Brasil - 18 de Mayo de 2016
Como ayer en Grecia y en Ucrania, y hoy en Francia…
En Brasil se concentra toda la pérfida política de colaboración de clases de la “nueva izquierda” de estalinistas y renegados de la IV Internacional
Los renegados del trotskismo juegan el mismo rol que durante décadas jugó el estalinismo en América Latina.
Ellos ya hace rato han renegado abiertamente de la teoría-programa de la Revolución Permanente del trotskismo, para desempolvar la vieja “teoría” estalinista de someter a la clase obrera a supuestos “bloques burgueses progresivos”, ya sean éstos considerados como “antiimperialistas” o “democráticos”.
Así por ejemplo en aras de la “defensa de Cuba atacada por el imperialismo”, ellos alinean a la clase obrera con la nueva burguesía cubana que ya hace rato entregó la isla al imperialismo.
En aras de la “lucha antiimperialista” sostienen a Maduro y a Morales, cuando éstos no se cansan de aplicar los peores ataques contra las masas, utilizados como verdaderos “limones exprimidos” por el imperialismo.
Ellos tildan de “burguesías progresistas” por ejemplo a los Kirchner, “pagadores seriales” de la deuda externa, represores y asesinos de obreros.
Y también llaman a defenderlos contra los “golpes de la derecha”, cuando ésta no viene más que a llevar hasta el final el ataque contra las masas latinoamericanas, que iniciaron y hoy profundizan los “bolivarianos” en bancarrota.
El viejo estalinismo decía que en América Latina y todo el mundo semicolonial la lucha central no era entre la clase obrera contra la burguesía y el imperialismo por la revolución socialista para resolver las tareas democráticas y antiimperialistas de los pueblos oprimidos. Por el contrario, ellos que pregonaban -tal cual hacen hoy los renegados del trotskismo-, la pseudo-teoría de “revolución por etapas” y de bloques con las “burguesías democráticas y antiimperialistas”, con las cuales supuestamente se podría resolver la independencia nacional o enfrentar a las dictaduras militares, para luego en una nueva etapa “marchar al socialismo”.
Esta gente canta la marcha nupcial en los velorios. Es que plantean esta política que lleva al precipicio a la lucha de las masas en momentos de la mayor catástrofe y bancarrota del sistema capitalista imperialista desde la crisis de los años ’30.
En Brasil se han concentrado todas las fuerzas del estalinismo y de los renegados de la IV Internacional para apoyar a una de las fracciones burguesas, hoy en desgracia, que durante años fueron los más grandes garantes de los negocios de las transnacionales y el imperialismo en Brasil, como lo fuera el gobierno del PT de Lula-Dilma con el PMDB de Temer, un partido que ya colaborara con la dictadura militar.
Lo que existe desde hace años en Brasil es un gobierno de frente popular y de colaboración de clases de los sindicatos y el PT con la burguesía agente directo de los piratas imperialistas; gobierno que no ha tenido jamás una pizca de antiimperialismo.
Los renegados del trotskismo han inventado un supuesto golpe para así justificar su apoyo a un gobierno burgués agente del imperialismo como es el de Dilma, que hoy ha caído en desgracia.
El método de esta política infame de “frente democrático” ya lo vimos en los renegados del marxismo de la izquierda norteamericana con su consigna y su programa de “todos contra Bush”. Esta política y programa vistieron de “democrático” y “´progresivo” a Obama y le permitió al imperialismo yanqui tirarle toda su crisis al mundo durante los últimos 8 años.
Ya está por demás claro que el imperialismo en Brasil lo que hace hoy es seleccionar al mejor de los verdugos, que sea capaz de aplicar su plan contra las masas y defenderle sus intereses y negocios.
En Brasil ha comenzado una feroz crisis económica. El imperialismo viene a disciplinar a todas las pandillas burguesas nativas que se han quedado con “vueltos indebidos” de las enormes inversiones financieras que realizaron los banqueros imperialistas en Brasil. Viene a disciplinar tanto a la pandilla del PT en el gobierno como a las “opositoras” que desde el Parlamento impulsaron el Impeachment contra Dilma y azuzan a las clases medias contra su gobierno.
Para seleccionar al gobierno más fuerte que pueda tener a mano, el imperialismo utiliza a la justicia burguesa, al Parlamento y a la Constitución del ’88, con la cual se rige el régimen semi-democrático, semi-bonapartista, de Brasil. Allí no hay ningún golpe. En todo caso, hay golpes de mano de las pandillas burguesas por ver cuál controla los negocios.
La propia Dilma aceptó el “golpe contra ella” y tiene 180 días por delante para defenderse.
La política del imperialismo entonces no tendrá pérdida: Dilma, respetuosa de la Constitución, acepta el Impeachment y queda en gatera por si su vicepresidente, Temer del PMDB, fracasa en su intento de atacar violentamente a las masas. Y si ninguno de ellos lo logra, habrá nuevas elecciones anticipadas. Pero si irrumpen en esta crisis las masas, habrá un frente de todos para aplastarlas. ¿Golpe? ¡Las pelotas!
Han creado una cortina de humo ante los ojos de la clase obrera latinoamericana y mundial. Los marxistas, como decía Lenin, defendemos a un régimen “superior” contra otro “inferior”. Es decir, defendemos las conquistas democráticas del régimen democrático-burgués contra un golpe fascista o bonapartista. La democracia burguesa reaccionaria la podemos utilizar para organizar a la clase obrera y preparar las mejores condiciones para la revolución. Por ello no es indiferente para las masas si triunfa o no un golpe bonapartista o fascista.
Pero los marxistas defendemos la democracia con el método de la revolución proletaria, jamás sometiendo a la clase obrera a los pies de la burguesía “democrática”. El PTS y el FIT, el POR de Bolivia, el estalinismo, etc. que dicen “que existe un golpe en Brasil” están muy lejos de “defender la democracia” con el método de la expropiación de los “golpistas”, de sus transnacionales y sus bancos “para frenar dicho golpe”.
Están muy lejos de llamar a poner en pie los comités de soldados y la milicia obrera para romper el ejército y derrota a la casta de oficiales “golpista”.
Pero cualquier obrero serio se dará cuenta que aquí no hay ningún golpe, puesto que todavía las masas no han superado por izquierda ni han derrotado a este gobierno de frente popular y de colaboración de clases. Insistimos, en Brasil sólo está el imperialismo seleccionando al mejor verdugo de los explotados, mientras las direcciones traidoras se dedican a someter a la clase obrera a su verdugo que ha caído en desgracia.
En conclusión, en Brasil no hay ningún golpe de estado pero tampoco hay ninguna lucha consecuente por parte de la izquierda reformista contra ese supuesto golpe. Lo que hay es una gran traición para que no irrumpan la clase obrera y los campesinos pobres para que hagan valer su peso en la crisis de Brasil, para hacerle pagar a todos los capitalistas y el imperialismo toda la crisis y el saqueo que le provocaron a la nación a la que han dejado endeudada en más de 750.000 millones de dólares.
La tarea del momento no es otra que: ¡Fuera Temer! ¡Que se vayan todos! ¡Hay que romper con la burguesía! ¡Gobierno provisional revolucionario de la CUT, del MST y los sin techo! Por el pan, la tierra y la vivienda: ¡Paso a la clase obrera! ¡Paso a los explotados!