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EDITORIAL
En los últimos tres meses se han desarrollado vertiginosos acontecimientos en nuestro país. La crisis mundial no da sosiego, al calor de ella es que Macri y su gabinete de CEOS, sostenido por los gobernadores y la burocracia sindical, viene encabezando una verdadera guerra contra los explotados: impuesto al salario, IVA, tarifazos, suspensiones, despidos, inflación, carestía de la vida en un país donde el 50% de los asalariados gana ¡menos de 8000 pesos!… todo para garantizar la superganancias de las trasnacionales y el saqueo del imperialismo sobre la nación. El plan diseñado por las trasnacionales busca profundizar la Argentina maquila y redoblar el saqueo de la nación. Semanas atrás Macri en persona viajó a EEUU a recibir directrices de Trump, continuar la entrega de Vaca Muerta, los recursos naturales de la nación y prometer condiciones de esclavitud y disciplinamiento de la mano de obra argentina para atraer las famosas inversiones. Es que, para invertir, las trasnacionales exigen mano de obra esclava y el plan discutido entre Macri y los Ceos imperialistas es flexibilizar aún más las condiciones de la clase obrera y para esto avanza en la liquidación de los convenios colectivos de trabajo como lo viene de hacer con petroleros, automotrices, Sancor, etc. gracias al accionar de la burocracia sindical. Es más, el desarrollo de la crisis hace que “la manta de los negocios ya no cubra a todos” e inclusive sectores de la burguesía entran en desgracia. Al igual que en la mayoría de los países del continente, la disputa entre las distintas pandillas capitalistas por los negocios, también es moneda corriente en la situación nacional. Eso sí, a la hora de atacar a los trabajadores toda la burguesía cierra filas demostrando que la verdadera “grieta” que existe en el país es de clase contra clase. Estas condiciones moldearon y moldean la lucha de clases y los cambios bruscos en Argentina, donde el movimiento obrero en marzo, con ocupaciones de fábricas, paro nacional docente, movilizaciones de masas de los maestros y las mujeres en su día, y tomando el palco de la CGT apaleando el Triunvirato, llegó a las puertas de la Huelga General para derrotar el ataque de Macri y sus direcciones se la arrebataron de las manos; en abril la burguesía contraatacó movilizando a las clases medias reaccionarias y reprimiendo las duras luchas que se mantenían aisladas; y en Mayo estalló una aguda crisis política con el “2X1” a los genocidas que amenazó con una irrupción de masas y terminó con un “frente opositor” dentro del régimen copando y controlando la movilización de las masas y cerrando la crisis, imponiendo un nuevo Punto Final a los genocidas, legitimando al Parlamento de los políticos enemigos del pueblo y fundamentalmente sosteniendo al gobierno de Macri para que siga comandando el ataque a cuenta de Wall Street. Es fundamental que el movimiento obrero pueda sacar profundas conclusiones de estos acontecimientos para poder orientarse con una política a la altura de los acontecimientos, en momentos que los explotadores avanzan en imponer la trampa electoral del régimen infame, pero también en momentos que la rebelión del 7/3 contra la burocracia sindical hoy sigue latiendo y estallando como en la UOM de La Plata o la UTA de Córdoba y sectores de los trabajadores resisten en durísimas luchas aisladas como en Santa Cruz o los petroleros de toda la Patagonia. Importantes franjas del movimiento obrero han sacado una conclusión fundamental: no se puede conquistar el salario, defender los puestos de trabajo y los convenios, sin derrotar con la lucha, en las calles, a la burocracia sindical en todas sus variantes. Marzo: ocupaciones de fábricas, maestrazo, rebelión contra la burocracia sindical Aquel fue el mes en donde la clase obrera dijo presente en la escena política nacional. Los trabajadores fueron protagonistas de una clara tendencia a un ascenso de masas que intentaba ponerle un freno al ataque del gobierno y los capitalistas. La huelga