agoreros de la bonanza del capital financiero, le decía al proletariado mundial que lo que se aproximaba era un ciclo de expansión de 50 años, superior inclusive a la expansión capitalista de 1880 a 1914 que llevara a la sobresaturación de capitales en los países capitalistas avanzados y al surgimiento del imperialismo.
La crisis de dirección no es más que la sobreabundancia de direcciones traidoras, y su accionar es siempre precedido por el veneno de la revisión del marxismo que prepara sus traiciones.
A diferencia del siglo XX, esta vez el revisionismo no surgía ni de la socialdemocracia ni del stalinismo, sino de las filas de la IV Internacional, que terminó de ponerla de rodillas ante la burguesía y engendrando el peor de los revisionismos.
Ya a partir del ´89, cuando caían las estatuas de Lenin, estos sirvientes y voceros del capital le echaban la culpa de la catástrofe de la pérdida de los ex estados obreros, de las masacres como en los Balcanes, de los genocidios como en Bosnia, Armenia, y de la masacre en la plaza de Tiananmen, al programa del trotskismo y a la teoría del bolchevismo; después de que ellos habían sido sirvientes del stalinismo en occidente y cómplices de todas sus traiciones desde la salida misma de la Segunda Guerra Mundial.
Los renegados del marxismo, en todas sus horneadas, se preparaban para un ciclo amplio de expansión, mientras enterraban la revolución argentina, palestina, boliviana, las guerras nacionales como en Palestina y en el Líbano, y sometían a la clase obrera a las burguesías “democráticas, progresistas, bolivarianas y musulmanas”.
Estas direcciones que sometían al proletariado a la burguesía eran las mismas que preanunciaban- para justificar sus traiciones- que el capitalismo iba a progresar y que se le podían arrancar conquistas en un “mundo multipolar”. Y estos desfachatados lo decían en el 2003, cuando se masacraba en Mazar-i-Shariff y se mandaba a Afganistán a la Edad Media.
Se rompieron los dientes contra la cruda realidad de la vida, cuando el crac golpeaba China, hundía Australia, y tal cual pre-infartos golpeaba de nuevo al capital financiero japonés. LA CRISIS y la catástrofe mundial comenzó nuevamente como crisis asiática igual que en 1997-2001; se concentraba la mayor especulación financiera parasitaria del capital que ya comenzaba a retirar sus capitales de China por la caída de la tasa de ganancia y buscaba instalarse en India, Vietnam y Centroamérica, con nuevas maquiladoras que mantuvieran hundido el valor de la fuerza de trabajo a nivel mundial.
Y cuando estallaban estos primeros infartos de la crisis económica mundial, los charlatanes decían: “la crisis no llegó a la economía real, son meras crisis de la bolsa”. Ellos no eran obreros chinos, japoneses, australianos, norteamericanos o europeos que comenzaban a perder sus puestos de trabajo, a los que les aumentaban la pasta y sufrían la carestía de la vida como en Italia, y les empeoraban sus condiciones de trabajo.
¿Ven? -nos decían- el capitalismo mantiene todo su vigor, toda su potencialidad. Y entusiasmados repetían: “es una crisis cíclica más”.
El petróleo estaba a 140 dólares. Los cereales, como la soja, estaban en su nivel histórico más alto. Así encubrían que grandes masas de capitales salían del proceso productivo y especulaban con el precio de los commodities y sus valores a futuro.
El revisionismo en el marxismo quería mantener sus posiciones ideológicas en el campo de batalla, pero estas eran barridas como un castillo de arena por la marea cuando sube. Caía la bolsa de Wall Street, se hundían los superbancos y lo que quedaba ante los ojos de las masas era que el rey estaba desnudo y que realmente estábamos frente a LA CRISIS económica mundial; que el capital financiero se había gastado lo que el trabajo humano aún no había producido, por un valor de 90 billones de dólares. Estos fueron subvencionados por los estados para impedir la quiebra generalizada del capital financiero de las potencias imperialistas, profundizando el saqueo del mundo semicolonial; y a su vez con emisión de títulos de deuda de esos estados. Hoy, se preparan nuevos defaults, nuevas quiebras, nuevas cesaciones de pagos, como en Grecia, como en Dubai, como ayer lo hicieran en los países del Glacis, y que hoy amenazan con golpear a Italia, España y Portugal, como la marea que sube y ya arremete contra las defensas más débiles que son las potencias imperialistas menores; potencias que también son las que deberán pagar la crisis de las potencias imperialistas que pelean por ser las vencedoras en la crisis actual.
EE.UU., contra lo que dicen los imbéciles de siempre sobre su decadencia, lejos de perder hegemonía, en medio de su crisis no ha hecho más que atraer, como potencia dominante, la mayor cantidad de capitales del mundo para cubrir su déficit de la balanza comercial, de su tesoro, de su reserva federal, de su gasto público. Como en un juego de mesa, todos ponen. 14 billones de dólares ingresaron a EE.UU. en el momento de la crisis más grave de su historia. Es que, como dice Trotsky, la potencia dominante hace valer más su poderío en el ciclo de crisis que en el ciclo de expansión y crecimiento.
Los revisionistas, que han roto con el marxismo, no han comprendido ni comprenden que el poderío de una potencia imperialista está determinado por las zonas de influencia que controla y por la productividad del trabajo que ha conquistado; es decir, por esa tendencia histórica de la civilización humana y de los distintos modos de producción que esta generó, de arrancar a la naturaleza en menos tiempo la mayor cantidad de productos necesarios para la satisfacción de las necesidades humanas.
Esa tendencia a aumentar la tecnología, la cualidad de la maquinaria, a mejorar la utilización de la fuerza de trabajo en el proceso productivo y su cualificación; esa tendencia a sacar en cualquier lugar del mundo la producción, aprovechando las ventajas comparativas de las fuentes de materias primas, de la situación de la moneda devaluada para la exportación; esa capacidad de producir y trasladar la mercancía “justo a tiempo”, es lo que constituye lo que el marxismo ha denominado productividad del trabajo.
Por eso, las potencias imperialistas dominantes son las que tienen las cañoneras más poderosas, los ejércitos más fuertes y la más alta productividad del trabajo.
Marx definió distintas leyes que rigen la economía burguesa. Las estudió y las definió para explicar porqué un sistema tan anárquico, en el que millones de productores van al mercado a comprar o vender sus productos, funciona de manera tan aparentemente sincronizada.
Estudió la mercancía, y con ella la ley del valor que regula todas las transacciones de la economía capitalista, cuya contradicción fundamental se encuentra en el proceso de producción.
Como consecuencia de ello, Marx definió la lucha incesante por aumentar la productividad del trabajo, que guía todo el accionar del capitalismo, como así también de todos los modos de producción precedentes.
Por ello, en sus informes en los congresos de la III Internacional, Trotsky definía “que la ley de la productividad del trabajo es tan importante para la sociedad humana como la de la gravitación para la mecánica”.
Trotsky afirmaba, junto con la III Internacional, que la lucha por la productividad del trabajo en el siglo XIX tomó principalmente la forma de la libre competencia y que mantuvo un equilibrio dinámico en la época reformista del capitalismo, a través de las crisis cíclicas por agotamiento de maquinaria.
Pero justamente esa competencia condujo a una monstruosa concentración a fin del ciclo expansivo de 1880-1914 con la emergencia de los trusts y las corporaciones que pasaron a controlar y planificar la economía mundo y sus ramas de producción, que quedaron bajo el control del parasitismo del capital financiero.
Para Trotsky y el marxismo, el capitalismo de la libre competencia llegaba a su fin: el mundo ya había sido repartido y se volvía a repartir mediante guerras de los cártels, trusts y monopolios.
Se acabó la época de la libre competencia que permitía nuevos procesos de concentración del capital, señores reformistas y revisionistas. Estamos en la época del control de las ramas de producción y las zonas de influencia en el mundo por parte del monopolio y el trust, y de sus cañoneras.
Nos quieren hacer creer a los marxistas que volvimos a la época reformista de la libre competencia entre los monopolios estatales chinos y las empresas imperialistas que controlan las ramas de producción y las zonas de influencia a los tiros limpios. Al decir de Trotsky, ya ha llegado a su fin la época del liberalismo económico en la fase de agonía del capital y ya hace rato que la libre competencia “es una gallina que empolló no un pollito, sino un cocodrilo”, y como él afirmaba, “no hay que asombrarse que esta no pueda manejar a su cría”.
Estamos frente a corrientes revisionistas, ya sea en sus variantes catastrofistas o pacifistas, a quienes denunciamos por pintar un avance progresivo en el modo de producción capitalista en el planeta, y la permanencia aún del libre cambismo, de la libre competencia y el desarrollo de las fuerzas productivas. Y las denunciamos por querer pintarnos un modo de producción al que aún le falta agotar su potencialidad en la historia, cuando en realidad estamos presenciando sus peores crisis, guerras y catástrofes.
El imperialismo es la destrucción permanente de fuerzas productivas, y el aumento de la productividad del trabajo está ligado al desarrollo de fuerzas destructivas.
EE.UU., que impuso la línea de producción fordista, que demostró superar con creces la línea de producción inglesa o alemana, se impuso como potencia imperialista dominante a la salida de la Segunda Guerra Mundial, mientras que Inglaterra había surgido a fines del siglo XIX y principios del siglo XX como potencia dominante porque con su armada manejaba el comercio mundial a los bombazos limpios.
EE.UU. entrará en decadencia si es la potencia derrotada y vencida en la crisis mundial. Pero hasta ahora es la triunfadora; es la que le está tirando su crisis a todo el mundo, como lo demuestra el nuevo y terrible endeudamiento de los estados imperialistas europeos. La particularidad de EE.UU. como potencia dominante, por la que han ido 14 billones de dólares a salvarlo desde que comenzara su crisis histórica, es que allí es donde están las fuerzas destructivas más poderosas del planeta, sobre las que se podrá reconstituir la tasa de ganancia basada en la guerra y la destrucción. El capital sabe esto y no es sonso. Es cobarde, pero no es sonso.
Esto es lo que explica la enorme afluencia de capitales a EE.UU., la altísima productividad del trabajo de sus 30 universidades produciendo alta tecnología para los monopolios y los trusts proveedores del estado norteamericano, que luego pueden generalizar su producción a ramas de producción civiles, a costo cero, financiado por el estado norteamericano.
Por ello, a diferencia del resto de las potencias imperialistas, en la crisis en EE.UU., lejos de retroceder, aumenta la productividad del trabajo.
Según los datos del Foreign Affairs, la productividad de la industria aumentó en EE.UU. un 13,4% en el tercer trimestre del año. El PBI industrial creció un 5,2 % en ese período y la productividad tuvo un auge del 8,1%, el mayor incremento desde el tercer trimestre del 2003. En EE.UU. aumenta la productividad en las fases recesivas. En el cuarto trimestre del 2008, el PBI cayó un 6,6% y la productividad aumentó un 3,2%. Y cuando la economía se recupera, sigue aumentando. En el tercer trimestre del 2009 el PBI industrial aumentó un 2,8% y la productividad un 8,1%.
Por eso, EE.UU. es la potencia dominante. Su productividad del trabajo aumenta en los ciclos de ascenso y de retroceso. Y ello es porque maneja la mayor concentración de fuerzas destructivas y de capital financiero del mundo.
Da risa, y a veces lástima, escuchar a los charlatanes que hablan de la “China imperialista” cuando uno ve a los Hu Jintao y demás sirvientes del capital financiero imperialista suplicar en la cumbre “contra el efecto invernadero” nuevas tecnologías “no contaminantes”, que solo las tiene EE.UU., la Shell y el Pentágono, para transformar ahora la limpieza del planeta en el negocio más grande de las transnacionales, como ayer fuera su destrucción, como lo volverá a ser en la guerra.
Una primera conclusión de estos datos, según pronostica el estado mayor imperialista, es que la productividad post crisis de EE.UU. es de un 10% a un 15% superior a la de la Unión Europea y Japón. Ello puede hacer producir a EE.UU. en la rama de producción que a él le interese de forma más barata, con menor costo, y quedándose con la plusvalía del resto de las burguesías en el mercado mundial, incluyendo a China, porque en última instancia el mundo es su mercado interno.
Esta es la tendencia que anida en las perspectivas de salida de la crisis de este sistema putrefacto con la creación de una nueva división mundial del trabajo. Con un EE.UU. exportador, cuyo dólar devaluado, arrojando inflación mundial, le permite inclusive copar ramas de producción de otras potencias imperialistas y disputárselas en toda la economía mundo.
Por ello, ese nuevo Kuomintang chino de burgueses esclavistas y asesinos de obreros, entregadores de la nación china, asociados a EE.UU. y al imperialismo mundial, han afirmado que ellos solo pueden ser el segundo hermano de EE.UU. y del resto de las potencias imperialistas. Es decir, no el primogénito sino el encargado de cuidar a la viuda si este se muere.
Así están las cosas en este planeta: en bancarrota, debido al sistema imperialista mundial y a la traición de la dirección del proletariado que le impide derribar al capitalismo en el momento en que este está en una fase de agonía mortal.
Así EE.UU., devaluando su moneda, devuelve los servicios prestados con inflación a la economía mundial, mejora sus ventajas comparativas para la exportación y provoca deflación de precios en Europa. De esta manera, impone gradualmente e intenta reconstituir una nueva división mundial del trabajo, que le permita recomponer su tasa de ganancia, exportando para nichos del mercado mundial, transformando a China no solo en su exportadora y en la maquiladora de sus empresas imperialistas sino también ahora en importadora de materias primas, patentes y minerales, que las mismas potencias imperialistas, y sobre todo EE.UU., producen a nivel mundial y en China.
Capitulo III
La FLTI en pie de guerra contra el revisionismo en el marxismo que intenta justificar la traición a la revolución proletaria mundial y las ofensivas contrarevolucionarias del imperialismo
China y la India: ¿El engaño de las cacatúas del imperialismo sobre la nueva locomotora de la economía mundo? ¿O tan solo una tendencia contrarestante en el medio del marasmo de la economía mundial?
El imperialismo yanqui se viste de Obama y los oportunistas del marxismo devenidos en empirocriticistas se visten de dialécticos.
En la izquierda anglosajona, influenciada por la obamamanía, se da una particularidad. Esta izquierda, asustada por la crisis del capital financiero, más bien compungida y conmovida por la misma, le quiere hacer creer al proletariado mundial que el mundo no está repartido y mucho menos que el nuevo reparto será a los tiros (al decir de Lenin y la III Internacional). Quiere hacerle creer al proletariado mundial que en los intersticios de la economía mundo ha surgido –como el conejo de la galera de un mago o de las alquimias del mago Merlín– una China imperialista que es capaz, en su expansión, de disputarle a EE.UU. todas sus zonas de influencia a nivel mundial.
Algunos son cuidadosos. Así, el SWP de Inglaterra, plantea solapadamente, en referencia a las zonas de influencia de EE.UU, que China “por lo menos en América Latina, se las empezó a disputar”. En cambio otros, como Workers Power, Socialist Fight y demás “alas izquierda” de los partidos “anticapitalistas” angloyanquis ya han comenzado a plantear de forma descarada que China irrumpió en la economía mundo tal como lo hiciera Alemania en 1914 disputándole el mundo a Inglaterra, o como EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial quedándose con el mundo para sí. Pero según todos estos revisionistas, China no lo haría a los tiros, sino de forma pacífica. Según estos charlatanes, China estaría adueñándose de manera pacífica de todas las ramas de producción de la economía mundial y de todas las zonas de influencia. “¿Y Japón, Francia, Alemania?: Resignados imperialismos de segunda”.
Tal cual profesores apocalípticos, con su dedo parado, ya han sentenciado que un nuevo imperialismo protagoniza todas las disputas interimperialistas del mundo y que es el responsable del hundimiento del salario y de la pérdida de puestos de trabajo de la clase obrera de los países imperialistas, sobre todo de EE.UU.
Estamos frente a un nuevo revisionismo como el que en el 2003 y 2005 preanunciaba un mundo multipolar con un ciclo de expansión de 50 años.
Se trata de un revisionismo kautskista que habla del surgimiento de un imperialismo sin guerras, al que el marxismo revolucionario combatió y derrotó en el terreno de la teoría y el programa ya en 1916. Escribía Lenín en “El imperialismo y la escisión del socialismo”: “Con sus mentiras dulzonas, Kautsky hace pasar de contrabando la idea pacifista-burguesa y oportunista pequeñoburguesa de que ´no hay por qué hacer la guerra´. Por el contrario, los capitalistas no solo tienen ahora por qué hacer la guerra, sino que no pueden dejar de hacerla si quieren conservar el capitalismo…”. Y un siglo más tarde, estos kautskistas trasnochados presentan a un sistema imperialista mundial de señores y caballeros que se reparten el mundo y sus negocios amigablemente, tal cual sociedades de beneficencia.
Es una visión antimarxista, podridamente pacifista, que envenena la conciencia de los obreros y que justifica la más grande expoliación y atraso de la nación china por parte del HSBC, de EE.UU. e inclusive de Japón y Europa. Este nuevo revisionismo, como tal, ha penetrado y penetra en el movimiento marxista internacional, sobre todo en los países anglosajones, ya que es allí donde el capital financiero necesita crear y recrear un demonio llamado “imperialismo chino” para que la clase obrera acompañe a la burguesía imperialista de Wall Street y la City de Londres en sus nuevas aventuras militares en el mundo, y al mismo tiempo para que el odio de las masas no se dirija a sus propios gobiernos, ni a Obama ni a Brown, sino al “demonio chino”.
Al interior de la FLTI –como ya dijimos en capítulos anteriores– ha surgido una pequeña minoría compuesta por los grupos influenciados por las corrientes de la izquierda anglosajona –como Workers Power y la vieja LRCI inglesa–, de la cual provenían antes de la fusión con nosotros.
Ya hemos visto a esta minoría, tal cual un saltamontes, saltar de aquí para allá en una evolución coperniqueana de sus posiciones, que cambian permanentemente sin decir que las cambian y corrigen, con un método totalmente pequeñoburgués y charquero, poco serio y abiertamente confusionista. Se trata de un típico método mandelista de discusión. Y no es que seamos abusivos en nuestra adjetivación, porque la verdad es que dan ganas de decir “que la minoría se ponga de acuerdo con la minoría, y discuta con ella misma y sus documentos”.
A estas contradicciones alevosas, de charlatanes que no fijan un objeto claro de discusión sobre el que todo obrero se pueda pronunciar, las llaman “dialéctica”.
En el Congreso de julio afirmaban que la discusión sobre China era una discusión teórica sobre si esta podía llegar a ser imperialista o no. En noviembre, afirmaron en un extenso documento que ya China era imperialista con fuertes rasgos de semicolonia, y que si EE.UU. la invadía o atacaba su territorio, la iban a defender. Luego –como todo revisionista que revisa el programa y el marxismo buscando que los revolucionarios y los obreros concientes no se den cuenta de lo que están haciendo– comenzaron a plantear una nueva posición en discusiones sobre África, Bolivia y Honduras: China ya le disputaba el mundo y todas las zonas de influencia a EE.UU. Y cuando se enterraban con topadoras unos 350.000 cadáveres en Haití (y desde EE.UU. guardaban un vergonzoso silencio), salieron a anunciar la inminente guerra interimperialista entre EE.UU. y China, y su política antidefensista de ambos bandos, impactados como estaban por el choque de Obama con Hu Jintao por la cuestión de Taiwan. Estos son los hechos. Así actúan los prestigistas pequeñoburgueses cuando un obrero les plantea “en este punto están equivocados”. Ellos le contestan “pero si en otro lugar decimos otra cosa, y en otro lugar, otra cosa”. Es que tienen para todos los gustos, como en una tienda de oportunidades. Todos argumentos o posiciones para confundir a la clase obrera y revisar al marxismo.
Muchos obreros se preguntan por qué dedicamos semejante documento y horas y días de nuestro tiempo a semejante discusión con gente tan poco seria. Y nosotros queremos decirle la verdad a los obreros avanzados del mundo: el revisionismo encubre luego los programas y la estrategia del reformismo para estrangular los combates del proletariado. Forma los cuadros y los partidos para traicionar.
Por la tardanza de la revolución proletaria como consecuencia de la traición de la dirección del proletariado, hoy los tiempos nos aproximan no a la guerra interimperialista por ahora, sino a momentos en que se está por definir y se definirá qué potencias imperialistas terminan de recolonizar los ex estados obreros y con qué dobles cadenas se somete a esos países y a su clase obrera, quizás la más explotada del mundo junto a los obreros de África, de Medio Oriente y de América Latina.
¿Qué se esconde en esta pelea contra el revisionismo y los charlatanes sirvientes de su propio imperialismo? Que ellos, con su revisionismo, preparan las más grandes derrotas de los combates físicos, cuerpo a cuerpo, del proletariado internacional contra el enemigo de clase, tal como lo hiciera la socialdemocracia antes de 1914 contra el marxismo, o como lo hiciera el stalinismo con su teoría del “socialismo en un solo país”, para luego expandir su política de frentes populares y estrangular las revoluciones francesa, española, portuguesa, etc.
Afirmamos que se están preparando nuevas guerras de ocupación contrarrevolucionarias, donde Irak y Afganistán harán empalidecer a cualquier pacifista. Rusia y China están en la mira del imperialismo yanqui, europeo y mundial. Los parásitos capitalistas buscan que los gobiernos y regímenes contrarrevolucionarios terminen de hacer todo el trabajo sucio de aplastar al proletariado y de someter a la nación oprimida, para luego ser ellos quienes se queden con todo el botín, sin repartir nada.
Lo mismo sucede con los pactos contrarrevolucionarios y la pérfida política del frente popular. Con esto se tira agua al fuego de la revolución boliviana, al combate de las masas palestinas y centroamericanas, a la resistencia iraquí y afgana, para que luego venga el imperialismo a dar zarpazos contrarrevolucionarios.
Los partidos y cuadros que traicionaron esos combates en nombre de la clase obrera fueron formados por el revisionismo del 89, por los que dijeron que en el 2003 se abría un período de expansión capitalista de 50 años, y que “había que producir, porque el capitalismo después iba a repartir la riqueza”.
Todos ellos ya están agrupados, como limones exprimidos, en la V Internacional. Ahora los cazabobos vienen por nosotros, por los trotskistas irreductibles, para que nos arrodillemos ante la obamamania y sus próximas ofensivas contrarrevolucionarias.
No contarán con nuestros buenos oficios que están y estarán tan sóolo al servicio de los intereses históricos del proletariado internacional.
Nuestra minoría está constituida por una corriente con la cual venimos combatiendo, como el CWG de Nueva Zelanda, y por el HWRS que hemos conocido recientemente. Ambos vienen del cliffismo o de sus sucesivos estallidos, como Workers Power de Inglaterra, etc.
Muchas veces la insuficiente delimitación de los marxistas con las corrientes de las cuales provienen los lleva nuevamente, cuando recrudecen las presiones de las aristocracias y burocracias obreras sobre el proletariado mundial, a sus posiciones de partida. Esta no va a ser la primera, ni la última vez.
Surgió entonces al interior de nuestra FLTI una minoría cuya única tarea militante en los últimos 6 meses ha sido elaborar sus documentos sobre “China imperialista”. Estos documentos han sido traducidos y publicados para toda la FLTI en su momento.
Próximamente serán puestos a debate ante los ojos de todo el proletariado internacional, puesto que haber transformado la cuestión china en una cuestión programática central de su combate internacional, los lleva inevitablemente a desconocer todos los documentos fundacionales de nuestra fracción, convirtiéndose en una corriente liquidacionista de la FLTI y, por ahora en el terreno de la revisión antimarxista, a actuar en el campo de la izquierda “anticapitalista” anglosajona, como vamos a demostrar en el presente documento.
Las corrientes “anticapitalistas” de Francia y Alemania no sostienen la pseudoteoría de una China imperialista, puesto que China no es el “monstruo” que necesitan hoy los imperialistas de esas potencias para llevar a sus propios proletariados a acompañarlos en ofensivas superiores.
Estas potencias imperialistas, por ahora, se concentran en el este europeo y América Latina, que es el territorio en disputa con EE.UU., como lo son también ciertas zonas de Asia como la India, Pakistán, Filipinas, etc. También concentran sus fuerzas en mantener sus zonas de influencia en África, donde al igual que en América Latina, EE.UU. ha vuelto por lo suyo, utilizando muy bien a su testaferro Hu Jintao, gerente y capataz, por ahora, de sus negocios en el Pacífico.
Las potencias imperialistas europeas son conscientes de los límites que tienen en el Pacífico frente a EE.UU. Ellos saben muy bien que en el ´89, con la consumación de la restauración capitalista en los ex estados obreros deformados y degenerados como Rusia y China, se terminó de definir el carácter contrarrevolucionario de la Segunda Guerra Mundial a favor de los “aliados democráticos” de Roosevelt y Churchill. Es decir que el imperialismo yanqui y su socio inglés se quedaron con Rusia y con China, tal cual habían pergeñado con el doble carácter de la Segunda Guerra Mundial, en la que se definió qué imperialismo quedaba como dominante (EE.UU.), qué imperialismos quedaban derrotados como vasallos (Alemania y Japón) y qué imperialismos quedaban como secundarios, como Francia y demás imperialismos menores de Europa.
El frente de los “aliados” de la Segunda Guerra Mundial sabe perfectamente lo que se discutió en la conferencia de Teherán del ´43 y de Yalta del ´44, sobre quién domina el Pacífico y qué rol jugaban Rusia y China para los triunfadores de la guerra. Japón lo sabe muy bien, y aún sangra por la herida de dos bombazos atómicos, por atreverse a disputarle a EE.UU. el Pacífico, una de las zonas más ricas del planeta y el paso vital de los yanquis.
Fue la revolución proletaria a la salida inmediata de la guerra, junto a la heroicidad de las masas soviéticas, las que impidieron a EE.UU. y a Stalin crear en ese momento las condiciones para una perestroika y glasnost, es decir de la restauración capitalista, de la misma manera que impidieron el asentamiento de la restauración capitalista vía la invasión nazi a la URSS. El stalinismo salvó a la Europa imperialista de la revolución proletaria, pero no pudo impedir la expropiación de la burguesía en un tercio del planeta, como lo fuera con la revolución china, posteriormente en Vietnam, el este europeo, Cuba, Corea del Norte, etc.
Luego de la derrota del ascenso revolucionario del 68-74 y de destinarle a la burocracia stalinista el papel de garante de estrangular la revolución mundial, el imperialismo volvió con su ofensiva restauradora sobre los estados obreros, garantizando que la burocracia stalinista, luego de derrotar el proceso revolucionario, se pasara en los 80 con armas y bagajes al campo de la restauración capitalista, tal cual pronosticara la IV Internacional.
Por ello, insistimos, en que son las corrientes angloyanquis de la izquierda de EE.UU., de Inglaterra y también de Japón, es decir las aristocracias y burocracias obreras de ese bloque de potencias imperialistas, las que azuzan a su propio proletariado con el fantasma del “monstruo chino”.
Para las potencias europeas, la salida a la crisis está determinada por la definición de cuál de ellas queda en pie y cuáles son las que se hunden quedando como subsidiarias de las que resulten vencedoras.
Actuando en consecuencia, Alemania se ha cerrado y ha dicho “que cada una se salve como pueda” y la que ayer fuera “la jefa” de Maastricht, hoy ha dejado librados a su suerte a todos sus socios europeos, para que se hundan lo más posible: Grecia, España, Turquía, Italia, e inclusive Francia (hoy aliada con EE.UU. en un pacto circunstancial). Una prueba de ello es la negativa del Banco Europeo a salir al rescate de la quebrada Grecia, dejándola tal como una republiqueta, a merced del FMI.
Nuevamente, esta crisis plantea que la solución para Alemania vendrá si controla Europa. Por eso Francia se ha recostado a fondo sobre EE.UU., puesto que Alemania saldrá victoriosa de la crisis si sale como primera potencia europea desde Portugal hasta las estepas rusas, y desde allí disputará, sin socios menores en el medio, el control de las zonas de influencia de África, Asia y América Latina. Francia ha puesto sus zonas de influencia bajo pactos con el imperialismo norteamericano para estabilizar el mundo, como lo vemos en Honduras, en Bolivia y en Medio Oriente con los ayatollahs iraníes, luego de la crisis del gobierno de Bush y del estallido de la crisis económica mundial.
Pero para EE.UU. todo el mundo es su mercado interno. Y mientras deja que Europa se desplome, endeudada hasta los tuétanos, ha pisado el Pacífico y África, y ha vuelto con una ofensiva contrarrevolucionaria –con asonadas fascistas como la de Bolivia, golpes como en Honduras o invasiones como en Haití– a recuperar América Latina como su “patio trasero”. Mientras, redobla su ofensiva en Afganistán y Pakistán, una verdadera cabecera de playa con una ubicación perfecta para desde allí monitorear Asia, “la vieja ruta de la seda”, junto a sus bases militares de Hong Kong y Taiwán, y al portaviones que tiene instalado en Okinawa, Japón.
Es allí donde está colgada, de los bolsillos izquierdos de Obama y la reina inglesa, toda la izquierda anglosajona, preparándose para justificar la ofensiva contrarrevolucionaria de los imperialismos “democráticos”, con el asesino Obama a la cabeza.
Socialismo científico, teoría-programa de la revolución permanente del marxismo versus curanderismo del “imperialismo nacional” surgido de las entrañas de la teoría stalinista del socialismo en un solo país
En el ´89, como hemos afirmado, se terminó de definir la Segunda Guerra Mundial y su resultado, con la restauración capitalista en los estados obreros, fue lo que actuó como una inyección de sangre fresca al cuerpo maloliente y moribundo del capitalismo mundial.
Esto significó un fenomenal triunfo contrarrevolucionario de la economía mundial capitalista, que le dio una sobrevida, la que el imperialismo ya se gastó y consumió, inclusive por encima de los valores creados, situación que ha provocado hoy una crisis económica mundial superior a la de los ‘30.
El que no comienza a discutir la cuestión china desde aquí, desde la realidad y la crisis económica mundial, desde la guerra, la revolución y la contrarrevolución, y desde la teoría marxista, es decir las leyes que rigen el proceso histórico, es un vulgar impresionista. Es ser un pragmático liquidador del marxismo y de su apotegma de que hay una política y economía mundial, y que se acabó la época de los programas nacionales.
El revisionista, con su método empírico e idealista, no es más que un elaborador de pseudo-teorías socialistas nacionales, como no podía ser de otra manera.
La minoría de la FLTI, como todas las corrientes que ya decretaron que China es imperialista, se lo atribuyen a las “condiciones nacionales” y a las “particularidades nacionales” dadas en el proceso de la restauración capitalista en China. Habría surgido un imperialismo como excepción por particularidades nacionales. Esta es una teoría de socialismo nacional, puesto que lo que define a los procesos nacionales no son sus particularidades nacionales, sino la política, la economía y la lucha de clases a nivel mundial, a las cuales están sometidas las particularidades nacionales.
Por ello, afirman lo siguiente en su documento de ruptura abierta con la FLTI y el trotskismo: “En otras palabras, China ha transformado la crisis del capital financiero yanqui y europeo y la recesión mundial en una oportunidad para exportar su propio capital financiero, y para establecer sus esferas de influencia imperialistas. Como resultado, China está entrando ahora directamente en competencia con las potencias imperialistas existentes, como un imperialismo emergente, en particular planteando un desafío muy importante a los EE.UU., Gran Bretaña, Alemania, Francia y Japón. ¿Qué es lo que explica esta asombrosa performance cuando el resto de los estados imperialistas están en recesión o en estancamiento? La respuesta puede hallarse volviendo al punto destacado de que el secreto del ‘éxito’ chino descansa en sus bancos estatales altamente centralizados y sus empresas de propiedad del estado que pueden actuar para aprovecharse de la recesión global. Y mientras que nosotros sostenemos que China ya no es un estado obrero deformado, decimos que su ‘ventaja’ es un legado de la historia de China como estado obrero deformado.
En otras palabras, si China no hubiera sido un estado obrero deformado, nunca se hubiera podido transformar en un país capitalista dinámico. Su destino hubiera sido ser dividida y gobernada por los imperialismos desde comienzos del siglo XX hasta comienzos del siglo XXI. Como todas las demás semicolonias, China nunca hubiera estado en la posición de acumular suficiente capital como para forzar a su clase dominante a exportar capital financiero excedente y emerger como una nueva potencia imperialista.” (negritas nuestras) (…) “Caracterizar a China como imperialista parece contradecir la lógica de la teoría leninista del imperialismo, que establece que ninguna colonia o semicolonia puede hacer una revolución democrática nacional y surgir como nueva potencia imperialista. Sin embargo, sí se puede probar que China hizo efectivamente su revolución nacional y ganó su independencia como estado obrero deformado, y que la restauración del capitalismo no provocó que perdiera esa independencia, entonces no hay contradicción en la teoría leninista.”(negritas nuestras)
Antes que nada, China sí perdió su independencia con la caída del estado obrero. Con el pacto Nixon-Deng Xiao Ping del 75 perdió su independencia. Entregó todo el sudeste chino y su mano de obra esclava para que las potencias imperialistas produzcan allí, en esas zonas francas.
