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Francia- 15 de diciembre de 2018

Declaración del Colectivo por la Refundación de la IV Internacional – FLTI

 

Luego de la 5° jornada de lucha…

Los chalecos amarillos no abandonan las calles

El límite de las acciones de masas hoy se reduce a la traición de las burocracias sindicales que, en un pacto con la patronal, sostienen al gobierno de Macron

Este 15 de diciembre, los chalecos amarillos volvieron a cortar las rutas y a ganar las calles de varias ciudades de toda Francia, enfrentándose nuevamente con la policía para defenderse de la represión. Los que llegaban a manifestarse esa fría mañana a París, se chocaron con el cerco policial que en las estaciones de trenes y en la entrada de la ciudad no les permitía avanzar, requisándolos y quitándoles sus máscaras, chalecos, etc.
Es que los combates no se detienen. El fuego de las barricadas no se ha apagado. Las masas no abandonan las calles, pese a la estafa de los anuncios de Macron que ni siquiera son limosnas. La jornada del 15/12 se ha realizado a pesar entonces del pacto infame de la burocracia sindical y la gran patronal. La predisposición al combate sigue intacta. Las masas tienen sobre sus hombros, como un peso muerto, a las centrales sindicales que, dirigidas por la burocracia, son un gran obstáculo para que la clase obrera y los explotados desplieguen toda su fuerza en el combate contra Macron, atacando los negocios e intereses de los grandes capitalistas.

La lucha debe dar un salto hacia adelante. Subir un nuevo peldaño. El gobierno ha puesto todas las fuerzas de la burocracia sindical para que esto no suceda. Es decisivo un nuevo golpe que derrote al gobierno y deje en grave crisis al régimen infame de la V República. Para ello, la clase obrera tiene que bloquear la producción y paralizar toda Francia, lo que cuestionaría de inmediato la propiedad de la gran patronal. Esto daría un enorme impulso a los embates que protagonizan las masas desde hace 5 semanas. Esto es clave para que el combate triunfe. Si aún no pudo realizarlo, si aún no está en marcha una huelga general indefinida, sin aun Macron está en el poder… es porque Martínez y su CGT, junto a las demás direcciones sindicales, lo están salvando. Ellos dividen la irrupción del movimiento obrero. Pese a la burocracia sindical, centenares de luchas y conflictos se ligan a los chalecos amarillos en las calles y en las barricadas, mientras que el movimiento estudiantil se ha incorporado ya abiertamente a estas jornadas revolucionarias.

La jornada del 15/12 fue abiertamente carnereada por la burocracia de todas las centrales sindicales. Ya desde el principio de esta lucha política de masas contra Macron, como dijimos, la burocracia sindical stalinista de Martínez de la CGT y compañía planteó abiertamente que había que “preservar la estabilidad del gobierno”.
La dirección de la central sindical Solidaires, que está influenciada por la “izquierda anticapitalista”, ha planteado junto a Force Ouvrière (Fuerza Obrera / FO), que la lucha es porque “el gobierno cambie su política”, no para que este caiga.
Todos ellos son una muralla para impedir que los comités de fábrica se unan a todas las organizaciones de las masas que están en lucha para derrotar al gobierno.

Las burocracias sindicales, apoyadas en los partidos social-imperialistas de las aristocracias y burocracias obreras, como el de Mélenchon, el PC y el NPA, entre otros, intentan “reencauzar” los combates de masas a luchas de presión como las que venían ocurriendo en Francia... Quieren que los explotados vuelvan a presionar sobre el Parlamento para que retire la flexibilización laboral, para que no ataquen tan duramente a los jubilados… Así venían entregando todos y cada uno de los enormes combates del proletariado francés. Las masas rompieron con esa inercia de inservibles luchas tan solo de presión, impuestas por los traidores de la burocracia y salieron a las calles convencidas de que sin tirar al gobierno y al régimen infame no había ni hay ninguna posibilidad de conseguir ninguna de sus demandas.
Los de arriba declararon una guerra y no están dispuestos a retirarse sin derrotar a la clase obrera. Los de abajo deben ir por todo.

