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Publicamos este número de “El Organizador Obrero Internacional”, vocero de la Fracción Leninista Trotskista (FLT), cuando viene de terminar el 2° Congreso de la FLT -cuyas resoluciones publicamos en página 23- en momentos en que se aceleran, en la situación mundial, las consecuencias del giro implementado por el estado mayor de los monopolios imperialistas yanquis en su política internacional.
Ese estado mayor de los monopolios y sus voceros actuales -James Baker, Bush padre y la comisión de notables “Republicratas” (republicanos y demócratas) que forman el “grupo de opinión” y que acaban de poner a uno de sus integrantes en el ministerio de defensa estadounidense-, sacó la conclusión de que el empantamiento de las tropas yanquis por la heroica resistencia de las masas iraquíes y su tendencia confluir con el despertar de la clase obrera norteamericana, a lo que se sumó la derrota a manos de las masas del ejército de su gendarme sionista en el sur del Líbano, ya habían provocado una aguda crisis en el gobierno de Bush, y amenazaban con desatar un escenario similar al de Vietnam. Es decir, que una derrota de las tropas yanquis en Irak, significara el inicio de la revolución en esa nación y en Medio Oriente, y sobre todo que el regreso “a casa” de tropas imperialistas humilladas terminara por provocar un ascenso revolucionario de las masas al interior mismo de los Estados Unidos.
Por eso, el estado mayor imperialista decidió que los objetivos de su contraofensiva –expresada en la “guerra contra el terror” y contra el “eje del mal”- habían fracasado por el límite puesto por la resistencia iraquí, y que había preparar las condiciones que permitieran una salida ordena de sus tropas del pantano iraquí. Esta política no excluye, sino que presupone el envío inmediato de nuevos contingentes militares a la zona de combate y nuevas y superiores masacres contra los trabajadores y explotados iraquíes. Incluye pactos y acuerdos con las burguesías nativas de Medio Oriente, como las de Siria e Irán, para que juntos empujen a las masas iraquíes a una guerra civil fratricida entre explotados –subordinados a las respectivas fracciones de la burguesía chiíta y sunnita-, y de esta manera aislar y estrangular a la heroica resistencia y terminar por aplastarla. De la implementación de este nuevo plan imperialista, que ya ha comenzado con la ejecución de Saddam y dos de sus colaboradores, y con el envío a Irak de más de 20.000 marines yanquis más, damos cuenta en la declaración de la FLT que el lector encontrará en la contratapa de este número de “El Organizador Obrero Internacional”.
Es por esa razón que, mientras mandan nuevas tropas a Irak, y mientras el imperialismo yanqui con bombardeos y junto al ejército etíope, golpean a las masas explotadas de Somalía, desde la ONU, desde las comisiones de parlamentarios “Republicratas”, desde la Organización Mundial de Comercio, hoy los imperialistas yanquis discuten, negocian y pactan como el antiguo “eje del mal”, es decir, con Irán, con Siria, con Hizbollah en el Líbano; con la antigua burocracia stalinista de Corea del Norte para terminar de consumar la restauración capitalista en esa nación, etc. Por ello el estado sionista-fascista de Israel pone por primera vez un ministro musulmán en el gobierno, al mismo tiempo que a través de la burguesía egipcia arma hasta los dientes a Al Fatah para empujar a una guerra civil fratricida al pueblo palestino, ante el hecho de que Hamas ha demostrado que no logra convencer a las masas de aceptar al estado de Israel.
Pero para imponer este nuevo plan, era necesario expropiar el despertar y la lucha antiimperialista de la clase obrera norteamericana. Porque la burguesía imperialista sabe muy bien que la lucha por la liberación de los países coloniales y semicoloniales se define en la lucha y la movilización de los proletariados de los países imperialistas, como lo demostró Vietnam y también la revolución portuguesa en 1974 que comenzó cuando las tropas del ejército imperialista de ese país volvieron derrotadas de Angola y Guinea Bissau.
