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CHILE La burocracia de la CUT, la dirección estudiantil colaboracionista y la izquierda reformista impidieron el triunfo de nuestro combate ¡Con estas direcciones no se puede pelear! Ante la magnífica situación revolucionaria abierta en 2011, las direcciones traidoras jugaron su rol para sostener al régimen cívico-militar, desde el PC hasta todos los sectores de la izquierda reformista como los anarquistas del FEL, todos los partidos miristas, populistas y de los renegados del trotskismo. En 2013 cuando coincidía la lucha de los portuarios, mineros, estudiantes, trabajadores de correo, forestales, estatales, etc., estas corrientes centralizaban sus fuerzas prometiendo un “2013 combativo como el 2011”. Pero esto no significó la puesta en pie de un Comité de Lucha Nacional con delegados de base de todos los sectores en lucha para ponerle fecha y hora a la Huelga General Revolucionaria con la cual hacer volar por los aires al régimen y echar abajo a su gobierno. Todo lo contrario. Le hicieron creer a los explotados -que pugnaban por coordinar su combate-, que su “unidad” radicaba en la unidad de los dirigentes de las organizaciones más combativas como SITECO, la Unión Portuaria, la CONFECH, la ACES, etc. Hablando en nombre de la “unidad obrero-estudiantil” estas corrientes imponían la “unidad de los dirigentes por arriba”, mientras mantuvieron la más cruel división de la base de los trabajadores, estudiantes y campesinos pobres que continuaban peleando. Absolutamente todas ellas abandonaron la lucha por la “educación gratuita”. Su objetivo fue impedir por todos los medios la unidad obrero-estudiantil, dividiendo a los estudiantes de sus padres, la clase obrera, cuando es ésta la única que puede garantizar la victoria, atacando ahí donde más le duele a los capitalistas: su bolsillo y su gran propiedad. El “2013 combativo” que pregonaban todas estas direcciones significó impedir por todos los medios la Huelga General Revolucionaria. Así le salvaron la vida al régimen cívico-militar y garantizaron que el imperialismo pueda imponer la trampa de un gobierno de colaboración de clases encabezado por la Bachelet, con el PC adentro, para terminar de expropiar nuestro combate revolucionario, mientras los ex dirigentes estudiantiles que traicionaron la lucha, como la Vallejos, Boric y Jackson ingresaban como diputados al Parlamento pinochetista. Es más, toda la burocracia sindical y la izquierda reformista garantizaron incluso que este gobierno debilísimo -que obtuvo menos de un 30% de los votos- pueda asumir fortalecido el poder, gracias a que dejaron aislada la heroica lucha de los portuarios de Mejillones de principios de 2014 que enfrentaba abiertamente al Código del Trabajo pinochetista, con su grito de “unidad de eventuales y contratados” marcaba el camino de cómo conquistar la unidad de las filas obreras y volvía a poner a la orden del día la Huelga General. Y así el gobierno, el régimen y el imperialismo pudieron concentrar sus fuerzas para derrotarlos y la Bachelet tuvo las manos libres para asumir el gobierno y comenzar a avanzar con la trampa de sus “reformas” contra las masas. Pero nuevamente una feroz resistencia se desarrolló a partir de 2014 contra este gobierno de la Bachelet. Mientras la burocracia rompehuelga de la CUT ganaba las calles en abierto apoyo a las “reformas”, las corrientes de la izquierda reformista continuaban con su pérfida política de negarse a unir a los sectores que continuaban peleando. Distintos sindicatos combativos del Transantiago llamaban a un paro nacional luego de la muerte del compañero Marco Cuadra, quien se inmolaba a lo bonzo llevado a una brutal desesperación por la patronal. Los secundarios volvían a la lucha en tomas aisladas. Los profesores de distintas comunas del país se rebelaban contra las leyes del gobierno. Más de 500.000 obreros a lo largo de todo el país protagonizaban huelgas, rompiendo con las leyes del Código del Trabajo pinochetista. Pero una vez más de la izquierda reformista se empecinaron a mantener esas fuerzas divididas, al no poner toda la influencia de las organizaciones obreras y estudiantiles combativas que ellos dirigen a disposición de centralizar a la vanguardia en lucha. La misma tragedia le hicieron pasar a las masas, esta vez en 2015 cuando una nueva ofensiva de los explotados comenzaba a ponerse de pie, enfrentando abiertamente a la farsa de las “reformas” de este gobierno y sus “mesas de diálogo” en el Parlamento corrupto. A mitad de año volvían a la lucha los profesores contra la “ley de proyecto docente” –y enfrentando de forma directa a la burocracia estalinista de Gajardo-, los portuarios, los mineros, los trabajadores del transporte, los obreros de la construcción, los pescadores artesanales, el movimiento estudiantil combativo. ¡Por enésima vez sobraban condiciones para forjar la unidad obrero-estudiantil para pelear por la “renacionalización sin pago y bajo control obrero del cobre” para financiar la educación gratuita y todas las demandas de los explotados contra las transnacionales mineras, el gobierno y el régimen! Pero frente a semejante escenario, las corrientes de la izquierda reformista se negaron una vez más a poner sus fuerzas al servicio de coordinar y centralizar a todos estos sectores que estaban peleando en un Comité de Lucha Nacional para imponer la Huelga General. Cada combate quedó dividido y aislado, y así los explotadores y su gobierno pudieron concentrar sus fuerzas sector por sector para derrotarlos, con la burocracia sindical y estudiantil colaboracionista llevando cada lucha a los pies de las “mesas de diálogo” en el Parlamento y en los Ministerios de la Bachelet. Los anarco-estalinistas del FEL, los castristas del MIR en todas sus variantes y toda la izquierda reformista no son más que una “nueva izquierda” estalinista, sirviente del régimen cívico-militar al cual sostienen y le han salvado la vida una y otra vez de las embestidas revolucionarias de las masas oprimidas. Todos ellos de palabra posan como “combativos”, “revolucionarios”, pero toda su “fraseología roja” es una cortina de humo de una izquierda estalinista -dirigida por los hermanos Castro- que ha quedado colgada a los faldones de este gobierno de colaboración de clases de la Bachelet, los golpistas de la DC y los “pacos de rojo” del PC, al que sostienen “críticamente”.
¡Hay que refundar el trotskismo chileno bajo las banderas de la IV Internacional de 1938! Los trotskistas de la FLTI estamos convencidos que si hay algo que no faltó en Chile fue predisposición a la lucha por parte del movimiento obrero y las masas explotadas que dejaron todo en el combate revolucionario. Hoy miles y miles de obreros y jóvenes avanzados se preguntan qué pasó, por qué después de pelear tanto, hoy no hemos conseguido nada y es más, estamos mucho peor que antes. Estas lecciones son un aporte de los trotskistas que las ponemos a disposición de la vanguardia obrera y juvenil que pelea por desatarse las manos del veneno de colaboración de clases que a cada paso le imponen las direcciones reformistas estalinistas para cerrarle el camino a la victoria. ¡Hay que refundar la IV Internacional bajo su programa de 1938 y así refundar al trotskismo chileno! ¡Por un Partido Obrero Internacionalista de combate, bajo las banderas de la IV Internacional!
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