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Discusiones entre los trotskistas sobre la Cuestión Negra en la década del ‘30

13 de junio de 1932
De León Trotsky

¡Acercarnos a los proletarios de las razas de “color”!

Al Secretariado Internacional
(Copia al Comité Nacional de la Liga norteamericana)

Recibí una copia de la carta fechada el 26 de abril de 1932 enviada por una organización de camaradas negros de Johannesburgo. Me parece que esta carta es muy importante y sintomática. La Oposición de Izquierda (bolcheviques leninistas) puede y debe convertirse en la bandera de los sectores más oprimidos del proletariado mundial, y por lo tanto, en primer lugar, de los trabajadores negros. ¿Cómo fundamento esta propuesta?

La Oposición de Izquierda es en la actualidad la tendencia más coherente y revolucionaria del mundo. Su actitud severamente crítica hacia todas las variantes de la arrogancia burocrática dentro del movimiento obrero le permite escuchar con atención especial la voz de los sectores más oprimidos del movimiento obrero y del conjunto de los trabajadores.

La Oposición de Izquierda recibe los golpes del aparato stalinista y de todos los gobiernos burgueses del mundo. Este hecho, que pese a todas las calumnias penetra gradualmente en la conciencia de las masas, despierta, cada vez en mayor medida, las cálidas simpatías de los sectores más oprimidos de la clase obrera internacional hacia la Oposición de Izquierda. Desde esta perspectiva, la carta que nos enviaron los camaradas sudafricanos no me parece accidental sino profundamente sintomática.

En su carta, a la que siguen veinticuatro firmas (con la acotación “y otros”), los camaradas sudafricanos expresan un particular interés en los problemas de la revolución china. Hay que reconocer que este interés está plenamente justificado. Las masas trabajadoras de los pueblos oprimidos, que tienen que luchar por elementales derechos nacionales y por su dignidad humana, son precisamente las que corren mayor riesgo de sufrir las consecuencias de las confusas posiciones de la burocracia stalinista sobre el tema de la “dictadura democrática”. Bajo esta falsa bandera, la política a lo Kuomintang, es decir, el vil engaño y el aplastamiento impune de las masas trabajadoras por su propia burguesía “nacional”, todavía pueden causar un enorme daño a la causa de la liberación de los trabajadores. El programa de la revolución permanente, basado en la irrefutable experiencia histórica de una cantidad de países, puede y debe asumir una importancia fundamental para el movimiento de liberación del proletariado negro.

Los camaradas de Johannesburgo pueden no haber tenido todavía la oportunidad de enterarse más a fondo de las posiciones de la Oposición de Izquierda sobre problemas más importantes. Pero éste no puede ser un obstáculo para que nos acerquemos a ellos lo más posible, ahora mismo, y los ayudemos, fraternalmente, a ir adoptando nuestro programa y nuestras tácticas.

Si diez intelectuales de París, Berlín o Nueva York, que ya han pasado por varias organizaciones, nos plantearan que quieren ligarse a nosotros, yo daría el siguiente consejo: sometámoslos a una serie de exámenes sobre todas las cuestiones programáticas, sometámoslos a la lluvia y al sol y luego, después de un cuidadoso control, aceptemos a lo sumo a uno o dos.

El asunto cambiaría radicalmente si se tratara de diez obreros ligados a las masas. No hace falta explicar nuestra actitud diferente hacía un grupo pequeñoburgués y hacia un grupo proletario. Pero si el grupo proletario actuara en una zona donde hay obreros de distintas razas y, a pesar de ello, estuviera formando solamente por obreros de la nacionalidad privilegiada, tendría mis sospechas. ¿No serán tal vez de la aristocracia obrera? ¿No estará infectado el grupo de prejuicios esclavistas, activos o pasivos?

Pero la situación es totalmente distinta cuando se nos acerca un grupo de trabajadores negros. En este caso estoy dispuesto de antemano a dar por seguro que llegaremos a un acuerdo con ellos, aunque todavía no sea evidente, porque los trabajadores negros, en virtud de toda su situación, no pueden degradar, oprimir ni privar a nadie de sus derechos. No buscan privilegios y no pueden llegar a la cúpula si no es por la vía de la revolución internacional.

Podemos y debemos encontrar el camino hacia la conciencia de los trabajadores negros, chinos, hindúes, a todos los oprimidos de ese océano humano que constituyen las razas de color, que son las que tendrán la última palabra en el desarrollo de la humanidad.

L. Trotsky