Los encargados de ello fueron los carniceros imperialistas del Partido Demócrata, con la colaboración abierta de las direcciones traidoras del Foro Social Mundial –incluidos los renegados del trotskismo- que llevaron al proletariado norteamericano a sus pies, diciéndoles que se podía “derrotar” al “fascista” Bush votando a los imperialistas “democráticos” del Partido Demócrata.
En las elecciones de medio término el pasado 7 de noviembre en los Estados Unidos, se impuso esta fría y calculada política, y se consumó la expropiación de la lucha de la clase obrera estadounidense contra su propio imperialismo, en apoyo a las masas iraquíes a los pueblos del mundo avasallados por su propia burguesía imperialista, y por sus propias demandas en momentos en que, bajo el chantaje de la relocalización de las empresas yanquis en países como China, India, Indonesia, etc, está sufriendo un feroz ataque a su nivel de vida, sus conquistas, sus salarios y su nivel de ocupación.
Por eso, como damos cuenta en el artículo de página 7 de este número de “El Organizador...” , el triunfo electoral del Partido Demócrata no fue de ninguna manera un “triunfo” para las masas del mundo, como quieren hacerles creer los reformistas de todo tipo. Por el contrario, fue la imposición de una “oleada pacifista” que significó una victoria de la burguesía imperialista, puesto que fortaleció a su régimen para sostener al gobierno aún en crisis de Bush, y expropió la lucha de la clase obrera norteamericana sometiéndola al Partido Demócrata. Hoy, todas las direcciones reformistas del proletariado norteamericano lo llevan a una política de presión sobre esa cueva de bandidos imperialistas que es el parlamento de los “Republicratas”.
Esta política de colaboración de clases y expropiación de la lucha de las masas, tiene su expresión en la Europa imperialista en la constitución o la preparación, de gobiernos de frente popular preventivo, como el de Prodi y la “Unione” en Italia, y como se preparan a hacerlo en Francia con el casi seguro triunfo de Segolene Royal del Partido Socialista en las próximas elecciones presidenciales en Francia. Serán estos gobiernos los encargados de aplicar los peores planes de ataque contra las conquistas y el nivel de sus respectivos proletariados, esos planes que no pudieron pasar Berlusconi en Italia, ni Chirac en Francia. Para no quedar fuera de la competencia de rapiña interimperialista, necesitan llevar a sus propias clases obreras al nivel de explotación y miseria que el imperialismo yanqui ya le ha impuesto al proletariado norteamericano. Tienen que asegurarse la explotación definitiva y sin discusiones de la mano de obra calificada de los ex estados obreros del Este de Europa donde los monopolios imperialistas ponen sus plantas. Tienen que asegurarse la provisión energía, el gas, las materias primas, etc., de Rusia y los países de la ex URSS, sosteniendo al régimen semifascista de Putin y la ex KGB, masacrador de las masas chechenas, explotador y opresor de la clase obrera rusa.
América Latina: los botones de muestra de la “revolución bolivariana”, una estafa burguesa y antisocialista
En América Latina, todas las fuerzas de las burguesías nacionales, socias menores del imperialismo, y de las direcciones contrarrevolucionarias, se alistaron y se disciplinaron al nuevo comando del régimen imperialista de los “Republicratas”.
En el subcontinente, el giro en la política imperialista se expresa en una vuelta de tuerca de esa estafa que es la “revolución bolivariana”, esa verdadera estafa burguesa y antisocialista impulsada y pregonada por Chávez, Morales, la burocracia castrista restauracionista y todos los personeros del Foro Social Mundial. “Revolución bolivariana” es la expropiación de la lucha revolucionaria y antiimperialista de las masas, en beneficio de las burguesías nativas y de sus negocios y regateos con los monopolios imperialistas de los que son socios menores y a los que les garantizan la defensa de su propiedad y sus superganancias frente al justo odio de los explotados.
