Volver al índice DO 17 La Argentina del "kirchnerato"

La Argentina del "kirchnerato"


SUPERGANANCIAS PARA LA PATRONAL, SUPEREXPLOTACIÓN, SALARIOS DE HAMBRE Y REPRESIÓN PARA LA CLASE OBRERA
El verdadero poder es el pacto dictatorial entre los monopolios imperialistas, la patronal esclavista y los traidores de la burocracia sindical,
que con las paritarias del hambre hunden el salario y destruyen las conquistas obreras, que mantienen a los luchadores de Las Heras como rehenes en sus cárceles y persiguen al activismo en las fábricas

La retirada de los soldados del ejército del estado sionista-fascista de Israel del sur del Líbano, demuestran una vez más que cuando un pueblo en armas se planta decidido a enfrentar a quien sea, puede hacer retroceder al sexto ejército del mundo si es necesario. Es por eso que las direcciones burguesas árabes y las direcciones traidoras de todo el mundo agrupadas en el Foro Social Mundial, se apresuraron a evitar que la heroica guerra civil nacional de resistencia de las masas palestinas y de los explotados del sur del Líbano terminara en la derrota estrepitosa del ejército sionista, y apoyaron la rápida firma del armisticio y el cese del fuego pactado en la ONU. Eran y son conscientes de que esa heroica resistencia de un pueblo armado podía transformarse en un levantamiento generalizado de las masas en todo Medio Oriente, y que incluso los trabajadores de los países imperialistas comenzaban a movilizarse en apoyo de sus hermanos de clase palestinos y libaneses del sur.
Así, el imperialismo angloyanqui y su gendarme sionista se rompieron los dientes contra el heroico combate de un pueblo en armas, y fracasó su objetivo de aplastar históricamente al pueblo palestino y transformar al Líbano en un nuevo protectorado. Ahora, con nuevas tropas imperialistas de ocupación de la ONU y con el cipayo y pro-imperialista ejército libanés que no tiró ni un tiro contra el invasor sionista, buscan imponer lo que no conquistaron en el campo de batalla: el desarme de las masas palestinas y de los explotados del sur del Líbano. Está por verse si podrán lograrlo.
Pero vuelve a quedar claro que una y otra vez las masas obreras ponen jalones de heroísmo y lucha revolucionaria, y una y otra vez el sometimiento a la burguesía que les imponen las direcciones que tienen a su frente, les arrebatan el triunfo, las hacen retroceder.
En América Latina, no fue con ataques militares imperialistas ni los golpes de estado fascistas que el imperialismo y las burguesías cipayas de la región lograron ponerle un nudo en el cuello a la heroica revolución de los obreros y campesinos bolivianos; ni estrangular la revolución argentina, ni contenerla en Ecuador, ni evitar que ésta impactara dentro de Brasil. Fueron las direcciones reformistas a las que se incorporaron gustosos los renegados del trotskismo, las que una y otra vez llevaron el embate de las masas obreras detrás de alguna variante burguesa, y así salvaron y fortalecieron al régimen capitalista. Fueron las que llamaron a confiar en los Chávez, los Lula, los Evo Morales y en sus salidas electorales, sus parlamentos y sus asambleas constituyentes. Son estas direcciones stalinistas (con la burocracia cubana restauracionista a la cabeza), ex trotskistas y burocracias sindicales y campesinas las que una y otra vez someten los embates de las masas a las instituciones del régimen burgués, sus leyes, sus parlamentos, sus ministerios y las contienen evitando que impongan su impronta revolucionaria.
El resultado de tanta traición es que se han fortalecido los regímenes y gobiernos burgueses latinoamericanos. Resultado de ello es también el fortalecimiento del MERCOSUR con la incorporación de Venezuela y el acuerdo comercial con Fidel Castro, con lo que se institucionalizó no sólo el cerco económico, político y militar contra la revolución boliviana, sino que se puso en pie un nuevo dispositivo contrarrevolucionario al que de ahora en más, tendrán que enfrentarse los explotados del Cono Sur cuando salgan a luchar.

