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LA “REVOLUCIÓN BOLIVARIANA” DE MORALES, CHAVEZ Y FIDEL CASTRO ES LA EXPROPIACIÓN DE LA REVOLUCIÓN OBRERA Y CAMPESINA EN BOLIVIA

CAPITULO I: La pérfida política del frente popular y la expropiación de la revolución obrera y campesina

-I-

Cuando han pasado casi tres años desde el inicio de la revolución obrera y campesina en Bolivia en octubre de 2003, estamos hoy frente a una revolución históricamente inconclusa y que ha sido expropiada por el accionar de las direcciones traidoras que, a nivel internacional y en los combates de Bolivia, mostraron toda su capacidad para expropiar los magníficos embates revolucionarios de masas que conmovieron al país del Altiplano.
La heroica revolución obrera y del campesinado pobre que comenzara en 2003 había quedado inconclusa porque, a pesar de que cayó Sánchez de Lozada, a pesar de la enorme espontaneidad y la acción independiente de masas, las direcciones traidoras impidieron que los obreros y campesinos pobres -que mandaron al basurero de la historia al gobierno agente del imperialismo y dislocaron al régimen de la Rosca-, se hicieran del poder.
En Octubre de 2003 conspiraron contra el levantamiento revolucionario de masas iniciado en febrero de ese año, las direcciones traidoras de la COB y del movimiento campesino que entre bambalinas y luego en el parlamento, le entregaran el poder a Mesa, el continuador del régimen de la Rosca. Semejante traición y conspiración contra las masas revolucionarias obreras y campesinas impidió que en sus primeros pasos, la revolución boliviana que se ponía de pie, desplegara toda su potencialidad, y lograron así que quedara inconclusa. Inclusive luego del sangriento asesinato de más de 100 obreros y campesinos por parte del ejército en las jornadas de Octubre, la cobardía de la dirección reformista de las masas impidió el desarrollo pleno de una revolución que naciera imponiendo la conquista de las milicias obreras, la destrucción de la casta de oficiales del ejército y el desarrollo pleno de organismos de doble poder, como sucediera con la COB y sus milicias en 1952 al inicio de la primera revolución boliviana.
Ese fue el primer intento de expropiación de esa revolución. El poder de Mesa no devino de ninguna institución del estado burgués que había quedado dislocado por el accionar revolucionario de las masas. La dirección de la COB y de las centrales campesinas le entregaron el poder a un gobierno suspendido en el aire, sostenido por las direcciones traidoras, expropiando esas magníficas jornadas revolucionarias e impidiendo que la revolución naciente se pusiera totalmente de pie con todas las energías desplegadas por las masas en el combate.
Esa heroica revolución que había comenzado sólo podía triunfar como revolución socialista. Es decir, con las masas desarrollando y centralizando los organismos de doble poder, poniendo en pie las milicias obreras y campesinas dividiendo al ejército asesino de West Point y destruyendo su casta de oficiales, y organizando una insurrección triunfante que llevara a la clase obrera al poder como caudillo de los campesinos pobres, y expropiara a los expropiadores, único camino para conquistar la verdadera nacionalización de los hidrocarburos, el fin del saqueo imperialista, la tierra para los campesinos, el pan y el trabajo para la clase obrera y los explotados.

-II-

Pero esta conspiración y la traición a la acción independiente de masas no logró en lo más mínimo resolver históricamente a favor de la burguesía el duro golpe que, a manos del embate de masas, habían recibido las instituciones del estado burgués en una nación sometida al imperialismo, al saqueo por parte de las transnacionales y en la que se ha impuesto la peor esclavitud de las masas explotadas.
La reacción no se hizo esperar. El gobierno de Mesa, sostenido en sus inicios por las direcciones de las organizaciones de lucha de las masas, rápidamente se desprendió de ese control y lanzó una ofensiva reaccionaria en un intento de apoyarse en las clases medias urbanas para estrangular la revolución.
Pero no hizo más que provocar una nueva respuesta revolucionaria de las masas, que volvieron a irrumpir con sus demandas de “Fuera gringos”, “Nacionalización de los hidrocarburos”, justicia para los mártires de octubre, y pan para los esclavos en una nación cuyas riquezas naturales alimentan, con su energía, la producción, como mínimo, de la inmensa mayoría de los países del Cono Sur.
Un segundo embate revolucionario, una jornada revolucionaria complementaria heroica de obreros y campesinos, se desarrolló de mayo a junio de 2005: las masas explotadas cercaban la ciudadela del poder con la huelga general indefinida, con piquetes, combates en las calles y bloqueos de caminos. Fue esta segunda acción independiente de masas la que terminó de dislocar todas las instituciones del viejo pacto militar-campesino y del régimen de la Rosca, dejando en crisis al estado burgués y a todas sus instituciones de dominio. Rodaba la cabeza de Mesa, y con las COR, las COD y con su vanguardia en los mineros y la aguerrida clase obrera de El Alto, el proletariado se ganaba en las calles al campesino con la consigna de “Ni 30 ni 50, nacionalización” y “Fuera las transnacionales”.

-III-

Entonces, en dos embates revolucionarios, en dos crisis revolucionarias en las alturas abiertas por los mismos, de cuasi vacío de poder, a pesar y en contra de las direcciones reformistas, la heroica revolución obrera y campesina planteó firmemente sus demandas motoras de ruptura con el imperialismo, de tierra para el campesino y pan para el obrero, irreconciliables con la existencia del estado burgués.
La revolución boliviana obrera y campesina se ponía de pie, instalaba su cuartel general, El Alto revolucionario, dejaba en crisis al régimen de la Rosca y conquista organismos de semi-doble poder para la lucha política de masas y para tomar en sus manos la resolución de sus problemas. Pero por la traición de las direcciones que tiene a su frente, no pudo hacerse del poder.
Nuevamente, todas las fuerzas de las direcciones traidoras de América Latina se concentraron, junto a las burguesías cipayas, para cercar política, económica y militarmente a la revolución boliviana. Este nuevo embate de mediados de 2005, fue también expropiado. De la mano de Morales y Solares de la COB –sostenidos por todas las direcciones contrarrevolucionarias del Foro Social Mundial-, el poder fue entregado a Rodríguez, el jefe de la Suprema Corte de justicia, quien anunció que instalaría un gobierno corto de transición que daría elecciones, la Asamblea Constituyente y un referéndum por las autonomías.
Como perspicazmente lo dijo el presidente de la Cámara de Diputados en el congreso reunido en Sucre que le entregaba el poder a Rodríguez, se trataba de volver a encerrar en la caja de Pandora los demonios que habían sido desatados en la Bolivia insurrecta para terror y pánico de las clases dominantes y del dominio imperialista.
La salida a las elecciones permitió, por un lado, rearmar rápidamente al MAS de Evo Morales –haciendo acuerdos con corrientes y agrupaciones burguesas locales en distintas ciudades-, mientras la dirección de la COB y de las COR disolvían los organismos de semi-doble poder subordinándolos a las prefecturas y demás instituciones burguesas, imponiéndole al proletariado la pérdida de la dirección de la alianza con el campesinado, y sometiendo a amplias capas del mismo al apoyo a Morales en el proceso electoral.
Con las instituciones del régimen y el estado dislocadas, el gran capital apela al frente popular, a esa pérfida política de colaboración de clases, de sometimiento del proletariado a la burguesía. Con el MAS, la burguesía nativa encargada de someter al proletariado, entraba en la lucha por una parte de la renta de los hidrocarburos, mientras por otro lado pactaba con la oligarquía cruceña y de la Media Luna un acuerdo por el referéndum de autonomías y la Constituyente.
Así, los combatientes de octubre de 2003 y de mayo-junio de 2005 quedaban sometidos a las dos variantes burguesas: o a la oligarquía cruceña, o a la burguesía nativa que expropiaba la revolución obrera y campesina. La constituyente para entretener a los pobres, a los hambrientos, a los indígenas, a los obreros y campesinos con frases dulzonas, concesiones ultra-parciales y secundarias y demagogia barata; y el pacto de las autonomías para discutir el reparto de la renta de los hidrocarburos con la oligarquía petrolera y las transnacionales.
En última instancia, ese pacto entre las direcciones traidoras de El Alto revolucionario, ya desarmado y disuelto, y la burguesía cruceña, que se cristalizó en la Constituyente y el referéndum autonómico, se expresó en el terreno económico en la semi-nacionalización burguesa y parcial de los hidrocarburos decretada por Morales el 1° de mayo pasado, mediante la cual la burguesía nativa expropió la lucha revolucionaria de las masas para exigir a cambio del servicio prestado –es decir, resguardar la propiedad de los monopolios del peligro de la revolución-, una mayor tajada de la renta de los hidrocarburos como socia menor que es de las transnacionales saqueadoras de Bolivia.
Con la instauración del gobierno de Morales, el frente popular impone dos instituciones que expropian la revolución: la constituyente amañada, con los obreros y campesinos sometidos a una simple lucha de presión sobre la misma; y el pacto de las autonomías de Tarija, Santa Cruz Pando y el Beni que les dejan las manos libres a la gran burguesía terrateniente y a los oligarcas de los hidrocarburos para hacer sus negocios, sostenidos en el látigo de las bandas fascistas que, como una daga en la garganta de los obreros y campesinos amenaza a cada paso. Mientras tanto, el frente popular, desde dentro mismo del movimiento obrero y campesino adormece a las masas, liquida la dirección proletaria del combate, reconstituye las castas de oficiales, y aleja a los explotados y a la nación boliviana de la única solución histórica a sus demandas: la expropiación de las transnacionales, de la gran propiedad terrateniente, y la expropiación de los expropiadores, cuestión que sólo puede ser realizada íntegra y efectivamente por un gobierno revolucionario de los obreros y campesinos pobres autoorganizados y armados.
Así, esta heroica y grandiosa revolución obrera y campesina que comenzó, ha sido expropiada con el pacto infame la dirección burguesa del frente popular y de la Constituyente amañada y antidemocrática, y el pacto autonómico que garantiza el control de los gerentes de las transnacionales y de los terratenientes de todas las riquezas de Bolivia, en sociedad y en disputa por la renta de los hidrocarburos y los minerales con la burguesía nativa que regatea por su parte de la tajada.
Con las elecciones a constituyente y el referéndum de autonomías, y sobre todo con la instalación de la Asamblea Constituyente, hoy la burguesía ha logrado poner en pie, aún de forma provisoria y no asentada, un régimen de transición expropiatorio de la revolución.

