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Columna de Opinión - 30 de diciembre de 2018

De las jornadas revolucionarias del 18 y 19 de diciembre de 2017 a la Cumbre del G20

UN AÑO DE LUCHA POLÍTICA DE LA CLASE OBRERA CONTRA EL GOBIERNO
Y EL FMI, TRAICIONADA POR LA BUROCRACIA SINDICAL


18 de diciembre de 2017

19 de diciembre de 2017

Marcha de los trabajadores de ARS

La clase obrera argentina está viviendo una tragedia. Desde los combates del 18 y 19 de diciembre de 2017 hasta septiembre-octubre de este año la clase obrera tuvo en sus manos asestarle un segundo golpe a Macri, para tirarlo como hicimos con De la Rúa en 2001 y derrotar el plan del FMI.
Hoy el gobierno de Macri logró pasar su peor crisis. La burocracia sindical y piquetera, no sin la colaboración de la izquierda (FIT y del MST-MAS), consiguieron sacar a los explotados de la lucha política en las calles, y someterla a los políticos patronales y el parlamento, que ahora sí se encaminan a las elecciones del 2019.
Gracias a esta traición, el gobierno y el imperialismo descargan la brutal crisis económica sobre los trabajadores y el pueblo, mientras la nación queda sometida al imperialismo con triples cadenas, saqueada y oprimida. Hoy la clase obrera argentina padece el brutal ataque del FMI y el G-20 con una ofensiva flexibilizadora, como  toda la clase obrera del planeta.
Todo esto se lo ocultan a los trabajadores el conjunto de las direcciones del movimiento obrero, y fundamentalmente las que se reclaman “revolucionarias” y “anticapitalistas”, como el FIT o el MST-MAS.

Las jornadas revolucionarias del 18 y 19 de diciembre de 2017: una lucha política de masas contra el ataque del gobierno comandado por el G20 y el FMI

La izquierda argentina ha hecho un gran esfuerzo por esconder el verdadero carácter de las jornadas de diciembre de 2017, a las que definen como “jornadas de lucha”, como meras luchas de presión sobre la burguesía.
Eso no es así. Las jornadas del 18 y 19 de diciembre en Argentina fueron parte de las luchas políticas en Irán y Túnez, en Honduras, Perú, Brasil, etc. contra el ataque del G20 y el FMI.
En esas jornadas, la base de la clase obrera argentina le impuso a la burocracia sindical de la CGT y la CTA una huelga general de 36 hs. con un claro carácter político y revolucionario: choques con la policía y el parlamento y barricadas improvisadas en el barrio de Congreso.
La burocracia sindical, cuya política era poner a los trabajadores como furgón de cola del PJ y la patronal “nacional” esclavista, había perdido totalmente el control de la base obrera. La rebelión antiburocrática del 7 de marzo de ese año, cuando los trabajadores echaron a la burocracia de la CGT de su propio acto, dio un salto el 18D. Sectores como el Astillero Río Santiago, la UOM-Quilmes, ferroviarios, estatales, docentes, etc. rompieron el control de la burocracia y le dieron una paliza a la policía, mandándole 88 efectivos al hospital.
Fue un combate político que arrastró a grandes masas de los explotados y rompió los marcos de las profesiones y gremios, unificando a los distintos sectores de la clase obrera contra el gobierno. Ya nadie quería presionar a los políticos patronales ni al Congreso, como planteaba la burocracia sindical y la izquierda argentina, que ese día pedían a gritos una “consulta popular” contra la Reforma Previsional. Los obreros venían de enfrentar a la Gendarmería asesina el 14D y ya sabían que para derrotar las reformas del G20 y el FMI tenían que derrotar al gobierno y chocar con la “democracia” de la oligarquía y Wall Street.
El cacerolazo de las clases medias arruinadas el 18D por la noche, al grito de “Andate Macri” y “Que se vayan todos”, planteaba volver a soldar la alianza obrera y popular como en el 2001.
Fue una verdadera acción independiente de masas, que no había sido preparada ni llamada por ninguna organización ni dirección de la clase obrera, y que tuvo objetivamente un carácter antiimperialista.
Sin dudas, las jornadas de diciembre fueron el golpe más duro que la clase obrera le dio a un gobierno y al régimen desde 2001. Cambiaron totalmente la relación de fuerzas entre las clases. El gobierno gorila de los CEO’s venía aplicando las reformas del G20 y el FMI cebado por una serie de triunfos reaccionarios durante todo 2017 (las elecciones legislativas de octubre, los asesinatos de Santiago y Rafa Nahuel, el blindaje cada vez más duro del régimen de conjunto). Después de los combates de diciembre quedó debilitado y por eso tuvo que posponer los planes de flexibilización laboral. Un sector de su base social, las clases medias arruinadas que lo habían votado en octubre, rompieron con él y comenzaron a rodear decenas de luchas de los trabajadores, como en Azul alrededor de FANAZUL, en Río Turbio con los mineros, etc.
El 18 y 19 de diciembre abrieron un período de lucha política contra el gobierno. La situación devino en prerrevolucionaria: los de arriba no podían pasar los planes de hambre y entrega como necesitaban hacerlo; los de abajo no querían pagar los negocios de los banqueros y las transnacionales. El surgimiento de los organismos de autodeterminación de masas y la caída revolucionaria de Macri, como De la Rúa en 2001, quedaron planteadas como las tareas más inmediatas.
Las direcciones del movimiento obrero quieren ocultar esto porque colaboraron decisivamente para que Macri no sea un nuevo De la Rúa.

