Volver al índice DO 18 Un botón de muestra del fraude de la Revolución Bolivariana La estatización de las organizaciones obreras Los hechos en San Vicente y las tareas del momento

 

EDITORIAL

La Argentina del Kirchnerato
Entre el “strip tease” de la burocracia sindical de Kirchner, la represión de los “batatas” rompehuelgas contra los trabajadores del Francés, y la desaparición de Julio López:
Un botón de muestra del fraude de la “Revolución bolivariana”

La televisión y la prensa burguesa repiten las imágenes de los enfrentamientos de los pistoleros, gángsters y rompehuelgas de distintas facciones de la burocracia sindical que se disputaban un lugar en el palco en la Quinta de San Vicente, el 17 de octubre pasado. Fue una pelea de los perros guardianes de este gobierno y este régimen infame, por la porción del plato de comida que les dan sus amos: los patrones, el imperialismo y sus gobiernos y regímenes, que les pagan para aplastar a la clase obrera.
El “Frente para la Victoria” mostró, en las calles, cuál es la “nueva política” que pregona: la de los pistoleros del PJ de la Capital actuando como rompehuelgas contra la heroica lucha de los trabajadores del Hospital Francés por la defensa de su fuente de trabajo.
En esta Argentina donde manda el frente de la gran patronal esclavista exportadora, asociada a los bancos y a las petroleras, vuelven a desaparecer, como en la peor época de la dictadura, en este caso los testigos contra lo que, a fines de los ’70, fuera un verdadero genocidio contra la clase obrera. Un genocidio cometido primero por el gobierno de Perón y López Rega con sus Tres A, y luego por la dictadura militar que fuera llamada y sostenida por todos los políticos patronales. Hoy, después de 23 años, los genocidas han sido salvados y encubiertos por los partidos de la gran burguesía y el imperialismo.
La clase obrera y el pueblo pobre están pagando con represión, hambre, superexplotación y pérdida de conquistas, la expropiación de la revolución que comenzaran en diciembre de 2001, cuando temblaban y se resquebrajaban las instituciones de dominio al grito certero de las masas en las calles de “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”.
Y “volvieron todos”: los políticos del peronismo que con Menem entregaron a la nación al imperialismo, en una carrera con Martínez de Hoz y Videla para ver quién es más cipayo y entregador. Volvieron los burócratas sindicales que después del 20 de diciembre no podían salir a la calle, luego de haber entregado las conquistas obreras bajo los gobiernos gorilas de Alfonsín, Menem y De la Rúa, y que eran expulsados de las asambleas obreras y combativas que durante el 2001 marcaron un claro intento de reagrupar a los trabajadores al grito de “¡Se va a acabar la burocracia sindical!”.

Mayo de 2003: el primer paso para reconstituir el régimen infame de la Constitución de 1853/1994. El Foro Social Mundial y Fidel Castro llaman a apoyar a Kirchner...

En mayo de 2003, cuando Kirchner asumía la presidencia, Fidel Castro viajó a la Argentina. En un acto realizado en las escalinatas de la Facultad de Derecho, con la presencia de toda la izquierda reformista –tanto stalinistas como renegados del trotskismo- Fidel Castro llamó a apoyar a Kirchner y a producir para que hubiera “crecimiento” y luego poder “repartir la riqueza”.
Fue el “broche de oro” de la expropiación de la revolución que los trabajadores y los explotados habían comenzado en diciembre de 2001 al grito de “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, derrocando a De La Rúa y que había hecho estallar por los aires todas las instituciones del viejo régimen de partidos patronales de la Constitución de 1853/1994. Toda la izquierda reformista se disciplinó al mandato de Castro, y esa fue la política que, desde entonces, se viene aplicando en Argentina. Y Fidel Castro se encarga de que se siga cumpliendo, y para ello viene él o manda a sus enviados al menos una vez por año a la Argentina: vino en 2003; vino el vicepresidente de Cuba para la “Cumbre” y la “Contracumbre” de noviembre de 2005; y nuevamente Fidel este año a la “Cumbre del Mercosur” en Córdoba.
Este apoyo y sostenimiento le dio a Kirchner el 50% del poder que necesitaba para disolver todos los procesos de radicalización de la vanguardia obrera y combativa que se había forjado en la pelea contra el Menemato en los ‘90 y después contra el gobierno asesino de De la Rúa.
La otra pata para sostener los primeros pasos del kirchnerato fue Blumberg, ese ministro sin cartera que puso de pie a la clase media gorila para colaborar, al grito de “orden y justicia” en tirarles a las masas la enorme crisis social de años de desocupación y desesperación, y permitir así que pase la esclavitud obrera que necesitaba la comunidad de negocios de Argentina para ubicar al país como exportador para el mercado mundial sobre la base de explotar mano de obra esclava.
Pero todo esto no fue suficiente. Tenían que “volver todos”. Así, mientras para contener a las masas, se llenaban de militantes castristas las secretarías de los distintos ministerios; mientras la reacción levantaba cabeza, el régimen impuso un gobierno fuerte, asentado en un pacto social entre la CGT y la CTA y las cámaras empresarias con el que hace años se vienen entregando el salario y todas las conquistas obreras. Allí se asienta y se asentó la otra pata de este gobierno y este régimen post-revolucionario: en la peor opresión y sometimiento de los trabajadores, sobre la base de la estatización plena de todos los sindicatos y las centrales sindicales como la CGT y la CTA.
Y “volvieron todos”... Las corrientes autoproclamadas de la izquierda “socialista” demostraron todo su servilismo para con este régimen de “democracia para ricos” que los alimenta, actuando como la otra pata decisiva para terminar de poner en caja a todos los procesos de radicalización y organización conseguidos por la combativa vanguardia obrera argentina.
Luego de años de oportunismo, adaptaciones y capitulaciones, son estas corrientes las que han llevado cada combate decisivo y cada intento de las masas en lucha de atalonarse, a los pies de las legislaturas, los ministerios de trabajo y de la casta de jueces de este régimen de explotación. Así actuaron en cada una de las luchas que, desde la asunción de Kirchner, ha protagonizado la clase obrera Argentina, demostrando lo que son: junto al stalinismo, representantes en Argentina de la “revolución bolivariana” de Chávez, Lula, Castro y Kirchner, sostenida por el Foro Social Mundial.

Con el sostén de las direcciones traidoras, el frente patronal imperialista concentra fuerzas para atacar a las masas

