OBREROS DE NAMIBIA, BOTSWANA, ZIMBABWE Y SUDÁFRICA SON TODOS EXPLOTADOS COMO ESCLAVOS
EN LAS MINAS DE MARIKANA DE LA LONMIN Y ANGLO AMERICAN
¡VIVA LA UNIDAD INTERNACIONAL DE LOS OBREROS DE COLOR DE TODA ÁFRICA DEL SUR!
Es un honor y alegría para nosotros, obreros revolucionarios de Zimbabwe, poder estar aquí, no sólo para acompañar esta jornada de lucha de apoyo a los 34 mineros asesinados de Marikana, sino para organizar una lucha común de toda la clase obrera de África del sur junto a los explotados que combaten en todo el mundo contra el imperialismo.
Hemos visto en Sudáfrica y sobre todo en EEUU y Europa que se están ganando las calles en apoyo a nuestros hermanos de Gaza. El día que logremos que los obreros de EEUU, de Inglaterra y de toda Europa combatamos juntos contra la Angloamerican y las transnacionales que nos hambrean a todos por igual, el camino a la victoria estará próximo. Esa es la lucha que estamos dando desde el Colectivo por la Refundación de la IV Internacional (FLTI).
En Sudáfrica decenas de miles de trabajadores de Zimbabwe y sus mujeres, como inmigrantes, realizan durísimos trabajos en las minas, en las empresas… y somos tan brutalmente explotados como los obreros sudafricanos, de Namibia, etc. por el mismo patrón: el imperialismo.
En la huelga de los mineros de Marikana
ha quedado claro que las transnacionales imperialistas traen obreros esclavos de
todos los países de África del sur, de Namibia, Botswana, Zimbabwe, Sudáfrica. En esta enorme lucha se unieron todos los esclavos para enfrentar a sus enemigos: las transnacionales, las burguesías nativas lacayas del imperialismo y a las burocracias sindicales stalinistas de carneros y rompehuelgas, que sostienen a los sindicatos de Sudáfrica y a todos los gobiernos antiobreros del continente.
En África del sur, una sola clase se puso de pie para combatir al imperialismo. Los colonizadores dibujaron las fronteras nacionales. Pero, del centro al sur de África existe una sola nación: la de los obreros esclavos llevados a trabajar, como siempre, a las transnacionales, a los campos de los blancos, y a las casas de los capitalistas. Es la nación Bantu la que se pone de pie y la que debe ser librada
de la opresión imperialista.
Su avanzada son los obreros afroamericanos en EEUU, los inmigrantes esclavos en la Europa imperialista. Somos los revolucionarios internacionalistas. Estamos orgullosos de pertenecer a esta clase obrera de color, que fue y será la avanzada de la lucha por la unidad internacional
de la clase obrera asiática, latinoamericana, y de las potencias imperialistas.
Traemos también aquí, a Marikana, el saludo de todos los obreros revolucionarios internacionalistas de la FLTI, de los compañeros de Las Heras condenados a perpetua por las petroleras imperialistas en Argentina, de los compañeros que hoy luchan en Palestina y todo Medio Oriente, y de nuestros hermanos de las milicias rebeldes del norte de África. Con ellos, tenemos el objetivo de unir en una sola lucha revolucionaria el norte y el sur de África para combatir al imperialismo, que nos trae la barbarie, la explotación y el despojo de los pueblos oprimidos.
Luchamos por terminar con la policía asesina que masacró a los mineros de Marikana, que está tutelada por las centenares y centenares de bases militares con las que los imperialismos europeos de Inglaterra y Francia preparan y organizan golpes y acciones contrarrevolucionarias y masacres en masa en todo nuestro continente.
Este 16 de agosto es un día de homenaje y lucha por nuestros compañeros caídos en la huelga minera de Marikana hace un año. Ellos deben ser bandera de lucha contra el imperialismo de toda la clase obrera mundial.
¿Qué pasaba hace dos años?
Miles de mineros entraban a la lucha y a la huelga contra las empresas chupasangres y los dirigentes que entregaban su combate a cada paso.
Los mineros que primero fueron a la huelga eran operarios de perforación de rocas, responsables de operar los taladros que perforarían la piedra antes de ser limpiada y volada con explosivos para extraer el platino de adentro. El trabajo requiere concentración extrema y los obreros normalmente están en riesgo de sufrir heridas de rocas que caigan sobre ellos.
A pesar de todo esto, se les paga alrededor de 4000 rands por mes y se los hace trabajar turnos largos. Pudimos hablar en profundidad con muchísimos obreros luchadores de la huelga. Uno de ellos nos contaba que “De acuerdo con la ley debemos trabajar 8 horas, pero normalmente no trabajábamos 8 horas. Trabajábamos 12 y hasta 13 horas”.
