Volver al índice DO 18 | Un botón de muestra del fraude de la Revolución Bolivariana | La estatización de las organizaciones obreras | Los hechos en San Vicente y las tareas del momento |
EDITORIAL
La Argentina del Kirchnerato
Entre el “strip tease” de la burocracia sindical de Kirchner, la represión de los “batatas” rompehuelgas contra los trabajadores del Francés, y la desaparición de Julio López:
Un botón de muestra del fraude de la “Revolución bolivariana”
La televisión y la prensa burguesa repiten las imágenes de los enfrentamientos de los pistoleros, gángsters y rompehuelgas de distintas facciones de la burocracia sindical que se disputaban un lugar en el palco en la Quinta de San Vicente, el 17 de octubre pasado. Fue una pelea de los perros guardianes de este gobierno y este régimen infame, por la porción del plato de comida que les dan sus amos: los patrones, el imperialismo y sus gobiernos y regímenes, que les pagan para aplastar a la clase obrera.
El “Frente para la Victoria” mostró, en las calles, cuál es la “nueva política” que pregona: la de los pistoleros del PJ de la Capital actuando como rompehuelgas contra la heroica lucha de los trabajadores del Hospital Francés por la defensa de su fuente de trabajo.
En esta Argentina donde manda el frente de la gran patronal esclavista exportadora, asociada a los bancos y a las petroleras, vuelven a desaparecer, como en la peor época de la dictadura, en este caso los testigos contra lo que, a fines de los ’70, fuera un verdadero genocidio contra la clase obrera. Un genocidio cometido primero por el gobierno de Perón y López Rega con sus Tres A, y luego por la dictadura militar que fuera llamada y sostenida por todos los políticos patronales. Hoy, después de 23 años, los genocidas han sido salvados y encubiertos por los partidos de la gran burguesía y el imperialismo.
La clase obrera y el pueblo pobre están pagando con represión, hambre, superexplotación y pérdida de conquistas, la expropiación de la revolución que comenzaran en diciembre de 2001, cuando temblaban y se resquebrajaban las instituciones de dominio al grito certero de las masas en las calles de “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”.
Y “volvieron todos”: los políticos del peronismo que con Menem entregaron a la nación al imperialismo, en una carrera con Martínez de Hoz y Videla para ver quién es más cipayo y entregador. Volvieron los burócratas sindicales que después del 20 de diciembre no podían salir a la calle, luego de haber entregado las conquistas obreras bajo los gobiernos gorilas de Alfonsín, Menem y De la Rúa, y que eran expulsados de las asambleas obreras y combativas que durante el 2001 marcaron un claro intento de reagrupar a los trabajadores al grito de “¡Se va a acabar la burocracia sindical!”.
Mayo de 2003: el primer paso para reconstituir el régimen infame de la Constitución de 1853/1994. El Foro Social Mundial y Fidel Castro llaman a apoyar a Kirchner...
En mayo de 2003, cuando Kirchner asumía la presidencia, Fidel Castro viajó a la Argentina. En un acto realizado en las escalinatas de la Facultad de Derecho, con la presencia de toda la izquierda reformista –tanto stalinistas como renegados del trotskismo- Fidel Castro llamó a apoyar a Kirchner y a producir para que hubiera “crecimiento” y luego poder “repartir la riqueza”.
Fue el “broche de oro” de la expropiación de la revolución que los trabajadores y los explotados habían comenzado en diciembre de 2001 al grito de “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, derrocando a De La Rúa y que había hecho estallar por los aires todas las instituciones del viejo régimen de partidos patronales de la Constitución de 1853/1994. Toda la izquierda reformista se disciplinó al mandato de Castro, y esa fue la política que, desde entonces, se viene aplicando en Argentina. Y Fidel Castro se encarga de que se siga cumpliendo, y para ello viene él o manda a sus enviados al menos una vez por año a la Argentina: vino en 2003; vino el vicepresidente de Cuba para la “Cumbre” y la “Contracumbre” de noviembre de 2005; y nuevamente Fidel este año a la “Cumbre del Mercosur” en Córdoba.
Este apoyo y sostenimiento le dio a Kirchner el 50% del poder que necesitaba para disolver todos los procesos de radicalización de la vanguardia obrera y combativa que se había forjado en la pelea contra el Menemato en los ‘90 y después contra el gobierno asesino de De la Rúa.
La otra pata para sostener los primeros pasos del kirchnerato fue Blumberg, ese ministro sin cartera que puso de pie a la clase media gorila para colaborar, al grito de “orden y justicia” en tirarles a las masas la enorme crisis social de años de desocupación y desesperación, y permitir así que pase la esclavitud obrera que necesitaba la comunidad de negocios de Argentina para ubicar al país como exportador para el mercado mundial sobre la base de explotar mano de obra esclava.
Pero todo esto no fue suficiente. Tenían que “volver todos”. Así, mientras para contener a las masas, se llenaban de militantes castristas las secretarías de los distintos ministerios; mientras la reacción levantaba cabeza, el régimen impuso un gobierno fuerte, asentado en un pacto social entre la CGT y la CTA y las cámaras empresarias con el que hace años se vienen entregando el salario y todas las conquistas obreras. Allí se asienta y se asentó la otra pata de este gobierno y este régimen post-revolucionario: en la peor opresión y sometimiento de los trabajadores, sobre la base de la estatización plena de todos los sindicatos y las centrales sindicales como la CGT y la CTA.
Y “volvieron todos”... Las corrientes autoproclamadas de la izquierda “socialista” demostraron todo su servilismo para con este régimen de “democracia para ricos” que los alimenta, actuando como la otra pata decisiva para terminar de poner en caja a todos los procesos de radicalización y organización conseguidos por la combativa vanguardia obrera argentina.