La implementación de la nueva política del comando imperialista significa, en primer lugar, un aceleramiento meteórico de la política de restauración capitalista en Cuba, con una comisión de parlamentarios Republicanos y Demócratas yanquis que viajó a la isla a negociar con la burocracia castrista que impulsaran el fin del bloqueo y le permitirán ser la que dirija la restauración y que se recicle en burguesía nacional, a cambio de poder entrar en los jugosos negocios que hoy sólo están en manos de sus competidores imperialistas europeos.
A la burocracia restauracionista cubana le va la vida en que la revolución latinoamericana sea aplastada para completar su proyecto de restaurar el capitalismo en la isla. Por eso; como lo hizo Fidel Castro en los ’70 en Chile cuando fue a defender “la vía pacífica al socialismo” de Allende y el PC -que se pagó con miles de muertos obreros y campesinos bajo las garras de Pinochet-; o en los ’80, cuando les dijo a las masas nicaragüenses que habían derrocado a Somoza y comenzado la revolución que no tenían que hacer en Nicaragua una “nueva Cuba”; ahora le ha dicho a Evo Morales –que fue a visitarlo en su lecho de enfermo- que no debe cometer en Bolivia el “error” de expropiar a la burguesía, como en Cuba, sino que tiene que hacer la “revolución democrática”.
La nueva vuelta de tuerca en la “revolución bolivariana” se expresa en la asunción de Ortega a la presidencia de Nicaragua, con un pie en el TLC con el imperialismo yanqui, y otro en la “Alternativa Bolivariana para las Américas” (ALBA) de Chávez y Castro: o sea, sometimiento al socio mayor imperialista, pero negociando la tajada de las burguesías nativas, sobre la base de la miseria de las masas en una Nicaragua transformada en una gran maquiladora con obreros esclavos, tal como expresamos en el artículo reproducido en página 21.
En Venezuela, al asumir su tercer mandato en la “revolución bolivariana” y “chavista”, absolutamente antisocialista, Chávez ha anunciado que “nacionalizará” las compañías de electricidad, teléfonos y el petróleo del Orinoco. ¡Extraña “nacionalización” ésta, en la que las bolsas de todo el mundo caen el primer día del anuncio y luego, cuando se sabe su verdadero contenido, suben vertiginosamente!
Es que en el caso de las telefónicas, estas empresas que están en manos del imperialismo español, siempre asociado con capital financiero yanqui, daban pérdida y estaban por ser adquiridas por la Telmex de México, que es una empresa donde accionistas japoneses y franceses tienen gran influencia. Con esta “nacionalización”, Chávez salva a los españoles y además les entrega el negocio más rentable que es la telefonía celular a Telefónica/Movistar.
En el caso de las empresas petroleras de la cuenca del Orinoco, mediante el cuento de la “nacionalización”, también hace un salvataje de empresas imperialistas que se encontraron con que la explotación del petróleo en esa zona es costosísima. Por lo tanto ahora que se “nacionalizan”, todo el gasto de inversión y explotación lo hará PdeVSA, es decir, lo pagarán los trabajadores y el pueblo venezolano, mientras las empresas imperialistas se quedan con el muy rentable negocio de la refinación, el procesamiento y la exportación del producto. Franceses, ingleses y yanquis, agradecidos. Eso sí, la burguesía “chavista” recibe, por el favor, una parte del suculento negocio.
Pero lo esencial es que, en primer lugar, se sigue vendiendo a manos llenas petróleo venezolano a los imperialistas yanquis que masacran en Irak, y sobre todo, no se toca ni un interés de los bancos imperialistas con sede en Venezuela, cuyas acciones se valorizan día a día en Wall Street, que son los que manejan los préstamos, negociaciones, compra de bonos de otros países (como Argentina) etc., y los que manejan los miles de millones de petrodólares de la renta petrolera.
Por supuesto que Sidor –la acería del grupo Techint, del grupo Rocca asociado al capital financiero yanqui, y cuyo director fue presentado por Chávez como ejemplo de “empresario bolivariano”- no será “nacionalizada” y sigue completamente en manos de esa burguesía superexplotadora de los trabajadores en Argentina, en México y en otros países de América Latina.