nacional de los docentes fue acompañada de una docena de duros conflictos y ocupaciones de fábricas como Canale, AGR-Clarín, Sancor, GM por dar algunos ejemplos. Con acciones de masas en las calles y duras luchas, la clase obrera había conquistado las condiciones para imponer la huelga general y pegarle un duro golpe político al gobierno. La burocracia sindical de la CGT y las CTAs y las direcciones colaboracionistas del movimiento obrero, se jugaron a impedir por todos los medios lo que ya era un clamor de todos los trabajadores del país: La huelga general. Entonces las bases de los sindicatos de la CGT encabezaron el 7 de marzo una enorme rebelión contra ese triunvirato de carneros y a patadas y botellazos le tomaron el palco exigiendo el paro general. No hubo un solo obrero en el país que no se haya enterado que a esos burócratas, la base los sacó a patadas de su propio acto convocado para descomprimir el odio del movimiento obrero, para impedir la huelga general y para someternos a distintas fracciones del PJ en las próximas elecciones. Lo que sucedió en aquel acto de la CGT -que ya ha quedado para la historia-, fue el estallido de la tregua, del pacto social entre la burocracia sindical y el gobierno antiobrero de Macri. Las pandillas del peronismo como el masismo o los K quisieron aquel día manipular el justo odio del movimiento obrero al gobierno de Macri para llevarlo tras de sí y tras su política de “defensa de la industria nacional”. Es decir, quisieron imponerle a la clase obrera que su futuro estaba atado a la defensa de los patrones nacionales. La base obrera hizo estallar todo este plan por los aires. Los obreros identificaron muy bien que los políticos que se vestían de “opositores” ese día, eran los mismos que junto a Macri, desde las gobernaciones, intendencias y parlamento aplicaban su mismo plan y le votaban todas las leyes de ajuste. ¿Cuál fue el motor de aquella fenomenal rebelión? Un enorme sector de la base del movimiento obrero de los sindicatos de la CGT aprendió de su propia experiencia: el año pasado el carnero de Caló y la CGT habían realizado un masivo acto, copado las calles de la ciudad y amenazaron desde el palco que si no daban salarios dignos en las paritarias se venía “la madre de las batallas” y amenazaban con desatar un paro general si el gobierno “no cambiaba su plan económico”. Los trabajadores volvieron a sus puestos de trabajo y lejos de venir el paro general, vinieron la firma de las paritarias de hambre por gremio. El odio de todas las franjas del movimiento obrero se fue caldeando al ritmo de la inflación y la carestía de la vida. A los sectores mejor pagos del movimiento obrero el impuesto al salario que Macri había prometido eliminar, le robó el aguinaldo completo –en el mejor de los casos-, los sectores medios quedaron devorados por la inflación y sufriendo suspensiones y despidos, en los sectores estatales y municipales ni que hablar de los miles de despidos. La franja más explotada, la peor paga, los contratados y en negro, quedó subsistiendo como pudo en la fiesta del PRO y los K, y los trabajadores desocupados se multiplicaron. 2017 comenzaba con los tarifazos, la profundización de los despidos y con la burocracia petrolera entregando el convenio colectivo de los trabajadores de Vaca Muerta intentando marcar el curso de acción del rol llamado a jugar por la dirección de la CGT y las CTAs en el conjunto del movimiento obrero: entregar las conquistas y sostener al gobierno con tregua y pacto social. Entonces llegó marzo y todo esto se condensó. Cuando el odio era incontenible, la flamante dirección de la flamante CGT unificada, llamó a un acto con el PJ para descomprimir la bronca del movimiento obrero. Pero el movimiento obrero, la base de los sindicatos peronistas, había aprendido de lo ocurrido en el acto en 2016 y no estaba dispuesto a que le vuelvan a partir el espinazo. Esta vez los que terminaron con el espinazo roto fueron los dirigentes de la CGT “¡Ponele fecha al paro, traidor!”, y todo estalló. Por ello decimos que marzo fue