2018: un pacto entre la “oposición” patronal, el Vaticano y la burocracia sindical y piquetera para sostener a Macri y apagar el fuego del 18 de diciembre

La realidad es que de diciembre de 2017 a octubre de este año el gobierno atravesó una grave crisis. Todas las alas de la “oposición” patronal (kirchnerismo, massismo, PJ) y la burocracia sindical y piquetera, aterrorizados por el fantasma del 2001, conspiraron desde el primer día bajo el mando del llamado “Grupo de los 6” (la banca extranjera, la UIA, la Sociedad Rural, la Bolsa, la cámara patronal de comercio) para sostener a Macri y evitar un segundo embate de masas que tirara al gobierno y abriera una crisis revolucionaria en las alturas como la de diciembre de 2001. Fue un verdadero pacto de salvataje del gobierno.
Lo que vimos actuar en 2018 fue un gran frente político y social de colaboración de clases, un frente “anti-Macri”, para desviar la lucha política con una política de colaboración de clases posibilitar que Macri llegue a las elecciones de 2019.
Su debut fue el acto del 21F, que unificó a Moyano, Palazzo, las CTA, la CTEP en representación del Vaticano, donde inclusive estuvieron los políticos patronales del PJ, como Solá, Fernández, etc. Ese acto fue un intento de desviar el ascenso de lucha de diciembre y retomar  el control de la clase obrera, que durante enero y febrero estaba estado de rebelión contra el gobierno y desacato a la burocracia, como se vio en las puebladas de Azul, Río Turbio y Mar del Plata, las tomas de fábrica en Stockl, Rapi Estant y Envases del Plata, las luchas de los estatales, etc.
El FIT y la izquierda, que dirigen al “sindicalismo combativo”, participaron del acto del 21F con una “columna independiente”, ocultándole a los trabajadores el verdadero propósito de la trampa que se estaba montando.
El frente de colaboración de clases del 21F puso en pie multisectoriales para abortar el surgimiento de las coordinadoras obreras locales y regionales. En esas multisectoriales, la burocracia sindical y piquetera sometían a los trabajadores en lucha a los políticos patronales, e inclusive a sectores de la patronal de la “industria nacional”. Así lograron imponerle la derrota a FANAZUL, cercar a los mineros de Río Turbio, etc.
Pero mientras actuaba la política de colaboración de clases, la burguesía y el gobierno avanzaban con una enorme persecución contra las organizaciones que había participado de los combates de diciembre. Arakaki y Ponce (PO) eran encarcelados y le libraban pedido de captura internacional a Sebastián Romero (ex delegado de General Motors y militante del PSTU), mientras mantenían preso a Diego Parodi, militante anarquista detenido en la movilización del 14 de diciembre.

Los partidos patronales manipulan de las demandas de la mujer explotada para relegitimar el Congreso odiado

La máxima expresión de la política de colaboración de clases fue alrededor de la lucha por la legalización del aborto. La enorme combatividad mostrada en la huelga general mundial de la mujer trabajadora el 8 de marzo y el masivo movimiento por “Ni una menos” fue desviada con un “debate democrático” sobre la legalización del aborto en el parlamento. Se trató de una política de Estado, donde todos los partidos de la burguesía (el PRO, PJ, kirchnerismo, etc.), e inclusive el FIT, hacían “sororidad” y se abrazaban en el Congreso.
Esto fue clave para la burguesía, porque logró relegitimar al Congreso odiado que había votado el saqueo a los jubilados en diciembre y lo volvió a vestir de “democrático”. Esta inmunda manipulación de las demandas legítimas de la mujer explotada concentró toda la política de colaboración de clases por “más democracia”, donde el FIT jugó un rol central.

