volver al índice del Organizador Obrero Internacional Nº 12 Parte II
LIBIA
En Libia, en Bahrein, se concentran las fuerzas mundiales de los explotadores. Allí deben concentrarse las fuerzas de la clase obrera mundial, para preparar su contraofensiva para conquistar el pan, el trabajo y derrotar al imperialismo.
Libia: De la insurrección revolucionaria a la guerra civil de clases
El 16 de febrero millones de explotados en todo Libia irrumpieron contra todo el orden existente. Luego de 40 años de sanguinaria dictadura del sirviente del imperialismo Khadafy, las masas desposeídas vieron en las revoluciones de Túnez y Egipto –los dos países fronterizos- las fuerzas para conquistar el pan y el trabajo, derrotando al régimen y avanzando en demoler la maquinaria del estado burgués.
Grandiosas insurrecciones locales en las ciudades del Este de Libia se desarrollaron como una corriente eléctrica, derrotaron a la policía, tomaron las comisarías, se armaron y avanzaron en dividir y demoler localmente al ejército de Khadafy, ganándose a los soldados rasos –hijos de obreros y de las clases medias arruinadas- quienes con sus armas se unieron a la revolución. Incluso, con gran instinto de clase, el proletariado en Benghazi avanzó tomándose los pozos de petróleo y atacando la propiedad de los monopolios imperialistas.
La insurrección obrera y de las masas explotadas tomaba el control de Benghazi, Al Maraj, Derna, Tobruk, Saloum, Brega y se extendía al Oeste conquistando Zouara, Jadu, Zawiya y Yefren.
El 22 de febrero Khadafy, atrincherado en la capital Trípoli, apoyado por el imperialismo, los restos de la oficialidad asesina del ejército y con sus bandas de mercenarios, llamó públicamente al aplastamiento contrarrevolucionario de la insurrección.
Las milicias y comités de soldados de las masas explotadas, sacaron la conclusión de que debían marchar sobre Trípoli para aplastar a la contrarrevolución y derrotar a Khadafy, condición necesaria para poder avanzar en la conquista del pan, el trabajo y la independencia nacional. Millones de explotados marcharon desde todo el país, con armas en mano, hacia la Capital a librar la batalla decisiva.
Para detener este claro instinto revolucionario de las masas, rápidamente la burguesía puso en marcha un plan para intentar frenar la revolución proletaria que amenazaba con destruir definitivamente al estado burgués. En las provincias y ciudades insurrectas, los “jefes de las Tribus” (partidos burgueses locales que durante 40 años fueron aliados a Khadafy a cambio de migajas de los petrodólares) junto a generales “arrepentidos” –o que se arrepentían por miedo a los tribunales obreros y populares- intentaban controlar las insurrecciones, impidiendo la expropiación de la burguesía en nombre de una “democracia justa para el pueblo”. Estos “notables”, que no pusieron un solo muerto, que no encabezaron ninguna insurrección, que vienen de las entrañas del régimen asesino, se pusieron en marcha para esconder que las masas armadas con su lucha y con sus mártires conquistaron la única democracia: la de los explotados. |
En la Conferencia dictada en la Academia de Ciencias Militares de Moscú, en julio de 1924, el camarada León Trotsky abordaba de la siguiente manera el problema de la insurrección y la guerra civil: “…La verdad es que la guerra civil constituye una etapa determinada de la lucha de clases cuando ésta, al romper los marcos de la legalidad, llega a situarse en el plano de un enfrentamiento público y, en cierta medida físico, de las fuerzas en oposición. Concebida de esta manera, la guerra civil abarca las insurrecciones espontáneas determinadas por causas locales, las intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevolucionarias, la huelga general revolucionaria, la insurrección por la toma del poder y el período de liquidación de las tentativas de levantamiento contrarrevolucionario. Todo esto entra en el marco de noción de la guerra civil, todo esto es más amplio que la insurrección así como infinitamente más estrecho que la noción de la lucha de clases que se da a través de toda la historia de la humanidad.”