Sobre la base de derrotar en Las Heras e imponer las paritarias del hambre,
se fortalece el régimen del pacto social y se
consolida un “kirchnerato” en Argentina

En Argentina, el fortalecimiento del régimen del pacto social y el gobierno de Kirchner se impuso sobre la base de dos duras derrotas propinadas por la burguesía contra la clase obrera: la primera, el golpe videlista contra los trabajadores y el pueblo de Las Heras, y las paritarias del hambre.
En Las Heras, el gobierno, la justicia, los organismos de represión, los parapoliciales y la burocracia sindical golpearon a la vez en forma centralizada. Fue un escarmiento contra toda la clase obrera, y la primer estocada para estrangular la oleada de luchas de contratados y tercerizados -como en el Subte o Siderar- que la gran lucha de los petroleros y obreros bajo convenio de la UOCRA de Las Heras, había impulsado. La traición abierta de la burocracia sindical de la CGT y el CTA fue fundamental para imponer esta derrota: pero no habría podido hacerse sin la colaboración de la izquierda reformista (incluidos los renegados del trotskismo) y la burocracia sindical de “izquierda”, que mantuvo dispersas y contribuyó a estrangular estas rebeliones de la clase obrera.
Sobre la base de esta derrota aplicaron las paritarias con el techo del 19% de aumento salarial –un virtual congelamiento de los salarios- y el salario mínimo de $800 que ni siquiera cubre la canasta básica. Estas paritarias del hambre –que además, gracias a la traición de la burocracia del CTA, dejan afuera a todos los trabajadores estatales que tienen sus salarios congelados hace 14 años- fueron impuestas a espaldas de los trabajadores con una verdadera conspiración de un puñado de patrones, burócratas sindicales y representantes del gobierno que decidieron el salario de millones de obreros. Fue una nueva derrota de los trabajadores, porque son paritarias sostenidas en la represión y la cárcel a los luchadores obreros, y también en la liquidación del movimiento piquetero combativo y en su asimilación, a través de la burocracia piquetera, como un ejército industrial de reserva permanente que la patronal utiliza para hundir el salario del conjunto de la clase trabajadora.
Así, sobre la base de estas dos derrotas, se fortaleció el régimen del pacto social, un régimen donde todo lo deciden los monopolios y los grandes patrones del “frente exportador” como Repsol, Cargill, Techint, apoyados en una estatización de las organizaciones sindicales como pocas veces se ha visto en Argentina, con los burócratas sindicales como verdaderos funcionarios y policía interna del movimiento obrero persiguiendo junto con la patronal al activismo obrero en las fábricas.
Este régimen fortalecido ha parido ya un “kirchnerato”, es decir, un gobierno fuerte donde Kirchner, como representante directo de esos monopolios que hoy concentran los principales negocios del país, es el que arbitra entre los distintos sectores de la burguesía, y sobre todo, el que comanda el ataque contra la clase obrera para garantizarles a todos, sobre la base de la esclavitud de los trabajadores y del saqueo de la nación, sus jugosos negocios y sus fabulosas ganancias.
En este “kirchnerato”, la oposición burguesa tiende a diluirse, con la UCR partiéndose, el ARI disolviéndose y Lilita Carrió retirándose de la escena; con Macri y López Murphy desdibujados. Es que hoy los distintos sectores patronales a los que representan esas fuerzas políticas burguesas están en el “frente exportador” o alineados con él, y esa fracción de la burguesía que tiene la manija de los negocios ya tiene a Kirchner como su representante.
Se está configurando así un régimen que, en sus formas y salvando las distancias de toda analogía, se parece al régimen cívico-militar chileno. Allí, la “Concertación” –constituida por el Partido Socialista y la Democracia Crisitiana- están en el gobierno desde 1990 sostenidos desde afuera por el Partido Comunista, y bajo su comando se ha impuesto el TLC con el imperialismo yanqui, se ha esclavizado a la clase obrera y se reprime ferozmente toda lucha obrera y popular. Pero a la vez, este régimen tiene fuerzas más a la derecha aún –los partidos pinochetistas UDI y Renovación Nacional- que pregonan una política más dura aún contra las masas.
En Argentina, el kirchnerato jugaría el papel de la “Concertación”, y las alas burguesas al estilo Blumberg se postulan para ser esas fuerzas más a la derecha, cada una de ellas apoyadas por su propio “movimiento piquetero”: el kirchnerato por los grupos de choque de la FTV de D´Elía y Barrios de Pie; y Blumberg, que prepara su marcha gorila por “más seguridad” para el 31 de agosto, cuenta con el apoyo de Castells que anunció su adhesión a la marcha para “defender la democracia contra los grupos de choque del gobierno” (Clarín, 23/08/06).