Muchos compañeros aducen que se ha probado que las condiciones de trabajo son peligrosas. “Trabajamos bajo mucha presión de nuestros patrones porque quieren la producción, y también hay intimidación. Ellos quieren que tú hagas cosas que son sub-estándar y si no quieres hacerlas o seguir las reglas… te dicen que te van a despedir o a golpear” afirma otro obrero minero.
La raza también juega un rol en la historia. Un minero atestigua: “un blanco aquí en la mina recibe una mejor paga que un negro, y es más probable que se los elija para un ascenso, y eso nos oprime a nosotros los negros aún más”. Fueron condiciones como éstas –dicen los mineros- que los llevaron a la huelga en primer lugar, exigiendo un aumento de salarios a 12.500 rands por mes.
Uno de los compañeros que encabezó la lucha hace un año nos dice: “así fue que el 11 de agosto un grupo de nosotros, mineros huelguistas, fuimos a hablar con Lonmin sobre las quejas. Decidimos no consultar al sindicato reconocido oficialmente por Lonmin, el Sindicato Nacional de Mineros (NUM) ya que ese sindicato ya no representaba nuestras necesidades. En vez de ello, nosotros (los mineros) fuimos a las oficinas de Lonmin cantando y agitando consignas mientras íbamos hacia allí. No estábamos armados en ese momento, ‘ni siquiera con armas tradicionales’. Pero una pseudocomisión que investigó los acontecimientos dice que algunos de nosotros del piquete habríamos llevado armas tradicionales cuando llegamos a las oficinas. Eso es una falsedad absoluta.
No sucedió ningún incidente violento. En las oficinas de Lonmin se nos dijo que debíamos hablar mediante nuestro sindicato y por lo tanto fuimos a las oficinas del NUM. Cuando llegamos, afirmamos, el personal de seguridad que estaba afuera de las oficinas abrió fuego asesinando a dos manifestantes. Los pistoleros de la burocracia paga de la empresa baleaba a los luchadores.”
Unos pocos días después, hace un año, un día como hoy 16 de agosto, los obreros volvieron llevando consigo lanzas y cuchillos tradicionales, que es parte de una “tradición” y un “hábito” de cómo se lucha aquí, que no necesariamente significa armarse agresivamente para la batalla.
La policía afirmaba, sin embargo, que “los manifestantes estaban armados”. Los manifestantes tomaron la ladera de una montaña cerca de la mina y estaban esperando allí cuando llegaron las fuerzas policiales en vehículos armados.
Un compañero nos cuenta: “Nos cercaron con alambre de púa. Sentimos que habíamos sido encerrados como animales. Cuando algunos de nosotros intentamos irnos a través de una brecha en el alambre, la policía armada comenzó a disparar a los hombres, tanto desde el suelo como desde helicópteros sobrevolando nuestras cabezas.”
“No hubo disparos de advertencia, y pocas balas de goma fueron usadas. En vez de ello, la policía disparó a matar”, afirman muchísimos compañeros que estuvieron presentes. Otros nos cuentan cómo se usaron gases lacrimógenos y vehículos blindados y, en el caos resultante, muchos protestantes fueron aplastados bajo los Vehículos Patrulleros Nyala de la policía.
Treinta y cuatro mineros fueron asesinados ese día y 78 fueron heridos. Diez personas más murieron en días posteriores, incluyendo dos oficiales de policía.
La violencia proviene de una disputa entre los sindicatos mineros. El NUM tenía derechos oficiales de negociación con Lonmin, pero muchos trabajadores fueron con la Asociación de Mineros y Sindicato de la Construcción (AMCU) para expresar sus demandas. Sin embargo, la masacre afectó a aquellos alineados tanto con el NUM como con el AMCU casi por igual. 11 de los muertos eran miembros del NUM y 17 del AMCU. El resto no estaban afiliados a ningún sindicato. Esto sugiere que, mientras que hubo una pelea interna entre los dirigentes sindicales, los manifestantes estaban unidos en su causa.
La policía enviada a lidiar con la huelga eran unidades especiales paramilitares entrenadas para tratar con situaciones de robos altamente violentos, no control de multitudes. Al final, la empresa acordó un 22% de aumento de salario para los operarios de perforación de rocas que estaban protestando, aunque sólo luego de que las huelgas continuaron con piquetes durante varios días después de la masacre.
Sobre las condiciones inhumanas y de esclavitud abierta en la que se encuentran todos los mineros de África del sur y de Marikana en particular, nos cuenta un compañero: “las condiciones de vida son terribles. Las empresas mineras no invierten en las comunidades y la gente de Marikana vive en “shacks” (chozas) sin agua ni sistema de drenaje.
Tenemos que cavar pozos para los baños y no hay electricidad. La gente está muriendo casi todos los días debido a que es el lugar donde se puede encontrar exposición a un ambiente peligroso para la salud y al HIV.”
Pero el nivel de intimidación es muy alto. La burocracia de los sindicatos sigue montando provocaciones, pero la base pugna por lograr su unidad.
Liga Obrera Internacional (WIL) de Zimbabwe-FLTI