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Al igual que El Mundial del ´78, la visita del Papa en medio de la guerra de Malvinas, la fiesta del “retorno a la democracia” en el ´83…

El Bicentenario: Una nueva manipulación de la burguesía sobre las masas para esconder sus verdaderos objetivos entreguistas y antiobreros.
No es la primera vez que la burguesía manipula a las clases medias de diferentes formas para conquistar base social de apoyo a su régimen y así esconder sus verdaderos planes entreguistas y antiobreros. Bajo la dictadura militar de Videla, que fuera sostenida por todos los partidos patronales que llenaron los palcos del Bicentenario, el estado asesino organizó el mundial de fútbol de 1978 y “vistió a la patria de fiesta” para esconder el más brutal genocidio contra la clase obrera que se tenga memoria en Argentina. El Partido Militar organizó el Mundial de fútbol para asentar la enorme derrota que significó la eliminación física de la vanguardia de una generación de la clase obrera y atar con dobles cadenas la nación al imperialismo.

En la guerra de Malvinas mientras los piratas ingleses ocupaban militarmente las islas y masacraban a los jóvenes soldados, la casta de oficiales genocidas del ejército argentino demostraba ser “valiente” para asesinar obreros y cobarde para enfrentar al imperialismo al cual no le tocaron ninguna de sus empresas, bancos y propiedades y le seguían pagando religiosamente la deuda externa. Para imponer la rendición de la nación ante el imperialismo, la burguesía trajo al Papa Juan Pablo Segundo. Apoyada en la falsa conciencia religiosa de las masas que se movilizaron por decenas de miles para recibir a este agente del imperialismo, la burguesía terminó de imponer la rendición de la nación y garantizar el triunfo del imperialismo angloyanqui. Luego, con “el retorno a la democracia” de la mano del gorila Alfonsín, se realizaron grandes movilizaciones “democráticas” para encubrir el salvataje de los genocidas por parte del régimen burgués. Con el verso de que “con la democracia se come, se cura y se educa” condenó a las masas a la más brutal de las miserias producto de la “hiperinflación” y descargó una brutal represión como lo hizo en el ´89 cuando los explotados se largaron a buscar comida a los grandes supermercados.

Hoy la fiesta del “Bicentenario” esconde una brutal entrega de la nación al imperialismo, la más salvaje superexplotación que la clase obrera argentina jamás sufrió, una terrible represión contra los trabajadores en lucha, pero fundamentalmente encubre la imposición del plan de reconciliación de las masas con las FF.AA. genocidas para terminar de recomponer a este pilar del estado burgués que estuvo en crisis por más de 30 años.
Así está pagando la clase obrera la expropiación de la revolución que protagonizó en el 2001. Por el accionar de las direcciones que tiene a su frente, el proletariado se encuentra con sus filas divididas y ha sido sometido a la burguesía, por lo que se ve imposibilitado de acaudillar la alianza con los sectores arruinados y empobrecidos en la lucha contra el imperialismo, como sí pudo hacerlo cuando tronaba el grito de que “se vayan todos, que no quede ni uno solo”, forjando en las calles la alianza obrera y popular.
Esto es lo que permite que la burguesía, su gobierno y el régimen infame del “Pacto Social” conquisten base social en las clases medias urbanas para sostener su plan contra la clase obrera. Por eso la política patriotera de “unidad nacional” comandada por los Kirchner está dirigida a ganarse el apoyo de las clases medias para que hagan sentir su peso numérico en la vida política nacional e inficionen a la clase obrera con la nefasta política de conciliación con las Fuerzas Armadas genocidas, la burguesía, sus políticos y su régimen. Es la misma clase media que fue base social de la “Libertadora” que en 1955 bombardeo a los obreros en Plaza de Mayo y que fusiló en los basurales de J.L Suarez a los trabajadores que resistían el golpe militar. Es la misma clase media del “algo habrán hecho” que le dio sostén a la dictadura de Videla, que luego dijeron “somos derechos y humanos” y “acá no se sabía que estaba pasando” mientras masacraban a 30.000 luchadores obreros y populares. Es la clase media del jolgorio de la Convertibilidad menemista que disfrutaba de sus tarjetas de crédito en medio de un océano de desocupados, miseria y represión contra los trabajadores.
La masividad de los actos del Bicentenario estuvo dada en su mayoría por la concurrencia de las clases medias. Esta alianza de clases, de la pequeño-burguesía con la gran burguesía en el gobierno, actúa para oprimir y debilitar la lucha de los trabajadores y como ya vimos en la historia, ha sido el sostén de los golpes contrarrevolucionarios contra el proletariado.
La clase obrera solo puede ganar como su aliado a las clases medias dividiéndolas con acciones revolucionarias en las calles, que le demuestren a su sector arruinado que el proletariado es la única clase que es capaz de ir hasta el final en la solución de sus problemas. Para ello la clase obrera debe romper toda subordinación a la burguesía impuesta por la burocracia sindical y las direcciones reformistas, y retomar el camino revolucionario del 2001 enfrentando al gobierno, a las transnacionales y al imperialismo.
La fiesta burguesa del Bicentenario esconde, tras el velo de la “democracia”, un certero plan contrarrevolucionario para fortalecer al estado burgués semicolonial. Así estos parásitos se preparan porque saben que al calor de la bancarrota de la economía mundial imperialista se cocinan los futuros embates de las masas, que hoy conmueven a Europa, y que más temprano que tarde sacudirán nuevamente al continente americano.

Comité Redacor
07 de Julio de 2010

 

 

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