un mes de la lucha de la clase obrera, de una clara tendencia a una ofensiva de masas que abrió el camino a imponer la huelga general, a chocar contra las paritarias de hambre de la burocracia y a enormes luchas contra la oleada de despidos y suspensiones, para terminar con la carestía de la vida y a presentar batalla contra el gobierno de Macri y sus sostenedores. Ante la rebelión de la base obrera del 7 de marzo, los asustados dirigentes de la izquierda como Cristian Castillo del PTS, llegaron a decir por TV, no solo que ellos no tenían nada que ver con lo sucedido, sino que los intendentes K habían organizado la toma del palco ¡Increíble! Para el PTS no fue la base obrera quien apaleó al triunvirato al grito de “Paro general ya”, sino La Campora y los intendentes K a quienes se les había escapado completamente el control de la base obrera. El FIT en primer lugar se negó a coordinar de forma efectiva a los sectores en lucha, y luego, se negó a encabezar la rebelión contra la burocracia sindical y nada tuvieron que ver con ella. De esta manera, la burocracia sindical continuó en pie e impuso su política de paro pasivo el 6 de abril para terminar aplicando el plan del gobierno de negociar paritarias sector por sector. En marzo, al movimiento obrero le robaron la huelga general de las manos, el gobierno se secó la frente y lanzó una nueva contra-ofensiva. Abril: el gobierno responde movilizando a las clases medias gorilas exigiendo “leña al movimiento obrero” y se desata una redoblada represión contra las luchas dispersas. La respuesta del gobierno a la crisis política que estalló en el acto de la CGT, fue la acción de las clases medias reaccionarias de la Argentina que salieron a las calles y a Plaza de Mayo el 1 de abril. El gobierno, que en un principio no se había hecho cargo de su convocatoria por temor a su fracaso, pero que por atrás la azuzó audazmente, al ver a esa asquerosa pequeñoburguesía oligárquica antiobrera que salió ganó las calles al grito de “leña a los trabajadores o que vuelvan los milicos”, se adjudicó públicamente la marcha. De esta manera, Macri se envalentonó y la transformó en una verdadera respuesta en las calles al “marzo del movimiento obrero”. Esa clase media gorila que ayer fue base social del golpe genocida, salió a las calles a exigir que revienten al movimiento obrero para que siga la fiesta de la soja, del blanqueo de capitales para comprar propiedades y 0KM y la plata dulce, todo sobre los huesos de los explotados. El 6 de abril la burocracia sindical llevaba adelante un paro de descompresión, que para nada estuvo a la altura de la acción reaccionaria en las calles de las clases medias y el gobierno. El movimiento obrero necesitaba un verdadero paro general con piquetes y movilización para escarmentar a los ricachones del 1 de abril. Las direcciones del movimiento obrero lo impidieron y se pagó caro. Así fue que se fortaleció una alianza reaccionaria de clases entre las trasnacionales, el gobierno y las clases medias acomodadas para intentar reventar a los trabajadores. Esta alianza de clases es la que concentró sus fuerzas y dijo “Ahora a por todo, a por los convenios, el salario, a imponer los despidos ¡Todo!”. Así llegamos a Mayo…
Mayo: la crisis política abierta por el “2x1” a los genocidas y la puesta en marcha de un “frente opositor” dentro del régimen infame que impone un nuevo Punto Final a los genocidas y sostiene al gobierno de Macri La reacción levantaba cabeza, la burguesía se cebaba y, con el movimiento obrero dividido y sufriendo derrotas parciales, la Corte Suprema de los K y Macri lanzaba el 2x1 para los genocidas. Un sector del corazón de la burguesía, del estado capitalista, asentada en la marcha gorila del 1 de abril, quiso avanzar en su ataque contra las masas liberando a sus hombres, los milicos genocidas. Sin embargo esa institución, de las más oligárquicas y bonapartistas del estado, se pasó de la relación de fuerzas y abrió una nueva y superior crisis política con el repudio generalizado de las masas. Rápidamente se pusieron