Luego de años de oportunismo, adaptaciones y capitulaciones, son estas corrientes las que han llevado cada combate decisivo y cada intento de las masas en lucha de atalonarse, a los pies de las legislaturas, los ministerios de trabajo y de la casta de jueces de este régimen de explotación. Así actuaron en cada una de las luchas que, desde la asunción de Kirchner, ha protagonizado la clase obrera Argentina, demostrando lo que son: junto al stalinismo, representantes en Argentina de la “revolución bolivariana” de Chávez, Lula, Castro y Kirchner, sostenida por el Foro Social Mundial.
Con el sostén de las direcciones traidoras, el frente patronal imperialista concentra fuerzas para atacar a las masas
Sobre la base del estrangulamiento de la revolución, de la redoblada sumisión de la nación al imperialismo, de la superexplotación de la clase obrera y la estatización extrema de sus organizaciones; sobre la base del ataque videlista contra los trabajadores y el pueblo de Las Heras y la imposición de las paritarias del hambre con su techo del 19% de aumento salarial, el régimen infame del pacto social terminó pariendo un kirchnerato, es decir, un gobierno fuerte de un régimen totalmente bonapartista.
Un régimen que, desde el punto de vista de las formas que va adquiriendo, se parece al sueño dorado de Kirchner y su señora: al régimen cívico-militar chileno y a su “Concertación”. Así, el régimen que se impuso en Argentina tiene en el Frente para la Victoria un ala burguesa de “centroizquierda”, que agrupa desde el castrismo, pasando por Kirchner, hasta la burocracia sindical en todas sus alas, y a la mayoría de los gobernadores gorilas del PJ; y tiene también un ala “derecha”, videlista, que agrupa a los restos del viejo “partido militar”, a Blumberg y compañía. Entre estos dos polos del régimen, los viejos y maltrechos partidos patronales tradicionales aguardan a una próxima crisis en la que poder volver a jugar su papel de administradores de los negocios de la burguesía.
Si el ala supuestamente de “centroizquierda” es la que desde el gobierno de Kirchner mandó a la policía y la gendarmería a reventar en Las Heras; la que impuso las paritarias del 19% con un golpe de mano a espaldas de millones de trabajadores; la que manda a los “Tuta” Muhamad a apalear a los trabajadores del Hospital Francés; ¿quién puede sorprenderse de que el “ala” videlista de este régimen -encarnada en la casta de jueces, las fuerzas armadas, las policías, la gendarmería, la SIDE para reprimir cotidianamente al pueblo-, secuestre a Julio López? ¡Esto y no otra cosa significa que “volvieron todos”!
En este régimen que se ha impuesto, Kirchner, como representante directo de Repsol, Cargill, Techint –los monopolios y los grandes patrones del “frente exportador” que hoy concentran los principales negocios- es el árbitro entre los distintos sectores de la burguesía, y el que centraliza y comanda el ataque contra la clase obrera para garantizarle a toda la burguesía sus negocios y sus superganancias. Para eso –y de forma similar a lo que sucediera con el Menemato en los ’90-, Kirchner concentra cada vez más poderes de monarca en sus manos, con los “superpoderes”, y en tres años que lleva, viene gobernando a decretazo limpio, superando inclusive al propio Menem en la cantidad de decretos que emitió. En este Kirchnerato, también la oposición burguesa tiende a diluirse, como vemos con la UCR partida en mil pedazos, el ARI disolviéndose, y Macri y López Murphy desdibujados.
No podía ser de otra manera, puesto que un régimen que se impone sobre la base del estrangulamiento de la revolución, que tiene que recomponer el poder burgués y todas sus instituciones dislocadas y descalabradas por la lucha de las masas; que tiene que garantizarle al imperialismo seguir cobrando la deuda externa en efectivo, y a la burguesía que se sostendrá el ciclo de negocios, para nada puede traer “más democracia”, sino por el contrario, tiene que ser un régimen completamente autoritario y bonapartista, con un presidente fuerte que concentre en sus manos un enorme poder y, como veremos más adelante, con la más brutal estatización de las organizaciones obreras para mantener sometido al proletariado.
Como todo gobierno, el de Kirchner es el que administra los negocios de toda la burguesía y protege ante las masas sus intereses de conjunto como clase. Hoy ese gobierno acumula una enorme concentración de fuerzas, sobre la base del sostén que le dan las direcciones traidoras y oportunistas que le han permitido infligirle duras derrotas parciales en las calles a heroicas luchas de la clase obrera en el último periodo.
La fortaleza del kirchnerato radica, en última instancia, en que ha concentrado las fuerzas de los explotadores y ha dispersado las fuerzas de la clase obrera, apoyándose en una legión de pistoleros, burócratas sindicales y direcciones traidoras de todo pelaje que lo sostienen.
Un régimen post-revolucionario que debe resolver históricamente la crisis de las instituciones del estado burgués
Es que éste que se ha impuesto es un régimen post-revolucionario. Su objetivo es el de mantener las fabulosas ganancias del FMI, los banqueros y el frente exportador sobre la base de la esclavitud obrera, y recomponer todas las instituciones que quedaron en crisis por el levantamiento revolucionario de 2001.
Los restos de los viejos partidos patronales están dispersos y desprestigiados; la justicia videlista-peronista-radical -que en los últimos 25 años avaló la impunidad de los milicos genocidas; las privatizaciones y la entrega del país; la expropiación de los ahorros de las clases medias con el “corralito”, que dejó libres a todos los saqueadores de la nación y asesinos de los trabajadores y el pueblo como Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, etc.; que deja libre a Ibarra mientras persigue a los familiares de los pibes masacrados en Cromañón, y un largo etcétera- está completamente deslegitimada; mientras que las Fuerzas Armadas son odiadas por las masas que no olvidan ni perdonan, y quieren castigo a todos los genocidas.
Porque si en todos estos años transcurridos desde la caída de la dictadura militar no pudieron imponer la reconciliación con las FF.AA. genocidas, terminar de consagrar la impunidad, y saldar históricamente la crisis de ese pilar del estado burgués, es por la resistencia de los trabajadores que, generación tras generación, tenazmente se opusieron a reconciliarse con sus represores y asesinos.
