Presentación del Capítulo I:
Las premisas objetivas y las condiciones internacionales de la guerra en Ucrania
En el capítulo I desarrollamos las premisas objetivas y las condiciones internacionales y nacionales de esta guerra, y la génesis de la enorme crisis que sacude a Ucrania como nación oprimida.
Con la entrega de los estados obreros por parte del stalinismo en el 89, Ucrania solo podía devenir en lo que es hoy: una semicolonia esquilmada y disputada por las distintas potencias imperialistas y saqueada por el FMI.
En este capítulo I desarrollamos cuestiones fundamentales sobre las premisas de los enormes acontecimientos que desde 2014 a la actualidad golpean la nación ucraniana.
Asimismo, en este capítulo, con distintos artículos, corremos el velo sobre dos cuestiones que consideramos clave sobre la cuestión ucraniana. Una de ellas se refiere al enorme peso de la clase obrera de ese país y la otra, a los grandes negocios que tienen Putin y la oligarquía de Moscú con el imperialismo y las transnacionales donde queda totalmente demostrado las profundas relaciones entre ellos.
En este capítulo editamos el artículo que fuera publicado en “El Organizador Obrero Internacional” a finales de marzo de 2022, titulado:
“Las condiciones internacionales
que impulsan a Putin y a Rusia a invadir Ucrania”
Las corrientes stalinistas y algunos renegados del trotskismo, para justificar la invasión de Putin a Ucrania, se desgarran las vestiduras denunciando el enorme peso que tienen la OTAN y el imperialismo en esa nación. Esto es una confesión de partes. Es que fueron ellos, los viejos Partidos Comunistas, los que durante los 80 y ya decisivamente en el 89 desde Moscú entregaron Ucrania y la URSS entera a Reagan y Thatcher (los jefes de la OTAN), a las transnacionales y al capital financiero internacional. Fue de ellos de donde salieron las nuevas clases poseedoras de los países de la ex URSS, y de Ucrania en particular, todas lacayas del imperialismo y agentes directos del FMI, que esclavizan esas naciones oprimidas.
Fue la nueva clase dominante, emergida de las entrañas del stalinismo y el PCUS, la que se asoció en el 89 al Citibank, a la City de Londres, a Frankfurt y a Wall Street. Ellos, los ex jerarcas stalinistas, devinieron en una súper-oligarquía millonaria en la "Gran" Rusia y en todas las ex repúblicas soviéticas, como no nos cansaremos de insistir. En Ucrania, que es un eslabón fundamental entre Rusia y el resto de Europa, se configuraron las fracciones burguesas, ya sea las que miran y están imbricadas en los negocios con la Unión Europea, o bien las pandillas de oligarcas pro-Moscú, que tienen establecidos fabulosos negocios con Rusia. Pero ambas tienen miles de lazos con el FMI y el capital financiero internacional, como socios menores de estos en el saqueo de la nación.
En definitiva, en Ucrania hay un puñado de grandes burgueses provenientes del Partido Comunista que controlan los resortes clave de la economía de esa nación, asociados al imperialismo o a la burguesía de Moscú. Ellos manejan los negocios de los cereales con Cargill y el de los minerales con los grandes trusts y cártels de la economía mundial. Son los que cobran comisiones, asociados a empresas como las del propio Biden de EEUU, por el tránsito por territorio ucraniano de las riquezas del gas de Rusia, como con el gasoducto Soyuz Brotherhood.
¿De qué se quejan las corrientes provenientes del stalinismo de la ex URSS y sus apéndices obsecuentes ex trotskistas que apoyan la invasión de Putin a Ucrania, si Yanukovich, Poroshenko y hasta el mismo Zelenski, son todos hijos y herederos del viejo Partido Comunista, entregadores de la heroica Revolución de Octubre?
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En este primer capítulo no podía faltar lo que también se intenta ocultar bajo siete llaves en la invasión rusa que está en curso que, como dijimos, es el enorme peso que tiene el poderoso proletariado ucraniano. Este hace funcionar a una de las naciones más ricas y saqueadas del Este europeo y es el que pone los muertos en esta guerra, tal como ayer en Plaza Maidán y luego en el Donbass.