China perdió su independencia, liberó el comercio exterior. Ya no toma más decisiones soberanas de lo que exporta y de lo que importa. Perdió el control de la banca estatal a manos de la banca imperialista.
China perdió su independencia. Con su porción de la supermasa de plusvalía extraída a sus obreros esclavos está obligada a comprar bonos del tesoro norteamericano, y a venderle a las transnacionales instaladas en su territorio materias primas a precio barato y subsidiado.
China sí perdió su independencia. Lo que plantean es una vergüenza y una desfachatez contra el proletariado y los explotados chinos.
Los conspicuos dirigentes de nuestra minoría hablan de un “marxismo dinámico” que “interpreta los nuevos hechos”. Y esto es la “dialéctica” de acuerdo a estos camaradas, que ya están en una abierta ruptura con el socialismo científico, con la ciencia del proletariado para la revolución proletaria.
En boca de esta gente, “lo dinámico” es un empirismo y un pragmatismo brutal, puesto que para explicar los nuevos acontecimientos no hay por qué tirar a la basura toda la ciencia marxista, es decir su teoría. Inclusive se puede enriquecer o corregir la teoría marxista, pero con su método, con sus leyes del materialismo dialéctico, del materialismo histórico, con la teoría-programa de la revolución permanente, con la ley del desarrollo desigual y combinado, con las leyes que rigen la economía capitalista, y con la ley de causalidad histórica fundamental que explica todas las anomalías y excepciones de este proceso histórico, que está dada por la crisis de dirección.
Es que en última instancia la crisis de dirección explica que se desincronicen los factores subjetivos y objetivos del proletariado mundial, e inclusive que estos últimos se desincronicen entre sí.
Luego nos detendremos en este punto. Pero es como que un físico plantee que dejemos atrás la ley de la gravedad para explicar el movimiento de los cuerpos, o que un médico diga que no importan las leyes que rigen en el aparato respiratorio o circulatorio en el cuerpo humano, puesto que hay que interpretar las anomalías que han surgido en el organismo.
Rápidamente esta gente sería separada de la física y la medicina por charlatanes, embaucadores, curanderos, etc.
Con la teoría de las “particularidades nacionales” que se utilizó para explicar las anomalías, es que se levantó la teoría que usó el stalinismo para justificar el “socialismo en un solo país”.
Ya explicamos en el capítulo anterior cómo China no surgió en el capitalismo de la libre competencia del siglo XIX y que por lo tanto no era capaz de ocupar el lugar de los países más avanzados. Resurge en la podredumbre del siglo XXI, en la época decadente y putrefacta del sistema capitalista mundial.
Nosotros afirmamos, que si hoy se decretara la independencia de EE.UU. –que la protagonizó a fines del siglo XVIII–, incluso con toda su potencialidad, no podría ser jamás un país imperialista. Inglaterra no lo hubiera permitido, señores reformistas.
Alemania y Francia tampoco lo hubieran permitido. Ni hablar de Portugal y España.
Estos ignorantes, que liquidan la ley del desarrollo desigual y combinado, de la época reformista y de la época revolucionaria, ni siquiera logran comprender por qué, por ejemplo, países como los de América Latina, que a mediados y fines del siglo XIX comenzaban sus revoluciones democráticas, no pudieron ser países capitalistas avanzados como EE.UU. Es que a fines del siglo XIX la poderosa Inglaterra comenzaba a acumular un capital financiero y ya no lo permitía.
No explican por qué países que se quedaron mucho más atrás como los de África, que lograron su “independencia” a la salida de la Segunda Guerra Mundial, hoy solo retroceden a ser más colonias en manos del dominio imperialista. Ello significa que el imperialismo es reacción en toda la línea.
Fue justamente la “libre competencia” de la época reformista del siglo XIX de acumulación orgánica del capital la que permitió que surgieran países capitalistas avanzados y que los atrasados fueran subsumidos a ese modo de producción en la economía mundial, con lo que Marx llamaba “el rol redentor del capital”.
Pero en esta época imperialista, de ramas de producción y zonas de influencia controladas por pandillas imperialistas, ya no hay más posibilidades ni de que surjan países como EE.UU. ni de revoluciones democráticas.
El pronóstico histórico es socialismo o barbarie, comunismo o fascismo.
Nuestra minoría insiste enloquecidamente: “si nadie negó que de un estado obrero podía surgir una potencia imperialista”.
Socialismo o barbarie, señores. Y eso es lo que hay en China, un salto en la barbarie con la restauración capitalista, como en todos los ex estados obreros.
¿O van a defender el “socialismo de mercado” de los mandarines contrarrevolucionarios chinos, su régimen de terror contrarrevolucionario que impuso en un pequeño polo o sector de China lo más avanzado de las fuerzas productivas mundiales, y en el otro 80% de China y de su fuerza de trabajo las peores condiciones que ni Hitler se animó a aplicar en el ghetto de Varsovia?
El método de la “particularidad nacional” que defendía el stalinismo era que la revolución rusa había seguido, en la configuración de su mercado “socialista”, las rutas del viejo mercado zarista. Y que por lo tanto podía, como potencia imperialista atrasada donde había triunfado la revolución socialista, alcanzar a los países imperialistas más avanzados y conquistar el socialismo en un solo país.
Contra esta pseudoteoría y su método se levantó el bolchevismo y el trotskismo, que en su trabajo Stalin: El Gran Organizador de Derrotas afirma en su capítulo “Programa de la revolución socialista internacional o programa del socialismo en un solo país” lo siguiente:
“En nuestra época, que es la del imperialismo, es decir la de la economía y la política mundiales dirigidas por el capital financiero, no hay un solo Partido Comunista que pueda establecer su programa tomando solo o principalmente como punto de partida las condiciones o las tendencias de la evolución de su país. Esto se aplica igualmente y por entero al partido que dispone del poder en la URSS”. (negritas nuestras)
Por ello, un programa comunista internacional “no es una suma de programas nacionales”.
“La hora de la desaparición de los programas nacionales ha sonado definitivamente el 4 de agosto de 1914” (…) Uniendo en un sistema de dependencias y de contradicciones países y continentes que han alcanzado grados diferentes de evolución, aproximando los diversos niveles de su desenvolvimiento y alejándolos inmediatamente después, oponiendo implacablemente todas las naciones entre sí, la economía mundial se ha convertido en una realidad poderosa que domina la de los diversos países y continentes.” (León Trotsky, Stalin el Gran Organizador de Derrotas)
Para nuestra minoría, la definición del carácter de China parte, como desarrollaremos más adelante, de la “excepcionalidad” o “particularidad nacional” dada por una combinación milagrosa entre el surgimiento de una nueva burguesía devenida de las entrañas del stalinismo, y las industrias estatizadas que se conservan del viejo estado obrero, lo que le permitiría a China -según ellos- acumular suficiente capital y emerger como una nueva potencia imperialista.
Es decir, por sus “particularidades nacionales” –en un mundo ya conquistado, con sus ramas de producción ya definidas por el imperialismo a nivel mundial–, 1.600 millones de chinos, sin hacer ruido, habrían entrado al planeta Tierra en puntas de pie a apoderarse de él sin que nadie se dé cuenta.
Es el mismo método y la misma pseudoteoría de la “particularidad nacional” que utilizó el stalinismo y todos los traidores para someter al proletariado a su burguesía y estrangular la revolución mundial, esta vez utilizada para definir el carácter imperialista de China.
Presten atención nuestros lectores nuevamente la cita de este tumor que ha surgido en la FLTI, de una minoría obsecuente con la izquierda de la obamamania, que pregona un “marxismo dinámico” y lo único que hace es desempolvar teorías de la lacra stalinista ya desechadas por la historia.
Encontraremos que la esencia de su teoría explica “la aparente anomalía de que un estado obrero haya podido hacer lo que de otra forma sería imposible, transformarse en una potencia imperialista”.
Si no se detienen, esto los llevará, lamentablemente, al revisionismo y la traición al proletariado mundial.
Lea atentamente el obrero avanzado y el revolucionario lo que aquí se dice. Porque la minoría está planteando que no hubo una contrarrevolución burguesa que restauró el capitalismo, que liquidó todas las conquistas históricas de la revolución, al anular la nacionalización del comercio exterior, al imponer la privatización de las ramas que más dan ganancias y entregarlas al imperialismo mundial, hundiendo en la hambruna y en la desocupación a millones de obreros esclavos y campesinos sin tierra, con lo que se mandó a China al puesto nº 130 de acuerdo a su PBI por habitante.
Lea con atención el lector. La minoría está diciendo que el proceso de restauración en el que terminó el pacto Nixon-Deng Xiao Ping, que liquidó la propiedad estatizada de la tierra y de los bancos, y puso a obreros chinos a producir con salarios de 30 dólares, no es una contrarrevolución sino que la restauración capitalista mantuvo las conquistas del ex estado obrero y las elevó a tal nivel que China ya le disputa el mundo a EE.UU.
La minoría no piensa en el obrero que trabaja en calzoncillos, descalzo, engrillado a la máquina como lo hacen 100 millones de obreros en el sudeste chino. Ni en el campesino desalojado de la tierra como los miles de millones que protagonizan revueltas para tener pan. Ni en los masacrados en la plaza de Tiananmen. Mucho menos en los 4 millones de obreros perseguidos hasta por los confines del país por el ejército restauracionista.
La minoría lo que está diciendo es que las empresas estatizadas, que tienen una productividad del trabajo más baja que la India, Tanganica, Bolivia o Argentina en lo que a extracción de minerales se refiere, llevaron a China a ser… ¡”imperialista”!
Están diciendo que la contrarrevolución triunfante restauracionista burguesa contuvo como conquista las victorias de la revolución de 1949 y las llevó como banderas hacia adelante a conquistar el mundo, tal como el capitalismo del siglo XIX conquistaba las civilizaciones atrasadas del planeta y las llevaba al progreso por el rol redentor del capital. La minoría termina embelleciendo así a las pandillas de Wall Street, contrarrevolucionarias y saqueadoras del planeta.
La única anomalía que existe es que una minoría de una organización revolucionaria como la FLTI, una minoría que se ha declarado fracción pública “en defensa del trotskismo”, contradiga la teoría y el programa de la Revolución Permanente, la ley del desarrollo desigual y combinado, y toda la ciencia marxista. Y esto no lo inventamos, porque anteriormente ellos afirman: “China ha transformado la crisis del capital financiero yanqui y europeo en una oportunidad para exportar su capital financiero y establecer sus esferas de influencia imperialistas (…) El secreto del éxito chino descansa en sus bancos estatales altamente centralizados y en sus empresas de propiedad del estado, que pueden actuar para aprovecharse de la recesión global”.
Para afirmar luego “Su ventaja es un legado de la historia como China estado obrero deformado”.
Compañeros de la minoría, deténganse en un punto, porque esto significa gritar: “¡Viva Gorbachov! ¡Viva Yeltsin! ¡Vivan los masacradores y asesinos de la burocracia china! ¡Vivan las camarillas del Caín Stalin y de toda la burocracia restauracionista rusa! Que supieron mantener la perspectiva en la historia de ser los continuadores de Bujarin, de unir la economía estatizada-pero yendo aún más lejos que Bujarin- de unirse con las empresas capitalistas y de marchar a dominar el mundo ante la crisis de la economía capitalista.” Eso significa vuestra afirmación, ¿no se dan cuenta? ¿Bancos estatales? ¡Completamente inexacto! Porque son controlados totalmente por la banca imperialista. Empresas del estado quebradas, con bancos estatales quebrados generalizadamente en el 2001 por subvencionar a esas empresas, a la vez que subvencionan a empresas imperialistas y bancos que obtienen superganancias saqueando China. Y esto lo hacen bajo las órdenes de sus gerentes, capataces, “tíos Tom”, con un ejército de 4 millones de mercenarios de la banca imperialista para someter a China como gran maquiladora para el mercado mundial. Y ni se le ocurra a su capataz, a su “tío Tom”, Hu Jintao tocar un solo centavo de más de la plusvalía sacada al movimiento obrero, porque rueda su cabeza.
¡Deténganse en un punto, compañeros de la minoría! 600.000 plantas de las empresas imperialistas están saqueando China.
Un billón de dólares del tesoro chino sirve para sostener los déficits de las potencias imperialistas al año.
Como veremos ahora, el estado de China le garantiza a las transnacionales un ciclo de consumo para que estas licuen su crisis vendiendo 12 millones de automóviles, 7 millones y medio de computadoras, y para que ese mismo estado chino, de sirvientes y compradores, les compre a las transnacionales al valor histórico más alto en 100 años la soja, el aceite, los minerales y el petróleo en todo el mundo semicolonial.
Compañeros de la minoría, caracterizar a China como imperialista no contradice la lógica de la teoría leninista, sino que la pervierte.
Deténganse, porque por este camino van a terminar como toda la izquierda inglesa, comenzando por los jefes del SWP inglés y de Workers Power, que son unos sirvientes del HSBC y encubridores de los capataces contrarrevolucionarios de Hu Jintao, Yeltsin y los masacradores genocidas como Putin. En esta época imperialista, el rentista, el parásito, se separa de la gestión del capital. Tan solo vive de cortar cupones, no de administrarlos.
Como lo demuestran todas las estadísticas que la minoría ya tiene en su poder, que fueron aportadas por los camaradas de Sudáfrica, Bolivia y de Chile, las etiquetas “Made in China” encubren a las transnacionales imperialistas que desde el pacto de Nixon y Deng Xiao Ping del 75, se ven obligadas a poner como cara de sus empresas a los hijos de los burócratas chinos. Así fue cómo la burocracia maoísta se aseguró el derecho de herencia y de poseer la propiedad privada de los medios de producción, después de que con la masacre en Tiananmen en el 89 diera un salto en la restauración capitalista.
“Made in China”, señores sirvientes del HSBC, es la firma del derecho de herencia con la que el capital financiero internacional le aseguró a la lacra stalinista devenir en clase poseedora. Toda empresa instalada en China tiene que estar bajo el nombre de un hijo de un ex burócrata del PC. Y qué le importa al capital financiero que esto figure como “Made in China”, si esto le permite esconder mejor su ganancia ante los ojos del proletariado que explota y saquea.
A esta altura del debate nos dan ganas de decirle a ustedes y a toda la izquierda sirviente del HSBC y la banca Morgan: “¡Son unos sinvergüenzas encubridores del derecho de herencia con el cual se transformó en clase poseedora la lacra stalinista china, bajo el rótulo de “Made in China” con el que se exportó a la economía mundial!” “Made in China” también es la forma de encubrir el secreto comercial con el que los explotadores de la nación china y las potencias imperialistas esconden sus súperganancias y el cobro de sus royalties y patentes.
Por eso, los trotskistas vamos a levantar como consigna fundamental, contra estos revisionistas del HSBC y la banca Morgan, el grito de: ¡Fuera el secreto comercial de las firmas chinas! para desenmascarar que detrás de esas empresas chinas están los nuevos propietarios, los hijos de los viejos burócratas del PC –a los que hay que volver a expropiar–, bajo las órdenes de los directorios de las transnacionales que saquean China, que se llevan sus billones de dólares para cubrir los déficits de sus estados, saqueando ahora la tierra y extrayendo hasta la última gota de jugo de los músculos y nervios del proletariado chino.
La lucha por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias deberá saldar cuentas con estos nuevos renegados del trotskismo que buscan tirarle tierra a los ojos para que la clase obrera china no ubique con claridad a su enemigo. Ese es el rol del revisionismo, pero desenmascararlo también es el rol del bolchevismo.
Nuevamente a propósito de la matriz teórica de los revisionistas: la pseudo teoría stalinista del “socialismo en un solo país”
Las diferencias políticas y programáticas radican en una profunda diferencia teórica: los revisionistas se guían por el desarrollo de las fuerzas productivas dentro de las fronteras nacionales de un país. Desde el 4 de agosto de 1914, internacionalismo y nacionalismo son incompatibles.
En 1923-1924 estalló abiertamente la lucha entre internacionalismo militante y el “socialismo en un solo país” dentro de la III Internacional. Stalin afirmaba que bastaban las fuerzas productivas de la URSS para desarrollar el socialismo dentro de las fronteras de la Unión Soviética, incluso superando a los países imperialistas más adelantados. Los stalinistas declaraban que las fuerzas productivas eran nacionales, que no estaban enlazadas con la economía mundial. Así la burocracia del estado obrero reclutó a sus hombres para que dijeran y “teorizaran”, como marionetas, lo que esta deseaba, revisando a Marx y Lenin, y rompiendo con todos los programas y resoluciones de los primeros cuatro Congresos de la III Internacional.
Ese método y esa pseuteoría estaban basados en el “exclusivismo nacional”, en la potencialidad de un país aislado de la política y la economía mundial.
Un país como ese solo se puede dar en la Luna o en Marte, pero no en la Tierra. Esto es lo que afirmamos los trotskistas.
Justamente era Stalin quien se basaba en el carácter desigual del desarrollo de los distintos países para fundamentar que producto de esa desigualdad rusa este país podía llegar al socialismo y alcanzar e incluso superar a Alemania.
Hoy, la “China imperialista” está definida con la misma pseudoteoría de evolución de las condiciones nacionales chinas. Como si esta pudiera evolucionar con un desarrollo desigual sin combinarse con la política y la economía mundial, que define sobre la particularidad.
Esta gente no está innovando acerca de nada, no está creando nada, no está aportando nada. Lo único que han hecho es pedirle prestada la teoría al stalinismo para justificar la capitulación a Obama.
Trotsky, criticando el proyecto de programa escrito por Bujarin y Stalin para el sexto Congreso de la III Internacional, definía de esta manera la incompatibilidad del “socialismo en un solo país” con el legado de Marx y el programa de Lenin:
“Que es imposible que la revolución proletaria internacional sea un acto simultáneo nadie puede negarlo, sobre todo después de la experiencia de la Revolución de Octubre, realizada por la clase obrera de un país atrasado, bajo la presión de la necesidad histórica, sin esperar a que el proletariado de los países avanzados ‘rectificase el frente’. Es absolutamente justo y oportuno recurrir a la ley del desarrollo desigual en este aspecto. Pero no lo es en la segunda parte de la conclusión, donde se asegura, sin fundamento, que el triunfo del socialismo es posible en ‘un solo país capitalista, considerado aisladamente’. Como prueba, el proyecto dice simplemente: ‘de ahí resulta’; es decir, que ello se desprende de la llamada ley del desarrollo desigual. Sin embargo, eso no es verdad. ‘De ahí resulta’ directamente lo contrario. Si los diversos países evolucionasen no solo desigualmente aislados sino aún independientemente unos de otros, entonces, sin ninguna duda, habría que deducir de la ley del desarrollo desigual la posibilidad de organizar el sistema socialista en un solo país, considerado aisladamente: en primer lugar en el más avanzado, después, a medida que fuesen llegando a la madurez, en los más atrasados. Esta era la concepción habitual, en cierto modo común, del paso al socialismo en la socialdemocracia de antes de la guerra y constituía, precisamente, la consagración teórica del socialpatriotismo. (...)
“El error teórico que se comete es intentar extraer a la ley del desarrollo desigual lo que esta no contiene y no puede contener. La evolución desigual, a saltos, de los diversos países quebranta continuamente los lazos que los unen, su interdependencia económica creciente; pero sin suprimirlos, ni mucho menos: al día siguiente de una carnicería infernal que duró cuatro años, esos países se ven obligados a cambiar carbón, trigo, petróleo, pólvora y tirantes. En este punto fundamental, el proyecto presenta los hechos como si la evolución histórica se realizase a saltos; pero el terreno económico que los provoca y en el cual se realizan sale completamente del campo visual de los autores del proyecto, o estos lo eliminan abusivamente. Se procede así para defender la indefendible teoría del socialismo en un solo país.” (Trotsky, “Crítica al programa de la IC”, cap. 1, 1928, negritas nuestras)
Así actúan, en la China donde se restauró el capitalismo, las leyes de la economía mundial en el período histórico abierto en el ´89. El capital financiero internacional conquistó nuevos mercados –como Rusia, China y los ex estados obreros del este europeo–, y los puso a producir para sí. Gracias a ellos y a las guerras, logró salir de la crisis del 97-2001 y consiguió crear un nuevo ciclo de expansión que luego se derrumbó en el año 2007.
El capital financiero llevó a China lo más avanzado de la tecnología en ciertas ramas de producción, las hizo funcionar y así recuperó su tasa de ganancia.
En la Rusia de Putin quedaron las venas abiertas para abastecer de gas y petróleo a la Europa imperialista, mientras que las ex repúblicas oprimidas por el zarismo, que luego controló el estalinismo, fueron repartidas entre las potencias imperialistas.
En el ciclo de expansión del 2001-2007, China, como país capitalista transitorio, fue un enorme componente proveedor de mano de obra esclava que permitió el hundimiento del valor de la fuerza de trabajo a nivel internacional y facilitó el proceso de relocalización de las empresas imperialistas en el mercado mundial.
Hoy la devaluación del dólar empuja más y más a China a consolidarse como “consumidora”, con un reducido pero importante mercado de consumo de 200 millones de consumidores, que está en el medio de un océano de hambrientos y desposeídos de 1.200 millones, que constituyen un enorme ejército industrial de reserva para el mercado mundial capitalista.
El entrelazamiento actual de China como un estado capitalista transitorio, genera un capital comercial subsidiario para cubrir déficits del capital financiero internacional. Así el capital financiero saquea China, inclusive haciéndole pagar sus déficits y quebrantos, mientras crea las condiciones de futuras crisis y cracs, y para una futura colonización y recolonización extrema de esos pueblos oprimidos –como sucede con el resto del mundo semicolonial–, si es que la clase obrera y la revolución no lo impiden.
No hay imperialismo en un solo país ni veleidades del capitalismo de estado capaces de desarrollar fuerzas productivas nacionales, ni fuerzas productivas estatales que, como plantean los sirvientes de la City de Londres del SWP y su corifeos de izquierda, puedan competir con el monopolio, el trust y el cártel, que son internacionales y controlan internacionalmente las ramas de producción de toda la economía mundial.
¡Fuera la teoría del “socialismo en un solo país”! ¡Fuera la teoría de capitalismo nacional!
¡En defensa del materialismo histórico! ¡En defensa de la teoría-programa de la revolución permanente y del legado teórico y programático de la IV Internacional!
En la izquierda angloyanqui se puso de moda un neocliffismo senil
Estamos frente a un neocliffismo decrépito y senil post ´89.
El cliffismo, heredero en la posguerra de corrientes como la de Burham y Shachtman, corrientes antidefensistas de la URSS y de los estados obreros que surgieran ya deformados, sostenía esta apología de “capitalismo de estado”.
Hacia allí van los camaradas de la minoría de la FLTI cuando plantean: “La particularidad china de mantener las empresas chinas del estado es lo que le ha permitido, junto a sus bancos altamente centralizados, actuar para aprovecharse de la recesión global”.
Como veremos luego, los bancos chinos quebraron en el 2001 y fueron totalmente copados por la banca imperialista. Y las empresasdel estado tienen hoy una productividad del trabajo aun más baja que laque tenían cuando China o la URSS eran estados obreros deformadoso degenerados.
Fue el cliffismo, sostenedor por izquierda de los traidores del Partido Laborista y los burócratas de las Trade Unions inglesas, el que afirmaba que lo que en la posguerra le permitía a Moscú disputarle la economía mundial a EE.UU., inclusive en la carrera del espacio, eran las ventajas de “su capitalismo de estado”, de sus fuerzas productivas estatizadas. Una forma más, solamente que antidefensista, de postrarse esta vez, no ante el socialismo en un solo país, sino ante economías estatizadas en un solo país.
Sin saberlo (o sabiéndolo) los teóricos de la “excepcionalidad” china no son más que los continuadores de la pseudoteoría cliffista del “capitalismo de estado”. Son los que vuelven tras los pasos de toda una banda de renegados del trotskismo, continuadores de Burnham y Shachtman y sirvientes de las Trade Unions inglesas y de “su majestad”, la reina; una corriente socialimperialista hasta los tuétanos, enemiga de la lucha por una Irlanda independiente de la corona británica.
La izquierda de “su majestad” y de la burocracia de las Trade Unions que, vía sus satélites internacionales, sometió al proletariado a los “frentes democráticos” de las burguesías nativas que apoyaban los intereses de Inglaterra y sus dominios. Así lo hizo en Zimbabwe, sometiendo a la ISOZ al frente popular de Mugabe, que juró fidelidad a la propiedad inglesa y a la reina de Inglaterra. Y es lo que hacen ahora con la ISO de EE.UU., que recientemente votó hacer un grupo de propaganda por dos años porque subió Obama, a quien hay que apoyar.
Son los que en el período de Yalta gritaban “Ni Washington ni Moscú”, mientras el Citibank, la banca Morgan y el HSBC se compraban a toda la burocracia, desde Honnecker hasta Gorbachov, y después Yeltsin, y endeudaban como semicolonias baratas a los estados del este como Polonia, Checoslovaquia y Hungría, que terminaron con brutales deudas externas como las de América Latina en los ´80. Y mientras, entre el ´93 y el ´98, la banca imperialista, con Yeltsin y los nuevos burgueses, tras la devaluación del rublo, se robaban en valijas, aviones y como podían 200.000 millones de dólares que bien guardados están en la city de Londres.
“Ni Washington´, ni Moscú” gritaban, mientras Londres, la plaza subsidiaria del Citibank, se quedaba con todo el este europeo y la URSS.
Y ahora sus cacatúas y continuadores cliffistas gritan: “Ni Washington ni Pekín”, mientras Nueva Zelanda manda tropas para masacrar en Afganistán bajo el mando de Obama, y se callan la boca; mientras siguen presos en Guantánamo los combatientes de Mazar-i-Shariff, y se callan la boca; mientras Mumia Abu Jamal está por ir al garrote vil, mandado por el asesino Obama, y escriben declaraciones planteando que son jueces racistas los que lo quieren ejecutar; mientras invaden Haití, y guardan un absoluto silencio, puesto que el “peligro está en Pekín”.
Y así, con una mano, le cubren la espalda a los estranguladores y saqueadores de la nación china, mientras con la otra, el Foro Social Mundial construye con ellos la V Internacional para unirlos y centralizarlos a todos para salvar al capitalismo de su agonía mortal, de la cual podrá salir si nuevamente la banca Morgan, el HSBC, el Citibank y demás parásitos imperialistas del capital financiero terminan recolonizando Rusia y China.
Y no podrán decir que no hablamos sobre lo que escriben, porque plantean que con la estatización de la economía y de ramas enteras de la producción, sin tomar el poder, sin destruir el poder de la burguesía y la propiedad privada, sin nacionalizar el comercio exterior, sin extender la revolución mundial, países atrasados como quedó China en el ´89 “pueden alcanzar al imperialismo más avanzado y disputarle el mundo”. ¡Anímense a decirlo: para ustedes la teoría de la revolución permanente perdió toda vigencia! Para la minoría de la FLTI, países atrasados, con empresas nacionalizadas y empresas imperialistas de alta tecnología, pueden superar su atraso, disputar el dominio del mundo, resolver el problema de la opresión nacional y el problema de la tierra, las dos tareas democrática revolucionarias que los países semicoloniales o coloniales no pueden resolver si no es con el triunfo de la revolución socialista.
Ya Trotsky en La Revolución Traicionada demolía la teoría cliffista de “capitalismo de estado” y a los imbéciles que la sostienen hoy. En el capítulo “¿Qué es la URSS?” de esta obra maestra sobre la cuestión rusa, que es un verdadero manual contra el cliffismo, plantea:
“Ante fenómenos nuevos, los hombres suelen buscar un refugio en las palabras viejas. Se ha tratado de disfrazar el enigma soviético con el término: ‘capitalismo de Estado’ que presenta la ventaja de no ofrecerle a nadie un significado preciso.”
Y luego afirma: “El mecanismo económico de un régimen de esta especie no ofrecería ningún misterio. El capitalista, lo sabemos, no recibe bajo forma de beneficio la plusvalía del país entero, proporcional a su parte de capital. En un ‘capitalismo de Estado’ integral, la ley del reparto igual de los beneficios se aplicaría directamente, sin concurrencia de los capitales, por medio de una simple operación de contabilidad. Jamás ha existido un régimen de este género, ni lo habrá jamás, a causa de las contradicciones profundas que dividen a los poseedores entre sí, y tanto más cuanto que el Estado, representante único de la propiedad capitalista, constituiría para la revolución social un objeto demasiado tentador.
“Después de la guerra, y, sobre todo, después de las experiencias de la economía fascista, se entiende por ‘capitalismo de Estado’ un sistema de intervención y dirección económica por parte del Estado. Los franceses usan en tal caso una palabra mucho más apropiada: el estatismo. El capitalismo de Estado y el estatismo se tocan indudablemente: pero como sistemas, serían más bien opuestos. El capitalismo de Estado significa la sustitución de la propiedad privada por la propiedad estatizada y conserva, por eso mismo, un carácter parcial. El estatismo –así sea la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler, los Estados Unidos de Roosevelt o la Francia de León Blum–, significa la intervención del Estado sobre las bases de la propiedad privada, para salvarla. Cualesquiera que sean los programas de los gobiernos, el estatismo consiste, inevitablemente, en trasladar las cargas del sistema agonizante de los más fuertes a los más débiles. Salva del desastre a los pequeños propietarios, únicamente porque su existencia es necesaria para el sostenimiento de la gran propiedad. El estatismo, en sus esfuerzos de economía dirigida, no se inspira en la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas, sino en la preocupación de conservar la propiedad privada en detrimento de las fuerzas productivas que se rebelan contra ella. El estatismo frena el desarrollo de la técnica, al sostener a empresas no viables y al mantener capas sociales parasitarias; en una palabra, es profundamente reaccionario.”
Y culmina con la tesis opuesta a la de la minoría. Mientras esta última plantea que es regresiva la estatización en manos de la burocracia y progresiva en manos de la burguesía, Trotsky al respecto plantea todo lo contrario: “La primera concentración de los medios de producción en manos del Estado conocida por la historia, la realizó el proletariado por medio de la revolución social, y no los capitalistas por medio de los trusts estatizados. Este breve análisis basta para mostrar cuán absurdas son las tentativas de identificar el estatismo capitalista con el sistema soviético. El primero es reaccionario, el segundo realiza un gran progreso.”
Y por eso, Trotsky, en este mismo trabajo, que suscribimos total y absolutamente, remata: “La caída del régimen soviético provocaría infaliblemente la de la economía planificada y, por tanto, la liquidación de la propiedad estatizada. El lazo obligado entre los trusts y las fábricas en el seno de los primeros, se rompería. Las empresas más favorecidas serían abandonadas a sí mismas. Podrían transformarse en sociedades por acciones o adoptar cualquier otra forma transitoria de propiedad, tal como la participación de los obreros en los beneficios. Los koljoses se disgregarían al mismo tiempo, y con mayor facilidad. La caída de la dictadura burocrática actual, sin que fuera reemplazada por un nuevo poder socialista, anunciaría, también, el regreso al sistema capitalista con una baja catastrófica de la economía y la cultura.”
Así sucedió en todos los ex estados obreros degenerados o deformados, por más que ustedes quieran hacer pasar a Pekín por Londres o Washington.
Esa “baja catastrófica de la economía y la cultura” de las masas, de la que hablaba Trotsky, puede verse en los millones de esclavos que producen en las maquilas o fueron despojados de la tierra, volviendo a la hambruna y al canibalismo; mientras la mayoría de las riquezas creadas por el trabajo humano va a cubrir y financiar los déficits de los parásitos imperialistas de Wall Street.
Esa es la catástrofe de la China en donde se ha restaurado el capitalismo, que para nada es la maravilla que quieren presentar los revisionistas; ellos merecen ir a trabajar a China a los campos de concentración por 30 dólares al mes, bajo los tiros y los latigazos de los generales chinos.
De las superganancias extraídas por el capital financiero, algunas migajas van también a pagar a todos los burócratas para que escriban páginas y páginas envenenando la conciencia del proletariado mundial.
Según nuestra minoría, revisando al marxismo, el devenir imperialista de China habría sucedido por una anomalía constituida por las empresas estatizadas.
Nasser estatizó el Canal de Suez en Egipto a la salida de la Segunda Guerra Mundial; Perón estatizó en Argentina gran parte de las ramas de producción nacionales; Chávez nacionalizó ahora la empresa siderúrgica más grande que es Sidor; gran parte de las burguesías árabes y también el PRI de México, en algún momento, estatizaron parte de sus ramas de producción. Pero ninguno llegó a ser imperialista.