Los sindicatos, dirigidos por estos verdaderos carneros de la burocracia sindical, fueron un peso muerto en contra de las masas y sus luchas. Estos fueron llamados en un acuerdo con la patronal a negociar y a acordar de forma cínica las últimas limosnas que intenta dar Macron que, como ya vimos, son una verdadera estafa a los trabajadores y el pueblo sublevado. Por ello hablamos de una burocracia sindical que juega abiertamente un rol de carneros, traidores y rompehuelgas. En esta 5° jornada de lucha volvió a quedar demostrado.
Porque si algo se ve entre los trabajadores sindicalizados hoy en Francia es su predisposición, sus ganas de luchar junto a los chalecos amarillos. Por ello centenares de miles se han puesto el chaleco y han ganado las calles a pesar y en contra de las órdenes de los jefes de los sindicatos.

Así, para descomprimir esta tendencia a la predisposición a la lucha en la base obrera, las burocracias de las centrales sindicales llamaron a una marcha de los sindicatos ¡el día anterior! a la 5° jornada de los chalecos amarillos (es decir, el 14/12) para quebrar y dividir la lucha. Esta fue una clara acción para separar a los obreros sindicalizados de los centenares de miles que ya combaten en las barricadas. Pero estos burócratas sindicales no tuvieron éxito en ello, ni lograron frenar la 5° jornada de lucha del 15/12 de los chalecos amarillos, aunque sí la volvieron más dificultosa y cuesta arriba. Pero su marcha no despertó ni el más mínimo entusiasmo entre los trabajadores. No más de 4.000 personas marcharon en París bajo la conducción del traidor Martínez de la CGT. Como siempre, a su lado, no faltaron los dirigentes del NPA que influencia a Solidaires, ni mucho menos faltó FO, esa central sindical amarilla, apéndice del gobierno.
La central sindical Solidaires, influenciada por los “anticapitalistas” y que se proclama así misma como un sindicato “combativo”, se ha negado sistemáticamente a romper este frente de burócratas sindicales carneros que sostiene al gobierno de Macron. Se han negado a llamar a pasar por encima de ellos y a poner en pie los comités de empresa, de establecimiento y de fábrica para que la clase obrera se organice junto a los chalecos amarillos, los desocupados, la juventud rebelde y la mayoría de los trabajadores que combaten en las barricadas. Y después lloran y chillan que “no intervienen los sindicatos”. ¡Carneros! Intervinieron en la marcha de los rompehuelgas de la burocracia sindical del 14/12 y no para luchar por superar a la dirección sindical de Martínez y el PC, sino para ser sus sirvientes y sus apéndices de izquierda, que es lo que realmente son.

Pero pese a tanta conspiración contra las masas y tanta traición, quedó claro en la 5° jornada de lucha, y se demostró en las calles, que el fraude y la estafa de Macron no son aceptados ni respaldados por la mayoría de los explotados.

 

Las fuerzas de los de abajo para nada están agotadas
Una enorme conspiración está en marcha buscando desorganizar lo que las masas construyeron.

El desarrollo de jornadas revolucionarias de los explotados en Francia lo que necesita, muy lejos de un pacto con el gobierno, es una verdadera acción contundente de los de abajo. La acción sincronizada y coordinada de todos los explotados que abra un proceso insurreccional generalizado de masas. Eso es lo que está planteado en el momento actual. Los trabajadores y el pueblo francés saben de qué se trata y lo conocen: se trata de que comience un nuevo Mayo del ’68. Esto significaría que los explotados conquisten una huelga general indefinida hasta que caiga el gobierno. De esta forma, las jornadas revolucionarias que estremecen Francia desde hace semanas subirían un escalón fundamental en una lucha que dejaría en crisis al régimen y abriría una crisis revolucionaria en las alturas, como sucedió en mayo del ‘68 tras 15 días de huelga, que obligaron a De Gaulle a fugarse a Alemania por una semana. La gran traición de Martínez es sentarse con el gobierno y la gran patronal para estrangular ese enorme embate de masas, dividir las filas de los explotados, impidiendo el camino a la Huelga General. Por ello Martínez, secretario general de la CGT, hoy es un verdadero primer ministro sin cartera de Macron, el comandante en jefe de la policía interna del movimiento obrero que son la burocracia sindical y los partidos social-imperialistas. Ellos callan y silencian la lucha de las colonias como la Isla de la Reunión y Guadalupe, porque defienden el bolsillo izquierdo de los patrones franceses.
Martínez y los rompehuelgas del PC ya no representan a nadie. Son sostenidos por el estado que los mantiene al frente de los sindicatos y, por izquierda, por los renegados del trotskismo que le ponen algunas pinceladas de “anticapitalistas” a esta podrida burocracia sindical, una de las más traidoras de toda Europa.