Es con este método marxista que abordaremos las cuestiones claves que hacen a la situación en Libia, el programa y la estrategia del proletariado para triunfar.
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La “oposición burguesa democrática” intentó frenar la columna de los explotados que armados marchaban sobre la capital. Khadafy, sostenido por todo el imperialismo mundial, reconstituyó rápidamente su ejército con mercenarios del Chad y profesionales de los ejércitos contrarrevolucionarios de Argelia y Siria, y embistió contra el proletariado de Trípoli para impedir que se unifique una insurrección en la ciudad con la llegada de las milicias de los explotados. Esto significaba la tumba de la burguesía ya que ponía a la insurrección obrera y de las masas explotadas a las puertas de la toma del poder. Durante días se desarrolló, contra la ofensiva contrarrevolucionaria de Khadafy, una grandiosa resistencia de la clase obrera en Trípoli, pero ésta quedó aislada. Es que la burguesía “democrática opositora” detuvo la marcha de las milicias sobre Trípoli, y Khadafy le aplicó una dura derrota momentánea a los obreros y explotados de la capital.
Este es un plan definido y delineado por las potencias imperialistas, que garantiza que Khadafy aplaste lo más posible la insurrección de las masas en la capital, mientras los “burgueses opositores” conspiran al interior de la “insurgencia” para intentar desarmarla y entregarla.
Luego de semanas de heroicos combates de masas, la insurrección revolucionaria se ha transformado ya en una guerra civil que lleva más de 6000 muertos. La burguesía “opositora” intenta transformar a la revolución obrera y socialista que ha comenzado, y que tomó el control de la mayoría del país y pozos petroleros, en una guerra de campos burgueses entre la “democracia” y la “dictadura” para someter al proletariado y las masas insurrectas a la burguesía “democrática”.
No estamos ante un enfrentamiento entre “democracia y fascismo”, sino ante una guerra civil de clases, entre el proletariado y los explotados contra la burguesía y el imperialismo. Claro está que la oposición burguesa “democrática” de las “Tribus” y los “generales arrepentidos” a ultimo momento, le tienen más pánico al triunfo revolucionario de las masas obreras en Trípoli que con una insurrección armada termine por derrotar al gobierno de Khadafy y expropie a la burguesía, que a las propias tropas de Khadafy, con las que intentarán, sin “el tirano”, llegado el caso, reconstituir la banda de hombres armados del estado burgués, si es que el “frente democrático” logra expropiar la insurrección de masas.
¡Para derrotar a Khadafy y ganar la guerra civil, la clase obrera debe expropiar al imperialismo y la burguesía y tomar el poder!
La revolución en el Norte de África y Medio Oriente ha puesto al rojo vivo la crisis de dirección revolucionaria del proletariado. Los trotskistas internacionalistas afirmamos que, para ganar la guerra civil, la clase obrera acaudillando a las masas explotadas debe expropiar a la burguesía y tomar el poder.
Los revolucionarios luchamos porque la clase obrera tome la dirección de la guerra y expropie a la burguesía y al imperialismo en todos los territorios que ocupa. ¡Expropiación de toda la cadena de importación y comercialización de alimentos, garantizando que esté al servicio de alimentar a la clase obrera y los combatientes que están en el frente! ¡Expropiación, sin pago y bajo control obrero, de todas las petroleras, pozos y refinerías! Luchamos porque los comités obreros que tomaron los puertos y las empresas petroleras, los expropien bajo control de sus trabajadores para cambiar y exportar petróleo por armas y alimentos para que triunfen los explotados en la guerra civil. ¡Hay que imponer el monopolio del comercio exterior para que la insurrección triunfe!
Solamente un programa revolucionario del proletariado impedirá que los combatientes del frente de batalla sean manipulados por los generales y jefes de tribus burgueses, a los que hay que enfrentar demostrando que se niegan a expropiar a la burguesía y al imperialismo para derrotar a Khadafy y la contrarrevolución imperialista.