Sobre la base del estrangulamiento de la revolución, de la redoblada sumisión de la nación al imperialismo, de la superexplotación de la clase obrera y la estatización extrema de sus organizaciones; sobre la base del ataque videlista contra los trabajadores y el pueblo de Las Heras y la imposición de las paritarias del hambre con su techo del 19% de aumento salarial, el régimen infame del pacto social terminó pariendo un kirchnerato, es decir, un gobierno fuerte de un régimen totalmente bonapartista.
Un régimen que, desde el punto de vista de las formas que va adquiriendo, se parece al sueño dorado de Kirchner y su señora: al régimen cívico-militar chileno y a su “Concertación”. Así, el régimen que se impuso en Argentina tiene en el Frente para la Victoria un ala burguesa de “centroizquierda”, que agrupa desde el castrismo, pasando por Kirchner, hasta la burocracia sindical en todas sus alas, y a la mayoría de los gobernadores gorilas del PJ; y tiene también un ala “derecha”, videlista, que agrupa a los restos del viejo “partido militar”, a Blumberg y compañía. Entre estos dos polos del régimen, los viejos y maltrechos partidos patronales tradicionales aguardan a una próxima crisis en la que poder volver a jugar su papel de administradores de los negocios de la burguesía.
Si el ala supuestamente de “centroizquierda” es la que desde el gobierno de Kirchner mandó a la policía y la gendarmería a reventar en Las Heras; la que impuso las paritarias del 19% con un golpe de mano a espaldas de millones de trabajadores; la que manda a los “Tuta” Muhamad a apalear a los trabajadores del Hospital Francés; ¿quién puede sorprenderse de que el “ala” videlista de este régimen -encarnada en la casta de jueces, las fuerzas armadas, las policías, la gendarmería, la SIDE para reprimir cotidianamente al pueblo-, secuestre a Julio López? ¡Esto y no otra cosa significa que “volvieron todos”!
En este régimen que se ha impuesto, Kirchner, como representante directo de Repsol, Cargill, Techint –los monopolios y los grandes patrones del “frente exportador” que hoy concentran los principales negocios- es el árbitro entre los distintos sectores de la burguesía, y el que centraliza y comanda el ataque contra la clase obrera para garantizarle a toda la burguesía sus negocios y sus superganancias. Para eso –y de forma similar a lo que sucediera con el Menemato en los ’90-, Kirchner concentra cada vez más poderes de monarca en sus manos, con los “superpoderes”, y en tres años que lleva, viene gobernando a decretazo limpio, superando inclusive al propio Menem en la cantidad de decretos que emitió. En este Kirchnerato, también la oposición burguesa tiende a diluirse, como vemos con la UCR partida en mil pedazos, el ARI disolviéndose, y Macri y López Murphy desdibujados.
No podía ser de otra manera, puesto que un régimen que se impone sobre la base del estrangulamiento de la revolución, que tiene que recomponer el poder burgués y todas sus instituciones dislocadas y descalabradas por la lucha de las masas; que tiene que garantizarle al imperialismo seguir cobrando la deuda externa en efectivo, y a la burguesía que se sostendrá el ciclo de negocios, para nada puede traer “más democracia”, sino por el contrario, tiene que ser un régimen completamente autoritario y bonapartista, con un presidente fuerte que concentre en sus manos un enorme poder y, como veremos más adelante, con la más brutal estatización de las organizaciones obreras para mantener sometido al proletariado.
Como todo gobierno, el de Kirchner es el que administra los negocios de toda la burguesía y protege ante las masas sus intereses de conjunto como clase. Hoy ese gobierno acumula una enorme concentración de fuerzas, sobre la base del sostén que le dan las direcciones traidoras y oportunistas que le han permitido infligirle duras derrotas parciales en las calles a heroicas luchas de la clase obrera en el último periodo.
La fortaleza del kirchnerato radica, en última instancia, en que ha concentrado las fuerzas de los explotadores y ha dispersado las fuerzas de la clase obrera, apoyándose en una legión de pistoleros, burócratas sindicales y direcciones traidoras de todo pelaje que lo sostienen.

Un régimen post-revolucionario que debe resolver históricamente la crisis de las instituciones del estado burgués

Es que éste que se ha impuesto es un régimen post-revolucionario. Su objetivo es el de mantener las fabulosas ganancias del FMI, los banqueros y el frente exportador sobre la base de la esclavitud obrera, y recomponer todas las instituciones que quedaron en crisis por el levantamiento revolucionario de 2001.
Los restos de los viejos partidos patronales están dispersos y desprestigiados; la justicia videlista-peronista-radical -que en los últimos 25 años avaló la impunidad de los milicos genocidas; las privatizaciones y la entrega del país; la expropiación de los ahorros de las clases medias con el “corralito”, que dejó libres a todos los saqueadores de la nación y asesinos de los trabajadores y el pueblo como Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, etc.; que deja libre a Ibarra mientras persigue a los familiares de los pibes masacrados en Cromañón, y un largo etcétera- está completamente deslegitimada; mientras que las Fuerzas Armadas son odiadas por las masas que no olvidan ni perdonan, y quieren castigo a todos los genocidas.
Porque si en todos estos años transcurridos desde la caída de la dictadura militar no pudieron imponer la reconciliación con las FF.AA. genocidas, terminar de consagrar la impunidad, y saldar históricamente la crisis de ese pilar del estado burgués, es por la resistencia de los trabajadores que, generación tras generación, tenazmente se opusieron a reconciliarse con sus represores y asesinos.
La burguesía es consciente de esta crisis y debilidad de las instituciones no sólo del régimen, sino fundamentalmente del estado burgués, como la justicia –que garantiza la continuidad jurídica del estado- y sobre todo, las fuerzas armadas, que son la esencia del estado: son las bandas de hombres armados para defender la propiedad privada, y las garantes, en última instancia, de la existencia del estado burgués, contra la lucha revolucionaria de las masas.
La burguesía comprobó en carne propia esta crisis de las Fuerzas Armadas en diciembre de 2001: no pudieron utilizar a las fuerzas armadas para enfrentar a los trabajadores y el pueblo que se levantaban al grito de ¡que se vayan todos!, que combatían en las calles de Buenos Aires y terminaron derrocando a De la Rúa y abriendo una descomunal crisis revolucionaria en las alturas.
Fue como subproducto de esta enorme acción revolucionaria de las masas que volvió a ponerse al rojo vivo y a la orden del día la lucha por el castigo a los genocidas de la dictadura. La clave está en que la clase obrera y los explotados enfrentaron y descalabraron a todos los partidos políticos patronales, a las instituciones del régimen infame y a la justicia videlista-peronista y radical, es decir, a todos los que apoyaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, los que aplaudieron los Indultos, en fin, a todos los salvadores de los genocidas. “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”!, y esas magníficas acciones revolucionarias de masas, descalabraron a este régimen infame de partidos de la reaccionaria Constitución de 1853/1994, y son las que en última instancia reabrieron el camino del combate por el castigo a todos los genocidas. es que dejaron suspendidos en el aire a los partidos patronales que en 1976 llamaron a los milicos, los sostuvieron, y luego los salvaron durante 23 años.
A los patrones, su régimen y sus sucesivos gobiernos no les alcanzó con poner en pie la “maldita policía” bonaerense con 40.000 mercenarios armados hasta los dientes; con la gendarmería y con las decenas de miles de efectivos de las policías provinciales; ni con los millones de dólares para la SIDE: las masas explotadas se levantaron en 2001, dejaron totalmente deslegitimados a todos los poderes e instituciones salvadores de los genocidas, y quedaron mirándose la cara frente a frente con las Fuerzas Armadas asesinas.

Entre la condena a Etchecolatz, y los juicios contra los luchadores de la Legislatura y los trabajadores de Las Heras: una nueva política de “reconciliación” basada en la “teoría de los dos demonios”

