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BRASIL - 13 de octubre de 2016
Polémica con el PTS-MRT ante su programa de Asamblea Constituyente en Brasil

El PTS-MRT: Detrás de la consigna de Asamblea Constituyente, un programa de sostenimiento directo de la democracia burguesa

Esta “nueva izquierda” de la de la democracia para ricos
que abandonó definitivamente la lucha por la revolución socialista
 

El PTS-MRT puso sus candidatos en San Pablo junto con la ex candidata de la burguesía y hoy candidata del PSOL: Erundina ver más

El MTR-PTS en Brasil…
Una célula de la llamada “Nueva Izquierda” internacional y su política de sostenimiento de los regímenes burgueses ver más

Buscamos aquí polemizar con la propuesta de asamblea constituyente definida por el MRT-PTS ante la crisis en las alturas, en el gobierno brasilero, regido por la reaccionaria constitución de 1988. A pesar de direccionar la discusión específicamente hacia el PTS-MRT y su consigna de Asamblea Constituyente, por sus principios y por su programa esta polémica acabará siendo contra todas las corrientes de la izquierda que se reivindican “socialistas” y que se limitaron a “luchar” por la democracia ante la crisis política en Brasil que llevó a la salida de Dilma y a la actual asunción del gobierno de Temer, totalmente ilegítimo, pero asentado férreamente en las instituciones que funcionaron como una orquesta bajo la tutela de Wall Street y de la Constitución de 1988 a la que todos se sometieron.
Lamentablemente, toda la izquierda defendió como programa ante las masas “directas ya”, “elecciones generales”, “elecciones generales con nuevas reglas” y “asambleas constituyentes”, al mismo tiempo que la gran mayoría proponía “frentes de izquierda” para impulsar este programa como “garantía de parar la ofensiva de la derecha”. De una manera u otra, su política no fue más que la de defender la democracia burguesa y sus instituciones, planteándole a los trabajadores y explotados que la tarea del momento era “luchar” por una democracia atentica, real. Para todas estas corrientes, las demandas de los trabajadores y explotados serán resueltas conquistando la democratización del capitalismo y del estado burgués, con el pueblo “realmente decidiendo”, por ejemplo, el salario de los políticos, el pago de la deuda externa, etc. Se convirtieron todos en incapaces de sobrepasar los límites de la democracia burguesa, a la que Lenin muy bien definía como “un paraíso para los ricos y una trampa y engaño para los explotados” (La revolución proletaria y el renegado Kautsky). Inclusive cuando definen que en Brasil hay un “golpe institucional”.

Siguiendo las directrices de Yanis Varoufakis, ex Ministro de Economía del gobierno Syriza en Grecia, y de toda la “nueva izquierda” mundial, e impulsándolo bajo el estandarte del FIT de Argentina, el MRT-PTS sugiere a los explotados y trabajadores del Brasil saqueado por el imperialismo y atado con triples cadenas a sus intereses, que una nueva constitución es justamente la que puede garantizar sus demandas. Así ocultan que justamente la causa de semejante catástrofe es justamente el capitalismo que avanza en una crisis histórica de más de 8 año y que nuevas catástrofes se anuncian con la quiebra del Deutsche Bank, la profundización de la crisis en China, el BrExit, etc.
El PTS-MRT según su propia experiencia con el FIT de Argentina, quiere hacer con que los trabajadores y los explotados crean que con leyes se puede parar al imperialismo y las transnacionales que saquean al país. Nada más falso. En los hechos, esta propuesta de Asamblea Constituyente del MRT, como una propuesta de poder que puede resolver los problemas de los explotados no es otra cosa que luchar por una “democracia radical”; una “democracia auténtica y real”, lo que constituye un rodeo, una trampa para terminar sometiendo a la clase obrera a la burguesía y su campo “democrático” o “progresista”. Una verdadera traición al proletariado.