La trágica experiencia de la derrota de la revolución española en los ’30 debe ser una guía para el proletariado que hoy combate en Libia. Así definía Trotsky la estrategia revolucionaria para aplastar al fascismo y ganar la guerra civil en España: “Es preciso proclamar la necesidad de que la tierra, los talleres, las fábricas, pasen desde ahora mismo de las manos de los capitalistas a las del pueblo. En las zonas donde el poder está en manos de los obreros, hay que avanzar hacia la realización práctica de este programa. El ejército fascista no resistiría más de 24 horas a la atracción de un programa semejante. Los soldados atarían de pies y manos a los oficiales para llevarlos al más cercano Estado Mayor de las milicias obreras. Pero los ministros burgueses no podrían aceptar un programa de este tipo. Al frenar la revolución, están obligando a los obreros y campesinos a derramar diez veces más sangre en la guerra civil. Para acabar, estos señores esperan desarmar de nuevo a los obreros al día siguiente de la victoria, exigiéndole respeto a las sagradas leyes de la propiedad privada. Ésta es la verdadera esencia de la política del frente popular. ¡Todo lo demás no son más que frases y mentiras!” (“La lección de España”, 30 de julio de1936)
Este es el programa y curso de acción que tiene planteado el proletariado y las masas explotadas para ganar la guerra civil y derrotar al sanguinario Khadafy.
La burguesía regional de las “Tribus”, los ex funcionarios y generales de Khadafy en el “frente democrático” están para impedir el triunfo de la insurrección
¡Por una dirección proletaria
de la guerra civil!
El avance de las masas revolucionarias que buscan afanosamente llegar a Trípoli, ha despertado la desesperación de los oficiales “arrepentidos” a último momento, que se enloquecen porque no pueden terminar de “adiestrar” un ejército profesional del “frente democrático” que expropie el triunfo de la revolución.
En el frente de batalla están las masas revolucionarias y los soldados rasos. ¡Son ellos quienes deben elegir democráticamente a sus jefes y también tener el derecho a destituirlos en cualquier momento en el campo de batalla!
La prensa imperialista está desesperada por la “anarquía” y “desorden” que hay en la ofensiva de los “rebeldes”. Tienen razón en estar preocupados. En el combate contra las tropas asesinas de Khadafy y el imperialismo en Libia, la burguesía “democrática” no controla el frente de batalla, que es móvil. La burguesía “democrática” intenta impedir que las masas avancen, para poder hacer un pacto con el imperialismo y sacar a Khadafy de Trípoli. Sin embargo, las masas revolucionarias armadas persisten en su ofensiva, más allá de un repliegue momentáneo en algunas ciudades, porque saben que en cada ciudad las espera una insurrección que se levanta y les garantiza techo y comida a todos los milicianos. Es que las masas revolucionarias protagonizaron insurrecciones locales triunfantes donde destruyeron el poder, expulsaron a todos los funcionarios de Khadafy, partieron al ejército, se tomaron las instituciones del estado burgués, etc. Eso es lo que sucedió en un 70% de las ciudades de Libia y es lo que la burguesía “democrática” quiere impedir que ocurra en Trípoli. ¡Por una dirección proletaria de la guerra civil!
Es una guerra civil de clases, en la que el campo de los explotados intenta ser controlado por la burguesía y sus oficiales “democráticos”. Los combatientes saben que si lo que queda del ejército de Khadafy avanza, ellos y sus familias morirán. Esta es la razón por la que cada miliciano revolucionario vale por mil de los mercenarios de Khadafy.
El proletariado necesita un programa revolucionario para ganar la guerra civil e insurreccionar a la clase obrera de las ciudades, atacando la propiedad de la burguesía y el imperialismo. Así la clase obrera podrá expulsar a la burguesía “democrática” de sus organizaciones de lucha –los soviets- y dirigir a las clases medias arruinadas que entran al combate.