Hoy el Kirchnerato se ha propuesto resolver históricamente esa crisis en el estado burgués semicolonial argentino: la burguesía necesita una justicia patronal prestigiada, que tenga legitimidad para mandar a reprimir a los trabajadores en lucha, meterlos presos, etc. Y sobre todo, necesita Fuerzas Armadas legitimadas, para que nunca más les pase lo del 2001: quieren estar seguros de que la próxima vez que las masas se subleven, podrán aplastarlas a sangre y fuego.
Así, pusieron en marcha un nuevo plan de reconciliación, basado en la vieja “teoría de los dos demonios”, es decir, en la misma política que rigió los Indultos de Menem -que fueron para los comandantes asesinos de las Fuerzas Armadas y también para los dirigentes Montoneros-, como antes lo había hecho la CONADEP con el juicio a la Juntas y el salvataje de todos los genocidas que terminara en las leyes de Obediencia Debida y punto final.
Hablemos claro: toda la izquierda reformista se ha convertido en adoradora de las Cámaras Federales y los jueces que mandaron a la cárcel a Etchecolatz por genocida. Pero son esas mismas cámaras federales y esos mismos jueces los encargados de mandar a que se pudran en la cárcel los luchadores de la Legislatura y los heroicos trabajadores petroleros en Las Heras.
¿Qué dirán esos partidos de la izquierda reformista cuando sus “jueces democráticos y garantistas” con sus “fallos históricos”, sentencien a la cárcel a los luchadores de Las Heras y la Legislatura? Porque es claro que no hay ni habrá una condena sin la otra.
Los obreros revolucionarios no cambiamos la sangre de 30.000 compañeros desaparecidos, torturados y asesinados a manos de toda la casta de oficiales de las fuerzas armadas y policiales de la Argentina, por el escarmiento tan sólo a uno o a cien gerontes de la dictadura. Pero mucho menos vamos a aceptar que la derrota de la impunidad pase por que Etchecolatz vaya a la cárcel... y que junto a él se pudran en la cárcel también los luchadores de la Legislatura y los obreros petroleros de Las Heras.
No vamos a aceptar tan sólo la cabeza de Etchecolatz –que debe pudrirse bien podrido en la cárcel- a cambio de que sigan caminando por las calles y en libertad los asesinos Menem, Duhalde y de La Rúa, salvados por los mismos jueces y cámaras federales que condenaron a Etchecolatz. ¡Cárcel a todos los genocidas, y a Menem, De La Rúa y Duhalde, los asesinos de Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Aníbal Verón, los mártires del 20 de diciembre y Kosteki y Santillán! ¡Libertad inmediata a los obreros de Las Heras y absolución a los luchadores de la Legislatura! ¡Destitución inmediata de todos los jueces, que ayer legitimaron la impunidad y hoy buscan legitimar la represión que realmente necesitan: la de reprimir y encarcelar a los luchadores obreros y populares!
Este es el objetivo de Kirchner con la derogación de las leyes de Obediencia Debida, Punto Final, y los juicios que impulsan contra algunas decenas de genocidas ya gerontes, como Etchecolatz. Es un plan muy inteligente, para matar dos pájaros de un tiro: prestigiar a la justicia haciendo que ésta meta presos a 200 ó 300 milicos y policías genocidas ya retirados, y así dejar libres e impunes a la amplia mayoría de los asesinos que siguen activos en las policías, gendarmería, fuerzas armadas, la SIDE, etc. Y al mismo tiempo, legitimar a las Fuerzas Armadas supuestamente “limpias de genocidas”, para poder usarlas, presentándolas como “democráticas, nacionales y populares”, contra los trabajadores y el pueblo, como hizo Evo Morales en Bolivia. ¡Este es el siniestro plan de Kirchner y la burguesía, que toda la izquierda reformista está sosteniendo y legitimando, al haberle entregado a Kirchner el 24 de marzo la bandera de la lucha por el castigo de los genocidas, al aplaudir los juicios a los genocidas como “medidas progresivas”, y al marchar junto a los kirchneristas por la aparición de Julio López!

Para que aparezca Julio López e imponer el castigo a todos los genocidas de ayer y represores de hoy, hay que enfrentar el nuevo plan de “reconciliación nacional” de Kirchner y la gran patronal esclavista

Estamos ante una “CONADEP 2”, un nuevo plan de “reconciliación nacional” para legitimar a la justicia patronal y a las Fuerzas Armadas, es decir, al estado burgués que quedó gravemente descalabrado por la irrupción revolucionaria de las masas en 2001.
La lucha por el castigo a los genocidas y por la aparición con vida de Julio López, como ya dijimos, es una misma e inseparable lucha por la libertad de los compañeros presos en Las Heras y el fin de las persecuciones a los luchadores obreros y populares; por el castigo a todos los responsables de la masacre de Cromañón, por que vayan presos De la Rúa y Duhalde –asesinos de los compañeros caídos el 20 de diciembre y de Kosteki y Santillán: es la pelea por enfrentar y derrotar en las calles a este gobierno y a su andamiaje contrarrevolucionario para someter a la clase obrera a la peor esclavitud y entregar a la nación al imperialismo y a la voracidad de las transnacionales.
De las entrañas del Kirchnerato han salido los secuestradores de Julio López. Porque desde los mismos estados mayores de los monopolios y los banqueros que sostienen a este gobierno, se paga también a los pistoleros y rompehuelgas que atacaron a los trabajadores del Francés. Desde allí se controla a la SIDE, a las policías y gendarmería asesinas de obreros, y se pone de pie y se financia a los milicos genocidas para que marchen libremente pidiendo “amnistía” y “reconciliación”. Son todos empleados y funcionarios del mismo dueño.
El juicio y castigo a todos los genocidas de ayer, y a los asesinos antiobreros de los últimos 23 años no se logrará poniendo la lucha contra el genocidio a los pies de este “frente democrático” de Kirchner, Hebe de Bonafini, la burocracia sindical de todo pelaje, el stalinismo y los renegados de trotskismo que les hacen de comparsa. Pelear por la derrota de los genocidas de ayer y represores y explotadores de hoy, es el combate por imponer tribunales obreros y populares para juzgar y castigar a todos los genocidas.
A ese canalla ricachón de Blumberg no se le cae un pelo cuando llama imponer juicios por jurado de los ciudadanos ricos y pudientes para castigar ejemplarmente a los pobres que roban gallinas. Pero a la izquierda que se reivindica de la clase obrera y dice luchar contra el genocidio, sí se le mueven todos los dientes y se le frunce todo el cuerpo de sólo oír mencionar que la única política de clase contra el genocidio y los represores, es la de desconocer a esta casta de jueces electos por el senado de los “padres de la patria” y el no menos aristocrático Consejo de la magistratura donde abrevan los jueces videlistas, peronistas, radicales, chupacirios, y demás empleados del gran capital.
¡Tribunales obreros y populares compuestos por familiares de las víctimas y todas las organizaciones obreras, para investigar, juzgar y castigar a todos los genocidas y represores y asesinos de obreros de este régimen infame de partidos basado en la archirreaccionaria Constitución de 1853/1994! ¡Inmediata imposición de la ley de reversión de la prueba a todos los genocidas y asesinos de obreros de los últimos 23 años! Ley de reversión de la prueba para que todos sean culpables –los milicos asesinos, y los no menos asesinos presidentes de esta Constitución de 1853/94 a los que no les tembló la mano para mandar a matar obreros en los últimos años, ni para ser cómplices de la impunidad y salvadores de los milicos asesinos de los ‘70!