El plan de la burguesía es más esclavitud obrera
para mantener sus
superganancias

Así, los monopolios, la patronal y el gobierno consiguieron concentrar las fuerzas propias, y actuar como un comando centralizado –junto con la burocracia sindical traidora de la CGT y el CTA- contra cada una de las luchas obreras. Y a la vez, sacaron de escena a la clase obrera, y dispersaron sus fuerzas: los trabajadores quedaron peleando aislados fábrica por fábrica, resistiendo como pueden al redoblado ataque del enemigo de clase.
A esa situación ha sido llevada la clase obrera gracias a la traición de la burocracia sindical, y a la cobardía de la izquierda reformista. Es necesario que los trabajadores reflexionemos sobre la actual situación, porque será necesario prepararse y organizarse muy bien para poder enfrentar las luchas que vienen y porque el camino está lleno de trampas que habrá que superar. Bajo estas condiciones, ¿cómo pelear? Empezar a responder esta pregunta, es definir, en primer lugar, cuál es el plan del enemigo de clase, de la patronal y el gobierno.
Después de estrangular la revolución iniciada en diciembre de 2001, y descargando todo el peso del crac económico sobre la clase obrera y los explotados, la burguesía logró que la Argentina se reinsertara en la división mundial del trabajo como exportadora de materias primas, sobre la base del saqueo redoblado de las riquezas del país y de la superexplotación obrera para tener mano de obra barata que pueda competir con la de China y Centroamérica. A la vez, este nivel salarial les permite empalmar con el proceso de relocalización por el que los monopolios imperialistas cierran sus plantas en Estados Unidos y los países europeos, y trasladan su producción a la India, China, y también a Brasil y Argentina en Sudamérica.
Esto le permitió a la burguesía cipaya argentina, asociada a los monopolios imperialistas, iniciar un ciclo de negocios que aún se mantiene, del que todos los sectores patronales obtuvieron enormes superganancias y a la vez, recomponer la relación con los bancos imperialistas mediante el pago del endeudamiento externo.
Pero en este ciclo de crecimiento de la economía, al valorizarse el capital, tiende a valorizarse también la fuerza de trabajo –es decir, la mano de obra- que, junto a las máquinas y la materia prima, es parte constitutiva del capital.
Esto es lo que empujó a que, desde 2004, la clase obrera –que perspicazmente vio que la economía crecía y que la patronal se embolsaba fortunas-, empezara a pelear en sucesivas oleadas para recuperar lo que le habían robado con el crac y luego con la devaluación, es decir, por recuperar el salario. Pelearon los telefónicos, que dieron una gran lucha y que, aunque fueron estafados en los escritorios de los ministerios, quedaron con la conciencia que podían enfrentar a las empresas y ganarles. Pocos meses después, cuando empezaba 2005, los trabajadores del subte rompieron el techo salarial que quiso imponer el gobierno y le arrancaron el 44% de aumento. Al poco tiempo, también en subte, se lograba que un sector de los contratados pasara a convenio de la UTA. Después vino la gran lucha del Garrahan con su reclamo de $1800 de básico, que se transformó en una demanda de toda la clase obrera.
¿Cómo respondieron la patronal y el gobierno? Con una inflación que en 2005 fue del 12%, y con una minidevaluación del peso (el dólar se fue de 2,80 a 3,10), recuperaron lo que la clase obrera, con su lucha, les había arrancado, y abarataron el costo de la mano de obra a valor dólar.
A partir de allí puso en marcha el operativo para derrotar a los trabajadores y consolidar lo conquistado. Concentró sus fuerzas y pegó toda junta en Las Heras, y sobre la base de esa derrota impuso las paritarias del 19% y el salario mínimo de $ 800.
Sin embargo, no sólo porque una vez alejado el fantasma de la revolución el imperialismo, al que ya van a pagarle más de 12.000 millones de dólares en 2007, exige cada vez mayores pagos y aumenta la presión para conseguirlo (mediante declaraciones del FMI, el G7, el Club de París, y amenazas del gobierno yanqui de quitar ventajas comerciales al país), sino porque necesita mantener su tasa enorme de superganancias, mientras le dure el ciclo de crecimiento, que la patronal sabe que no será eterno, es que para la burguesía esclavista del “frente exportador” aún el miserable 19% de aumento salarial es demasiado: para mantener la competitividad de sus exportaciones, necesita más, necesita redoblar la esclavitud y la superexplotación de la clase obrera. Saben que el que afloja pierde y se queda afuera del negocio. Por esta razón, la burguesía y el gobierno, con la abierta complicidad de la burocracia sindical, atacan con todo su poder toda lucha obrera que, aún en la resistencia, exprese la rebelión de los trabajadores por el salario, contra las paritarias del hambre y contra la esclavitud.