-IV-

Tres hitos marcaron entonces la expropiación de la revolución boliviana que hoy se ha impuesto de forma provisoria: la conspiración de las direcciones de las organizaciones obreras y campesinas que en 2003 le entregaron el poder a Mesa; la expropiación de las jornadas revolucionarias de mayo y junio de 2005 y la entrega del poder a Rodríguez; y hoy, la instalación de la Asamblea Constituyente con el sometimiento a la misma y al gobierno de frente popular de Evo Morales de los organismos de lucha de la clase obrera y el campesinado pobre.
La Asamblea Constituyente y el pacto autonómico son hoy los pilares del régimen de transición expropiador de la revolución, pero son instituciones que aún no conquistaron la suficiente legitimidad ante las masas como para estrangular históricamente la revolución boliviana. Es que el frente popular engaña y adormece a las masas, pero lo hace cuando el estado burgués boliviano quedó con todas sus instituciones descalabradas y dislocadas por los dos magníficos embates revolucionarios de los obreros y los campesinos pobres. El frente popular sólo puede durar un corto período, puesto que el estado mayor de las transnacionales no puede permitir que el poder del estado burgués esté cuestionado durante mucho tiempo.
Por ello, si las transnacionales y las distintas fracciones de la burguesía logran ponerse de acuerdo sobre los negocios, muy posiblemente lo que se imponga sea un gobierno de unidad nacional. Agotadas las fuerzas de las masas sometidas por el frente popular, esto significaría la imposición de nuevas instituciones de dominio estables que estrangularán o abortarán la tercera revolución boliviana que comenzara en 2003.
Pero si las distintas fracciones burguesas no llegan a un acuerdo sobre los negocios, las transnacionales y la burguesía cruceña que es su testaferro no les temblará el pulso para volver a apelar a las bandas fascistas contra los obreros y campesinos, e inclusive en partir a Bolivia y disgregar a la nación.
No sería la primera vez que los monopolios petroleras provocan secesiones y división de naciones para imponer su dominio y el control del territorio y del subsuelo que necesitan para garantizarse sus riquísimos negocios. Son éstos hoy –junto a sus socias menores, las burguesías nativas del Cono Sur- los que empujan hoy en Bolivia a la secesión y los que alimentan a las bandas fascistas, porque necesitan como el agua los hidrocarburos bolivianos para mantener funcionando la producción en los países del Mercosur.
Esto es particularmente grave en el caso de Chile y de Brasil que no tienen fuentes propias de energía y que deben importar la absoluta mayoría del gas y el petróleo que consumen. Brasil lo trae directamente de Bolivia, mientras que Chile debe comprarlo a través de Argentina puesto que Bolivia se niega a venderle directamente, si no es a cambio de que Chile le de una salida al mar.
El agudizamiento de las disputas y de las amenazas de secesión y de guerra no es casual. En el caso de Chile, está al borde de una completa crisis energética, en momentos en que tiene comprometida su producción de cobre por los próximos diez años para las transnacionales instaladas en China, porque la burguesía argentina a partir de 2007 necesitará el gas que le vende hoy a ese país para impedir el colapso energético de la propia Argentina. Brasil pelea con uñas y dientes para garantizarse el control de las fuentes de los hidrocarburos bolivianos.
En esta feroz disputa, distintas fracciones de las burguesías nativas se alinean con diferentes potencias imperialistas y sus monopolios. Es claro que el gobierno de Evo Morales y García Linera, junto a Chávez y a Kirchner y también Fidel Castro, son socios menores de la Repsol –que es la que viene ganando en la carrera por el control de los hidrocarburos en América Latina-; mientras que Lula y la Petrobrás son testaferros de la Totalfina francesa, y la burguesía chilena junto a la burguesía de la Media Luna boliviana, son socios de la British Petroleum y de las petroleras yanquis que quieren robarse los hidrocarburos bolivianos por el Pacífico.
Son entonces hoy fundamentalmente las petroleras imperialistas y las burguesías cipayas chilena y brasileña –cada una de ellas con el apoyo y el sostén de las burocracias sindicales, el stalinismo y demás direcciones traidoras agrupadas en el Foro Social Mundial- las que empujan a Bolivia a la secesión y al fascismo.

 

 


CAPÍTULO II: En Bolivia y en América Latina se impuso la “revolución bolivariana” de Chávez, Morales y Fidel Castro, bajo el amparo del MERCOSUR de los monopolios imperialistas y de sus socias menores, las burguesías nativas cipayas

-V-

Para expropiar la revolución boliviana y preparar su estrangulamiento definitivo, el estado mayor del gran capital conjuró a una verdadera “santa alianza” contrarrevolucionaria a nivel continental de las burguesías cipayas, la burocracia restauracionista castrista y las direcciones traidoras de todo pelaje agrupadas en el Foro Social Mundial.
Es que la expropiación de la revolución se impuso con la consumación del cerco económico, político y militar que, contra la misma, habían impuesto los regímenes y gobiernos burgueses del Cono Sur -como el de Lula, Kirchner, Chávez, Lagos y luego Bachelet con el apoyo del Foro Social Mundial. Con la firma del “Tratado Comercial de los Pueblos” entre Fidel Castro, Evo y Chávez; con el ingreso de Venezuela a ese tratado de libre comercio de los monopolios imperialistas y las burguesías cipayas que es el MERCOSUR, y el acuerdo comercial de éste con Cuba, se institucionalizó el cerco económico, político y militar contra la revolución boliviana y se puso en pie un nuevo dispositivo contrarrevolucionario contra el que deberán enfrentarse de ahora en más las masas del continente.
La expropiación de la revolución boliviana se impuso entonces bajo el amparo del MERCOSUR, ese tratado de libre comercio al servicio de los monopolios yanquis y de las distintas potencias europeas instaladas en el Cono Sur, y de las burguesías nativas cipayas asociadas a ellos.
Se consumó así la reinserción de Bolivia a la división mundial del trabajo –de la que había quedado dislocada por la irrupción revolucionaria de las masas en 2003 impidiendo el saqueo de los hidrocarburos- como proveedora de energía para el MERCOSUR y de minerales para la economía mundial (sobre todo luego del descubrimiento del yacimiento de mineral de hierro más grande del mundo en el cerro El Mutún), y en primer lugar, para los voraces monopolios transnacionales instalados en la China del capitalismo restaurado y de la clase obrera esclavizada.
De esta manera, el imperialismo y las burguesías cipayas del continente logran volver a soldar la cadena de dominio imperialista en Sudamérica, que desde 1997 se había roto por sus tres eslabones más débiles por la irrupción revolucionaria de las masas en Ecuador, Argentina y Bolivia.