La clase obrera y sus organizaciones deben romper todo sometimiento a este plan de reconciliación del Kirchnerato, que es el que alimenta a los secuestradores de López y les da aire a los Blumberg y a los videlistas para que se pongan de pie.
“¡Fallo histórico contra Etchecolatz!”, grita la izquierda de la Constitución gorila de 1853/94 cuando hablan del fallo que condenó a ese asesino pero que deja en libertad, y es en sí mismo una amnistía, a los miles y miles de represores que fueron salvados por este régimen infame.
¿”Disolución de la casta de jueces; de la gendarmería, la SIDE y la policía asesina de obreros, para conquistar la única y verdadera justicia imponiendo comités de autodefensa obreros y populares”? Jamás planteará esto la izquierda reformista. Gritarán, “¡Sacrilegio!”, y les dirán a los trabajadores: “vamos de a poco, con los jueces peronistas-.videlistas- radicales, que ahora de golpe se volvieron “democráticos” castigando uno por uno a los genocidas!” Y mientras tanto.... ¡que se pudran en la cárcel los luchadores de Las Heras; y que queden impunes los asesinatos de obreros a manos de los distintos gobiernos patronales de los últimos 23 años!
Hoy toda la izquierda discute cuál es el camino para encontrar a Julio López, y les dice a los obreros y a los explotados que ese camino pasa por someterse, como ellos, a los faldones de los explotadores, de sus jueces, de sus milicos, de su policía. ¡Cuánto cinismo! Porque, por el contrario, el primer paso en el camino de conquistar la verdad, la justicia, el castigo a los genocidas y represores, comienza a darse rompiendo con la burguesía, su gobierno, sus partidos y todas sus instituciones.
Por el contrario, para la izquierda del régimen, lo que hay que hacer es marchar junto con el Frente para la Victoria por la aparición con vida de Julio López... y por eso, hay que esconder debajo de la alfombra a los presos de Las Heras, a los luchadores de la Legislatura que están siendo enjuiciados, hay que esconder la lucha por el castigo de De la Rúa y Duhalde, y todos los responsables del asesinato de los luchadores caídos el 20 de diciembre y en la masacre del Puente Pueyrredón.
Nos quieren hacer creer que la lucha es entre democracia y dictadura, cuando es esta democracia para ricos, salvadora de los genocidas, la que en los últimos 23 años se manchó las manos de sangre obrera. Llamar a la clase obrera y a la juventud a movilizarse contra el genocidio y por el juicio y castigo de la mano del Frente para la Victoria es, ni más ni menos, entrar en el plan de la “reconciliación” de Kirchner y el gobierno.
Los trotskistas estamos dispuestos a hacer unidad de acción en las calles con dios y con el diablo, y no por eso vamos a pedirle al diablo que se quite los cuernos y la cola. Por el punto específico y concreto de la aparición con vida de Julio López estamos por impulsar toda acción de masas que vaya por ese camino, que signifique aunque sea un paso en la lucha por juzgar y castigar a los genocidas de ayer y represores de hoy.
Pero aquí la cuestión no es el “sectarismo de los trotskistas”. Sino que el problema es que esta vez, el “diablo” tiene mucho que ver con la desaparición de Julio López. Es como haber marchado en las calles en 1987 contra la Obediencia debida y el Punto Final... del brazo de la Juventud Radical.
Un ala de extrema izquierda de este “frente democrático” entre la izquierda reformista y el Frente para La Victoria, marchó a la Plaza San Martín el 5 de octubre porque “allí estaban los secuestradores de Julio López”, en el acto de los videlistas. ¿Y por qué, preguntamos nosotros, los secuestradores de López no podrían estar entre los pistoleros rompehuelgas que se enfrentaron en San Vicente o que antes habían tomado el Hospital Francés contra los trabajadores? ¿Y por qué no en la SIDE y la Federal que en el Francés liberaron la zona para que los pistoleros atacaran a los trabajadores? ¿Y porque no en la policía Bonaerense de Solá, que estuvo en San Vicente subordinada a las órdenes de los pistoleros y rompehuelgas de Moyano y el Pata Medina, es decir, de Kirchner y de Duhalde?
La condición para que la clase obrera haga valer toda su fuerza para imponer la aparición con vida de julio López, la liberación de los rehenes de Las Heras, el juicio y castigo a los represores, no es otra que romper con la burguesía, con sus partidos.
Esta izquierda reformista está ubicada como si estuviéramos a las puertas de un golpe militar videlista, contra el cual llamaríamos a la clase obrera y los explotados a defender con su lucha y en las calles, las conquistas democráticas de las masas, sin comprometernos en los más mínimo con el gobierno y el régimen. Pero ésta no es hoy, en absoluto, la situación. Por el contrario, estamos en el momento en que entre el plan de reconciliación del kirchnerismo, y el plan de amnistía y perdón de los videlistas, se intenta abortar una vez más en la historia, lo que ansían millones de explotados y las nuevas generaciones de la clase obrera que entran al combate: la lucha por el juicio y castigo a todos los genocidas y asesinos de la clase obrera y el pueblo pobre.
Julio López no aparecerá y los videlistas que levantan cabeza no serán aplastados, si no ponemos en pie ya un Comité de Lucha nacional de las organizaciones obreras y estudiantiles en lucha con este programa para triunfar, que ligue este combate decisivo de los explotados, al no menos decisivo combate contra las paritarias miserables del 19% y contra la represión de los matones y guardiacárceles de este Kirchnerato infame y antiobrero, contra la clase obrera.
La estrategia de “frente democrático” que la izquierda reformista le impuso a la vanguardia obrera y juvenil combativa, nos aleja del juicio y castigo a los genocidas, y encubre al gobierno antiobrero que hoy reprime a mansalva a los trabajadores.
Colgadas a los faldones de los “demócratas” del Frente para la Victoria de Kirchner, las corrientes de la izquierda reformista, para cubrirse, comienzan a plantear -¡después de un mes!- la exigencia a la CGT y a la CTA de un paro general por la aparición de López.
Pero, ¿se puede llamar a una paro por la aparición de López, sin parar contra el gobierno que, a través de su responsabilidad en el control de los aparatos de seguridad del estado -plagados de torturadores, represores, genocidas y asesinos contra los trabajadores en la vida política argentina de los últimos 40 años-, es el responsable político de su desaparición? No, imposible.
Por ello, el segundo paso para avanzar en encontrar a López, es independizar a la clase obrera y a la juventud -que ansían entrar al combate contra la impunidad- de la burguesía, de su gobierno y de sus instituciones, poniendo en pie un gran comando nacional de organizaciones obreras y estudiantiles en lucha que prepare y organice la huelga general, sabiendo que esta será contra el gobierno, y contra la burocracia de carneros y rompehuelgas, a pesar y en contra de ellos. El camino, entonces, es el de retomar la lucha revolucionaria del 2001 por que se vayan todos y no quede ni uno solo.

