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Presentación

Dos programas y dos estrategias se enfrentan en la revolución en Libia y todo el Norte de África y Medio Oriente

Una vez más…
REFORMA O REVOLUCIÓN

Los procesos revolucionarios en el Norte de África y Medio Oriente, y en Libia en particular, abrieron un antes y un después en la lucha de clases internacional y como tal separaron aguas en el movimiento marxista mundial y en las organizaciones que se reclaman de la clase obrera. Es que en Libia a revolución ha ido muy lejos: las masas se han sublevado en una verdadera cadena de insurrecciones locales, ciudad por ciudad, que han descalabrado al ejército y dejado en graves crisis al estado, es decir, a la banda de hombres armados de los capitalistas.
Hoy la cuestión de Libia cruza a toda la izquierda mundial. De ella y de sus lecciones se hablará por décadas, así como hoy se continúa hablando de la revolución española, la revolución boliviana del ´52, etc.

Ninguna de las corrientes que se reclaman del movimiento obrero que no esté hoy a la altura de la revolución socialista en Libia, podrá hablar en nombre de la clase obrera mundial en los próximos años.

Al calor de la revolución en Libia el reformismo se ha divido entre apoyar a Khadafy o ser sirvientes del CNT

Al calor del heroico proceso revolucionario de las indomables masas insurrectas de Libia, las corrientes de la izquierda reformista mundial se han dividido: de un lado están los lacayos de Khadafy que tienen el cinismo de tratar como agentes de la OTAN y el imperialismo a las organizaciones de doble poder armadas de las masas en Libia; y del otro lado se han ubicado los teóricos de la “revolución democrática” que se han dedicado a sembrar ilusiones en el CNT -con sus generales y políticos khadafistas-, planteando que éste era un aliado de las masas explotadas en la revolución para derrotar a Khadafy.

Mientras tanto, todas las direcciones y grupos que hoy se han dividido alrededor de la cuestión libia (y que inclusive polemizan públicamente entre ellos), están todos unidos en Túnez y Egipto levantando  loas a la democracia, a las Asambleas Constituyentes y a las “primaveras árabes”, es decir, sosteniendo todos los desvíos parlamentarios con los que la burguesía y el imperialismo intentan expropiar los procesos revolucionarios en la región.

Pero la magnífica revolución en Libia, a diferencia de la de Túnez y Egipto, era contra la autocracia khadafista amiga de Castro, Chávez y demás “bolivarianos”, que han demostrado ser –al igual que la burguesía iraní-, tan lacayos del imperialismo como las burguesías de Mubarak y Ben Alí. Por eso los estalinistas y un ala de los renegados del trotskismo se han ubicado como el club de “lloronas de Khadafy”.

Por su parte, las corrientes pro-socialdemócratas, “anticapitalistas”, de la “nueva izquierda”, como el NPA y la LIT, han quedado también en Libia a los faldones de los CNT. De ese CNT que a cada paso desorganizó la ofensiva de las masas de Misarrata a Trípoli, y fue el que expropió, en última instancia, la toma del poder por parte de la clase obrera y de las masas explotadas.
Incluso hubo corrientes simpatizantes de la LIT que llegaron al extremo de plantear que el único gobierno que había que reconocer en Libia, era el gobierno del CNT en Bengasi. Y esto lo hicieron en momentos en que las masas ni conocían quién era ese CNT de generales y políticos khadafistas “pasados de bando” a último momento.
Todas estas corrientes son los “teóricos” de la “revolución democrática”, es decir, de “todos contra Khadafy”, que planteaban esto cuando el CNT era el gran obstáculo y el peso muerto que debían arrastrar las masas para aplastar y derrotar a Khadafy, el más grande agente del imperialismo en Libia.

El reformismo sirviente del pacto que se sellaba entre el imperialismo, Khadafy y el CNT en Misarrata con el fin de evitar que las masas armadas lleguen a Trípoli, aplasten a Khadafy e impongan su propio poder

En Libia, y en forma particular en Misarrata, toda la izquierda reformista mundial se rompió los dientes, por más que se hayan dividido y hasta polemicen públicamente entre ellas.

