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ELECCIONES DE LA CTA

El fraude demostró que era necesario mantener la unidad de las organizaciones  de lucha de la clase obrera

Pasaron las elecciones de la CTA, la central sindical cuya dirección, junto con la de la CGT son las garantes de que, por medio del pacto social firmado con el gobierno, la patronal y el imperialismo, pasen todos los planes de hambre, precarización laboral y miseria para las masas trabajadoras, mientras el imperialismo, los grandes monopolios y la patronal “nativa” se llevan enormes superganancias obtenidas con la superexplotación de la clase obrera, sobre la base de la cual mantienen el actual ciclo de crecimiento económico. La CGT cumple su rol, controlando los grandes gremios industriales, de transporte, etc.; la CTA, controlando centralmente los gremios estatales, docentes, salud y algunos de servicios.
La CTA, que tiene el triste mérito de haber permitido que el salario de los trabajadores estatales se mantenga congelado durante 14 años. Ha cumplido con total eficacia la función de permitir el “achicamiento del estado”, es decir el “retiro” masivo de los trabajadores estatales; que entregó la educación a la voracidad imperialista, lo mismo que los cielos al permitir la privatización de Aerolíneas. Que apoyó al gorila de De La Rúa vistiéndolo de “progresista”, y cuando en 2001 las masas se rebelaron contra el saqueo, la crisis el gobierno y el régimen infame, la dirección del CTA, en la voz de De Gennaro y D’Elía dijeron que los que peleábamos el 20 de diciembre en Plaza de Mayo éramos todos “servicios” e “infiltrados menemistas”.
Esta central tiene también la mancha de haber tenido en sus filas a apaleadores de obreros como los matones de la FTV y Barrios de Pie que reprimieron a trabajadores estatales que protestaban contra Kirchner y Tucumán y Rosario; también conserva entre sus dirigentes al apaleador de docentes Perillo (CCC), y podríamos seguir enumerando manchas de esta central gorila y amarilla, que recuerda a los viejos sindicatos de los “30 democráticos” de los tiempos de la “Libertadora”. Siguiendo esa “tradición”, su nuevo secretario general, Yasky, se niega a hacer un paro por la aparición con vida de Julio López porque según él eso “desestabiliza” al gobierno de Kirchner. Ya mostró su hilacha carnera: no movió un solo dedo cuando, en Neuquén, los trabajadores de la PRIDE fueron traicionados por la burocracia de Pereyra, y reprimidos por la policía. ¡Así estrenó su flamante cargo este burócrata carnero de Yasky!
Ante semejante currículum de carneraje y sometimiento a la patronal, al gobierno y a su estado de la burocracia de la CTA, se caía de maduro que las elecciones del 9 de noviembre serían un fraude escandaloso. Y los fueron. Es que en los sindicatos totalmente estatizados, no puede ser de otra manera.