Comité Redactor



La es­ta­ti­za­ción de las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras y la bu­ro­cra­cia sin­di­cal:
el sos­tén fun­da­men­tal del ré­gi­men in­fa­me del pac­to so­cial

El prin­ci­pal sos­tén del ré­gi­men del pac­to so­cial que ha pa­ri­do un kirch­ne­ra­to, es la más pro­fun­da es­ta­ti­za­ción de los sin­di­ca­tos y las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras. El es­ta­do pa­tro­nal, me­dian­te la ley de Aso­cia­cio­nes pro­fe­sio­na­les, tie­ne to­tal­men­te re­gla­men­ta­das a las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras: im­po­ne sus es­ta­tu­tos, só­lo re­co­no­ce al “sin­di­ca­to” –es de­cir, a la bu­ro­cra­cia sin­di­cal- co­mo “re­pre­sen­ta­ción” de los tra­ba­ja­do­res; im­po­ne el des­cuen­to com­pul­si­vo de las cuo­tas sin­di­ca­les, las con­ci­lia­cio­nes obli­ga­to­rias y el ar­bi­tra­je del mi­nis­te­rio de tra­ba­jo, etc. Tan pro­fun­da es la es­ta­ti­za­ción de los sin­di­ca­tos, que in­clu­si­ve, en mo­men­tos de cri­sis po­lí­ti­ca, los bu­ró­cra­tas sin­di­ca­les se trans­for­man di­rec­ta­men­te en mi­nis­tros del go­bier­no bur­gués de tur­no.
La re­gla­men­ta­ción de los sin­di­ca­tos y de sus es­ta­tu­tos por par­te del es­ta­do sig­ni­fi­ca que son tan­tas las tra­bas y re­qui­si­tos pa­ra que un tra­ba­ja­dor pue­da lle­gar a ser di­ri­gen­te de un sin­di­ca­to, que in­clu­si­ve es más fá­cil pos­tu­lar­se a la pre­si­den­cia del país. La prue­ba de ello son los bu­ró­cra­tas sin­di­ca­les vi­ta­li­cios que se man­tie­nen en sus si­llo­nes no só­lo por­que se de­di­can a ha­cer des­pe­dir, a per­se­guir –cuan­do no a apa­lear- a to­do opo­si­tor, si­no por­que los es­ta­tu­tos sin­di­ca­les re­dac­ta­dos por el es­ta­do pa­tro­nal ga­ran­ti­zan que siem­pre sean los mis­mos los que ga­nen las elec­cio­nes sin­di­ca­les.
La in­ter­ven­ción del es­ta­do pa­tro­nal en los sin­di­ca­tos y las or­ga­ni­za­cio­nes de lu­cha de los tra­ba­ja­do­res sig­ni­fi­ca la as­fi­xia de to­do atis­bo de de­mo­cra­cia obre­ra, la li­qui­da­ción de la in­de­pen­den­cia de cla­se de los tra­ba­ja­do­res en re­la­ción a los pa­tro­nes, y es un efi­caz fre­no con­tra la re­vo­lu­ción obre­ra y so­cia­lis­ta.
Es­to se de­mos­tró con cla­ri­dad, por si ha­cía fal­ta, a par­tir de 2001: pa­ra es­tran­gu­lar la lu­cha del mo­vi­mien­to pi­que­te­ro re­vo­lu­cio­na­rio que se po­nía de pie ata­can­do la pro­pie­dad de los ca­pi­ta­lis­tas y lu­chan­do por tra­ba­jo dig­no, el es­ta­do bur­gués co­rrom­pió a los di­ri­gen­tes, trans­for­mán­do­los en una bu­ro­cra­cia pi­que­te­ra ad­mi­nis­tra­do­ra de li­mos­nas, una es­pe­cie de “Cá­ri­tas” en con­ni­ven­cia con el es­ta­do bur­gués. Así, lle­va­ron al mo­vi­mien­to pi­que­te­ro a mo­vi­li­za­cio­nes de pre­sión por mi­ga­jas, li­qui­da­ron su ca­rác­ter re­vo­lu­cio­na­rio y lo trans­for­ma­ron en un ejér­ci­to in­dus­trial de re­ser­va uti­li­za­do por la bu­ro­cra­cia pa­ra hun­dir el sa­la­rio de to­da la cla­se obre­ra.
¡Que los po­lí­ti­cos pa­tro­na­les hi­pó­cri­tas que hoy se “ho­rro­ri­zan” por lo de San Vi­cen­te, nos de­mues­tren que es­to no es así, que la bu­ro­cra­cia por ellos pa­ga­da y los sin­di­ca­tos es­ta­ti­za­dos no son el más efec­ti­vo sos­tén del ré­gi­men del pac­to so­cial y del Kirch­ne­ra­to que ha pa­ri­do! Es sen­ci­llo: bas­ta con de­ro­gar to­das las le­yes que re­gi­men­tan la or­ga­ni­za­ción de los tra­ba­ja­do­res, y reem­pla­zar­las por una so­la que di­ga: “Los tra­ba­ja­do­res se or­ga­ni­zan co­mo quie­ren, y eli­gen a sus di­ri­gen­tes co­mo ellos quie­ren”. ¡Quién pue­de du­dar que eso bas­ta­ría pa­ra de­rrum­bar rá­pi­da­men­te to­do el an­da­mia­je que sos­tie­ne al po­der bur­gués, y que es­te ré­gi­men in­fa­me y su go­bier­no an­tio­bre­ro, re­pre­sor y ci­pa­yo, que­da­rían sus­pen­di­dos en el ai­re!
Co­mo plan­tea­ban León Trotsky y la IV In­ter­na­cio­nal, en es­ta épo­ca im­pe­ria­lis­ta, “Los paí­ses co­lo­nia­les y se­mi­co­lo­nia­les no es­tán ba­jo el do­mi­nio de un ca­pi­ta­lis­mo na­ti­vo si­no del im­pe­ria­lis­mo ex­tran­je­ro. Pe­ro es­te he­cho for­ta­le­ce, en vez de de­bi­li­tar­la, la ne­ce­si­dad de la­zos di­rec­tos, dia­rios, prác­ti­cos en­tre los mag­na­tes del ca­pi­ta­lis­mo y los go­bier­nos que, en esen­cia, do­mi­nan, los go­bier­nos de los paí­ses co­lo­nia­les y se­mi­co­lo­nia­les. Co­mo el ca­pi­ta­lis­mo im­pe­ria­lis­ta crea en las co­lo­nias y se­mi­co­lo­nias un es­tra­to de aris­tó­cra­tas y bu­ró­cra­tas obre­ros, és­tos ne­ce­si­tan el apo­yo de go­bier­nos co­lo­nia­les y se­mi­co­lo­nia­les, que jue­guen el rol de pro­tec­to­res, de pa­tro­ci­nan­tes y a ve­ces de ár­bi­tros. Es­ta es la ba­se so­cial más im­por­tan­te del ca­rác­ter bo­na­par­tis­ta y se­mi­bo­na­par­tis­tas de los go­bier­nos de las co­lo­nias y de los paí­ses atra­sa­dos en ge­ne­ral. Es­ta es tam­bién la ba­se de la de­pen­den­cia de los sin­di­ca­tos re­for­mis­tas res­pec­to al es­ta­do. (...) los sin­di­ca­tos ac­tual­men­te no pue­den ser sim­ple­men­te los ór­ga­nos de­mo­crá­ti­cos que eran en la épo­ca del ca­pi­ta­lis­mo li­bre y ya no pue­den ser po­lí­ti­ca­men­te neu­tra­les, o sea li­mi­tar­se a ser­vir a las ne­ce­si­da­des co­ti­dia­nas de la cla­se obre­ra. Ya no pue­den ser anar­quis­tas, es de­cir que ya no pue­den ig­no­rar la in­fluen­cia de­ci­si­va del es­ta­do en la vi­da del pue­blo y de las cla­ses. Ya no pue­den ser re­for­mis­tas, por­que las con­di­cio­nes ob­je­ti­vas no dan ca­bi­da a nin­gu­na re­for­ma se­ria y du­ra­de­ra. Los sin­di­ca­tos de nues­tro tiem­po pue­den ser­vir co­mo he­rra­mien­tas se­cun­da­rias del ca­pi­ta­lis­mo im­pe­ria­lis­ta pa­ra la su­bor­di­na­ción y adoc­tri­na­mien­to de los obre­ros y pa­ra fre­nar la re­vo­lu­ción, o bien con­ver­tir­se, por el con­tra­rio, en las he­rra­mien­tas del mo­vi­mien­to re­vo­lu­cio­na­rio del pro­le­ta­ria­do.” (Los sin­di­ca­tos en la era de la de­ca­den­cia im­pe­ria­lis­ta).
Por ello, no lu­cha hoy con­tra el ré­gi­men y el go­bier­no de Kirch­ner, aquel que no po­ne en el cen­tro de su pro­gra­ma y de su com­ba­te la pe­lea por de­rro­tar y ti­rar aba­jo a la bu­ro­cra­cia sin­di­cal de la CGT y la CTA; por la to­tal in­de­pen­den­cia de los sin­di­ca­tos y or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras en re­la­ción al es­ta­do pa­tro­nal y sus ins­ti­tu­cio­nes; por la más am­plia de­mo­cra­cia obre­ra; en sín­te­sis, por una di­rec­ción re­vo­lu­cio­na­ria de los sin­di­ca­tos sin los cual és­tos se­gui­rán sien­do “he­rra­mien­tas se­cun­da­rias del ca­pi­ta­lis­mo im­pe­ria­lis­ta pa­ra la su­bor­di­na­ción y adoc­tri­na­mien­to de los obre­ros y pa­ra fre­nar la re­vo­lu­ción”.
Las co­rrien­tes de la iz­quier­da re­for­mis­ta, in­clui­dos los re­ne­ga­dos del trots­kis­mo, han aban­do­na­do el pro­gra­ma de la IV In­ter­na­cio­nal y se nie­gan a lu­char por es­to. Pe­ro no só­lo eso: son ellos mis­mos los que lle­van una y otra vez a la cla­se obre­ra a so­me­ter­se y su­bor­di­nar­se, en ca­da lu­cha, al es­ta­do pa­tro­nal y sus ins­ti­tu­cio­nes: al mi­nis­te­rio de tra­ba­jo, a los jue­ces, a los Par­la­men­tos y le­gis­la­tu­ras, etc. Han re­ne­ga­do así de la lu­cha por la in­de­pen­den­cia de las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras del es­ta­do pa­tro­nal: por el con­tra­rio, con­tri­bu­yen a que los sin­di­ca­tos sean he­rra­mien­tas se­cun­da­rias del ca­pi­ta­lis­mo im­pe­ria­lis­ta pa­ra su­bor­di­nar a los obre­ros, y pa­ra fre­nar la re­vo­lu­ción. Por­que son los que los so­me­ten “por iz­quier­da”, a las ins­ti­tu­cio­nes de la bur­gue­sía.
El sis­te­ma ca­pi­ta­lis­ta en su fa­se im­pe­ria­lis­ta, to­do lo com­pra. In­clu­si­ve, al igual que lo hi­cie­ra el ca­pi­ta­lis­mo en su épo­ca de as­cen­so com­pran­do a los prín­ci­pes y los no­bles, hoy, en la épo­ca de su de­ca­den­cia, com­pra a las ca­pas al­tas de la cla­se obre­ra y a la bu­ro­cra­cia que de ella emer­ge, pa­ra co­rrom­per al mo­vi­mien­to obre­ro, di­vi­dir sus fi­las y sos­te­ner así su do­mi­nio. De allí el com­ba­te del trots­kis­mo por la de­mo­cra­cia obre­ra; por que to­dos los di­ri­gen­tes y de­le­ga­dos de los sin­di­ca­tos, des­pués de es­tar un pe­río­do co­mo ta­les, vuel­van a tra­ba­jar a la má­qui­na; por de­le­ga­dos re­vo­ca­bles en cual­quier mo­men­to por la ba­se; por fi­nan­zas pú­bli­cas de las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras con Co­mi­sio­nes fis­ca­li­za­do­ras ro­ta­ti­vas vo­ta­das por la ba­se.
La lu­cha por la de­mo­cra­cia obre­ra en las or­ga­ni­za­cio­nes de lu­cha de las ma­sas no es com­pa­ti­ble con la su­mi­sión a nin­gún par­ti­do o ins­ti­tu­ción de la bur­gue­sía, por­que allí es­tán las ba­ses de la co­rrup­ción y la de­ge­ne­ra­ción de las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras.


