En la conferencia de prensa de Alberto Fernández junto a Larreta y Kicillof, donde se anunció la extensión del decreto de “aislamiento social obligatorio” hasta el 7 de junio, también se establecieron medidas que dejaron en claro, por sí hacía falta, que este es un gobierno de los capitalistas y el FMI. Es que continúan los subsidios del Estado a la gran patronal, con la ATP y el IFE, mientras los capitalistas despiden y reducen salarios aumentando la tasa de explotación de quienes se ven obligados a trabajar en los “sectores esenciales” sin protección real al coronavirus.
La extensión de la cuarentena en manos de Fernández y sus expertos significa un reforzamiento del estado de sitio, aumentando la presencia de las fuerzas armadas que están preparadas para reprimir todo estallido por el hambre, como los que ya existen en Bolivia y Chile, con el verso de “cuidarnos”. El gobierno quiere tapar esta realidad con una bolsa más de fideos y con la promesa de que ya se se pagarán los 3 millones de subsidios que aún faltan. Una estafa, porque con el IFE el gobierno de Fernández no favorece a los millones de trabajadores que quedaron en la calle, ya que los 10 mil pesos que no llegaron para todos, no alcanza para comprar alimentos ni para una semana, decidiendo así quien come y quien no. El IFE en realidad subvenciona al conjunto de la patronal que despidió sin asco sin perder un solo centavo, y ahora cuenta con un enorme ejército industrial de reserva sin ningún costo, unos 9 millones de explotados a diez mil pesos por mes, a que serán puestos a trabajar híper-flexibilizados en maquiladoras cuando se abra la economía. La patronal no solo se ahorró el 50% de los salarios de los trabajadores que suspende con el ATP sino también las indemnizaciones de todos los obreros que despidió durante la pandemia. El Estado y Fernández garantizan que los capitalistas nunca pierdan asaltando la caja de los jubilados y los bolsillos de los trabajadores con el impuesto al salario y al consumo con el IVA.
Fernández está dejando tierra arrasada, está barriendo con todas las conquistas obreras y su salario, aumentando el mar de desocupados a favor del capital más concentrado, gracias a la burocracia sindical empresaria de la CGT y CTA que los avaló. Los capitalistas necesitan destruir fuerzas productivas para volver a producir y obtener ganancias después de jugar a la timba financiera y al endeudamiento donde nos robaron todo, y ahora quieren pasarse a cobrar lo que la fuerza de trabajo no ha producido con mayor explotación y esclavitud.
La vida de los obreros y el pueblo empobrecido no les importa, por eso dejan sin alimento y sin agua a barrios obreros enteros donde viven hacinados en habitaciones de 2x2, y ahora ante el elevado número de casos de coronavirus allí, los cercan cual guettos, como si fuesen campos de concentración para dejarlos morir en una “cuarentena comunitaria” para que el COVID-19 no se expanda más aún y obstruya a los millones que sigue produciendo en las grandes empresas subsidiadas por el Estado, que no gastó ni gastará un centavo en un sistema de salud ya vaciado. Fernández y los capitalistas son los responsables de los muertos por coronavirus y por otras dolencias evitables en los hospitales públicos.
A este régimen asesino no se lo combate con la reapertura del Congreso que tanto reclamara la izquierda parlamentaria, que sólo puede servir para encubrir al gobierno de los capitalistas y el estado de sitio cuyo sostén principal son las FFAA, que hoy están ubicados en los barrios obreros, algo que no sucede desde desde la dictadura videlista de 1976.
El FIT-U, en un desbarranque parlamentario ya no reconoce a la clase obrera que dice defender y así colabora con la estafa de Fernández. El PO en su prensa (24-05-2020) se refiere a los barrios obreros como los de la “villa 31” como “barrios carenciados”, un término propio de una ONG o de la Iglesia. El PTS, con un leguaje gramsciano propio de las cátedras progres de la UBA, habla de “barriadas” de los “sectores populares” (23-05-2020). Estos barrios ni son “populares” ni viven en ellos “carenciados”. Allí viven en condiciones de hambre, los trabajadores en “negro”, los obreros de la construcción, los de talleres esclavos, trabajadoras de limpieza que se quedaron en la calle.
Para la izquierda parlamentaria vale más la reapertura del Congreso burgués que coordinar a los que salen a pelear en duras luchas de resistencia para poner en pie un Congreso obrero que unifique a los trabajadores ocupados con los desocupados que están siendo cercados y llevados a la muerte en los barrios obreros.
A diferencia de Castillo del PTS que plantea que ante la “catástrofe que se avecina” la tarea para “combatirla” es “explicar pacientemente e intervenir de forma audaz” para irrigar ideas de izquierda que tomen las masas como el impuesto a las grandes fortunas en el Congreso (24-05-2020), para los revolucionarios la catástrofe ya está aquí y la tarea inmediata es unir a los que luchan para barrer a la burocracia sindical que entregó todas nuestras conquistas, para coordinar las fuerzas de los explotados contra este gobierno de los patrones, siguiendo la ruta del llamado internacional de los obreros de la General Motors de México para pelear unidos por sobre las fronteras contra los capitalistas que nos obligan a trabajar sin los recaudos mínimos. La ruta de lucha lo marcan los “chalecos negros” de Francia que proponen que el “miedo cambie de bando”. Un grito que ya hacen realidad los explotados de EEUU desde Minneapolis. Los capitalistas y sus gobiernos se merecen un día de furia por el pan y el trabajo, por justicia por nuestros mártires y por la libertad de los presos por luchar, por la expropiación de los expropiadores. Un día de furia internacional que abra el camino a la revolución proletaria, para que sean los trabajadores los que tomen la resolución de sus problemas en sus manos.
Nicolás Cramer
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Villa Azul
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