Es que luego de la cadena de insurrecciones que comenzaba en toda Libia, el imperialismo identificó muy bien que Khadafy ya no era el gobierno ni el agente que le garantizaba mantener sus negocios en Libia. Por eso, luego de que rearmara hasta los dientes a Khadafy para que aplaste la insurrección de masas que sucedió en Trípoli en el mes de febrero, el plan del imperialismo fue sacarlo a Khadafy del gobierno de “forma ordenada” y como parte de un “acuerdo por arriba” con el CNT, que reconstituyera la casta de oficiales bajo el mando del CNT (el agente “democrático” de la OTAN y el imperialismo). Esto significaba que se reconstituía el estado burgués, que había sido dislocado por las acciones revolucionarias de las masas.
Este pacto del imperialismo, Khadafy y el CNT era el que se negociaba en Misarrata en los meses de julio y agosto de 2011. De haberse dado, esto le hubiera garantizado al CNT SER EL JEFE DE LA DERROTA DE KHADAFY Y LEGITIMAR SU PODER, SOSTENIDO POR LA OTAN. KHADAFY TERMINABA EN ARGELIA EXILIADO, O BIEN, COMO SUCEDE CON TODOS LOS AGENTES YA USADOS POR EL IMPERIALISMO, EN UN JUICIO.

El chacal Khadafy y su hijo ajusticiados por la revolución

Este era el plan burgués para impedir el triunfo de la revolución, para cerrar las brechas en las alturas del ejército y reconstituirlo, para retomar el control del estado burgués y desarmar a las masas.

Todas las corrientes de la izquierda reformista del Foro Social Mundial, tanto las pro-khadafistas como las pro-CNT, se dedicaron a sostener este pérfido pacto del imperialismo con Khadafy y el CNT, cuya primera condición para imponerse era evitar que las milicias de los obreros y explotados insurrectos avancen hacia Trípoli. Es por ello que la OTAN se dedicaba a bombardear a todas las milicias que avanzaban de Misarrata hacia el oeste.
Ninguno de los tanques de Khadafy que cercaban Brega y Misarrata fueron tocados por la OTAN. Mientras tanto Sarkozy, que sostenía al CNT en Bengasi, enviaba 200 tanques de última generación a Trípoli para defender a Khadafy ante una irrupción revolucionaria de las masas, o bien frente a un ingreso prematuro de las milicias en la capital.

Las corrientes del “club de lloronas de Khadafy” y sirvientes de los hermanos Castro, que se dedican a acusar a las masas en armas de ser las “tropas terrestres de la OTAN”, en realidad son las que actuaron como “tropas terrestres” de Khadafy, que desde Trípoli había sido enviado por la OTAN y la CIA (que lo dirigía) para avanzar a derrotar a las masas que en Misarrata hicieron justicia con los burgueses y políticos khadafistas.
Hasta allí tenía que llegar Khadafy con sus tropas contrarrevolucionarias, y nadie se lo impidió, ni la OTAN, ni la CIA ni ninguna potencia imperialista. Es que había que romper la cadena de triunfos insurreccionales por ciudad de las masas revolucionarias, que amenazaban con retomar Trípoli.
Estas corrientes fueron los sirvientes de las burguesías bolivarianas y el castrismo, las “tropas terrestres” del primer cuerpo del ejército de Khadafy en Trípoli, que primero marchó a masacrar a las masas en Misarrata y fue el primero en entregarle rápido las llaves de la ciudad al CNT, con su general khadafista al mando, para que a Trípoli no la tomen primero las milicias de Zentan y de Zawiya, que habían aplastado a los khadafos y marchaban a Trípoli en el mes de agosto.
Y ahora, estas direcciones quieren hacerle creer a las masas que a Khadafy lo mató un misil de la OTAN, cuando era la misma OTAN, junto con la CIA, quien lo custodiaba.