Las ta­reas del mo­men­to:
hay que re­cu­pe­rar la uni­dad de las fi­las obre­ras, so­bre la ba­se de de­rro­tar a los trai­do­res de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal

Los he­chos de San Vi­cen­te y la dis­pu­ta en­tre los pis­to­le­ros rom­pe­huel­gas de Kirch­ner y la pa­tro­nal es­cla­vis­ta:
un ver­da­de­ro strip tea­se del ré­gi­men, el go­bier­no y el “Fren­te pa­ra la Vic­to­ria”

Mien­tras eje­cu­tan es­te plan pa­ra re­sol­ver his­tó­ri­ca­men­te la cri­sis de las ins­ti­tu­cio­nes del es­ta­do y el ré­gi­men bur­gués, el pi­lar en el que se sos­tie­ne el kirch­ne­ra­to es el pac­to so­cial con la bu­ro­cra­cia sin­di­cal y la más ex­tre­ma es­ta­ti­za­ción de los sin­di­ca­tos y las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras.
Por­que es eso lo que ga­ran­ti­za el so­me­ti­mien­to y la es­cla­vi­tud de la cla­se obre­ra, el hun­di­mien­to del sa­la­rio y la pér­di­da de con­quis­tas obre­ras con las pa­ri­ta­rias del 19%; es de­cir, es lo que ga­ran­ti­za los 10.000 mi­llo­nes de dó­la­res cash pa­ra pa­gar­le la deu­da al FMI, y la con­ti­nui­dad del ci­clo de ne­go­cios con el que es­tán ha­cien­do enor­mes su­per­ga­nan­cias los mo­no­po­lios im­pe­ria­lis­tas y la pa­tro­nal na­ti­va a ellos aso­cia­da, tan­to la que mi­li­ta en el ala de “cen­troiz­quier­da” de es­te ré­gi­men del kirch­ne­ra­to, co­mo en el ala vi­de­lis­ta.
Hoy, des­pués de que las ban­das de ma­to­nes de dos frac­cio­nes dis­tin­tas de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal –Mo­ya­no del sin­di­ca­to de ca­mio­ne­ros; y una frac­ción de la UO­CRA di­ri­gi­da por Me­di­na, sir­vien­te de Du­hal­de- se en­fren­ta­ran a pa­la­zos y ti­ros lim­pios el 17 de oc­tu­bre pa­sa­do en San Vi­cen­te, Kirch­ner, So­lá y to­dos los pa­tro­nes se ras­gan las ves­ti­du­ras y po­nen el gri­to en el cie­lo. ¡Hi­pó­cri­tas! Quie­ren ocul­tar que esos bu­ró­cra­tas sin­di­ca­les mi­llo­na­rios y esos ma­to­nes son sus em­plea­dos a suel­do, a los que les pa­gan con mi­les de mi­llo­nes de dó­la­res de las obras so­cia­les y de las cuo­tas sin­di­ca­les des­con­ta­das com­pul­si­va­men­te a los tra­ba­ja­do­res, pa­ra que ac­túen co­mo guar­dia­cár­ce­les de la cla­se obre­ra. Es­tos bu­ró­cra­tas y sus ma­to­nes que hoy se en­fren­tan por el con­trol de esas su­cu­len­tas ca­jas y al ser­vi­cio de dis­tin­tos po­lí­ti­cos pa­tro­na­les que les ga­ran­ti­zan sus pri­vi­le­gios, son los que to­dos los días ga­ran­ti­zan en las fá­bri­cas la es­cla­vi­tud obre­ra; “mar­can” a los ac­ti­vis­tas y los ha­cen des­pe­dir; aca­llan con ame­na­zas y pa­los to­da voz di­si­den­te, y en­tre­gan las con­quis­tas obre­ras. Son los que ga­ran­ti­zan las su­per­ga­nan­cias su­cu­len­tas que es­tán ha­cien­do los mo­no­po­lios y los pa­tro­nes a cos­ta de la su­pe­rex­plo­ta­ción de la cla­se obre­ra y los sa­la­rios de ham­bre, y que las ex­por­ta­cio­nes ar­gen­ti­nas sean “com­pe­ti­ti­vas” en el mer­ca­do mun­dial con la pro­duc­ción sa­ca­da en Chi­na con ma­no de obra es­cla­va.
Hoy el go­bier­no y los pa­tro­nes se ha­cen los “es­can­da­li­za­dos” an­te los “he­chos de vio­len­cia” del 17 de oc­tu­bre pa­sa­do, pe­ro cuan­do sus pe­rros guar­dia­nes de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal fue­ron so­bre­pa­sa­dos en Las He­ras por los tra­ba­ja­do­res pe­tro­le­ros y con­tra­ta­dos de la UO­CRA en lu­cha, no les tem­bló la ma­no pa­ra man­dar a la po­li­cía, la gen­dar­me­ría y a la SI­DE a ocu­par la ciu­dad al me­jor es­ti­lo vi­de­lis­ta, a alla­nar ca­sas, de­te­ner a los obre­ros y tor­tu­rar­los, etc. Nin­gu­no de ellos pu­so en­ton­ces el gri­to en el cie­lo, ni se es­can­da­li­zó por esos “he­chos de vio­len­cia”: to­dos aplau­die­ron con­ten­tos. ¡Hi­pó­cri­tas, mil ve­ces hi­pó­cri­tas!
Lo que vi­mos en San Vi­cen­te en­ton­ces, fue una es­ca­ra­mu­za en­tre dos pe­rros guar­dia­nes que cui­dan la ca­sa del mis­mo amo –es de­cir, la pro­pie­dad pri­va­da de los ca­pi­ta­lis­tas y sus ga­nan­cias-, y que se pe­lean por los fa­vo­res de ese amo que es el que les da de co­mer. ¡Eso es la bu­ro­cra­cia sin­di­cal!: pe­rros guar­dia­nes al ser­vi­cio de la pa­tro­nal y pa­ga­dos por ella. Por ello, la bu­ro­cra­cia no tie­ne ideo­lo­gía: usa la que le con­vie­ne en ca­da mo­men­to pa­ra me­jor so­me­ter a la cla­se obre­ra y ser­vir a los pa­tro­nes. Su úni­ca ban­de­ra es… “la pla­ti­ta, la pla­ti­ta”. Ja­más la bu­ro­cra­cia sin­di­cal ac­túa en for­ma in­de­pen­dien­te: siem­pre lo ha­ce en fun­ción de los in­te­re­ses de la frac­ción bur­gue­sa que les pa­ga y de la que de­pen­de.
Co­mo no po­día ser de otra ma­ne­ra, es­te ré­gi­men y go­bier­no in­fa­mes se han for­ta­le­ci­do pa­ra ata­car a las ma­sas so­bre la ba­se de coop­tar al es­ta­do a las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras, y com­pran­do y man­te­nien­do –tal co­mo lo de­mues­tra el edi­to­rial del dia­rio Cla­rín del 22 de oc­tu­bre de 2006- a 50.000 bu­ró­cra­tas pis­to­le­ros, pa­ga­dos por el es­ta­do pa­ra opri­mir a la cla­se obre­ra.