Chávez, como patrón que es, tiene olfato para oler las ganancias y tiene mano para superexplotar obreros. Por ello, con el apoyo de los stalinistas y los renegados del trotskismo de todo el continente, impulsa un plan continental de “financiar” cooperativas o fábricas recuperadas por sus trabajadores cuando la patronal las abandonaba o intentaba fundirlas, para convertirlas en “maquiladoras chavistas”. Es decir fábricas que trabajen a destajo, sin derechos, sin beneficios sociales de ningún tipo, sin aguinaldo, sin vacaciones pagas y con salarios de miseria. Esas fábricas las van a utilizar para producir cosas que necesite la burguesía venezolana tras el cuento de la “revolución bolivariana”.
Esta nueva vuelta de tuerca de esta anti-revolución “bolivariana” necesita de una nueva reforma constitucional, para que Chávez se perpetúe en el poder y para controlar aún más férreamente a las masas. Pero además necesita de un partido único chavista, con todos los renegados del trotskismo adentro, para que no exista ninguna posibilidad de alternativa obrera revolucionaria. Ya avisó Chávez que al que no se discipline a ese partido único, le esperará la ilegalidad y la represión.
Este es el “socialismo del siglo XXI” que pregonan Chávez y sus seguidores: una política burguesa y antisocialista, para garantizar la propiedad y las ganancias de los monopolios y las burguesías nativas. A todo aquél sector burgués que se asocie a este gran negocio, Chávez le entrega en el acto una réplica del sable de Simón Bolívar. Correa, presidente electo en Ecuador, ya es un nuevo socio en esta “antirevolución” para superexplotar obreros y entregar las riquezas de las naciones latinoamericanas a la voracidad imperialista.
En Argentina, este giro tuvo su expresión en el asentamiento del kirchnerato sobre la base del estrangulamiento de la revolución iniciada en 2001, de duras derrotas sufridas por la clase obrera, en primer lugar, en el pueblo petrolero de Las Heras, de la imposición de las paritarias con un techo salarial del 19%, gracias a la traición de la burocracia sindical, y a la colaboración de la izquierda reformista en atomizar e impedir la centralización de la heroica resistencia que, por fábrica y establecimiento, está llevando adelante la clase obrera argentina. Reproducimos aquí, en página 33, la declaración y llamamiento a realizar una campaña internacional por la libertad de los obreros petroleros de Las Heras que continúan presos en las cárceles del kirchnerato y por la aparición con vida de Julio López, que hemos lanzado desde la FLT y a la que ya han adherido y se han sumado los compañeros del Partido Obrero Marxista (POM) de Brasil.
Como explicamos en el Dossier Especial sobre Chile que el lector encontrará inserto en este número de “El Organizador Obrero Internacional”, México y Chile habían quedado por fuera de los procesos de lucha revolucionaria que sacudieron América Latina en el primer lustro del siglo XXI. Allí, con masas derrotadas como en Chile; o con su lucha desviada, como en México, lo que se impuso fueron los TLC, atando a esas naciones con dobles cadenas al imperialismo, y sumiendo a las masas en la miseria, la superexplotación y la decadencia sin fin.
La crisis del gobierno de Bush por el empantamiento de las tropas yanquis en Irak dejó más expuestos a los regímenes cipayos completamente bonapartistas de México y Chile, abriendo brechas por donde se colaron las masas, abriendo situaciones pre-revolucionarias en ambos países: en Chile, con un enorme ascenso obrero y estudiantil contra el régimen cívico-militar y el gobierno de Bachelet; y en México con un proceso que tiene su punto más agudo en la Comuna de Oaxaca.
Las direcciones traidoras del Foro Social Mundial se movilizaron inmediatamente para destruir este proceso revolucionario desde adentro: en México, con el EZLN movilizando a cientos de campesinos para convencer a los comuneros oaxaqueños que había que ir lentamente y que debían deponer su actitud; mientras el stalinismo y demás direcciones traidoras llevaban a la clase obrera del DF a los pies del burgués López Obrador del PRD, otro representante y defensor del régimen del fraude y el TLC. El resultado: el ejército y la policía entrando a sangre y fuego a Oaxaca, deteniendo, secuestrando y asesinando a los heroicos comuneros.