El rol de las direcciones traidoras del Foro Social Mundial que para imponer su pérfida política de colaboración de clases de apoyan en la burocracia “pelega” de la CUT de Brasil, y en la burocracia castrista restauracionista

-VI-

La revolución obrera y campesina boliviana ha sido provisoriamente expropiada, y lo que se impuso y triunfó en su lugar, es la “revolución bolivariana” de Chávez, Evo, Fidel Castro, las direcciones contrarrevolucionarias y los renegados del trotskismo: es decir, la expropiación de la revolución obrera y campesina por la vía de una política de colaboración de clases, de subordinación de los explotados a los intereses de sus propias burguesías nativas y a su inmundo regateo con los monopolios imperialistas y con las demás burguesías del continente por su tajada de la renta nacional, del saqueo descomunal de las materias primas, y de la plusvalía arrancada con superexplotación a la clase obrera.
La imposición de la “revolución bolivariana” en Bolivia es la impostura de la semi-nacionalización burguesa de los hidrocarburos, es decir, la disputa y el regateo entre la Repsol, la British Petroleum, la Petrobrás (testaferro de la Totalfina francesa) y la cobarde burguesía nativa, por las fabulosas superganancias del saqueo del gas, el petróleo, de la enorme riqueza mineral de El Mutún, y de la explotación de la clase obrera boliviana.
Dos pilares fundamentales sostuvieron y sostienen esta política continental de colaboración de clases. Uno de ellos, la aristocracia y la burocracia obrera brasileña desde la CUT y el gobierno proimperialista de Lula, que jugaron y juegan un rol central en el cerco a la revolución boliviana, pues necesitan garantizar las enormes inversiones y jugosas ganancias de la Petrobrás –testaferro de la petrolera imperialista francesa Totalfina- en Bolivia, y la indispensable provisión de gas para que funcionen los monopolios imperialistas instalados en Brasil y la producción de ese país que no tiene gas ni petróleo.
Hoy, ante la crisis del gobierno de Lula, proimperialista y antiobrero hasta la médula, y el hecho de que franjas enteras de obreros rompieron con el PT y con la burocracia “pelega” de la CUT, la política de la aristocracia obrera se expresa también en el surgimiento del frente entre el P-SOL, el PSTU y el PCB con un programa burgués de “distribución de la riqueza” y una abierta política de colaboración de clases. Mientras el PT y la burocracia de la CUT están hoy en el gobierno, administrando los negocios de la burguesía, este “frente de izquierda” de los liquidadores del trotskismo y el stalinismo tiene el rol de impedir que franjas enteras de los trabajadores avancen en un camino revolucionaria, y para garantizar la estabilidad del infame régimen brasileño del pacto social. El P-SOL y el “frente de izquierda” es hoy el “farito” que, con esta pérfida política, “ilumina” y organiza a los renegados del trotskismo en todo el continente bajo la batuta de Celia Hart, en partidos únicos de la “revolución bolivariana” con el stalinismo, como es el PODEMOS en Chile, el “Plenario de Autoconvocados” en Argentina, el PRS en Venezuela, etc.
El segundo pilar que sostiene la política continental de colaboración de clases, es la burocracia castrista cubana, a la que le va la vida en estrangular la revolución latinoamericana –y en primer lugar, la heroica revolución boliviana- para poder restaurar el capitalismo en Cuba. Su rol central es el de usufructuar el prestigio de la revolución cubana para disciplinar a la clase obrera y los explotados a la burguesía, como lo hizo cuando fue a Argentina en 2003 a decirles a los trabajadores que había que apoyar a Kirchner; y como lo había hecho ya en 1973 en Chile, llamando a la clase obrera que protagonizaba la gran revolución de los Cordones Industriales a apoyar al gobierno nacionalista burgués de Allende y el PC para hacer la “vía pacífica al socialismo”, cuestión que terminó abriéndole el camino al sangriento golpe militar de Pinochet y la ITT. Es que una revolución obrera y campesina triunfante en Bolivia haría estallar por los aires la utopía reaccionaria del “socialismo en un solo país” –peor, “en una sola isla”- de la burocracia castrista restauracionista, y pondría al rojo vivo la posibilidad del triunfo de la revolución latinoamericana. Por esa razón, a la burocracia castrista le va la vida en que la heroica revolución de los obreros y campesinos bolivianos sea estrangulada.
La burocracia castrista restauracionista y la aristocracia y la burocracia obreras brasileñas, fueron y son las que comandan la concentración de fuerzas contrarrevolucionarias a nivel continental para estrangular la lucha revolucionaria de los obreros y campesinos del continente y en primer lugar -luego de jugar su pérfido rol en Venezuela, Ecuador y Argentina-, la revolución boliviana.

La “revolución bolivariana” son jugosos negocios para el imperialismo y los patrones nativos, sobre la base del saqueo de las riquezas naturales y de esclavitud, la miseria y la represión de la clase obrera y los explotados