Las fabulosas
superganancias de
la patronal motorizan
las rebeliones obreras

La izquierda reformista y la nueva burocracia sindical “de izquierda” se la pasan tratando de convencer a los trabajadores de que la clase obrera está débil, y que por eso hay que recurrir al ministerio de trabajo, a sus conciliaciones obligatorias, a la justicia, o apoyarse en la burocracia sindical, etc.
¡Mentira! ¿Cómo vamos a estar débiles los obreros, cuando los monopolios y la patronal esclavista están haciendo fabulosas ganancias a costa de nuestra superexplotación y esclavitud? Por el contrario, desde el punto de vista de la producción, hoy la clase obrera tiene un enorme poder. Para poner tan sólo un ejemplo: cada día de paro de los obreros portuarios de Bactssa significa que la patronal pierde 110.000 dólares.
Ese es, precisamente, el motor que empuja una y otra vez a la clase obrera a la lucha y que alimenta el profundo odio que hay contra la burocracia sindical: ven que su nivel de vida disminuye, que el salario que no alcanza, que las fábricas que son verdaderas cárceles, que aumentan incesantemente los ritmos de producción, mientras la patronal se llena de plata.
Aquí y allá estas contradicciones explotan en verdaderas rebeliones obreras contra las paritarias del 19% y por el salario, como muestran los ejemplos del puerto y la ex Jabón Federal. En estas acciones y cada vez que paran la producción, los trabajadores se dan cuenta de su enorme fuerza y del daño que le ocasionan a la patronal.
Pero la dispersión hace que estas luchas queden aisladas por fábrica y sean luchas durísimas, porque una fábrica aislada enfrenta las fuerzas concentradas de la patronal, el gobierno y su ministerio de trabajo, los organismos de represión, la justicia y la burocracia sindical. Inclusive enfrenta la maniobra de la patronal, que ante cada acción obrera responde despidiendo, con el doble objetivo de que la lucha deje de ser por salarios y pase a ser por la defensa de los despedidos, y además, para terminar reincorporando algunos obreros pero dejando afuera a lo mejor del activismo de las fábricas. Mientras tanto, durante las conciliaciones obligatorias, desata la persecución y el apriete a los trabajadores dentro de la fábrica, un verdadero clima de terror que busca quebrar la voluntad obrera.