Mientras tanto, sus aliados en las Asambleas Constituyentes de Túnez y Egipto del NPA y la LIT, querían que los trabajadores armados de Libia y la clase obrera mundial, vean como un aliado en su lucha contra Khadafy a las burguesías “democráticas”, es decir, al CNT.
Pero el CNT no aportó nada para derrotar a Khadafy. Fue el lastre más pesado que tuvieron las masas en ese combate. Lo único que hizo el CNT fue tirarle por la espalda a las milicias y pactar por atrás con la OTAN y Khadafy. Y si hoy el CNT ha adquirido el triunfo “provisorio” de hacerse del poder en Libia, no es por el apoyo que tiene de las masas, sino porque éstas no tienen un partido revolucionario que las guíe al triunfo.
Es que las masas nunca se preparan para tomar el poder, aunque lo tengan al alcance de su mano. El sistema capitalista no las prepara para ello. Aún las masas ni sueñan con el hecho de que tienen la posibilidad de tomar el gobierno e imponer su poder, aunque tengan las armas en la mano.
La conciencia actual de los explotados deviene de su armamento. Con el mismo, presionan al CNT para que les dé pan. Con esa presión armada, hacen valer su triunfo. Pero no se plantean tomar el poder, pese a que el CNT es un gobierno debilísimo, puesto que no tienen un partido revolucionario que combata por centralizar sus organismos de poder a nivel nacional (milicias, comités de trabajadores, etc.) para que asuman todo el poder, derrotando a los políticos y generales khadafistas impostores del CNT.
Pero, insistimos, las masas presionan de forma armada al CNT. Los primeros choques militares ya son inevitables. La burguesía abandonó las fábricas. El CNT concentra el 100% de sus fuerzas en las petroleras que exportan el 60% del petróleo que exportaban antes de la caída de Khadafy, como hoy desde Brega lo hace la ENI italiana.
Pero no hay pan, y las masas dieron su vida por el pan. Presionan, con huelgas y luchas de presión armadas, al CNT para que pague el salario de los estatales. Al hacerlo, lo desestabiliza y vuelve imposible el control y la administración del estado por parte de la burguesía. La situación se vuelve inestable. En estas condiciones, no se puede instalar un equilibrio de paz social entre las clases. Más bien, todo lo contrario. Es el punto de mayor tensión y guerra civil entre las clases, como sucede en todo lugar donde los explotados conquistan un doble poder.
Las fábricas paralizadas plantean inmediatamente la necesidad de ponerlas en marcha bajo control obrero, para recuperar el trabajo perdido luego de que los patrones, que en un 99% eran khadafistas,  huyeran de las ciudades o fueran ajusticiados por las milicias.
La toma de las fábricas y las petroleras por los trabajadores en armas para conquistar el pan, y el hecho de que las masas sigan armadas, lleva a una tensión aguda entre los dos poderes: el de los explotadores en el CNT, y el de los explotados armados con sus milicias en toda Libia.


Las camionetas artilladas de las milicias libias
Tanta mentira, infamia y calumnia contra las masas armadas de Libia; tanto sometimiento al khadafismo o a la burguesía “democrática” del CNT es para que el proletariado mundial no vea ni perciba que, llegando a Trípoli, rompiendo el pacto que tejía Khadafy con el CNT y la OTAN en Misarrata, ajusticiando a Khadafy -el lacayo del imperialismo-, las masas impusieron organismos de doble poder en toda Libia.
Esta situación no puede durar mucho tiempo. Y si lo hace es porque han vuelto al combate las masas de Egipto, porque en Siria se lucha como en Libia contra el asesino Al-Assad, y porque mil y una vez la clase obrera europea irrumpe, en luchas defensivas-ofensivas, contra los gobiernos y regímenes imperialistas que son los verdaderos sostenedores del CNT de Libia.
Una situación inestable ha quedado abierta en Libia. Las masas no se han hecho del poder aún. Más que nunca necesitan una dirección revolucionaria para ello. La clase obrera mundial y del Norte de África les dan tiempo, y le sacan poder de fuego al imperialismo para que no pueda intentar una masacre prematura de los explotados.
Un régimen de doble poder se ha abierto, pero no puede haber dos poderes dentro de un mismo estado.  El pacto que se tejía por atrás, contra las masas, en Misarrata entre el CNT, Khadafy y la OTAN, era para impedir esto. Pero las masas rompieron dicho plan y llegaron a Trípoli a fines de agosto. Los amigos del CNT y las lloronas de Khadafy, ¡que sigan llorando!