Al igual que el resto del proletariado de las ex repúblicas soviéticas, la clase obrera ucraniana, por traición y entrega del stalinismo, viene de sufrir derrotas de carácter histórico a partir del 89 con la caída de la URSS. De forma contradictoria y pasando por graves crisis, el proletariado de Ucrania comienza a recuperarse y ponerse de pie. Los elementos de su inmadurez son responsabilidad absoluta del stalinismo que entregó a la clase obrera en el Este de Europa y que le propinó graves traiciones en Occidente. Por ello el proletariado ucraniano es un nuevo movimiento obrero, hijo de una gran traición.
Presentamos entonces el artículo:
“El proletariado ucraniano, uno de los destacamentos claves de la clase obrera europea”
Basta ver en cada ciudad que ocupan las tropas rusas la destrucción de las grandes fábricas y concentraciones obreras para que se comprenda lo que aquí decimos. En Mariúpol fue aplastada y demolida una de las acerías más grandes de Ucrania, donde trabajaban decenas de miles de obreros, mientras que la planta de Arcelor-Mittal, la siderúrgica del imperialismo francés, por supuesto, fue preservada por Moscú de sus bombardeos.
A esta enorme concentración obrera de la industria metal-mecánica y siderúrgica se suman los centenares de miles de trabajadores mineros, como ya dijimos, y millares de obreros agrícolas que son los que extraen y producen todas las riquezas de la nación. Los más de 80 mil obreros portuarios son los que desde Mariúpol, Odessa, Mykolaev y Jérson, embarcan el 95% de las exportaciones de Ucrania.
El proletariado ucraniano es una de las clases obreras peor pagas y más sacrificadas de toda Europa. Dos millones de los suyos han emigrado a Maastricht como mano de obra barata y esclava, para mantener a sus familias desde el exterior.
El salario obrero promedio es de 200 euros, en medio de una carestía de la vida insoportable y agudizada mil veces por la guerra de invasión que está en curso, como lo relatamos en el artículo que aquí publicamos.
El lector debe conocer que encima de todo esto y como si fuera poco, Zelenski, presidente de Ucrania, saca un decreto en el medio de la guerra por el cual los capitalistas podrán despedir a su antojo y pagarle el salario cuando quieran a los obreros. Como vemos, a la burguesía ucraniana le importa un bledo la vida de los explotados y está muy lejos de “defender la nación”, como dice hacer, porque solo defiende sus ganancias.
Aplastar a la clase obrera ucraniana y sus combates fue la razón de las ofensivas contrarrevolucionarias, las guerras civiles y los pactos de tutelaje como el de Minsk que impusieron tanto los yanquis como Moscú y sus gobiernos agentes. Su objetivo, al igual que en esta invasión, es partir a la clase obrera, dividir sus fuerzas y saquear las riquezas de Ucrania.
Al servicio de esto, Putin recreó en el Este ucraniano la pantomima de una nación ficticia llamada “Novorossia”, para dividir al movimiento obrero ucraniano, para someter al aguerrido proletariado minero de la zona del Donbass, al que había que aplicarle los planes de despidos y cierres de minas estatales que imponía el FMI. Por otro lado, la gran burguesía ucraniana, con engaños y represión a los trabajadores del occidente del país, les prometían que saldrían del hambre y la miseria con el ingreso de Ucrania a la UE. Pero, como sabemos, allí Ucrania solo será una colonia y maquiladora más, como sucede con todos los países del Este europeo que están en Maastricht o pugnan por estarlo ¡desde hace décadas! Ya hay 7 países europeos que se encuentran solicitando ingreso a la UE, tratados como “de segunda” por el eje franco-alemán. También hay 8 países que, estando en la UE, no tienen el euro como moneda, lo que significa transformarlos en colonias baratas y a su mano de obra en esclavos de las potencias imperialistas europeas, como sucede esencialmente con los países del Glacis.