 

¡Abajo Martínez y los traidores de la burocracia sindical! ¡Hay que recuperar los sindicatos para ponerlos en la avanzada del combate de las barricadas contra Macron!
¡Paso a los comités de fábrica! ¡El chaleco amarillo lo deben llevar todos los explotados!

Hoy está planteado recuperar los sindicatos y poner en pie los comités de fábrica para que termine de estallar en una acción centralizada y generalizada la fuerza del conjunto de los explotados de Francia.
El método de la asamblea, que vote el comité de acción y que mande delegados a la barricada es el camino que necesita recorrer la clase obrera para que la organización de las masas en lucha dé un salto, para que la relativa espontaneidad actual abra paso a una organización superior que lleve a preparar y organizar nuevos y superiores combates como es el que está planteado: como ya dijimos, la huelga general indefinida que derroque al gobierno.
La tarea inmediata no es otra que coordinar y centralizar a nivel local, regional y nacional los comités de chalecos amarillos, de estudiantes secundarios y universitarios, de jubilados, de desocupados, de inmigrantes y refugiados y, sobre todo, los comités de fábrica y los sindicatos recuperados. Está a la orden del día que estos se extiendan y se coordinen a nivel nacional, sacándose de encima a los burócratas que les atan las manos para pelear.
La crisis de dirección revolucionaria del proletariado francés no es más que la sobreabundancia de direcciones traidoras que quieren deshacer lo que las masas conquistaron con su lucha. El rol de estas direcciones no es otro que frenar un embate superior de masas y, sobre todo, impedir que se pongan en pie los organismos de autodeterminación y autoorganización de todas las masas en lucha, cuestión que haría saltar por los aires a esa capa privilegiada de aristocracia obrera y burocracia comprada, que la gran patronal corrompe y sostiene con las monedas que se caen de las superganancias de la súper-explotación y saqueo del mundo colonial y semicolonial. Un organismo de combate centralizado de todos los trabajadores y explotados de Francia plantearía quién realmente debe gobernar, si el gobierno de las pandillas imperialistas francesas o el gobierno de la clase obrera revolucionaria con sus consejos armados.
Esa podrida burocracia social-imperialista, sindical y política, es la que el proletariado francés deberá dejar al costado del camino para avanzar en sus combates.
El límite que tienen los combates actuales es una acumulación de reformistas, ex trotskistas, stalinistas, defensores de la V República imperialista y de los negocios de la gran patronal francesa en el mundo semicolonial. Ellos son los que impiden que se centralicen las fuerzas de los explotados en un golpe mortal al gobierno de Macron.

En el ’68, cuando aún se reivindicaba trotskista y una fuerza revolucionaria, los antecesores del NPA francés, la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) del Secretariado Unificado de la IV Internacional, llamó abiertamente a la clase obrera francesa a romper con el stalinismo y marchar a la huelga general revolucionaria, como demuestran las declaraciones del propio Alain Krivine en esa época. Tan lejos llegaban, que planteaban que para conquistar las más mínimas demandas había que derrocar a De Gaulle y avanzar a la expropiación y a imponer el control obrero de las empresas imperialistas.
De esa LCR, que aún de forma centrista buscaba un camino hacia la revolución socialista, ya no quedan ni rastros. Solo despojos y desechos. Ya hace décadas que han renunciado públicamente (y en Congresos de su partido)a la lucha por conquistar la dictadura del proletariado. Ellos son fieles defensores de la dictadura “democrática” del capital, la más pérfida de las dictaduras de un puñado de monopolios que expanden sus ganancias sobre la base de millones y millones de explotados en Francia y en el mundo colonial y semicolonial. Por ello están en contra de una acción revolucionaria de masas que derroque a Macron y ponga a la orden del día imponer la dictadura de la amplia mayoría de explotados contra una minoría de parásitos. Ellos no son más que una nueva hornada del Partido Comunista francés del ’68; sus más fieles herederos. Junto a Mélenchon, luchan por “democratizar” a este régimen imperialista. Hoy sostienen a “De Gaulle-Macron”. Pasaron 50 años y mucha agua bajo el puente…

Hoy están en un frente único estratégico con la burocracia de los sindicatos franceses. Y hace rato han devenido en un partido socialdemócrata asentado en la defensa furiosa de la V República imperialista. Y no solo ellos, sino también todos sus apéndices, que desde adentro del NPA, chillan y chillan que lo que hay que poner en pie es el partido de Lenin y Jean Jaures, de Trotsky y Gramsci, para encubrir que han liquidado todo vestigio de un partido revolucionario trotskista en Francia y a nivel internacional. Han llevado a la IV Internacional al fango del stalinismo. Llaman a poner en pie una izquierda “amplia”, “no sectaria”, que luche “por más democracia”. Esta gente hace rato rompió con la pelea por la revolución socialista como tarea inmediata para resolver las demandas de los explotados del mundo. Hace rato cruzaron el Rubicón.