Es que hacer una nueva Libia es el sentimiento que anida en las masas del Egipto profundo, que volvieron a tomar la Plaza Tahrir. Es el sentimiento de las masas tunecinas, que se resisten a entrar en el fraude de las elecciones de la UGTT y los partidos burgueses, con el apoyo de todas las burocracias sindicales europeas.
Es el sentimiento de las masas de Nigeria que hoy ganan las calles al grito de: “¡Fuera Jonathan, o morirás como Khadafy!”.

El reformismo quiere ocultar que en Libia hay un régimen de doble poder

Hoy vemos una carrera de velocidad entre los khadafistas y los CNTistas para que ningún obrero del mundo saque la conclusión de que para conquistar el pan hay que armarse y derrotar a la burguesía.
Unos dicen que sin las burguesías “buenas”, ni soñando, podíamos pelear y derrotar a los “Khadafy” que reprimen y hambrean a los trabajadores. Y otros, cuando enfrentamos a burgueses “progresistas” o “antiimperialistas” (como Chávez, Morales o Khadafy) para conquistar el pan, dicen que no podemos hacerlo porque “le hacemos el juego al imperialismo”.

¿Hay que hacer como en Libia? “Atención masas masacradas de Siria. Ni se les ocurra”, les dice el PTS, saludando desde un balcón en Argentina. “Ya está el Consejo Nacional Sirio en Estambul, y le harían el juego a él. Déjense masacrar en Damasco, Homs, etc. si no quieren ser tropas terrestres de la OTAN.”
El pablismo de la IV Internacional de hoy, devenido en defensores de los desechos nauseabundos del stalinismo, ha demostrado ser ya totalmente senil. Es que el pablismo en la segunda posguerra le capitulaba al estalinismo, y llamaba a disolver la IV Internacional en los Partidos Comunistas, pero cuando éstos manipulaban y controlaban a miles de millones de obreros de todo el mundo, que inclusive venían de aplastar al fascismo.
Ubicarse hoy como sostenedores por izquierda del PC sionista, del stalinismo sirio y del Partido Comunista que sostenía a Khadafy en Libia, y que hoy sostiene a al-Assad en Siria, es pablismo senil, pero bien senil, ya casi cadavérico. Es la reedición de los renegados del trotskismo de disolver al socialismo revolucionario tras los desechos del stalinismo y las burguesías bolivarianas o árabes, sostenidas por el Foro Social Mundial a nivel internacional.

La revolución en Libia llegó demasiado lejos. Los jefes social-imperialistas traidores y los amigos del stalinismo no pudieron convencer a las masas revolucionarias libias que no aplicaron la política de pacto del imperialismo, Khadafy y el CNT para avanzar a una salida ordenada de Khadafy del gobierno. Los explotados no les hicieron caso y marcharon a Trípoli.
Llegaron mucho más lejos, les provocaron a todos la pesadilla que nunca quisieron soñar. La cabeza de Khadafy no cayó por un misil de la OTAN ni a manos de un general del CNT. A Khadafy lo ajustició la milicia de “zaparrastrosos” que luego de sacarlo de su madriguera en Sirte, enviaron su cabeza a Misarrata.