La burguesía “democrática” que intenta asentar su gobierno de transición en la Benghazy revolucionaria, no es más que una banda de conspiradores contra la heroica revolución obrera y de las masas explotadas, que pugna por derrotar a Khadafy y hacerse del poder en toda Libia.
El imperialismo está aterrorizado con que este proceso de guerra civil por territorio, combinado con insurrecciones en las ciudades, se dé con la llegada de la “insurgencia” a Trípoli, donde cada uno de los explotados tiene un muerto que vengar contra Khadafy y su régimen asesino.
En el frente de batalla, no hay un solo oficial pasado a último momento al bando “democrático”, ni un sólo burgués o hijo de la burguesía que haya dado la sangre por la revolución. En el frente de batalla sólo están las fuerzas de los explotados, que tienen a su alcance expropiar sin pago todas las empresas imperialistas y los bancos, en los territorios y ciudades que se ocupan: ¡Ahí está el dinero para conseguir pan y armas para enfrentar a la burguesía y al imperialismo!
Hay una carrera de velocidad entre los oficiales y la burguesía del “frente democrático” por ver quién logra controlar a la insurgencia en la guerra civil, antes de que ésta llegue a Trípoli. Cuando esta situación se aproxime, sin duda, la burguesía intentará imponer miles de gobiernos “de transición” o “democráticos” que buscarán desarmar a las masas con los mismos métodos que el carnicero Khadafy. Las condiciones de la guerra civil y la insurrección de Libia le volverán cada vez más difícil esta tarea a la burguesía. Si el “frente democrático” burgués no logra controlar esta situación, el imperialismo dará luz verde a la intervención de los cascos azules de la ONU y las tropas asesinas de la OTAN para impedir que el proletariado expropie a la burguesía nativa y al imperialismo.
Con la complicidad de los bandidos de la ONU
Con las armas que le provee la burguesía de Argelia y Siria
Con la inteligencia y logística de la V Flota imperialista yanqui
El ejército de Khadafy intenta masacrar a la heroica insurgencia revolucionaria de masas
Los ataques del chacal Khadafy contra el proletariado y las masas de Trípoli, y el rol de la “burguesía democrática” que intenta expropiar la insurrección revolucionaria de masas, le permiten hoy a la contrarrevolución avanzar sobre ciudades que permanecían bajo control de las masas insurrectas. La prensa burguesa da cuenta de que la ofensiva de Khadafy, que comenzó a partir del viernes 11 de marzo, habría recuperado Brega a sangre y fuego. Para esta contraofensiva Khadafy cuenta con la complicidad de la ONU, la inteligencia de la V Flota imperialista –que, con sus radares y satélites, le marca el blanco a la aviación y la artillería de Khadafy- y directamente con el apoyo de los gobiernos de Argelia y Siria que lo abastecen de armas y municiones. Esa fue la verdadera fuerza con la que contó Khadafy para impedir que las milicias avancen sobre Trípoli y que triunfe la insurrección con la toma del poder en la capital.
Mientras más la “burguesía democrática” de las “Tribus”, los generales “arrepentidos” y los jueces y políticos provenientes de las entrañas del régimen de Khadafy controlen y opriman a las masas revolucionarias; mientras más se retrase la tarea urgente de expropiar a la burguesía en los territorios que controla la insurrección, más se fortalecerá la contrarrevolución sostenida por el imperialismo para aplastar a las masas.
Es que la política de la “burguesía democrática” es la que empantanó la ofensiva sobre Trípoli, que obliga a un repliegue de las milicias revolucionarias, puesto que hoy intentan ser llevadas a un enfrentamiento de “ejército contra ejército”, cuando los explotados no cuentan con la logística y el armamento que les permita estar a la altura del ejército de Khadafy. El poder de los explotados radica no en los tanques y aviones que posea, sino en las insurrecciones de masas que parten al ejército con la milicia obrera. La guerra de posiciones que intenta imponer la “burguesía democrática” no es más que una maniobra para que las masas sean aplastadas por la aviación y los bombarderos de la contrarrevolución.
