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Apoyados en el estrangulamiento de la revolución latinoamericana y en un pacto con Obama, los nuevos ricos del PCC bajo el comando de los hermanos Castro, avanzan en consolidar la restauración capitalista

Votan la “Ley de inversiones extranjeras” para darle vía libre al imperialismo en la isla

 

De la mano de Obama y el CELAC, los hermanos Castro asientan la restauración capitalista
y ponen la isla a plena disposición de las transnacionales para hacer negocios explotando obreros con
salarios de 20 dólares

Luego de la reunión del CELAC en La Habana a fines de enero, tanto los gobiernos “bolivarianos” como los del TLC, redoblaron su ofensiva contra las masas explotadas. Bajo el comando del FMI y Wall Street, Maduro en Venezuela, Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, descargan todo el peso de la crisis mundial sobre las masas con inflación, devaluación, salarios de hambre, masacres y represión, presos políticos, “ley antihuelga” y la peor de las miserias. La masacre a la resistencia colombiana se profundiza a las sombras de las llamadas “negociaciones de Paz” de La Habana donde el gobierno de Uribe-Santos consolida el verdadero poder en Colombia: las bases militares yanquis. ¡Eso es la estafa de la “revolución bolivariana!

El capítulo principal de esta ofensiva pro imperialista se vive, paradójicamente, en el corazón de la revolución socialista latinoamericana: Cuba.
Allí los hermanos Castro, esa boliburguesía de los nuevos ricos del PCC, pactaron con Obama para terminar de imponer una Cuba capitalista y aplicarle una gran derrota a la clase obrera y las masas del continente. Buscan no dejar rastros de que para conquistar el pan, la tierra y la independencia nacional hay que llevar al triunfo la revolución socialista expropiando al imperialismo y a la burguesía nativa como lo hicieron la clase obrera y los campesinos pobres en la isla en 1959.

A fines de marzo, la Asamblea Nacional Cubana –una cueva de nuevos ricos restauracionistas enemigos de la revolución socialista- aprobó por unanimidad la “Ley de inversiones extranjeras” que abre definitivamente la isla a la voracidad de las transnacionales y al imperialismo. Según el nuevo gusanaje de la isla “El objetivo de la norma es atraer capitales a Cuba para modernizar áreas de enorme ineficiencia productiva como el sector agropecuario.” El gobierno dijo que necesitan inversiones de hasta US$ 2.500 millones anuales ante la asfixia y decadencia a la que han llevado las fuerzas productivas con el proceso de restauración capitalista, que desde los 90 viene destruyendo la reforma agraria conquistada por la revolución del `59.
La prensa burguesa anuncia que “La legislación exime a las compañías extranjeras del impuesto sobre utilidades durante ocho años, y recién después comenzarán a pagarlo a una tasa del 15 %. Inclusive serán liberadas de esa carga impositiva si reinvierten sus ganancias en la isla.” Para ello “El gobierno prometió seguridad a los capitales para eliminar el fantasma de las expropiaciones realizadas en los años `60.”

La nueva protoburguesía castrista, que ya cuenta con derecho de herencia y propiedad privada, que hace años se enriquece en las “empresas mixtas” con las transnacionales, ahora para asentarse como nueva clase poseedora, le garantiza al imperialismo plenos derechos de negocios e inversión.
La nueva burguesía cubana, sometida al imperialismo, no puede hacer una acumulación de capital y una ronda de inversiones que recree un fuerte ciclo de negocios. La productividad del trabajo en Cuba está por el suelo y a este problema el castrismo se juega a resolverlo terminando de asentar la restauración capitalista, abriendo completamente la isla al imperialismo y así intentar imponer un régimen de dominio estable que derrote a las masas definitivamente.
Con el crack golpeando en Venezuela, la importación a Cuba de mercancías y petróleo se ve afectada cada día, es que el ALBA no es “de los pueblos” sino del FMI. La Asamblea Nacional vota la apertura total entregando definitivamente la isla al capitalismo con las transnacionales instalándose sin pagar impuestos, ni regalías, ni estarán bajo el “contralor del estado” ni nada, un verdadero paraíso para los capitalistas y un infierno para la clase obrera.