La burguesía es consciente de esta crisis y debilidad de las instituciones no sólo del régimen, sino fundamentalmente del estado burgués, como la justicia –que garantiza la continuidad jurídica del estado- y sobre todo, las fuerzas armadas, que son la esencia del estado: son las bandas de hombres armados para defender la propiedad privada, y las garantes, en última instancia, de la existencia del estado burgués, contra la lucha revolucionaria de las masas.
La burguesía comprobó en carne propia esta crisis de las Fuerzas Armadas en diciembre de 2001: no pudieron utilizar a las fuerzas armadas para enfrentar a los trabajadores y el pueblo que se levantaban al grito de ¡que se vayan todos!, que combatían en las calles de Buenos Aires y terminaron derrocando a De la Rúa y abriendo una descomunal crisis revolucionaria en las alturas.
Fue como subproducto de esta enorme acción revolucionaria de las masas que volvió a ponerse al rojo vivo y a la orden del día la lucha por el castigo a los genocidas de la dictadura. La clave está en que la clase obrera y los explotados enfrentaron y descalabraron a todos los partidos políticos patronales, a las instituciones del régimen infame y a la justicia videlista-peronista y radical, es decir, a todos los que apoyaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, los que aplaudieron los Indultos, en fin, a todos los salvadores de los genocidas. “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”!, y esas magníficas acciones revolucionarias de masas, descalabraron a este régimen infame de partidos de la reaccionaria Constitución de 1853/1994, y son las que en última instancia reabrieron el camino del combate por el castigo a todos los genocidas. es que dejaron suspendidos en el aire a los partidos patronales que en 1976 llamaron a los milicos, los sostuvieron, y luego los salvaron durante 23 años.
A los patrones, su régimen y sus sucesivos gobiernos no les alcanzó con poner en pie la “maldita policía” bonaerense con 40.000 mercenarios armados hasta los dientes; con la gendarmería y con las decenas de miles de efectivos de las policías provinciales; ni con los millones de dólares para la SIDE: las masas explotadas se levantaron en 2001, dejaron totalmente deslegitimados a todos los poderes e instituciones salvadores de los genocidas, y quedaron mirándose la cara frente a frente con las Fuerzas Armadas asesinas.
Entre la condena a Etchecolatz, y los juicios contra los luchadores de la Legislatura y los trabajadores de Las Heras: una nueva política de “reconciliación” basada en la “teoría de los dos demonios”
Hoy el Kirchnerato se ha propuesto resolver históricamente esa crisis en el estado burgués semicolonial argentino: la burguesía necesita una justicia patronal prestigiada, que tenga legitimidad para mandar a reprimir a los trabajadores en lucha, meterlos presos, etc. Y sobre todo, necesita Fuerzas Armadas legitimadas, para que nunca más les pase lo del 2001: quieren estar seguros de que la próxima vez que las masas se subleven, podrán aplastarlas a sangre y fuego.
Así, pusieron en marcha un nuevo plan de reconciliación, basado en la vieja “teoría de los dos demonios”, es decir, en la misma política que rigió los Indultos de Menem -que fueron para los comandantes asesinos de las Fuerzas Armadas y también para los dirigentes Montoneros-, como antes lo había hecho la CONADEP con el juicio a la Juntas y el salvataje de todos los genocidas que terminara en las leyes de Obediencia Debida y punto final.
Hablemos claro: toda la izquierda reformista se ha convertido en adoradora de las Cámaras Federales y los jueces que mandaron a la cárcel a Etchecolatz por genocida. Pero son esas mismas cámaras federales y esos mismos jueces los encargados de mandar a que se pudran en la cárcel los luchadores de la Legislatura y los heroicos trabajadores petroleros en Las Heras.
¿Qué dirán esos partidos de la izquierda reformista cuando sus “jueces democráticos y garantistas” con sus “fallos históricos”, sentencien a la cárcel a los luchadores de Las Heras y la Legislatura? Porque es claro que no hay ni habrá una condena sin la otra.
Los obreros revolucionarios no cambiamos la sangre de 30.000 compañeros desaparecidos, torturados y asesinados a manos de toda la casta de oficiales de las fuerzas armadas y policiales de la Argentina, por el escarmiento tan sólo a uno o a cien gerontes de la dictadura. Pero mucho menos vamos a aceptar que la derrota de la impunidad pase por que Etchecolatz vaya a la cárcel... y que junto a él se pudran en la cárcel también los luchadores de la Legislatura y los obreros petroleros de Las Heras.
No vamos a aceptar tan sólo la cabeza de Etchecolatz –que debe pudrirse bien podrido en la cárcel- a cambio de que sigan caminando por las calles y en libertad los asesinos Menem, Duhalde y de La Rúa, salvados por los mismos jueces y cámaras federales que condenaron a Etchecolatz. ¡Cárcel a todos los genocidas, y a Menem, De La Rúa y Duhalde, los asesinos de Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Aníbal Verón, los mártires del 20 de diciembre y Kosteki y Santillán! ¡Libertad inmediata a los obreros de Las Heras y absolución a los luchadores de la Legislatura! ¡Destitución inmediata de todos los jueces, que ayer legitimaron la impunidad y hoy buscan legitimar la represión que realmente necesitan: la de reprimir y encarcelar a los luchadores obreros y populares!
Este es el objetivo de Kirchner con la derogación de las leyes de Obediencia Debida, Punto Final, y los juicios que impulsan contra algunas decenas de genocidas ya gerontes, como Etchecolatz. Es un plan muy inteligente, para matar dos pájaros de un tiro: prestigiar a la justicia haciendo que ésta meta presos a 200 ó 300 milicos y policías genocidas ya retirados, y así dejar libres e impunes a la amplia mayoría de los asesinos que siguen activos en las policías, gendarmería, fuerzas armadas, la SIDE, etc. Y al mismo tiempo, legitimar a las Fuerzas Armadas supuestamente “limpias de genocidas”, para poder usarlas, presentándolas como “democráticas, nacionales y populares”, contra los trabajadores y el pueblo, como hizo Evo Morales en Bolivia. ¡Este es el siniestro plan de Kirchner y la burguesía, que toda la izquierda reformista está sosteniendo y legitimando, al haberle entregado a Kirchner el 24 de marzo la bandera de la lucha por el castigo de los genocidas, al aplaudir los juicios a los genocidas como “medidas progresivas”, y al marchar junto a los kirchneristas por la aparición de Julio López!