-VII-

Lo que estamos presenciando con la expropiación de la revolución boliviana, es el último acto del triunfo en América Latina de la “revolución bolivariana”. Veamos entonces qué le ha dado esa “revolución bolivariana” a la clase obrera y los explotados del continente que desde 1997 en Ecuador, pasando por Argentina del 2001, por la derrota del golpe pro-imperialista en Venezuela a manos de las masas mientras Chávez se rendía, por los dos magníficos embates revolucionarios de las masas bolivianas, se levantaron luchando contra el imperialismo y sus monopolios voraces saqueadores de nuestras naciones, contra los regímenes y gobiernos cipayos que las sumían en el hambre, la desocupación, la miseria, etc.
Empecemos por Venezuela, cuna de la cacareada “revolución bolivariana”: de 10 millones de trabajadores que componen la fuerza de trabajo de ese país, 5 millones están totalmente precarizados, sin derechos sociales ni sindicales, supererexplotados y superflexibilizados, mientras la burguesía nativa hace fortunas con el altísimo precio del petróleo en el mercado internacional, y continúa proveyendo de petróleo a los carniceros imperialistas yanquis que masacran en Irak y en Medio Oriente. Cinco millones de trabajadores esclavos, otros tantos con salarios de hambre; más del 60% de la población sobreviviendo apenas por debajo de la línea de pobreza; la fraudulenta deuda externa pagada puntualmente por Chávez que no ha tocado una sólo propiedad del imperialismo ni de las 31 familias burguesas que controlan la economía venenzolana, ¡esa es su “revolución bolivariana”!
El triunfo de la “revolución bolivariana” significa en Cuba el avance a pasos agigantados de la descomposición del estado obrero a manos de la burocracia castrista que, asociada en “joint ventures” a los monopolios imperialistas canadienses, españoles y franceses, y ahora también al MERCOSUR, busca restaurar el capitalismo y reciclarse a sí misma en burguesía, mientras con el sistema de las dos monedas garantiza que las empresas imperialistas cobren sus ganancias en “chavitos” –el peso convertible con el dólar-, y condena a las amplias masas obreras y campesinas a sobrevivir en medio de la penuria, cobrando salarios miserables en pesos cubanos devaluados.
Uruguay, bajo el gobierno del Frente Amplio –con Tabaré Vázquez en la presidencia, con el PC y los Tupamaros con ministros y funcionarios-, se está transformando directamente en una colonia yanqui. El “gobierno popular” se apresta a firmar el TLC y a autorizar la instalación de una base militar yanqui en el territorio uruguayo. Allí, mientras que el costo de la canasta familiar es de U$S 1.500, el salario medio de un trabajador no pasa de los U$S 250. La promesa de la burocracia sindical de la PIT-CNT y del stalinismo es presionar al “gobierno popular” para el salario mínimo sea de ¡un tercio de la canasta familiar, es decir, U$S 500! Esto es el triunfo de la “revolución bolivariana” en Uruguay: los obreros luchando para comer... ¡diez días al mes!
En la Argentina del régimen del pacto social y del gobierno de Kirchner, el triunfo de la “revolución bolivariana” –es decir, el aborto y estrangulamiento de la revolución comenzada en 2001- significó que “volvieran todos” los enemigos de los trabajadores y el pueblo; significa fabulosas ganancias para los monopolios y la patronal nativa, y un redoblado saqueo y entrega de las riquezas nacionales, y superexplotación y esclavitud para la clase obrera, con más bajo nivel salarial nunca antes visto con la imposición de las paritarias con límite del 19% de aumento salarial y los luchadores de Las Heras presos en las cárceles de Kirchner y la Repsol.
En Brasil, ¿qué es lo que les ha dado al proletariado y a los campesinos pobres esta “revolución bolivariana”? Sesenta millones de obreros y explotados que ni siquiera aparecen en las estadísticas, esclavizados en las fábricas y en el campo, abandonados a su suerte por la aristocracia obrera, sus sindicatos y sus partidos –no sólo el PT que está en el gobierno, sino el P-SOL, el PSTU y demás liquidadores del trotskismo devenidos en reformistas abiertos-; masacres de campesinos sin tierra por las guardias blancas de los hacendados y por la policía –todo ello bendecido por el ministro “trotskista” de la Reforma Agraria, el pablista Rosetto- etc.; una redoblada ofensiva patronal como en la Volkswagen, donde acaban de despedir a 1.800 obreros y se preparan para despedir a 6.000 más.
En Chile, como lo preanunciara la magnífica rebelión estudiantil de mediados de año, la clase obrera amenaza a cada paso con irrumpir en un ascenso generalizado contra el régimen pinochetista-concertacionista y el gobierno de Bachelet que asumió felicitada y sostenida por Chávez, Castro, Morales y el Foro Social Mundial. Pero ahí están la burocracia sindical de la CUT y el Partido Comunista para impedirlo –con la complicidad de todas las corrientes que, a su izquierda, sostienen a ese régimen-, llevando a los obreros, los campesinos pobres y los estudiantes combativos a una política de subordinación del gobierno de Bachelet y al régimen del TLC por la vía de los “consejos de asesoría presidencial” y de los “parlamentos sociales”.
Estos regímenes y gobiernos de la “revolución bolivariana” que se impusieron expropiando la lucha revolucionaria y antiimperialista de las masas, tienen como objetivo estabilizarse y asentarse como lo hicieran ya en Centroamérica después de que la burocracia stalinista, con Castro a la cabeza, estrangulara las revoluciones nicaragüense y salvadoreña en los ’80 y los ’90, entregándolas en los pactos contrarrevolucionarios de Contadora y Esquipulas. Por ello, su modelo es el de la Nicaragua de hoy, donde los antiguos “comandantes” guerrilleros del sandinismo devenidos en nuevos yuppies, con Daniel Ortega a la cabeza, acaban de soldar una alianza electoral con el partido del ex dictador Somoza, para tratar así de ganar las elecciones y volver a administrar los negocios del CAFTA, sobre la base de la miseria del proletariado nicaragüense transformado en esclavo en las maquiladoras.

Resistencia de las masas latinoamericanas contra la “revolución bolivariana”.
Chile y México preanuncian futuros ascensos revolucionarios de la clase obrera

-VIII-

Todas las direcciones contrarrevolucionarias del continente, agrupadas en el Foro Social Mundial, están jugando su rol de fortalecer a los regímenes y gobiernos burgueses. Lo hacen inclusive al interior mismo de los Estados Unidos, donde su papel es el de arrodillar ante los carniceros imperialistas del Partido Demócrata a la clase obrera norteamericana que despertó y se puso de pie en combate contra la guerra de Irak, contra las consecuencias del Huracán Katrina devenido en masacre de obreros y explotados por responsabilidad del estado y el gobierno yanquis, y en defensa de los de los trabajadores inmigrantes latinos esclavizados, tratados como parias, perseguidos y deportados.
Pero mientras en el Cono Sur han puesto a las masas en la resistencia; mientras han logrado por el momento contener el despertar de la clase obrera norteamericana, no han podido impedir que la gran lucha de los inmigrantes en Estados Unidos golpee en México. Allí, en el umbral mismo del monstruo imperialista, al calor de una profunda disputa interburguesa y después de doce años de resistencia al TLC y al redoblado yugo imperialista, está irrumpiendo en lucha política de masas el proletariado mexicano, protagonizando durísimos combates como en las minas y en las siderúrgicas de Michoacán, y con heroicos levantamientos locales como en Oaxaca. El fantasma de un levantamiento revolucionario del México bronco aterroriza a la burguesía imperialista, porque es perfectamente consciente de que la revolución mexicana se colará más temprano que tarde e indefectiblemente, a las propias entrañas de la Norteamérica imperialista. Esto es lo que tratan de impedir Manuel López Obrador y el “PRD”, desviando a las masas hacia una lucha “contra el fraude” y “por la democracia” para contenerlas dentro del régimen. Las lecciones de Bolivia son claves para la clase obrera mexicana, porque la “revolución democrática” del PRD no será más que un bluff como lo es la de Evo Morales y García Linera.
En Chile se ha abierto una situación pre-revolucionaria. Es que, anticipado por los chizpazos de la lucha del movimiento estudiantil se desarrolla, aunque aún de forma desincronizada, una aguda tendencia al ascenso obrero generalizado. Las luchas de los mineros de La Escondida, de los profesores y trabajadores de la salud, de portuarios y obreros de la pesca, enfrenta directamente al gobierno más “a la izquierda” que diera la Concertación como es el de Bachelet -que en pocos meses se está desnudando ante las masas como lo que es: el gobierno del TLC, proimperialista, antiobrero y represor hasta los tuétanos- y al régimen cívico-militar pinochetista.
Como parte de este proceso, mientras las direcciones burguesas y reformistas del movimiento estudiantil han llevado a los estudiantes de las clases medias a la negociación con Bachelet en el “Consejo Asesor Presidencial para la educación”, se ha despertado la juventud obrera y explotada en las comunas del Gran Santiago, protagonizando revueltas que se hermanan con las de sus hermanos de la juventud obrera de las “Cités” francesas. Frente a ello, el traidor Partido Comunista ha salido a anunciar que se organizará para aplastar militarmente a la juventud obrera y explotada que sale al combate y que, con justicia, ha bautizado a los stalinistas como “pacos (gendarmes) rojos”. Chile preanuncia así que los futuros combates de las masas en América Latina contra la “revolución bolivariana” deberán enfrentar no sólo a los regímenes y gobiernos cipayos, sino también a las direcciones traidoras, stalinistas y demás integrantes del Foro Social Mundial sostenedores de los mismos.
Junto a la heroica resistencia de las masas palestinas e iraquíes, el combate de los explotados en México y la tendencia a un ascenso obrero en Chile, confirman que, pese a los triunfos conseguidos por el imperialismo en su ofensiva contrarrevolucionaria, éste no ha logrado sacar históricamente a las masas de la escena ni definir históricamente a su favor la relación de fuerzas en el terreno de la lucha de clases mundial.
Esto se expresa con claridad también en Bolivia, donde los obreros, los campesinos pobres, los estudiantes, han iniciado un proceso de dura resistencia para recuperar su revolución expropiada. Es esa resistencia de las masas que se atalonó en Irak, en el sur del Líbano y Palestina, que tiende a transformarse en ascenso obrero y campesino en México, demostrando que la revolución latinoamericana sigue viva, la que empuja al proletariado boliviano a la resistencia y a la lucha por recuperar lo que le ha sido expropiado: su revolución.
La condición para ello es la más denodada e incansable lucha de las fuerzas sanas del trotskismo a nivel internacional por poner en pie un partido revolucionario e internacionalista latinoamericano y sus fuerzas en el país del Altiplano, capaz de presentar batalla a nivel continental contra la “revolución bolivariana” de Morales, Chávez, Castro y el Foro Social Mundial y de incidir decisivamente para que los heroicos obreros y campesinos pobres de Bolivia puedan volver al camino de octubre y mayo-junio, y de llevarlos a la victoria.