El accionar de la
izquierda reformista

Pero, ¿por qué si los trabajadores estamos fuertes porque la patronal nos necesita, nuestras fuerzas hoy están dispersas, y estamos peleando así, en luchas durísimas y aisladas, resistiendo fábrica a fábrica, y recibiendo el ataque de toda la fuerza enemiga concentrada?
En primer lugar, por la traición de la burocracia sindical de la CGT y el CTA, esa policía interna de la clase obrera pagada con millones de dólares por los patrones y su estado. Pero la derrota de Las Heras, las paritarias del hambre, y la dispersión de las fuerzas de la clase obrera no podrían haberse impuesto sin el accionar de las corrientes de la izquierda reformista y de la nueva burocracia sindical “de izquierda”.
Porque desde 2004 en adelante, los trabajadores en lucha y la vanguardia obrera pusieron en pie una y otra vez organizaciones de lucha de nuestra clase, como son comisiones internas y cuerpos de delegados combativos, seccionales sindicales arrancadas a la burocracia, etc. Mil y un intentos hicieron para tratar de coordinar y centralizar los combates y estas organizaciones de lucha para poder pelear a nivel nacional contra la patronal, el gobierno y la burocracia.
Pero una y otra vez, las corrientes de la izquierda reformista –incluidos los renegados del trotskismo-, lo impidieron. Así quedaron por el camino intentos como la intersindical del 2 de abril del 2004, la interhospitalaria, y varios intentos más. Alrededor de las luchas de subterráneos, y el Garrahan se organizaron comisiones de solidaridad que tomaron dimensiones nacionales, pero que por culpa de estas mismas direcciones, jamás se convirtieron en verdaderos Comités de Lucha Nacionales que centralizaran las fuerzas obreras para luchar y para derrotar a la burocracia sindical. Por el contrario, se sometieron siempre a los “cuerpos orgánicos” de esa burocracia traidora.
Cuando a principios de este año, más de 300 organizaciones obreras y de lucha se juntaron en el Bauen en solidaridad con Las Heras, se negaron a poner en pie un Comité de Lucha Nacional, que no sólo rodeara de solidaridad el conflicto sino que organizara una lucha centralizada. Por el contrario, avalando lo sostenido por Navarro -ese militante del stalinismo que defendió a un represor como un “compañero trabajador”-, llamaron a que interviniera la “justicia”. Así, dejaron aislados a los trabajadores de Las Heras, y abrieron el camino a que, efectivamente, la justicia “interviniera”, con la jueza Ruata de Leone a la cabeza del golpe videlista, y metiera presos a 19 compañeros, de los cuales 6 todavía están como rehenes de la Repsol, la patronal esclavista y el gobierno antiobrero y represor de Kirchner.
Hoy, son estas corrientes las que garantizan la dispersión de la resistencia obrera. Porque una y otra vez esas direcciones quieren convencer a los trabajadores de que son débiles, de que no es posible luchar y ganar porque no es posible coordinarse y centralizarse, que por eso lo único que puede hacerse es ir a negociar al terreno del enemigo: el ministerio de trabajo y sus conciliaciones obligatorias. Que para eso lo que define es la acción de los abogados en lugar de la lucha obrera; que mientras la patronal ataca con todo lo que tiene, inclusive pasando por encima de sus propias leyes, rompiendo conciliaciones obligatorias y despidiendo obreros, mandando los matones de la burocracia a atemorizar o directamente a golpear a los activistas, los trabajadores deben respetar la legalidad y someterse en paz. Para ellos siempre son los trabajadores los que tienen que acatar las conciliaciones y “flexibilizar” sus demandas. Está claro que con una dirección así no se puede ganar.
De que la actual situación se resuelva con la victoria patronal o por el contrario con el triunfo de la resistencia obrera, depende el futuro de los trabajadores argentinos. Para triunfar, los trabajadores tenemos que preparar nuestra organización para luchar, y coordinar y centralizar la resistencia. Porque las luchas no se ganan con festivales y actos –aunque éstos sean necesarios y ayuden a resistir- ni con abogados y movilizaciones al ministerio de trabajo: se ganan con organismos obreros para la lucha, con asambleas, con piquetes, coordinadoras, comités de lucha, comités de huelga, etc., y poniendo en pie, en ese camino, una dirección obrera revolucionaria, porque lo que los trabajadores necesitan es una estrategia para luchar y vencer.

Centralizar la resistencia poniendo en pie un Comité Nacional de lucha
y coordinación