Para que aparezca Julio López e imponer el castigo a todos los genocidas de ayer y represores de hoy, hay que enfrentar el nuevo plan de “reconciliación nacional” de Kirchner y la gran patronal esclavista
Estamos ante una “CONADEP 2”, un nuevo plan de “reconciliación nacional” para legitimar a la justicia patronal y a las Fuerzas Armadas, es decir, al estado burgués que quedó gravemente descalabrado por la irrupción revolucionaria de las masas en 2001.
La lucha por el castigo a los genocidas y por la aparición con vida de Julio López, como ya dijimos, es una misma e inseparable lucha por la libertad de los compañeros presos en Las Heras y el fin de las persecuciones a los luchadores obreros y populares; por el castigo a todos los responsables de la masacre de Cromañón, por que vayan presos De la Rúa y Duhalde –asesinos de los compañeros caídos el 20 de diciembre y de Kosteki y Santillán: es la pelea por enfrentar y derrotar en las calles a este gobierno y a su andamiaje contrarrevolucionario para someter a la clase obrera a la peor esclavitud y entregar a la nación al imperialismo y a la voracidad de las transnacionales.
De las entrañas del Kirchnerato han salido los secuestradores de Julio López. Porque desde los mismos estados mayores de los monopolios y los banqueros que sostienen a este gobierno, se paga también a los pistoleros y rompehuelgas que atacaron a los trabajadores del Francés. Desde allí se controla a la SIDE, a las policías y gendarmería asesinas de obreros, y se pone de pie y se financia a los milicos genocidas para que marchen libremente pidiendo “amnistía” y “reconciliación”. Son todos empleados y funcionarios del mismo dueño.
El juicio y castigo a todos los genocidas de ayer, y a los asesinos antiobreros de los últimos 23 años no se logrará poniendo la lucha contra el genocidio a los pies de este “frente democrático” de Kirchner, Hebe de Bonafini, la burocracia sindical de todo pelaje, el stalinismo y los renegados de trotskismo que les hacen de comparsa. Pelear por la derrota de los genocidas de ayer y represores y explotadores de hoy, es el combate por imponer tribunales obreros y populares para juzgar y castigar a todos los genocidas.
A ese canalla ricachón de Blumberg no se le cae un pelo cuando llama imponer juicios por jurado de los ciudadanos ricos y pudientes para castigar ejemplarmente a los pobres que roban gallinas. Pero a la izquierda que se reivindica de la clase obrera y dice luchar contra el genocidio, sí se le mueven todos los dientes y se le frunce todo el cuerpo de sólo oír mencionar que la única política de clase contra el genocidio y los represores, es la de desconocer a esta casta de jueces electos por el senado de los “padres de la patria” y el no menos aristocrático Consejo de la magistratura donde abrevan los jueces videlistas, peronistas, radicales, chupacirios, y demás empleados del gran capital.
¡Tribunales obreros y populares compuestos por familiares de las víctimas y todas las organizaciones obreras, para investigar, juzgar y castigar a todos los genocidas y represores y asesinos de obreros de este régimen infame de partidos basado en la archirreaccionaria Constitución de 1853/1994! ¡Inmediata imposición de la ley de reversión de la prueba a todos los genocidas y asesinos de obreros de los últimos 23 años! Ley de reversión de la prueba para que todos sean culpables –los milicos asesinos, y los no menos asesinos presidentes de esta Constitución de 1853/94 a los que no les tembló la mano para mandar a matar obreros en los últimos años, ni para ser cómplices de la impunidad y salvadores de los milicos asesinos de los ‘70!
La clase obrera y sus organizaciones deben romper todo sometimiento a este plan de reconciliación del Kirchnerato, que es el que alimenta a los secuestradores de López y les da aire a los Blumberg y a los videlistas para que se pongan de pie.
“¡Fallo histórico contra Etchecolatz!”, grita la izquierda de la Constitución gorila de 1853/94 cuando hablan del fallo que condenó a ese asesino pero que deja en libertad, y es en sí mismo una amnistía, a los miles y miles de represores que fueron salvados por este régimen infame.
¿”Disolución de la casta de jueces; de la gendarmería, la SIDE y la policía asesina de obreros, para conquistar la única y verdadera justicia imponiendo comités de autodefensa obreros y populares”? Jamás planteará esto la izquierda reformista. Gritarán, “¡Sacrilegio!”, y les dirán a los trabajadores: “vamos de a poco, con los jueces peronistas-.videlistas- radicales, que ahora de golpe se volvieron “democráticos” castigando uno por uno a los genocidas!” Y mientras tanto.... ¡que se pudran en la cárcel los luchadores de Las Heras; y que queden impunes los asesinatos de obreros a manos de los distintos gobiernos patronales de los últimos 23 años!
Hoy toda la izquierda discute cuál es el camino para encontrar a Julio López, y les dice a los obreros y a los explotados que ese camino pasa por someterse, como ellos, a los faldones de los explotadores, de sus jueces, de sus milicos, de su policía. ¡Cuánto cinismo! Porque, por el contrario, el primer paso en el camino de conquistar la verdad, la justicia, el castigo a los genocidas y represores, comienza a darse rompiendo con la burguesía, su gobierno, sus partidos y todas sus instituciones.
Por el contrario, para la izquierda del régimen, lo que hay que hacer es marchar junto con el Frente para la Victoria por la aparición con vida de Julio López... y por eso, hay que esconder debajo de la alfombra a los presos de Las Heras, a los luchadores de la Legislatura que están siendo enjuiciados, hay que esconder la lucha por el castigo de De la Rúa y Duhalde, y todos los responsables del asesinato de los luchadores caídos el 20 de diciembre y en la masacre del Puente Pueyrredón.