Hay que po­ner en pie una es­tra­te­gia obre­ra in­de­pen­dien­te pa­ra triun­far

Es el mo­men­to de un in­me­dia­to rea­gru­pa­mien­to de las fi­las obre­ras: es ne­ce­sa­rio po­ner en pie un nue­vo pro­gra­ma y una nue­va di­rec­ción re­vo­lu­cio­na­ria pa­ra coor­di­nar y cen­tra­li­zar la re­sis­ten­cia obre­ra, y pre­pa­rar el de­rro­ca­mien­to de los trai­do­res de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal que “vol­vie­ron to­dos”, im­pu­sie­ron las pa­ri­ta­rias del ham­bre y so­me­tie­ron al mo­vi­mien­to obre­ro a la es­cla­vi­tud.
De ma­nos de la iz­quier­da re­for­mis­ta, to­das las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras com­ba­ti­vas con­quis­ta­das por la cla­se, to­das las he­roi­cas lu­chas des­de Las He­ras has­ta hoy, han que­da­do ais­la­das, des­cen­tra­li­za­das, pa­ra que la pa­tro­nal y su go­bier­no, de for­ma con­cen­tra­da, las de­rro­ten una a una.
¡BAS­TA! La iz­quier­da del ré­gi­men nos quie­re ha­cer creer que el com­ba­te del Fran­cés y de Ja­bón Fe­de­ral hoy se re­suel­ven con fa­llos ju­di­cia­les y en el Mi­nis­te­rio de Tra­ba­jo de To­ma­da. Nos quie­ren ha­cer creer que de la ma­no de Mo­ya­no, del Pa­ta Me­di­na, la bu­ro­cra­cia de Kirch­ner y el Fren­te pa­ra la Vic­to­ria se abri­rá el ca­mi­no al pa­ro ge­ne­ral pa­ra que apa­rez­ca Ju­lio Ló­pez.
¡BAS­TA! Hay que con­quis­tar una es­tra­te­gia obre­ra in­de­pen­dien­te. El re­cla­mo y la de­man­da es una so­la: ¡Apa­ri­ción con vi­da de Ju­lio Ló­pez! ¡Aba­jo las pa­ri­ta­rias mi­se­ra­bles del 19%! ¡Tra­ba­jo dig­no pa­ra to­dos, con un sa­la­rio mí­ni­mo igual a la ca­nas­ta fa­mi­liar! ¡Na­cio­na­li­za­ción ya, sin pa­go y ba­jo con­trol obre­ro, de to­da em­pre­sa que cie­rre, sus­pen­da o des­pi­da! ¡Li­ber­tad in­me­dia­ta a los lu­cha­do­res de Las He­ras! ¡Aba­jo la cas­ta de jue­ces! ¡Tri­bu­na­les obre­ros y po­pu­la­res pa­ra in­ves­ti­gar, juz­gar y cas­ti­gar a los ge­no­ci­das de ayer y re­pre­so­res de hoy! ¡Di­so­lu­ción de la po­li­cía, la gen­dar­me­ría y la SI­DE! ¡Co­mi­tés de au­to­de­fen­sa obre­ros y po­pu­la­res con­tra los gángs­ters y pis­to­le­ros de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal, y con­tra los co­man­dos vi­de­lis­tas!
Ayer en Ja­bón Fe­de­ral, hoy en el Hos­pi­tal Fran­cés, en el com­ba­te por la apa­ri­ción con vi­da de Ju­lio Ló­pez, en la lu­cha por la li­ber­tad de los pre­sos de Las He­ras y con­tra las pa­ri­ta­rias del 19% -que vol­ve­rán a im­po­ner­se el año pró­xi­mo con un te­cho de au­men­to sa­la­rial de un mi­se­ra­ble 14%, co­mo ya se prea­nun­cia-, hay y ha­brá mil y una opor­tu­ni­da­des pa­ra po­ner en pie un Co­mi­té de lu­cha na­cio­nal que coor­di­ne a los que es­tán pe­lean­do y cen­tra­li­ce la re­sis­ten­cia.
La iz­quier­da re­for­mis­ta se ha con­ver­ti­do en la “opo­si­ción a su ma­jes­tad” la bu­ro­cra­cia, en los sin­di­ca­tos. La van­guar­dia obre­ra y ju­ve­nil de­be­rá abrir­se ca­mi­no pa­ra de­sa­tar los nu­dos que le atan las ma­nos y le im­pi­den pe­lear: tie­ne que vol­ver a tro­nar en las ca­lles el ¡Aba­jo la bu­ro­cra­cia sin­di­cal; que vuel­van a tra­ba­jar! ¡Aba­jo el des­cuen­to com­pul­si­vo de las cuo­tas sin­di­ca­les! ¡Ade­lan­te con las asam­bleas de ba­se pa­ra re­cu­pe­rar las Co­mi­sio­nes In­ter­nas y los cuer­pos de del­ga­dos! ¡Fue­ra de las or­ga­ni­za­cio­nes obre­ras las ma­nos del es­ta­do, de sus jue­ces, su mi­nis­te­rio de tra­ba­jo y sus con­ci­lia­cio­nes obli­ga­to­rias! ¡Aba­jo la bu­ro­cra­cia pi­que­te­ra, que les de­jó li­bres las ru­tas y las ca­lles al go­bier­no y sus ins­ti­tu­cio­nes, pa­ra que los se­cues­tra­do­res de Ló­pez vuel­van a se­cues­trar co­mo en los ’70, con to­tal im­pu­ni­dad, mien­tras re­par­ten li­mos­nas y pla­nes Tra­ba­jar di­vi­dien­do al mo­vi­mien­to de de­so­cu­pa­dos de la cla­se obre­ra ocu­pa­da, al igual que lo ha­ce la bu­ro­cra­cia sin­di­cal en ca­da fá­bri­ca, di­vi­dien­do a los efec­ti­vos de los con­tra­ta­dos! ¡Por co­mi­tés de de­so­cu­pa­dos y por co­mi­tés de fá­bri­ca que vuel­van a sol­dar la uni­dad de las fi­las obre­ras, pa­ra coor­di­nar a los que lu­chan, y pa­ra pre­pa­rar el ca­mi­no de la de­rro­ta de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal trai­do­ra, con­di­ción sin la cual nues­tras lu­chas no po­drán triun­far!
Se tra­ta de po­ner en pie, en­ton­ces, una es­tra­te­gia obre­ra in­de­pen­dien­te pa­ra triun­far, pa­ra cen­tra­li­zar la re­sis­ten­cia, pa­ra co­men­zar a dar­les su es­car­mien­to en ca­da com­ba­te de­ci­si­vo de los tra­ba­ja­do­res a los trai­do­res y pis­to­le­ros de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal. Pa­ra que sea la nue­va ge­ne­ra­ción de la cla­se obre­ra la que man­de al ba­su­re­ro de la his­to­ria, co­mo a un tras­to vie­jo, es­te nue­vo plan de re­con­ci­lia­ción e im­pu­ni­dad de Kirch­ner y la pa­tro­nal del fren­te ex­por­ta­dor, co­mo ya las ge­ne­ra­cio­nes an­te­rio­res y la ac­tual man­da­ron allí a las le­yes de Obe­dien­cia De­bi­da y Pun­to fi­nal.