En las ciudades que las milicias insurrectas se ven obligadas a retroceder y replegarse, la clase obrera debe impedir que el avance de la contrarrevolución cuente con la infraestructura de dichas ciudades. En su repliegue las masas revolucionarias, preservando la vida del pueblo, deben destruir todo a su paso, desde las fábricas hasta las carreteras y edificios, todo lo que la contrarrevolución pueda utilizar para fortalecerse. Si la revolución avanza nuevamente y triunfa, la clase obrera podrá rápidamente poner en pie un plan de reconstrucción de las fábricas, edificios, casas y carreteras, bajo control obrero, sobre la base de la expropiación del imperialismo y la burguesía. Los jefes de “Tribus” y la burguesía regional se negarán a esta tarea, puesto que no querrán destruir su propiedad privada, y elegirá dejársela a los fascistas con quienes, tarde o temprano, terminará por pactar ya que los unen lazos de clase y de propiedad privada.
¡Solo la clase obrera como caudillo de la nación oprimida, expropiando a la burguesía, puede dirigir las milicias obreras y de las masas explotadas al triunfo del aplastamiento revolucionario de Khadafy y el imperialismo!
El imperialismo y los regímenes contrarrevolucionarios han puesto en marcha una contraofensiva para aplastar la revolución en Libia y el Norte de África. Saben que están ante revoluciones obreras y socialistas que plantean que para conquistar el pan, hay que aplastar al estado burgués y expropiar al imperialismo. Los imperialistas disfrazados de “democráticos” centralizan sus fuerzas para intentar aplastar la revolución. La contraofensiva de Khadafy es parte de ello, así como la marcha hacia Bahrein del ejército de la monarquía de Arabia Saudita bajo el mando yanqui, que intenta masacrar a los explotados insurrectos de ese país.
¡Hay que detener la contraofensiva imperialista contrarrevolucionaria en Libia y todo el Norte de África! ¡Brigadas obreras y de las masas en lucha que marchen desde Túnez y Egipto para aplastar la contrarrevolución de Khadafy y el imperialismo! ¡La clase obrera mundial debe ponerse de pie!
En Libia se define la revolución del Norte de África, Medio Oriente y en gran medida el destino del proletariado mundial.
¡Llamamiento urgente a las organizaciones obreras del mundo
para derrotar la contrarrevolución
en Libia!
El desarrollo de la guerra civil en Libia plantea la imperiosa necesidad de una intervención independiente e inmediata de la clase obrera mundial.
Así como el imperialismo sostiene a Khadafy y las burguesías y gobiernos de la región le suministran armas y pertrechos, como el de Argelia y Siria, el proletariado debe ponerse de pie junto a los explotados de Libia ¡Una sola clase, una sola lucha, una misma revolución! ¡El proletariado internacional debe abrirle al imperialismo múltiples frentes de batalla! ¡Que vuelva a ponerse de pie la resistencia iraquí, afgana y palestina!
La misma prensa imperialista de “Washignton Post” alerta de la enorme predisposición de las masas revolucionarias tunecinas para ir en auxilio de sus hermanos de clase de Libia. ¡La UGTT de Túnez, los consejos de obreros, desocupados y soldados con los emigrados de la guerra deben poner en pie una milicia que entre ya a combatir a Libia! Allí se juega el futuro de la revolución tunecina. Esta tarea llevará a la clase obrera de Túnez a terminar de destruir al ejército, a su casta de oficiales y al gobierno de la burguesía y el imperialismo de Ben Alí, sin Ben Alí. En Egipto: ¡Hay que bajar de los tanques a los oficiales de Mubarak para que en ellos los obreros revolucionarios junto a los soldados rasos marchen hacia Libia!
Esta misma tarea tiene la clase obrera de todo Medio Oriente que combate en Argelia, Yemen, Marruecos, Bahrein, Líbano, Irán, etc. ¡Que las organizaciones obreras y de las masas en lucha organicen milicias obreras para combatir en Libia y aplastar a Khadafy y sus bandas contrarrevolucionarias!