Nos quieren hacer creer que la lucha es entre democracia y dictadura, cuando es esta democracia para ricos, salvadora de los genocidas, la que en los últimos 23 años se manchó las manos de sangre obrera. Llamar a la clase obrera y a la juventud a movilizarse contra el genocidio y por el juicio y castigo de la mano del Frente para la Victoria es, ni más ni menos, entrar en el plan de la “reconciliación” de Kirchner y el gobierno.
Los trotskistas estamos dispuestos a hacer unidad de acción en las calles con dios y con el diablo, y no por eso vamos a pedirle al diablo que se quite los cuernos y la cola. Por el punto específico y concreto de la aparición con vida de Julio López estamos por impulsar toda acción de masas que vaya por ese camino, que signifique aunque sea un paso en la lucha por juzgar y castigar a los genocidas de ayer y represores de hoy.
Pero aquí la cuestión no es el “sectarismo de los trotskistas”. Sino que el problema es que esta vez, el “diablo” tiene mucho que ver con la desaparición de Julio López. Es como haber marchado en las calles en 1987 contra la Obediencia debida y el Punto Final... del brazo de la Juventud Radical.
Un ala de extrema izquierda de este “frente democrático” entre la izquierda reformista y el Frente para La Victoria, marchó a la Plaza San Martín el 5 de octubre porque “allí estaban los secuestradores de Julio López”, en el acto de los videlistas. ¿Y por qué, preguntamos nosotros, los secuestradores de López no podrían estar entre los pistoleros rompehuelgas que se enfrentaron en San Vicente o que antes habían tomado el Hospital Francés contra los trabajadores? ¿Y por qué no en la SIDE y la Federal que en el Francés liberaron la zona para que los pistoleros atacaran a los trabajadores? ¿Y porque no en la policía Bonaerense de Solá, que estuvo en San Vicente subordinada a las órdenes de los pistoleros y rompehuelgas de Moyano y el Pata Medina, es decir, de Kirchner y de Duhalde?
La condición para que la clase obrera haga valer toda su fuerza para imponer la aparición con vida de julio López, la liberación de los rehenes de Las Heras, el juicio y castigo a los represores, no es otra que romper con la burguesía, con sus partidos.
Esta izquierda reformista está ubicada como si estuviéramos a las puertas de un golpe militar videlista, contra el cual llamaríamos a la clase obrera y los explotados a defender con su lucha y en las calles, las conquistas democráticas de las masas, sin comprometernos en los más mínimo con el gobierno y el régimen. Pero ésta no es hoy, en absoluto, la situación. Por el contrario, estamos en el momento en que entre el plan de reconciliación del kirchnerismo, y el plan de amnistía y perdón de los videlistas, se intenta abortar una vez más en la historia, lo que ansían millones de explotados y las nuevas generaciones de la clase obrera que entran al combate: la lucha por el juicio y castigo a todos los genocidas y asesinos de la clase obrera y el pueblo pobre.
Julio López no aparecerá y los videlistas que levantan cabeza no serán aplastados, si no ponemos en pie ya un Comité de Lucha nacional de las organizaciones obreras y estudiantiles en lucha con este programa para triunfar, que ligue este combate decisivo de los explotados, al no menos decisivo combate contra las paritarias miserables del 19% y contra la represión de los matones y guardiacárceles de este Kirchnerato infame y antiobrero, contra la clase obrera.
La estrategia de “frente democrático” que la izquierda reformista le impuso a la vanguardia obrera y juvenil combativa, nos aleja del juicio y castigo a los genocidas, y encubre al gobierno antiobrero que hoy reprime a mansalva a los trabajadores.
Colgadas a los faldones de los “demócratas” del Frente para la Victoria de Kirchner, las corrientes de la izquierda reformista, para cubrirse, comienzan a plantear -¡después de un mes!- la exigencia a la CGT y a la CTA de un paro general por la aparición de López.
Pero, ¿se puede llamar a una paro por la aparición de López, sin parar contra el gobierno que, a través de su responsabilidad en el control de los aparatos de seguridad del estado -plagados de torturadores, represores, genocidas y asesinos contra los trabajadores en la vida política argentina de los últimos 40 años-, es el responsable político de su desaparición? No, imposible.
Por ello, el segundo paso para avanzar en encontrar a López, es independizar a la clase obrera y a la juventud -que ansían entrar al combate contra la impunidad- de la burguesía, de su gobierno y de sus instituciones, poniendo en pie un gran comando nacional de organizaciones obreras y estudiantiles en lucha que prepare y organice la huelga general, sabiendo que esta será contra el gobierno, y contra la burocracia de carneros y rompehuelgas, a pesar y en contra de ellos. El camino, entonces, es el de retomar la lucha revolucionaria del 2001 por que se vayan todos y no quede ni uno solo.
Comité Redactor
La estatización de las organizaciones obreras y la burocracia sindical:
el sostén fundamental del régimen infame del pacto social
El principal sostén del régimen del pacto social que ha parido un kirchnerato, es la más profunda estatización de los sindicatos y las organizaciones obreras. El estado patronal, mediante la ley de Asociaciones profesionales, tiene totalmente reglamentadas a las organizaciones obreras: impone sus estatutos, sólo reconoce al “sindicato” –es decir, a la burocracia sindical- como “representación” de los trabajadores; impone el descuento compulsivo de las cuotas sindicales, las conciliaciones obligatorias y el arbitraje del ministerio de trabajo, etc. Tan profunda es la estatización de los sindicatos, que inclusive, en momentos de crisis política, los burócratas sindicales se transforman directamente en ministros del gobierno burgués de turno.
La reglamentación de los sindicatos y de sus estatutos por parte del estado significa que son tantas las trabas y requisitos para que un trabajador pueda llegar a ser dirigente de un sindicato, que inclusive es más fácil postularse a la presidencia del país. La prueba de ello son los burócratas sindicales vitalicios que se mantienen en sus sillones no sólo porque se dedican a hacer despedir, a perseguir –cuando no a apalear- a todo opositor, sino porque los estatutos sindicales redactados por el estado patronal garantizan que siempre sean los mismos los que ganen las elecciones sindicales.