Estas capitulaciones y esta política del NPA de apéndice del stalinismo francés no solo es una política internacional de los herederos del pablismo, sino también de Solidaires, la central sindical que el NPA influencia. En 2016 hicieron un bloque con la CGT para entregar la lucha contra la ley El Khomri de flexibilización laboral en una mesa de negociación con el gobierno de Hollande. Luego, en mayo de 2018, en plena lucha de los ferroviarios y los estudiantes, se juntaron con la CGT, con Mélenchon, con sectores de la burguesía que venían de romper con el PS (Generation.s) y con diferentes ONGs para poner en pie un movimiento llamado “Marea Popular”. Tal como en la movilización de carneros del 14/12 contra la lucha de los chalecos amarillos, en ese momento cuando se largaba el ataque de la flexibilización laboral contra los trabajadores, llamaron a una marcha… ¡un día domingo! cuyo objetivo no era (y lo dejaron muy claro) tirar a Macron, sino presionarlo para que este “cambie de política”. En eso estaban, cuando los sorprendió y los pasó por encima el huracán de los chalecos amarillos que corrieron el telón y mostraron con claridad el rostro de los traidores en esta trágica obra donde las masas luchan y sus direcciones las traicionan.

 

Las traiciones de la dirección de los sindicatos y de la izquierda reformista ponen en grave crisis la alianza revolucionaria de los obreros y los sectores populares empobrecidos de Francia

La crisis de dirección del proletariado se agudiza. Pese a ello, el combate de masas de Francia no deja las calles. Y este, por otra parte, es seguido con mucha atención por millones de obreros del mundo. Desde el G-20, el imperialismo ha concentrado durante hace años su ofensiva para imponer su receta la flexibilización laboral en todo el mundo, para hacerle pagar a los trabajadores la crisis de 2008, cuando la oligarquía financiera esfumó y se gastó a cuenta más de 90 billones de dólares que el trabajo humano aún no había ni ha producido. Es un sistema capitalista perverso y en bancarrota; un 1% de parásitos que ha largado una feroz guerra de clases a nivel internacional.
En Brasil, Argentina, Sudáfrica, China, Rusia, EEUU, Francia, Irán… Ya no hay país donde no se combata contra este plan internacional del imperialismo de flexibilización laboral, mientras las burocracias sindicales impiden que esta lucha se coordine y se centralice como se hacía con la lucha por las 8 horas, la cual unificaba a todos los trabajadores del mundo. Estas direcciones pagas por el capital no solo se niegan a esto sino incluso a unificar las luchas en cada país, tal como lo hacen en Francia. Lo mismo hacen en todos lados. Para eso les pagan.

Por eso los combates de Francia, donde la clase obrera y los explotados han superado a esta loza de las burocracias y las aristocracias obreras, son un golpe por izquierda a esa brutal ofensiva imperialista. La resistencia siria no se ha rendido y desde las calles de Idlib se identifica al asesino Al Assad con Macron, mientras llaman a luchar junto a los chalecos amarillos desde las últimas trincheras de la revolución. La clase obrera iraní, y su vanguardia, los obreros metalúrgicos, han entrado en enormes maniobras de clase. En Hungría ya se han rebelado los obreros también contra la flexibilización laboral e incluso contra el no pago de sus salarios. En Haití se sublevan los trabajadores… Las masas presentan batalla.
El 17/12 es el aniversario del día en que se inmoló en Túnez el joven Mohamed Bouazizi por ser un técnico en computación desocupado al que ni siquiera le dejaban vender verduras en la calle. Hoy esos jóvenes queman París. Estos traidores y sinvergüenzas de las burocracias sindicales los acusan de ser “vándalos”, cuando es la juventud rebelde la que puso la bandera palestina frente al consulado sionista en Francia. Y si a estos señores de la burocracia les molesta que la juventud les queme sus autos, que los dejen guardados y salgan a pelear, en lugar de carnerear la lucha de los trabajadores.