División y más división

En estas elecciones de la CTA se presentaron tres listas. La Lista 1, fue la lista oficialista que llevaba como candidato a secretario general a Yasky (dirigente hasta ese momento de CTERA) y verdadero ministro de educación sin cartera del gobierno de Kirchner.
Las corrientes stalinistas (PC, PCR, CCC) en su mayoría participaron de las listas oficialistas y las mandaron a votar; aunque en algunos casos, como hizo el PCR, “oficialmente” llamara a votar en blanco.
En la lista 2 estaban representados los sectores integrantes del MIC, los dos MSTs (hoy MST-Unite e Izquierda Socialista), y sectores de las llamadas “nuevas direcciones sindicales”. En la Lista 3 se encontraba centralmente la influencia del PO, PRS, MAS, PTS.
Hay que decir que los “opositores” comparten directivas de seccionales y sindicatos con los “oficialistas”, para solo un par de ejemplos en FOETRA, los moyanistas (Iadarola), los “oficialistas del CTA (Marín) y los opositores del CTA (Sosto, PO), comparten la directiva del sindicato y han mantenido la misma política durante todo su mandato, sin ninguna diferencia sustancial. ¿Cómo se puede ser oficialista y opositor al mismo tiempo? Algo similar sucede en APURA y otros gremios y seccionales.
Además, los opositores de la listas 2 y 3 comparten cuerpos de delegados, direcciones de seccionales sindicales, tanto en la CTA como en la CGT, centros de estudiantes universitarios, etc. Estos organismos, son conquistas arrancadas a la burocracia sindical por la base obrera, que las conquistaron luego de procesos de lucha, etc. Sin embargo, fueron divididos. Sin importarles la opinión de la base obrera y generando una enorme confusión en el activismo que no atinaba a entender por qué.
Si todos los lugares donde comparten la dirección hubieran participado en las elecciones del CTA, por dar algunos ejemplos, se hubiera dividido la interna del hospital Francés que está en Lucha, el cuerpo de delegados de subterráneos, todos los centros que dirigen en la FUBA, etc. En los hechos dividieron en estas elecciones a los delegados de LAN (ex LAFSA), AMSAFE y varias seccionales docentes, seccionales opositoras en ATE, etc. Nada les importaron a estos señores los intereses de los trabajadores.
Lo que en realidad pasó en las elecciones del CTA, es que los dirigentes y delegados de la izquierda reformista y las no tan “nuevas direcciones” sindicales, se dividieron por cuestiones de aparato. No había cargos para todos en una sola lista. Y con esa acción, dividieron a la vanguardia obrera. Ha quedado demostrado una vez más que son incapaces de enfrentar a la burocracia sindical, ni siquiera en las elecciones sindicales que es el terreno donde se dicen más fuertes.
El resultado pudo ser distinto. Se podía conseguir una lista unitaria con el simple recurso de llamar a un congreso de delegados de base con mandato que eligiera a los candidatos. Las más de cien organizaciones obreras entre sindicatos, internas, cuerpos de delegados, etc., que representan entre ambas listas opositoras, podían haber convocado ese congreso de delegados de base con mandato. ¡Habrían necesitado el Luna Park o una cancha de fútbol para deliberar! ¡Qué gran polo de atracción habría sido ese congreso para la vanguardia obrera que quiere luchar! ¡Habría atraído mucho más que a los trabajadores y la vanguardia obrera pertenecientes a organizaciones afiliadas a la CTA!
Hubieran encontrado una posibilidad de expresión y de organización para luchar por sus demandas los miles de suplentes docentes que no pudieron participar en esta elección aunque son parte activa de los paros y luchas del gremio. ¿Y los contratados? ¿Y los trabajadores en negro del estado? ¿Y los sectores que son obligados a figurar como cuentrapropistas cobrando con factura? ¿Y los desocupados?