En Libia se define en gran medida el destino de la clase obrera del Norte de África, Medio Oriente, europea y mundial. ¡El proletariado de EE.UU. y Europa debe ponerse de pie al grito de “¡el enemigo está en casa!” para boicotear la maquinaria de guerra imperialista! ¡Que vuelvan la “Marcha del Millón de Obreros” y los portuarios de Oakland en EE.UU. a paralizar los puertos!
El corazón de la clase obrera europea está compuesto por millones de obreros del Norte de África. ¡Huelga general europea ya! ¡La clase obrera de los países centrales es la que con piquetes, huelgas, barricadas, ocupación de puertos, etc., puede impedir que la V Flota norteamericana, la ONU y la OTAN intervengan para aplastar la revolución en nombre de la “democracia”! ¡Las organizaciones obreras de EE.UU. y Europa deben llamar a organizar brigadas internacionales para marchar a Libia, con medicamentos, comida, pertrechos y armas para que la insurrección triunfe! ¡Los trabajadores de Wisconsin en EE.UU., que luchan contra Obama y el régimen de los “republicratas”, y los obreros de Grecia que con la huelga general enfrentan el ataque del gobierno de Papandreau, deben atar su suerte al triunfo del combate de las masas revolucionarias del Norte de África!
¡Por la destrucción del Estado sionista-fascista de Israel! ¡Por la derrota militar de las tropas imperialistas en Irak y Afganistán!
Estas son las tareas inmediatas que tiene el proletariado mundial para derrotar el ataque imperialista y para que las masas del Norte de África triunfen en su combate por el pan y la independencia nacional. ¡Ese es el camino para que se vuelva a poner en pie la heroica resistencia iraquí y afgana, para que las martirizadas masas palestinas, junto a sus hermanos egipcios, derriben el oprobioso muro de Rafah y retomen el combate revolucionario! ¡Ese es el camino para romper los cercos impuestos a la revolución en Kirguistán y Madagascar!
Frente a los acontecimientos
del Norte de África y Medio Oriente
Una vez más: Reforma o Revolución
Frente a los acontecimientos históricos que se desarrollan en el Norte de África, nuevamente se ha constituido una Santa Alianza que centraliza a todas las direcciones reformistas y a los renegados del trotskismo, para impedir que la revolución obrera y socialista que ha comenzado en el norte de África y Medio Oriente se desarrolle y triunfe.
Obreros y explotados de Túnez
y todo el Norte de África:
¡El Foro Social Mundial no va a llevar la “solidaridad de los pueblos”, sino a imponer el cerco internacional para que sea derrotada la revolución!
El Foro Social Mundial viene de reunirse en Dakar para organizar el cerco a la revolución en el Norte de África. Al día de hoy, no han impulsado desde las organizaciones obreras que dirigen o influencian, ninguna acción que permita fortalecer el combate revolucionario de las masas en el Norte de África. Ayer, enviaban la ayuda humanitaria a Gaza, diciendo que así se rompía el bloqueo del Estado sionista-fascista de Israel y el imperialismo sobre las masas palestinas para imponerles la rendición. Y hoy, mientras las masas son masacradas por las tropas del chacal Khadafy ¿Por qué no impiden el cargamento de armas y pertrechos en los puertos de los países imperialistas con los que se masacra a las masas y, en su lugar, envían barcos con brigadas obreras internacionales, alimentos, medicamentos y sobre todo armas para combatir junto a las masas insurrectas? No lo han hecho, puesto que su política es pedir la intervención “pacificadora” de la ONU en Libia, es decir, de las tropas carniceras del imperialismo que hoy ocupan y masacran a nuestros hermanos de Haití.