El “capitalismo de estado” no es ninguna anomalía en el sistema capitalista mundial. En las potencias imperialistas, la estatización del gran capital y su nacionalización es para salvarlo de la debacle y la crisis, para luego devolvérselo a los accionistas ya saneado con el dinero del pueblo.
En el mundo semicolonial, las estatizaciones no son más que parte de las disputas de las burguesías nativas con el imperialismo que oprime a la nación, por quedarse con una tajada de la plusvalía de la clase obrera y una parte de la renta. Pero estas se dan solamente en un determinado momento, circunstancialmente, porque las burguesías nativas terminan rindiéndose ante el amo imperialista por temor a la revolución proletaria, porque la clase obrera ha demostrado ser, tomando el poder, la única clase nacional.
Tampoco es una anomalía que se mantenga la propiedad estatizada en los estados obreros donde se ha reconstituido la economía capitalista. Esa es la norma que permite que se haga una restauración capitalista en orden.
Es decir, donde pasen las ramas de producción que dan ganancia a manos del capital financiero y la burguesía imperialista, y las empresas que exigen demasiada inversión o dan pérdida, quedan bajo control del estado para subsidiar y mantener un orden en la economía de la restauración al servicio del conjunto de la clase poseedora.
Esto no es ninguna novedad. Es lo que se discutió y votó en el Congreso de fundación de la IV Internacional del ´38, en el debate de Trotsky contra Craippeau sobre cómo iba a ser la restauración capitalista si asumía un gobierno menchevique en la URSS.
Y tanto se dio esta ley marxista que cuando la ávida burguesía yeltsinista realizó una privatización salvaje, la economía ya no pudo ni funcionar. Tan es así que la Rusia del ´89 al ´98, que terminó devaluando el rublo, sacudida por un crac descomunal, retrocedió 100 años de su historia en lo que a niveles de mortalidad, nutrición y esperanza de vida se refiere. Y tuvo que venir un golpe bonapartista de Putin para organizar una economía seria, estatizando el gas y el petróleo; eso sí, con un 49% de las acciones de todo el gas y el petróleo ruso para las empresas alemanas.
Este cliffismo rastrero que ha surgido en la izquierda anglosajona ha impactado a nuestra minoría que vuelve afanosamente a él.
Insistimos, creen que están elaborando “dialécticamente” en un nuevo “marxismo dinámico”, y lo único que están haciendo es mascar el trapo sucio y viejo de viejas pseudo teorías como la de las “particularidades nacionales” que llevaron a la teoría del “socialismo en un solo país” puesta al servicio de estrangular la revolución mundial, y a la del “capitalismo de estado” para considerar a Rusia como un país capitalista a la salida de la Segunda Guerra Mundial.
De ese arsenal del revisionismo y la traición de los renegados del trotskismo de Inglaterra, nuestra minoría extrae los desechos de su teoría para adaptarse a la obamamanía del imperialismo yanqui.
Un antecedente de este revisionismo neocliffista: el mandelismo que, después de 10 años, se rompió los dientes a fines de los ´90 con sus tigres asiáticos “imperialistas” de Corea, Taiwán, Singapur, Indonesia, etc.
Hay un antecedente de un revisionismo abierto en los ´80 sobre el surgimiento de nuevos países imperialistas. En dicha oportunidad, como antecesores a los revisionistas de hoy, fueron el mandelismo y el pablismo los que encabezaron la revisión de la teoría marxista, quienes bajo condiciones coyunturales de la economía y la política mundial, hacían aparecer a los ex tigres asiáticos como exportadores de capital (con las inversiones directas), y como competidores de EE.UU. en ramas de producción como la automotriz y la siderúrgica, como en el caso de las Chabols de Corea del Sur, Malasia, Singapur, Indonesia, etc.
Pero el sueño dorado de los tigres asiáticos duró poco. El mandelismo aún está recogiendo los pedazos de los dientes que se rompió en la historia por semejante bravuconada antimarxista.
En los ´80, Japón había llegado muy lejos con el sueño de los tigres asiáticos en Corea, Singapur e Indonesia. Acumulaba una enorme masa de capital financiero proveniente de sus exportaciones al aparato industrial militar norteamericano, con el cual, en el período de Yalta, había realizado una simbiosis por la producción de microchips que luego generalizaba con sus corporaciones; su capital financiero, a ramas de producción civil, electrónica y de bienes de consumo. Así le disputaba a EE.UU., inclusive palmo a palmo, la industria automotriz, fotográfica, óptica, de línea blanca, televisores, etc.
Japón sí era un país imperialista, que aun siendo vasallo, el más vasallo de todos en la posguerra, desarrollaba corporaciones, inclusive disputándole ramas de producción a EE.UU., y así había colocado parte de su capital financiero para revalorizarse en Corea, en Singapur, Tailandia e Indonesia.
El Japón vasallo compraba bonos del tesoro norteamericano con los dólares frescos de sus exportaciones a EE.UU., y no se los guardaba en sus reservas, sino que los reinvertía y los revalorizaba como parte de su capital financiero, desarrollando ramas de producción, inclusive la robótica en la línea de producción, compitiéndole al fordismo con el toyotismo. También competía abiertamente con Alemania como exportador de máquinas herramientas a la economía mundial.
EE.UU. le respondía con Reagan centrando su ofensiva en la restauración del capitalismo en la URSS, con su socio Gorbachov. Avanzaba en su “guerra de las galaxias” para obligar a la burocracia a entrar en una carrera armamentística para quebrar las fuerzas productivas del estado obrero. Mientras, avanzaba viento en popa con sus joint ventures en el sudeste chino, bajo el paraguas de la burocracia maoísta. Así salía Estados Unidos del ciclo de crisis del ´87: con inversiones en el aparato industrial militar.
Japón avanzó más de la cuenta en sus inversiones en los tigres asiáticos, con los monopolios nacionales surcoreanos, los chaboles, como la Hyundai, Daewoo, etc.
Toda la izquierda impresionista mundial hablaba del surgimiento de los tigres asiáticos como nuevos imperialismos. Entre ellos se encontraban Mandel y el pablismo, como corrientes pequeñoburguesas impresionistas de los países centrales. Es más, charlatanes de la izquierda mundial avizoraban la decadencia norteamericana y el voluptuoso ascenso de Japón en la economía mundial.
Los japoneses, comprándose las torres gemelas y el Empire State, hicieron que toda la izquierda impresionista y todos los profesores académicos hablaran del apogeo japonés y vaticinaran la decadencia norteamericana. Mientras era EE.UU. quien hacía las más grandes inversiones millonarias en la “guerra de las galaxias”, preparando nuevas ramas de producción como la telefonía y la computación, sobre la base del desarrollo de la industria de guerra.
EE.UU. montó el Sillicon Valley con las empresas tecnológicas, reconvirtiendo la industria de guerra en rama civil, y así dejó a Japón dislocado de la división mundial del trabajo y en recesión por diez años. Mientras tanto, el Citibank y la banca Morgan se robaban los 200.000 millones de dólares que se llevaba la ex burocracia de Yeltsin, devenida en burguesía; y ponía a trabajar a los obreros esclavos del sudeste chino bajo las órdenes de Wall Street y sus socios menores, los hijos de los burócratas chinos, quienes fueron a constituir los directorios de las joint ventures del sudeste de China.
Así EE.UU., la potencia dominante de mayor productividad del trabajo del planeta ligada a la industria de guerra, apoyada en la burocracia stalinista, definió a su favor en 1989 el resultado definitivo de la Segunda Guerra Mundial.
Con el Sillicon Valley funcionando en pleno con las empresas punto com, en el ciclo de expansión de los Clinton y de las tecnológicas de los ´90, Japón quedaba dislocado de la división mundial del trabajo y en recesión por 10 años. Y en el ´97 comenzaba la crisis que mandó a la ruina a los supuestos países imperialistas que proclamaban los charlatanes pablistas y mandelistas.
La minoría de la FLTI bajo la pseudo teoría antidialéctica de Burnham y Shachtman para definir una semicolonia
Los charlatanes que hoy hablan de la China imperialista porque compra bonos del tesoro norteamericano como compraba Japón, no pueden distinguir a un león de un herbívoro como el caballo, tal como lo es la China de Hu Jintao. Esta solo puede comprar bonos y tenerlos guardados en su tesoro, y con su economía y sus miles de millones de dólares de las exportaciones, no puede liderar ninguna de las ramas de producción en ningún sector de la economía mundial, si no es bajo la órbita del capital financiero (capital bancario e industrial) de EE.UU. o de alguna otra potencia imperialista alternativa.
El capital financiero cubre sus déficits con papeles sin valor de estados y bancos quebrados, como hace EE.UU. China, en cambio, tiene que poner los dólares contantes y sonantes. Para salvar a sus bancos, EE.UU. emite títulos y bonos del tesoro ¡por 700.000 millones de dólares! Pero son títulos del tesoro, papeles, no dólares.
Mientras que para reactivar su economía e iniciar un ciclo de consumo, China tiene que poner 600.000 millones de dólares contantes y sonantes arriba de la mesa.
Cualquier patrón o pequeñoburgués serio, y no digamos nada de un obrero con conciencia de clase, al enterarse de esto dice “El que pone la plata, es el débil. El que no la pone y se compra todo, es el que manda”.
Es que el gran capitalista hace sus negocios con el dinero de los demás. Es el pequeñoburgués el que hace negocios con su propia plata.
Pero para confundir y embaucar a los obreros del mundo para que no distingamos qué es una nación opresora, qué es una nación oprimida, cómo actúan los jefes y cómo actúan sus gerentes, estas corrientes revisionistas han revisado cómo definir qué es una colonia y una semicolonia, utilizando el mismo método que el mandelismo usó para definir en los ´80 el carácter semiimperialista de los “tigres asiáticos”.
Veamos lo que ellos nos dicen utilizando un método totalmente pragmático. Ya Trotsky había alertado del carácter pragmático de la izquierda norteamericana en su libro En Defensa del Marxismo. Frente al pragmatismo de hoy, Burnham y Shachtman parecen los reyes de la dialéctica.
La minoría de la FLTI define, insistimos, a una colonia y a una semicolonia de la siguiente manera:
“China no encaja con el perfil de una semicolonia. Las semicolonias tienen: 1) déficits comerciales crónicos. 2) déficits de capital. 3) Enormes deudas nacionales. 4) Tasa de crecimiento relativamente bajas ya que la plusvalía es bombeada fuera de la economía nacional por el imperialismo. Si la comparamos con México, que tiene todos esos rasgos, China es muy diferente.”
Insistimos, Burnham y Shachtman estarían ruborizados con este método pragmático.
Nosotros conocemos países imperialistas que tienen déficit de capital. Por ejemplo, en estos momentos, la mayoría de los países europeos están totalmente endeudados, con déficits de capital inclusive para reactivar sus economías, como España y Grecia, que tiene un quebranto de 300.000 millones de dólares.
Hace años que hay un relativo estancamiento en Europa y no se crece a más de un 2 ó 3%, inclusive en EE.UU., que tiene una deuda comercial crónica y debe vivir de la afluencia de capitales de todo el mundo.
¿Qué hace este método pragmático, superficial, pequeñoburgués para definir qué es una semicolonia? Toma las formas, no la esencia, no el contenido. Define a un estado colonial, semicolonial, imperialista o a un estado obrero no por las leyes del materialismo histórico, es decir por las leyes de las fuerzas productivas, la estructura y la superestructura de la sociedad, sino que lo define “por el perfil que da”.
Así es todo pequeñoburgués, toma lo superficial. Ese era el método de Burnham y Shachtman. “Rusia no da con el perfil de un estado obrero” decían. “Tiene un régimen de instituciones burguesas, se reproduce la ley del valor, hay una burocracia contrarrevolucionaria que oprime a otros pueblos; hace negocios con el imperialismo; busca entrar en la sociedad de las naciones. No da con el perfil. No es estado obrero.”
Trotsky tuvo que escribir un libro, En Defensa del Marxismo, en defensa de la dialéctica contra estos charlatanes. Pero repetir este método 70 años después, es deleznable. Y hacerlo en nombre del trotskismo es doblemente deleznable, porque acá ya hay charlatanes conscientes y no solamente gente equivocada.
Trotsky respondía en la obra recientemente citada: “La discusión es de esencia y apariencia. Si me traen un automovil todo chocado, diré ‘¿Qué demonios es esto?’ Su perfil no da, pero en esencia sigue siendo un automovil. Lo mismo vale para un estado obrero o un sindicato burocratizados, siguen siendo de clase. Esa es la esencia.” Nosotros conocemos colonias o semicolonias prósperas que en determinada etapa de su desarrollo no han tenido déficits, sino abundancia de capitales. Por ejemplo, todos los países de la OPEP como Arabia Saudita, Líbano, Libia y Venezuela, a quienes les sobró tanto capital que no sabían qué hacer con él para reproducirlo.
Pero no tenían más remedio que ir a donde sus amos imperialistas, que transformaron los petrodólares en empréstitos que luego fueron las deudas externas con las cuales el capital financiero internacional hizo enormes súperganancias.
En este momento está lleno de semicolonias que no tienen déficits comerciales, como Argentina, Chile y Brasil, que tienen sus monedas devaluadas para que desde allí a las transnacionales les convenga exportar commodities, soja y minerales. E inclusive tienen enormes reservas, pero que no se tocan porque son un seguro de cambio de las inversiones de las transnacionales imperialistas. Por eso no dejaron al gobierno argentino tocar de las reservas 6 mil millones de dólares para pagar la deuda. Chile creció a tasas del 7 al 9% anual, y Argentina a tasas del 8 y 9% en los últimos 7 años. Lo mismo la India, con tasas del 7-8%, inclusive con inversiones directas por 10 mil millones de dólares.
Según esa definición, que define por apariencia, estaríamos ante semicolonias que en realidad son países imperialistas, y ante países imperialistas cuando en realidad son semicolonias.
Como buenos cliffistas, son unos irresponsables; excelentes continuadores de Burnham y Shachtman y su método enemigo de la dialéctica.
Una colonia o semicolonia es una nación que llegó tarde al reparto del mundo y a consagrar su independencia nacional en momentos en que el mundo era dominado por el capital financiero a partir de 1914. Y por lo tanto no ha podido desarrollar sus tareas democrático revolucionarias como lo son la independencia nacional y la cuestión de la tierra.
Si los definimos como colonia, diremos que ni siquiera tienen independencia política para tener su gobierno y sus propias instituciones del estado. Este es el caso de Guadalupe, Hong Kong y otros enclaves coloniales.
Si tiene una relativa independencia política, diremos que es una semicolonia, puesto que mantienen pactos con el imperialismo que la atan a él.
En momentos de fuerte debilidad del régimen de dominio imperialista, como en el caso de una guerra interimperialista, las colonias o semicolonias pueden lograr una relativa independencia política del imperialismo.
Es más, muchas veces las burguesías nativas, usando al proletariado y controlándolo férreamente, le regatean parte de la renta nacional al imperialismo, que es la gran clase poseedora en todas las colonias y semicolonias.
Justamente, en una colonia o en una semicolonia hay dos tareas nacionales que la burguesía ya no puede resolver dentro las fronteras nacionales: la cuestión de la tierra y la ruptura con el imperialismo. La burguesía y la economía mundial sí puede resolver coyunturalmente en un país semicolonial no tener déficits comerciales, o tasas de crecimiento bajas.
La minoría ha tirado a la basura la Teoría de la Revolución Permanente, el Programa de Transición, la Crítica al programa de la Internacional Comunista y su pseudo teoría del “socialismo en un solo país”. Y han tirado a la basura la lucha contra el revisionismo de la dialéctica que hicieron Burnham y Shachtman. No han dejado nada de la teoría marxista sobre la relación entre los estados en la época imperialista.
¡Ahí es a donde lleva el revisionismo en la teoría: a liquidar la ciencia marxista para justificar las peores traiciones al proletariado!
La definición de China es: país capitalista transitorio, bajo un régimen restaurador contrarrevolucionario. Es un estado capitalista en transición a ser una semicolonia o colonia directa, o al triunfo de la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, cuestión que se resolverá históricamente en la lucha de clases a nivel internacional, y en la palestra mundial.
Estas son las dos alternativas para China en un mundo ya conquistado por el capital financiero internacional.
La lacra burguesa en la que ha devenido el stalinismo en China ni siquiera puede dar un Chiang Kai Shek, es decir, un nacionalista burgués que le regatee al imperialismo impulsando la movilización de las masas. Esta lacra solo puede dar sirvientes y agentes directos de la contrarrevolución mundial.
Y la prueba está en el tipo de régimen bonapartista y pinochetista establecido en China. Porque el más mínimo resquicio de libertades democráticas parciales, o el más mínimo resquicio en el régimen totalitario de opresión de estos agentes directos de la contrarrevolución en China, sublevarían al conjunto de las masas y la cabeza de los mandarines rodaría en cuestión de días. ¿Esta lacra agente de los negocios del capital financiero internacional va a enfrentar a Obama y al imperialismo yanqui y a disputarle el mundo? Si lo hace será como sirviente y gurka de otra potencia imperialista, cuestión que no podemos descartar en un futuro; como tampoco podemos descartar que esa pandilla de burguesía capanga y rastrera en la que devino el stalinismo, se divida alrededor de quién ser sirvientes.
Y ahora que ya van quedando las cosas claras, les hacemos un desafío: si el motor que ha permitido a China avanzar han sido las empresas estatizadas, ¿por qué esta burguesía imperialista inteligente no estatiza todas las empresas? ¿Por qué no reestatiza los bancos y el comercio exterior para parar el actual “apriete” de Obama y de EE.UU.?
Si es imperialista, si es una nación independiente, no entendemos por qué no lo puede hacer. No lo puede hacer porque es un verso que China es un país imperialista, así como vuestra teoría del “capitalismo de estado”. Porque ello significaría (como dijimos más arriba, y como plantea Trotsky en La Revolución Traicionada), que el capitalismo de estado es una utopía que significaría estatizar todas las empresas y repartir todos sus dividendos entre los capitalistas, que se terminarían matando entre ellos por esos dividendos. Una utopía reaccionaria de la izquierda cliffista anglosajona y de Japón.
Una ruptura con todo el legado de la IV Internacional en defensa de los estados obreros y su combate contra el “socialismo en un solo país”. La matriz teórica de los revisionistas: el viejo y anticuado verso stalinista del “socialismo en un solo país”
Este revisionismo de la fracción pública de la FLTI no deja piedra sobre piedra ni del programa marxista, ni del legado teórico y político de la IV Internacional.
Lean atentamente lo que han escrito: “El éxito chino descansa en sus bancos estatales altamente centralizados y sus empresas propiedad del estado, que pueden aprovecharse de la recesión global”. Los teóricos del “imperialismo en un solo país” y de la restauración pacífica terminan siendo, sin darse cuenta, defensores a ultranza de la teoría stalinista del “socialismo en un solo país”.
Estos practicantes de un “marxismo dinámico, innovador, no sectario, no aferrado a viejas fórmulas de 60 años” repiten vulgaridades antimarxistas derrotadas por el marxismo hace ya 80 años. Al final, van a terminar siendo los continuadores de la teoría del stalinismo del “socialismo en un solo país”.
Porque, ¿en qué estaba basada la teoría del “socialismo en un solo país”? En que la pujanza de una economía nacionalizada y estatizada de un país atrasado donde triunfó la revolución, podía hacer que ese país alcance al imperialismo en su desarrollo, sin la necesidad de extender la revolución a nivel mundial. Fíjense bien. La fracción pública dice que el hecho de que en China hubiera ramas de producción estatizadas, fue la ventaja comparativa que le permitió disputarle a EE.UU. su control de la economía mundo.
¡Afirman esto en una China con el 70% de sus ramas de producción claves privatizadas! ¡O sea que los deshechos de la economía estatizada transforman a China en un país imperialista que le disputa a EE.UU. el mundo!
Nosotros les preguntamos: con esas posiciones ¿Mao y Stalin no se levantarían de la tumba y aplaudirían? ¿Bujarin no les tiraría papelitos desde el cielo, desde las nubes donde están flotando, y les gritaría: “Campesinos enriqueceos, burgueses enriqueceos, imperialistas enriqueceos, que con las empresas estatizadas le estamos disputando el mundo a los amos”?
Pero el leninismo, el trotskismo y toda la teoría del marxismo viviente en la época imperialista, surgió afirmando que la economía estatizada de un estado obrero (ya sea deformado o revolucionario) no podía ni soñar con alcanzar las fuerzas productivas de un país imperialista más avanzado. Parafraseando a la III Internacional: “¡La Rusia soviética perecerá si no triunfa el proletariado alemán! ¡Pongamos ya en pie la III Internacional para que triunfe la revolución alemana y europea! Los países atrasados pueden llegar primero a la dictadura del proletariado, pero últimos al socialismo.”
Insistimos. Ustedes ya no están diciendo que un estado obrero, con una economía estatizada, con un régimen soviético, puede alcanzar a un país imperialista dado, cuestión que es imposible (y esto ya ha sido demostrado por la decadencia de las fuerzas productivas de un país cercado por la economía mundial imperialista como fue la URSS). Lo que ustedes están afirmando es que las fuerzas productivas nacionales estatizadas, es decir, la continuidad rastrera, de esas empresas estatales en donde se restauró el capitalismo, con lo que se sometió a China al dominio del capital financiero internacional, y bajo control de un gobierno burgués, obraron el “milagro” que no podía ni pudo hacer siquiera el estado obrero.
El perro se muerde la cola, creyendo que va hacia adelante. Es el abrazo de la teoría del “socialismo en un solo país”, apoyada como ya demostramos antes, en la teoría de las “particularidades nacionales”. Es la apología al socialismo de mercado. Es lo mismo que dice Hu Jintao, continuador de Mao y Stalin. Pero esto ya es la degradación bastarda, senil y decadente de la teoría stalinista del “socialismo en un solo país”.
No se puede hablar de Rusia “imperialista” cuando el 49% de las empresas de gas y petróleo de Rusia están en manos de empresas alemanas, donde el estado ruso hace el gasto y la inversión de la exploración y las empresas alemanas, la refinación y la distribución a toda Europa.
Y no se puede afirmar que China devino en un país “imperialista” cuando todos sus bancos estatales quebraron en el 2001 con una deuda incobrable de 320.000 millones de dólares para subsidiar a las empresas del estado quebradas que producen a pérdida; y cuando mantiene una productividad del trabajo bajísima, con un derrumbe de una mina por día, con acerías obsoletas, y un régimen de renta agraria y de producción de la tierra que en relación a Ucrania, Argentina, Brasil o a cualquier colonia barata, está atrasado 50 años.
En esta economía, en China viven 1.200 millones de obreros industriales, campesinos arruinados y obreros agrícolas por debajo del nivel de subsistencia, comiendo insectos como paso previo al canibalismo que va a devenir como en la China previa a la revolución; mientras hay 250.000 revueltas por el hambre por año, contadas una a una por el Pentágono. La amplia mayoría de las fuerzas productivas de China, de la cual el hombre es la más importante, están en decadencia total, degradadas y hundidas, y esto se combina con las máquinas y la tecnología más avanzadas en manos de las potencias imperialistas, destinadas a producir, sobre todo, bienes de consumo para el mercado mundial; y si son los parásitos chinos quienes quieren producirlos, deben pagar patentes y royalties como cualquier semicolonia; o rendir cuentas ante la OMC.
En La revolución traicionada, el trotskismo planteaba: “Rusia no era el eslabón más resistente, sino el más débil del capitalismo. La URSS actual no sobrepasa el nivel de la economía mundial. No hace más que alcanzar a los países capitalistas. Si la sociedad que debía formarse sobre la base de la socialización de las fuerzas productivas de los países más avanzados del capitalismo representaba para Marx ‘la etapa inferior del comunismo’, esta definición seguramente no se aplica a la URSS, que sigue siendo a ese respecto mucho más pobre en cuanto a técnica, bienes, a cultura, que los países capitalistas. Es más exacto llamar al régimen actual transitorio, entre el capitalismo o el socialismo, o preparatorio al socialismo y no socialista. (…) La fuerza y la estabilidad de los regímenes se miden en última instancia por el rendimiento relativo del trabajo.”
Si esto era la URSS de Stalin y sus fuerzas productivas estatizadas ynacionalizadas, si el límite de su atraso le permitía a Rusia llegarprimero a la revolución pero no al socialismo sin que triunfeAlemania, lo que nos está diciendo esta fracción pública, es quelas empresas estatizadas que mantuvo el gobierno contrarrevolucionario restaurador para subvencionar a las empresasimperialistas, fueron el motor de un devenir imperialista de China, a partir del cual le disputa el dominio del planeta a todas las potencias imperialistas. Pero esas empresas estatales (mineras, siderúrgicas) tienen una productividad del trabajo media comparable a Honduras, Puerto Ricoy cualquier país semicolonial.
¿Con toda la economía estatizada, por qué la URSS no podía ser Alemania y solo podría resolver su atraso tomando el poder allí? Trotsky, en La Revolución Traicionada lo explicó mejor. Es que se trata de la productividad del trabajo que no se puede sustituir, señores ignorantes. Se trata de un determinado nivel cultural de la clase obrera, de los ingenieros y técnicos de un país dado.
Se trata de la infraestructura, de la tecnología, de las técnicas de producción, de la organización del trabajo, que no se puede copiar.
La burocracia soviética se la pasaba copiando fábricas de automóviles y aviones de Occidente. Y eran deshechos. La única posibilidad de que la URSS adquiera la más alta tecnología era tomando el poder en EE.UU., Alemania y Japón, y estableciendo un plan científico y planificado de la economía mundial.
Justamente el plan de privatizaciones de las empresas estatales por parte del partido contrarrevolucionario de losmandarines chinos responde a que la banca del HSBC y del Morganno van a seguir financiando a pérdida ninguna empresa del estado. Por eso atacaron en Tonghua y Lingzou, donde este plan fue resistido por los obreros con revueltas y motines en defensa del trabajo y de laeconomía nacionalizada.
Un programa totalmente oportunista de frente único con los mandarines chinos ante los primeros combates del proletariado chino
Hoy la fracción pública declara que es posible el surgimiento de un imperialismo en el marco de las fronteras nacionales, que de sus propias fuerzas productivas nacionales un país puede convertirse en imperialista. Estos revisionistas independizan la economía de un país con respecto a la economía mundo, desguazan la economía mundo distribuyéndola en espacios estancos, sin ninguna interconexión entre ellos. Con su visión nacional de las fuerzas productivas, les asignan inevitablemente un poder infinito, puesto que no tienen que medirse con las de otros países en la palestra de la economía mundial, sino simplemente desarrollar la economía nacional. Así, fácilmente, las fuerzas productivas atrasadas de un país pueden hacer milagros tales como sobrepasar las fuerzas productivas de las potencias imperialistas.
De allí, estarán llegando en cualquier momento a la teoría de la revolución por etapas del stalinismo. “Programas mínimos y programas máximos”, como en Haití, ya son consecuencia de esta degeneración política que carcome a nuestra minoría.
Así los integrantes de la fracción pública de la FLTI se aprestan a firmar con las dos manos lo que decía Stalin. Sus argumentos son los mismos, puesto que es la misma matriz teórica: las fuerzas productivas nacionales se pueden desarrollar aisladamente y alcanzar en su desarrollo a lo más avanzado de las fuerzas productivas a nivel mundial. Mientras Stalin utilizaba esta seudoteoría para demostrar que era posible desarrollar la economía de un estado obrero pobrísimo en técnica, los revisionistas de hoy la usan para justificar que un país atrasado, expoliado por el imperialismo, pueda convertirse en imperialista.
Así terminan siendo los continuadores del “socialismo en un solo país”, pero hoy bajo una teoría que se puede llamar “el imperialismo en un solo país”. Por eso cuando estalló Tonghua en China, no lo tomaron en cuenta. Sabían de ese hecho, pero solo escribieron sobre ese acontecimiento histórico cuando el resto de la FLTI se enteró y lo transformó en programa de combate para el proletariado internacional: ¡De pie junto a los obreros chinos de Tonghua y Lingzou! ¡Así se lucha por mantener las fuentes de trabajo! ¡Así se lucha contra las privatizaciones! ¡Como en Tonghua, Lingzou, México, ASÍ SÍ! ¡Como se entregó el trabajo en Kraft, en la GM y en Europa, ASÍ NO!
La minoría solo intervino para decir que el freno a la privatización impuesta por los obreros era una concesión de los mandarines “rojos” a las masas. En una carta dijeron: “Los obreros de Tonghua ganaron porque el estado apoyó el freno a la privatización. Esta es una victoria pero no es un desafío generalizado a los dirigentes del PC (C)... El acuerdo reformista de Tonghua es posible porque no enfrenta una situación pre revolucionaria. La clase dominante china no necesita privatizar el acero. La planta de Tonghua da ganancias y está modernizada... Probablemente estará reestructurada al estilo plan estatal para concentrar la producción de acero de China en 5 ó 6 plantas masivas. Por lo que nuestro centro debe ser tratar de unir las fuerzas en un frente único por el control obrero de la producción del acero, en lugar de pintar una falsa imagen de la lucha de clases en China.” (Carta del CWG, 2/12/09) ¿¡Concesión del estado chino a las masas!? ¿La minoría nos puede decir qué hubiese pasado si unas decenas de miles de obreros norteamericanos colgaban a un gerente de la General Motors, y el gobierno les regresaba todas las conquistas que habían sido entregadas por la burocracia de la AFL-CIO? ¿Dirían que es una amable concesión del gobierno de Obama a los obreros? Ustedes hoy repiten lo que decía la socialdemocracia hace más de 100 años y el stalinismo desde 1924. Afirman que hubo un poderoso avance nacional de las fuerzas productivas, y que, por lo tanto, ha vuelto la época de las reformas pacíficas conseguidas en el parlamento, en las huelgas autorizadas por el estado, y que ha caducado el apotegma de Lenin y Trotsky que plantea que las reformas son un subproducto de la lucha revolucionaria.
Ahora entendemos por qué ocultaron lo de Tonghua y no lo mencionaron en vuestro documento sobre la situación mundial; por qué nunca lo tomaron como parte de un programa revolucionario; por qué jamás dijeron que ese era el camino: “que haya Tonghuas y no Krafts”, o sea que haya lucha revolucionaria por todo y no sumisión al estado de los patrones y a su Ministerio de Trabajo. ¡Se callaron porque ese no es su programa!
En su verdadero programa –¡sirviente del socialismo de mercado!– la pelea no es por la defensa de los puestos de trabajo de las empresas estatales que aún quedan, que el partido de los mandarines chinos quiere privatizar y que el imperialismo mundial se encamina a deglutir. Para ustedes la pelea es simplemente por reformar al régimen restaurador del capitalismo en China, puesto que este régimen defiende a la “empresa estatal”. Pero eso es lo que también hacían, cuando les convenía, Inglaterra o Hitler; y cuando no les sirvió más, privatizaron las empresas, proceso que en China ya empezó. Por eso cayó un patrón del PC chino degollado y masacrado por los obreros chinos que tienen una correcta visión de la lucha de clases.
Y si hay algún patrón de los mandarines chinos que se opone a la privatización es porque teme que ruede su cabeza como las de los patronesen Tonghua y Lingzou.
Según ustedes el régimen chino sería tan perfecto y tan potente, que la única tarea que proponen contra ese régimen infame y oprobioso de Hu Jintao y los mandarines chinos, contra su política de entrega y privatización-como ustedes mismos lo afirman- es: “Nuestro centro debe ser tratar de unir las fuerzas en un frente único por el control obrero de la producción de acero, en lugar de pintar una falsa imagen de la lucha de clases en China”. Y si “el estado apoyó el freno a la privatización”, ustedes, ¿están proponiendo como política de la FLTI en China un frente único con el Partido Comunista de los mandarines “rojos”, asesinos y masacradores de la clase obrera china, porque estaría en contra de las privatizaciones? Si es así, les aclaramos: ¡Frente único obrero con los patrones esclavistas jamás! ¡Frente único con los patrones privatizadores, menos!
Ustedes, como fracción pública deben darse cuenta de hasta dónde los está llevando su posición. Cualquier militante serio debe pensar hasta dónde lo lleva su posición, y si se aplica, cuáles son sus implicancias, si estas van a favor del proletariado, si le crea confianza en sus propias fuerzas, si lo ayuda a quitarse la venda de los ojos que le ponen las direcciones traidoras y lo llama al combate, o si tal posición le echa arena a los ojos. ¿Es qué no se dieron cuenta de que con su teoría, programa y estrategia terminan siendo la quinta rueda de la V Internacional de Hu Jintao y Chávez? ¿Es que no se percatan de que su posición es decirle al proletariado chino que la China restaurada de la maquila, de los obreros esclavos, se resuelve con una economía estatal en un frente único con el partido de los mandarines chinos? ¿Es qué no caen en la cuenta de que apoyan al socialismo de mercado, adornándolo con el control obrero de la industria estatizada? Ustedes no se dan cuenta de que terminan siendo los continuadores del bujarinismo que quiere reformar y darle un curso “progresivo” al socialismo de mercado, que no es más que poner al proletariado de rodillas ante el capitalismo… pero con control obrero, en un
frente único con el partido de los empresarios rojos. Dénse cuenta de una vez de hasta dónde los lleva su empiriocriticismo: a querer unir al trotskismo con la nomenclatura restauracionista burguesa de los mandarines chinos. Nosotros no obramos subjetivamente, buscamos la verdad, y por eso, les pedimos que vuelvan al marxismo, que se den cuenta de que sus posiciones actuales los llevan al desbarranque.