Ninguna de estas listas se preocupó por los desocupados, a pesar que la mayoría de ellos dirigen movimientos piqueteros, como el PO, CCC, TV, FTC, MTL, etc. En vez de hacer un congreso de delegados de base donde los desocupados pesaran como la enorme fuerza combativa que fueron en sus orígenes en Mosconi y Cutral Có, ocultaron a los desocupados debajo de la alfombra electoral, cubriéndose con los “cuerpos orgánicos” y los estatutos de la burocracia, porque los desocupados no votan porque no son “afiliados”. Es una canallada, los desocupados tenían un enorme rol que cumplir en esta elección, porque era el momento de unirlos con los efectivos, contratados y en negro en un congreso de delegados que votara que se constituía como Comité de Lucha Nacional y cuya primera medida fuera marchar sobre la CTA para imponerle que todos los desocupados son trabajadores, que fueron arrojados a esa situación por la patronal, y que tienen el derecho a votar en una central obrera que se diga democrática y combativa. Al mismo tiempo, con esta acción demostrarían a los millones de desocupados que son carne de la caridad de la iglesia y que son utilizados como mano de obra esclava en los microemprendimientos de los intendentes peronistas, que se habría un camino para luchar por trabajo digno para todos. No lo hicieron.
Estas direcciones reformistas, hace rato que abandonaron la lucha por el trabajo genuino, por la plena ocupación con los mismos derechos que los actuales trabajadores ocupados. Es que a través de los microemprendimientos y de la contraprestación laboral, ellos mismos se han convertido en verdaderas agencias de colocación de mano de obra esclava, precarizada, con salarios de miseria y en negro. O de utilización de los piqueteros para engrosar las columnas de sus propios partidos en las movilizaciones o como pegadores de afiches en sus campañas electorales.
No va a llamar a luchar, aquél que se ha convertido en una verdadera “burocracia piquetera”. Por el contrario, han dejado abandonados a su suerte a los piqueteros y los separan y aíslan de los otros sectores de la clase obrera, cuando las necesidades son que se unan para emprender una lucha unidos, por el trabajo, el salario, la educación.
En realidad, hubo un sector piquetero que votó en estas elecciones y que fue la gran base del fraude. Con el cuento de la afiliación individual, la burocracia del CTA pudo incluir en los padrones a los integrantes de la FTV, Barrios de Pie, etc., y de todos los comedores manejados por los punteros de los intendentes peronistas. Esos piqueteros, rehenes del estado, sí votaron.
Pero, lamentablemente, las corrientes y “nuevas direcciones” que armaron las dos listas opositoras, se negaron. Es que mientras todos los días se someten a los cuerpos orgánicos de la burocracia, son incapaces de someterse a la decisión soberana de la base. Y en ese acto, demuestran que son enemigos de la democracia obrera.
Concretar ese congreso significaba poner en pié un verdadero Comité de Lucha Nacional y coordinar de inmediato a los que están peleando. Por eso se negaron. Y al hacerlo, dividieron los organismos de lucha que con tanto esfuerzo los luchadores obreros pusieron en pie, arrancándoselos al control de la burocracia, y por esa vía, fueron objetivamente funcionales a las necesidades del gobierno, la patronal y la burocracia.
Ahora, unos y otros se acusan de “sectarios” y “divisionistas”, levantando polvareda para cubrir su agachada. Sin embargo, lograr la unidad de la oposición era muy simple, como aconsejaba Trotsky a los sindicalistas franceses que se acusaban mutuamente de “divisionistas”: “Estamos prontos a llevar a cabo hoy mismo la unificación de las organizaciones sindicales. Pero para lograrlo, los obreros no necesitan de intrigantes palaciegos que no tienen respaldo de ninguna organización sindical y que se alimentan de divisiones como gusanos en una herida infectada. Proponemos que se prepare y se especifique el plazo de realización de un congreso de fusión sobre la base de la democracia sindical”. (Sobre los sindicatos). Aclaremos que además, Trotsky se refería en ese caso a la unidad de centrales sindicales: mucho más sencillo era el caso frente a las elecciones de la CTA, cuando se trataba de poner en pie una simple lista de oposición.
Pero ninguna de las corrientes y “nuevas direcciones” de la Lista 2 y la 3 estaban dispuesto a acatar un congreso de delegados de base con democracia sindical, es decir, con la más amplia democracia obrera. Por el contrario, su método fue el de los “intrigantes palaciegos”: cocinaron las listas encerrados entre cuatro paredes, de acuerdo a la conveniencia de sus aparatos y sin ninguna participación de la base.