Como parte de la misma política, para el 20 de marzo están preparando una movilización a Túnez y llamando a una “jornada internacional de apoyo a los países árabes”. A no dudar que las direcciones del FSM, no viajan para organizar desde la UGTT brigadas internacionales en Túnez para marchar sobre Libia, ni para derribar el muro de Rafah y levantar a las masas palestinas, ni para tirar abajo al gobierno del protectorado yanqui en Irak. Viajan a sostener al gobierno de transición sirviente del imperialismo de Mebazaa y Essebsi odiado por las masas. Es decir, viajan a sostener a la “burguesía democrática”, a los generales y los “jefes de Tribus” que se montaron sobre la insurrección en Libia para impedir la coordinación de las filas obreras en todo el Norte de África y Medio Oriente.
¡El FSM no llevará ninguna solidaridad a los pueblos, sino que va a imponer el cerco internacional para que sea derrotada la revolución!
Es el mismo FSM que en 2010, ante las oleadas de huelgas en Europa contra la bancarrota capitalista, reunió a las burocracias sindicales, stalinistas y renegados del trotskismo en la “Cumbre de los Pueblos” en Madrid, para cercar el combate de las masas en Grecia e impedir que la chispa de Atenas incendie todo Europa en una única huelga general continental que derrote a los gobiernos imperialistas para derrotar su brutal ataque.
Es el mismo FSM que en Latinoamérica, cuando a principios del siglo XXI ardía la revolución, impuso, de la mano de Castro y Chávez la estafa de la “revolución bolivariana” con la que expropiaron el combate antiimperialista de las masas, para luego pactar con el imperialismo, garantizando el saqueo y la superexplotación de todo el continente. Hoy son los mismos “bolivarianos” quienes descargan el peor de los ataques contra las masas, como Evo Morales en Bolivia, mientras Chávez, Ortega y Fidel Castro sostienen al carnicero asesino Khadafy. ¡Fuera las manos del FSM de la revolución en el Norte de África y Medio Oriente!
Los renegados del trotskismo se dividen tareas para aplicar la vieja política del stalinismo
Por un lado están los reformistas que se ubican como sirvientes de las burguesías nativas del “panarabismo” o el “movimiento musulmán”, que justamente han quedado al desnudo como agentes y sirvientes del imperialismo en la región, garantizando el saqueo de las transnacionales petroleras y encabezando todos los ataques contra las masas a cuenta del imperialismo. Es a estas burguesías que las masas revolucionarias del Norte de África están enfrentando.
La Liga Bolchevique Internacionalista de Brasil, por ejemplo, llega a denunciar la insurrección en Libia como un movimiento orquestado por el imperialismo, reproduciendo las palabras de Fidel Castro y la burocracia restauracionista del capitalismo en Cuba. Otros, como la corriente internacional del renegado Alan Woods, intentan posar que apoyan la insurrección de masas, pero son ministros sin cartera de la burguesía bolivariana que desde Latinoamérica le brindan su apoyo incondicional al carnicero Khadafy como lo hace Chávez u Ortega.
Por otro lado están los pregoneros de la “revolución democrática” que van desde el SWP Inglés, el NPA francés y todos los morenistas desde la LIT hasta el PTS de Argentina. Estos renegados del trotskismo definen que por el supuesto “atraso de la conciencia revolucionaria de las masas” estaríamos ante revoluciones “por la democracia”, como si las masas irrumpieran en la revolución con “conciencia socialista” y un libro bajo el brazo, y no por los padecimientos insoportables que le impone el régimen capitalista. Estos reformistas confesos levantan como consigna de poder la “Asamblea Constituyente con todos los partidos proscriptos” (incluido los de la burguesía) y la lucha por organizar “fuertes sindicatos” como primer “etapa de la revolución democrática contra las dictaduras” y luego, algún día… luchar por el socialismo. Reeditan la teoría de “revolución por etapas” con que el estalinismo estranguló cientos de revoluciones obreras y socialistas. Se ubican así como la izquierda democrática de Obama y por ello su programa es el de la subordinación de la insurrección revolucionaria de masas a la “burguesía democrática” en esta “primer etapa de la revolución”. –Ver polémica en pagina XX-
En el norte de África y Medio Oriente estamos ante una cadena de grandiosas insurrecciones y revoluciones obreras y socialistas que han comenzado. Estas no se definen por la “conciencia de las masas” sino por sus acciones revolucionarias independientes que embisten, con los métodos de la clase obrera, contra la burguesía y su estado. Son revoluciones socialistas porque las tareas democráticas que deben resolver –como el pan, la independencia nacional y la reforma agraria- solo pueden conquistarse íntegra y efectivamente, con la clase obrera acaudillando a los explotados imponiendo la expropiación de la burguesía nativa y el imperialismo bajo la dictadura del proletariado.