La alternativa histórica “comunismo o fascismo” se vuelve inmediata en la revolución boliviana que ha sido expropiada

-IX-

Por crisis de dirección revolucionaria –esto es, por el accionar de las direcciones traidoras que las masas tienen a su frente y la inexistencia de un partido revolucionario- a la clase obrera y a los campesinos pobres les fue robada su lucha revolucionaria y antiimperialista. La revolución boliviana ha sido expropiada y hoy está al borde del abismo.
En contra de esa expropiación, la clase obrera boliviana ha iniciado un proceso de resistencia. Parte de la misma fue la huelga de los maestros que cumplieron 48 horas de paro y contra los que Morales lanzó a la reacción, movilizando a los padres de alumnos que terminaron atacando la sede de la Federación de Maestros. Durísimo también fue el paro del transporte, con los choferes haciendo piquetes en El Alto y escarmentando a chicotazos a los carneros. Los trabajadores de la salud pública, en colapso total, también protagonizan esta resistencia con paros y movilizaciones. A ello se suman levantamientos locales de campesinos pobres contra la erradicación de los cultivos de coca, la puesta en pie de Comités de huelga y comités cívicos por las demandas postergadas de las masas como sucedió en San José de Pocitos y Yacuiba, en la frontera con Argentina.
En esta resistencia de los trabajadores, vive la revolución que les ha sido expropiada y que quieren recuperar. El imperialismo y la burguesía lo saben, y por ello se preparan a estrangularla definitivamente mediante la imposición de la contrarrevolución.
El frente popular, adormeciendo a las masas y abortando su lucha antiimperialista, les deja las manos libres a la reacción y al fascismo para que levanten cabeza. Así, mientras al campesinado pobre lo han sometido a la Constituyente abriéndole ilusiones en que ese puñado de diputados del MAS y de la Rosca podrán solucionar sus problemas; mientras a la clase obrera la han sacado de la escena subordinándola al gobierno de frente popular, la burguesía de la Media Luna –testaferro de las transnacionales- realizó su “paro” el viernes 8 de septiembre, con las bandas fascistas instaurando el terror en las calles de Santa Cruz y de las ciudades de Beni, Pando y Tarija, moliendo a palos a todo obrero, campesino, gremial, etc., que no acatara el “paro”.
En Tarija, los fascistas del “Comité Juvenil” distribuyeron volantes que decían: "Tarijeños, para que los collas no nos gobiernen y para acabar con su sociedad, con ese su corso andino y expulsarlos de Tarija, muerte a los collas sucios para que el gas lo manejen sólo los tarijeños de pura cepa y no el indio colla de Evo Morales Ayma". Por la tarde, armados con palos, botellas y petardos y encabezados por el diputado constituyente del MNR Ricardo Cuevas, atacaron un campamento de trabajadores y campesinos sin techo echando querosén sobre el cuerpo de un dirigente y prendiéndole fuego, y moliendo a palazos y a patadas a hombres, mujeres y niños. Incendiaron también una de las carpas, asesinando a Alex Guevara, un niño de 8 años que estaba durmiendo, y que murió con el 90% del cuerpo quemado, mientras que otros dos trabajadores sin techo quedaron heridos, uno con fracturas y el otro de bala.
Las distintas fracciones de la burguesía nativa y del imperialismo y sus monopolios disputan hoy por la jugosa renta de los hidrocarburos y los suculentos negocios de la minería. Y pueden hacerlo abiertamente en la Asamblea Constituyente amañada del MAS y la Rosca, precisamente porque el frente popular tiene a las masas sometidas y enchalecadas. Eso es lo que le permite al estado mayor burgués -las transnacionales imperialistas que siguen siendo el verdadero poder en Bolivia- pasar al ataque con las bandas fascistas que han comenzado a blandir su látigo contra los obreros y los campesinos pobres.
Como decían León Trotsky y la IV Internacional en los ’30, en los países semicoloniales como Bolivia, “el fascismo es la expresión de la dependencia más servil del imperialismo extranjero. (...) En conclusión, es imposible combatir el fascismo sin combatir al imperialismo. Los países coloniales y semicoloniales deben luchar antes que nada contra el país imperialista que los oprime directamente, más allá de que lleve la máscara del fascismo o la de la democracia” (León Trotsky, “Combatir al imperialismo para combatir al fascismo”, 21 de septiembre de 1938). Esto significa que hoy en Bolivia, para combatir al fascismo, hay que expropiar a las transnacionales imperialistas saqueadoras de la nación que son las organizan las bandas fascistas y preparan un baño de sangre contra la revolución obrera y campesina, e inclusive la partición de Bolivia. Esto sólo puede hacerse poniendo en pie organismos de poder de la clase obrera y los explotados, milicias obreras y una dirección revolucionaria capaz de preparar y organizar una insurrección triunfante.
Esto es lo que impide el frente popular que tiene sometidos a la burguesía a la clase obrera y a los campesinos pobres: lejos de expropiar a los monopolios imperialistas, los llama a renegociar la renta de los hidrocarburos en la Asamblea Constituyente; lejos de llamar a las masas a poner en pie sus milicias obreras y campesinas para aplastar a las bandas fascistas, las llama a la “unidad nacional” con las fuerzas armadas asesinas, y deja así a los explotados inermes ante el terror del fascismo.
Así, el frente popular –que adormece a las masas, que salva a la casta de oficiales del ejército masacrador de Octubre- para estrangular la revolución muestra el látigo del fascismo para cumplir su cometido. De esta manera, y como desarrollaremos más adelante en estas Tesis, el proletariado ha quedado sometido al “frente democrático” con el gobierno de Evo Morales y García Linera –el representante de la Repsol, la Totalfina, la British, es decir, de las transnacionales que son las que arman y sostienen a las bandas fascistas que ya se han cobrado una nueva vida de los hijos del pueblo.

La encrucijada actual de la revolución boliviana a la luz de las lecciones de la heroica revolución española de la década del ’30

-X-

Contra todos los liquidadores de la IV Internacional y renegados del trotskismo –hoy devenidos abiertamente en stalinismo, del que no se distinguen ni un ápice- que llamaron a las masas a apoyar a Evo Morales –es decir, al frente popular-, que saludaron su estafa de “nacionalización” de los hidrocarburos; que pusieron desde 2003 en el eje de su programa la lucha por una Asamblea Constituyente como panacea universal de todos los males que afligen a la nación boliviana, el programa del trotskismo, de la IV Internacional, vuelve a demostrar su candente actualidad y vigencia.
Las lecciones de la tragedia de España en la década del ’30 son una brújula invaluable para orientarse hoy en un sentido revolucionario frente a la revolución boliviana que ha sido expropiada:

“La burguesía está buscando el desquite. Un nuevo conflicto social, conscientemente preparado en el cuartel general del gran capital, revestirá sin duda el carácter de una vasta provocación o una serie de provocaciones a la dirección de los obreros (....) Cuánto más ‘concilien’ las contradicciones de clase los dirigentes del Frente Popular, éstas tendrán en el porvenir un carácter más explosivo y convulsivo, más sacrificios costará al proletariado y éste se encontrará en peor situación para defenderse del fascismo.
(...) Por segunda vez en cinco años, la coalición de los partidos obreros con la burguesía radical ha conducido a la revolución española al borde del abismo. Incapaz de resolver ninguna de las tareas colocadas sobre el tapete por la revolución –ya que éstas se reducen a una sola, el derrocamiento de la burguesía-, el Frente Popular imposibilita el régimen burgués, provocando el golpe de estado fascista. El Frente Popular creó las condiciones favorables para la victoria del fascismo, al adormecer a los obreros y campesinos con ilusiones parlamentarias, paralizando su voluntad política. La política de alianzas con la burguesía va a costarle caro a la clase obrera, años de sufrimientos, de sacrificios, si no décadas de terror fascista.
(...) El gobierno frentepopulista ha demostrado su incompetencia precisamente en el momento más crítico: las crisis ministeriales se suceden, pues los radicales tienen más miedo a sus aliados obreros que a los fascistas.
(...) La disolución por vía administrativa de las bandas fascistas, a la vez que se mantiene el aparato del Estado burgués, es una mentira y un engaño, como lo muestra el ejemplo de España. Sólo los obreros armados pueden resistir al fascismo. La conquista del poder por el proletariado sólo es posible en el camino de la insurrección armada contra el aparato del estado burgués. El aplastamiento de ese aparato y su reemplazo por consejos de obreros, campesinos y soldados es la condición necesaria para la realización del programa socialista. Sin llevar adelante estas tareas, el proletariado y la pequeñaburguesía no hallarán salida a la miseria...” (León Trotsky, “El nuevo ascenso revolucionario y las tareas de la Cuarta Internacional, 23 de julio de 1936).