La intervención del estado patronal en los sindicatos y las organizaciones de lucha de los trabajadores significa la asfixia de todo atisbo de democracia obrera, la liquidación de la independencia de clase de los trabajadores en relación a los patrones, y es un eficaz freno contra la revolución obrera y socialista.
Esto se demostró con claridad, por si hacía falta, a partir de 2001: para estrangular la lucha del movimiento piquetero revolucionario que se ponía de pie atacando la propiedad de los capitalistas y luchando por trabajo digno, el estado burgués corrompió a los dirigentes, transformándolos en una burocracia piquetera administradora de limosnas, una especie de “Cáritas” en connivencia con el estado burgués. Así, llevaron al movimiento piquetero a movilizaciones de presión por migajas, liquidaron su carácter revolucionario y lo transformaron en un ejército industrial de reserva utilizado por la burocracia para hundir el salario de toda la clase obrera.
¡Que los políticos patronales hipócritas que hoy se “horrorizan” por lo de San Vicente, nos demuestren que esto no es así, que la burocracia por ellos pagada y los sindicatos estatizados no son el más efectivo sostén del régimen del pacto social y del Kirchnerato que ha parido! Es sencillo: basta con derogar todas las leyes que regimentan la organización de los trabajadores, y reemplazarlas por una sola que diga: “Los trabajadores se organizan como quieren, y eligen a sus dirigentes como ellos quieren”. ¡Quién puede dudar que eso bastaría para derrumbar rápidamente todo el andamiaje que sostiene al poder burgués, y que este régimen infame y su gobierno antiobrero, represor y cipayo, quedarían suspendidos en el aire!
Como planteaban León Trotsky y la IV Internacional, en esta época imperialista, “Los países coloniales y semicoloniales no están bajo el dominio de un capitalismo nativo sino del imperialismo extranjero. Pero este hecho fortalece, en vez de debilitarla, la necesidad de lazos directos, diarios, prácticos entre los magnates del capitalismo y los gobiernos que, en esencia, dominan, los gobiernos de los países coloniales y semicoloniales. Como el capitalismo imperialista crea en las colonias y semicolonias un estrato de aristócratas y burócratas obreros, éstos necesitan el apoyo de gobiernos coloniales y semicoloniales, que jueguen el rol de protectores, de patrocinantes y a veces de árbitros. Esta es la base social más importante del carácter bonapartista y semibonapartistas de los gobiernos de las colonias y de los países atrasados en general. Esta es también la base de la dependencia de los sindicatos reformistas respecto al estado. (...) los sindicatos actualmente no pueden ser simplemente los órganos democráticos que eran en la época del capitalismo libre y ya no pueden ser políticamente neutrales, o sea limitarse a servir a las necesidades cotidianas de la clase obrera. Ya no pueden ser anarquistas, es decir que ya no pueden ignorar la influencia decisiva del estado en la vida del pueblo y de las clases. Ya no pueden ser reformistas, porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria y duradera. Los sindicatos de nuestro tiempo pueden servir como herramientas secundarias del capitalismo imperialista para la subordinación y adoctrinamiento de los obreros y para frenar la revolución, o bien convertirse, por el contrario, en las herramientas del movimiento revolucionario del proletariado.” (Los sindicatos en la era de la decadencia imperialista).
Por ello, no lucha hoy contra el régimen y el gobierno de Kirchner, aquel que no pone en el centro de su programa y de su combate la pelea por derrotar y tirar abajo a la burocracia sindical de la CGT y la CTA; por la total independencia de los sindicatos y organizaciones obreras en relación al estado patronal y sus instituciones; por la más amplia democracia obrera; en síntesis, por una dirección revolucionaria de los sindicatos sin los cual éstos seguirán siendo “herramientas secundarias del capitalismo imperialista para la subordinación y adoctrinamiento de los obreros y para frenar la revolución”.
Las corrientes de la izquierda reformista, incluidos los renegados del trotskismo, han abandonado el programa de la IV Internacional y se niegan a luchar por esto. Pero no sólo eso: son ellos mismos los que llevan una y otra vez a la clase obrera a someterse y subordinarse, en cada lucha, al estado patronal y sus instituciones: al ministerio de trabajo, a los jueces, a los Parlamentos y legislaturas, etc. Han renegado así de la lucha por la independencia de las organizaciones obreras del estado patronal: por el contrario, contribuyen a que los sindicatos sean herramientas secundarias del capitalismo imperialista para subordinar a los obreros, y para frenar la revolución. Porque son los que los someten “por izquierda”, a las instituciones de la burguesía.
El sistema capitalista en su fase imperialista, todo lo compra. Inclusive, al igual que lo hiciera el capitalismo en su época de ascenso comprando a los príncipes y los nobles, hoy, en la época de su decadencia, compra a las capas altas de la clase obrera y a la burocracia que de ella emerge, para corromper al movimiento obrero, dividir sus filas y sostener así su dominio. De allí el combate del trotskismo por la democracia obrera; por que todos los dirigentes y delegados de los sindicatos, después de estar un período como tales, vuelvan a trabajar a la máquina; por delegados revocables en cualquier momento por la base; por finanzas públicas de las organizaciones obreras con Comisiones fiscalizadoras rotativas votadas por la base.
La lucha por la democracia obrera en las organizaciones de lucha de las masas no es compatible con la sumisión a ningún partido o institución de la burguesía, porque allí están las bases de la corrupción y la degeneración de las organizaciones obreras.
Las tareas del momento:
hay que recuperar la unidad de las filas obreras, sobre la base de derrotar a los traidores de la burocracia sindical
Los hechos de San Vicente y la disputa entre los pistoleros rompehuelgas de Kirchner y la patronal esclavista:
un verdadero strip tease del régimen, el gobierno y el “Frente para la Victoria”
Mientras ejecutan este plan para resolver históricamente la crisis de las instituciones del estado y el régimen burgués, el pilar en el que se sostiene el kirchnerato es el pacto social con la burocracia sindical y la más extrema estatización de los sindicatos y las organizaciones obreras.