 

Nuevas trampas y conspiraciones contra el combate de las masas: el gobierno propone “iniciativas ciudadanas” y referéndum, mientras Mélenchon y la Nueva Izquierda apoya reformas constitucionales

Mientras el gobierno ve fracasar su estafa y engaño al pueblo, con la postergación del aumento del gasoil; y mientas la burocracia sindical no termina de poder controlar y desorganizar la marea revolucionaria que ha comenzado, Macron busca imponer nuevas trampas a las masas. Su objetivo no es otro que el de dividir no solo al movimiento obrero sino a este de las demás clases explotadas con las cuales ha forjado una alianza en las calles.
Con su nueva propuesta de aceptar la realización de una “iniciativa ciudadana”, es decir, que haya plebiscitos en Francia sin necesidad de que lo apruebe un sector de la Asamblea Nacional, Macron ha acordado con Mélenchon y su frente “Francia Insumisa”, abrir un debate sobre esta cuestión.
Ya no es suficiente con la burocracia sindical traidora. Ahora llega la hora de la Nueva Izquierda, la hora de los Podemos y Syriza que con la demagogia y mentira de “ampliar la democracia”, estrangularon la lucha revolucionaria para terminar con la monarquía en el Estado Español cuando se levantaron los Indignados al grito de “República”. Esta Nueva Izquierda europea es la que en Grecia con Syriza dejó intacto el poder de la Troika y hoy le administra sus negocios desde el gobierno.
Ahora en Francia, apoyándose en las clases medias que han entrado al combate con justas aspiraciones democráticas, el gobierno busca seducirlas con la Nueva Izquierda para que abandonen las calles y los chalecos amarillos y vayan a votar.
Nuevas trampas… pero las masas pelean por el pan y por recuperar todo lo que los capitalistas le han quitado. La crisis del gobierno y de “Francia Insumisa” es que las masas tienen una aspiración mil veces más democrática y revolucionaria que la de Macron, Mélenchon y los lacayos de la Nueva Izquierda que solo buscan impedir que las masas se tomen la Bastilla, armándose como en la revolución de 1789-1793 o con los trabajadores haciéndose del poder como en la Comuna en el siglo XIX.
Lo que la izquierda reformista y el gobierno quieren impedir es la demanda democrática mínima y elemental de las masas de que caiga Macron para así conseguir sus más mínimas demandas de pan, jubilación digna, trabajo y gasoil barato. Los sinvergüenzas de la Nueva Izquierda y la burguesía saben muy bien que combatiendo por estas demandas mínimas que el capitalismo en putrefacción no puede dar y derrocando a Macron, lo que comenzaría sería una revolución obrera, lo que aterroriza a las clases dominantes de Francia y toda Europa.
En última instancia, la “democracia” de la Nueva Izquierda europea tiene bien guardada la guillotina y, como ya dijimos, ni sueña con continuar el combate de los jacobinos revolucionarios de la revolución democrática que ellos mismos proclaman realizar. ¿Cómo “reformar” y “democratizar” a la V República de las pandillas imperialistas que con sus tropas y bases militares se disputan con métodos fascistas y a los tiros el mundo colonial y semicolonial y defienden sus intereses, sin expropiar a las transnacionales y banqueros y sin una revolución socialista victoriosa? Nuevamente, la Nueva Izquierda demuestra ser tan vieja como la teoría de la “revolución por etapas” del stalinismo que llevó a derrotas históricas a la clase obrera mundial.