Es ne­ce­sa­rio un rea­gru­pa­mien­to re­vo­lu­cio­na­rio de la van­guar­dia obre­ra, que to­me co­mo de­man­da mí­ni­ma, co­mo pun­to de par­ti­da de su pro­gra­ma, la lu­cha por ¡Que se va­yan to­dos, que no que­de ni uno so­lo!. O avan­za­mos en es­te ca­mi­no, o pron­to se­rá de­ma­sia­do tar­de.
Mien­tras si­gue de­sa­pa­re­ci­do Ju­lio Ló­pez, y mi­li­tan­tes de HI­JOS son se­cues­tra­dos y gol­pea­dos,  ya ha co­men­za­do el jui­cio a los lu­cha­do­res de la Le­gis­la­tu­ra y es­tán a pun­to de em­pe­zar los jui­cios con­tra los com­pa­ñe­ros de Las He­ras. La cla­se obre­ra, obli­ga­da co­mo es­tá a pe­lear de for­ma des­cen­tra­li­za­da, ha su­fri­do du­ras de­rro­tas par­cia­les. El go­bier­no y el fren­te ex­por­ta­dor ne­ce­si­tan man­te­ner su ci­clo de ne­go­cios. Pa­ra ello, ne­ce­si­tan im­po­ner­le una de­rro­ta his­tó­ri­ca a la cla­se obre­ra ar­gen­ti­na. Lo que he­mos vis­to has­ta aho­ra, no es aún lo peor. Más tem­pra­no que tar­de, irán por otras con­quis­tas: por el Ga­rra­han, por Sub­te, por Za­nón, por Bruk­man, y por to­da or­ga­ni­za­ción obre­ra y es­tu­dian­til que se ha­ya atre­vi­do a le­van­tar­se en de­fen­sa de sus con­quis­tas. Es­te sis­te­ma ca­pi­ta­lis­ta tie­ne una úni­ca ley: la del lá­ti­go y el ri­gor con­tra los ex­plo­ta­dos. Nin­gu­na de las con­quis­tas po­drá man­te­ner­se en es­te sis­te­ma pu­tre­fac­to y ba­jo sus go­bier­nos y re­gí­me­nes, sin avan­zar de­ci­si­va­men­te en com­ba­tir con­tra la pro­pie­dad de los ex­plo­ta­do­res y con­tra su po­der.
La iz­quier­da del Fo­ro So­cial Mun­dial que sos­tie­ne a Chá­vez y al re­pre­sor de obre­ros Mo­ra­les de Bo­li­via; la que es­tá lla­man­do en Bra­sil a vo­tar por Lu­la; la que sos­tie­ne al ré­gi­men pi­no­che­tis­ta y al go­bier­no de la “Bus­he­let” en Chi­le, quie­re ha­cer­nos creer que hay pa­tro­nes, jue­ces, mi­nis­tros, ge­ne­ra­les, “bue­nos” y “de­mo­crá­ti­cos”. Ellos quie­ren sa­car del ho­ri­zon­te de los tra­ba­ja­do­res que la lu­cha es por el po­der, por la im­po­si­ción de su pro­pio go­bier­no so­bre las rui­nas del es­ta­do, el ré­gi­men y el go­bier­no de los ex­plo­ta­do­res.
Los trots­kis­tas de De­mo­cra­cia Obre­ra es­ta­re­mos a la ca­be­za del com­ba­te de la cla­se obre­ra por la de­fen­sa de las con­quis­tas que hoy quie­ren arran­car­nos, y de to­da lu­cha que em­pren­dan nues­tros her­ma­nos de cla­se por nue­vas de­man­das. No du­da­mos en de­cir­les a los tra­ba­ja­do­res que aquí y allá, ten­dre­mos que to­mar las con­quis­tas par­cia­les que en el com­ba­te, le arran­que­mos a la bur­gue­sía. Pe­ro afir­ma­mos que nin­gu­na de ellas se­rá du­ra­de­ra sin im­po­ner el com­ba­te, to­dos los días, por la de­rro­ta del es­ta­do, el go­bier­no y el ré­gi­men de los ex­plo­ta­do­res, y por im­po­ner el po­der y el go­bier­no de los ex­plo­ta­dos.
Sal­va­dos por las di­rec­cio­nes trai­do­ras, el es­ta­do y el ré­gi­men ma­lo­lien­te se­mi­co­lo­nial ar­gen­ti­no se sos­tie­nen so­bre la ba­se de que el 70% de la fuer­za de tra­ba­jo ga­na me­nos de 250 dó­la­res, con lo que ni si­quie­ra se cu­bre un ter­cio de la ca­nas­ta fa­mi­liar, mien­tras que mi­llo­nes de es­cla­vos de­so­cu­pa­dos y se­mi-ocu­pa­dos en­tran y sa­len de la pro­duc­ción, tra­ba­jan­do en ne­gro y ba­jo ré­gi­men de “ca­ma ca­lien­te” en las em­pre­sas de los ex­plo­ta­do­res. La sed de ga­nan­cias de los ca­pi­ta­lis­tas no tie­ne lí­mi­tes.
Com­pa­ñe­ros: ¡Hay que pa­rar es­te ata­que! ¡Hay que de­sa­tar­se las ma­nos de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal y pi­que­te­ra que no nos de­ja pe­lear! Hay que vol­ver a cor­tar las ru­tas. Es­tos re­pre­so­res, se­cues­tra­do­res y ase­si­nos de obre­ros ne­ce­si­tan el es­car­mien­to de nue­vos Mos­co­ni y Cu­tral Có. Es­tos pis­to­le­ros de la bu­ro­cra­cia sin­di­cal ne­ce­si­tan el es­car­mien­to de una III Asam­blea pi­que­te­ra de tra­ba­ja­do­res ocu­pa­dos y de­so­cu­pa­dos pa­ra que sean ex­pul­sa­dos de las or­ga­ni­za­cio­nes de lu­cha de las ma­sas, pa­ra vol­ver a con­quis­tar la uni­dad de las fi­las obre­ras ter­mi­nan­do con la di­vi­sión y dis­per­sión que le im­pu­sie­ron a la cla­se obre­ra su­bor­di­nán­do­la a dis­tin­tas frac­cio­nes de la bur­gue­sía.
El com­ba­te es cla­se con­tra cla­se: con­tra el kirch­ne­ra­to; con­tra la reac­cio­na­ria Cons­ti­tu­ción de 1853/1994 que le­gi­ti­ma a los go­bier­nos an­tio­bre­ros y el sal­va­ta­je de los ge­no­ci­das. El com­ba­te es pa­ra que vuel­va a re­so­nar en las ca­lles el gri­to de “¡Que se va­yan to­dos, que no que­de ni uno so­lo!”, pe­ro es­ta vez ba­jo la di­rec­ción de un par­ti­do re­vo­lu­cio­na­rio que im­pi­da que vuel­van to­dos, y que lle­ve a la cla­se obre­ra a im­po­ner el úni­co po­der que pue­de li­be­rar a la na­ción del yu­go im­pe­ria­lis­ta y del fla­ge­lo de la pa­tro­nal es­cla­vis­ta: el po­der obre­ro y po­pu­lar ba­sa­do en las or­ga­ni­za­cio­nes de au­to­de­ter­mi­na­ción y lu­cha de las ma­sas. La lu­cha por una di­rec­ción obre­ra y re­vo­lu­cio­na­ria de la cla­se obre­ra ar­gen­ti­na, es­tá pues­ta co­mo mo­ción en el com­ba­te dia­rio de los ex­plo­ta­dos.•

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