El imperialismo “trae empresas e inversiones” a Cuba y el castrismo garantiza el control férreo, policíaco, de una clase obrera con salarios de 20 dólares a la que le impuso ya 500 mil despidos “… no se autorizará la ‘libre contratación’. Esto significa que las empresas extranjeras no podrán reclutar libremente trabajadores, sino que deberán hacerlo a través de entidades empleadoras del Estado cubano”. Así el PCC, esos parásitos que no producen nada, son los capangas que con sus bayonetas y su régimen de terror sobre las masas “facilitará la contratación y se negociarán los salarios, con el fin “de que las empresas sean eficientes y los trabajadores se sientan más estimulados”.
A cambio de esto, al estilo de la restauración capitalista en China, el castrismo solo exige tener un miembro –sus hijos y herederos de la FJC- en los directorios de las transnacionales. Esto y los negocios ligados a la venta de insumos y materia prima para las transnacionales que se instalarán en Cuba son los negocios de los “Empresarios Rojos” de la nueva boliburguesía castrista.  

La metamorfosis de la ex burocracia castrista: de afirmar “no todo lo del socialismo es bueno
y no todo lo del capitalismo es malo” a proclamar “¡Viva el capitalismo!”

El actual salto definitivo en la imposición de la restauración capitalista en Cuba, el castrismo puede darlo sobre la base de: la expropiación definitiva de la revolución obrera y campesina en el continente americano bajo la estafa de la “revolución bolivariana” y el “socialismo de mercado” del Foro Social Mundial; de haber sido garantía junto con Chávez del sometimiento de lo más combativo del proletariado norteamericano al “democrático” Obama; y de ser una pieza fundamental en el cerco de la revolución en el Norte de África y Medio Oriente y del genocidio en Siria particularmente. La restauración capitalista en Cuba es parte de los golpes contrarrevolucionarios, como el genocidio en Siria, las masacres en China y la derrota de la vanguardia revolucionaria en Grecia, que necesita imponer y generalizar el imperialismo para crear las condiciones para salir del crack mundial que estallara en 2008.

Contra todo lo que afirman los renegados del trotskismo sostenedores del castrismo, que hablan del comienzo de la restauración capitalista en Cuba, los trotskistas afirmamos que estamos ante la culminación de este proceso al que llevó la utopía reaccionaria de la política stalinista de “socialismo en una sola isla”. Esta fue la pseudo teoría para aplicar el programa castro-stalinista de contrarrevolución mundial sosteniendo en el continente americano la política de “coexistencia pacifica” de Moscú con el imperialismo a la salida de la II Guerra Mundial.
Cuba bajo la dirección castrista se transformó en una especie de “Muro de Berlín” (en referencia al que el stalinismo levantó a la salida de la IIGM para impedir el triunfo de la revolucion socialista en todo Alemania y Europa) en América para impedir que se expanda la revolución socialista al resto del continente y en particular al interior del imperialismo norteamericano. Fidel Castro llevó a la derrota todas las revoluciones en el continente en los 60, 70, 80, bajo el grito de “no puede haber una nueva Cuba en el continente” y por el “socialismo por la vía pacifica” que terminó por estrangular a las masas revolucionarias que fueron ahogadas en sangre.

En 1989 el stalinismo entregaba los estados obreros al imperialismo restaurando el capitalismo en la URSS, China y el Este europeo. Esto significó una dura derrota para el proletariado mundial y un duro golpe contrarrevolucionario a las masas de la isla donde no se pudo en aquel momento restaurar el capitalismo por la heroica resistencia de las masas cubanas y el combate de los explotados latinoamericanos. Pero significó un duro golpe a las masas de la isla y la imposición contrarrevolucionaria del llamado “Período Especial”. Cuba ya no comerciaba con la URSS y eso impuso condiciones de extrema miseria. La burocracia castrista utilizó este cerco de la restauración en la URSS, el bloqueo yanqui y los enormes padecimientos que valientemente el pueblo cubano resistió, para comenzar con sus medidas restauracionistas como la reforma constitucional, la doble moneda, las empresas mixtas, etc. Mientras traicionaba la revolución mundial, hundía a Cuba en la bancarrota con sus medidas restauracionistas.