En el ´89 Mandel y su Secretariado Unificado luchaban por “el partido de Jaures y Lenin”, cuando, como la LCR, renunciaban a la dictadura del proletariado. Ustedes con su posición están proponiendo ni más ni menos que el partido de Trotsky y Hu Jintao.
Estamos en completo desacuerdo. Desde nuestro punto de vista, vuestro planteo lleva a terminar como ala izquierda de Hu Jintao y su V Internacional.
Una fracción cliffista organizada para que el proletariado latinoamericano y africano no embista a la burguesía imperialista al grito de “¡Fuera Gringos!” “¡Fuera la Anglo-American!”
La minoría de la FLTI nos plantea que en América Latina: “ustedes no entienden que el que los explota no es EE.UU., sino China” (Carta de fecha 16/12/2009). “El que los explota no es la Angloamerican, son los chinos”, dicen en África. Y esto lo afirman cuando África, América Latina y el este europeo están siendo saqueados por las deudas externas impagables usureras de la banca internacional imperialista, que son la mayor expoliación del mundo. En América Latina, estas deudas externas fueron contraídas por dictaduras militares que en los ´80 tomaron préstamos por 300.000 millones de dólares. Estas deudas hoy tienen 10 veces su valor y el imperialismo ya extrajo mediante ellas más de 10 billones de dólares, provocando las peores penurias a las masas.
De esta manera le dicen a los obreros de América Latina que abandonen el grito de la revolución boliviana de 2003-2005 de “Fuera gringos”, el del “No al pago de la deuda externa”; “Fuera la Angloamerican que les vende minerales caros, a los precios internacionales, a los mandarines “rojos”, y estos se los dejan baratos, subsidiados, a las mismas empresas del capital financiero de la Angloamerican que se los compra en China, produciendo a menores costos para hundir el salario de la clase obrera china, inglesa, norteamericana, sudafricana y mundial.
Lo único que va a evitar que China sea repartida en una futura guerra de rapiña imperialista, es que los obreros chinos se levanten, pongan en pie sus organismos de lucha de democracia directa y autodefensa, unan sus filas, desde los obreros esclavos de las maquilas, hasta los obreros mejor pagos de las empresas estatales que hoy se ven amenazados de perder su empleo, y entren en maniobras de lucha política, colgando a los gerentes de las maquiladoras, los mandarines “rojos”, y expulsando a los yanquis, no solo de China, sino de toda Asia. Porque la revolución china es asiática: es china, vietnamita, coreana, japonesa.
En suma, se trata de que, entrando en lucha política abierta contra el régimen de terror de los mandarines “rojos”, gerentes y socios menores de los imperialistas, los obreros chinos tomen el rumbo hacia el combate por restaurar la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, convirtiendo a China, que es hoy una tendencia contrarrestante de la crisis, en un bastión de la revolución asiática y mundial. La minoría de la FLTI es enemiga de ese programa.
Lo que Trotsky advertía en su crítica al programa de la IC de 1928 era que el stalinismo, al tomar la misma matriz teórica que la socialdemocracia, se preparaba para traicionar. La matriz teórica de la minoría de la FLTI es la misma que la del stalinismo: nacionalismo, socialismo nacional. Y eso es lo que vamos a discutir de cara a la vanguardia obrera internacional.
Los profesores de la charca universitaria buscan acomodar los hechos de la realidad a su teoría
La minoría ignora que China ocupa el lugar 130 en la lista de países según el PBI per cápita, y se fijan solamente en que el crecimiento de la economía china sobrepasó a la japonesa.
En el último trimestre de 2009, por ejemplo, China tuvo un PBI de 4,6 trillones de dólares que superó al de Japón (4,2 trillones de dólares)... ¡pero con Japón adentro, porque es dueño de maquilas y empresas transnacionales relocalizadas! Así buscan acomodar la realidad a su pseudo-teoría, inventando que China tiene monopolios imperialistas, cuando solo tiene monopolios nacionales.
Parecería ser que no tienen idea de lo que son los monopolios, y por ello no distinguen entre un monopolio nacional de un país atrasado, y un monopolio imperialista que participa en el control de determinadas ramas de producción a nivel mundial.
Sobran ejemplos de monopolios nacionales. Había monopolios en los países latinoamericanos antes de las privatizaciones de los años ´90, y aún hoy sigue habiéndolos. Por ejemplo, en los ´80, solamente YPF argentina tenía el monopolio de la extracción de petróleo en Argentina y lo exportaba al mercado mundial dominado por las antecesoras de las hoy llamadas “7 hermanas”, que controlan toda la rama de petróleo y gas. Es decir, YPF se quedaba con un sector de ese mercado mundial, pero sin competir con los monopolios imperialistas dominantes de la rama de producción petrolera.
En México, Cárdenas estatizó a fines de los ´30 el petróleo, poniendo en pie un monopolio nacional. Y aún existen monopolios estatales en servicios –agua, correos, etc.– como es Luz y Fuerza del Centro, al que hoy el régimen mexicano del TLC quiere privatizar.
Un monopolio nacional controla una pequeña parte del mercado y de la rama, tanto como se lo permite quien o quienes tienen el control de toda la rama de la producción: el monopolio imperialista que maneja la producción mundial. Así, los monopolios nacionales funcionan enteramente como parte, enlazados, a los trusts y cártels que manejan ramas enteras de la producción, como una tuerca es parte del engranaje de un reloj. Por eso, jamás vamos a ver a un monopolio nacional enfrentarse con los monopolios internacionales, disputándole ramas de la producción.
Eso es lo que pasa con China. Los monopolios nacionales chinos existentes, que son las empresas estatales, dan plusvalía que va en beneficio de las transnacionales instaladas en el sudeste-a las que les venden insumos para que produzcan- y de la gran oligarquía financiera, que se lleva el ahorro nacional chino a través del control de la banca china. Así, los monopolios nacionales chinos son puestos al servicio de los trusts imperialistas, que son internacionales, y como decía Trotsky, el imperialismo no anula la competencia, sino que solo la pone de rodillas.
Los profesores de la charca universitaria de la izquierda angloyanqui no entienden nada de la teoría marxista de la economía, y la falsifican. Pareciera que solo andan con su tomo panzudo de Samuelson bajo el brazo –recordemos que Samuelson es el paladín del keynesianismo militar con el que EE.UU. salió siempre de sus crisis; seguramente en este momento Obama está recibiendo clases de los alumnos de Samuelson, siguiendo los pasos de su maestro que le dio clases de economía a los presidentes yanquis desde los ’60–. Es que a estos profesores angloyanquis se les han vuelto incomprensibles Marx, Lenin y Trotsky; no los digieren y prefieren falsificar sus posiciones y destruirlas.
Así, la minoría, en el Congreso de julio, trató de argumentar que China era imperialista por el hecho de que sus inversiones directas al exterior (IDE) salientes –a las que llamaban “exportación de capital”– eran mayores a las IDE entrantes, hecho que, según ellos dicen, se da generalmente en los países imperialistas.
Asimismo argumentaban que China era imperialista ya que tiene nacionalidades y etnias a las cuales oprime.
Si por eso fuera, tendrían que decir entonces que la India es imperialista porque, solamente en el 2006, las IDE salientes de las principales empresas indias (sin contar al estado u otras empresas), superaron los US$ 10 mil millones, y las IDE salientes totales superaron a las IDE entrantes. O sea, lo mismo que pasa en China. Además, India sí tiene naciones oprimidas, como los tamiles; tiene también un PBI que creció sostenidamente desde el 2003 al 2008 a razón de un 8,7% anual. Además, Goldman Sachs afirma que dentro de 20 años, India será la tercera economía en el mundo, detrás de EE.UU. y China. Con estos datos y con la “opinión” de los “expertos” del capital financiero imperialista norteamericano que los profesores toman como indicador, ¿qué esperan para declarar que India es imperialista?
En definitiva, es un verdadero neopablismo que revisa al marxismo en la cuestión china
Como no podía ser de otra manera, este nuevo revisionismo va acompañando la evolución de las sucesivas rondas de la crisis económica mundial y adecuándose a los distintos momentos de la misma, como faldero de la socialdemocracia y la burocracia sindical de los países imperialistas.
En el 2007 estallaba la burbuja financiera en Shangai (una bolsa controlada totalmente por el capital financiero de Hong Kong, Wall Street, Japón y el HSBC), con bancos comerciales que subvencionaron con pérdidas las inversiones de todas las empresas imperialistas en China, y que financiaron a pérdida y con la quiebra de todos sus bancos en el 2001, a una industria estatal obsoleta de producción de materias primas para la industria de las ramas de producción controladas por el imperialismo, al que le garantizaban insumos baratos. Por supuesto que en ese momento, ningún pablista impresionista de hoy podía atreverse a levantar cabeza y hablar del imperialismo chino con todos los bancos de China quebrados, con 320 mil millones de dólares incobrables, con millones de obreros esclavos en las joint ventures, y una bolsa de valores bajo control absoluto del HSBC y la banca Morgan, que había sido creada por el socialismo de mercado chino ya en el año 97.
Aquí y allá chillan: “desde el 2003 hasta el día de hoy, China es el único país que ha crecido”. Cuando todas las potencias imperialistas están en franca recesión, ahora China, en plena expansión, sería, aprovechando la crisis de las potencias imperialistas, un nuevo imperialismo que salió a comprar con su “excedente” –llamado “capital financiero” por la minoría y todos los revisionistas–, todo lo que se le ponga por delante en las zonas de influencia de EE.UU. y Europa.
El impresionista, y sobre todo si es sirviente de su propio imperialismo, como todos los partidos “anticapitalistas”, en el 2007 anunciaban la ruina de China. Inclusive algunos se aventuraban a decir “podría ser socialista antes que imperialista”. Pero seguro que nunca habrían llegado tan lejos como para decir que China podía ser imperialista sin guerras, sin fascismo y sin aplastar la revolución mundial y al proletariado internacional.
Ahora, la nueva moda revisionista es que China es imperialista, y que por lo tanto ha surgido una nueva locomotora que disputa el mundo con su propio capital financiero internacional, que sobre la ruina de las potencias imperialistas, su recesión y crac, emerge como potencia en el siglo XXI, al igual que Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, pero esta vez de forma pacífica.
El ecléctico, como todo revisionista impresionista, se impacta con un hecho de la realidad, lo saca de la estructura, le da un valor sin límites, lo transforma en idea matriz y luego intenta acomodar todos los hechos de la realidad, todo lo que está escrito en el cyber espacio de internet, todo lo que dice cuanto charlatán haya en el mundo, a esa idea en su cabeza.
Así el impresionista devenido en idealista, es un gran ecléctico, porque tiene que justificar lo injustificable, creando permanentemente figuras mitológicas como la del centauro, el súmmum del ecléctico, para intentar justificar y explicar en la vida la idea que se ha creado él mismo.
Hace 6 meses el impresionista no sabía si China entraba en recesión luego de la crisis de Shangai de 2007. Entonces afirmaba que era un país contradictorio, mitad semicolonia y mitad imperialista, por sus 20 mil millones de dólares de inversiones directas en el extranjero, por un sobreexcedente de 1,6 billones de dólares en el tesoro, por invertir parte de su capital (ahora llamado “financiero”) en la banca Morgan o en el Citibank en crisis y por comprar materias primas en todas las zona de influencia de EE.UU. Ahora, de ser una especie de centauro, cuando vino el último “boom” del consumo en China, ya este habría pasado a ser abiertamente imperialista y a disputarle el mundo a EE.UU.
Y a todo esto lo llaman “un pensamiento dialéctico”. El empírico y pragmático anglosajón quiere convencer al marxismo revolucionario, sin seguir ninguna de las leyes que rigen los procesos históricos, es decir la teoría, de su punto de vista ante los nuevos acontecimientos, a los que afanosamente intenta contestar.
Afirmamos que el revisionismo intenta justificar, envenenando la conciencia del proletariado, las acciones del reformismo primero y de la contrarrevolución después. De allí que el que no lucha contra el revisionismo, no lucha contra el enemigo de clase y abandona las posiciones programáticas conquistadas en los procesos revolucionarios previos. Y eso es lo que los trotskistas de la FLTI no estamos dispuestos a hacer.
Luego veremos cómo Merlín y su alquimia hacen salir a un conejo de una galera, para inventar una China imperialista.
Capitulo IV
China: En defensa del legado teótico-programático de la IV Internacional y sus fundadores
Las leyes de la génesis, el movimiento y la estructura actual de China
Comenzaremos por definir con un método marxista, es decir, por génesis, la estructura de China para aproximarnos a este nuevo fenómeno que ha emergido en el siglo XXI. Para nosotros, este fenómeno no es más que un estado capitalista transitorio en franco proceso de semicolonización, conquistado por la economía mundial luego del golpe contrarrevolucionario que le propinara la burocracia restauracionista china al proletariado en Tiananmen. Este proceso de restauración capitalista lo llevó a cabo la propia burocracia stalinista maoísta que, como en la URSS y en todos los ex estados obreros, devino en los ´80 de agente indirecto en agente directo contrarrevolucionario de la restauración capitalista, y hoy actúa como gendarme directo de las transnacionales yanquis, japonesas y europeas.
Así como la ex URSS entregó sus riquezas naturales a la división mundial del trabajo o los países del Glacis devinieron ya en semicolonias y colonias directas con su sometimiento al imperialismo europeo y norteamericano, China puso su ventaja comparativa a la economía mundo: su fuerza de trabajo esclava.
Como vemos hoy, a China no se le permite ser imperialista ni tampoco a Rusia, en un mundo ya dominado política, económica y militarmente por el imperialismo. Es más, Rusia hoy está tan pero tan cercada que ya no queda nada de la Rusia que iba desde las estepas hasta Eurasia. Una a una, todas las ex repúblicas soviéticas de la ex URSS han quedado en el bando yanqui, con bases militares de EE.UU. en todas las ex repúblicas musulmanas, y con el ingreso a la OTAN de las repúblicas del Glacis, incluyendo ahora a Rumania.
¿Alguien quizás puede creer que la Rusia imperialista de los zares hubiera permitido perder Letonia, Lituania, Ucrania, las rutas del petróleo del Cáucaso de Georgia, Armenia, Azerbaiyán y las repúblicas euroasiáticas, quedando reducida al condado de Moscú, oprimiendo algunas pequeñas nacionalidades y haciendo un genocidio a cuenta del imperialismo como en Chechenia y Daguestán?
Rusia hoy dice: “tenemos derecho a defendernos nuclearmente contra el que nos ataque”. Esto es un chiste de la cobarde burguesía rusa, agente alemán. Le sacaron casi el 90% de los territorios que oprimían los zares y sobre los que se extendía la ex URSS. Le saquean el petróleo con la BASF alemana. Y cuando ya no le queda nada, proclama “derecho a defenderse nuclearmente”.
Esto es una bravuconada de una burguesía nacional como las que hace Chávez, o la burocracia restauracionista coreana para que les den alimentos. Es un chantaje de burguesías nacionalistas cipayas.
Insistimos, en el ´89 el mundo ya estaba conquistado. Hoy, el Kremlin está cercado y China debe hacer lo que dicta la política y la economía mundial imperialista.
De la misma manera que el capital financiero fijó su objetivo en Medio Oriente para el abastecimiento del petróleo, en América Latina para los commoditties o en el África saqueada para la minería, lo que siempre obtuvo el mercado mundial por parte de China fue mano de obra esclava. Inclusive en el siglo XIX, cuando la clase obrera china junto a los obreros de color, construyeron la infraestructura y los ferrocarriles del capitalismo que emergía.
Y esto se llama división mundial del trabajo a nivel mundial en la economía mundo controlada por las pandillas imperialistas a partir del año 1914.
Así lo planteaba Trotsky en “Una Escuela de Estrategia Revolucionaria”:
“El capitalismo es un hecho mundial. Ha conseguido dominar el mundo entero, como ha podido observarse durante la guerra, cuando un país producía de más, sin tener mercado que consumiese su mercancía, a pesar de que otro necesitaba productos que le eran inaccesibles. En aquel momento, la interdependencia de las diferentes partes del mercado mundial se hacía sentir por todos sitios. En el punto en que se colocó antes de la guerra, el capitalismo estaba basado en la división internacional del trabajo y en el cambio internacional también, de los productos. Es necesario que Norteamérica produzca determinada cantidad de trigo para Europa. Es preciso que Francia fabrique determinada cantidad de objetos de lujo para Norteamérica. Es imprescindible que Alemania haga cierto número de objetos vulgares y económicos para Francia. Sin embargo, esta división del trabajo no es siempre la misma, no está sujeta a reglas. Se estableció históricamente, y a veces se turba por crisis, competencias y tarifas. Pero, en general, la economía mundial se funda sobre el hecho de que la producción del mundo se reparta, en mayor o menor proporción, entre diferentes países. Semejante división del trabajo universal, conmovida hasta la raíz por la guerra, ¿se ha reconstruido o no? He ahí uno de los aspectos del asunto.” (Trotsky, “Una escuela de estrategia revolucionaria”, 1921)
Justamente, el triunfo de la revolución obrera, a pesar y en contra de la burocracia stalinista, en el ´49 interrumpió esa sumisión de China al mercado mundial como proveedora de mano de obra esclava. Fue turbada no por “tarifas”, “competencias” o por “crisis”, sino por la revolución, que impidió que la economía mundo la use despojándola de su independencia nacional y ocupándola para esa función.
Justamente, con la restauración capitalista aportó esa enorme fuente de recursos que es el trabajo humano esclavo, la más importante y valiosa de todas las mercancías. Sí, mercancía, cuyo valor está dado por el valor del costo de su reproducción. Aportó la mercancía fuerza de trabajo más barata de todo el mercado mundial.
Hacia ahí va China, hacia ahí va Vietnam, y hacia ahí quiere ir la burocracia castrista con los obreros cubanos ganando 18 dólares por mes para que Cuba sea una nueva maquiladora.
Hace casi más de dos siglos China fue arrastrada al torbellino de la economía capitalista. Esta se encontraba en una etapa ascendente y los burgueses buscaban nuevos mercados, nuevas fuentes de materia prima y nuevas zonas de donde sacar esclavos. En el enorme reservorio de mano de obra esclava que era y es China, los ingleses, franceses y alemanes encontraron un paraíso. En ese momento una dinastía decrépita gobernaba China, un país tan grande como un continente. Inmediatamente, los capitalistas europeos lanzaron guerra tras guerra para obligar a esa dinastía decrépita, a su corte y a su burocracia, a ceder China al negocio mundial.
Con esto queda demostrado, para los que dicen que solo hay violencia en el capitalismo imperialista, que el capitalismo nació “chapoteando en sangre y fango”, como diría Marx. Porque de la misma manera que Inglaterra se apoderó de China, su “hija”, EE.UU., se apoderó a los tiros de dos tercios de México. A los pocos años de esa sangría y mutilación, este mismo México fue ocupado por las tropas francesas de Luis Napoleón (alias Napoleón III) para hacerle pagar deudas externas, e incluso imponerle un reyezuelo de una corte alemana, Maximiliano. Pero el frente unido de la burguesía pro-inglesa, apoyándose en el odio de las masas mexicanas contra los invasores, usando de chapa a un abogado nativo de los terratenientes como era Juárez, expulsó a las tropas debilitadas francesas, pues ya para entonces, Luis Napoleón estaba más preocupado por Bismarck que por la suerte de su reyezuelo Maximiliano, que fue fusilado apenas fue abandonado por el último soldado de la legión extranjera francesa.
Mexicanos y chinos quedaron trabajando como peones en el “Far West” estadounidense, poniendo en pie la infraestructura necesaria para poder unir el este industrial con el oeste, y desde California, también intervenir en el comercio y gran negocio que significaba y significa Asia. Si se alzaran las voces debajo de esos rieles, donde yacen millones de esclavos chinos, negros y “chicanos”, contarían cómo el capitalismo nunca fue “pacífico”, ni ahora ni antes, pero obviamente, usarían palabras demasiado fuertes para los oídos de los señores profesores.
China bajo el capitalismo, como afirmaba la IV Internacional en 1938, se insertó en la división mundial del trabajo como una semicolonia. Y hoy, lejos de alejarse de este status, como quiere hacer creer la minoría de la FLTI, convirtiéndose en “imperialista”, está pronta a retornar a él, si no hay una revolución socialista que restaure la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias:
“China, un país atrasado, ha sido la víctima de la rapacidad capitalista por más de un siglo. Los fusiles imperialistas, al comienzo del siglo XIX, terminaron con la vieja era de reclusión y aislamiento de China, introdujeron la industria moderna, y las formas de explotación capitalista en el país. Los imperialistas llegaron a China primero como comerciantes. Pero con el rápido avance de la industria occidental y la creciente acumulación de plusvalía como resultado de una explotación siempre más intensa de la fuerza de trabajo, era solo una cuestión de tiempo antes de que China sea considerada no solo como un mercado de mercancías, sino también como un terreno lucrativo para la inversión de capital. China, inagotable fuente de mano de obra barata, se volvió un campo de atracción magnética para el capital extranjero.
“En una serie de guerras contra la decadente dinastía manchú, que demostró ser impotente, las potencias imperialistas sometieron al territorio chino a sus exacciones, establecieron sus ´concesiones´ en las principales ciudades chinas, y le arrancaron a China una serie de ´privilegios´ diseñados para proteger su comercio e inversiones. Limitando los aranceles a las importaciones a un 5% sobre el valor, se aseguraron la posición competitiva de sus productos en el mercado chino. Controlando la recolección y el desembolso de los aranceles chinos, se aseguraron el pago de las rápidamente crecientes deudas externas de China. Estableciendo el principio de extraterritorialidad, conquistaron la exención de los impuestos chinos para sus empresas, y para sus naciones conquistaron la exención de la aplicación de la ley china. Los tratados desiguales en los cuales esos privilegios fueron incorporados, eran la señal de la reducción de China al estatus de un país semicolonial.” (“Resolución sobre la lucha de clases y la guerra en extremo Oriente”, escrita por Li Fu Jen (Frank Glass) para el congreso de la IV Internacional de 1938).
China, como correctamente planteaba la IV Internacional, fue vista siempre por las potencias imperialistas en la economía mundo, tanto en la época reformista como en la época imperialista, como una proveedora esencialmente de: a) mano de obra esclava a la economía mundial; b) territorio de aranceles abiertos para las importaciones o exportaciones de las potencias imperialistas (como el sudeste asiático o China hoy); c) zonas francas con mano de obra esclava y un ejército industrial de reserva de mil millones en la China profunda; y d) la existencia de un agente directo del imperialismo mundial, hoy los nuevos mandarines chinos: la burocracia stalinista-maoísta luego devenida en burguesía.
Esta “nueva dinastía” china no es más que la lacra stalinista que evolucionó como burguesía en las empresas imperialistas, conquistando los joint ventures en China, en donde en los directorios comunes de sus empresas con el capital financiero internacional, comenzó a ser clase poseedora y a tener derecho de herencia. Esta lacra fue, es y será eso: un agente directo del imperialismo. Y si quiere dejar de serlo, el bombazo más lejano que recibirá será el que le caiga en el oído.
En un sentido, la Rusia de hoy, despojada de todas las zonas de influencia y descuartizada por las potencias imperialistas, tiene mucha más autonomía en la política internacional que la China de los mandarines. La burguesía nativa rusa ha atado su suerte a Alemania y a ser una gran exportadora petrolera, pero ha debido aceptar ser cercada por 120 bases militares y escudos misilísticos de la OTAN instalados en todas sus ex zonas de influencia.
De lo que se trata esta crisis económica mundial, justamente, es de que sobran potencias imperialistas y que veremos nuevas tensiones, porque China y Rusia deben ser sometidas con dobles y triples cadenas, aun superiores a las que tienen hoy, a la economía y la política del capital financiero internacional.
Antes de la revolución del ´49, los imperialistas, controlando los aranceles chinos pagados por las exportaciones y las importaciones de ese país, se garantizaron el dinero de las deudas externas contraídas por la nación china, que alimentaron a los bancos imperialistas en su interior. Y cuando la nación china intentó tomar alguna medida proteccionista, ejercer algún control o derecho de aduana, su economía quedó cercada por los controles aduaneros nacionales y China fue invadida.
Esa fue, es y será la historia y el designio de la nación china en el mundo ya repartido por dos guerras mundiales imperialistas.
Como planteaba la IV Internacional: “China, inagotable fuente de mano de obra barata, se volvió un campo de atracción magnético para la inversión del capital extranjero”.
Ya en la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt y Churchill exigían sentar a Chiang Kai Shek y al Kuomintang en la mesa de los aliados, y darle poder de veto en las Naciones Unidas al nivel de Stalin, aun por encima de Francia. Tanto es así que, en la Conferencia del ´43, De Gaulle fue como un general exiliado de segunda, al mismo nivel que el Kuomintang. Así planeó la salida de la guerra el frente imperialista de los aliados angloyanquis, con Rusia y China adentro.
Esto era lo que concentraba, en última instancia, el doble carácter de la guerra imperialista.
Si la URSS quedó por fuera de las garras de los aliados a la salida de la Segunda Guerra no fue por mérito de Stalin, sino a pesar de esa podrida burocracia sirviente del frente imperialista, por la heroicidad de más de 20 millones de obreros y campesinos rusos que terminaron avanzando hasta Berlín. Impidieron, con la amenaza de la revolución europea, no solo que triunfe el fascismo en Stalingrado, sino que, a la salida misma de la guerra, la burocracia devenga en restauracionista, debiendo jugar, con la coexistencia pacífica, el rol de entregadora y carcelera de la revolución europea y la revolución mundial.
Y si el imperialismo no pudo ir hasta el final para utilizar la atracción magnética de la mano de obra esclava china -que ya había sido utilizada por el imperialismo inglés y japonés antes- fue por la revolución hecha por los obreros y campesinos, más allá de los intentos de Mao Tse Tung por imponer un gobierno de unidad nacional con el Kuomintang. Las ondas expansivas e influjos de esta revolución, terminaron haciendo huir a generales como Mc Arthur más allá del paralelo 38 en la guerra de Corea del ´52, revolución que fue contenida en ese punto como parte del plan de coexistencia pacífica en Asia.
Los pronósticos y la caracterización de China y su lugar en la división mundial del trabajo se dan tal como lo pronosticaba la IV Internacional, demostrando que el imperialismo es reacción en toda la línea y que si no triunfaba la revolución política en ese estado obrero que había nacido ya deformado en el ´49, la burocracia iba a devenir en restauradora y en una nueva clase poseedora agente directo del imperialismo, como efectivamente ocurrió.
Contra nuestra minoría liquidacionista del congreso de la IV del ´38, nosotros defendemos y hacemos nuestra plenamente la resolución sobre la lucha de clases y la guerra en Extremo Oriente escrita por Li Fu Jen (Frank Glass) para el congreso de la IV Internacional de 1938. Y sobre esas bases llamamos a fundar el partido de Chen Tu Hsiu, de la IV Internacional, en China.
Nuestra minoría debe elegir: o con el programa de la IV Internacional de 1938, o con el programa de la V Internacional de Hu Jintao y demás traidores del proletariado internacional. Tiene que definirse.
El “milagro chino” reviste las mismas características del viejo “milagro coreano”, o del viejo “milagro chileno” del cual se hablaba en América Latina.
Todo el mundo se asombraba del crecimiento de Chile en los ´80 y los ´90, de sus enormes inversiones, e inclusive sus asociaciones con el capital yanqui de la banca Morgan y el Citibank, hechas con el excedente de las exportaciones del cobre, colocado en las privatizaciones en Argentina, en Bolivia y en toda América Latina en los ´90 (con lo que perfectamente podría ha ver sido llamado “imperialista” por nuestra minoría).
El “milagro chileno”, decíamos los trotskistas, se llama Pinochet y el dominio de Chile y el aplastamiento del proletariado por el régimen de las botas del bonapartismo y de los sables de la dictadura, a cuenta de la ITT y los Rockefeller.
¿Milagro chino? Tiene nombre: el régimen pinochetista de las bayonetas y las botas del ejército contrarrevolucionario de los empresarios “rojos”, de esa lacra asesina de la clase obrera a cuenta del HSBC y la banca Morgan.
Esta es la génesis y estructura de la China del capitalismo restaurado en el ´89 hasta nuestros días.
Desde el punto de vista de la génesis de la restauración capitalista en China, debemos afirmar que, lo que en Rusia fue el período de la descomposición del estado obrero, de la Perestroika y la Glasnost del ´86 al ´89; en China se dio desde el pacto Nixon-Deng Xiao Ping en el año ´75 hasta el ´89, momento en que triunfa un golpe contrarrevolucionario burocrático masacrando a obreros y estudiantes, que le abre el paso a la restauración plena del capitalismo en China.
Y esto es así, puesto que en el estado obrero no había derecho de herencia. Preparando las condiciones para devenir en clase poseedora, la burocracia mandó a sus hijos a los directorios de los joint ventures en el sudeste chino. Y a su vez, los “jóvenes comunistas”, socios en los directorios de las transnacionales, eran la garantía para que estas saquearan la industria estatal que les vendía insumos a bajo precio, subvencionados por los bancos chinos que fueron llevados a la quiebra. A partir del golpe contrarrevolucionario del ´89, se estableció el derecho de herencia, que le permitió a la burocracia restauracionista devenir en clase poseedora y socia legítima de las transnacionales en el saqueo de China.
La IV Internacional lo preanunció en la discusión de Trotsky contra Craippeau sobre qué era lo que sucedería si asumiera un gobierno menchevique en la URSS, para lo que Trotsky planteaba: “Si una contrarrevolución burguesa tuviese éxito en la Unión Soviética, por un largo período de tiempo, el nuevo gobierno tendría que basarse en la economía nacionalizada. Pero, ¿qué significa este tipo de conflicto temporal entre la economía y el estado? Significa una revolución o una contrarrevolución. La victoria de una clase sobre otra significa la reconstrucción de la economía de acuerdo a los intereses de los triunfadores.” (León Trotsky, “Ni un estado obrero ni un estado burgués”, negritas nuestras).
¡Exacto! Nuevamente los pronósticos y la teoría de la IV Internacional pasaron la prueba de la historia y nuevamente los que hablan en su nombre traicionan su programa, su legado y su teoría. Pasó en el´ 89, pasó en la guerra, pasó en el ´52 y pasó en el 68-74.
Los triunfadores de la restauración capitalista que transformaron a la burocracia de agente indirecto en agente directo, se llaman Reagan, Thatcher, Bush, Clinton, JP Morgan, HSBC, V República francesa, corporaciones de Japón, Alemania. Son los que incorporaron en las venas escleróticas del capitalismo mundial esa sangre fresca proveniente de la nueva maquiladora generalizada en que transformaron a China, proveedora de un proletariado esclavo, como también lo hay en Vietnam y Corea; y de insumos baratos garantizados por las empresas estatales deficitarias subvencionadas por los bancos estatales y el estado chino quebrados (siguen garantizando las súperganancias de Wall Mart, el HSBC, la Banca Morgan, etc.). Esto es lo que permitió a la burguesía imperialista mundial crear un ciclo de expansión, acompañado de guerras, parasitismo, gastos ficticios, que duró apenas 5 ó 6 años, hasta el 2007, cuando se hundiera nuevamente la tasa de ganancia.
