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Correspondencia Internacional

01/02/2011


Dos estrategias enfrentadas: reforma versus revolución
Las direcciones traidoras del proletariado, la socialdemocracia, el stalinismo, las burocracias sindicales, sostenidas por izquierda por los renegados del trotskismo son desenmascaradas por las acciones revolucionarias de masas de Túnez y Egipto

Los combates del proletariado y las masas del norte de África y Medio Oriente -como ya lo hicieron los obreros bolivianos semanas atrás sublevándose contra el frente popular de Evo Morales- han hecho estallar en la región los dispositivos contrarrevolucionario de la V Internacional y el FSM, de socialdemócratas, stalinistas, burócratas sindicales, sostenidos por izquierda por los renegados del trotskismo, que consisten en preservar la paz social mediante el sometimiento de la clase obrera y sus organizaciones a la burguesía y a sus instituciones y así mantener al proletariado dividido país por país. La fase de guerra civil desatada en todo el Magreb, que acaba de decantar la apertura de la revolución en Egipto, echó por tierra la política de esas direcciones reformistas que le aseguraron a las masas que había una salida para los mil y un padecimientos inauditos que soportan dentro de los marcos del sistema capitalista- imperialista en crisis mortal.
Las masas interviniendo en lucha política, con sus propios métodos, desbordando la legalidad burguesa, comenzando a forjar los organismos de poder obrero opuestos al poder burgués, extendiendo su lucha a sus hermanos de clase de la región y rompiendo los cercos contrarrevolucionarios, como el aplicado contra la clase obrera palestina, han mocionado para todo el proletariado mundial que los flagelos como la cesantía y el hambre no se resolverán con tal o cuál reforma, con medidas redistributivas, etc., sino que derrotando al conjunto de las clases dominantes, a los pulpos imperialistas, a sus gobiernos y regímenes.
Las acciones espontáneas de las masas confirman ser mil veces superiores a todas las políticas de los estados mayores reformistas, quienes nunca llamaron a las masas a librar estos combates, por el contrario hoy están sufriendo estas embestidas revolucionarias de los explotados del Magreb. Efectivamente, el curso seguido por las masas choca de frente contra las direcciones traidoras que una y otra vez las llamaron a luchar por “regular” los planes de ajuste y austeridad de los gobiernos, por la “rectificación” de los ataques, a los pies de los parlamentos, de políticas sindicalistas de presión sobre los gobiernos o a subordinarlas a las burguesías “democráticas”; que en Europa llamaron a pelear por una “Europa social” y no ha derrocar a Maastricht, como intentan hacerlo con sus gobiernos y regímenes los explotados del Magreb.
Ante este panorama todas las fuerzas de la V Internacional y el FSM van a cerrar filas, porque quieren llevar al ahogo, a la asfixia, a la desincronización el combate que ha empezado en el norte de África y Medio Oriente; se jugarán a separarlo de la lucha de la clase obrera europea y de la clase obrera boliviana y de toda América Latina. Ellos no quieren que estos combates incendien China, Europa y Estados Unidos; por ningún motivo quieren que los combates de las masas terminen obstaculizando la restauración capitalista encabezada por la burocracia castrista cubana, ya que estas batallas le señalan a la clase obrera y los explotados de la isla el camino para derrotar los cientos de miles de despidos, la pauperización de sus condiciones de vida, que en este país es la revolución política para convertir el último Estado obrero del planeta en un bastión de la revolución socialista internacional.
Estas direcciones centralizarán sus fuerzas como lo hicieron en el encuentro del ELAC en Brasil, la Cumbre de Madrid y “Marxismo” 2010 en EE.UU., durante el año pasado, para intentar cercar estas batallas de masas y apagar el fuego de la revolución. De hecho ya se alistan a reunirse en una nueva Cumbre en febrero próximo en Senegal, en África.
La política contrarrevolucionaria de estas direcciones ha consistido en poner todas sus fuerzas para que cuando las masas comienzan sus luchas con demandas parciales, mantenerlas en el terreno de la lucha económica e impedir que se eleven a lucha política de masas. Pero cuando no consiguen su cometido, y las masas logran abrirse paso a la lucha política, enfrentando directamente a los gobiernos y regímenes, como lo vimos en Bolivia ante el gasolinazo decretado por Evo Morales y lo vemos hoy en Túnez y Egipto, intentan por todos los medios aplicar una política de “frente democrático”, buscan así someter a la clase obrera a las burguesías “progresistas”, “patrióticas”, “antiimperialistas”, etc., para disolver su independencia expresada en organismos de autodeterminación y democracia directa, para así abortar y derrotar los procesos revolucionarios.
Así también los renegados del trotskismo se ubican como consejeros de la burguesía y su estado, proponiendo una “asamblea constituyente”, utilizando las demandas democráticas extremas para contener la lucha de las masas en los marcos de la democracia burguesa, e impedir que surjan los organismos de doble poder y que los explotados avancen en imponer su gobierno. Esto en instancias que únicamente un gobierno provisional revolucionario de obreros y los sectores empobrecidos de la ciudad y el campo, basado en los organismos de autodeterminación y el armamento de las organizaciones de lucha de las masas, podrá asegurar una Asamblea Constituyente realmente soberana y democrática, para garantizar, armas en mano, la ruptura con el imperialismo.
No obstante, como lo demuestran hoy los focos revolucionarios del norte de África, aquí y allá los reformistas tendrán que lidiar con la crisis del capitalismo, o sea las condiciones objetivas que engendran la revolución proletaria, que no les dará respiro.
Ante estos combates que ponen de manifiesto la bancarrota total de los estados mayores reformistas, se plantea la emergencia de poner en pie un estado mayor revolucionario del proletariado mundial. Su tarea será llevar sus lecciones a todo el proletariado mundial, dando una lucha a brazo partido por derrotar a las direcciones traidoras, su política de colaboración de clases, sus cercos contrarrevolucionarios y poder conquistar así la centralización y sincronización de las luchas de las masas en una contraofensiva mundial por la revolución socialista. Esa dirección no es otra que la IV Internacional que desde la FLTI luchamos por refundar bajo la teoría, la estrategia y el programa de su Congreso de 1938.

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