El pronóstico de la IV Internacional para los estados obreros bajo direcciones stalinistas pasó todas las pruebas de la historia “(…) o la burocracia se transforma cada vez más en órgano de la burguesía mundial dentro del Estado obrero, derriba las nuevas formas de propiedad y vuelve a hundir al país en el capitalismo; o la clase obrera aplasta la burocracia y abre el camino hacia el socialismo.” (Programa de Transición - 1938).
Con la revolución latinoamericana que estallara a principios del siglo XXI expropiada y fuera de escena y con los golpes de la crisis mundial imperialista abierta en 2008, el castrismo restauracionista conquista las condiciones para devenir en nueva boliburguesia apoyada en el mercado regional capitalista que es el ALBA con el que terminó de destruir el monopolio del comercio exterior. En 2011, el congreso de la FJC vota los lineamientos para dar los zarpazos restauradores finales y se sella el pacto contrarrevolucionario Obama-Castro bendecido por el Vaticano.

Los nuevos ricos del PCC tienen en la isla su slogan restauracionista que dice “No todo lo del socialismo es bueno, y no todo lo del capitalismo es malo”. Ahora ya ni siquiera sostienen esta farsa: el castrismo y su Asamblea Nacional han proclamado en Cuba “¡Viva el Capitalismo!”

Los renegados del trotskismo siempre a los pies del castrismo, ayer, hoy y siempre

Distintas corrientes de los renegados del trotskismo han escrito posiciones frente a la “Ley de inversiones extranjeras” en Cuba. Los componentes del FIT de Argentina por ejemplo intentan explicar lo inexplicable de su sumisión a los hermanos Castro afirmando que se trata de una “burocracia antidemocrática” que recién ahora está dando pasos en el sentido de la restauración capitalista. Una completa falsificación de los sostenedores por izquierda del castrismo.

El PTS de Argentina, quienes fueran premiados en La Habana por un film documental (el stalinismo jamás le entregó premios a los trotskistas, más bien los masacró), afirman que el problema de la nueva “Ley de inversiones extranjeras” es que no fue votada de manera democrática y que “Constituye el intento más claro en las últimas décadas por avanzar en la restauración capitalista”. Así el PTS vuelve a reeditar la política del MAS de los ‘80 que planteaba que la solución en Cuba era “Socialismo más  democracia”. Esto es una utopía reaccionaria de sirvientes del castrismo. Es que en Cuba la clase obrera no podía ni puede conquistar su democracia sin derrotar con métodos de guerra civil a la -en aquel entonces- burocracia castrista, imponiendo así la revolución política. 
Es una desfachatez increíble exigirle “democracia” a la restauración capitalista, pero claro, para estos tímidos castristas, el PCC sería una “burocracia” – a la que hay que exigirle libertades democráticas- que intenta avanzar en la restauración capitalista y no una nueva boliburguesia agente de Obama y el Vaticano que ha destruido al estado obrero. Las “erradas” definiciones del PTS ante la cuestión cubana son las justificaciones “teóricas” de su sometimiento y capitulación al castrismo restaurador.
Es la otra cara de quienes sostuvieron por décadas al castrismo legitimándolo por izquierda como la LIT-CI, corriente que definió al castrismo como una corriente “jacobina” de la revolución latinoamericana. Hoy, a diferencia del PTS y el PO, afirman que la restauración capitalista ya se dio en los 90. Por lo tanto desde aquella década dejaron de defender las conquistas de la revolución cubana, dejándole las manos libres al castrismo para que termine de destruir el estado obrero. Hoy afirman que en Cuba, ante el gobierno bonapartista, lo que hay que hacer es una “revolución democrática en el régimen”.
Los renegados del trotskismo hacen malabares para intentar sostener al castrismo en su momento de mayor ofensiva contrarrevolucionaria, pero a los dos los une un mismo punto: se niegan a luchar por una nueva revolución socialista en Cuba.