Le guste o no al reformismo, en Libia hay dos poderes. La clase obrera tiene al alcance de sus manos la toma del poder. El reformismo y las direcciones traidoras conspiran contra la revolución, todos juntos trabajan para que en Libia se impongan salidas parlamentarias, desvíos, retrocesos o se expropie la revolución como en Egipto o Túnez llevadas al callejón sin salida de los parlamentos burgueses. Todos callan que el CNT con sus generales khadafistas, bajo las órdenes del imperialismo, intenta imponer un cerco por hambre a las masas armadas. Es un silencio de terror. Estas direcciones son agentes y cómplices de este chantaje contra las masas revolucionarias de Libia.
Pero los explotados insurrectos nuevamente rompen su silencio. Se la agarran a los tiros con los generales khadafistas y el CNT, como en Bengasi; se enfrentan en las calles de Trípoli contra los khadafistas, como lo hacen en Misarrata en su camino a Brega. Las milicias y las masas armadas saben quiénes son los que combatieron y quiénes fueron los “viejos amigos” de Khadafy. A ellos les apuntan, porque saben que ellos, con el imperialismo, tienen la llave del pan… Por eso las milicias de Misarrata comienzan a pintar la consigna de “Hoy Libia, mañana Wall Street”. En Wall Street están los aliados de las masas de Libia, en los jóvenes y trabajadores “indignados” que cercan y combaten contra esos parásitos de la oligarquía del capital financiero; no en la izquierda lacaya de Obama.
Las huelgas revolucionarias de los obreros han comenzado. Los docentes y municipales, autoorganizados, ponen en marcha la educación en las escuelas, la limpieza en las ciudades y reestablecen los servicios públicos. Para cobrar sus salarios deben marchar con sus milicias y ponerle las armas en la sien a los generales y políticos khadafistas del CNT.
Cuando hacen huelgas por sus salarios, las masas armadas defienden sus demandas. Sus huelgas son defendidas con las armas en la mano. ¿O las defenderá quizás el CNT, que “tanto controla a las milicias armadas”, como pregonan los lacayos del imperialismo?


"Hoy Libia, mañana Wall Street"
Esto desvela a todos los reformistas: las masas, en sus puestos de trabajo, haciendo huelgas, ¡armadas!
La mayoría de las fábricas están cerradas. La burguesía ha huido, o corrió la suerte de Khadafy y los khadafistas. El CNT alerta que “el Corán no permite robar”. Los obreros ven que a esas fábricas ellos las hacían producir con sus manos. La tendencia a ocuparlas y ponerlas a producir bajo su control ya se ha desatado en toda Libia.
En Trípoli hay milicias de todas las ciudades de Libia. Las masas armadas ven que en esa ciudad está el poder. Está planteado hacer un llamamiento a que se ponga en pie, allí mismo, un congreso de todas las milicias y organizaciones obreras de toda Libia, en la misma plaza de los mártires o en el lujoso palacio, de varias manzanas de extensión, del Khadafy ajusticiado. Ese parlamento obrero y armado sería el único con autoridad para definir los destinos de Libia, desarmando a los generales del CNT y juzgando y castigando a todos los políticos asesinos cómplices de Khadafy, confiscándole todos sus bienes.

La ENI y el CNT están fugando ya el 60% del petróleo que exportaba Libia en la época de Khadafy. Ese gobierno de los comités obreros y las milicias, expropiando sin pago la banca, los puertos y las petroleras, tendría enormes ingresos como para conseguir alimentos para todos los trabajadores y el pueblo de Libia. Estas son las tareas inmediatas que están planteadas.

El programa del reformismo:
“¡Nunca más una nueva Libia!”