Porque es eso lo que garantiza el sometimiento y la esclavitud de la clase obrera, el hundimiento del salario y la pérdida de conquistas obreras con las paritarias del 19%; es decir, es lo que garantiza los 10.000 millones de dólares cash para pagarle la deuda al FMI, y la continuidad del ciclo de negocios con el que están haciendo enormes superganancias los monopolios imperialistas y la patronal nativa a ellos asociada, tanto la que milita en el ala de “centroizquierda” de este régimen del kirchnerato, como en el ala videlista.
Hoy, después de que las bandas de matones de dos fracciones distintas de la burocracia sindical –Moyano del sindicato de camioneros; y una fracción de la UOCRA dirigida por Medina, sirviente de Duhalde- se enfrentaran a palazos y tiros limpios el 17 de octubre pasado en San Vicente, Kirchner, Solá y todos los patrones se rasgan las vestiduras y ponen el grito en el cielo. ¡Hipócritas! Quieren ocultar que esos burócratas sindicales millonarios y esos matones son sus empleados a sueldo, a los que les pagan con miles de millones de dólares de las obras sociales y de las cuotas sindicales descontadas compulsivamente a los trabajadores, para que actúen como guardiacárceles de la clase obrera. Estos burócratas y sus matones que hoy se enfrentan por el control de esas suculentas cajas y al servicio de distintos políticos patronales que les garantizan sus privilegios, son los que todos los días garantizan en las fábricas la esclavitud obrera; “marcan” a los activistas y los hacen despedir; acallan con amenazas y palos toda voz disidente, y entregan las conquistas obreras. Son los que garantizan las superganancias suculentas que están haciendo los monopolios y los patrones a costa de la superexplotación de la clase obrera y los salarios de hambre, y que las exportaciones argentinas sean “competitivas” en el mercado mundial con la producción sacada en China con mano de obra esclava.
Hoy el gobierno y los patrones se hacen los “escandalizados” ante los “hechos de violencia” del 17 de octubre pasado, pero cuando sus perros guardianes de la burocracia sindical fueron sobrepasados en Las Heras por los trabajadores petroleros y contratados de la UOCRA en lucha, no les tembló la mano para mandar a la policía, la gendarmería y a la SIDE a ocupar la ciudad al mejor estilo videlista, a allanar casas, detener a los obreros y torturarlos, etc. Ninguno de ellos puso entonces el grito en el cielo, ni se escandalizó por esos “hechos de violencia”: todos aplaudieron contentos. ¡Hipócritas, mil veces hipócritas!
Lo que vimos en San Vicente entonces, fue una escaramuza entre dos perros guardianes que cuidan la casa del mismo amo –es decir, la propiedad privada de los capitalistas y sus ganancias-, y que se pelean por los favores de ese amo que es el que les da de comer. ¡Eso es la burocracia sindical!: perros guardianes al servicio de la patronal y pagados por ella. Por ello, la burocracia no tiene ideología: usa la que le conviene en cada momento para mejor someter a la clase obrera y servir a los patrones. Su única bandera es… “la platita, la platita”. Jamás la burocracia sindical actúa en forma independiente: siempre lo hace en función de los intereses de la fracción burguesa que les paga y de la que depende.
Como no podía ser de otra manera, este régimen y gobierno infames se han fortalecido para atacar a las masas sobre la base de cooptar al estado a las organizaciones obreras, y comprando y manteniendo –tal como lo demuestra el editorial del diario Clarín del 22 de octubre de 2006- a 50.000 burócratas pistoleros, pagados por el estado para oprimir a la clase obrera.
Hay que poner en pie una estrategia obrera independiente para triunfar
Es el momento de un inmediato reagrupamiento de las filas obreras: es necesario poner en pie un nuevo programa y una nueva dirección revolucionaria para coordinar y centralizar la resistencia obrera, y preparar el derrocamiento de los traidores de la burocracia sindical que “volvieron todos”, impusieron las paritarias del hambre y sometieron al movimiento obrero a la esclavitud.
De manos de la izquierda reformista, todas las organizaciones obreras combativas conquistadas por la clase, todas las heroicas luchas desde Las Heras hasta hoy, han quedado aisladas, descentralizadas, para que la patronal y su gobierno, de forma concentrada, las derroten una a una.
¡BASTA! La izquierda del régimen nos quiere hacer creer que el combate del Francés y de Jabón Federal hoy se resuelven con fallos judiciales y en el Ministerio de Trabajo de Tomada. Nos quieren hacer creer que de la mano de Moyano, del Pata Medina, la burocracia de Kirchner y el Frente para la Victoria se abrirá el camino al paro general para que aparezca Julio López.
¡BASTA! Hay que conquistar una estrategia obrera independiente. El reclamo y la demanda es una sola: ¡Aparición con vida de Julio López! ¡Abajo las paritarias miserables del 19%! ¡Trabajo digno para todos, con un salario mínimo igual a la canasta familiar! ¡Nacionalización ya, sin pago y bajo control obrero, de toda empresa que cierre, suspenda o despida! ¡Libertad inmediata a los luchadores de Las Heras! ¡Abajo la casta de jueces! ¡Tribunales obreros y populares para investigar, juzgar y castigar a los genocidas de ayer y represores de hoy! ¡Disolución de la policía, la gendarmería y la SIDE! ¡Comités de autodefensa obreros y populares contra los gángsters y pistoleros de la burocracia sindical, y contra los comandos videlistas!
Ayer en Jabón Federal, hoy en el Hospital Francés, en el combate por la aparición con vida de Julio López, en la lucha por la libertad de los presos de Las Heras y contra las paritarias del 19% -que volverán a imponerse el año próximo con un techo de aumento salarial de un miserable 14%, como ya se preanuncia-, hay y habrá mil y una oportunidades para poner en pie un Comité de lucha nacional que coordine a los que están peleando y centralice la resistencia.