La clase obrera mundial debe derrotar la restauración capitalista en Cuba.
Hace falta una nueva revolución socialista en la isla como parte de la revolución socialista en el continente americano

Para que la isla no termine siendo una colonia del imperialismo yanqui, lo que está planteado es una nueva revolución socialista que aplaste la avanzada restauración capitalista, que expropie a las transnacionales y a los nuevos ricos del PCC, a los hoteles de lujo, a las transnacionales en el níquel, las hidroeléctricas etc. para volver a conquistar la independencia nacional y la revolución agraria destruidas por la restauración capitalista, así como el monopolio del comercio exterior.
Las demandas de aumento salarial, abajo los despidos, abajo la doble moneda con la que el castrismo se enriquece y los obreros morimos de hambre, fuera el plan privatista en la educación y salud, son el motor de la lucha de los trabajadores y explotados cubanos para aplastar la restauración.
Para ello hay que demoler el régimen policiaco del PCC que con sus “Comités de Defensa de la Revolución” de buchones y represores imponen el terror y el control total de los trabajadores para impedir toda manifestación. Los CDR definen quienes trabajan y quienes no, quienes entran a estudiar a las universidades y quienes quedan afuera. Cualquiera que critique o se manifieste disconforme, los CDR los meten en las cárceles o le imponen prisión domiciliaria.
La puesta en pie de sindicatos independientes, de los comités de fábrica, los comités de soldados y los consejos obreros armados para conquistar la democracia de los trabajadores, está íntimamente ligado a derrotar al PCC, a su casta de oficiales de las FF.AA. y sus CDR con los métodos de la guerra civil y la revolución proletaria.
Son esos consejos obreros y campesinos los que, enfrentando al castrismo, le garantizarán legalidad a los partidos que luchamos por la revolución socialista y contra la restauración capitalista. Son esos consejos obreros y campesinos los que lucharán hasta el final por la libertad de todos los presos políticos.

En Cuba está planteada una segunda revolución socialista, que tiene su carácter internacional en que sólo triunfará integra y efectivamente como parte de la revolución socialista en Latinoamérica y fundamentalmente al interior de los Estados Unidos, cuestión contra lo que el castrismo conspiró desde 1959 ¡Fuera los PC de todas las organizaciones obreras del continente! ¡Abajo la estafa de la “revolución bolivariana” y el FSM!
¡La clase obrera mundial debe derrotar la restauración capitalista en Cuba! ¡Abajo la farsa de la “revolución bolivariana” de sirvientes del FMI! ¡Abajo el Pacto Obama-Castro bendecido por el Vaticano! ¡Fuera el imperialismo y sus bases militares de Guantánamo y todo el continente!
¡Hay que expropiar a los parásitos imperialistas, al capital financiero de Wall Street y todas las transnacionales!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Norte, Centro, Sud América y el Caribe!

Para llevar hasta el final este programa hay que refundar la IV Internacional de 1938 y la corriente de la Oposición de Izquierda que en Cuba en los 30 intentó organizar un partido revolucionario internacionalista. Este esfuerzo fracasó puesto que el oportunismo lo truncó y más tarde los usurpadores del trotskismo llamaron a los partidos de la IV Internacional a disolverse en los PC destruyendo al movimiento revolucionario internacional.
Todos los renegados del trotskismo desertaron de la pelea por la revolución política en Cuba y los ex estados obreros, renegando de construir un partido de la IV Internacional en Cuba. Todos terminaron por vivar a Castro como un “revolucionario jacobino” y “el más grande dirigente de la revolución socialista latinoamericana” y ahora lamentan que no exista una “organización revolucionaria”.

A pesar de todo esto, se mantiene resistiendo en Cuba un movimiento que intenta organizarse y ponerse de pie en las fábricas y en las cárceles. Por ello no está dicha la última palabra, el imperialismo debe terminar por colonizar a Cuba y el proletariado mundial tiene batallas por librar. La clase obrera y los campesinos cubanos y de todo el continente necesitan y se merecen la IV Internacional refundada, el partido de la revolución socialista mundial.

AV por el Comité Redactor


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