¡Qué actualidad tienen estas palabras hoy en la revolución boliviana que ha sido expropiada!: porque una vez más en tres años, la coalición de la dirección del proletariado con la burguesía ha llevado a la revolución boliviana al borde del abismo. El gobierno de colaboración de clases de Evo Morales, apoyado por la dirección de la clase obrera, demostró ser incapaz de resolver ninguna de las tareas planteadas por la revolución –la nacionalización sin pago y bajo control obrero de los hidrocarburos y las minas, el problema de la tierra para los campesinos, el pan y el trabajo para los obreros- que sólo pueden resolverse derrocando a la burguesía y expropiándola.
Pero al mismo tiempo amplios sectores de las masas que tienen ilusiones en ese gobierno, en su Constituyente, etc., presionan al que consideran “su” gobierno para que les dé sus demandas, cuestión que a cada paso entorpece al régimen burgués, lo debilita, etc. Entonces, entra en escena el otro agente del estado mayor burgués, las bandas fascistas. Pero, enchalecados por la política de colaboración de clases de sus direcciones, adormecidos por las ilusiones en la Constituyente, los obreros y los campesinos pobres no logran responder a la altura de las circunstancias. Así, el frente popular –que tiene pavor, no del fascismo al que llama a negociar y a ponerse de acuerdo en la Asamblea Constituyente, sino del heroico proletariado boliviano- está creando las condiciones favorables para que las masas sean aplastadas por el fascismo.
Las lecciones de la tragedia de la clase obrera española son claves hoy para el proletariado boliviano: la dirección de la COB llama a la clase obrera a subordinarse al frente popular y Morales en un “frente democrático” contra la amenaza de los fascistas, negándose a poner en pie las milicias obreras y campesinas y a atacar la propiedad y los intereses de las transnacionales y la oligarquía de la Media Luna que arman a esas bandas. No está haciendo más que repetir la vieja política traidora del stalinismo en España, que les decía a los obreros que para derrotar a Franco y al fascismo primero había que aliarse y subordinarse a la burguesía republicana, y que sólo luego de que la “democracia” y la “república” burguesa estuvieran aseguradas, la clase obrera podría comenzar a luchar por el socialismo.
Contra esta política de traición del stalinismo, León Trotsky y los bolcheviques leninistas plantearon con claridad que, por el contrario, para derrotar a Franco y al fascismo el único camino era expropiar a los terratenientes y darles la tierra a los campesinos; imponer el control obrero en las fábricas, liberar a las colonias como Marruecos, etc. Así, decían: “La propaganda sobre el propio frente, sobre el frente enemigo y sobre las dos retaguardias debe estar impregnada del espíritu de la revolución social. La consigna ‘primero la victoria, después las reformas’ es la consigna de todos los opresores y explotadores, empezando por los reyes bíblicos y acabando por Stalin (...) El ejército revolucionario debe no sólo proclamar sino realizar inmediatamente en las provincias conquistadas las más urgentes medidas de revolución social: expropiación y entrega a los más necesitados de las reservas alimenticias existentes, redistribución de los alojamientos en beneficio de los trabajadores y sobre todo de las familias de los combatientes, expropiación de la tierra y de los instrumentos agrícolas en beneficio de los campesinos, establecimiento del control obrero sobre la producción y del poder soviético en lugar de la antigua burocracia” (“La lección de España. Ultima advertencia” León Trotsky, 17/12/1937).
En España se impuso la política de “primero la victoria, luego las reformas” del stalinismo. El resultado fue el aplastamiento de la clase obrera y décadas de terror fascista.
Esta amenaza se cierne ya sobre los obreros y campesinos bolivianos. La alternativa histórica “comunismo o fascismo”, se ha vuelto en Bolivia inmediata, presente: en el próximo período o la clase obrera, rompiendo con el gobierno de frente popular y toda subordinación a la burguesía, pone en pie la milicia obrera, aplasta a las bandas fascistas, se gana nuevamente al campesino pobre en las calles, divide al ejército burgués, se hace del poder con una insurrección triunfante y expropia a la burguesía; o de lo contrario, no hallará salida a su miseria y pagará con años de sacrificios, de sufrimientos, si no con años de terror fascista e inclusive con la desintegración y secesión de la nación boliviana a manos de las disputas de las potencias imperialistas y de las fracciones de la burguesía nativa.

 


CAPÍTULO III: Con la Asamblea Constituyente donde las transnacionales y la burguesía nativa se disputan la renta de los hidrocarburos, se impone un régimen de transición expropiador de la revolución

Las verdaderas tareas democráticas de la revolución boliviana: la liberación de la nación del dominio imperialista y la revolución agraria

-XI-

La instalación de la Asamblea Constituyente el 6 de agosto pasado marcó un hito clave en la expropiación de la revolución boliviana.
El 2 de julio se habían realizado simultáneamente las elecciones a diputados para la Asamblea Constituyente –totalmente amañada y antidemocrática-, y el referéndum de las autonomías –con el que la burguesía fascista de la Medialuna reafirmó su posición, con un triunfo contundente del “sí” en Beni, Pando, Tarija y Santa Cruz-, a las que lograron llevar masivamente a los explotados, fueron un importante triunfo político de la burguesía de conjunto.
En las elecciones a constituyentes triunfó el MAS con el 35,62% de los votos (137 diputados), seguido por el PODEMOS de Tuto Quiroga –es decir, la burguesía cruceña acaudillando a los restos malolientes de los viejos partidos de la Rosca- con el 11% (60 diputados), y una diáspora de partidos que apenas sacaron entre el 1% y el 5% del padrón real se repartió 42 bancas.
El día 6 de agosto se instalaba en Sucre la Asamblea Constituyente. El 7, se realizaba una enorme movilización conjunta de organizaciones indígenas y campesinas, junto al ejército asesino boliviano y su casta de oficiales de West Point. En inmundo acto de “reconciliación nacional” de los explotados con sus explotadores y con los asesinos de sus mártires, no podían faltar y no faltaron los verdaderos artífices de este triunfo burgués: las direcciones traidoras enquistadas en las organizaciones obreras de El Alto, e inclusive de la FSTMB, y hasta de la mina de Huanuni, codeándose con los representantes enviados por Kirchner, Chávez, Tabaré Vázquez, Bachelet, etc.
Este acto fue parte del plan de relegitimar ante los ojos de las masas a las fuerzas armadas y a su casta de oficiales, que son odiados por los obreros y los campesinos pobres que quieren, con total derecho, hacer justicia y cobrarse venganza por sus mártires caídos bajo sus balas asesinas. Por eso, apenas asumido, el gobierno de Morales usó a algunos oficiales como “cabeza de turco” y los destituyó, para después sacar de nuevo a las calles a las fuerzas armadas -ahora “populares”- para reprimir a los trabajadores de LAB que luchaban por la renacionalización de esa empresa y toda lucha radicalizada de los obreros y los campesinos.
Luego, el ejército ocupó los pozos petroleros y campos gasíferos cuando Evo anunció su decreto de “nacionalización” de los hidrocarburos, presentándose como “guardianes de los hidrocarburos” cuando en realidad, su objetivo era impedir toda posibilidad de que obreros y campesinos tomaran las instalaciones de las transnacionales.
Hoy, Evo Morales llama a las masas, fundamentalmente campesinas, a “defender la Asamblea Constituyente”, y dice que “Sólo con las Fuerzas Armadas y las movilizaciones sociales vamos a recuperar todos los recursos naturales –no sólo los hidrocarburos. La mejor garantía es el pueblo organizado legítimamente junto a las Fuerzas Armadas” (Clarín, Argentina, 4/09/06).