La revolución en el Norte de África divide aguas en el proletariado mundial. Dos estrategias y programas se enfrentan abiertamente. Por un lado los reformistas que reeditan el programa menchevique-stalinista de “frente democrático” y “revolución por etapas” y, en la barricada contraria, el programa trotskista de la Revolución Permanente que define que, para conquistar el pan, la tierra y la independencia nacional, sólo la clase obrera acaudillando a las masas explotadas puede llevar al triunfo la revolución, poniendo en pie los soviets, conquistando el armamento generalizado, demoliendo al estado burgués y su casta de oficiales de las FF.AA. y expropiando al imperialismo, como parte de una única revolución obrera y socialista en el Norte de África y Medio Oriente que triunfará definitivamente como una misma revolución en las potencias imperialistas.
Por una conferencia Internacional
del trotskismo principista y las organizaciones obreras revolucionarias para poner en pieuna dirección revolucionaria para que triunfen las masas del Norte de África
No hay tarea más inmediata para la vanguardia del proletariado internacional, que conquistar una dirección revolucionaria para llevar los actuales combates al triunfo.
El movimiento revolucionario internacional viene de duras derrotas en el período anterior, al igual que la clase obrera. La restauración capitalista en los ex estados obreros en 1989 fue un duro golpe para el proletariado mundial. Sin embargo ahora es el capitalismo el que vive su “1989”.
Con la crisis mundial de 2007 hemos entrado en un período de enfrentamiento abierto entre revolución y contrarrevolución. Es una época de contrarreformismo, es decir donde la burguesía no puede siquiera dar las más mínimas concesiones a las masas. Las direcciones reformistas no tienen siquiera margen de hacer pasar limosnas como “grandes triunfos”. Se han transformado en “reformistas sin reformas”.
¡Ahora los que están en crisis son los reformistas! Las leyes de la historia son más fuertes que cualquier aparato. La clase obrera mundial dará mil y una oportunidades a los revolucionarios para estar a la altura de nuestras responsabilidades históricas.
Bajo estas condiciones, es el movimiento revolucionario internacional el que debe ponerse a la ofensiva en el combate por reagruparse y dotar a la clase obrera de una dirección revolucionaria para triunfar ¡La IV Internacional volverá a ponerse de pie, sus destructores jamás!
El proletariado en Libia y todo el Norte de África necesitan un partido revolucionario internacionalista a su frente que levante el programa por el que la IV Internacional combatió en la guerra civil española. Los reformistas pregoneros de la “revolución democrática” reeditan al stalinismo en la guerra civil española que garantizó la derrota de esa grandiosa revolución bajo la premisa “Primero todos juntos luchamos contra el fascismo y luego lucharemos por el socialismo”, cuando la única forma de aplastar al fascismo es expropiando a la burguesía con los métodos de la revolución socialista.
Las direcciones reformistas del proletariado mundial, incluidos los renegados del trotskysmo, en Libia y todo el Norte de África han quedado a los pies y sosteniendo a la “oposición democrática” de la burguesía y por esa vía preparan las condiciones de la derrota de la revolución.
¡No hay tiempo que perder! Es urgente conquistar una Conferencia Internacional del trotskismo principista y de las organizaciones obreras revolucionarias para derrotar a las direcciones reformistas del proletariado a nivel mundial y avanzar en la refundación de la IV Internacional de 1938, la dirección que necesitan las masas del Norte de África para triunfar.
Secretariado de Coordinación Internacional