Contra ellos los trotskistas afirmamos:
para conquistar el pan, hay que seguir el camino de las masas libias y llevarlo al triunfo con la toma del poder

El programa del reformismo es “¡nunca más una nueva Libia!” Todas estasc corrientes quieren que no pase lo de Libia en Siria, Egipto o Túnez, y no vaya a ser que las masas explotadas de Europa decidan en serio combatir como en Libia. Ese es el programa del reformismo. Que las masas de Europa no se armen y destruyan los ejércitos contrarrevolucionarios imperialistas en las metrópolis mismas, no derroquen a esas autocracias de la V República francesa, de los borbones de España, de la city de Londres, de las corporaciones fascistas de Japón, asesinas de los pueblos oprimidos y explotadoras de su propia clase obrera. Y mucho menos (esto sí que no quieren los reformistas) que se derroque al régimen de los “republicratas” en Estados Unidos que con sus comandos militares en los cinco continentes hacen valer, con sus centuriones, el carácter de potencia dominante del imperialismo yanqui en la crisis económica mundial.
Todos han aprendido, y ellos lo saben muy bien, que cuando comienza una revolución en el mundo colonial y semicolonial, por miles de lazos, pero por el más importante: porque el imperialismo queda allí herido, ésta tiende a llegar a las metrópolis. Así sucedió en Portugal en el ’74-’75, cuando su ejército volvía derrotado por las masas en Guinea Bisseau y Angola. En Lisboa y todo Portugal, los trabajadores desarmaron al ejército, se armaron y pusieron en pie los comités de obreros y soldados en todo Portugal.
Es que la revolución libia tiene la llave, si se extiende a Europa y Estados Unidos, para sincronizarse con la clase obrera de esos países y abrir procesos revolucionarios como los de Libia, Túnez y Egipto, al interior de las potencias imperialistas.

En última instancia el reformismo, como un mago de circo, intenta ocultar que en Libia se han establecido dos poderes. Por un lado, el CNT y sus oficiales y políticos khadafistas sostenidos por el imperialismo, expropiando por ahora el triunfo de la revolución socialista. Por el otro lado, un poder armado de la clase obrera y los explotados se ha puesto en pie, ocupando ya todo el territorio nacional de Libia con la toma de Trípoli y Sirte.
O se impone la clase obrera tomando el poder, o la burguesía llenará Libia de un baño de sangre, si los engaños y las conspiraciones que hay contra las masas en armas llegan a imponerse. Es que la contrarrevolución creará las condiciones para aplastar a los organismos de doble poder, en primer lugar cercando por hambre a las masas, ciudad a ciudad. Inclusive alentando a que las masas hambrientas, disputándose lo que no hay, vayan a enfrentamientos fraticidas o bien cambien sus armas por pan.

¡Las armas no se entregan ni a la OTAN, ni al CNT ni a los khadafos! ¡Que viva el doble poder! ¡Fuera el CNT! ¡Hay que expropiar sin pago y bajo control obrero a todas las petroleras y fábricas de Libia! ¡Por el triunfo de la revolución socialista!

Pero esto no se resolverá tan sólo en el terreno de Libia. No estamos frente a “una” revolución, sino frente a distintos eslabones de una sola cadena de revoluciones que sacude a todo el Norte de África y Medio Oriente; que tiene su gran aliado en la clase obrera europea, que enfrenta a dictaduras, autocracias y regímenes contrarrevolucionarios tan o más asesinos y hambreadores que los que las masas derrocaron en el Norte de África.
La revolución libia se definirá en el combate internacional de la clase obrera del mediterráneo, y en África, donde sus combates se extienden ya a la Nigeria sublevada por la clase obrera y los explotados.
¡Que viva la revolución socialista en el Norte de África! ¡Por los estados unidos socialistas del Magreb! ¡Por la federación de repúblicas obreras y socialistas en Medio Oriente!
¡Fuera yanquis de Irak y Afganistán! ¡Por la destrucción del estado sionista-fascista de Israel!
¡Fuera al-Assad! ¡Por un gobierno provisional revolucionario de los comités obreros de coordinación y los soldados en armas de Siria! Ellos deben expropiar a los “nuevos ricos”, la burguesía importadora siria, socia del imperialismo en la telefonía, la informática y las telecomunicaciones. La liquidación de este gobierno asesino le corresponde a las masas; no a las lacayas burguesías árabes ni al Consejo Nacional Sirio de las burguesías cipayas del imperialismo en Qatar.
¡Una sola clase, una sola lucha!
¡Abajo la Maastricht imperialista! ¡Abajo Putin y demás asesinos y lacayos del imperialismo del este europeo!
El enemigo ya lo marcó la vanguardia de la juventud y la clase obrera norteamericana: es el 1% de una oligarquía financiera mundial, que le tira toda su crisis a la clase obrera y los pueblos oprimidos del mundo.
Por ello, como ya se pinta y se combate en las calles de Misarrata: “¡Hoy en Libia, mañana en Wall Street!”

