Dentro de la fábrica metalúrgica de Msrata
Luego de estar parada durante los meses de enfrentamiento contra las tropas qadafistas, la acería nacional de Libia, cuya planta está en la ciudad de Msrata, vuelve a ponerse en movimiento. Aún no está produciendo en su totalidad, pero se está alistando todo lo necesario. Los obreros concurren a la misma a trabajar en los hornos que están funcionando, y a establecer todo lo requerido para la producción, como reestablecer la electricidad, preparar los hornos, reparar daños, etc.
Es una fábrica grande, sobre todo teniendo en cuenta que la ciudad no tiene tantos habitantes. Funcionan tres hornos. En cada uno de ellos trabajan 107 obreros, en cuatro turnos rotativos.
Ante la reapertura de esta fábrica estatal, el gobierno actual del CNT nombró nuevas autoridades, que fueron recibidas por protestas de los obreros, obligando así a remover a algunas autoridades, que fueron reemplazadas por otras, elegidas mediante el voto de los trabajadores.
Por ahora, los salarios se mantienen en el mismo nivel de lo que cobraban en el 2010, esto es, un piso de 800 dinares libios y algunos llegan a cobrar hasta 1.300. Cabe destacar que hasta ese año, estos mismos trabajadores ganaban 300 dinares libios. Fue a partir de una brutal inflación (que aún continúa) que empezaron los primeros esbozos de protestas contra el régimen qadafistas, y que luego terminaran enfrentando al ejército con lo que tenían a mano (piedras, palos, etc.), hasta que le causaron las primeras derrotas, y lograron hacerse de sus armas para formar las milicias que finalmente derrocaron al dictador.
Pero al día de hoy la fábrica está parcialmente parada. Cuando empiece a producir en un 100%, los obreros esperan un aumento de salario. Inclusive ya se habían organizado en una Naqaba (sindicato) para, una vez que empiece la producción y todo el conjunto de los obreros vuelvan a trabajar, garantizar, mediante sus métodos de lucha, el aumento de su salario y las condiciones dignas de trabajo (como ropa de trabajo, seguridad contra incendios, etc.). Sus métodos no son solamente la huelga, ya que todos estos obreros fueron milicianos que combatieron contra Qadafy, cuyo saldo les ocasionó 54 mártires en el campo de batalla.
Curiosamente, la Naqaba existía ya en la época de Qadafy, pero no le tenían permitido tomar ninguna acción ni decisión, más que comunicar a los directivos como estaba el salario de los trabajadores, y dejar librada a la voluntad de los patrones la posibilidad de un aumento. Todo obrero que llegara siquiera a pensar en hacer una huelga o cualquier tipo de protesta, era penado inclusive con muerte.
Hoy en día, los obreros, que en su totalidad mantienen posesión de sus armas con las que derrotaron a Qadafy, se sienten confiados en que la fábrica recuperará e incrementara su nivel de producción, en que subirán los salarios, y que la sociedad se organizará en base a leyes favorables a los trabajadores. Y, de contrario, afirman que pondrán en pie su Naqaba para protestar, derecho obtenido tras la caída del dictador.
Otro de los organismos que han puesto en pie es el Tihad al-Thuwar, un comité de jefes y coordinadores de las milicias, encargado de conseguir empleo para todos los luchadores que pidan volver a trabajar.
Al ver a sus hermanos de clase de Siria, estos obreros expresan su total apoyo hacia ellos, y los llaman a seguir su ejemplo, enfrentando con lo que tengan a mano al ejército, hasta poder arrebatarle su armamento y derrotarlo. Están dispuestos a ayudarlos, en cuanto a envíos de pertrechos coordinados entre los trabajadores mismos sin depender de ningún gobierno (pues solo son trabas). Pero ven muy lejana la posibilidad de organizar milicias para combatir en territorio sirio contra el asesino Bashar al-Assad.