Abril-Mayo: Argentina choca con las rocas submarinas de la crisis económica mundial

El ataques de Macri y el FMI contra la clase obrera y el pueblo dio un salto con el estallido de la crisis económica en abril-mayo, que agudizó a grado extremo el saqueo de la nación a manos de los superbancos de Wall Street y el FMI, vía el parasitismo y el pago de la deuda externa. Argentina había quedado en el ojo del huracán de la crisis económica mundial, al igual que países como Turquía, Sudáfrica y la India. El gobierno de Macri quedó bajo el mando directo del FMI, que luego terminará instalando una oficina en el Banco Central.
La respuesta de la clase obrera argentina fue el enorme paro general político el 25 de junio, impuesto por la base a la burocracia sindical, donde volvió a quedar demostrada la voluntad de combate contra el gobierno. Inclusive el “Pollo” Sobrero, dirigente sindical del FIT que días antes se había pronunciado en contra de que caiga Macri, salió a pedir la caída del gobierno… y al día siguiente le pidió disculpas públicamente a la burguesía.

El intento de ascenso de masas de agosto-septiembre

La brutal devaluación, la carestía de la vida, el redoblado saqueo de los banqueros y el FMI provocaron un salto en la lucha política a fines de agosto, con masivas movilizaciones obreras y estudiantiles en Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario, enfrentamientos en las calles con la policía, como los del 21 de agosto del Astillero Río Santiago, las huelgas parciales y regionales. Fue un intento de ascenso de masas que tuvo a los obreros del Astillero a la cabeza, y que planteaba poner en pie un gran Congreso Obrero para imponerle a la burocracia una huelga general revolucionaria con piquetes y comités de autodefensa para echar a Macri y derrotar al FMI.
Fue una semana de enorme crisis política, donde el gobierno estaba acorralado por los obreros y los estudiantes, mientras el saqueo imperialista provocaba una devaluación del peso de un 36% en un día. Aquí actuó con todo la política de multisectoriales para que los obreros del ARS, que eran vistos como una referencia por todos los sectores en lucha y planteaba unificarlos, fueran sacados de las calles y llevados a los pies de Vidal y la Iglesia, con el apoyo del intendente kirchnerista Secco, que era invitado por la burocracia de ATE-Ensenada para hablar en los actos.

El FIT y su estrategia de “democratizar” el régimen burgués: la pata izquierda del frente “anti-Macri”

El FIT se ubicó como pata izquierda de toda esta política. Su política no fue preparar un nuevo 18 de diciembre, poniendo en pie los organismos de lucha política de masas, como coordinadoras, comités de lucha, etc. para desarrollar el combate como el de 2001 contra Macri y el régimen de la Constitución de 1853.
Cuando la clase obrera tendía al choque abierto con el gobierno para derrotarlo y defender el trabajo y el salario, la estrategia del FIT fue presionar a las instituciones del régimen de los esclavistas. Por eso durante todo el año subordinó la lucha de la clase obrera al parlamento burgués, para que de allí salgan leyes y plebiscitos favorables a los trabajadores junto al kirchnerismo, el massismo y el PJ. La lucha del FIT contra el tarifazo fue votar la ley del massismo el 9 de mayo. Su lucha contra el FMI fue plantear plebiscitos para no pagar la deuda externa.
Su estrategia es “ampliar la democracia” burguesa -la dictadura de Wall Street-, haciéndole creer a la vanguardia obrera que es posible arrebatarle conquistas parciales al capitalismo en Parlamento y mejorar las condiciones de vida de la clase obrera en medio de la bancarrota capitalista. Por eso en el movimiento de la mujer, Del Plá (PO) hacía “sororidad” con las burguesas Lospenato (PRO), Donda y la Mendoza (K).
Esto fue una estafa. ¿Cómo se puede plantear democratizar el régimen de la Constitución de 1853 cuando el imperialismo impone en sus semicolonias el régimen más bonapartista y totalitario que puede, como hace en Argentina, donde utiliza las instituciones más reaccionarias contra el proletariado, como la casta de jueces e inclusive a las FF.AA., a las que intentará usar en la represión de la clase obrera?
Con esta utopía reaccionaria, que desarma y desorganiza a la vanguardia obrera frente a la ofensiva del capital, el FIT demostró haber renegado de la lucha por la revolución socialista en momentos en que el capitalismo le impone a la clase obrera y los explotados penurias cada vez mayores.