En Chile, el cambio de gobierno de la concertación y la asunción de Bachelet, no pudo contener las luchas minera y portuarias, el resurgir campesino, y la explosión de la juventud estudiantil y obrera, que se expresó no solo en las luchas, sino que trajo con ella un nuevo soplo de aire fresco en la rebelión de las bases obreras y estudiantiles contra ese monstruo stalinista que es el Partido Comunista, que controla la CUT y las centrales estudiantiles y sostiene al régimen pinpochetista y al gobierno de Bachelet. Frente a la crisis del PC, el castrismo y el Foro Social Mundial han mandado a los populistas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, a los neomiristas y anarcosindicalistas, a erigirse como un nuevo muros de contención de franjas radicalizadas de las masas que rompen con el PC y buscan un camino revolucionario.
Pero a pesar de todo su empeño y contención, Bolivia se les ha escapado de las manos. En los intersticios de la disputa por el control del aparato del estado y botín de la renta de los enormes recursos naturales de esa nación entre la burguesía “autonomista” y la burguesía nativa representada por el gobierno de Morales y el MAS, con su pacto espurio y a espaldas del pueblo en la Constituyente amañada y el referéndum por las autonomías-, y en respuesta a la provocación del fascismo, se colaron nuevamente los heroicos obreros y campesinos bolivianos con el levantamiento de Cochabamba y su magnífico Cabildo abierto, con los obreros y explotados de El Alto volviendo al combate. Nuevamente como en Octubre de 2003 y mayo-junio de 2005, los obreros y campesinos pobres se han puesto de pie para recuperar la revolución que les fuera expropiada por la Rosca y por la burguesía de Morales y Linera. Es indudable que se aceleran los tiempos hacia la definición de este proceso revolucionario, donde los internacionalistas de la FLT jugamos nuestro futuro junto al proletariado y las masas bolivianas. En la página 13 de este número de “El Organizador...” reproducimos una declaración de nuestros compañeros del ORI de Bolivia y del conjunto de la FLT frente a estos agudos acontecimientos.
Los renegados del trotskismo, centralizados por el Foro Social Mundial, se someten a los regímenes patronales, o directamente entran a sus gobiernos como en Brasil y Venezuela
Acompañando este giro de la política internacional imperialista, las direcciones traidoras del Foro Social Mundial masas se han reacomodado rápidamente, y junto con ellas, siguiéndolas como la sombra al cuerpo, los renegados del trotskismo han hecho lo propio.
Así, hoy nuevos representantes de esas corrientes llegan a los ministerios de los gobiernos burgueses, como sucede en Venezuela con el ministro de trabajo, continuando el camino iniciado por su antecesor, el mandelista-pablista Rosseto, ministro de la reforma agraria de Lula en Brasil.
El nuevo ministro de trabajo “trotskista” fue saludado por Chávez que quiere bendecir su farsa antisocialista de la “revolución bolivariana” hablando de la “revolución permanente”, expropiando el legado de Trotsky y de la IV Internacional, cuestión que le han permitido todas las fuerzas de los liquidadores de la IV Internacional que lo apoyan y que, junto a los reformistas de toda calaña, ya se convirtieron en propagandistas incondicionales de esta nueva traición a la causa del proletariado.
Los liquidadores de la IV Internacional han devenido en una nueva hornada menchevique neostalinista, que ha hecho suya la política de colaboración de clases, de frente popular, de apoyo a los burgueses “progresistas”, los militares “patriotas”, los imperialistas “democráticos”. Son hoy los continuadores del pacto Stalin-Laval, ese pacto de “no agresión” firmado en 1935 por la burocracia stalinista con el imperialismo francés, que significó decirles a las masas del mundo que ante la inminencia de la segunda guerra mundial, el estado obrero soviético se defendía de la mano de los imperialistas “democráticos”, y que al fascismo se lo enfrentaba de la mano de los burgueses “defensores de la democracia”. Esta política de traición al proletariado terminó de destruir a la III Internacional ya corrompida por la burocracia stalinista, y liquidó la conciencia internacionalista de la clase obrera mundial. Significó el estangulamiento, a manos del frente popular, de la revolución francesa, y de la heroica revolución española que terminó ahogada en sangre por las huestes fascistas de Franco.