 

La izquierda “democratizante” a 180º grados de los intereses del proletariado

Ante la situación planteada por la recesión económica y el impeachment, el MRT-PTS defiendeque un plan de lucha serio encabezado por las centrales [sindicales] contra los ataques es la base para imponer, a través de la movilización, una nueva Asamblea Constituyente, desde una perspectiva anticapitalista, que cuestione todo el podrido Régimen de 1988 y que comience a combatir los privilegios y la corrupción, imponiendo el fin de la deuda pública y que todo juez y alto político sea electo y revocable y que reciban el mismo salario de una profesora. Una constituyente que coloque en discusión los grandes problemas de la población trabajadora, preparando las condiciones de su derrota y sustitución por un gobierno de los trabajadores en su aspecto anticapitalista y antiburgués.” (Elecciones: Fragmentación de los partidos del orden y la censura a la izquierda, André Augusto, San Pablo, viernes 23 de septiembre – negritas nuestras).

Es preciso decir, antes de nada, que esta nota fue escrita 6 días antes de la paralización nacional de más de 2 millones de metalúrgicos que sucedió el día 29-09, que movilizó al sector más importante del proletariado no solo brasilero sino latinoamericano. Esta paralización nacional del sector más importante del proletariado brasilero, entraría – porque no se encuentra nada sobre esto en la nota – en la política del MRT apenas como una “base para imponer” una nueva asamblea constituyente.

Llama la atención la adaptación de esta corriente – que se dice “socialista” – a la democracia burguesa y al Estado. Es que si consideramos y somos consecuentes con la posición que levantan esta gente, eso significaría que deberíamos poner todas nuestras fuerzas y disposición de lucha contra los ataques a nuestros derechos, los millones de despidos y los recortes de los presupuestos de miles de millones de dólares, presionando para que el régimen brasilero – el mismo que según el propio MRT aplico un golpe parlamentar-judicial contra Dilma – llame una constituyente. Y que, conquistando una Asamblea Libre y Soberana, es decir, con democracia “auténtica” y “real”, tendríamos las condiciones para conquistar un gobierno de los trabajadores “anticapitalista” y “antiburgués”.

Esto es un escándalo antimarxista, una ruptura con abierta con el Programa de Transición y el marxismo revolucionario. Lo que esta gente plantea es que luchando por instituciones democráticas y tomándolas, podemos conseguir nuestras demandas y conquistar un gobierno de los trabajadores. A esta falsificación le opondremos una cita del Programa de Transición que plantea: “La consigna de la Asamblea Nacional (o Constituyente) conserva todo su valor en países como la China o la India. Es necesario ante todo armar a los obreros de este programa democrático. Sólo ellos pueden levantar y unir a los campesinos. Sobre la base del programa democrático revolucionario es necesario oponer los obreros a la burguesía "nacional". A una cierta etapa de la movilización de las masas bajo las consignas de la democracia revolucionaria, los soviets pueden y deben surgir. Su rol histórico en cada período dado, en particular su relación con la Asamblea Nacional, está determinado por el nivel político del proletariado, por la ligazón entre éste y la clase campesina, por el carácter de la política del proletariado. Tarde o temprano los soviets deben derribar a la democracia burguesa. Sólo ellos son capaces de llevar hasta el final la revolución democrática y abrir así la etapa de la revolución socialista.” (Programa de Transición, La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional, 1938 negritas nuestras)

Así, sin desconsiderar todo el valor que poder tener una Asamblea Constituyente, como las consignas democráticas en general, los marxistas revolucionarios, no pierden de vista jamás que la planteamos de modo a conquistar la unidad de obreros y campesinos oponiéndoselos a la burguesía “nacional”, agitando las consignas democrático revolucionarias de modo a que los obreros y campesinos pongan de pie sus organismos de autodeterminación, en vistas de conquistar los soviets, puesto que solo ellos son capaces de llevar hasta el final las tareas democráticas, cuestión que sólo se podrán conquistar si se avanza por el camino de la revolución socialistas, derribando la democracia burguesa y el Estado burgués.