en marcha sus instituciones para cerrar esta crisis política. El mismo 10 de mayo que se realizaba la movilización a Plaza de Mayo, el parlamento de los explotadores, tanto en diputados como en senadores, votó la ley que anula la aplicación del 2x1 a los genocidas, Macri también firmó el decreto para que se aplique la ley, y la Corte ya discute cómo dar marcha atrás. Así daba cuentas de esto el diario Clarín, en el artículo de Fernando Gonzalez del 13 de mayo: “en el parlamento afortunadamente funcionaron los resortes legislativos de las grandes ocasiones de la historia reciente”. El Jefe de Gabinete Marcos Peña discutía directamente con Pichetto y Recalde de los K, y se contactaba con Estela de Carlotto para desactivar la crisis política, demostrando que la cuestión de los DD.HH. “es política de Estado”, que alrededor de ello hay unidad nacional, que se trató de “tres jueces desquiciados” y para garantizar juntos un nuevo Punto Final que deje impunes históricamente a los miles de represores, ex-coroneles como Milani, jueces, comisarios e intendentes que garantizaron el genocidio contra la clase obrera argentina. Por eso en su discurso en el palco del 10 de mayo, Carlotto no habló en contra de Macri y se limitó a criticar a los jueces que votaron a favor del 2x1. El mismo artículo de Clarín decía al respecto: “(…) en Diputados crecían las consultas en torno a las iniciativas del macrista Pablo Tonelli y del kirchnerista Remo Carlotto. Hasta Héctor Recalde aportó algunas ideas para que se acelerara la media sanción de la ley en la Cámara Baja y el Senado la tomara rápidamente para aprobarla en la tarde del miércoles. A esa hora, las primeras columnas de la movilización comenzaban a llenar la Plaza de Mayo y las calles cercanas a la Casa Rosada. La masividad del reclamo sólo ratificó la presunción de los funcionarios y legisladores que trabajaron para lograr el triunfo módico del consenso”. El “consenso” que señalan estos estrategas de la burguesía fue en realidad el cierre de la crisis política y la puesta en pie de un “frente opositor” dentro del régimen infame para contener la situación y sostener al gobierno de Macri. La anulación del 2x1 afecta al puñado de milicos que se encarcelaron con los juicios truchos durante la década kirchnerista, mientras la generación de los Milani, ayer oficiales que conformaban los “grupos de tareas” de los Videla y compañía, hoy parte del generalato de las FF.AA., siguen libres. Ni hablar de los miles de funcionarios de la justicia que se mantuvo intacta desde la dictadura y hoy ocupan los principales despachos de las fiscalías y cortes que comandas la represión y persecución a los trabajadores y el pueblo. Una verdadera paradoja que se impuso gracias al accionar de las direcciones colaboracionistas del movimiento obrero y los organismos de DD.HH. cooptados por el estado que dejaron en manos de la burguesía y sus partidos la “lucha por la memoria, la verdad y la justicia”. Esto fue lo que sucedió en la enorme movilización del 10 de mayo en donde le volvieron a entregar dicha lucha al kirchnerismo que con la bandera de los “derechos humanos” fue quien gobernó para las trasnacionales imperialistas hambreando, reprimiendo y matando a los trabajadores y el pueblo. Entonces, mientras la mayoría de los genocidas caminan libres por las calles, el régimen de conjunto y todas sus instituciones bajo el disfraz de la “democracia”, salen fortalecidos tras el fallo de la Corte y la posterior ley de anulación del 2x1, para continuar y profundizar su guerra contra los trabajadores, como evidenció el envío de 500 más a Las Heras contra los obreros petroleros en lucha. El “consenso” de los de arriba viene de la mano de impunidad para los genocidas y ataque contra los explotados. Con “la Plaza de los gorilas” por un lado, y con la “Plaza del nuevo Punto Final” por el otro, el régimen intenta mantener fuera de escena al movimiento obrero para avanzar en sus planes de ajuste, liquidación de las conquistas obreras como los convenios colectivos y de paritarias de hambre.