Hoy, la lucha de los obreros de la ex Jabón Federal nos da una nueva oportunidad a los trabajadores para atalonar y centralizar nuestra resistencia (ver artículos). Si alrededor de esta lucha se coordinan a los que están resistiendo, por salarios, despidos, condiciones de trabajo, trabajo genuino, etc., tendremos la oportunidad de poner en pie un verdadero Comité de Lucha Nacional que además de coordinar a los que están peleando ahora, lance el llamado a poner en pie la III Asamblea Nacional Piquetera de ocupados y desocupados, que sea la continuación de las que ya se realizaron en La Matanza en el año 2001, y donde los trabajadores en lucha echaron a Moyano al grito de “se va a acabar la burocracia sindical”. ¡No hay nada que lo impida!
El enemigo sigue actuando centralizado y pega todo junto y nuestra clase sigue dispersa a pesar de que realiza decenas de acciones de lucha y solidaridad. El 18 de agosto se realizó una reunión con decenas de dirigentes de organizaciones obreras que agrupan a miles de trabajadores y se puso en pie una Comisión de solidaridad nacional alrededor de la ex Jabón Federal. Allí se resolvió impulsar el fondo de huelga, realizar una movilización el día 23, y un acto el 26 en la puerta de la fábrica, pero lamentablemente, aunque en esa reunión se expresaron una decena de fábricas en conflicto, no se votó ninguna coordinación efectiva.
Pero todavía estamos a tiempo: hay que coordinar y centralizar a los que están peleando para unificar los reclamos y luchar juntos primero para parar el ataque patronal, y luego para lanzar la contraofensiva obrera. ¡Basta de pelear separados! ¡Comité nacional de lucha y coordinación!
El acto del 26 de agosto en la puerta de Jabón Federal es una nueva oportunidad para constituir este Comité de Lucha Nacional: ¡hay que llamar a los movimientos piqueteros combativos, a los estatales de Córdoba, los estudiantes de la UNCo, las fábricas recuperadas que están amenazadas, las decenas de fábricas que tienen despidos o reclamos, y a todos los que están peleando, a mandar ese día sus delegados mandatados para poner en pie ese Comité!
Un Comité que coordine y centralice la resistencia, empezando por organizar la lucha por la libertad de nuestros compañeros presos por luchar. ¡Libertad a los presos de Las Heras y a todos los presos por luchar! Porque no se puede ganar si se permite que el gobierno y la patronal tengan a nuestros compañeros como rehenes.
Tampoco se puede ganar peleando en el terreno del enemigo, ni aceptando que nos representen traidores. ¡Fuera el Ministerio de Trabajo y sus conciliaciones obligatorias! ¡Abajo la burocracia sindical!
Teniendo conciencia de que es una lucha dura donde el enemigo pone todo lo que tiene para vencernos. Ya los compañeros, tanto obreros como estudiantes, han sufrido aprietes y agresiones por parte de los matones de la burocracia. No podemos permitirlo más ¡Por piquetes de autodefensa contra los matones de la burocracia y la represión!
Coordinación y centralización para levantar este programa y luchar por: ¡Abajo las paritarias del 19% de hambre y esclavitud! ¡Ni un despido o suspensión más! ¡Salario mínimo, vital y móvil de $ 2.200 para todos! ¡Trabajo digno para todos, reduciendo la jornada laboral y con un turno más en todas las fábricas y empresas, para que todos los brazos disponibles se pongan a trabajar con salarios dignos! ¡Basta de precarización, de trabajo en negro y de obreros de segunda! ¡Todos bajo convenio, todos a planta permanente! Y si la patronal dice que no puede porque no le da la rentabilidad, queremos saber lo que ganan: ¡Abajo el secreto comercial y bancario! ¡Apertura de los libros y las cuentas de las empresas para conocer que hacen con sus enormes ganancias!

EN lucha por refundar el partido mundial de la
revolución socialista,
hay que poner en pie un nuevo partido revolucionario e internacionalista de la clase obrera
argentina