Todos avalaron el fraude

Ahora, esas corrientes y dirigentes se quejan del fraude. Nadie sabe a ciencia cierta cuánta gente votó. Ambas listas opositoras dicen que votó alrededor del 10% del padrón electoral. ¿Y qué esperaban? En esta época imperialista, la estatización de los sindicatos, determina que estas organizaciones sean prácticamente apéndices del estado burgués, que los dirigentes sean verdaderos funcionarios a sueldo de la patronal y que además, con sus delegados y matones comprados por el dinero patronal, cumplan las funciones de una verdadera policía al interior de la clase obrera. En estas condiciones, se descuenta que la burocracia sindical hará fraude en las elecciones.
Trotsky ya en la década del ’30 para explicar el por qué de la estatización de los sindicatos, en particular sobre los países sojuzgados por el imperialismo, como es Argentina, decía: “Como el capitalismo imperialista crea en las colonias y semicolonias un estrato de aristócratas y burócratas obreros, éstos necesitan el apoyo de gobiernos coloniales y semicoloniales, que jueguen el rol de protectores, de patrocinantes y a veces de árbitros. Esta es la base social más importante del carácter bonapartista y semibonapartistas de los gobiernos de las colonias y de los países atrasados en general. Esta es también la base de la dependencia de los sindicatos reformistas respecto al estado.”
Es precisamente por la estatización de los sindicatos que se presupone que la burocracia hará fraude y que no hay ninguna posibilidad de elecciones “democráticas” en los sindicatos. Es que los estatutos de los sindicatos y las reglamentaciones que dictan los ministerios de trabajo a sueldo de la patronal garantizan la perpetuidad de los burócratas.
Por eso, la posición del PO cuando dice que “Desde el ministerio de trabajo hubo complicidad con la dirección del CTA”, es lamentable. ¡Es que no podía ser de otra manera! Pero es peor cuando dice que impugnaron la elección y que decidieron exigirle al ministerio de trabajo “una nueva convocatoria que cumpla los mínimos requisitos democráticos”. ¿Acaso el PO está diciendo que en el estado burgués, regimentados por los ministerios de trabajo patronales, pueden existir elecciones democráticas en los sindicatos sin que las impongan los trabajadores en las calles y con su lucha? Cabe aclarar que PO no es el único que plantea esto. Montes del PTS firma un artículo donde dice que hicieron “una presentación legal en el Ministerio de trabajo, pidiendo la postergación para garantizar elecciones limpias.”
¡Esta gente se creyó el cuento de la “democracia burguesa”, y trata de llevarla a los sindicatos! Les dicen a los obreros que dentro del sistema capitalista puede haber “elecciones limpias”. Es la política del “frente democrático” aplicada a los sindicatos. Para ellos, los obreros consiguen la “democracia obrera” mediante el voto y no mediante la lucha. Y es exactamente al revés: el obrero que se organiza, lucha y enfrenta al yugo burgués y a sus agentes de la burocracia sindical al interior del movimiento obrero, establece la democracia de clase, la democracia de los que luchan. Se saca de encima las presiones de la patronal, de la burocracia, y decide, junto a sus compañeros de clase, cómo combatir a su enemigo como una clase organizada a través de sus instituciones. Es lo contrario de la democracia burguesa, donde el voto diluye a la clase obrera como parte de los “ciudadanos” individuales. Justamente para eso, por ejemplo, la burocracia de la CTA instituyó la afiliación individual a esa central, para hacer creer que el individuo aislado puede decidir por fuera de las instituciones de lucha.
En vez de denunciar que “la burocracia sindical es el principal instrumento de opresión del estado burgués”; y que reemplaza “con el mayor descaro la democracia interna por la acción arbitraria de una camarilla, transformando a los sindicatos en una especie de campo de concentración de los obreros durante la decadencia del capitalismo”, las corrientes de la izquierda reformista les dicen a los trabajadores que exigiéndole al mismo ministerio de trabajo -que junto con la burocracia dicta las conciliaciones obligatorias, los laudos arbitrales, rechaza las presentaciones de las listas opositoras y avala los fraudes de las listas únicas-, se pueden tener elecciones con “mínimos requisitos democráticos”. Es un total sometimiento a la patronal, a los estatutos de los sindicatos estatizados y a los “cuerpos orgánicos” de la burocracia.
Admiten que tenían ante sus ojos la preparación del fraude, y lo dejaron pasar. Cuando faltaba apenas una semana para la elección, la gran mayoría de los trabajadores de la CTA no sabían ni que se votaba. Los “opositores” no hicieron ninguna gran campaña. No pudieron controlar los padrones electorales y había candidatos opositores que ni siquiera figuraban; no pudieron fiscalizar centenares de urnas, y naturalmente en cada urna no fiscalizada todos los votos iban para el oficialismo. El fraude se desarrolló a plena luz del día y frente a sus ojos, y ellos lo contemplaron mansamente. No solo permitieron el fraude, sino que una vez que éste fue evidente, volvieron a someterse a las instituciones de la burguesía en vez de apoyarse en la lucha de la clase obrera. En vez de recurrir a las bases que los apoyaban para lanzar una gran movilización nacional contra el fraude, en vez de parar las seccionales donde tienen fuerza para impugnar las elecciones, se limitaron a hacer presentaciones legales en ...¡el Ministerio de Trabajo! Apoyarse en la base obrera para pelear ¡jamás! Confiar en la justicia patronal, siempre.
En vez de unirse en una gran lucha contra el fraude, se pelean para ver quién es la “oposición de su majestad” la burocracia de Yasky y De Gennaro, acatando los números truchos que ésta publica, y escriben ríos de tinta para explicar por qué a cada lista opositora “le fue muy bien”, a pesar de que fue una elección total y completamente fraudulenta.
Queda claro, que las corrientes y dirigentes que impulsaron las listas 2 y 3, no son la dirección que nuestra clase necesita para luchar contra el gobierno, la patronal y derrotar a la burocracia sindical.