-XII-

La Asamblea Constituyente es completamente amañada y antidemocrática. En primer lugar, porque es hija de un pacto de trastienda entre la burguesía nativa, la oligarquía cruceña y las transnacionales. Pero además, su representación es de sólo 250 diputados –¡sobre 8 millones de obreros y campesinos!-, del MAS y de los mismos viejos partidos burgueses de la Rosca, cuyos restos se agrupan en el PODEMOS, a los que durante un año se les pagarán los mismos altísimos salarios de los parlamentarios y que tienen todos sus privilegios.
Después de un año de “debatir” – es decir, de tener entretenidas a las masas obreras y campesinas discutiendo cómo instituir la enseñanza de las lenguas de los pueblos originarios, o cómo combinar sus códigos de conducta con la justicia burguesa y un millón de cuestiones secundarias por el estilo-, los resultados de esa Constituyente pasarán al Ejecutivo para que éste organice otro referéndum para aprobarla por “sí” o por “no”, y recién después se promulgará la “nueva” Constitución.
Esta Constituyente amañada no les dará nada a las masas explotadas; no puede resolver ni una de sus verdaderas demandas: ni la ruptura con el imperialismo, ni la nacionalización de los recursos naturales, ni la tierra, ni el pan y el trabajo. Ni siquiera el castigo a los asesinos de Octubre, puesto que preserva intacta la casta de oficiales del ejército que sigue teniendo el monopolio de las armas –y con ello, la garantía en última instancia de la continuidad del estado burgués-, y permite que se mantengan y se fortalezcan las bandas fascistas.
Esta Constituyente farsesca demuestra, por si hacía falta, que la bur­gue­sía y el go­bier­no de fren­te po­pu­lar de Evo Mo­ra­les son incapaces de darles a los cam­pe­si­nos –que quie­ren ha­cer va­ler su pe­so nu­mé­ri­co-, una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te ver­da­de­ra­men­te li­bre y so­be­ra­na co­mo or­ga­nis­mo de la de­mo­cra­cia bur­gue­sa (que no es más que la en­vol­tu­ra dul­zo­na de la dic­ta­du­ra del ca­pi­tal) ex­tre­ma. Es decir, son incapaces de dar una Constituyente verdaderamente representativa, con diputados electos tomando todo el país como distrito único y con una representación de uno cada 10.000 habitantes; una Constituyente que di­suel­va la ins­ti­tu­ción presidencial y e parlamento y los reemplace por una cá­ma­ra úni­ca, con fun­cio­na­rios re­vo­ca­bles en cual­quier mo­men­to que ga­nen el suel­do de un obre­ro, que re­suel­va los des­ti­nos del país. Pe­ro aún la más de­mo­crá­ti­ca de las Asam­bleas Cons­ti­tu­yen­tes –que es una institución burguesa- no tendría verdadero poder, puesto que si to­ma­ra una so­la me­di­da que pu­sie­ra en ries­go la pro­pie­dad y los in­te­re­ses del im­pe­ria­lis­mo y de la burguesía, és­tas man­da­rían in­me­dia­ta­men­te a sus fuer­zas ar­ma­das pa­ra que la di­suel­van a ti­ro lim­pio.
Al mismo tiempo, está funcionando a pleno la política de subordinar los organismos de lucha de las masas a la Asamblea Constituyente y terminar de destruir, por esa vía, todo vestigio de poder obrero y campesino. Así, antes de la instalación de la misma, decenas de organizaciones de masas realizaron congresos, reuniones, etc., para discutir y resolver qué proyectos, propuestas y demandas presentar a la Constituyente.
Vemos actuar hoy en Bolivia, entonces, la política aplicada por la socialdemocracia alemana en las primeras décadas del siglo XX que fuera planteado por su dirigente Hilferding como teórico de la burguesía, y que consistía en “combinar” los soviets con la Asamblea Constituyente. Es decir, una pérfida política de disolver los organismos de poder del proletariado por la vía de subordinarlos a una institución burguesa como es la Constituyente. Así estrangularon la gloriosa revolución de los consejos obreros de 1918-1919 en Alemania, primero con frases dulzonas para engañar a los obreros insurrectos, y luego con una feroz represión y una masacre perpetradas por la soldadesca de Noske, el jefe de policía socialdemócrata.

-XIII-

La Asamblea Constituyente no es más que el ámbito en el que, una vez expropiada la revolución e impuesto este régimen de transición, las distintas fracciones de la burguesía nativa y las transnacionales se dan el lujo de disputar abiertamente por los jugosos negocios del saqueo de los hidrocarburos y los minerales.
En las discusiones sobre si la Asamblea Constituyente debe ser “originaria” –es decir, estar por encima de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial- o no; sobre si las propuestas deben ser aprobada por mayoría absoluta (que la tiene el MAS), o por dos tercios de los votos (con lo cual el MAS tendría que “consensuar” con el PODEMOS) –que terminara con los “honorables” diputados tomándose a golpes, y con los representantes del PODEMOS retirándose de la Asamblea-, así como también los recientes escándalos, renuncias y cambios en el gabinete de Morales, son la expresión de la disputa entre los monopolios de las distintas potencias imperialistas y la burguesía nativa, por los negocios. Pueden darse el lujo de disputar y discutir abiertamente, precisamente porque, por el momento, el frente popular tiene a las masas enchalecadas y sometidas a la burguesía.
Eso es lo que está detrás del escándalo de la “refundada” YPFB que terminó con la destitución de su presidente Alvarado acusado de haber firmado un contrato para la refinación de gasoil que ni siquiera respetaba los parámetros de la “nacionalización” fantoche de Morales. Es que Repsol y la brasileña Petrobrás –que es testaferro de la Totalfina del imperialismo francés- todavía están renegociando los contratos, como lo estipula el decreto de “nacionalización” de Evo Morales. Para presionar en esa negociación –que incluye cuál será el precio del millón de BTU de gas que deberá pagar Brasil-, la Petrobrás (que controla las dos refinerías de Bolivia y 400 estaciones de servicio), dejó de producir diesel, provocando desabastecimiento. Bajo estas condiciones, Alvarado negoció un contrato con una refinería brasileña (de capitales yanquis y belgas) para que provea de diesel a Bolivia, a cambio de crudo. Petrobrás, como testaferro del imperialismo francés, puso el grito en el cielo. El resultado: terminó cayendo Alvarado, se limitaron los poderes del ministro de hidrocarburos Soliz Rada, y quedó en manos directamente del vicepresidente García Linera –un hombre directo de las petroleras imperialistas, y en particular, de la francesa Totalfina- la renegociación de los contratos. Lo primero que hizo fue viajar a Brasil, abrazarse con Lula y decir que la “asociación con Petrobras es estratégica para Bolivia”.
Apenas días más tarde, volvieron a estallar las disputas por el intento de Morales y su ministro de hidrocarburos Soliz Rada de que YPFB tomara control de la caja de los tres principales campos gasíferos del país que están en manos de Petrobrás y Totalfina. Esto provocó la reacción de Lula –el testaferro de Totalfina-, y terminó con la renuncia del ministro y la postergación de la medida.
Estas enormes disputas que hoy tienen paralizada a la Asamblea Constituyente y que provocan recurrentes crisis ministeriales, son la expresión de que la burguesía nativa de Occidente –es decir, del Altiplano-, que es la que ha contenido a las masas con el frente popular y con el gobierno de Morales, quiere “cobrar” por los servicios prestados, garantizándose no sólo su tajada de la renta petrolera, gasífera y de los minerales, sino ser ella la que la reparta. Necesita por lo mismo una Asamblea Constituyente no sólo con mayoría del MAS –que la tiene- sino que tenga carácter “originario”, es decir, que le permita redactar una nueva Constitución que legalice y legitime este papel de la burguesía de Occidente y la acrecentada porción de la renta de los hidrocarburos que se embolsará. Por eso Evo Morales no se cansa de declarar que “necesitamos y queremos socios” para hacer negocios, y que por ello han hecho la “nacionalización sin expropiación”, etc., etc. Por supuesto que las transnacionales y sus socios burgueses del Oriente no quieren que esto se imponga, y por esa razón se retiran de la Constituyente, hacen el “paro” de la Media Luna, amenazan con la secesión, etc.