“Francia Insumisa”, los aliados del Podemos y Syriza, y los “anticapitalistas” como apéndices de ellos, se prepararon para momentos como estos, para tocar “cantos de sirena” haciéndole creer a las masas que “democratizando” el régimen le harán pagar la crisis a la burguesía. Esta es una mentira, una infamia y un nuevo tiro por la espalda a los explotados que solo persigue el objetivo de romper la alianza obrera, campesina y popular que está dejando sin base social y sustento al régimen imperialista de la V República.
Aquí la alternativa es clara y es la misma que estuvo establecida en la Grecia revolucionaria luego de 40 huelgas generales y en la España insurreccionada por la “República de los Indignados”: o se ponen en pie los organismos de doble poder de obreros, sectores populares empobrecidos y estudiantes, y se desarma a la burguesía y su estado; o esta desviará la lucha revolucionaria de las masas y someterá a la clase obrera a sus instituciones de dominio y a la más cruel y brutal explotación y ataque de sus conquistas, y cuando no, a golpes contrarrevolucionarios decisivos.
En la Europa imperialista de Maastricht en guerra comercial con EEUU y disputándose el planeta con las demás potencias imperialistas, con algunas de ellas en abierta bancarrota, ya no hay márgenes de concesión en la Francia gaullista de la arrogante oligarquía financiera de París. Son ellos, los explotadores, o nosotros, los trabajadores.
La burguesía teme que vuelvan las revoluciones de los consejos obreros armados a Europa, que la expropiaron de Berlín a las estepas rusas durante el siglo XX, y que esta vez lo hagan en los países imperialistas centrales.
Para impedir esto ha educado, formado y corrompido con migajas y monedas a esta izquierda social-imperialista, llamada así misma “Nueva Izquierda” europea que ha escrito bibliotecas revisando y destrozando al marxismo para en momentos como esto ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡traicionar el inicio de la revolución proletaria!!!!!!!!!!!

 

En la cumbre del G-20 las potencias imperialistas evalúan y definen su plan de guerra contra los trabajadores del mundo
Contra las nuevas traiciones del reformismo, hay que recuperar las banderas de lucha de la IV Internacional

En el último G-20, realizado en Buenos Aires a principios de diciembre, el imperialismo se dio a sí mismo una tregua en esta guerra comercial, inclusive EEUU la pactó con China. Los poderosos miraron a sus costados y vieron que esas disputas de los de arriba por los mercados y el comercio mundial, venía irrumpiendo una nueva ofensiva revolucionaria de los de abajo.

En China, la guerra comercial con el levantamiento de las barreras aduaneras, ya ha abierto una crisis aguda de recesión y despidos. Más de 9.000 huelgas recorren las ciudades de mayor concentración obrera de ese país. Centenares de miles de estudiantes han ganado las calles para luchar con los obreros para poner en pie sindicatos independientes contra los canallas burgueses de los “empresarios rojos” que son los verdaderos esclavistas de la clase obrera a cuenta de las transnacionales y el imperialismo.

En el G-20 se dieron una tregua de 90 días para cerrar sus brechas, mientras el Partido Demócrata de los imperialistas yanquis, intenta canalizar la pelea aguerrida de los obreros negros, los inmigrantes martirizados en el proceso productivo de EEUU, de las mujeres y la juventud rebelde, poniendo candidatos provenientes de esos sectores para mejor engañar, desviar y desorganizar la lucha de la clase obrera norteamericana. Una impostura y una verdadera estafa para someter a la clase obrera y a los explotados al bipartidismo demócrata-republicano de los asesinos yanquis.

Mientras intentan provisoriamente cerrar las brechas por arriba, a las masas no le dieron tregua en su ataque. Pero los explotados resisten y luchan. En el campo de batalla se desarrollan mil y un combates, pero también se destacan mil y una traiciones. Es en estas condiciones donde está abierta la lucha por recuperar el programa, la teoría y la estrategia de la IV Internacional. Esta es una inmensa tarea porque ella fue entregada al fango de la traición y la ignominia. Sus limpias banderas fueron puestas a los pies de la burguesía. Ninguna fuerza revolucionaria que se reivindique del trotskismo lo puede permitir.

Las banderas de la IV Internacional hoy combaten con los obreros metalúrgicos de Irán contra los clérigos asesinos y millonarios de los ayatollahs que, junto a Al Assad y Putin, masacran a las masas sirias; están en las barricadas de los chalecos amarillos; en la rebelión de los obreros húngaros; en los combates de la clase obrera china y su juventud rebelde, que hoy vuelve a levantarse como lo hizo en el ’89 en Tiananmén.
En cada combate decisivo del proletariado surgirán las fuerzas para recuperar y refundar la IV Internacional, el único partido que propone la revolución socialista como única salida concreta e inmediata para la clase obrera mundial en los combates actuales.
Reagrupar las fuerzas del movimiento revolucionario internacional para este objetivo es la tarea del momento.

¡Hay que combatir como en el Mayo Francés!
¡Hay que tomar el poder en París como en la Comuna!
¡Hay que pelear por la revolución de los consejos y soldados en toda Europa como lo conquistó el Partido Bolchevique en la URSS y por lo que peleaba la III Internacional revolucionaria de Lenin y Trotsky!

15/12/2018

 

 

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