Ya en 1999, la fracción revolucionaria que rompía con el PTS, la TBI, sostenía que luego de la restauración capitalista, en los antiguos países donde había estados obreros, surgían “países como capitalistas transitorios, porque no está definida su ubicación definitiva como semicolonias del imperialismo. Muchos de ellos guardan un alto grado de independencia, donde todavía no están sometidos a pactos políticos y económicos que los atan al imperialismo, mientras que, en otros, como los países de Europa del Este que han entrado en la OTAN, ya está más avanzado el proceso de semicolonización. Guardan entonces una semejanza con los países que conquistaron, como Argentina y Egipto, con direcciones nacionalistas burguesas, a la salida de la II Guerra, una relativa independencia del imperialismo durante un corto periodo. [...] o el país de relativa independencia no puede mantenerse mucho tiempo; o el país se independiza totalmente del imperialismo, para lo cual tiene que triunfar una revolución obrera y socialista, o este [el imperialismo] triunfa y los convierte en una semicolonia o colonia [...] Pero a la vez sostenemos que este triunfo imperialista no está definido, porque [...] la contrarrevolución burguesa, aunque haya avanzado a nivel nacional en esos países, no ha dirimido el enfrentamiento con la revolución a nivel internacional; la contrarrevolución no se ha impuesto en todo el mundo, sino que, por el contrario, este enfrentamiento está irresuelto [...] Por eso, [...] nuestra definición es provisoria: son estados capitalistas transitorios o ex estados obreros en liquidación. Esto hace imperioso actualizar el programa revolucionario, para ponerlo a la altura de la situación actual y, como veremos, de la tarea, por su génesis, de restaurar la dictadura del proletariado revolucionaria en esos países. [...] La definición provisoria de los antiguos estados obreros degenerados y deformados, como ex estados obreros en liquidación, capitalistas transitorios, significa que, aunque se liquidó la dictadura del proletariado, o sea, que no hay más estados obreros, el imperialismo todavía no ha logrado definir la ubicación de esos estados en la división mundial del trabajo. Es decir, las potencias imperialistas no han logrado todavía imponer una derrota catastrófica a las masas de esos estados, y tampoco han logrado imponer un grado de derrota tal o cooptar a sus propios proletariados, lo que les permitiría asentar definitivamente la restauración capitalista, terminando de transformar a los ex estados obreros en liquidación en colonias o semicolonias, incorporándolos de esa manera a una nueva división mundial del trabajo.” (Tesis sobre los acontecimientos de 1989 y la actualización de la teoría y el programa revolucionarios a fines de siglo, Capítulo 2, Tesis 4 y 5, septiembre 1999).
Hoy, una década después de haber definido ese proceso, que ya lleva 20 años, de combinación de economía estatal con zonas francas para el saqueo de la fuerza de trabajo en manos de las transnacionales que hay en China; de despojo de la tierra; de extracción de súperganancias capaces de sostener el déficit de los parásitos imperialistas, tenemos que afirmar que, por la traición de la dirección del proletariado internacional a la revolución mundial, este estado capitalista transitorio ha devenido cada vez más en una semicolonia, a la cual buscan estrangular ahora con dobles cadenas.
Al igual que el que calienta un bistec vuelta y vuelta, esta vez, con la crisis y el crac mundial, China, empujada a reevaluar su moneda, a hacer de importadora, a entregarle su mercado de capitales a la banca imperialista para el saqueo de nuevas burbujas y nuevos negocios financieros directos, será obligada a ser importadora y compradora. Un nuevo mecanismo de succión y saqueo de la nación china, que llevará inevitablemente al despojo de la tierra y a la privatización de las empresas estatales que den ganancias para pasar estas a manos del capital financiero internacional.
Contra lo que opinan todos los charlatanes sirvientes del imperialismo, del HSBC y la Banca Morgan, afirmamos que China está a 10 kilómetros de Argentina, Brasil, la India, Colombia, Venezuela, Pakistán, y a unos 10 millones de kilómetros de Nueva York y Berlín.
El revisionismo esconde la succión de sangre fresca de la clase obrera china a manos del imperialismo mundial. China, ni imperialista ni locomotora, una simple tendencia contrarrestante de la crisis económica mundial, siempre al servicio de las transnacionales
El “milagro” chino es la quiebra generalizada de todo el ahorro del estado de ese país, que fue puesto para financiar todas las inversiones de las transnacionales instaladas allí. Como afirma Le Monde Diplomatique en su edición de septiembre de 2009, en relación al estallido de los bancos chinos en el 2001 y la quiebra de los mismos: “los bancos subvencionaban déficits permanentes de las empresas estatales y los nuevos frutos de la creciente mercantilización. La cartera incobrable era de 320.000 millones de dólares, un 34% de los préstamos totales”. En el año 2001 el estado chino, hoy llamado imperialista por los charlatanes pseudo marxistas, “contaba con tan solo 200.000 millones de dólares de reserva”, después de haber actuado como el más grande exportador desde el año 1975 al 2001.
Tal cual planteaba Trotsky, en ese momento el estado y sus bancos estatales asumían la quiebra. Eran los que subvencionaban a las empresas estatales para que las empresas imperialistas tengan súperganancias. Así, en el 2001, el estado chino abre las inversiones en los bancos estatales al capital privado en un 25%. El HSBC británico entró en tres entidades. El UBS suizo, el Royal Bank of Scotland y hasta el Fondo Soberano del gobierno de Singapur (Tomasek Holdings) entraron con Goldman Sachs en el Banco de China. El Bank of América compró en 2005 el 8% del Construction Bank, y dentro de los bancos provinciales, en compras más baratas, el francés BNP Paribas adquirió el 20% del Banco Comercial de la ciudad de Nankín. La lista siguió hasta nuestros días, en que el Bank of América, con el 11% del paquete accionario, es el segundo inversor del Industrial & Commercial Bank of China (ICBC), que es el banco más grande del mundo por capitalización bursátil y depósitos.
Es entonces el capital financiero internacional, con sus acciones mayoritarias en todos los bancos estatales provinciales chinos, el que maneja el negocio de las tarjetas de crédito en China y la bolsa de valores fundada en 1991 en Yeng Tseng. Y desde que el capital financiero imperialista controla los bancos, transformó a esa pequeña bolsa en una sucursal de la bolsa de valores de Wall Street y la City de Londres. Y al mismo tiempo, la bolsa de valores china se entrelazó con una furiosa especulación inmobiliaria que ya estallara en el 2007 y fuera uno de los pre-infartos con los cuales se abría la crisis económica mundial, y nuevamente está a punto de estallar tanto o más que la de Dubai.
Ahora, el 76% de los créditos bancarios ya no van a financiar a quiebra la instalación de las empresas imperialistas, sino que, con el sistema bancario chino totalmente controlado por el capital financiero internacional, y tal como plantea Le Monde Diplomatique de septiembre de 2009, el 76% de los créditos bancarios en Shangai fueron a los bienes raíces, como una extensión de la Bolsa de Nueva York. Las empresas como Mattel, Wall Mart, Mercedes Benz y Carrefour diversificaron sus carteras de inversiones, no ya a la producción donde no hacía más que caer la tasa de ganancia, sino a una burbuja inmobiliaria en Shanghai, que actuaba como alma gemela de la burbuja bursátil, más que en EE.UU.
Los revisionistas se electrizan de indignación cuando los trotskistas afirmamos que China es una gran maquiladora puesta a producir para la economía mundial, que ahora, cocinada vuelta y vuelta por el capital financiero, será puesta de rodillas para que reevalúe su moneda y se haga una gran importadora, junto al ciclo de consumo que abrió.
Nosotros afirmamos que fueron los salarios de 30 dólares de la clase obrera china que produce en las maquiladoras de EE.UU. y demás potencias imperialistas instaladas en China, los que amortiguaron en el ciclo de expansión de la economía mundial del 2003 al 2007, el enorme encarecimiento del proceso productivo por el precio del barril de petróleo a 140 dólares, y el fuerte déficit comercial de EE.UU.
Ese modo de acumulación se agotó y estalló en el 2007. Y el nuevo equilibrio que tiende a abrirse, en el medio del marasmo de la economía mundial, es que EE.UU. debe comprar menos porque ya el capital financiero se comió el ahorro interno de sus países, de sus empresas y particulares, debe devaluar el dólar, y expandirse como exportador. Mientras, China, por las buenas o más adelante por las malas, deberá aumentar su consumo (como veremos más adelante), seguir subvencionando al déficit norteamericano y revaluar el yuan a un 22%, siguiendo la devaluación del dólar.
Así, China queda atrapada como acreedora de los bonos sin valor de EE.UU., los cuales no puede vender para no correr el riesgo de depreciar su inversión inicial y de hundir el precio del dólar aun más en el mercado mundial, con lo que EE.UU. se volvería más competitivo y China se hundiría un millón de veces más.
Por ello no le ha quedado otro recurso a la “China imperialista” (una marioneta en manos de Wall Street decimos nosotros), que sacar de sus reservas 600 mil millones de dólares y dárselos a los bancos controlados por el capital financiero de las transnacionales, para que esos bancos presten a empresas y particulares en China y abran un ciclo de consumo. Así, Carrefour y Wall Mart abren 5 mil nuevas sucursales en China para vender millones de autos, lavarropas, televisores, computadoras.
¿Imperialismo? ¿No se ruborizan por la vergüenza de estafar de esta manera al proletariado mundial y de abofetear al proletariado chino? Son unos sinvergüenzas que escriben desde los lujosos despachos de la aristocracia obrera y desde las oficinas de los profesores de Nueva York y Londres, herederos de lo peor del pablismo y el cliffismo.
¿China imperialista? En la crisis, China está un millón de veces más de rodillas ante la City de Londres, Wall Street, Frankfurt y París.
“China es banquera y acreedora de EE.UU.”, chillan los parlanchines revisionistas. Pero tiene adentro 600.000 plantas de las empresas imperialistas que invirtieron 1,1 billones de dólares en el país, incluyendo la bolsa, que controlan la mayoría de sus bancos y cuyas empresas son subsidiadas por las reservas chinas.
EE.UU. no salvó a sus bancos poniendo dinero fresco, como creen los imbéciles colgados a la oreja izquierda de Obama, sino con emisión de bonos respaldados por los dólares de las exportaciones chinas.
Hemos visto lacayos y gobiernos sirvientes del imperialismo, pero como el de los mandarines chinos, pocas veces en la historia.
Para mantener su ciclo de expansión en medio de la crisis y para que hagan negocios esencialmente las transnacionales, China debe poner dinero contante y sonante, el 30% de los fondos públicos de su reserva (como también ha hecho Argentina ahora, que ha tenido que sacar 6 mil millones de dólares de sus reservas para pagar la deuda externa este año) y 70% de financiación bancaria.
Los bancos, mayoritariamente en manos de Goldman Sachs, de JP Morgan y del HSBC (que ya ganaron su comisión), han prestado sin respaldo los fondos recibidos del estado a sus propias empresas en China, a sus tarjetas de crédito, a sus transnacionales, creando nuevamente en China una deuda ficticia de 3,7 billones de dólares, con lo que la deuda externa china, tirada por los bancos imperialistas contra su estado, pasa a ser un problema tan grande como el de Grecia o el de Dubai.
China hoy es un embudo de capitales, que la terminarán endeudando para someterla a un grado peor que lo fue toda América Latina en los ´80 y los ´90.
El rol actual de China en la división mundial del trabajo. Al pragmático devenido en reformista del siglo XIX le atrasa su reloj en la historia y no distingue al capital financiero parasitario usurero imperialista del capital comercial
Con un dólar devaluado, EE.UU., de forma regulada y por ahora, le hace pagar la crisis a las potencias imperialistas europeas y hace que China ponga en la economía mundial en crisis, al servicio de las potencias imperialistas, no un nuevo capital financiero, sino las súperganancias que no son ni más ni menos que 1,8 billones de dólares que tiene de reserva el estado chino. Estas reservas son la enorme masa de plusvalía arrancada al proletariado chino y derivada por la burguesía china, socia del imperialismo mundial, a paliar el déficit de EE.UU.: una parte está destinada a la compra de bonos del tesoro norteamericano, y otra parte es entregada a los bancos de las transnacionales, como ha sucedido ahora con 600 mil millones de dólares de dichas reservas para desarrollar el consumo, lo que ha significado una enorme expansión del mercado interno… justamente para que las transnacionales vendan.
Así, en el 2009, las transnacionales vendieron en China 12,8 millones de automóviles, lo que significó un aumento de la producción del 42% y del 96% en noviembre (en relación al mismo mes del año anterior). Las empresas imperialistas y los joint ventures con la burguesía china venden en la línea blanca (electrodomésticos) 185 millones de unidades. También 7,2 millones de computadoras personales (notebooks).
Todo esto realizado sobre un mercado de una nueva clase media y aristocracia obrera de 200 millones de personas, que se han largado a un consumo frenético, para lo que las empresas dan facilidades con los 600 mil millones de dólares puestos por el estado chino, con anulación de impuestos a todas las empresas imperialistas automotrices, de artículos de consumo y de computadoras, para que produzcan y vendan salvajemente y retiren todas las utilidades que quieran.
Insistimos, se retiraron todos los impuestos a las automotrices. China es el único país en el mundo en donde las empresas imperialistas no pagan impuestos para vender automóviles.
¿Alguien puede creer que esto es un país imperialista independiente, en lugar de ser un vil sirviente de las transnacionales imperialistas?
El mayor despliegue del mundo de los grandes supermercados como Carrefour o Wall Mart es para vender en China automóviles fabricados allí por las empresas imperialistas como General Motors, Ford, Toyota, BMW; línea blanca de Westinghouse y Phillips; computadoras de Apple, Lenovo, Sony.
El número de tarjetas de crédito Master Card, Visa y American Express (quebradas y fundidas en toda Europa) crecieron un 40% en China en los primeros meses del 2009, mientras que caen en un 40% en EE.UU.
Insistimos: con la recesión actual en EE.UU., las transnacionales vendieron 12,8 millones de automóviles.
“China es imperialista”, claman las cacatúas del HSBC y la banca Morgan. Pero China no hace negocios, los hacen las transnacionales, las grandes cadenas de supermercados, las grandes industrias automotrices imperialistas, las grandes industrias de bienes de consumo norteamericanas, las compañías de tarjetas de crédito como American Express.
Tanto en el ciclo de expansión de la economía mundial del 2003- 2007 de la China exportadora, como así también en la ubicación actual como consumidora, China es una verdadera tendencia contrarrestante a la caída de la tasa de ganancia de la economía mundial. Lo único que vemos allí son 200 millones de obreros esclavos –de los cuales una gran parte están a punto de perder sus empleos- y 1.200 millones de parias, de obreros agrícolas y campesinos pobres que viven en una economía de subsistencia, que actúan como una reserva de mano de obra para hundir el salario de los obreros chinos y de la clase obrera mundial.
Esta gente no ha entendido nada del capital financiero, que al decir de Lenin es capital parasitario, es decir, ¡usurero!
Lo que exporta China es la superplusvalía arrancada al proletariado chino, devenida en el mercado mundial en capital comercial, comprando con dólares frescos commodities, minerales, etc. e incluso dando algún crédito para que sus proveedores les garanticen a ellos y no a otros, el hierro, el aluminio, la soja, el aceite y los commodities que necesitan para que funcione esa maquila de las transnacionales imperialistas. O bien, haciendo aquí y allá trueques de monedas que no tienen ningún valor en el mercado mundial como el peso, el real y el yuan, en una balanza comercial entre países semicoloniales. Confundir el trueque medido en monedas sin respaldo en la economía mundo y llamar a eso “dominio del capital financiero chino” es una bofetada al marxismo.
Ese es un capital comercial sometido y subordinado al dominio por parte del imperialismo de las ramas de producción de la economía mundial, a los precios de las commodities y minerales fijados por las transnacionales en el mercado mundial. Son las mismas trasnacionales que también requieren que China tenga enormes petroleras para garantizar petróleo para que funcionen sus empresas en ese país, y para que lo extraigan de lugares donde las petroleras imperialistas no van por los riesgos de la inversión como Somalia, Afganistán, Irak.
Son las transnacionales las que, en el comercio mundial, se quedan con la mayoría de este capital comercial al venderle a China petróleo, minerales y commodities con un plusvalor; con lo que se apropian de la gran mayoría de la renta petrolera y agraria del planeta a través de sus grandes petroleras, cerealeras y mineras.
Sino ¿cómo explican que a partir del 2003 se dieron en el mercado mundial los precios más altos de materias primas -minerales y petróleo- si no fue para abastecer con una súper-renta extraída del capital comercial chino, que sale a comprar insumos y alimentos para su maquila para las empresas transnacionales que están dentro de ese país?
El reformista no ha entendido nada acerca del imperialismo. China se comporta como un país capitalista transitorio, que tiene en su territorio la mayor concentración del ejército industrial de reserva del planeta, ubicado en la división mundial del trabajo como comprador de materias primas, con un látigo en la mano sostenido por el mandarín chino como capanga, a cuenta de las potencias imperialistas.
A mediados del siglo XIX, la Europa ocupada por Napoleón le había cerrado el comercio a la Inglaterra de la revolución industrial. Con el comercio europeo cerrado que ponía límites al mercado de Gran Bretaña, el desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado durante la revolución industrial chocaba con sus fronteras nacionales, con los límites de la isla. Así, Inglaterra salió a recorrer el mundo con cañoneras y una audaz burguesía comercial para colocar masivamente sus productos. Ocupó las zonas de influencia de la decadente España y Portugal en América, África y Asia, con verdaderos distribuidores comerciantes ávidos que inclusive, con producción a pérdida durante algunos años, rehicieron una cartera de clientes en esos tres continentes, fundamentalmente en América Latina.
Inclusive, para conquistar esos clientes, de los cuales también se abastecía comprando insumos en América Latina, robándose la plata y el estaño del alto Perú (Bolivia), comerciando con el saladero del Río de la Plata y la caña de azúcar de Brasil o el algodón en EE.UU., daba algunos créditos en moneda.
Inglaterra, sin ser imperialista, invirtió en EE.UU., a nombre de compañías norteamericanas, el equivalente a 150 mil millones de dólares de hoy para que se construyan todos los ferrocarriles, para unir ese monumental mercado interno. La fuerza de trabajo era la mano de obra esclava de los obreros de color, sometidos al esclavismo del capitalismo, y la fuerza de trabajo china que construyera la infraestructura de todo el capitalismo moderno en el siglo XIX. Después, los directores de las empresas norteamericanas desconocieron y no pagaron esta “deuda externa”. Eso era capital comercial.
Ahora, a estos profesores eruditos que jamás han entendido al imperialismo porque no lo han padecido, les vamos a explicar cómo funciona el capital financiero, que al decir de Lenin, es capital parasitario. Este ya no exporta mercancías, sino capital, para sacar súperganancias en una economía mundo controlada por los trusts y cártels en todas sus ramas de producción.
Es decir, que el capital financiero es usurero, parasitario. Este consigue créditos de los bancos que controla a tasas del 2 ó 5 % anual y presta al 40-50% anual a los países del mundo colonial y semicolonial. Luego de que estos países entran en cesación de pagos (como sucedió con América Latina en los ´90 o va a suceder ahora en el este europeo) este capital financiero usurero se queda con toda la infraestructura y las empresas del estado.
Así transformó de agente indirecto en agente directo del Citibank y la banca Morgan a toda la burocracia del Kremlin y de los ex estados obreros del este europeo. Lo mismo hizo con la burocracia maoísta de la China aislada y atrasada, en este caso, como decía Trotsky, “con el tractor Ford”, inundando con mercancías, es decir con tecnología. De este modo, la burocracia restauracionista china le entregó una mano de obra esclava y relativamente capacitada a las transnacionales para producir como maquiladora, capaz de contrarrestar la tendencia al aumento del costo de reproducción de la fuerza de trabajo. Esta fuerza de trabajo se había revalorizado con la reconstrucción de Europa luego de que fuera destruida en la guerra, y por el aumento del capital constante y de la productividad del trabajo en EE.UU. ligado al aparato industrial militar. La economía mundo necesitaba imperiosamente bajar el valor de la fuerza de trabajo que se revalorizaba junto al capital en el período de Yalta y necesitaba recuperar sí o sí a los ex estados obreros como nuevos mercados, ya que de lo contrario el capitalismo mundial se hundiría por la tendencia al agotamiento de sus recursos, mercados y tasa de ganancia.
Y cuando los bancos del capital financiero de las metrópolis compran los bonos sin valor de la deuda de los países semicoloniales para después comprar con ellos, a su valor nominal, las empresas estatales de los países que dominan (luego de haberlos saqueado con intereses usureros), hacen sus mercados regionales como el Mercorsur, copan la India y Pakistán, e inclusive la China de millones de explotados. Y eso lo hace EE.UU. (con 5 comandos militares y 900 bases militares en el mundo) y las demás potencias imperialistas, disputándole palmo a palmo a ese capital usurero las zonas de influencia.
Estamos hablando de un capital financiero que solo fue a un ciclo de inversión, después de la crisis de los ´30, produciendo y haciendo fortunas y recomponiendo su tasa de ganancia durante la guerra produciendo fuerzas destructivas, es decir, fuerzas para la destrucción del hombre y de la naturaleza.
Ese capital financiero no se invirtió en EE.UU. como hizo el capital inglés en el siglo XIX, sino en Europa, después de haberla destruido en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial.
El capital comercial del siglo XIX destruía civilizaciones, inclusive modos de producción atrasados para subsumirlos al capitalismo creciente, generalizando el avance de las fuerzas productivas que traía consigo el capitalismo mundial y la economía mundo, a la cual sometía en su comercio incluyendo los modos de producción anteriores, como el feudalismo y el esclavismo en los países atrasados.
Con el imperialismo sucede al revés. No exporta civilización sino barbarie. No exporta un capital comercial de transacciones comerciales, basado en la ecuación D-M-D’, sino en la ecuación de Dinero + Dinero’ (valores ficticios, burbujas, etc.) = D’’ (dinero, plusvalía más superganancia). En esta fórmula se asienta en la exportación del capital financiero a las colonias y semicolonias, que jamás va solo al proceso productivo, como creen los keynesianos y desarrollistas y demás sirvientes de la burguesía. Esto es mentira. El capital financiero va a la bolsa, al circuito financiero, a la especulación, a recrear empréstitos, a financiar bases militares, golpes de estado, agentes directos, saqueos, robos de fuentes de materias primas, cosa que el keynesiano pseudoizquierdista jamás podrá entender.
El imperialismo es parasitismo, es decir, con su dinero crea valores ficticios: cada dólar de los 8.000 fondos de inversión que quebraron en el 2008 palanqueaban 60 u 80 dólares de forma ficticia en las cuatro manzanas de Wall Street. Luego reparte cupones, que cortan los parásitos que no producen y así retiran utilidades. Inventa valores no creados por el trabajo humano, que luego los vende a un valor superior al mundo semicolonial al que mantiene en el atraso, al que saquea, de donde obtiene las superganancias para mantener su aparato industrial militar para las guerras. Por ello es extraordinaria esa definición de Lenin que plantea que el imperialismo no es más que un puñado de parásitos que viven de cortar cupones sobre la base de la esclavitud y el sometimiento de miles de millones de esclavos del mundo colonial y semicolonial.
Les presentamos a la barbarie, al fascismo, a la época de crisis, guerras y revoluciones. La “China imperialista”, el mito del “monstruo” chino, inventado para justificar aventuras superiores de colonización de China, merece ser separado del movimiento marxista revolucionario y denunciado ante la clase obrera internacional.
Y es más, el capital “excedente” chino es tan sirviente de las transnacionales que va con dinero [D], compra mercancías con un sobrevalor [M’], puesto que tiene un plusvalor creado por el capital financiero en mercados a futuro de petróleo, soja, etc. para también sacar súperganancias, y cuando le vende estos insumos a las empresas transnacionales instaladas en China, en lugar de recibir un dinero superior para ganar en la transacción comercial burguesa, es decir una D’, recibe una cantidad de dinero inferior [D-], ya que lo vende a un precio subsidiado. Es decir, el capital chino vende las commodities y materias primas a un valor inferior al que las compró. Para eso está el estado chino, para subsidiar a las transnacionales que producen desde China.
“Hace dumping”, “subsidia”, chillan los reformistas como si estuviéramos en la época de libre cambio. Sí, subsidia a Wall Mart para que desde sus 600 plantas en China mande mercancía barata (indumentaria, juguetes, etc.) para sus supermercados en todo el mundo, o para que Lacoste les ponga en su casa matriz el cocodrilo a las remeras compradas a 10 centavos.
Quédense tranquilos los defensores del libre cambio, que este se ha ido para no volver jamás, puesto que el imperialismo lo único que sí controla es que sus siervos y agentes menores les paguen los royalties y patentes de la Opel, la Volvo, la Kodak, la Fuji, la Polaroid, la Sony, que le dejaron a los joint ventures chinos para que produzcan para el mercado mundial, que como ya vimos son líneas de producción obsoletas ya amortizadas miles de veces por el capital financiero internacional. Eso sí, siempre tiene que haber un billón de dólares en bonos del tesoro norteamericano en caja.
China y Japón, a propósito de las colonias y las potencias imperialistas
Nuestros revisionistas insisten: “Pero Japón también compraba bonos del tesoro de EE.UU.” Sí, pero no exportaba juguetes, indumentaria y zapatos, sino máquinas-herramientas. Y, por el desarrollo de la robótica y la alta tecnología, su aparato productivo también estaba acoplado y en una simbiosis en la producción de los microchips del aparato industrial militar norteamericano.
Esto le permitió a Japón desarrollar la robótica, la óptica y las máquina-herramientas, e inclusive competir con EE.UU. en ramas de producción enteras en el mercado mundial, y hasta en la productividad del trabajo con el Toyotismo contra el Fordismo, lo que le permitió a Japón conseguir una alta productividad del trabajo, por ejemplo, en la industria automotriz donde inclusive superó a EE.UU.
Estos encubridores de Obama ocultan que EE.UU. tuvo que hacerle enormes concesiones a Japón, no solo tirarle dos bombas nucleares, para mantenerlo desarmado y que no estallara en una nueva guerra contra él (como lo hizo Alemania cuando había quedado cercada y parte de su territorio ocupado después del Tratado de Versalles). Es que se trataba de Japón, un imperialismo con un enorme potencial en su productividad del trabajo. Así, desde la posguerra y aprendiendo de la experiencia de Alemania de los ´30, EE.UU. imbricó su aparato industrial militar a ramas de producción enteras de Japón, y a su vez le tuvo que hacer una enorme concesión a su socio menor imperialista: EE.UU. tenía que dejar en Japón toda la tecnología de las inversiones que hacía.
Así, toda la industria automotriz de punta japonesa se hizo con la patente y tecnología que se vieron obligadas a dejar General Motors y Ford para poder vender automóviles en Japón.
La robótica de alta tecnología japonesa se desarrolló produciendo microchips para el aparato industrial militar y la aviación norteamericanos. Esta fue la sociedad entre EE.UU., el imperialismo dominante a la salida de la Segunda Guerra Mundial, y Japón, un imperialismo menor derrotado en la misma, al que no se le podía permitir que se vuelva a rearmar y a independizar, porque inmediatamente le iba a disputar a EE.UU. su zona de influencia clave: el Pacífico.
Así quedó Japón imbricado, como imperialismo menor, con EE.UU.
Tanto China como Japón compraron y compran bonos del tesoro norteamericano. ¿Pero esta es la relación que tiene China con EE.UU. en las distintas ramas de producción del mercado mundial? ¡Por favor! De la insensatez y de la estafa al proletariado es de lo último que se vuelve.
Este acuerdo entre EE.UU. y Japón entró en crisis a partir de los 90. Pero luego de 10 años de profunda recesión de Japón (que en los 90 quedó dislocado del desarrollo de las empresas tecnológicas que actuaron como motor de avance de la economía de EE.UU.), este acuerdo se volvió a restablecer en el saqueo común de China, donde Japón fue, en primer lugar, el gran prestamista de las inversiones del ciclo de expansión 2003-2007 en China. Fue allí donde, imbricado con créditos y préstamos de la Banca Morgan y el HSBC, entró el capital financiero japonés que, después de 10 años de recesión prestando a tasa 0% en los ´90, en el 2003-2007 prestaba a tasas de un 4-5% anual.
Tanto es así que uno de los grandes negocios de todas las transnacionales en China, como lo demostró el estallido de la crisis en el 2007, era invertir gran parte de su “portafolio” de inversiones en una bicicleta financiera con la compra de dólares australianos. ¿Qué significaba esto? Que los parásitos imperialistas contraían créditos en yenes al 4%, compraban dólares australianos, sacaban una utilidad de un 12, 15 ó 20%, y luego volvían a comprar yenes y huían.
Así se robaron 150.000 millones de dólares de Australia y fue el primer infarto, junto a la crisis de la bolsa de Shanghai, de la apertura de la crisis económica mundial en el 2007.
Japón no fue solo el gran prestamista por tener una sobreproducción de capital financiero que no podía realizarse en el proceso productivo, sino que, a la vez, relocalizó, al igual que EE.UU., gran parte de sus plantas dentro de China, haciendo sociedades para producir mucho más barato que en Japón a valor yen.
La tierra en China es más barata, como así también la propiedad, y la producción, aún más.
El capital japonés se revaloriza mucho más en China que produciendo en Japón. Es que, además, allí tiene el agua, la tierra, el alimento, y una moneda devaluada para exportar mejor, conseguir súperganancias y salir de la recesión.
Es lo mismo que sucedió con Inglaterra, que no le importaba ser el más grande productor agropecuario y de commoditties cuando dominaba el mundo. Le dejaba ese primer lugar a Argentina, Canadá, e inclusive a EE.UU. ¿Para qué iba a subsidiar, como tiene que hacer Francia para mantener la V República, a un millón de campesinos con 500.000 millones de dólares al año, si conseguía trigo y alimento más barato en sus colonias?
Hoy, la prensa amarilla imperialista, siempre dispuesta a atraer impresionistas e intelectuales pequeñoburgueses charlatanes, titula: “China está a punto de superar a Japón como segundo PBI del mundo”. Esto nos recuerda a cuando a fines de los ´80, Japón se compraba el Empire State y las Torres Gemelas con los yenes y los súperdolares con los que estaba abarrotado por sus exportaciones al aparato industrial militar yanqui. En ese momento titulaban: “Japón copa las Torres Gemelas, el Empire State, y EE.UU.”
¿Cuánto duró ese engaño? Hasta que estalló una recesión de 10 años en Japón. El Sillicon Valley no dejaba nada de la producción japonesa.
La relación entre EE.UU. y Japón es una relación de conveniencia de potencias imperialistas, con la primera como dominante y la segunda que aceptó una sociedad como accionista menor a condición de no armarse (aceptando las bases yanquis en su territorio), no disputarle zonas de influencia a EE.UU., y acompañarlo a este en todas sus aventuras, inclusive ayudándolo a cubrir su déficit comprando bonos del tesoro norteamericano. Eso sí que es un acuerdo entre imperialismos, uno dominante y otro menor asociado a él.
China, comprando la línea de producción obsoleta y quebrada de la Volvo y la Opel para producir solamente un automóvil bajo control “tecnológico” de General Motors y Ford, y teniendo que pagar patente, es una republiqueta sometida, aunque también compre bonos del tesoro norteamericano.
¿Por qué China, si es tan imperialista como Japón, no exige que EE.UU., por todos los bonos del tesoro que le compra, le deje toda la tecnología para la producción “limpia”, y tiene que ir a arrodillarse en la cumbre de Coppenhague en la cual Obama le dijo “les damos un crédito para que la compren”?
El que hace pasar al opresor por oprimido y al oprimido por opresor es un vulgar sirviente del imperialismo.
Que intente la China “independiente” no comprar bonos del tesoro norteamericano. Que intente no poner dólares frescos en EE.UU. a cambio de papeles sin respaldo.
Ahora que hay crisis y recesión, ¿por qué China, supuestamente “imperialista” no dispone de ese dinero libre e independientemente?
¿Alguien puede creer que la reserva federal de Alemania, el Bundesbank, el BNP Paribas, la reserva federal de Francia aceptarían dejar un billón de dólares a disponibilidad para cubrir el déficit de EE.UU.?
Hoy, siguiendo a Grecia, vemos derrumbarse en un crac bursátil a España, Portugal, Italia; y vemos a Francia e Inglaterra con sus estados totalmente endeudados. ¡Vemos a naciones imperialistas menores como Grecia sometidas al control del FMI! Es que, tal cual afirmábamos en nuestros documentos fundacionales, la crisis puso en cuestión y va a terminar de hacer estallar por los aires a Maastricht, demostrando la utopía reaccionaria de la Europa capitalista unificada. La única posibilidad de lograr una Europa unificada es con una Federación Socialista de Repúblicas Obreras desde las estepas rusas hasta Portugal.
¿Por qué Alemania con el Bundesbank no salva a las potencias europeas endeudadas, si está en riesgo de hundirse toda Europa? ¿Por qué no las subsidia con un billón de dólares de sus exportaciones? Porque así son las relaciones entre las potencias imperialistas. La que se hundió, se hundió, está por desaparecer como imperialista y bienvenido sea. La que paga es colonia.
¿Por qué si China le está disputando el mundo a EE,UU., no deja que este se hunda, en lugar de subsidiarlo con un billón de dólares al año?
Los obreros conscientes ya se dan cuenta de que los charlatanes revisionistas de la izquierda anglosajona son unos estafadores políticos. No pueden mentirle tanto al proletariado sin ser agentes de la City de Londres, del HSBC y de la banca Morgan. Descubrimos a esos sirvientes del sanguinario Obama y la banca Morgan y de la corona de la reina de Inglaterra. ¡Dejen de cubrirle el bolsillo izquierdo a “su majestad”!
Insistimos, Japón hizo cálculos y notó que comprar 200.000 millones de dólares en bonos del tesoro norteamericano, y trabajar y asociarse con EEUU en la producción en el aparato industrial militar –que es el mayor déficit de EE.UU.– es un buen negocio. Y este negocio le vale a Japón hasta el último centavo de los 200.000 millones de dólares puestos para comprarle bonos a EE.UU.