Del paro general del 25 de septiembre a la cumbre del G20: las direcciones de la clase obrera logran imponer la paz social y estrangular la lucha política de la clase obrera

El intento de ascenso de masas de agosto le impuso a la burocracia sindical el paro general del 25 de septiembre. Pero desde septiembre a noviembre lograron aislar y contener a todos los sectores en lucha: el ARS, los metalúrgicos de Canale y SIAM, los docentes, estatales, el movimiento estudiantil. La burocracia piquetera corrupta de la CTEP y la CCC mantuvieron a rajatabla su “paz social” al gobierno gorila, basada en miles de millones de pesos para controlar a los obreros desocupados y cooperativistas. A principios de octubre, el FIT se encargó de sacar a la vanguardia obrera de las calles y dividirla en 3 actos electorales.
De esta manera lograron sacar a la clase obrera de la lucha política en las calles y meterla en la trampa electoral de 2019. Sólo gracias a esto Macri pudo imponer la militarización de Buenos Aires con la CIA y la Mossad para garantizar la Cumbre del G20, donde los piratas imperialistas conspiraron contra la clase obrera mundial. El 12 de septiembre, el gobierno había encarcelado a Daniel Ruiz y extraditado a Facundo Jones Huala a Chile. El 14 y 15 de noviembre, la Bullrich comandó allanamientos y detenciones de militantes anarquistas. Y un día antes de la cumbre, el 29 de noviembre, los jueces gorilas cerraban la causa por el asesinato de Santiago Maldonado y sobreseían al gendarme Echazú.
La clase obrera argentina tenía la obligación internacional de prepararle un infierno al G20. Pero no pudo hacerlo porque en todos estos meses sus direcciones le tiraron agua al fuego del 18 y 19 de diciembre. Estaba planteado que los obreros en lucha, con sus comités de huelga, asambleas, pongan en pie una Coordinadora Nacional para imponer los piquetes y la huelga general contra los piratas imperialistas del G20 y los burócratas traidores que le defienden sus ganancias.
Lejos de esto, la izquierda hizo un desfile pacífico por Buenos Aires, con un recorrido acordado con la Bullrich. El “sindicalismo combativo” no hizo ni 5 minutos de paro contra el G20. Ni siquiera participó de la movilización que la izquierda acordó con el gobierno.
Todas las direcciones del movimiento obrero, desde la burocracia a la izquierda reformista, garantizaron que, mientras en París se levantaban las barricadas contra Macron y la burguesía imperialista francesa, Buenos Aires no estalle como el 18 de diciembre de 2017 contra el saqueo a las jubilaciones y la flexibilización laboral.
El G20 en paz fue un broche de oro a la traición al movimiento obrero, que hoy lo paga con un brutal ataque del gobierno y el FMI.

Nos quitaron la victoria en 2018. Preparemos un 2019 a la altura de la guerra de clases que nos declararon… ¡No hay tiempo que perder!

Será un 2019 de guerra contra la clase obrera. La economía mundial se encamina a una recesión que agravará a grado extremos los padecimientos de las masas. Si la clase obrera no lo impide con su lucha revolucionaria, los países semicoloniales como Argentina serán devastados por el saqueo imperialista.
Las fuerzas de la clase obrera argentina están, sin dudas, en los trabajadores que en Francia, Hungría, Irán, Túnez y China se ponen de pie contra el imperialismo. En Chile, los portuarios enfrentan al gobierno gorila de Piñera. En Brasil se avecinan enormes combates de clase contra Bolsonaro. En Bolivia, los mineros de Huanuni se sacan de encima a la burocracia sindical colaboracionista para preparar su combate contra el gobierno de Evo.
Aquí los de arriba finalmente llegaron al 2019. Zafaron de un nuevo 2001. Después de robarnos el salario y pasar miles de despidos, quieren tapar el brutal saqueo de la nación con el circo electoral y vienen a imponer la flexibilización laboral de forma abierta. La patronal, el gobierno y la burocracia concentran sus fuerzas en decenas de luchas aisladas para derrotarlas, como portuarios, marítimos, Astilleros, Siam, Canale, Interpack, etc.
A un año de las jornadas del 18 y 19 de diciembre, la tarea es unificar las filas del movimiento obrero y preparar una gran lucha. Hay que terminar la tarea inconclusa de derrotar al gobierno y al FMI. En 2001, hubo que echar a De la Rúa para dejar de pagar la deuda externa. En Francia hubo que llenar París de barricadas por 5 días para enfrentar el aumento de combustibles.
Para derrotar a Macri y el FMI… ¡Hay que retomar el camino del 18 y 19 de diciembre! ¡Fuera el FMI!
La clase obrera no se rindió… ¡Abajo la burocracia sindical y piquetera! ¡Abajo la tregua al gobierno gorila y al FMI!
¡Unidad de los trabajadores! ¡Coordinadora Nacional para enfrentar el ataque de los capitalistas!
¡Libertad a Jones Huala, a Daniel Ruiz, los 12 compañeros anarquistas y todos los presos políticos por luchar!

Solo hay un camino para ganar la guerra de clases contra el imperialismo… ¡Paso a la unidad internacional de la clase obrera! ¡Paso a la revolución socialista!

Martín Guerrero y J. Carb.

 

 

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