Las consignas democráticas entonces, tienen su importancia en permitir, en determinadas circunstancias, el desembocar de la lucha revolucionaria, pero en este proceso la lucha de los revolucionarios no se determina por la lucha por derechos “constitucionales”, “democráticos” sino en demostrar ante las masas que no es más que mera ilusión su obtención por la vía del reformismo; en explicar que el poder no se obtiene por las formas democráticas del voto, sino por medio de la propiedad, del monopolio del conocimiento y del armamento. Desenmascarando en ese camino a los reformistas que se esfuerzan en subordinar a las masas al legalismo burgués.
En ese camino [el de la conquista de la dictadura del proletariado] las demandas democráticas, como una Asamblea Constituyente, no tiene sino más que un carácter secundario, provisorio, pasajero y episódico rumbo a la conquista del poder con las armas en la mano. Jamás – eso si no se quiere “hacer el juego” de la burguesía – pueden ser planteadas ate las masas como una consigna de poder que pueda garantizar las demandas de los explotados.

Para el MRT-PTS, que rompió con el trotskismo y se hizo gramsciano adoptando su “tesis” de poder contrahegemónico es todo lo contrario. Para ellos al expandir la democracia dentro del estado burgués y del capitalismo y tomando las instituciones burguesas, se preparan las condiciones para un gobierno de los trabajadores, que dé la lucha por expandir la democracia, que se pueden “discutir los grandes problemas” de los trabajadores y resolverlos substituyendo al gobierno por uno de los trabajadores.

 Y ahí está la trampa: el MRT propone una Asamblea Constituyente como un poder en sí mismo que puede garantizar un gobierno de los trabajadores.
En otras palabras, la propuesta de “Asamblea Constituyente” como una consigna de poder así planteada, significa llamar a los trabajadores y explotados a luchar por más democracia para conquistar sus intereses e inclusive que es posible establecer un gobierno de los trabajadores a través del voto en las elecciones burguesas. Así no hacen más que demostrarse como enemigos acérrimos de los soviets.

Así, tratan de ocultar de un lado, que el problema central del brutal ataque que la burguesía impone sobre los explotados es la bancarrota capitalista y que las transnacionales y sus socios menores de la burguesía nativa tiran sobre las espaldas de los explotados. Y que la reacción de la burguesía, que saca con la mano derecha mil veces lo que dio con la izquierda, está íntimamente ligada a este hecho, que, no por capricho de la “derecha”, sino por la bancarrota del capitalismo que lleva a la burguesía a impulsar una política de ajuste y ataque a los derechos históricos de los trabajadores. Y del otro, que un gobierno de los trabajadores solo puede ganar vida sobre los escombros de la vieja sociedad y del Estado burgués como un episodio de la revolución internacional y mundial. No se puede ni soñar en hacer un gobierno de los trabajadores basado en las instituciones burguesas.

Porque nosotros, marxistas revolucionarios, solo podemos entender un gobierno de los trabajadores, “anticapitalista” y “antiburgués”, como un “Gobierno Obrero y Campesino” asentado en sus organizaciones autoorganizadas y armadas, es decir un gobierno de basado en la dictadura del proletariado, fruto de la revolución socialista triunfante.

Por el contrario, una Asamblea Constituyente no es más que un órgano burgués legislativo, de democracia burguesa extrema, pero que por su carácter de clase no puede garantizar ningún interés de los trabajadores.
Lo escandaloso de su posición es que abre mano de la lucha revolucionaria para derrocar a la burguesía, y oculta de los trabajadores y explotados la necesidad de la creación de las instituciones de autodeterminación y democracia directa del proletariado, defendiendo una lucha por expandir la democracia dentro del estado burgués.
Levantar como tarea para los trabajadores y explotados la necesidad de usar sus luchas para impulsar una Asamblea Constituyente, no es menos que salvar a la burguesía de conjunto, puesto que, ¿qué garantías se puede dar de que una “Asamblea Constituyente anticapitalista” pueda garantizar lo que fue votado? Se puede decir sin lugar a dudas que la propuesta del MRT es de una “revolución democrática”, a través del voto.
Porque, ¿se pueden garantizar los intereses de los trabajadores y explotados sin la expropiación de los bancos, las grandes fábricas de las transnacionales, los latifundios y los recursos naturales? ¿Se puede garantizar la independencia nacional y la más mínima democracia sin romper con el imperialismo imponiendo el monopolio del comercio exterior? Es decir, ¿se puede soñar en garantizar el interés del conjunto de los explotados ante la mayor crisis capitalista desde 1929 sin luchar por la revolución socialista? ¿E se puede luchar por la revolución socialista si los trabajadores no están auto organizados, si sus organismos no están coordinarlo a nivel regional, estadual, y nacional? ¿Sin que se pongan de pie las milicias obreras para garantizar su propia defensa, de sus organizaciones e intereses?