Además de esta manera, Japón también tiene petróleo asegurado por parte de EEUU y reduce sus inversiones militares, puesto que tiene una gran base en Okinawa, y cerró un negocio de paz. Y así y todo, en los ´90, su socio mayoritario lo hundió en 10 años de recesión.
Nosotros afirmamos que el día que Japón decida dejar de jugar este rol de simbiosis e imbricación con EE.UU., o que la crisis mundial provoque la ruptura de esa simbiosis en el proceso productivo y Japón quede cercado, ese día sí se abre peligrosamente el camino a una nueva guerra interimperialista, al menos por el Pacífico.
¿Se abrirá por China? Es que por el despojo definitivo de Rusia, China y de las colonias, se abrirá el camino a nuevas guerras interimperialistas, es decir por posesión de colonias, de mercados, de fuentes de materias primas.
Y si la revolución proletaria no lo impide, insistimos, ello estará planteado más temprano que tarde.
Solo desde allí puede Japón optar por ser un país imperialista, asociado por ahora a EEUU, que en relación a la productividad del trabajo está a millones de años luz de China.
Porque el día que Japón decida jugar un rol independiente -como lo hacen Francia y Alemania en Europa- en el Pacífico, que es donde murieron 500.000 soldados norteamericanos en la única guerra que peleó EEUU, ese día el camino a la guerra, insistimos, se habrá abierto.
La humanidad se aproxima peligrosamente a la barbarie y a nuevas guerras, pero no está dicho que el proletariado no la detenga antes con el triunfo de la revolución proletaria. Nada está escrito.
Este pronóstico es decisivo para los marxistas del siglo XXI.
A EE.UU. el Pacífico no se le toca, y el Atlántico lo comparte con Alemania y Francia, a condición de que estos acepten un rol secundario. Si se elevan a un rol demasiado independiente y de disputas abiertas, las cosas se tienen que volver a poner en orden.
Francia y Alemania avanzaron muchísimo en América Latina en acuerdo con las burguesías “bolivarianas” y con Brasil. Hoy, EE.UU. vuelve por lo suyo como gran acreedor de todas las naciones de América Latina con el mecanismo de sujeción de la deuda externa y el FMI, que es el instrumento que usa ahora para arrodillar a España, su ex socio en América Latina, al que le va a sacar todos los negocios que tiene en el Cono Sur americano, como la Repsol, etc.
Esta relación de fuerzas es el resultado de la Segunda Guerra Mundial y del ´89 que la definió históricamente, donde surgió una Alemania vigorosa que se reunificó y salió a disputar, así como Francia, el Atlántico y Europa.
“Japón también tiene bonos del tesoro”, chillan los embusteros. Aunque los dos tengan bonos del tesoro, no se pueden comparar. Ya vamos a demostrar este método irresponsable. Estos dos países no tienen “género próximo”. Uno, Japón, es un elefante, un mamífero. Y el otro, China, es una mesa, es decir, un objeto. Aunque ambos tengan cuatro patas, no son lo mismo.
Uno es un imperialismo que por resultado de la guerra solo puede ser socio menor siamés de EE.UU. por su ubicación geoestratégica en el Pacífico; y el otro es una semicolonia barata llena de capangas al servicio de las transnacionales.
Los “marxistas dinámicos”, los eclecticistas, de esto no entienden nada. Al empírico el todo le deviene caótico, al decir de Hegel, y lo intenta simplificar con un “marxismo concreto”, “concretito, concretito”, dirían los morenistas, cuando lo “concretito” resulta ser lo más abstracto y lejano a la realidad, como dirían Marx y el materialismo dialéctico.
Así vemos, a diferencia de todas las potencias imperialistas, al capital comercial chino “salir a comprar en el mundo” para abastecerse de materias primas. Muchas veces este capital garantiza una transacción comercial, ¡inclusive como en el período precapitalista! Argentina o Brasil ponen 10 millones de pesos argentinos o de reales en el Banco Central de China, y China pone su valor equivalente en el Banco Central de Brasil o Argentina. No es más que moneda sin valor, que respalda un trueque de mercancías. Nada más. Porque ni con yuanes, ni con pesos, ni con reales se comercia en el mercado mundial. Esas canastas de monedas son solo garantías de que no se van a estafar los países en el trueque de mercancías.
Es trueque de moneda, trueque de mercancías. Por ejemplo, una balanza comercial marcada por el real brasilero o el peso argentino equivalente al yuan. Una clara economía precapitalista mercantilista del siglo XVI, XVII y XVIII. Es lo máximo que se aproxima a una fórmula M-D-M (Mercancía-Dinero-Mercancía). Y a esto lo llaman “socialismo de mercado” los bolivarianos y Hu Jintao; e “imperialismo”, los amigos de la City de Londres y Wall Street.
China está en situación de país relativamente “independiente” –cada vez más semicolonizado-, en la medida que compre lo que necesita la economía mundial, sus maquiladoras y el capital financiero internacional que controla el planeta. Pero con los límites prefijados para toda semicolonia manejada por capataces a sueldo de las transnacionales, a las que deben rendir cuentas y no salirse del libreto si no quieren que los misiles de Hong Kong caigan sobre Shanghai. O lo que es peor, padecer una devaluación del dólar tal que mande a la ruina a las reservas chinas, que se hallan en papeles sin valor de bonos del tesoro de EE.UU. Esto convierte a China en una semicolonia aún más que Rusia, Argentina, o cualquier país que tenga las reservas de sus bancos centrales bajo el control de sus respectivos parlamentos.
Las reservas de China dependen más de EE.UU. que las reservas de Argentina embargadas por EE.UU. y sus fondos “buitres” de Wall Street.
¡Y a esto la izquierda de Nueva York lo llama imperialismo!
Los pragmáticos no se rinden Chillan y chillan: “¡Pero ahora China sale a comprar!”
Por supuesto que China tiene que salir a comprar. Ese es su rol en la división mundial del trabajo. Porque para producir los 12 millones de automóviles y semejante cantidad de computadoras y heladeras que venden las trasnacionales, hay que conseguir mucho acero, mucho plástico, mucho cobre, mucho aluminio y mucho litio en el mercado mundial.
Ahora ¿quién los compra?, ¿quién gasta? ¿Volkswagen, Westinghouse, Phillips, Sony, Wal Mart, Carrefour, HP? No. El estado chino es el que tiene que salir a comprar para que funcione el capital vivo (la fuerza de trabajo), y para que este ponga a funcionar el capital muerto (maquinaria). La burguesía china se queda con una tajada, pero con una tajada mínima porque lo que vende el estado Chino lo hace de forma subsidiada, ya que sus empresas nacionalizadas y ramas básicas tienen la más baja productividad del mundo.
Las minas en ruinas que se derrumban, fábricas de acero que colapsan y sus hornos que estallan indican que para la China compradora de hoy hay que terminar, como en el 2001 ocurrió con los bancos, con la empresas estatales obsoletas deficitarias y cerrarlas. Esto es para garantizar, en el medio de la recesión mundial, nuevos negocios para las empresas imperialistas mineras, siderúrgicas, etc., que reconstruyendo la ex industria estatal china, puedan reconstituir su tasa de ganancia.
Eso fue Tonghua, el equivalente a la quiebra de los bancos estatales del 2001, es decir, la privatización de las grandes acerías de China que dan ganancia sobre la base de despedir a miles y miles de obreros. Se calcula que ha comenzado un proceso de privatización en China donde un 60% de los obreros van a quedar despedidos.
Contra eso se levantaron los obreros de Tonghua y Lingzhou, cuestión que hizo temblar al aparato de los mandarines chinos y los empresarios rojos del PC.
“Pero China sale a comprar minerales”. Sí, todo tipo de minerales y alimentos. ¿Pero desde cuándo ser comprador es ser imperialista? Comprar no es ser “imperialista”, sino es estar insertado en la división mundial del trabajo, porque hasta la URSS compraba.
Afirmamos que para que las transnacionales hagan ahora jugosas ganancias por ventas de bienes de consumo (de automóviles, de línea blanca, de computadoras, para que haya alimentos y bebidas para vender en los Wall Mart y los Carrefour de China) es necesario que el estado chino salga a comprar en África, en América del Sur y en Asia, soja, alimentos, commoditties, litio, magnesio, cobalto, hierro, acero, para darle insumos baratos a Wall Mart, Carrefour, Hewlett Packard, a Sony, a BMW, a GM, a Toyota, a Fujifilm, de las cuales son socios los mandarines chinos en la explotación de su propia clase obrera. Pero el que le vende todas estas materias primas, toda la soja, todos estos minerales, son las empresas imperialistas instaladas en África, Asia y América Latina. Ahí está Chile, por poner tan sólo un ejemplo, como podría ser cualquier país, que vio aumentar desde el año 95 al 2005, su producción anual de 1.000 millones de toneladas de cobre a 6.000 millones. Hasta 1.000 millones las siguen produciendo las empresas de Chile. Y las 5.000 millones de toneladas restantes las producen las empresas imperialistas del cobre en Chile, que son las que le venden a China. Lo mismo hacen las empresas imperialistas agroindustriales con la soja y el aceite argentino, y las agroindustriales y mineras con las riquezas naturales de África.
Las empresas imperialistas en China están como vendedoras de bienes de consumo, en el mundo semicolonial también como vendedoras de materias primas, y al controlar las ramas claves de la economía mundial, son las que ganan en todos los negocios.
Las tendencias a la nivelación y a la desigualdad actúan hoy en China
Sostenemos, contra los alquimistas de la charca universitaria de la izquierda anglosajona, que China está inserta en una economía mundo, y que su rol allí hoy es ser sangre fresca, actuar como tendencia contrarrestante de la crisis. Afirmamos, contra los revisionistas, que el capitalismo combina diversos grados de desarrollo económico en la economía mundo, y que no se pueden entender los mismos por fuera de las leyes de la tendencia a la nivelación y a la desigualdad que actúan en esta relación entre desarrollos desiguales. Existe una tendencia a la nivelación, que significa que a los países más atrasados les llega lo más avanzado de la tecnología capitalista, como sucedió con el sudeste asiático, chino, etc. Pero en esta época imperialista ya se ha terminado el rol redentor del capital, y lo que se desarrolla, aun en los lugares en donde ha llegado la más alta tecnología, es la más absoluta contradicción, que vuelve a alejar a los países entre sí por el control que ejercen los países imperialistas sobre los países semicoloniales.
A este respecto Trotsky explica:
“(...) Toda la historia de la humanidad se desarrolla en medio de una evolución desigual. El capitalismo sorprende ya a las diferentes partes de la humanidad en grados diferentes de evolución, cada uno de los cuales contiene profundas contradicciones internas. La gran variedad del nivel alcanzado y la desigualdad extraordinaria del ritmo de desenvolvimiento de las diversas partes de la humanidad, en el curso de los diferentes periodos, constituyen la posición de partida del capitalismo. Solo gradualmente este se hace dueño de la desigualdad que ha heredado, la cambia y la modifica empleando sus propios métodos y marchando por sus propias rutas. Distinguiéndose en esto de los sistemas económicos que le precedieron, el capitalismo tiene la propiedad de tender continuamente hacia la expansión económica, de penetrar en regiones nuevas, de vencer las diferencias económicas, de transformar las economías provinciales y nacionales, encerradas en sí mismas, en un sistema de vasos comunicantes, de acercar así, de igualar el nivel económico y cultural de los países más avanzados y más atrasados. No se puede concebir sin ese proceso fundamental la nivelación relativa, primero de Europa y de Inglaterra, después de América y de Europa, la industrialización de las colonias, que disminuye la diferencia existente entre la India y la Gran Bretaña, así como todas las consecuencias de los procesos enumerados, en las cuales se basa no solo el programa de la Internacional Comunista, sino su propia existencia.
“Pero al aproximar económicamente los países y al igualar su nivel de desarrollo, el capitalismo obra con sus métodos, es decir, con métodos anárquicos, que zapan continuamente su propio trabajo, oponiendo un país a otro y una rama de producción a otra, favoreciendo el desarrollo de ciertas partes de la economía mundial, frenando o paralizando el de otras. Solo la combinación de esas dos tendencias fundamentales, centrípeta y centrífuga, nivelación y desigualdad, consecuencias ambas de la naturaleza del capitalismo, nos explica el vivo entrelazamiento del proceso histórico.
“A causa de la universalidad, de la movilidad, de la dispersión del capital financiero, que penetra en todas partes, de esta fuerza animadora del imperialismo, este acentúa aun esas dos tendencias. El imperialismo une con mucha más rapidez y profundidad en uno solo los diversos grupos nacionales y continentales; crea entre ellos una dependencia vital de las más íntimas; aproxima sus métodos económicos, sus formas sociales y sus niveles de evolución. Al mismo tiempo, persigue ese ´fin´, que es suyo, por procedimientos tan antagónicos, dando tales saltos, efectuando tales razzias en los países y regiones atrasados que él mismo perturba la unificación y la nivelación de la economía mundial, con violencias y convulsiones que las épocas precedentes no conocieron. Solo esta concepción dialéctica y no abstracta y mecánica, de la ley del desarrollo desigual permite evitar el error radical al cual no ha podido escapar el proyecto de programa propuesto al VI Congreso.” (Trotsky, Crítica al programa de la Internacional Comunista, cap. 1, 1928).
Eso es lo que existe en China. Una tendencia a la nivelación por las inversiones de las potencias imperialistas en diversas ramas para la producción de bienes de consumo, y una tendencia a la desigualdad que empuja más y más a China a su sometimiento a las potencias imperialistas, que son las que verdaderamente se benefician del ciclo de expansión.
Sucede algo similar en India, donde las inversiones imperialistas en la industria de alta tecnología llegaron a ser de 22.820 millones de dólares en el 2007, mientras que el 70% de la población es dejada en la pobreza del campo, al que le corresponde nada más que el 17% del PBI.
La historia de Asia en los últimos cien años demuestra bien esta tendencia a la nivelación y a la desigualdad. Tendencia a la nivelación: se pasó de unas economías desconectadas, precapitalistas, a la puesta en pie de un mercado asiático capitalista, que era disputado a dentelladas por los amos de Europa y Norteamérica; a la industrialización de las zonas libres de impuestos en manos imperialistas, con una alta concentración de proletariado industrial, proletarizando a millones de campesinos, como sucedió en el sudeste de China en los ´20 y ´30 y luego desde los ´90. Tendencia a la desigualdad: la asociación de ciertos imperialistas con ciertas burguesías nativas para competir contra otras, como fue por ejemplo en los ´80, por un lado, el acuerdo restauracionista ya actuante de Deng Xiao Ping y Nixon. Por el otro lado, la puesta en pie de los “tigres asiáticos” de la mano del imperialismo japonés, que luego fueron hundidos por el hecho de que EE.UU. derrotó a Japón en la rama de bienes de consumo. Ambos acuerdos dislocaron países enteros como fue el hundimiento de las ensambladoras en Corea del Sur, e hicieron retroceder enormemente las fuerzas productivas y la libertad de la nación con la restauración capitalista en China. Se acentuó profundamente la desigualdad al interior de los países asiáticos, con el surgimiento de polos de pobreza y de riqueza de un lado y de otro, como es normal en el capitalismo, al decir de Engels.
Así pasó con las tendencias a la nivelación que provocaron las enormes inversiones imperialistas en China desde el ´75 a la fecha, y por la enorme súperganancia extraída al proletariado, donde se crearon y se recrearon unos 400 millones de consumidores nuevos en la economía mundial. Entre ellos, una parte de las clases medias que vio desparramarse la plusvalía arrancada al proletariado de su país. Este proceso no hizo más que aumentar la desigualdad, porque han quedado más de 1.200 millones de parias que están a punto de perder sus tierras y su trabajo, viviendo con menos de 30 dólares al mes en una economía de subsistencia, con un estado de hambruna generalizado. Ante esta situación ya estallaron, según el Foreign Affairs, 250.000 revueltas, cuestión que nivela a las masas explotadas de China, no con EE.UU., sino con las características del obrero africano y de Medio Oriente que, incorporado a la fuerza de trabajo mundial por las empresas imperialistas, y por responsabilidad de ellas y de las direcciones traidoras que no le dicen la verdad a la clase obrera norteamericana, francesa, inglesa (que su vida y su salario depende del triunfo de la revolución china), hunden el salario de los obreros de los países imperialistas.
China en la economía mundo es obligada a pagar patentes y royalties a los parásitos del capital financiero internacional
Durante años los imperialistas, a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y otras instituciones, pelearon porque China dejara de piratear las patentes, como lo hacía en su época de estado obrero. En ese batallar han avanzado mucho, porque lo que hace el “imperialismo chino” hoy es comprarle patentes ya obsoletas a trusts en crisis, como General Motors o Ford. Así, el acuerdo con la Opel de la GM, fue que China solo producía 2 modelos y ni uno más. Es decir, aparte de comprar patentes viejas a los trusts, estos les señalan qué producir y qué no. ¡Esto realmente subleva! A la “China imperialista” la tratan como a una vulgar semicolonia barata, puesto que una semicolonia no maneja patentes, porque no maneja las fuerzas productivas más desarrolladas-que solo están en manos de los países centrales- y tiene que pagar millonarias cantidades por las patentes obsoletas del sector II de la economía, igual que Brasil, que paga 26 mil millones, o Argentina, que paga 6 mil millones de dólares.
Además, el “imperialismo chino” tiene que comprar las patentes de la “tecnología verde” que ha desarrollado el imperialismo yanqui y otorgar créditos sacados de su tesoro a las empresas de los trusts en el sudeste, para que estos puedan adecuarse a esa nueva “tecnología verde”. EE.UU., contra los que decían que en 10 años se acababa el planeta, ahora tiene la tecnología para “curarlo”, haciendo con ello un jugoso negocio.
Los cerca de US$ 600 mil millones puestos por China de sus reservas en 2009 a los bancos chinos, que son de un 20 a 25 % propiedad del HSBC, Morgan, BNP Paribas, etc., se han convertido en 1,1 billones, solamente en el primer semestre del 2009, y menos de la cuarta parte fue destinada a construir infraestructura para garantizarle a las transnacionales la circulación de la mercancía en el país. Otra cuarta parte fue para otorgar tarjetas de crédito y créditos para el consumo de la clase media y la burguesía china, para garantizar los negocios de trust de bienes de consumo. Y el resto fue al sector de bienes raíces y a la bolsa. O sea, los imperialistas se llevaban los fondos de reserva del estado chino por vía de la especulación, de los intereses de financiación de obras de infraestructura y por las ventas de sus transnacionales en China.
Es de esta forma que el imperialismo saquea y oprime a la nación china, con sus socios menores los mandarines “rojos”, simples gerentes y capataces de los joint ventures. Así funciona el By Pass. Es un sistema que se asemeja a cómo los súperbancos de la oligarquía financiera saquean a través de la deuda a América Latina, de la que extraen en promedio US$ 200 mil millones anuales. ¡Y la minoría de la FLTI, revisando al marxismo, insiste en que China es uno de los mayores financistas y acreedores del mundo, cuando el verdadero acreedor es EE.UU. y su FMI! Tanto es así, que a la Grecia al borde de la debacle, la mandan al FMI para que le dicten cómo hace para pagar su deuda, como si se tratara de una republiqueta semicolonial.
No es de extrañar que así, saqueando el planeta, los fondos de inversión, uno de los instrumentos de la oligarquía financiera mundial, experimenten una pequeña recuperación por estas tendencias contrarrestantes, mientras sus voceros exclaman: “¡Ya estamos saliendo de la crisis! ¡Ya hay una luz al final del túnel!”. Lo que hay es una luz, pero de los faros de un camión que viene de frente. Es que al calor de estas especulaciones, se cocina un nuevo embate de la crisis, que los imperialistas tratarán de echar encima a las masas con mayores ataques, inflación, golpes contrarrevolucionarios y, si la revolución proletaria internacional no destruye este sistema putrefacto y es derrotada, se abrirá el camino a la guerra.
EE.UU., a diferencia de otras potencias imperialistas, puede hacer esto porque aplastó a la clase obrera con garrotes, expulsión de inmigrantes y sumisión de la clase obrera a la “Obamamanía”.
Alemania, en cambio, busca mantener la fuerza de trabajo reduciendo salarios, como ha salido a decir Merkel, lo que lleva a un aumento de la tasa de plusvalía y de explotación, para aprovechar los nichos del mercado mundial que actúan como tendencia contrarrestante a la caída de la tasa de ganancia. Y Japón se está preparando con una gran recesión, para tirarle la crisis a su propia clase obrera. Traslada sus empresas a China para bajar el costo de producción y mejorar su productividad, haciendo que la economía China pase a Japón, salvo por el hecho de que China está en el lugar 130 en el orden de los países por PBIper cápita.
La OMC es un directorio de las transnacionales y el capital financiero mundial donde están los capataces, los capangas y los administradores de sus negocios para rendir cuentas acerca de los negociados que hacen en el mundo. Allí controlan que China y sus capataces, los contrarrevolucionarios mandarines chinos devenidos en un nuevo Kuomintang, no se roben nada de lo que administran. Allí EE.UU. y demás potencias imperialistas les dejaron y les dejan patentes obsoletas a China para que produzcan sus empresas estatales de tecnología atrasada unos 10 ó 25 años en fotografía, línea blanca, sectores de automotriz, bienes de consumo, etc.
Les hacemos un desafío a nuestros intelectuales académicos: estudien de las royalties y patentes salientes de Japón, de las potencias imperialistas europeas y de EE.UU., y estudien la salida de la balanza de pagos de los bancos centrales de China o cualquier país semicolonial, y verán quién exporta capital por utilidades por royalties y patentes en el mercado mundial.
Verán que la Kodak, la GM, la Ford, la Fujifilm, las empresas de medicamentos, la Caterpillar y algunas empresas de máquinas herramientas han entregado al “imperialismo chino” tecnología ya obsoleta, ya agotada en el proceso productivo de las potencias imperialistas, para que sigan pagando patentes durante 20 años más, como cualquier país semicolonial del mundo. Ese es el lugar que les dejan a las burguesías nativas, junto a administrar sus negocios en China.
La ley del desarrollo desigual y combinado y las condiciones internacionales del surgimiento del imperialismo en 1914 que explican la Rusia imperialista. Y las condiciones internacionales que explican a China hoy en un abierto proceso de semicolonización implementado por parte de las potencias imperialistas.
Al decir de Lenin, la Rusia de los Zares como país capitalista atrasado pudo llegar a ser el último eslabón de la cadena de dominio imperialista. Hay tomos y tomos de bibliografía marxista que demuestran que ese país capitalista atrasado de la autocracia llegó a ser un país imperialista atrasado por las condiciones internacionales: gracias a la relación con el capital financiero internacional, que actuó fusionando el capital bancario e industrial de la Rusia atrasada alrededor de un estado autocrático, que concentró el más grande ferrocarril y el más grande ejército del planeta para oprimir a una cárcel de naciones, como socia menor del capital imperialista europeo, sobre todo el inglés y francés. Este tema lo desarrollaremos en profundidad más adelante.
Pero para la minoría de la FLTI, China no es imperialista en relación a sus fuerzas productivas y sus imbricancias con la economía mundial y el capital financiero internacional, sino que esta ha llegado a ser imperialista por condiciones nacionales. Es decir, por haber heredado una economía estatizada que sumado a las inversiones imperialistas provocaron un “milagro”, el llamado “milagro chino”.
Nunca habíamos visto semejante homenaje revisionista a la pseudo-teoría del “socialismo de mercado” como la de los charlatanes pseudo-teóricos que plantean que habría surgido una nación pujante como China por particularidades nacionales.
Ya nos encargaremos de demoler esta falsedad antihistórica y pseudocientífica y la falsificación de la comparación de la China de hoy con la Rusia de los Zares que, como socia menor del mismo directorio del capital financiero inglés y francés, oprimía a una cárcel de naciones similar a toda la población de Europa de principios del siglo XX, y que junto al imperialismo anglofrancés se disputaba contra Alemania y Japón todo Persia (lo que es hoy Irak, Irán y Afganistán, que son los territorios que ocupa actualmente EE.UU.), incluyendo Turquía.
Disculpe el lector que adelantemos esta cuestión, pero lo que estamos reafirmando es que estamos ante teóricos continuadores de la teoría del “socialismo en un solo país”, esta vez para intentar justificar el surgimiento del imperialismo en un solo país, aislado de la economía mundo y de las condiciones internacionales.
En todos sus documentos y escritos, nuestra minoría afirma que la vida se dio como el marxismo nunca la pudo prever. Son los teóricos de la anomalía, de la excepcionalidad. Ellos plantean que “no hay que apoyarse en citas de hace 70 años para demostrar los hechos de la realidad”.
Estos pragmáticos anglosajones son tan prácticos y concretos, tan anticientíficos, que para justificar su revisión afirman que “nadie en el marxismo podría predecir cómo sucederían las cosas 60 años después de morirse”.
Esto es pragmatismo anticientífico contra el socialismo científico. Ni siquiera Burnham y Shachtman llegaron tan lejos. Es una brutalidad como decir que nadie podía predecir que una manzana iba a caer de un árbol 100 años después de que Isaac Newton definiera la ley de la gravedad. ¡Charlatanes! Porque la cuestión no es cómo se predicen y se dan las cosas. Señores tan entusiastas de lo “dinámico” y lo “concreto”: para el socialismo científico la cuestión radica en cuáles son las leyes que rigen los procesos históricos, es decir, la teoría.
Ya hace rato que el pragmatismo, una mezcla de racionalismo y empirismo, se transformó en la filosofía nacional con la que se imbuyó a toda la clase obrera norteamericana.
Insistimos: el problema no es revisar tal o cual cuestión del marxismo que pudo haber estado equivocada o desarrollada de forma incompleta, ni intentar explicar e intervenir en nuevos procesos no previstos por el marxismo, desde su método y su teoría.
La cuestión es que el marxismo como ciencia tiene leyes que rigen el proceso histórico: el materialismo dialéctico, el materialismo histórico, la crítica a la economía política, la dialéctica y la filosofía marxista. Estas leyes y teorías inclusive explican las anomalías y las excepcionalidades, que en esta época imperialista no se dan por factores objetivos, económicos o de lucha de clases, puesto que las condiciones objetivas para la revolución socialista no solo han madurado, sino que se han podrido absolutamente. Las anomalías en la época imperialista se dan por crisis de dirección revolucionaria, por sobreabundancia de direcciones traidoras. Lo que explica, en última instancia, el devenir histórico por el desacoplamiento y la desincronización de los factores subjetivo y objetivo.
Es en base a esa teoría y a ese método que se puede revisar al marxismo, cuando la realidad lo superó o cambió, para ajustarlo ante nuevos acontecimientos históricos. Pero con su método, con sus leyes, y a partir de lo más avanzado conquistado por la ciencia precedente, y no por la “realidad concreta”, señores pragmáticos. ¡Así no avanza ni el marxismo ni ninguna ciencia!
Son curanderos, que juegan con la vida y la sangre del proletariado mundial.
Nuestros teóricos se sienten innovadores en el marxismo. Para ellos esto es “marxismo dinámico”. Para ellos lo nuestro es subjetivo, sectario y aferrado a viejos pronósticos equivocados.
Contra semejante pragmatismo, el trotskismo, en defensa del socialismo científico, define que este tiene leyes y teorías como las tienen las distintas ciencias y ramas de las ciencias.
Afirmamos, que el campo de la ciencia, y también el marxismo, está lleno de alquimistas, charlatanes, curanderos, que a cada rato se encuentran queriendo experimentar, en este último caso, “un marxismo dinámico que parta de las realidades concretas nuevas”. Cuestión esta que repiten como letanía cada cinco renglones en sus documentos.
Esto es pragmatismo puesto que no define los procesos históricos desde la teoría y desde las leyes que los rigen, y no los ajusta a partir de los nuevos hechos, para permitir comprenderlos, transformarlos y superarlos.
Esta izquierda anglosajona quiere experimentar con sus nuevas fórmulas. Pero la experiencia, tan costosamente adquirida por el proletariado mundial, ha cristalizado en forma de una doctrina definitiva, el marxismo viviente, y teorías como la de la revolución permanente, y leyes como la del desarrollo desigual y combinado, la dialéctica y el materialismo histórico. Sobre la base de esa ciencia, toda corriente debe demostrar qué ha cambiado y qué no, para enriquecerla, aportar a ella, para hacerle dar pasos hacia adelante.
El período de la emergencia del imperialismo hacia 1910, con el surgimiento de sus primeras tendencias profundas que dieron nacimiento al mismo (como las guerras anglo-bóer y ruso-japonesa, que anticiparon la época imperialista), encontró a ciertos países capitalistas avanzados en posición de devenir en naciones imperialistas. Este era el caso de aquellos países que por el control y la expansión de su comercio, o por el desarrollo de sus fuerzas productivas internas y de rendimiento del trabajo, habían desarrollado suficientes fuerzas productivas como para que estas chocaran y se asfixiaran, constreñidas en sus fronteras y sus mercados nacionales.
Las combinaciones de estos elementos dieron dos fenómenos, entrecruzados uno con otro, y que dieron origen a esta época imperialista, a esta fase de agonía del gran capital que es el imperialismo.
Como afirma Trotsky maravillosamente (contra los brutos de la “novedad” y la “anomalía” de la “vida concreta”), ese ciclo de acumulación orgánica del capital desde 1880 a 1914 dio dos fenómenos históricos que signaron el acontecer más concreto de todo el siglo XX y lo que va del siglo XXI. Uno es el del choque de las fuerzas productivas con las fronteras nacionales y el surgimiento del monopolio y el capital financiero (el cual necesita exportarse para realizarse). Y a la vez, dicho ciclo de expansión de 30 años provocó la debilidad histórica del proletariado, porque ligado al surgimiento del imperialismo se desarrolló inevitablemente la aristocracia y la burocracia obrera, que fue comprada con las súperganancias del monopolio y el capital financiero extraídas de la expoliación del mundo colonial y semicolonial.
No todos los países capitalistas llegaron a ser imperialistas en 1914, sino solo aquellos en los que se combinaran estos elementos de choque de las fuerzas productivas con sus fronteras nacionales, y que tenían zonas de influencia para obtener súperganancias, “escindiendo al socialismo”, al decir de Lenin.
La guerra de 1914 fue una rivalidad entre los viejos imperios coloniales ricos, Gran Bretaña y Francia, y los grandes ladrones que llegaron tarde al reparto del mundo como Alemania e Italia.
Inglaterra había impuesto la “pax británica”, y con su flota entre 1815 y 1914 jugó el rol de “policía de los mares”.
Pero ya a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, Alemania, armada con una moderna tecnología, comenzaba a avanzar hacia el primer lugar en Europa. Y allende el océano, surgió un país aún más poderoso, EE.UU., una antigua colonia británica.
Así, el camino a la primera guerra interimperialista fue abierto por esa rivalidad entre Inglaterra y Alemania.
Alemania llegó a las condiciones de imperialista en sus fronteras nacionales y se encontró con que el mundo ya estaba repartido; así fue que salió a provocar dos guerras mundiales para redefinir el dominio del mundo. Eso quiere decir Lenin en la teoría del imperialismo: que el mundo ya está repartido, y el que se lo quiere repartir nuevamente, lo tiene que hacer como Alemania, a los cohetazos en el planeta; o como lo hizo EEUU, triunfador de la segunda guerra mundial, sobre los hombros de la decadencia inglesa. El mundo ya está repartido y se vuelve a repartir con guerras. Esa es la teoría. Esa es la ley del proceso histórico.
Es que la Segunda Guerra Mundial fue empujada por el corsé impuesto a Alemania en la Primera Guerra Mundial con el Tratado de Versalles, pero sobre todo porque quien más necesitaba la guerra para terminar de dominar el mundo era EE.UU.
Esto que aquí planteamos es lo que define el “Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial” de 1940, dictado por el camarada León Trotsky.
Solo por condiciones internacionales pudo Rusia llegar a ser el eslabón más débil de la cadena de dominio imperialista
El país más atrasado de Europa, como era Rusia, pudo llegar a ser el eslabón más débil de esa cadena de dominio imperialista, no por condiciones rusas -ni por la inteligencia de la zarina o del zar-, sino por condiciones internacionales. Su capital bancario e industrial se había unido y fusionado con un 40% de inversiones del capital financiero inglés y francés, para asociarse en la economía mundial para oprimir a las zonas de influencia que ya tenía la gran Rusia, mantenidas por un ejército de 4 millones de soldados, y una red ferroviaria que la cubría de punta a punta.
La analogía con la Rusia imperialista del ´14 no solo es falaz, sino que es además una falsificación del marxismo, porque está nuevamente basando su teoría en las particularidades nacionales de Rusia y no en la ley de desarrollo desigual y combinado que rige la relación entre los estados en la economía y la política mundial.