La crisis de dirección del proletariado revolucionario se agudiza. Esto significa que mientras se preparan condiciones para nuevos golpes contrarrevolucionarios, las direcciones traidoras de la clase obrera en Europa, impiden que los trabajadores de ese continente resuelvan el problema del hambre de las masas libias. Es que en los bancos europeos y de EE.UU. están los 350.000 millones de dólares que les expropiaron a las masas libias.
¡La clase obrera europea debe paralizar los puertos y desviar los barcos con alimentos hacia Libia! ¡Hay que rodear los bancos y cercar Wall Street para devolverles a las heroicas masas libias los millones que les robaron!
En ese combate las masas libias verán sus aliados y sólo así resistirán el hambre y la lucha contra los agentes del imperialismo en la región, como el CNT.

Sarkozy y Cameron junto al CNT en Bengasi

Las direcciones traidoras del proletariado quieren ocultar cínicamente, para que la clase obrera no lo sepa, que en Libia las masas llegaron muy lejos, puesto que hoy tienen las armas para conquistar el pan y el poder al alcance de la mano. Pero mucho más, estas corrientes no quieren que las masas europeas y de todo el mundo vean cuál es el camino a la victoria.

En  Nigeria y en Siria, las masas ya combaten y dan pasos hacia adelante como en Libia.  La clase obrera europea prepara nuevos embates contra Maastricht, que se derrumba tirando toda su crisis sobre los explotados. La clase obrera norteamericana vuelve al combate. Hay tiempo y sobran condiciones para que las masas no se rindan ni en Libia, ni en el Norte de África ni en Medio Oriente.
Las masas chinas ya protagonizan centenares y centenares de revueltas, como las que iniciaron las masas en el Norte de África contra los explotadores. La crisis del capitalismo mundial ha imbricado a todas las naciones y continentes en una decadencia y catástrofe que el imperialismo arroja sobre los trabajadores. Pero, siguiendo la ruta de esa crisis y esa catástrofe, comienzan a avanzar nuevas ofensivas y respuestas de masas.

Aquí y allá los diques de las direcciones reformistas, que intentan salvar al capitalismo de las masas enfurecidas, estallan, se descentralizan, mientras, en su combate, las masas tienden a coordinar su lucha a nivel internacional.
El reformismo cerca las revoluciones, y las masas, con su grito de guerra de “hay que pelear como en Libia” o como en Egipto, que se escucha en las calles de Nueva York, Atenas o Madrid, tiende a romper esos cercos a su lucha.

Queda demostrado que quien hable en nombre del socialismo y de la clase obrera y no se ubique de forma revolucionaria en Libia (uno de los procesos revolucionarios más avanzados del planeta), en esta revolución de carácter histórico, no podrá hablar nunca más en nombre de la clase obrera y preparar su triunfo.

La FLTI es un punto de apoyo y de reagrupamiento de la vanguardia revolucionaria mundial en su lucha por refundar la IV Internacional de su congreso de fundación de 1938, que le hemos declarado la guerra a todas estas corrientes reformistas que intentan pasar a los enemigos del proletariado mundial como sus amigos; y a sus aliados como sus enemigos. ¡Hoy más que nunca las masas necesitan de la IV Internacional expurgada de traidores, liquidadores de su programa y lacayos de la burguesía! ¡Por la refundación de la IV Internacional de 1938!

Comité Ejecutivo Internacional de la FLTI

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