“Apatía” y “desaliento”

Mostrando la poca concurrencia a votar, llegan a decir, como hace Montes del PTS, que “los métodos del CTA generan apatía” y que por eso “el porcentaje de votantes fue escaso”. Lo que ninguna de las corrientes de la izquierda responde es por qué la presentación de las listas de oposición no generó entusiasmo entre los trabajadores de los gremios afiliados al CTA. ¿Por qué no los vieron como una alternativa a la burocracia?
Es que la base ya los vio dividir y destruir todos y cada uno de los organismos de lucha que las masas pusieron en pie. Han dividido todas sus huelgas manteniéndolas aisladas, y ahora se dividieron en las listas electorales. Ya no son confiables a los ojos de la base obrera que quiere luchar.
Y hay que decir que la base tiene razón. Es que resulta difícil creer en corrientes que se dicen socialistas, obreras, etc., y que después del 20 de diciembre de 2001 destruyeron las asambleas populares, también destruyeron las asambleas nacionales piqueteras. Inutilizaron la campaña por la reducción de la jornada laboral a seis horas, que había encontrado un importante eco en la vanguardia obrera. Prefirieron hacer un acuerdo con el burócrata de docentes Perillo, apaleador de trabajadores, antes que echarlo para quedarse junto a la base docente que lo repudiaba, en la intersindical del 2 de abril del 2004. ¿Cómo creer en los que se sometieron a la burocracia de Michelli (ATE) en la huelga del Garrahan? Destruyeron la interhospitalaria, que era un reagrupamiento de la vanguardia obrera de distintos gremios, en medio de la lucha de los trabajadores de la salud. Liquidaron la Lista Rosa-Roja-Violeta como oposición docente nacional que era una conquista y en las últimas elecciones fueron todos divididos y dispersaron la oposición a Yasky.
Fueron incapaces de enfrentar al chavismo en el Astilleros Río Santiago. Se negaron a hacer un Comité de Lucha y una lucha unitaria alrededor de la heroica huelga de los petroleros de Las Heras, a pesar de reunir más de 300 organizaciones, y permitieron que siete compañeros terminaran presos luego de llamar a la “intervención de la justicia”. Presos a los que olvidaron mientras se pudren en la cárcel, porque no aparecen en ninguno de sus programas. Hoy hacen lo mismo con la lucha de la Pride.
La vanguardia obrera puso en pie organismos para pelear y los reformistas de la izquierda, los destruyeron. Por eso hubo apatía. Porque ellos mismos no son creíbles.