Para el MRT-PTS sí. Con los votos en una Asamblea Constituyente y expandiendo la democracia. Esto es una falacia antimarxista. El MRT-PTS haciéndose gramcsiano abre mano de la lucha por la revolución socialista, es más esa palabra no aparece en la nota ni en sus declaraciones. Orientados por el stalinismo revestido de Gramsci y su defensa de la “contra hegemonía”, que determina que hay que tomar las instituciones burguesas por dentro y cambiar su carácter de clase (¡y esta gente invoca a Trotsky para hacerlo converger con el stalinismo en su versión gramsciana!).

 

A contramano de los hechos

Contra estas corrientes acérrimas defensoras de la democracia, respondemos con la experiencia de las revoluciones de Egipto, Túnez, Libia, Siria que reafirmaron que las luchas de los explotados en la época imperialista sólo pueden triunfar como revolución socialista, con el proletariado imponiendo su dictadura basada en los consejos obreros, en el armamento de las masas y en la alianza con las camadas empobrecidas del campo y de la ciudad, tomando el poder, resolviendo inclusive las tareas democráticas y combinándolas con las tareas socialistas de expropiación de los expropiadores. Sólo con el poder en las manos de los trabajadores y los explotados puede resistirse a la brutal ofensiva de la burguesía y el imperialismo, y garantizar los intereses del conjunto de los explotados.

 

Es que no se puede garantizar trabajo, salario, tierra y una vida digna sin atacar la propiedad de la burguesía, sin atacar los intereses y las propiedades, con las que un puñado de parásitos (el 1% de la sociedad) desde las transnacionales y el imperialismo controlan el 50% de las riquezas mundiales; ¿se puede creer que la burguesía entregará sus intereses y su propiedad sin una reacción violenta para defenderlos?

En sus “Tesis sobre la Asamblea Constituyente” Lenin defiende: “Todo intento, directo o indirecto, de platear el problema de la Asamblea Constituyente desde el punto de vista jurídico formal, en el marco de la democracia burguesa ordinaria, sn tener en cuenta la lucha de clases y la guerra civil, es traicionar la causa del proletariado y adoptar el punto de vista de la burguesía”.

Exactamente lo que hace el MRT-PTS, no es menos que “traicionar la causa del proletariado y adoptar el punto de vista de la burguesía” llamando a la clase obrera a luchar por más derechos y por “democracia” con votos cuando la única lucha justa, en momentos que la clase dominante discute qué poder y qué gobierno puede garantizar el ataque que precisan lanzar para salir de la crisis, e inclusive la única lucha que puede garantizar la democracia, es la lucha por un gobierno obrero y campesino, imponiendo la dictadura del proletariado, fruto de la insurrección triunfante.
 
En Brasil la recesión económica, los altos niveles de desempleo, el bajísimo nivel de legitimación del gobierno Temer son elementos de una situación revolucionaria objetiva que para que se desarrolle carece de una lucha política del proletariado y de sus direcciones indicándole una salida por fuera del sometimiento a las instituciones burguesas y del capitalismo. Esta es la causa de la verdadera catástrofe que nos amenaza y que determina que la revolución socialista es la única forma de combatirla.
En este sentido la política de los revolucionarios se orienta, no en democratizar el capitalismo en bancarrota, en luchar por una “democracia real”, sino en profundizar la crisis política llamando a los trabajadores y explotados a poner de pie sus organismos de autodeterminación para luchar contra el ataque que imponen los capitalistas. Debe estar orientado en llamar a poner de pie organismos independientes de la burguesía donde las masas puedan expresar su voluntad, centralizar su combate y conquistar sus demandas con el poder de las armas en sus manos. Como son los piquetes, comités de fábricas y las milicias obreras.