Hoy, los renegados del trotskismo retoman ese camino marcado por el stalinismo. Así unos, como en Brasil y en Venezuela, ya aceptan directamente cargos en los gobiernos capitalistas. Otros, tienen el papel de cubrir el flanco izquierdo de los regímenes burgueses, encargándose de contener todo giro a la izquierda o proceso de radicalización de la clase obrera y los explotados, llevándolos a una política de presión sobre el frente popular, y sobre los parlamentos, legislaturas, la justicia y demás instituciones patronales.
Semejante papel de legitimar la política del FSM y a los gobiernos de colaboración de clases que vienen jugando los renegados del trotskismo en este primer lustro del siglo XXI, no es impune. Usados como “limones exprimidos” por los gobiernos y regímenes burgueses, estallan una y otra vez, dando origen a corrientes o grupos nacional trotskistas.
Pero bajo las actuales condiciones internacionales y en momentos en que cristalizó esta nueva hornada de menchevismo constituida por los renegados del trotskismo, los tiempos son muy cortos: o se avanza hacia el internacionalismo militante, retomando la continuidad del bolchevismo –es decir, de la III Internacional de Lenin y Trotsky y de la IV Internacional de su congreso de 1938-, o más temprano que tarde, se vuelve al punto de partida o más a la derecha aún.
Así, hoy vemos cómo esos grupos y corrientes surgidos de esos estallidos, han devenido rápidamente en fenómenos socialistas nacionales, en acuerdos internacionales de conveniencia y sin principios, o en grupos de presión sobre los gobiernos de frente popular y de la “revolución bolivariana”.
Así, el PC-Rol de Italia, que de forma progresiva había roto con el altamirismo y con Rifondazione Comunista por su ingreso al gobierno imperialista de frente popular de Prodi, terminó haciendo su congreso de fundación de un “nuevo partido” nacional en Italia y votando ingresar a la LIT-CI, en un acuerdo sin principios, como se expresa en la declaración de los camaradas del POI-CI de Chile que publicamos en la página 29. Por su parte, el estallido de la antigua LRCI inglesa –rebautizada “Liga por la Quinta Internacional”- dio como resultado una fracción mayoritaria aún más derechista y revisionistas que la de los viejos dirigentes atados a los faldones de la burocracia y la aristocracia obrera de las Trade Unions. Su consigna no es otra que fundar la V Internacional desde dentro del FSM con Chávez, Castro y los desechos de los renegados del trotskismo.
Por su parte, una variante espartaquista que como es la Liga por la Cuarta Internacional (LFI en sus siglas en inglés) y su grupo la LQB en Brasil, demostraron frente a los acontecimientos de Oaxaca ser una corriente sindicalista hasta los tuétanos que intentó transformar a un organismo presoviético como era la APPO en un simple comité de lucha de una huelga sindical de los maestros. En Brasil, su grupo, la LQB, defensor acérrimo de la burocracia de la CUT, no ha tenido ninguna política ni estrategia soviética para el proletariado de ese país, ni mucho menos para combatir a la nueva central sindical de contención en que el PSTU transformó a CONLUTAS, mientras el P-SOL de Heloisa Helena garantizaba alegremente que millones de obreros que habían roto con Lula volvieran a votarlo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
En Argentina, los estallidos de los liquidadores del trotskismo, han configurado todos, distintas alas de la “nueva burocracia sindical de izquierda” que necesita el kirchnerato para contener los combates radicalizados de resistencia que se les escapan a burocracia sindical traidora de la CTA y la CGT y su pacto social con el gobierno, así como también, para contener la lucha por la aparición con vida de Julio López, evitando que sean las organizaciones obreras con sus métodos de paro, piquete, cortes de ruta y movilización, las que tomen en sus manos esta lucha.