Había que mantener la unidad de las organizaciones de lucha

La clase obrera se expresa a través de organismos para luchar. Solo allí puede liberarse de las ataduras a que la someten los cuerpos orgánicos y los estatutos de la burocracia sindical. Las elecciones sindicales, no son un fin en si mismas sino un medio para llegar al conjunto de los trabajadores y poner en pie estos organismos de lucha. Allí se concentra y organizan sectores de nuestra clase para pelear. Una verdadera dirección “clasista”, “combativa”, etc., uniría todos los sectores de su clase para pelear y derrotar al gobierno, la patronal y la burocracia, cosa que no puede lograr con los reglamentos que la patronal, el gobierno y la burocracia imponen.
Es convirtiendo a las comisiones internas en verdaderos comités de fábrica que unan a todos los sectores dentro de las empresas, poniendo en pié organismos de coordinación de los que están luchando aunque no sean del mismo gremio, como por ejemplo unir la lucha de los hospitales provinciales y estatales como el Clínicas, con el Hospital Francés, como puede unirse a nuestra clase para luchar y derrotar a sus enemigos.
Es poniendo en pie un Comité de Lucha Nacional para organizar esa gran pelea en todo el país, como se conseguirá la unidad obrera y se derrotará a la burocracia. Pero una y otra vez las direcciones de la izquierda reformista se niegan a ello, como lo hacen hoy mismo en el Hospital Francés (MST, IS, PO, MAS, PTS), a pesar que en la ciudad de la Plata se puso en pie un organismo que demuestra que es posible y que ya logró parar la ciudad el 17-11 exigiendo la aparición con vida de Julio López.
Desde Democracia Obrera, defendimos e impulsamos la unidad de los organismos de lucha de nuestra clase desde el primer momento. Nos acusan de ser los “locos del Comité de Lucha nacional” y de la “coordinación”. Agradecemos la medalla, es un orgullo ser reconocidos por querer la unidad de nuestra clase para luchar.
Ante las elecciones del CTA tuvimos la misma actitud. Levantamos la necesidad de presentar una opción unitaria frente a la burocracia. Se negaron. Prefirieron sus conveniencias de aparato en vez de las necesidades de nuestra clase.
Ante la división consumada, recurrimos a la sensatez de la base y llamamos a mantener la unidad de los organismos de lucha que nuestra clase había conquistado arrancándoselos a la burocracia. Así por ejemplo en el Garrahan donde dirige la lista 3 llamábamos a votar a Lerer y su lista para no dividirnos, pero en Río Turbio llamábamos a votar a la lista 2 con Wanzo.
Descontábamos el fraude. Sabíamos que ocurriría, como también sabemos que la única forma de conseguir nuestros reclamos no es a través de los votos sino luchando en las calles. Por eso sabíamos que una vez terminada la elección, nuestra clase necesitaría esos organismos de lucha y era necesario preservarlos. De allí nuestra propuesta de no dividir los organismos de lucha que los trabajadores habían conquistado. Los resultados, incluso los desvirtuados resultados publicados por la burocracia y avalados por la izquierda, muestran que los trabajadores votaron coincidiendo con nuestra posición, y que demostraron ser mucho más perspicaces que todos los dirigentes de la izquierda reformista.
Porque la lucha por la democracia obrera, es la lucha por un programa que termine con las penurias de nuestra clase, con el hambre, la precarización, la desocupación, la falta de salud, vivienda, educación; y nada de eso se conseguirá dentro de este sistema, por eso es necesaria la revolución obrera y socialista. La izquierda reformista hace rato que abandonó este programa, hablando de una supuesta independencia de los sindicatos estatizados, que es imposible de conquistar sin romper con el estado burgués, y por eso llevan a nuestra clase de una derrota a otra. Han abandonado el programa de la democracia obrera y por eso no se levantan contra las cuotas compulsivas, ni contra la ley de Asociaciones profesionales, ni exigen que los delegados sean rotativos y luego de un mandato vuelvan a trabajar, ni que puedan ser destituidos en cualquier momento, por simple mandato de asamblea. Por el contrario, los trotskistas de Democracia Obrera sostenemos junto a Trotsky que “La primera consigna de esta lucha es: independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado capitalista. Esto significa luchar por convertir los sindicatos en organismos de las grandes masas explotadas y no de la aristocracia obrera.” y completaba diciendo “Lo que es imposible es la existencia de sindicatos reformistas independientes o semiindependientes.”
A pesar de todas las diferencias que nos separan, no solo en las elecciones sino en cada lucha en que nos encontramos les hicimos mil y una propuestas para unir a los trabajadores en lucha porque el gobierno y el imperialismo preparan nuevos y más despiadados ataques contra los trabajadores. Más que nunca es necesaria la unidad de nuestra clase, de todos sus sectores, efectivos, contratados, en negro, desocupados, para organizarse y pelear.
Más que nunca es una necesidad coordinar a los que ya están luchando para que no queden aislados y los derroten. Más que nunca es preciso poner en pié un Comité de Lucha nacional, que levante un programa a la altura de las circunstancias, que empiece por levantar la aparición con vida de Julio López, la liberación de los presos de Las Heras y el desprocesamiento de todos los luchadores obreros y populares como los trabajadores.

Martín César