Las corrientes que en Argentina someten a los obreros en lucha a los ministerios y los burócratas sindicales, no son un fenómeno “nacional”: son los renegados del trotskismo que en todo el mundo se han integrado a esa verdadera internacional contrarrevolucionaria que es el Foro Social Mundial, que se han pasado al bando del stalinismo y han adoptado su política de colaboración de clases y de “revolución por etapas”. Son los que les dicen a los trabajadores que hay que apoyar a los patrones “progresistas” y los militares “patriotas”, y los ponen a los pies de Chávez y de Evo Morales. Son los que en Francia llamaron a votar a Chirac y sostienen a la V República imperialista; los que en Brasil ayer llamaron a votar por Lula y hoy están poniendo en pie un nuevo partido reformista como es el P-SOL, o como el PSTU, estrangularon a la vanguardia obrera en el Congreso de la CONLUTAS poniéndola bajo el mando de la burocracia castrista, a través de la impostora Celia Hart Santamaría que cerró ese congreso.
Son los que en Estados Unidos se arrodillan ante el castrismo y colaboran decisivamente en llevar el despertar de la clase obrera norteamericana a los pies del Partido Demócrata de Clinton, Kerry y demás carniceros imperialistas.
Son los que se subordinaron a la burocracia castrista en momentos en que ésta se prepara para consumar la restauración capitalista en Cuba. Son los mismos que en Chile se integraron al PODEMOS –un partido único con el nefasto Partido Comunista-, que está sosteniendo abiertamente al régimen pinochetista-concertacionista y a la Bachelet, en momentos en que la clase obrera se pone de pie para enfrentarlos.
Son los responsables de haberle propinado una nueva derrota a la vanguardia proletaria mundial. Porque desde fines del siglo XIX, la clase obrera mundial, con enormes luchas y terribles sacrificios, puso en pie tres Internacionales para poder pelear como lo que es: una clase internacional. Pero las tres fueron destruidas y expropiadas: es que en su época imperialista de decadencia y agonía, el capitalismo sólo se sostiene porque compra y corrompe a una franja de aristócratas y burócratas obreros, es decir, a una ínfima fracción de la clase obrera. Por eso, el imperialismo es la escisión del socialismo.
Así, la II Internacional que le costó 40 años de duras luchas poner en pie a la clase obrera, fue destruida por la traición de la socialdemocracia que en 1914 se pasó al campo burgués y llevó a los trabajadores a matarse entre ellos en la primera guerra mundial, al servicio de los intereses de sus propias burguesías imperialistas.
Al calor de la guerra imperialista, se gestó la Izquierda de Zimmerwald que, con el Partido Bolchevique ganando la dirección de los soviets, llevó a la clase obrera al poder por primera vez en la historia con la gloriosa Revolución de Octubre en Rusia, y puso en pie la III Internacional revolucionaria de Lenin y Trotsky. Fue la burocracia stalinista la que, usurpando el estado obrero soviético, imponiendo su política de “socialismo en un solo país” y traicionando la revolución mundial, destruyó a la III Internacional.
En lucha contra el stalinismo se puso de pie la IV Internacional en 1938 - en la hora negra del fascismo y de la preparación de la segunda guerra mundial- como la continuidad del bolchevismo en la resistencia, ajustando la teoría y el programa revolucionarios para la época imperialista con la Teoría de la Revolución Permanente y con el Programa de Transición.
Pero después de décadas de centrismo, oportunismo, pablismo y revisionismo, al comienzo del siglo XXI asistimos a la destrucción definitiva de la IV Internacional en manos de los renegados del trotskismo que abrazaron las banderas del stalinismo.
Pero la teoría, el programa y la estrategia de la IV Internacional pasaron la prueba de la historia, y en un largo y tortuoso camino, fuerzas sanas del trotskismo hemos logrado mantener la continuidad de los mismos. Así, a principios del siglo XXI, hay una bandera limpia para entregarle a las nuevas generaciones del proletariado mundial que entran al combate, para saldar cuentas definitivamente con la socialdemocracia, el stalinismo y los renegados del trotskismo que tres veces destruyeron el partido mundial de la revolución socialista, y para refundarlo. En este combate tenemos empeñadas nuestras fuerzas quienes conformamos la Fracción Leninista Trotskista y la LOI (CI)-Democracia Obrera de Argentina: en conquistar una Conferencia Internacional de las fuerzas sanas del trotskismo y las organizaciones obreras revolucionarias, para poner en pie un nuevo Congreso como el de 1938, para refundar el partido mundial de la revolución socialista.
Compañera, compañero: a usted que rechaza toda conciliación de clases con la burguesía, que quiere organizarse para derrotar a las direcciones traidoras; que se siente parte de la Palestina martirizada que enfrenta al estado sionista-fascista de Israel, y de la heroica resistencia iraquí; que vibró con la gloriosa revolución boliviana y quiere enfrentar a los que la están estrangulando; que quiere defender las conquistas de la revolución cubana del imperialismo pero también de la burocracia castrista restauracionista; a usted que sabe que la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos, y no de patrones “progresistas” y militares “patriotas” como Chávez o Evo Morales; a usted, que quiere centralizar y coordinar la resistencia obrera en Argentina y darle una voz nacional, agrupando a todos lo que enfrentan la política de colaboración de clases, que no quieren disciplinarse a la nueva burocracia sindical “de izquierda”, que quieren tirar abajo a la burocracia sindical de la CGT y el CTA y desatarle las manos al movimiento obrero para que centralice hoy su resistencia y prepare así la contraofensiva. A usted, compañero, compañera, lo llamamos a organizarse con Democracia Obrera para dar esta pelea, y en ese camino, poner en pie el nuevo partido revolucionario e internacionalista que la clase obrera argentina necesita y se merece.
Lo llamamos a organizarse con nosotros, y a tomar en sus manos este periódico, Democracia Obrera, que está a servicio de ella. Lo llamamos a que nos envíe sus opiniones y experiencias, a que acerque este periódico a sus compañeros de la fábrica, del taller, de la escuela y la facultad, que les proponga organizarse alrededor de él. Y también lo llamamos a sostener este periódico y a la organización de los revolucionarios internacionalistas, con su aporte solidario. •

Comité Redactor