Se realizó el 2° Congreso de la FLT: bajo las condiciones de esta nueva situación mundial, más que nunca, ¡de pie por una Conferencia Internacional de los trotskistas principistas y las organizaciones obreras revolucionarios!
Bajo estas condiciones de la situación mundial, se realizó y deliberó el 2º Congreso Internacional de la Fracción Leninista Trotskista (FLT) en el pasado mes de diciembre. A partir de la página 22, reproducimos sus resoluciones políticas.
El centro de las preocupaciones de este congreso estuvo dado por la lucha de los trotskistas internacionalistas, bajo estas nuevas condiciones, por poner en pie en estas una Conferencia Internacional de los Trotskistas Principistas y las Organizaciones Obreras Revolucionarias. Lejos de toda alquimia centrista, lejos de todo acuerdo internacional federativo y diplomático a los que nos tienen acostumbrados los renegados del trotskismo, desde la FLT reafirmamos que los revolucionarios internacionalistas nos conocemos y nos reconocemos como tales frente a los tests ácidos de la lucha de clases mundial.
A fines de 2001, cuando lanzáramos por primera vez el llamamiento a una Conferencia Internacional y reagrupáramos las primeras fuerzas, el carácter revolucionario de los programas, las teorías y las organizaciones se ponía a prueba en los combates de la revolución palestina, de la revolución ecuatoriana y argentina; en el campo de batalla del Afganistán ensangrentado por la ocupación imperialista donde se apilaban por cadáveres de los milicianos antiimperialistas masacrados en Kunduz y Mazar -i- Shariff. Hoy, cinco años después, el programa, la teoría y las organizaciones debemos pasar la prueba de los agudos acontecimientos de Irak; de los combates decisivos de la revolución boliviana donde comunismo y fascismo ya se ven la cara; de la traición del Foro Social Mundial que expropió la lucha antiimperialista de la clase obrera norteamericana y la puso a los pies del Partido Demócrata; de la lucha contra la estafa burguesa y antisocialista que es la “revolución bolivariana”; de los combates de Chile y Oaxaca; de la durísima y heroica resistencia de la clase obrera argentina contra el kirchnerato, etc.
Alrededor de las lecciones y el programa frente a estos acontecimientos agudos, hoy, una vez más, los internacionalistas sabremos reconocernos, reagruparnos, y forjar en ellos, y en los combates del proletariado internacional, a los cuadros revolucionarios capaces de no ceder al terror del fascismo ni a los cantos de sirena del frente popular.
Se trata de poner en pie un centro internacional de reagrupamiento de los revolucionarios, podríamos decir un “Zimmerwald y Kienthal del siglo XXI, para combatir sin cuartel a esa internacional contrarrevolucionaria que es el Foro Social Mundial, cuyo accionar legitiman los renegados del trotskismo destructores de la IV Internacional.
Se trata de reconstituir los hilos de continuidad de la teoría y el programa del marxismo revolucionario que las direcciones traidoras han cortado cuando, una tras otra, entregaron como ofrenda en el altar de la burguesía mundial las tres internacionales que los obreros revolucionarios construyeron con su sangre y su heroísmo en esta época imperialista. La socialdemocracia primero, el stalinismo luego, y por último, los renegados del trotskismo, destruyeron la II, la III y la IV Internacionales y con ella, la conciencia internacionalista del proletariado mundial, para someterlo una y otra vez a sus respectivas burguesías.
La época de los programas nacionales ha terminado definitivamente. No hay tarea más importante que la lucha por conquistar esa Conferencia internacional de los trotskistas principistas y las organizaciones obreras revolucionarias, para centralizar las fuerzas de los internacionalistas en todo el mundo, y abrir el camino a la lucha por volver a poner en pie partido mundial de la revolución socialista sobre las bases de granito que nos legó el Congreso de fundación de la IV Internacional en 1938. En esa tarea, tenemos comprometidas todas nuestras fuerzas los internacionalistas de la FLT. ¡Manos a la obra!