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En Córdoba, la CGT está dividida entre kichnerista y delasotistas, ambas centrales no apoyaron el llamamiento al paro. La CGT delasotista dejó en “libertad de acción” a los gremios que adhieren a ella: el sindicato de Luz y Fuerza llamó al paro; y la burocracia de la UOM, SMATA, docentes, empleados públicos -si bien en todas sus declaraciones “coincidían con los reclamos”-, carnerearon abiertamente la medida. La CTA, que adhiere al sector que conduce Micheli a nivel nacional, llamó al paro sin movilización, con lo que impidió que se expresara en las calles sectores de trabajadores, como los de los hospitales públicos provinciales, donde se agrupa un sector de trabajadores combativos, que ha enfrentado los acuerdos salariales de miseria firmados por la burocracia del Sindicato de Empleados Públicos de la provincia. Aún en esta condición, los trabajadores de este sector adhirieron masivamente. Los trabajadores del transporte público, nucleados en los gremios de UTA y AOITA, al igual que a nivel nacional, pararon totalmente esos servicios y paralizaron el funcionamiento de la ciudad, por esa vía se canalizó la decisión de muchos trabajadores que estaban decididos a adherir al paro y lo utilizaron para expresar su voluntad de no concurrir a trabajar. En donde hubo un espacio, una posibilidad, los trabajadores impusieron su voluntad de parar, como pasó en las empresas que realizan las tareas de logística en las automotrices, como la empresa Cargo en la fábrica Volkswagen. En esos sectores convocados por el Sindicato de Camioneros, el paro fue total. Lamentablemente, el Frente de Izquierda que contó con el votó de más de 100 mil trabajadores sólo en Córdoba en las elecciones de octubre y cuenta con una amplia simpatía de los trabajdores y la juventud que odian a la burocracia sindical, no organizó las fuerzas de miles de obreros de las automotrices y las autopartistas para que proletariado industrial concentrado en esa ciudad haga valer su peso. El FIT se limitó a organizar un corte de puente en el centro de la ciudad, lejos de las puertas de las fábricas y establecimientos. Fue una acción testimonial y propagandística que no fue suficiente para paralizar la totalidad de la producción automotriz. Es que para esto hay que volver tras las huellas del Cordobazo y la tradición del clasismo de los comités de fábrica del SITRAC-SITRAM. Corresponsal |