Ni la Plaza de los gorilas y la oligarquía El camino de lucha lo marcó la base obrera expulsando del palco de la CGT a los traidores de la burocracia sindical ¡Hay que pelear como los explotados de Brasil que ganan las calles contra los agentes del FMI! El gobierno, los partidos patronales y el estado asesino preparan la trampa electoral para relegitimarse y redoblar la guerra contra el movimiento obrero imponiendo una nueva y superior flexibilización laboral que liquide los convenios colectivos de trabajo para que las transnacionales y Wall Street succionen hasta la última gota de sangre de esta semicolonia saqueada. Sin embargo no está dicha la última palabra. Como vimos, la clase obrera en marzo tuvo a su alcance la huelga general para derrotar el ataque de los capitalistas y al gobierno de Macri. Conquistó las condiciones para ello, pero no tuvo a su frente una dirección que la lleve al triunfo para conquistar sus demandas. Por el contrario, aquellas corrientes de izquierda que dirigen e influencian al ala izquierda de la clase obrera como el FIT, se negaron a encabezar la lucha por expulsar de las organizaciones obreras a la burocracia sindical, centralizar el combate de los sectores en lucha del movimiento obrero y a profundizar el camino iniciado el 7 de marzo poniendo en pie los organismos de lucha aptos para el combate planteado. Lo cierto es que la burocracia sindical no le deja al movimiento obrero ni siquiera luchar por sus demandas económicas más elementales como el salario, porque cualquier lucha seria de este tipo lleva a un choque directo contra los explotadores, sus gobiernos y sus instituciones. Semanas atrás, decenas de dirigentes obreros realizaron una reunión en la seccional Haedo de la Unión ferroviaria y llaman a impulsar un plan de lucha y un paro de 36hs. contra el ajuste del gobierno y los gobernadores. Dicho plan de lucha se conquistará organizando una ¡Coordinadora nacional de lucha! de trabajadores ocupados y desocupados con delegados de base de todo el movimiento obrero. No hay tiempo que perder, los políticos patronales comenzarán con sus promesas de campaña cuando todos juntos encabezan el ataque contra los trabajadores. Los señores dirigentes de la izquierda sistémica lamentablemente también se llenarán la boca prometiendo que poblando el parlamento con diputados de izquierda los trabajadores podrán hacer frente al ataque de los capitalistas. Llegó la hora de ponerle fin a la fiesta de los de arriba. Un nuevo reagrupamiento de las filas obreras se vuelve una necesidad de suma urgencia. El camino de lucha lo marcó la base obrera expulsando del palco de la CGT a los traidores de la burocracia sindical ¡Paso y Coordinación de los que luchan! No a la trampa electoral ¡Huelga General! Hay que retomar la lucha revolucionaria del 2001 y su grito “Que se vayan todos y no quede ni uno solo” de los patrones, burócratas y políticos patronales de este régimen infame y su constitución archireaccionaria de 1853-1994, que garantiza el más brutal saqueo imperialista sobre la nación. Para retomar este camino, la clase obrera argentina debe atar su lucha y futuro, no a la burguesía y sus partidos patronales que se visten de “democráticos”, sino a sus hermanos de clase del continente que sufren el mismo ataque de las trasnacionales a uno y otro lado de las fronteras. Nuestros aliados son los trabajadores y explotados brasileros que vienen de una poderosa huelga general y hoy nuevamente ganan las calles contra el gobierno de Temer, que cómo ayer el PT de Lula y Dilma Russeff son quienes saquearon el país con el imperialismo; la clase obrera boliviana que enfrenta a Evo Morales; los explotados mexicanos que no detienen su lucha contra el ataque del gobierno de Peña Nieto y el régimen del fraude del PRI-PAN-PRD; y la clase obrera norteamericana que no abandona las calles. ¡Argentina será socialista, o será colonia de Wall Street! Comité Redactor de Democracia Obrera
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