La partición de la clase obrera ucraniana entonces es el factor clave que le permite al imperialismo saquear esa nación. Es que el proletariado es la única clase nacional que no tiene negocios ni componendas con las transnacionales ni con el FMI, como sí los poseen los grandes oligarcas y la burguesía ucraniana. El proletariado ucraniano está ligado con miles de lazos a la clase obrera europea de occidente y del Glacis, y desde el Donbass con la clase obrera rusa donde sus minas producen los minerales necesarios para la producción del aparato industrial militar de Moscú que está del otro lado de sus fronteras.
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Por ello en este primer capítulo dedicado a las condiciones internacionales de la guerra actual en Ucrania y al rol de cada uno de sus actores, no podía faltar un análisis sobre quiénes son Putin y sus socios oligarcas de Moscú. Se trata de definir las relaciones que tiene establecida la "Gran" Rusia con la economía mundial y las transnacionales, con las que la pandilla de Putin está íntimamente ligada.
En el artículo que aquí presentamos se desenmascara lo que el “club de amigos” de Putin a nivel mundial intenta ocultar que es, ni más ni menos, que el gran capital financiero internacional de Londres, París, Wall Street y Frankfurt tiene enormes negocios en sociedad con la burguesía “gran” rusa en ese país. Junto a ella, las transnacionales imperialistas controlan gran parte de su mercado interno y de su sistema financiero y poseen una enorme proporción de acciones en el gas y el petróleo que succionan de la "Gran" Rusia.
Querer pintar a Putin y a su banda de asesinos de la burguesía rusa como “antiimperialistas” o como capaces de “ponerle un freno al imperialismo” -con el que se mueren por conciliar y hacer negocios como sus socios menores-, es una mentira, una falacia y un brutal engaño. El “poderoso ejército” de Putin solo está para oprimir naciones y aplastar sublevaciones revolucionarias. Si no, desafiamos a sus epígonos a que nos digan dónde hubo un choque militar de forma directa entre las tropas de Putin y la OTAN. Es más, en Siria se coordinan los vuelos de la muerte de la aviación norteamericana, turca, rusa y del fascista Al Assad para masacrar a las masas.
La oligarquía de Moscú está imbricada en miles de negocios con las potencias imperialistas europeas. Para dar tan solo un ejemplo, tal como planteamos en el Prólogo de esta obra, la mayor parte del directorio y del cuerpo de accionistas del gasoducto Nord Stream II está en manos de grandes compañías alemanas y el Gazprom, la empresa de gas rusa, tiene un 49% de acciones en manos de la British Petroleum y de la BASF alemana. Estos hechos son tan solo botones de muestra de los negocios e inversiones que el imperialismo tiene en Rusia.
En el 89, la nueva clase dominante surgida del PCUS se robó todas las riquezas y se quedó, sin poner un centavo, con las ramas de producción fundamentales de la ex URSS. La misma que escondió en los bancos de Londres, Chipre, Suiza y Mónaco y en otros paraísos fiscales y también en Wall Street, los rublos que usurparon del ex estado obrero. Así la burguesía “gran” rusa quedó entrelazada y sometida en miles de negocios a la banca internacional, a través de los cuales las pandillas imperialistas la disciplinan, la limitan en sus ambiciones y avanzan sobre el propio mercado interno de Rusia.
Publicamos entonces la nota:
“El imperialismo, el socio fundamental de los negocios de Putin en Rusia
¿Rusia y China imperialistas?”
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En este primer capítulo abordamos asimismo la cuestión nacional ucraniana. Este es un nudo central del debate en las corrientes que se reivindican del movimiento marxista. Para nosotros, los trotskistas, ello constituye una cuestión de primer orden para fijar una posición revolucionaria ante la guerra. Es que la cuestión nacional, como afirmaba Trotsky, no es más que la “forma laberíntica en la que se expresa la lucha de clases”.
La cuestión nacional ucraniana es una de las grandes claves para abordar desde un punto de vista mínimamente serio la guerra en Ucrania.