La izquierda reformista se ha convertido en la “oposición a su majestad” la burocracia, en los sindicatos. La vanguardia obrera y juvenil deberá abrirse camino para desatar los nudos que le atan las manos y le impiden pelear: tiene que volver a tronar en las calles el ¡Abajo la burocracia sindical; que vuelvan a trabajar! ¡Abajo el descuento compulsivo de las cuotas sindicales! ¡Adelante con las asambleas de base para recuperar las Comisiones Internas y los cuerpos de delgados! ¡Fuera de las organizaciones obreras las manos del estado, de sus jueces, su ministerio de trabajo y sus conciliaciones obligatorias! ¡Abajo la burocracia piquetera, que les dejó libres las rutas y las calles al gobierno y sus instituciones, para que los secuestradores de López vuelvan a secuestrar como en los ’70, con total impunidad, mientras reparten limosnas y planes Trabajar dividiendo al movimiento de desocupados de la clase obrera ocupada, al igual que lo hace la burocracia sindical en cada fábrica, dividiendo a los efectivos de los contratados! ¡Por comités de desocupados y por comités de fábrica que vuelvan a soldar la unidad de las filas obreras, para coordinar a los que luchan, y para preparar el camino de la derrota de la burocracia sindical traidora, condición sin la cual nuestras luchas no podrán triunfar!
Se trata de poner en pie, entonces, una estrategia obrera independiente para triunfar, para centralizar la resistencia, para comenzar a darles su escarmiento en cada combate decisivo de los trabajadores a los traidores y pistoleros de la burocracia sindical. Para que sea la nueva generación de la clase obrera la que mande al basurero de la historia, como a un trasto viejo, este nuevo plan de reconciliación e impunidad de Kirchner y la patronal del frente exportador, como ya las generaciones anteriores y la actual mandaron allí a las leyes de Obediencia Debida y Punto final.
Es necesario un reagrupamiento revolucionario de la vanguardia obrera, que tome como demanda mínima, como punto de partida de su programa, la lucha por ¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!. O avanzamos en este camino, o pronto será demasiado tarde.
Mientras sigue desaparecido Julio López, y militantes de HIJOS son secuestrados y golpeados, ya ha comenzado el juicio a los luchadores de la Legislatura y están a punto de empezar los juicios contra los compañeros de Las Heras. La clase obrera, obligada como está a pelear de forma descentralizada, ha sufrido duras derrotas parciales. El gobierno y el frente exportador necesitan mantener su ciclo de negocios. Para ello, necesitan imponerle una derrota histórica a la clase obrera argentina. Lo que hemos visto hasta ahora, no es aún lo peor. Más temprano que tarde, irán por otras conquistas: por el Garrahan, por Subte, por Zanón, por Brukman, y por toda organización obrera y estudiantil que se haya atrevido a levantarse en defensa de sus conquistas. Este sistema capitalista tiene una única ley: la del látigo y el rigor contra los explotados. Ninguna de las conquistas podrá mantenerse en este sistema putrefacto y bajo sus gobiernos y regímenes, sin avanzar decisivamente en combatir contra la propiedad de los explotadores y contra su poder.
La izquierda del Foro Social Mundial que sostiene a Chávez y al represor de obreros Morales de Bolivia; la que está llamando en Brasil a votar por Lula; la que sostiene al régimen pinochetista y al gobierno de la “Bushelet” en Chile, quiere hacernos creer que hay patrones, jueces, ministros, generales, “buenos” y “democráticos”. Ellos quieren sacar del horizonte de los trabajadores que la lucha es por el poder, por la imposición de su propio gobierno sobre las ruinas del estado, el régimen y el gobierno de los explotadores.
Los trotskistas de Democracia Obrera estaremos a la cabeza del combate de la clase obrera por la defensa de las conquistas que hoy quieren arrancarnos, y de toda lucha que emprendan nuestros hermanos de clase por nuevas demandas. No dudamos en decirles a los trabajadores que aquí y allá, tendremos que tomar las conquistas parciales que en el combate, le arranquemos a la burguesía. Pero afirmamos que ninguna de ellas será duradera sin imponer el combate, todos los días, por la derrota del estado, el gobierno y el régimen de los explotadores, y por imponer el poder y el gobierno de los explotados.
Salvados por las direcciones traidoras, el estado y el régimen maloliente semicolonial argentino se sostienen sobre la base de que el 70% de la fuerza de trabajo gana menos de 250 dólares, con lo que ni siquiera se cubre un tercio de la canasta familiar, mientras que millones de esclavos desocupados y semi-ocupados entran y salen de la producción, trabajando en negro y bajo régimen de “cama caliente” en las empresas de los explotadores. La sed de ganancias de los capitalistas no tiene límites.
Compañeros: ¡Hay que parar este ataque! ¡Hay que desatarse las manos de la burocracia sindical y piquetera que no nos deja pelear! Hay que volver a cortar las rutas. Estos represores, secuestradores y asesinos de obreros necesitan el escarmiento de nuevos Mosconi y Cutral Có. Estos pistoleros de la burocracia sindical necesitan el escarmiento de una III Asamblea piquetera de trabajadores ocupados y desocupados para que sean expulsados de las organizaciones de lucha de las masas, para volver a conquistar la unidad de las filas obreras terminando con la división y dispersión que le impusieron a la clase obrera subordinándola a distintas fracciones de la burguesía.
El combate es clase contra clase: contra el kirchnerato; contra la reaccionaria Constitución de 1853/1994 que legitima a los gobiernos antiobreros y el salvataje de los genocidas. El combate es para que vuelva a resonar en las calles el grito de “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”, pero esta vez bajo la dirección de un partido revolucionario que impida que vuelvan todos, y que lleve a la clase obrera a imponer el único poder que puede liberar a la nación del yugo imperialista y del flagelo de la patronal esclavista: el poder obrero y popular basado en las organizaciones de autodeterminación y lucha de las masas. La lucha por una dirección obrera y revolucionaria de la clase obrera argentina, está puesta como moción en el combate diario de los explotados.•
Comité Redactor