Por último, estos obreros hacen un llamado a todos los trabajadores del mundo que están explotados y oprimidos, igual o peor que ellos bajo Qadafy, a seguir su ejemplo y enfrentar a sus gobiernos y regímenes hasta derrocarlos, de la misma manera que lo han hecho ellos, buscando llegar a la mejor sociedad, el socialismo, pero no al estilo Qadafy, sino el verdadero socialismo.
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Como ayer en Trípoli, hoy los portuarios de Msrata comienzan a desatar su lucha para impedir que el CNT y la patronal les arrebaten las conquistas de la revolución
Los ecos de la huelga realizada por los portuarios de Trípoli siguen retumbando en los galpones del puerto de Msrata. Allí, los obreros comentan que se enteraron tarde de dicha huelga, inclusive después de que había terminado, y que no conocían el pliego de demandas completo. Pero si supieron del hecho, que los llenó de indignación, al ver que todavía no estaba resuelta la cuestión salarial, la vivienda y las condiciones de trabajo, cuando para ello habían hecho una revolución. Saben que el puerto está manejando alrededor de 30 millones de dinares libios, o sea, que no es que no hay plata, sino que alguien se la está robando, según dicen.
Ven esta situación no solo en Trípoli, sino también en Msrata. Allí los portuarios comparten casi todos los reclamos con los obreros de Trípoli, como el aguinaldo, la ropa de trabajo, la vivienda, la falta de oficinas, el seguro médico, etc. Ante esta situación, en Msrata los obreros se reunieron y elevaron un petitorio a la gerencia de la empresa, que fue respondido inmediatamente con un aumento de salario, desoyendo todos los otros reclamos. Una forma más de intentar descoordinar a los portuarios de una y otra ciudad.
Para todos los reclamos, los obreros cuentan con una organización tipo sindical llamada Naqaba, pero está solamente facultada para resolver cuestiones salariales. Por ello, y porque todavía no está funcionando la Naqaba con todos los delegados, los portuarios comenzaron a organizarse en reuniones, como asambleas embrionarias.
Opinan que las asambleas son una forma de organización legítima y las medidas de lucha que tome también lo son. Por ello, acuerdan en un 100% con la huelga hecha por los portuarios de Trípoli, y le advierten a la gerencia que seguirán los mismos pasos si sus reclamos siguen sin respuesta. Inclusive están barajando las distintas posibles acciones, pues un sector se opone a la huelga, ya que ven que eso perjudicaría al conjunto del pueblo y en su lugar propone organizar una acción de protesta contra la empresa para sacar a los jefes actuales y poner en su lugar a otros, elegidos por los obreros en lucha. Hay quienes ven como método de lucha la huelga para forzar, por medio de elecciones anticipadas, a cambiar a sus jefes. Es que en esta empresa los mismos son elegidos (en elecciones fraudulentas) por todos los empleados, una vez cada cuatro años.
Así como en casi todas las fábricas y empresas de toda Libia, estos obreros portuarios vienen de haber combatido en las milicias que derrotaron al dictador, cuyo saldo les dejó varios mártires. Inclusive, muchos trabajadores no han regresado a su actividad, pues siguen organizados en las milicias.
Con respecto a sus hermanos de clase de Siria, estos obreros plantean su total solidaridad para con ellos, y se muestran totalmente dispuestos a organizar acciones, enviar brigadas, armas, municiones, etc. Pero, al mismo tiempo, ven que la acción solo desde Libia no alcanza, sino que, para que triunfen las masas explotadas de Siria, es necesaria la intervención de todo el proletariado mundial.
Para esto proponen formar una organización o un partido de la clase obrera mundial, que agrupe, centralice y coordine a todos los trabajadores en África, Europa y demás continentes, para poder intervenir en los procesos revolucionarios y liberar del hambre, la miseria y la explotación a esta clase oprimida desde siempre. Ponen como ejemplo a "…la organización internacional que coordinó el envío de brigadas obreras de todo el mundo para combatir contra el fascismo de Franco en la guerra civil española de los '30…", que no es, ni más ni menos, que la IV Internacional con su programa de fundación de 1938.
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