Como dice Trotsky en sus trabajos La Historia de la Revolución Rusa y Resultados y Perspectivas -que citaremos más adelante porque hay embusteros que dejaron de aplicarlos- fue esa sociedad en donde la burguesía imperialista rusa entraba como socia menor y a cuenta del capital financiero internacional, para oprimir a esa cárcel de naciones heredada del período capitalista previo. Y a la vez, para recibir como recompensa un porcentaje de ganancias, como era el que le correspondía de la Primera Guerra Mundial quedándose con Persia (lo que hoy es Irak, Irán y Afganistán) ¡y Turquía! Esa asociación con el capital financiero internacional permitió que el país más atrasado de Europa tuviera las fábricas de la industria metalúrgica más grandes y con mayor cantidad de obreros en 1904 y 1905, y que diera origen a un proletariado concentrado capaz de acaudillar la revolución proletaria en ese país.
“La India tomó parte en la guerra formalmente y de hecho como colonia de Inglaterra. La intervención de China, aparentemente “voluntaria”, fue, en realidad, la intervención del esclavo en las reyertas de los señores. La beligerancia de Rusia venía a ocupar un lugar intermedio entre la de Francia y la de China. Rusia pagaba en esta moneda el derecho a estar aliada con los países progresivos, importar sus capitales y abonar intereses por los mismos; es decir, pagaba, en el fondo, el derecho a ser una colonia privilegiada de sus aliados, al propio tiempo que a ejercer su presión sobre Turquía, Persia, Galicia, países más débiles y atrasados que ella, y a saquearlos. En el fondo, el imperialismo de la burguesía rusa, con su doble faz, no era más que un agente mediador de otras potencias mundiales más poderosas” (Trotsky, Historia de la revolución rusa, Capítulo 2: “La Rusia zarista y la guerra”).
¿Qué queremos definir con esto? Que las condiciones nacionales del surgimiento de todo país que emergió como imperialista, estuvieron dadas y determinadas por las condiciones internacionales de la economía, la política a nivel mundial y la guerra (que es su continuidad por otros medios), y no por particularidades nacionales.
Sí, Rusia, el país más atrasado de todos los países capitalistas avanzados, tenía una industria -al estar fusionado con el capital financiero inglés y francés- de las más avanzadas y concentradas de Europa, sostenida por un gobierno costosísimo, la autocracia que, bajo un ejército de 4 millones de soldados, garantizaba para sí y mayoritariamente para sus socios franco-ingleses el reparto del botín del saqueo y la expoliación de las nacionalidades que oprimía.
¿Nos pueden decir los apologetas del imperialismo nacional y de las anomalías cuáles son las nacionalidades que oprime hoy la “gran China” directamente como lo hacía la Rusia de los Zares con Ucrania, Georgia, Letonia, Bielorrusia, Armenia y los pueblos bárbaros musulmanes? ¿Asociada a qué capital financiero está? Los pacifistas kautskistas de la izquierda de la City de Londres, ¿pueden explicar lo que le pasó a ese imperio ruso, socio menor de Francia y de las cañoneras inglesas, cuando se le ocurrió tomarse las islas Kuriles, que estaban bajo influencia de Japón? Lo que le pasó fue una
paliza y una guerra monumental (la guerra ruso-japonesa) impuesta al zarismo por ocurrírsele tomar un par de islitas que la conectaban con el Pacífico. ¿De qué anomalía hablan ustedes?
Lo que están diciendo es que la anomalía es que China le está disputando todo el mundo a EE.UU. -como potencia en decadencia- sin tirar un solo tiro. Una excepcionalidad. Que la economía estatizada, mantenida como conquista por un gobierno de la restauración y fusionada a los joint ventures de obreros esclavos, dio como resultado un capital financiero que se expande por el planeta transformando a todo el mundo en una gran anomalía: el mundo de la paz y el progreso, el fin de las guerras. ¡Ya no se pelean ni por una islita, ni por todo el mundo!
Muchas veces los revisionistas del marxismo dicen “lo revisamos todo”, y lo revisan. Pero no hay peor revisionista que el que lo revisa todo y se calla ocultando que lo hace.
Así formulaba Trotsky, con una visión internacionalista, el surgimiento del imperialismo y del eslabón más débil de la cadena de dominio imperialista (Rusia), en Resultados y Perspectivas (1906), el primer libro de la teoría-programa de la revolución permanente, afirmando lo que nosotros reafirmamos y defendemos:
“Lo esencial no es, por lo tanto, que Rusia estuviera rodeada de enemigos. Eso solo no es suficiente. En principio eso vale para cualquier Estado europeo [a fines del siglo XIX y principios del siglo XX] excepto quizás para Inglaterra (…) No fueron los tártaros los que obligaron a la vieja Rusia a introducir las armas de fuego y los regimientos permanentes de la guardia imperial; (…) [ni los que] la obligaron más tarde a crear la caballería y la infantería. Fue la presión por parte de Lituania, Polonia y Suecia.
“Como consecuencia de esta presión ejercida desde Europa occidental, el Estado devoró una parte excesivamente grande de la plusvalía, o lo que es lo mismo, vivía a expensas de las clases privilegiadas que se acababan de formar, retardando así su -de todos modos- lento desarrollo (...)
“[En el siglo XIX] el capitalismo aparece [en Rusia] como un hijo del Estado (...) El pensamiento ruso se desarrolló, como la economía rusa, bajo la presión directa del pensamiento y de la economía –más avanzados- de Occidente. (…) Para poder sobrevivir mejor en medio de Estados enemigos y mejor armados, Rusia estaba obligada a introducir fábricas, escuelas de navegación, libros instructivos sobre la construcción de instalaciones de fortificación, etc. (…) “La mayoría de los ramos industriales (…) nacieron directamente bajo la acción de medidas gubernamentales [es decir, producían bajo propiedad del estado]”.
Esto permitió el asentamiento de la autocracia y sus pactos con el surgimiento del capital financiero inglés y francés, que le dio a esta un estado costoso para garantizar un control, como decía Trotsky “de las inmensas distancias del país [que] habían sido superadas mediante el telégrafo (…) y los ferrocarriles [que] hacían posible desplazar en poco tiempo tropas militares de un extremo al otro del país.” Este enorme avance separaba a Rusia de los países capitalistas europeos atrasados vecinos que, al decir de Trotsky “apenas conocían ferrocarriles y telégrafos”.
“El ejército que estaba a la disposición del absolutismo era realmente gigantesco y, si bien en los primeros ensayos en la guerra ruso-japonesa se había mostrado inútil, era suficientemente bueno para el control del interior” de esa cárcel de naciones que controlaba el zarismo.
Y precisando su definición en la metamorfosis del devenir imperialista de Rusia, Trotsky afirma en ese trabajo de 1906:
“No ya el gobierno de la vieja Francia, sino ni siquiera el gobierno de 1848 había reconocido nada que pudiera igualarse al actual ejército ruso.
El gobierno [zarista], al mismo tiempo que con ayuda del aparato fiscal militar explotaba al país al máximo [porque explotaba otras naciones oprimidas], aumentaba [para ello] su presupuesto anual hasta la suma gigantesca de 2.000 millones de rublos (…)
El poder financiero y militar del absolutismo agobiaba e impresionaba no solamente a la burguesía europea, sino también al liberalismo ruso, quitándole cualquier atisbo de esperanza en la posibilidad de una disputa abierta con el absolutismo [por el control de la sociedad rusa]”.
Estas condiciones, afirmaba Trotsky, eran las únicas que hacían que del absolutismo no se saliera con liberalismo, sino con la revolución proletaria. Ya había comenzado la época imperialista. Rusia se entrelazaba con el capital financiero francés e inglés y en menor medida alemán.
Al respecto de esto último, en La Historia de la Revolución Rusa, Trotsky afirma:
“Como ya hemos dicho, es precisamente en el campo de la economía donde se manifiesta con su máximo relieve la ley del desarrollo combinado. Y así, mientras que hasta el momento mismo de estallar la revolución, la agricultura se mantenía con pequeñas excepciones, casi en el mismo nivel del siglo XVIII, la industria, en lo que a su técnica y estructura capitalista se refería, estaba al nivel de los países más avanzados. Y, en algunos respectos los sobrepasaba. En el año 1914, las pequeñas industrias con menos de 100 obreros representaban en los EEUU un 35% del censo total de obreros industriales, mientras que en Rusia este porcentaje era tan solo de 17,8%. La mediana y la gran industria, con una nómina de 100 a 1000 obreros, representaban un peso específico aproximadamente igual; los centros fabriles gigantescos que daban empleo a más de 1000 obreros cada uno y que en los EEUU sumaban el 17,8% del censo total de la población obrera, en Rusia representaban 41,4%. En las regiones industriales más importantes este porcentaje era todavía más elevado: en la zona de Petrogrado era de 44,4%; en la de Moscú, de 57,3%. A idénticos resultados llegamos comparando la industria rusa con la inglesa o alemana. Este hecho, que nosotros fuimos los primeros en registrar en el año 1908, se aviene mal con la idea que vulgarmente se tiene del atraso económico de Rusia. Y, sin embargo, no excluye este atraso, sino que lo complementa dialécticamente.”
“También la fusión del capital industrial con el bancario se efectuó en Rusia en proporción que tal vez no haya conocido ningún otro país. Pero la mediatización de la industria por los bancos equivalía a su mediatización por el mercado financiero de la Europa Occidental. La industria pesada (metal, carbón, petróleo) se hallaba sometida casi por entero al control del capital financiero internacional, que se había creado una red auxiliar y mediadora de bancos en Rusia. La industria ligera siguió las mismas huellas. En términos generales, cerca del 40% del capital acciones invertido en Rusia pertenecían a extranjeros, y la proporción era considerablemente mayor en las ramas principales de la industria. Sin exageración, puede decirse que los paquetes de acciones que controlaban los principales bancos, empresas y fábricas de Rusia, estaban en manos de extranjeros, debiendo advertirse que la participación de los capitales de Inglaterra, Francia y Bélgica representaban casi el doble de la de Alemania.”
¿Qué tienen que ver estas condiciones internacionales que moldearon a la Rusia de principios del siglo XX para que se juntara como socia menor con el capital financiero inglés y francés en el control de las naciones oprimidas que ella misma explotaba, para marchar a dominar zonas de influencia -insistimos, como Persia (Irak, Irán, Afganistán de hoy) y Turquía-, con la China de la burguesía comercial y comisionista de esclavos de hoy?
Estamos frente a gente que compara a un elefante con una mesa, a un papel que coyunturalmente vuela con un pájaro. Es decir, que compara a la Rusia imperialista de la autocracia como país imperialista atrasado, con una China que ya tiene las venas abiertas para que se le extraiga toda la sangre, como sucediera y seguirá sucediendo con América Latina, África y todo el mundo semicolonial, si la revolución proletaria no lo impide.
Así actúa un grupo de pragmáticos y eclécticos, sin valerse de la ley de desarrollo desigual y combinado, sin la teoría del imperialismo mundial y la visión de una división mundial del trabajo en la economía capitalista. Es decir que por fuera de las leyes del socialismo científico y de la teoría marxista, un grupo de alquimistas y embaucadores vienen a hacer experimentos con el proletariado y a tratar de convencernos de que, por condiciones nacionales, surgió una China imperialista por las ventajas excepcionales de tener empresas estatales, totalmente atrasadas y de la más baja productividad del trabajo.
Y estos embusteros pragmáticos quieren convencer a los marxistas de que abandonemos la teoría marxista, es decir, que dejemos de ser marxistas, como manda el HSBC y la banca Morgan, que tienen jugosos enclaves coloniales en China, como Hong Kong y Taiwán, desde donde se compraron a toda la burocracia china y a sus hijos durante la posguerra, como lo hicieran también con Gorbachov y la burocracia soviética, exactamente como lo pronosticó el marxismo y la IV Internacional.
A esta gente hay que decirle que dejen de experimentar con el marxismo. Difícilmente cualquier empresario serio dejaría experimentar en el laboratorio de su fábrica a cualquier alquimista que no maneje la ciencia de aplicación de la que se trate. Además, los laboratorios de la fábrica están cuidadosamente separados de la línea de producción.
Por ello, no puede permitirse el más mínimo curanderismo y experimentos explosivos en el terreno del movimiento obrero, porque allí se juega con la vida, el salario, la carne y la sangre de nuestra clase. Para nosotros, la ciencia del socialismo científico es la teoría y las leyes que rigen los procesos históricos, y la teoría-programa de la revolución permanente.
Carlos Munzer
Capitulo V
Neocliffismo de Londres y Nueva York versus trotskismo
Revisionismo versus marxismo en la lucha de clases en América Latina
9 de enero del 2010
Camarada Dave:
Apenas terminaban de contarse los votos en las elecciones, enviábamos un primer informe en nuestra carta del 11 de diciembre del 2009 a toda la FLTI sobre ese hecho, que después ajustamos y enriquecimos con las discusiones en la Conferencia Latinoamericana y sacamos como declaración, que acaba de ser publicada por Democracia Obrera de Argentina, y próximamente en el Democracia Obrera de Bolivia. Cuando nos llegó tu carta de crítica, nos asombró enormemente, no por algún aporte que pudieras hacer en tu carta; sino por los dislates, falsificaciones de nuestras posiciones, y por cómo has cambiado abruptamente tu programa ante Bolivia y América latina. Indudablemente, como afirma el SCI, tu carta y los documentos de la minoría ponen en cuestión todas las resoluciones y documentos votados en el Congreso de fundación de la FLTI. Porque efectivamente, la cuestión china abrió enormes diferencias políticas, estratégicas y programáticas.
En la carta de Dov del 16/12/09, ustedes afirman que: “…Por que si la fundamental diferencia entre la mayoría y la minoría no pueden resolverse, estaremos en lados opuestos de la barricada cuando la diplomacia pase a otros medios de conflicto cuando aumente la tensión entre los bloques imperialistas”. Con esta afirmación, la minoría oculta que las relaciones entre China y las potencias imperialistas ya han dejado de ser “solo” diplomáticas, ya hay una ofensiva militar. Hong Kong es un enclave imperialista asentado en el corazón de la China continental, que es defendido militarmente por las bases de la OTAN establecidas en Taiwán y en Okinawa. En función de ello, ya se ha establecido un pacto entre la burguesía de los Chiang Kai Shek de China y de Taiwán.
En política, el que calla otorga. Y ustedes, en todo su documento, no dicen nada de las bases militares de la OTAN en Taiwán y en todo el Pacífico. Es lo mismo que no hablar del imperialismo francés y sus tropas de ocupación en Guadalupe; o no hablar de Malvinas en relación a Argentina y a toda América Latina. Tienen que definirse sobre esta cuestión, o quedarán abiertamente apoyando a su propia burguesía imperialista, renegando de la premisa del marxismo de que “ningún pueblo que oprime a otro pueblo podrá liberarse a si mismo”.
Y en el mismo documento siguen: “Por ahora el SCI se está convirtiendo en un ala de izquierda extrema del FSM (…)! No ven que los regímenes bolivarianos y el SCI le están diciendo a las masas lo mismo ´China no es una amenaza, no se preocupen. No es China quien los explota sino PRINCIPALMENTE los yanquis´. Los bolivarianos están diciéndolo para engañar a las masas, para explotarlos mejor. El imperialismo chino está penetrando en Latinoamérica y África, Chávez y compañía gritan: ´Combatan a los yanquis, construyan la V internacional´ mientras tratan de engañar a las masas que están siendo explotadas cada vez más por el imperialismo chino. Lo que dice el SCI es similar (menos lo de V). No hay imperialismo chino ni presencia china en América Latina y África, nos dice el SCI. Y los camaradas Munzer y Shaheed anuncian que se niegan a decir “¡Fuera el imperialismo chino de América Latina y África!” por supuesto, a diferencia de los regímenes bolivarianos, el SCI no está traicionando conscientemente a la clase obrera para una pequeña parte de las ganancias en manos del imperialismo.” (Negritas nuestras)
Supongamos por un instante que su imperialismo chino existe y que nosotros, no lo vemos. Que ustedes tengan razón y nosotros estemos equivocados. Pero aún así, levantamos como programa para China la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias (cosa que ustedes no pueden decir). Le decimos a los obreros: ¡Que la tercera revolución china vuelva a levantarse una vez más por el pan y por la tierra!, que ese es el único camino para terminar con el sometimiento a la esclavitud y a las penurias a las que la han sometido la burguesía de los “mandarines rojos” chinos aliados a las potencias imperialistas. ¡Abajo los gobiernos de las nuevas burguesías esclavistas de China y de Corea del Norte paridas por el stalinismo! A los obreros de EE.UU. les decimos que hay que luchar por ¡trabajo para todos, por la escala móvil de salarios y horas de trabajo! ¡A igual trabajo igual salario: el mismo salario de las capas altas de los trabajadores de EEUU para los obreros mexicanos y de toda Latinoamérica! ¡Abajo el Mercosur de las transnacionales, el ALBA de las burguesías bolivarianas! ¡Fuera las bases militares de Colombia!
¿Por qué le tenemos que decir a los obreros bolivianos y de América Latina que la burguesía imperialista yanqui no es la que los somete? Si a ello responde el sentimiento profundamente antiimperialista del proletariado latinoamericano y es por lo que las burguesías bolivarianas, socias menores de los monopolios imperialistas, tuvieron que posar de antiimperialistas, antiyanquis, para poder expropiarse la revolución boliviana y los combates antiimperialistas del continente con la farsa de la “revolución bolivariana”, ya que se había puesto en cuestión la propiedad burguesa, fundamentalmente del imperialismo yanqui.
Porque es el imperialismo yanqui es el que tiene atadas a las semicolonias de América Latina con dobles y triples cadenas, atadas con acuerdos políticos a la OEA y acuerdos militares en el TIAR que obligan a todos los países semicoloniales de América Latina a defender los EEUU ante cualquier ataque. Además, el imperialismo yanqui tiene también las bases militares del ejército norteamericano y de la OTAN en toda Latinoamérica que serán usadas contra los obreros ante la amenaza de la revolución. América Latina está atada al capital financiero internacional -que es precisamente usura-, con la fraudulenta deuda externa que significó que el imperialismo prestó 300.000 millones de dólares a los países latinoamericanos en los 70, para recuperarlos en 10 años a tres veces su valor. Así saqueó las naciones del mundo semicolonial durante 20, 25 años; hasta que en los 90 se agotó la capacidad de pago. El imperialismo con el plan Brady se quedó con todo, es decir, se quedó con todas las empresas estatales como la garantía del cobro de las deudas externas impagables, con un 30 a 40% en concepto de intereses. Esto va más allá de que alguna potencia imperialista le dispute tal o cual rama de la producción en sus semicolonias.
El imperialismo ya se cobró con intereses, 50 veces la deuda externa, que luego sus sirvientes, las burguesías nativas, se las hacen pagar a las masas con inflación, despidos masivos, bajas de salarios, tarifazos e impuestazos. Y ahora, ante la brutal crisis económica mundial, nuevamente el imperialismo ha vuelto a su “patio trasero” a succionar mucho más que antes la sangre de los obreros mediante el cobro de la fraudulenta deuda externa que, a no dudar y gracias a las derrotas que le han impuesto las direcciones traidoras a los combates del proletariado, será pagada como siempre por los obreros con mayor superxplotación, inflación y tarifazos, mientras las burguesías bolivarianas se frotan las manos porque están haciendo negocios. ¿Y ustedes pretenden que les escondamos esto a los obreros diciéndoles que es China “imperialista” quien los saquea y les succiona su sangre, sus huesos y sus músculos mientras estos sirvientes del imperialismo yanqui hacen fortunas? Nosotros no lo vamos a hacer. Allá ustedes con su conciencia si lo hacen.
¿Por qué tanto empeño por parte de ustedes en negar al imperialismo yanqui? Quieren que les digamos a los obreros bolivianos que no es el imperialismo yanqui el que los superexplota, que no son la Exxon yanqui y la Total francesa las que les saquean el gas, los hidrocarburos y ahora el litio. Pero ustedes son como el GB de Francia que no quería que digamos “Fuera gringos” y que nos arrodillemos ante la aristocracia y burocracia obreras, por eso rompimos el Colectivo de los Cinco y lo volveríamos a romper. Nosotros estamos con los obreros bolivianos que de forma certera identificaron a sus enemigos y tiraron abajo los dos gobiernos sirvientes del imperialismo yanquis al grito de: “¡Fuera gringos! ¡Fuera las transnacionales imperialistas, el gas para los bolivianos! ¡Abajo la asesina casta de oficiales banzerista formada por el imperialismo yanqui en West Point!”
Ustedes le dicen al proletariado norteamericano que la culpa de sus condiciones cada vez peores, de sus bajos salarios, de falta de trabajo la tienen los obreros chinos, y así terminan ocultando a los verdaderos enemigos (¡el enemigo está en casa!). Y a los obreros chinos les están diciendo que su burguesía “imperialista” china ha desarrollado tanto las fuerzas productivas que les pueden dar concesiones pacíficamente. ¡Ustedes embellecen frente a las masas al “imperialismo” chino y a Hu Jintao! Así, terminan en EEUU a los pies de Obama y en China a los pies de los mandarines “rojos”.
¡Ustedes son unos sinvergüenzas! A ustedes ¿quién los mandó a la FLTI? A ustedes los mandó Hillary Clinton.
Con tu posición alrededor de Bolivia liquidas las lecciones y el programa conquistado en el congreso de la FLTI de julio. No solo sobre la revolución boliviana, sino también de las lecciones sobre Honduras, Grecia, Madagascar, la visión sobre el momento de la situación mundial que expresamos en el OOI 12 que fue aprobado por ti en el congreso, al igual que las lecciones sobre la lucha de clases en EE.UU. expresada en “Los carniceros se visten de Obama”; ni siquiera alrededor de la cuestión china respetaron y cumplieron las resoluciones. Pero, eso no es lo más grave, lo grave es que no se atreven a decirlo franca y honestamente.
Volviendo a tu carta. Volvimos a leer nuestro informe y tu carta del 16/12/09, y en ninguna parte de dicho informe planteamos lo que tú afirmas: “Los camaradas dicen que la creciente popularidad de Morales está respaldada por el imperialismo francés (Totalfina) y que el régimen ya está entrando en conflicto con el imperialismo norteamericano, que los negocios hechos entre el MAS y los fascistas de la Media Luna y en Colombia para tratar de salvar al frente popular colapsarán. Por lo tanto los obreros se deben preparar para situaciones pre-revolucionarias y guerras civiles continentales abiertas. No tenemos acuerdo con los personajes principales ni con los tiempos en ese escenario. No vemos ninguna necesidad inmediata para EEUU para ir a una guerra contra Francia en ningún lugar, especialmente en América Latina. Francia actualmente se está balanceando entre EEUU y China y Rusia.”
En primer lugar, nosotros no decimos que la popularidad de Morales está respaldada por el imperialismo francés. No nos inventes posiciones, no decimos eso. Nosotros afirmamos que son las direcciones colaboracionistas de la COB y la FSTMB las que se vendieron y llevaron a la clase obrera y a sus organizaciones a los pies de Morales, inclusive metiendo a la COB al CONALCAM del MAS. Así liquidaron la independencia política de la clase obrera, y la máxima expresión de eso es que llevaron a la vanguardia minera a una alianza política con el MAS de Morales para las elecciones con la falsa ilusión de que con diputados y ministros obreros estaban más cerca de conquistar sus reivindicaciones y mejores condiciones de vida.
¡Pero, además, tu visión nacional trotskista te ha provocado una amnesia total! Te olvidaste que Morales adquirió “popularidad” gracias a que todas las direcciones reformistas y los renegados del trotskismo, con una política centralizada desde el FSM, sostuvieron a Morales, algunos como el PO de Argentina llamando a la clase obrera a votarlo en las elecciones de diciembre. Son los que le impusieron un cerco al proletariado, sometiendo a la clase obrera del continente a su propia burguesía país por país. Estas son las lecciones que expresamos en muchas declaraciones de la FLT, que adoptara el Congreso de la FLTI como su programa fundacional.
Son los renegados del trotskismo quienes sostuvieron a Montes de la COB represtigiándolo en el ELAC del 2008 para que luego sea el que entregue a los mineros de Huanuni a la brutal represión en manos del ejército asesino banzerista. ¿Qué estas diciendo Dave? De ahí viene la “popularidad” de la que hablas.
En segundo lugar. ¿Nos puedes decir de dónde sacaste que nosotros planteamos que el régimen ya estaría entrando en conflicto con el imperialismo norteamericano, que los negocios hechos entre el MAS y los fascistas de la Media Luna y en Colombia para tratar de salvar al frente popular colapsarán? ¡Esto es una mentira! Nosotros decimos lo opuesto: que Morales y Linera sostienen un pacto contrarrevolucionario con la Media Luna fascista, redactado en Washington y en París -y no en Pekín- y son los garantes de todos los negocios de la burguesía internacional. Eso es lo que hemos dicho antes, después y ahora; y de lo que tú reniegas hoy. Para ti desapareció el pacto. Eres tú quien, al no ver el pacto contrarrevolucionario de Morales con la Media luna, no ve el verdadero rol del frente popular y por ello no lo denuncias ni lo combates.
No es como tú dices que la burocracia puede retener a los obreros porque los obreros son engañados por las promesas del régimen bolivariano de Morales para completar el programa de García Linera de desarrollo capitalista como el primer paso hacia el socialismo…con su “sociedad estratégica” con su nuevo banquero chino. Lo que tú nos tienes que explicar, entonces, es ¿quién sostiene a la Media Luna fascista? Nosotros afirmamos que la sostiene el pacto contrarrevolucionario con Morales –agente de la Totalfina francesa y la Repsol española- sostenido por la UNASUR de los bolivarianos y bendecido por la OEA y ONU.
En tercer lugar, tú planteas en tu carta, más adelante: “En otras palabras, las perspectivas de la mayoría ven al frente popular como que está llegando a su fin en su rol de preparar la contrarrevolución fascista…” y luego planteas más adelante “Pero no tenemos acuerdo con que el frente popular esté pronto a terminar”. ¿Nos puedes decir de dónde sacas que nosotros planteamos que el frente popular esté pronto a terminar? Esto ya es una falsificación de nuestras posiciones. No te lo vamos a permitir más. Basta de inventarnos cosas que no decimos.
Nosotros, por el contrario, afirmamos que se ha puesto en pie en América Latina y a nivel mundial un pacto Stalin-Laval, es decir, un frente popular continental y mundial con las burguesías “bolivarianas”, el nuevo Kuomintang chino de los agentes del imperialismo, los restos de stalinistas y socialdemócratas, y con los renegados del trotskismo legitimándolos y vistiéndolos de rojo con sus IPT (Instrumento Político de los Trabajadores) y NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) ; puesto que ante la profundización de la crisis económica mundial, como lo preanunciábamos en los editoriales del OOI 12 parte 2 (que tomó como parte de su programa el congreso de la FLTI) el imperialismo yanqui –ya reconstituido su estado mayor con Obama– viene a la ofensiva por su patio trasero con nuevos golpes contrarrevolucionarios como vimos en Honduras, fortaleciendo los pactos contrarrevolucionarios.
Pero las brasas de la revolución latinoamericana no fueron apagadas totalmente, al calor de la crisis y el látigo del capital se encienden México con las huelgas de los obreros de electricidad, Perú que hoy amenaza con abrirse paso a la revolución rompiendo los diques de contención del stalinismo. Esto es así puesto que para pasar a nuevas ofensivas el imperialismo necesita derrotar al proletariado sin dejar un solo destello encendido de la revolución proletaria.
A ello responde para nosotros el fortalecimiento de Morales que demostró cumplir muy bien su papel en Bolivia y ahora lo necesitan en Perú, con su “indigenismo”, para impedir toda posibilidad de que el proletariado, superando a las direcciones stalinistas y maoístas, se abra paso la revolución, reabra la revolución boliviana y termine por incendiar todo el pasto seco en Latinoamérica. Pero para ello tienen que ir a una mayor centralización de las direcciones traidoras con la V Internacional de Chávez porque ya estas viejas direcciones fueron usadas como limones exprimidos; y porque los bolivarianos se la pasaron haciendo negocios a costa de los huesos y la sangre obrera y están desprestigiándose y desnudándose como lo que son: burguesías rastreras que hacen negocios a cuenta de sus amos imperialistas y solo defienden su tajada de los negocios.
Contra su visión escandalosamente nacional del frente popular y de la lucha de clases, al revés de lo que tú afirmas, fue la misma Media Luna quien llamó a fortalecer al gobierno de Morales, puesto que no le queda más remedio que seguir soportándolo. Así lo plantean los mismos políticos de la Media Luna como Doria Mediana del UN (Unidad Nacional, formado por políticos que vienen del MNR): “Nosotros vamos a arrancar con una tarea de fiscalización, porque entendemos que el 64% (obtenido por el MAS en las elecciones del 2009) no ha significado entregarle un cheque en blanco al gobierno (negritas nuestras), sino un amplio respaldo para que cumpla lo que ha prometido”.(La Razón, 10 de enero de 2009). ¡Porque solo lo soporta! No es el gobierno que quiere y necesita, quiere retomar el control de sus negocios, sin embargo aún no se lo permite el proletariado latinoamericano. Lo de ustedes es nacional trotskismo puro, porque Morales se fortalece para poder contener Perú.
Tienen una visión nacional que no les permite ver en Bolivia que todas las burguesías, todas las fracciones del imperialismo, no han hecho más que fortalecer a Morales y al frente popular, siempre y cuando este le garantice el control de la mitad del país a la Media Luna fascista, que mantengan atados a los mineros, y que preserven a la casta de oficiales banzerista.
Los verdaderos enemigos de las masas son el imperialismo yanqui, francés, español y los burgueses bolivarianos, no el “imperialismo” chino que ustedes inventaron. Es esta misma visión nacional trotskista la que tienen sobre los combates de los obreros de Tonghua y Lingzhou en China, que no son más que la expresión del retroceso de los combates del proletariado en Grecia, Guadalupe, Madagascar, que le impusieran las direcciones traidoras; porque no ven que después de las derrotas parciales de la clase obrera a nivel internacional, la lucha obrera para conseguir algo solo podía adquirir un contenido político. Como decía Trotsky: “La tesis marxista general: las reformas sociales no son más que los subproductos de la lucha revolucionaria, en la época de la declinación capitalista tiene la importancia más candente e inmediata Los capitalistas no pueden ceder algo a los obreros, más que cuando están amenazados por el peligro de perder todo.” (¿Adónde va Francia?) Hay que ser sirvientes de los mandarines rojos, para decir como ustedes que esa burguesía china da concesiones de manera pacífica.
Ustedes falsifican la realidad y recurren a un método de fantasía. La película se llama: “Alicia en el país de las maravillas”.
Tú planteas: “Mas bien vemos a EEUU preparándose para una futura guerra con China y sus aliados en América Latina, los regímenes bolivarianos.” Con tu visión para nada sensata ni marxista de la realidad, de un futuro enfrentamiento militar entre los bolivarianos aliados de tu China “imperialista” contra el imperialismo yanqui, lo que estas planteándonos es que estamos frente a una futura guerra política de campos burgueses.
El impresionista tiende a inventar la realidad. Fija un objeto, una idea y luego hace girar alrededor suyo todo su entorno. ¿Cómo que hay una guerra de los bolivarianos con tu “imperialismo chino” contra EEUU? ¡Si lo que hay es un pacto donde todos muerden algo, mientras someten a la nación al saqueo! Con el gas boliviano se abastece toda Sudamérica: Brasil, Argentina, Chile, etc., y todas las multinacionales instaladas en esos países. El régimen del pacto es ideal, porque les permite a todos los bolivarianos y a los imperialistas hacer negocios de todos con todos y todos contra todos. Mas bien, en el pasado, cuando se quebraba el pacto y estallaba una guerra de campos burgueses en Bolivia, la izquierda mundial miraba para otro lado, se negaba a llamar a aplastar al fascismo; y ahora cuando el pacto se ha cerrado y fortalecido a grado extremo, buscan e inventan las diferencias irreconciliables entre el frente popular del MAS y el fascismo. ¡Hay que ser sirviente del frente popular para decir eso!
¡Lo tuyo Dave ya es una vergüenza! De qué guerra de campos burgueses nos quieres convencer, si la V internacional, las burguesías bolivarianas y la burguesía de los “mandarines rojos” chinos con los renegados del trotskismo encubriéndolos por “izquierda”, fueron los garantes desde el UNASUR –y los sostenedores- del pacto contrarrevolucionario entre la Media Luna fascista –agente de la Exxon yanqui– y el gobierno de Morales-Linera, agentes de la Totalfina francesa y la Repsol española. Por ello Morales durante la asonada fascista salió presuroso a reunirse con su amo Sarkozy y el representante de la Gazprom rusa para discutir nuevas exploraciones de hidrocarburo en Oruro y el Altiplano, impuesto contra el proletariado y las masas explotadas en Bolivia. Este pacto se sostiene sobre la base de la sangre derramada de obreros y los campesinos pobres del oriente en manos de las bandas fascistas y del ejército banzerista; y en el occidente de los mineros combativos de Huanuni asesinados también por ese ejército sanguinario. Este pacto contrarrevolucionario fue bendecido por la OEA y la ONU, comandado por el imperialismo yanqui; como lo planteamos en el OOI 10 que reafirmaste en el congreso de la FLTI y con el que llegamos a Sudáfrica.