Hay un punto que no puede dejarse de lado, estos luchadores de la democracia, que hablan de democratizar las instituciones burguesas, no plantean ninguna lucha seria contra la burocracia en los sindicatos, contra el control estatal de los sindicatos que con sus con los pistoleros de la burocracia aplacando a la clase obrera, imponen las negociaciones, y mantienen la tutela del estado y del Ministerio de Trabajo de los sindicatos. Es de hecho bastante esclarecedor que su defensa por democratizar las instituciones del Estado burgués se calle ante el control de los sindicatos y de su restricción a menos de 10% de los trabajadores. Es que, no plantean ninguna posición y tarea para conquistar la liberación de los obreros de la dictadura de los burócratas sindicales y de su dirección de la aristocracia obrera, y la tutela del Estado y así, no pelean por la democracia obrera y la incorporación del 90% de la clase obrera que no está sindicalizada a los sindicatos.

Como decía Trotsky: “El capitalismo no solo no puede dar a los trabajadores nuevas reformas sociales, ni siquiera pequeñas limosnas: se ve obligado a quitarle las que les dio antes. […] Lo que provoca la política de expoliación y ahogo de las masas no son los caprichos de la reacción, sino la descomposición del sistema capitalista.” (¿A dónde va Francia?)
El decreto de Hollande aplicando la Ley Khomri a pesar y en contra de las movilizaciones masivas y huelgas, en el país donde nació la democracia burguesa; como también la trampa del plebiscito de Syriza en Grecia que toda la izquierda sostuvo como “expresión de la lucha de los explotados” y que mismo venciendo el “No” fue aplicado lo que determinó la Troika; así como la sanguinaria contrarrevolución en todo el Magreb y Medio Oriente son la muestra más cruda de esta afirmación.

 

La vida dio su veredicto

En 2011 ante el levantamiento revolucionario del Magreb y Medio Oriente, estas mismas corrientes, MRT-PTS, PSTU y PSOL, defensoras acérrimas de la democracia, defendían ante los trabajadores y explotado que con asambleas constituyentes y elecciones conquistarían sus demandas, y lo que vino después no fue más democracia, sino la más cruda reacción de los sables de los generales, la prisión de decenas de miles y el genocidio de centenares de miles como pudimos ver en Egipto, Túnez, Siria. Es que como nos enseñó el marxismo revolucionario no se puede defender la democracia sino con los métodos de la revolución proletaria.

Contra ellos, así como en 2011, reafirmamos que solo un gobierno provisorio revolucionario de obreros y de las masas explotadas del campo y de la ciudad, basados en sus milicias, podrá representar a la amplia mayoría del Brasil sometido y saqueado por el imperialismo, y lo único que podrá, inclusive garantizar una asamblea constituyente libre y soberana que exprese los intereses de los explotados del país; que sólo el proletariado acaudillando a la nación oprimida arrastrando tras de sí a los oprimidos del campo y la ciudad, imponiendo con los métodos y el programa de la revolución socialista su dictadura, puede garantizar una república realmente democrática, un millón de veces superior a la más democrática de las repúblicas burgueses, llevando hasta el final las tareas democráticas inconclusas y la ruptura con el imperialismo para garantizar la independencia nacional.

Para llevar estas tareas a cabo es necesario poner de pie un partido revolucionario internacionalista que ayude al proletariado a superar a sus direcciones y su política de conciliación de clases, que en nombre de su lucha trata de desorganizar y destruir lo que los trabajadores y explotados construyen en su lucha.
Para llevar esas tareas adelante hay que refundar al trotskismo en Brasil, como parte de un solo nervio sensible desde Alaska hasta la Patagonia, sobre los escombros de las direcciones traidoras del proletariado y bajo las lecciones teóricas y el programa de la IV Internacional de 1938, a la que hay que refundar.

Brasil será socialista o será una colonia de Wall Street

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