Por ello, en este primer capítulo desarrollamos en profundidad la política marxista ante la cuestión nacional. Este tema se desarrolla en el artículo de abril de 2022:
“La cuestión nacional ucraniana y la posición de los bolcheviques-leninistas”
El lector podrá conocer la posición que tuvo el bolchevismo y la III Internacional revolucionaria ante la cuestión nacional y la cuestión ucraniana en particular. El bolchevismo fue la única corriente marxista revolucionaria que resolvió y le dio una salida a la nación ucraniana, como a todas las naciones oprimidas por el zarismo que luego se federaran en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) después del triunfo de la Revolución de Octubre de 1917. Esta es la única posibilidad, con la victoria de la revolución socialista, de liberar a los pueblos oprimidos y a Ucrania en particular. La mayoría de las corrientes ex trotskistas han roto abiertamente con el único programa que salvará a Ucrania y su clase obrera de la catástrofe y la barbarie.
El bolchevismo fue la única corriente, primero en vida de Lenin y luego su continuidad, la IV Internacional, que dio una respuesta a la cuestión de las naciones oprimidas. Así el bolchevismo consideró a la Rusia zarista -y luego la IV Internacional a la Rusia de Stalin- como una verdadera “cárcel de naciones”.
La política del bolchevismo de 1917 a 1924 despertó todo el odio del carnicero contrarrevolucionario de Putin, denunciando que de Lenin provenía el “maldito invento de la nación ucraniana”, como si la existencia de una nación o de decenas de ellas, como sucedió en la ex URSS, dependiera del pensamiento de un hombre o inclusive, de todo un partido.
Hoy vemos a corrientes de izquierda y a ex trotskistas que hace rato rompieron toda amarra con la IV Internacional negar y ocultar este punto central. Ellos se dividen en someter a la clase obrera ucraniana y mundial a dos “campos burgueses”. Por un lado, están los que sostienen y apoyan la actual guerra y la masacre de Rusia en Ucrania, vistiendo a Putin de “antifascista”, cuando este en realidad es un gobierno contrarrevolucionario que con abiertos métodos fascistas mantiene el orden y la disciplina contra las masas, defendiendo los negocios del capitalismo en toda Eurasia, como ya dijimos. Ellos “marchan arriba de los tanques de Putin”.
Por otro lado, las corrientes pro-socialdemócratas del ex movimiento trotskista, impulsando un verdadero frente con los supuestos imperialismos “democráticos”, le piden a la OTAN y a las potencias imperialistas que con el envío de armas a Ucrania derroten la invasión rusa. Esta posición es la continuidad de la política del stalinismo de la Segunda Guerra Mundial y del Pacto de Yalta y Potsdam: el apoyo que pregonaba Stalin a los “aliados democráticos contra Hitler”, que permitió la masacre de más de 20 millones de obreros y campesinos soviéticos, puesto que la política yanqui durante dicha guerra fue que la Alemania nazi demoliera y destruyera la URSS… pero sin ganar la guerra, es decir, sin quedarse con Rusia. Ese botín era para EEUU, cuestión que no pudo lograr por el heroísmo de la clase obrera soviética y de toda Europa.
Pretender frenar la invasión sanguinaria de Putin y la ofensiva yanqui, que al mando de la OTAN se pone al frente de las potencias imperialistas europeas en su camino a Moscú, sin que la clase obrera ucraniana tome la dirección de la guerra, con el método de la revolución proletaria, y uniéndose a los trabajadores de Rusia y del conjunto de Europa, es como mínimo una utopía reaccionaria.
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Por ello consideramos decisivo que el lector conozca que hay otra posición y una estrategia y un programa opuestos a las variantes del reformismo. Es la del bolchevismo que levanta nuestra corriente, que defendemos en esta obra. Esto es decisivo para poder dar una respuesta y un programa revolucionario ante la crisis de Ucrania hoy. Un programa para que sea la clase obrera la que tome la dirección de la guerra -y en el transcurso de ella el poder- para aplastar a la pandilla contrarrevolucionaria de Moscú y romper con el imperialismo, expropiando las transnacionales y terminando con todo compromiso de pago de la fenomenal deuda externa con la que el FMI y el capital financiero internacional estrangulan la nación ucraniana.
Publicamos entonces un texto de diciembre de 1919, que es clave para comprender el odio que despierta en el carnicero contrarrevolucionario Putin la posición de los bolcheviques revolucionarios, cuyo programa mantiene toda la actualidad:
“Carta de Lenin a los obreros y campesinos de Ucrania a propósito de las victorias sobre Denikin”
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