Este pacto es el que garantiza la intervención del ejército banzerista en la vida política, y al fascismo de la Media Luna testaferro del imperialismo yanqui le garantiza el control del 50% del territorio.
Porque, a decir verdad, Bolivia ya fue dividida y repartida: entre la Exxon yanqui cuyos intereses representa la Media Luna fascista, que se quedó con el 50% del país, donde precisamente se encuentran la concentración de los gasoductos, de hidrocarburos y las mejores tierras fértiles en manos de los terratenientes y de la Rosca. Y por otro lado, la TotalFina francesa y la Repsol española controlan el Altiplano y con el gobierno de Morales y Linera administran los negocios. Y para todo esto no corrió la sangre de ningún burgués bolivariano, sino la de los obreros y campesinos pobres.
El impresionista está tan entusiasmado con su “China imperialista”, que se olvida del pacto de la burocracia castrista restauracionista con Obama (con la Cargill y la Monsanto atrás) y con todas las burguesías bolivarianas, para terminar la restauración capitalista en Cuba.
El ALBA: un mercado capitalista para recibir a la burocracia castrista restauracionista
Tú y tus aliados reniegan de las lecciones de la revolución boliviana, de las lecciones del golpe en Honduras y de los combates del proletariado en Perú. No hay ningún frente de ningún imperialismo chino con las cobardes burguesías bolivarianas que esté preparando una guerra contra el imperialismo yanqui. Lo que hay es una gran conspiración contra el proletariado peruano, mexicano y para terminar de derrotar la revolución boliviana y latinoamericana, e inclusive contra el proletariado norteamericano, que puso en peligro toda la propiedad de los verdaderos monopolios imperialistas, fundamentalmente el yanqui, y para asestarle una derrota histórica con la restauración capitalista en Cuba. Por ello no es casualidad que en tu carta y en todos los documentos de la minoría no exista Cuba, puesto que no se habla de Cuba si no se plantea que es la burocracia castrista quien está llevando a cabo la restauración capitalista negociando con Obama, y que antes ya le entregó al imperialismo francés el negocio del níquel y el turismo.
Precisamente, los pactos contrarrevolucionarios impuestos en Bolivia, Colombia y Cuba son los que después le permitieron al imperialismo yanqui pasar a la ofensiva en su “patio trasero”, llevar a cabo el golpe bonapartista contrarrevolucionario en Honduras e imponer sus bases militares en Colombia. Porque el imperialismo necesita combinar pactos con golpes contrarrevolucionarios para terminar de liquidar la revolución latinoamericana para terminar de imponer la restauración capitalista en Cuba.
Las burguesías bolivarianas que posan de “antiimperialistas” son todas como el payaso de Zelaya que de forma tardía intentó regatearle al imperialismo yanqui una tajada mayor de los negocios y terminó disciplinado, negociando con los golpistas que masacraban a la clase obrera hondureña que resistía el golpe, atada de manos gracias a que todos los reformistas incluidos los renegados del trotskismo la subordinaron al “frente democrático”.
Ustedes con esta posición de guerra política de campos burgueses, terminan en el “frente democrático” que todos los renegados del trotskismo pregonan.
La burocracia castrista ha hecho todo lo posible para desviar, abortar y derrotar las revoluciones y las luchas obreras en el continente. Ha desplegado una política de pactos contrarrevolucionarios, ha puesto en pie o sostenido pactos como el de Uribe-Chávez, el del gobierno de Morales-Linera y el fascismo, para completar la restauración y devenir ya en burguesía. Ustedes no dicen nada de que hay un enorme ataque a las masas cubanas. Se entrega el níquel a los imperialistas, se preparan acuerdos con Cargill y Monsanto para producir soja, reducen la cartilla del racionamiento de alimentos en medio de la crisis mundial (como hicieron en China antes de 1989) para que no queden ni vestigios de la conciencia asentada por las conquistas de la revolución arraigada aún entre las masas. Para luego, ante cualquier protesta obrera, aplastarla con el ejército cubano, cuyo alto mando tiene el control de los principales negocios de la isla.
No es, en principio, con una intervención militar que se prepara la restauración del capitalismo en Cuba, como afirman en la segunda parte de su documento del 13/11/09; sino con el modelo chino y vietnamita, es decir, con negociaciones con el imperialismo yanqui. Como planteaba Trotsky sobre Rusia: “Por las cifras de las exportaciones y de las importaciones, el mundo capitalista nos demuestra que hay otros medios de coacción que los de la intervención militar. Como la productividad del trabajo y del sistema social en su conjunto se miden en el mercado de los precios, la economía soviética es más bien amenazada por una intervención de mercancías capitalistas a bajo precio que por una intervención militar” (…) “Bujarin no admite el predominio de las fuerzas de producción más que en su aspecto militar técnico. No quiere comprender que el tractor Ford es tan peligroso como el cañón Creusot, con la diferencia de que este último no puede obrar más que de vez en cuando, en tanto que el primero hace continuamente presión sobre nosotros. Además, el tractor tiene detrás al cañón como última reserva.” (León Trotsky, Stalin, el gran organizador de derrotas)
Pero esto no significa que la restauración del capitalismo en Cuba sea pacífica, como tampoco lo fue en China ni en Vietnam, que es lo que decían tus aliados de la minoría en su documento presentado y defendido en el congreso de la FLTI de julio. La masacre de Tiananmen fue seguida por una persecución de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo a todos los obreros revolucionarios y tuvo aproximadamente 2.000.000 de muertos. En el caso de Vietnam, luego de que las masas vietnamitas derrotaran a los yanquis, fue atacada en 1979 por el ejército chino para asentar el pacto restauracionista de Deng Xiao Ping y Nixon de 1975; pero también y sobre todo para con esta derrota desmoralizar al proletariado mundial. Sobre la base de esa guerra la burocracia de Ho Chi Minh y Mao de China abrían la carrera de velocidad por quien atraía más inversiones extranjeras y ofrecía mano de obra esclava. ¡Y tus aliados llegaron a plantear en el Congreso de julio que la restauración fue pacifica! ¡Son unos sinvergüenzas, merecerían haber estado en Tiananmen o en la frontera vietnamita cuando caían los bombazos de China para comprobar qué “pacifica” era la restauración del capitalismo!
En la política de pactos, se preparan golpes contrarrevolucionarios que los va a dar la misma burocracia castrista, y por eso deben derrotar a los obreros norteamericanos, sometiéndolos a Obama. En conclusión: ustedes tampoco pasan la prueba de la cuestión cubana.
Tú afirmas en tu carta que: “En Bolivia los principales rivales no son EEUU y Francia. La estatal Petrobras es lejos el personaje más grande y Brasil es un país del ALBA” ¡Lo que estás diciendo es un chiste! ¡Brasil no es del ALBA, es del Mercosur! ¿De qué ALBA asociado a un supuesto “imperialismo” chino nos estás hablando? ¡Esto ya parece la “Guerra de las galaxias” o “La historia sin fin”! El ALBA es solo un rejunte de burgueses nativos haciendo negocios a cuenta de sus amos imperialistas. El ALBA es del viejo pacto andino organizado alrededor del negocio del gas y del petróleo al que luego se acomodaron las demás burguesías nativas.
En Brasil, Lula es tan solo un socio menor del imperialismo francés, y a la vez aprovechó para hacer negocios con los EEUU. Tiene negocios con Francia en la industria militar y la producción de armamentos –lo cual no quiere decir que Brasil sea una potencia imperialista– siendo el más grande exportador basado en la tecnología que le provee Francia. Además, le ha comprado buques submarinos y tecnología aereoespacial. Petrobras es testaferro de la TotalFina, que como todos los monopolios imperialistas, son los que verdaderamente hacen los negocios; le dejan a cargo del estado nacional los costos de la exploración, de la investigación, etc., es decir, lo más caro de la explotación, y los oleoductos y la refinería los hacen ellos, llevándose luego las súperganacias.
Tú te has creído el verso del chavismo. Toda la renta petrolera de Venezuela va a jugarse en la timba de Wall Street. Ustedes son unos charlatanes, no hay más socio y sirviente burgués del imperialismo yanqui que Chávez, el cual le vende petróleo, antes a Bush y ahora a Obama: es el segundo exportador a EEUU. Chávez junto a China enfrentándose al imperialismo yanqui, y a la vez abasteciéndolo de petróleo... ¿alguien puede explicar esto, por favor? El Chávez que conocemos es el que le entregó a los monopolios petroleros yanquis la explotación de toda la cuenca del Orinoco y quien le entrega el petróleo para que masacre en Palestina y ahora en Afganistán. El 80% de la renta petrolera no la controla esta burguesía rastrera, va a parar a las arcas de EEUU. El que controla todas las ramas de producción más importantes en las semicolonias es el imperialismo yanqui. Tú te creíste el verso de la “unidad latinoamericana” de Chávez y Castro que se la pasan despotricando y posando de “antiimperialistas” y fueron los primeros en felicitar a Obama cuando asumía en EEUU.
Una revisión total de la lucha contra el frente popular en la revolución boliviana: rompiendo con la denuncia al pacto que prepara nuevas hordas fascistas.
En cuanto a lo que planteas de: “Es el éxito de este proyecto bolivariano que el estado controle una mayor parte de la economía y beneficiarse por el aumento de ingresos que le permiten dar migajas a las masas (el estilo de Venezuela en la salud, educación y las jubilaciones) y a Morales ´comprar´ apoyo popular”. Esta posición tuya es una mentira. El éxito de Morales se impuso porque las direcciones traidoras de las organizaciones obreras subordinaron a la clase obrera al frente popular y llevaron a sus organizaciones obreras a ser apéndices del gobierno. Morales no les dio nada a los obreros ni a los campesinos pobres, ¡no les dio ni migajas a las masas! Precisamente porque el proletariado no tomó el poder y la burguesía bolivariana expropió la revolución, es que hoy los campesinos se quedaron sin su tierra, los obreros sin trabajo, con salarios de miseria y carestía de la vida. Tú te creíste el verso del bono “Juancito Pinto”, esa limosna miserable que da el gobierno de Morales a los hijos hambrientos de los obreros y campesinos pobres. ¿En serio opinas que US$ 20 anuales es una concesión? ¿Por qué no viven con 20 dólares por año ustedes en una choza sin luz, ni agua, ni gas en medio del altiplano? Eso no es ninguna concesión, ni siquiera llega a ser una limosna miserable. Y tú lo sabes perfectamente Dave, porque tú viste con tus propios ojos las condiciones miserables del proletariado boliviano. ¡Qué poco comprenden los profesores ilustrados a las masas hambrientas y sin dientes!
El gobierno de Morales y Linera –repetimos, agente de la Totalfina francesa y la Repsol– no gobernó ni se impuso comprando con migajas a las masas; se impuso con brutales represiones al ala izquierda del proletariado: a los mineros de Huanuni, llegando a asesinar con su casta de oficiales banzerista a dos mineros en los bloqueos de Caihuasi, lo que impulsó a la Media Luna fascista a levantar cabeza y llevar a cabo la asonada fascista. Hoy la Media Luna, es decir, el imperialismo yanqui, se deshace de los políticos fascistas como Manfred Reyes Villa –que se declaró estar en el “exilio”- puesto que no necesita por el momento, acechar al proletariado con el fascismo, sino por el contrario, fortalecer el pacto contrarrevolucionario con el frente popular.
Tú nos hablas de que se abre la perspectiva de que EE.UU. use a Colombia para atacar a Venezuela cuando Chávez es quien terminó a los abrazos con el fascista Uribe –agente directo de los yanquis-, luego de que masacraran a la FARC en Ecuador y a toda la resistencia, como símbolo del pacto contrarrevolucionario en Colombia. Eso, de la mano de los Castro quienes negocian con el imperialismo yanqui la entrega total de Cuba a la restauración capitalista. Por ello ya han establecido un pacto de hecho entre la burocracia restauracionista y Obama para subordinar a todo el proletariado del continente a la burguesía “democrática”, es decir, para ponerlo a los pies de Obama.
Estos pactos son los que preparan la venida del fascismo, los golpes contrarrevolucionarios como en Honduras; son los que preparan las condiciones para nuevas asonadas o putchs fascistas como en Bolivia. Lo que tú y la minoría no entienden, no les entra en la cabeza, es la lógica del frente popular y fascismo.
Lo que los impresionistas no pueden comprender es la ley que actúa con los pactos contrarrevolucionarios, en relación al papel que juega el frente popular. Así lo definió Trotsky: “Cuando la burguesía se ve obligada a firmar un pacto con las organizaciones obreras por medio de su ala izquierda, tiene más necesidad que nunca de su cuerpo de oficiales para hacer contrapeso, ya que de lo que se trata es de la protección de la propiedad privada, es decir, de lo más importante.” (“Carta al SI, sobre el Frente Popular en España”, 27 de julio 1936).
Todo lo demás es un invento de ustedes. Ustedes ven un “imperialismo chino” en alianza con los bolivarianos, disponiéndose a enfrentar al imperialismo yanqui, cuando es un negocio de todos con todos y todos contra todos. Lo demás es un invento, ciencia ficción que los lleva a renegar del combate contra el frente popular y no preparan al proletariado en Latinoamérica y Norteamérica para enfrentar la ofensiva de Obama, ni mucho menos para enfrentar la ofensiva que preparan el imperialismo yanqui e inglés contra el proletariado y las masas explotadas junto a los “mandarines rojos” en China.
Porque lo que sacamos como lecciones de la revolución boliviana es que, frente a la gran revolución que se iniciaba, el imperialismo y las burguesías de Sudamérica, alarmadas porque veían que la propiedad del conjunto de la burguesía internacional estaba en cuestión, apelaron al gobierno de frente popular de Morales y Linera –representante directo de la Totalfina francesa- para que adormeciera al proletariado y administrara sus negocios; porque el imperialismo como toda burguesía, se esconde y esconde sus negocios de los ojos del proletariado. Así el imperialismo usó y usa al frente popular y al fascismo como dos agentes que cumplen distintas funciones para estrangular la revolución: el primero para apagar el fuego de la revolución manteniendo férreo control de las organizaciones obreras y reprimiendo al ala izquierda del proletariado, asentado en el ejército banzerista; y el otro aterrorizando al proletariado con las bandas fascistas y preparándose para aplastar al proletariado si este se le escapara al control del frente popular. Pero, desde el punto de vista de los negocios, nunca dejaron de ser socios menores del imperialismo, Morales y Linera de la Petrobras, es decir, de la Totalfina, es decir, del imperialismo francés y de la Repsol española. Mientras la burguesía de la Media Luna es agente de los monopolios imperialistas yanquis como Exxon y British Petroleum. ¿Dónde están los capitales financieros de tu “imperialismo” chino?
Pero también, como afirmamos en el OOI 10, “De la misma manera decía Trotsky: ‘El gobierno de Stalin-Caballero (el gobierno de frente popular, N de R) intenta por todos los medios dar a su ejercito el carácter de guardián democrático de la propiedad privada. Esto es en esencia, el frente popular. Todo lo demás son frases…Precisamente por eso el frente popular prepara el triunfo del fascismo. El que no haya entendido esto esta sordo y ciego (…) Sin revolución proletaria, la victoria militar de la democracia significa únicamente un rodeo en el camino del fascismo…” (“¿Es posible la victoria?” 23 abril de 1937, León Trotsky, negritas nuestras)
El Estado se reduce, en última instancia, a una banda de hombres armados que defienden los intereses de la clase explotadora contra los explotados. En Bolivia, la esencia de esa banda de hombres armados es la casta de oficiales banzerista que fue educada y formada en el aplastamiento de la revolución del 52, como planteamos en el libro “Bolivia, la revolución traicionada”: “Este gobierno (el de Paz Estenssoro) controlaba con su mano izquierda a la milicia obrera de la COB y con su mano derecha mandaba a West Point a 500 oficiales del ejército –que habían sido derrotados por la revolución obrera- para rearmar desde allí a la casta de oficiales en la que se apoyaría luego para entrar a sangre y fuego y derrotar al proletariado boliviano”. Este ejército es quien sostiene en última instancia los para nada “ínfimos” intereses y negocios del imperialismo yanqui y de sus socios menores de la Rosca oligárquica, de la Media Luna fascista en Bolivia. Por eso soporta aún al gobierno de Morales pues es quien salvó su propiedad.
Tú y la minoría con lo que afirmas en tu carta sobre Bolivia y América Latina, terminan como sirvientes del Frente popular y de Morales. Porque el pacto que tú no ves es el que fortalece a la Media Luna y prepara la venida del fascismo. Si fueran la sección francesa en 1939, estarían ocultando que el frente popular le entregó el gobierno a Pétain, le dio las llaves de París a ese “mariscal salvador de Francia”... quien terminó abriéndole las puertas al Hitler de París.
Con tu posición, en Bolivia terminan a los pies de Morales, quien le dio la llave a la Media Luna para que controle con el terror de sus bandas fascistas en el oriente, desde Pando hasta Santa Cruz; mientras Morales controla con puño de hierro al proletariado del altiplano, todo esto con la bendición de Petrobras, la Repsol, la TotalFina, la Exxon, que se reparten los negocios mucho mejor ahora que cuando estaba en el gobierno “Goñi” Sánchez de Lozada.
Y te repetimos nuevamente, en Bolivia, ni en toda América Latina –ni en ningún otro país- vemos a ningún capital financiero chino. Ustedes confunden la administración de las burguesías nativas de las súperganancias que pertenecen al imperialismo, y por lo cual ellos reciben una tajada, con capital financiero. Los únicos monopolios imperialistas que compiten en Bolivia son la Totalfina francesa, la Repsol española, la Exxon yanqui, y la British Petrolium británica. La Petrobras es tan solo un testaferro de la Totalfina francesa. Precisamente eso es el monopolio imperialista, de bandera. ¿Nos quieres decir en qué momento apareció su “monopolio imperialista” chino? En Bolivia no hay ningún capital financiero chino. Por el contrario, vemos que China tiene más “inversiones” en Perú y en otros países donde se impuso el TLC de los yanquis.
Vemos a China como una gran compradora de materias primas para entregárselas de forma subsidiada a las 600.000 transnacionales imperialistas instaladas en ese país y seguir sosteniéndose como maquiladora; materia prima barata que la consigue en las semicolonias como Bolivia, Chile, Perú, etc. Los bolivarianos no le venden nada a los chinos porque solo administran los negocios de los monopolios imperialistas. Quienes le venden en realidad son los monopolios imperialistas instalados en esos países. En las semicolonias de América Latina, las fuerzas productivas, las ramas de producción y los bancos están en manos de los monopolios imperialistas: el petróleo y el gas son de la Chevron Texaco, la Exxon, la Shell, la Repsol, la Totalfina; el agua de la Lyonesse des Eaux o de la Bechtel; la producción sojera y cerealera de la Cargill y la Asgrow; las telecomunicaciones de la Telecom francesa, la Telefónica española, la AT&T; la producción automotriz de la Ford, la Chevrolet, la Renault, Volkswagen; la banca del Citibank, del Boston, del Santander, etc., por poner algunos ejemplos. La principal patronal en Latinoamérica es el imperialismo, y las burguesías nativas son únicamente sus socios menores. Repetimos la pregunta: ¿cuál es el monopolio “imperialista” chino al que se asociaron los bolivarianos? Por ejemplo, en Chile en 2009 se extrajeron 6.000 millones de toneladas de cobre. 1.000 millones de las minas propiedad del estado chileno; los otros 5.000 millones de toneladas, de minas que son explotadas por monopolios imperialistas norteamericanos, ingleses, canadienses, australianos, entre ellos la Anglo American. Esas cinco mil millones de toneladas de cobre redituaron a los monopolios imperialistas la suma de 11.000 millones de dólares de utilidades netas. Y esto solo con el cobre, es decir sin contar el oro, el manganeso, etc… Es decir, ¡son los monopolios imperialistas los que se quedan con las súperganancias del saqueo del cobre en Chile! Y son estos monopolios los que le venden a China.
¿Adónde lleva una visión impresionista y pacifista de tu “imperialismo” chino en América Latina?
Como te planteamos en nuestra carta del 12/11/09, las 7 bases militares impuestas por el imperialismo yanqui en Colombia (con la aceptación de los bolivarianos) y ahora conquistando Honduras como su cabecera de playa contrarrevolucionaria en el continente, no son para preparar un enfrentamiento militar con tu China “imperialista”; son para masacrar a la clase obrera de Latinoamérica si esta logra escapársele del control de las direcciones traidoras, si logran romper los pactos contrarrevolucionarios.
Seguimos esperando que nos digan cuáles son las bases militares chinas, porque un imperialismo real y no inventado, tiene zonas de influencia, controla ramas enteras de la producción en la economía mundial, tiene monopolios imperialistas y estabiliza bases militares para defenderlos a los tiros, como hace Francia, EEUU, Inglaterra o Japón, bajo el paraguas de EEUU. ¿Nos pueden decir cómo disputa el “imperialismo chino” las zonas de influencia a EEUU en América Latina? Hasta el imperialismo más insignificante tiene bases militares esparcidas en el mundo. ¿Nos pueden explicar cómo hace China para preparar la guerra contra EEUU sin bases militares?
Con tu visión pacifista de un imperialismo chino te olvidaste de que estas burguesías bolivarianas son las mismas que le dieron tropas al imperialismo yanqui para someter a Haití. Fueron Morales, Lula, Kirchner y Lagos de Chile quienes le pusieron y mantienen sus tropas en ese país. Bolivarianos y yanquis, bajo el comando del Pentágono, ocuparon Haití. ¿Qué explicación lógica pueden dar? La minoría no escribe nada de Haití ni de Vietnam porque no se sienten parte de los obreros y de las masas haitianas, porque no hubo una sola burguesía bolivariana que no masacre a las masas haitianas junto a las tropas yanquis.
Tú nos tienes que decir si lo que firmaste ayer sobre Bolivia y las lecciones revolucionarias, y reafirmaste en el Congreso de fundación de la FLTI, lo sigues sosteniendo o no. Puesto que con la posición que expones en tu carta del avance de tu “imperialismo” chino, disputándole a EE.UU sus zonas de influencia en América Latina, reniegas del combate que juntos dimos contra el frente popular y el fascismo que estrangulan la revolución boliviana, luego de que fuera expropiada por la “revolución bolivariana” de Chávez, Lula, Castro –todos agentes directos y socios menores del imperialismo francés- y sostenida por el FSM y todos los renegados del trotskismo centralizados a nivel mundial. Ustedes al parecer ni siquiera leyeron lo que firmaban en el Congreso y votaron el programa de forma oportunista.
Según tú y la minoría, EE.UU. y Francia dejaron de ser las principales potencias imperialistas que se disputan Bolivia y Latinoamérica, y opinan que es ahora China la que está detrás de Morales y los bolivarianos, desplazando a los yanquis de sus zonas de influencia. ¿Nos puedes explicar cómo hizo China para meterse en los negocios de los yanquis sin que los yanquis los estén echando a los tiros limpios, como sí lo hizo con Francia, marcando sus zonas de influencia a los bombazos? Porque
disciplinó a Chávez con los bombazos en Ecuador, para luego masacrar a la resistencia colombiana; disciplinó a Morales con el putsch fascista de agosto 2008, disciplinado así a estos y todos los bolivarianos agentes del imperialismo francés.
Nosotros reafirmamos nuestra posición alrededor de la situación en América Latina. que está planteada en el OOI 12, donde afirmamos que, durante dos años de crisis del imperialismo yanqui, de su estado mayor y por haberse empantanado con sus tropas en Irak, es decir, mientras llevaba a cabo su “guerra del petróleo” en Medio Oriente, las potencias imperialistas que le compiten como Francia, España esencialmente, con una política de New Deal o de “buen vecino” se metieron al patio trasero de los yanquis a hacer negocios asociándose con las burguesías nativas de las semicolonias. Planteamos que “así, Francia y España, con una política de New Deal o de buen vecino, hicieron y hacen excelentes negocios en América Latina, el “patio trasero” yanqui, mientras en sus colonias directas y en sus zonas de influencia, sostienen a gobiernos bonapartistas y a feroces dictaduras, como lo hace Francia en Argelia, en el norte de África, y en su “dominios y territorios de ultramar” controlados a punta de bayoneta por la Legión Extranjera.” Las burguesías nativas, los bolivarianos aprovecharon estas brechas inter-imperialistas para hacer negocios todos con todos, como socios menores de las potencias imperialistas.
El crac mundial y el estallido de la bolsa de Wall Street, le plantearon al imperialismo la emergencia de retomar el control de sus semicolonias y de las materias primas y recursos naturales que extrae de allí al igual que sus súperganancias; y una vez reconstituido su estado mayor yanqui, con la asunción de Obama, el imperialismo vino por todo en su patio trasero, eso es lo que afirmamos en el OOI 12: “ Pero mientras preparaba su recambio gubernamental y la asunción de Obama en el curso del 2007 y 2008, a cañonazos limpios, Estados Unidos imponía límites al avance de las potencias imperialistas en sus zonas de influencia y definía que era él el que iba a centralizar el ataque contra las masas y a distribuir los negocios. Así lo vimos en Georgia, en la masacre de la resistencia colombiana por parte de Uribe, en Bolivia con el putsch fascista de la Media Luna, y últimamente, en Palestina, con el ejército sionista masacrando en Gaza.
“Con estos cañonazos, EEUU aterrorizaba a las masas y obligaba a las burguesías nativas que coqueteaban con otras potencias imperialistas, a imponer pactos contrarrevolucionarios para obligar a las masas a rendirse, para garantizar que sea el imperialismo yanqui el que reparta los negocios en todo el mundo, y el que, en última instancia discipline a la clase obrera y los explotados…” Así le impuso a Francia, bajo sus condiciones, un pacto franco-norteamericano para garantizar ser el imperialismo yanqui el que reparta los negocios y quien discipline a la clase obrera. Esto es una vez que las direcciones traidoras contuvieron los procesos mas álgidos de la revolución, sosteniendo los pactos contrarrevolucionarios establecidos en Bolivia y Colombia, y subordinando al proletariado a la burguesía del continente al “frente democrático” y la revolución “bolivariana”, etc. Por todo esto, el estrangulamiento de la revolución en Bolivia tiene un carácter internacional, como tal la nueva situación política en este país es tan solo refracción de una política también internacional. Bolivia actúo como una bisagra en la situación latinoamericana, y hoy no dejó de serlo, pero esta vez es un bastión de la contrarrevolución.
Camarada Dave, lo que tú afirmas en tu carta es lo contrario, lo opuesto a lo que el Congreso de julio tomó como su programa fundacional, como lecciones que concentran la lucha contra el frente popular y el fascismo, lecciones que sacáramos desde la FLT y fuera tomada luego por la FLTI. Tú con tu nueva posición sobre “el imperialismo” chino, no ratificarías estos documentos.
Así también planteamos en el Congreso de fundación de la FLTI y luego las expresamos en las resoluciones sobre Honduras en el punto 5: “En América Latina estamos asistiendo a las consecuencias del pacto franco-norteamericano; esto es, a la ofensiva del imperialismo yanqui para recuperar el subcontinente como su ´patio trasero´. Un primer acto de esa ofensiva lo marcó la Cumbre de las Américas a principios de año en Trinidad y Tobago, donde Obama, apoyado por todas las burguesías “bolivarianas” planteó con claridad su política para consumar la restauración capitalista en Cuba. El golpe en Honduras es un nuevo acto de esta ofensiva, por el cual el imperialismo yanqui –ya sea mediante la continuidad de Micheletti y los golpistas; ya sea con un pacto entre Zelaya y los golpistas– se prepara a transformar a Honduras en una cabecera de playa para la contrarrevolución directa en América Latina, que mañana puede servir para ir a Cuba o para ir a Guadalupe o a otro país centroamericano en el que las masas se levanten”Toda su posición expresa su visión totalmente impresionista y nacional. Tú y la minoría pueden cambiar de posición cuando quieran, sin embargo, una cosa es plantear diferencias políticas y otra muy distinta es liquidar todo el programa conquistado. La minoría, para nosotros, es una minoría liquidadora del programa fundacional de la FLTI y reniega de las lecciones revolucionarias que sacamos frente a los tests ácidos más importantes de la lucha de clases internacional.
Los marxistas sabemos que plantear cosas y luego negarlas es un usual accionar empírico, que es una manera de tener siempre lista una retirada. Por ello no les creemos cuando afirman que ratifican las resoluciones del Congreso de la FLTI.
La minoría liquida la concepción marxista de la división mundial del trabajo.
Miran todo detrás de una lente totalmente nacionalista y no ven que existe una economía mundo donde el capitalismo está basado en la división internacional del trabajo y en el cambio, internacional también, de los productos producidos, como plantea Trotsky en “Una escuela de estrategia revolucionaria” (1921): “El capitalismo es un hecho mundial. Ha conseguido dominar el mundo entero, como ha podido observarse durante la guerra, cuando un país producía de más, sin tener mercado que consumiese su mercancía, a pesar de que otro necesitaba productos que le eran inaccesibles. En aquel momento, la interdependencia de las diferentes partes del mercado mundial se hacía sentir por todos sitios. En el punto en que se colocó antes de la guerra, el capitalismo estaba basado en la división internacional del trabajo y en el cambio, internacional también, de los productos. Es necesario que Norteamérica produzca determinada cantidad de trigo para Europa. Es preciso que Francia fabrique determinada cantidad de objetos de lujo para Norteamérica. Es imprescindible que Alemania haga cierto número de objetos vulgares y económicos para Francia. Sin embargo, esta división del trabajo no es siempre la misma, no está sujeta a reglas. Se estableció históricamente, y a veces se turba por crisis, competencias y tarifas. Pero, en general, la economía mundial se funda sobre el hecho de que la producción del mundo se reparta, en mayor o menor proporción, entre diferentes países. Semejante división del trabajo universal, conmovida hasta la raíz por la guerra, ¿se ha reconstruido o no? He ahí uno de los aspectos del asunto” (negritas nuestras).
Con su visión totalmente nacional trotskista, y su “imperialismo” chino, tú y la minoría liquidan la división mundial del trabajo y el rol que tiene China en ella. Antes como exportadora de mercancías, de bienes de consumo y ahora como la gran compradora, importadora de materias primas para abastecer a los monopolios imperialistas instalados allí, y como importadora de bienes de consumo producidos en EEUU, para ese gran mercado interno chino. Para nada tiene el rol de “nueva potencia imperialista”; por el contrario, a China le tocó actuar como una tendencia contrarrestante de la crisis económica mundial.
La China compradora es una verdadera y enorme conquista de todas las burguesías nativas del continente y las potencias imperialistas, por ello todos los burgueses festejan ya que les pueden vender soja, leche, gas, hierro, comoditties y bienes de consumo. Es precisamente por esto que hoy los gobiernos bolivarianos hacen fortunas, mientras hunden más y más a la clase obrera en la miseria. Este es el gran triunfo imperialista del ’89, la sangre fresca del ex estado obrero inyectadas a las venas escleróticas del capitalismo en descomposición. ¿Y a eso ustedes le llaman imperialismo?
El revisionismo al que llegan con la cuestión China los ha llevado a que hoy no pasan ninguna la prueba de ningún test ácido. Porque a decir verdad, no es solo China un test ácido, lo son también Bolivia, Perú, Honduras, la crisis económica mundial, Cuba, etc. Tú y tus aliados en Madagascar terminan a los pies del frente popular, como la quinta rueda del carro de las direcciones traidoras centralizadas en la V contrarrevolucionaria de los bolivarianos y los “mandarines” chinos, con los renegados del trotskismo que le cubren el flanco izquierdo. Todos juntos le han puesto un cerco a la revolución en Madagascar, como el que le impusieron antes a la revolución boliviana. Por ello no dicen nada de Madagascar ni de Grecia, no pueden balbucear una sola palabra en clave revolucionaria sobre esos test ácidos, puesto que estos ponen en cuestión blanco sobre negro su invento de “China imperialista”. Tú y tus aliados de la minoría no pasan la prueba. Con su revisionismo, no ya del programa fundacional de la FLTI, sino del marxismo revolucionario, se han pasado al oportunismo. Así terminan los teóricos de la V Internacional: como la quinta rueda del carro del frente popular y la nueva internacional de Chávez. Ustedes rompen con el programa de la revolución política en Cuba, es decir, rompen con la IV Internacional y su legado teórico y programático. Entre la IV Internacional y la V contrarrevolucionaria de Chávez hay también chapuceros intelectuales impresionistas, como alas de izquierda de la V.
Saludos revolucionarios:
LTI de Bolivia
Votado como resolución del Segundo Congreso de la FLTI
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