-XIV-

En Bolivia –como en toda nación semicolonial y colonial- las fundamentales tareas democráticas estructurales que son la independencia nacional y la revolución agraria, están irresueltas. La Asamblea Constituyente es completamente antidemocrática precisamente porque no va a resolver ningunas de esas dos tareas democráticas. Por el contrario, lo que va a resolver es qué tajada de la renta de los hidrocarburos se lleva la burguesía nacional como socia menor de las transnacionales imperialistas, y como garante de la contención de las masas.
La independencia nacional y la revolución agraria son tareas que históricamente tuvo que realizar la burguesía para erigirse como clase dominante destruyendo al feudalismo. Las revoluciones burguesas –Inglaterra en 1640, Estados Unidos en 1778 independizándose de Inglaterra (y luego con la guerra civil de 1965); Francia en 1789, etc.- constituyeron los estados-nación y liquidaron la propiedad terrateniente feudal entregando la tierra a los productores agrícolas.
Pero el advenimiento del imperialismo, que se desplegó abiertamente en la escena histórica a partir de 1914, bloqueó todo desarrollo independiente de los países atrasados –como China, India, las naciones de América Latina y el Africa, etc. El dominio del capital financiero imperialista moldeó a esas naciones combinando la propiedad capitalista y la más moderna técnica con las supervivencias de los modos pre-capitalistas de producción, y transformó rápidamente a las débiles burguesías nativas en socios menores de los monopolios imperialistas, íntimamente ligadas por miles de lazos económicos al capital imperialista y dependientes de él, e imposibilitadas ya, por lo mismo, de llevar a su resolución íntegra y efectiva las tareas democráticas de la revolución burguesa. Al mismo tiempo, parió a la escena histórica fuertes proletariados concentrados en las ciudades de las naciones coloniales y semicoloniales, junto a un mar de campesinos explotados en el campo.
El advenimiento del imperialismo significó entonces la incapacidad de las burguesías nativas de los países atrasados de cumplir sus tareas históricas, es decir, la independencia nacional y la revolución agraria. Las mismas quedaron en manos entonces del proletariado como caudillo de la nación oprimida, la única clase que no tiene ningún interés que la ate al imperialismo.
Así lo plantea la teoría-programa de

 


CAPÍTULO IV: El rol traidor de la dirección de la clase obrera, un factor decisivo para la imposición de este régimen de transición expropiador de la revolución

Subordinando al proletariado al frente popular, impuso la ruptura de la alianza obrera y campesina

-XVII-

Esta expropiación de la heroica revolución que los obreros y campesinos bolivianos iniciaron en 2003 no podría haberse impuesto sin el accionar traidor de las direcciones reformistas de la clase obrera y sin la colaboración abierta y decisiva de los renegados del trotskismo.
Porque la dirección de la COB –ayer en manos del castrista Solares, y hoy en las de su continuador, Pedro Montes-, junto al POR de Lora, son los que garantizaron la disolución de los organismos de lucha de las masas y que éstas retrocedieran del régimen de semi-doble poder que habían conquistado con sus dos embates revolucionarios de octubre de 2003 y mayo-junio de 2005.
Son los que una y mil veces prometieron a los obreros y campesinos pobres convocar a una Asamblea Popular nacional originaria; y mil y una veces la postergaron, y nunca se realizó. De esta manera, cuando en 2005 caía Mesa a manos del nuevo embate revolucionario suplementario de las masas, éstas no tenían un organismo centralizado y armado de poder obrero y campesino que pudiera organizar la insurrección y hacerse del poder. Esto es lo que permitió entonces la dirección de la COB encabezada por el castrista Solares imponerle a la clase obrera la política de “lo posible”, es decir, apoyar a Morales en las elecciones “para que no gane la derecha”; luego, con el mismo argumento, las elecciones a Constituyente y el referéndum de autonomías, etc.
Por esa vía, garantizaron que el proletariado perdiera la dirección del campesino pobre al que se había ganado nuevamente en las calles al grito de “Ni 30 ni 50, nacionalización”. La traición de la dirección proletaria rompió así la alianza obrera y campesina, y arrojó nuevamente a las masas empobrecidas del campo a los brazos de la burguesía, permitiéndole a ésta y al régimen de transición y al gobierno de colaboración de clases de Morales ganar una amplia base social en las clases medias urbanas y rurales.

-XVIII-

A mediados de junio de 2006 se realizó el congreso de la COB. Como resultado del mismo, fue elegido al Ejecutivo de la misma Pedro Montes, dirigente de los mineros de Huanuni y ex Ejecutivo de la COD Oruro. Este dirigente, que alardeaba de sus orígenes “trotskistas”, apenas electo salió a darle apoyo crítico al gobierno de Morales.
Este recambio burocrático de la dirección de la COB se volvía imprescindible para el gobierno de colaboración de clases y para el régimen de transición que se aprestaban a imponer. Es que Solares estaba ya terriblemente desprestigiado, después de haber puesto a la COB al servicio de sostener a Mesa desde octubre de 2003, por lo que la COB terminó debilitándose y no jugando ningún rol en los acontecimientos revolucionarios de mayo-junio de 2005. Por el contrario, fueron las COR y las COD las que, a pesar y en contra de la dirección de la COB, jugaron el papel revolucionario de organismos de doble poder en ese segundo embate de la revolución boliviana.
Después de haber logrado someter a estos organismos embrionarios de doble poder al estado y al frente popular luego de mayo-junio de 2005, se volvió imprescindible para la burguesía, su gobierno y su régimen terminar con todo vestigio de estos organismos. Ese es el papel de la nueva dirección de la COB que, encabezada por Montes y con ropaje “trotskista”, viene a clavar el último clavo para que quede enterrada en un ataúd la revolución boliviana.
Por eso, el primer objetivo de Montes fue el de separar a la base minera de Huanuni de la base obrera de El Alto –esto es, romper esa unidad que fue el corazón de la lucha revolucionaria en 2003 y en 2005-, negándose a darle representación a la COR El Alto en la Ejecutiva, argumento aprovechado por Patana para suspender la participación de la COR El Alto en la COB.
A partir de allí, la política de la COB se limitó a presionar al gobierno “amigo” de Morales, exigiéndole el cumplimiento de demandas parciales y reivindicativas de los trabajadores. La política de la dirección de la COB, hoy encabezada por Montes – quien demuestra ser la fiel continuidad de Solares, un sirviente más de Evo Morales y de la Rosca-, es parte de la política del frente popular de adormecer y engañar a las masas.
Tanto es así que cuando al día siguiente del referéndum, las bandas fascistas aliadas a una fracción de la burocracia atacaron la COD de Santa Cruz, apalearon a los sindicalistas y a trabajadores, y se tomaron esa sede al grito de “Autonomía carajo”, y “Collas de mierda”, Montes, en lugar de llamar a la clase obrera a poner en pie las milicias y marchar a Santa Cruz a aplastar a los fascistas, salió a plantear que había que hacer un “congreso de unidad” de los obreros apaleados con la burocracia pro-fascista, para “mantener la unidad de la central obrera departamental”.
La misma posición planteó el POR de Lora, planteando que no hay que enfrentarse entre “trabajadores cambas” y trabajadores collas, y que hay que combatir el “racismo de ambos signos”, intentando presentar así lo que fue un ataque fascista contra una organización obrera como un enfrentamiento racial!!!!

Cuando la reacción y el fascismo se ponen de pie para aplastar la revolución, la dirección de la COB somete al proletariado al “frente democrático” con la burguesía, el gobierno de Morales y las fuerzas armadas asesinas de los mártires de Octubre

-XIX-

Frente a los primeros combates, aislados pero durísimos, con los que la clase obrera boliviana comenzó su resistencia luchando por recuperar, Montes, como ayer Solares, había sacado a la COB de escena precisamente para impedir que esta resistencia obrera se ponga en el centro de la escena nacional, se coordine, se centralice.
Cuando se anunció el “paro” de la burguesía de la Media Luna, rápidamente las direcciones de los sindicatos que estaban en lucha –el magisterio dirigido por el POR Lora; salud, choferes, etc.-, se sentaron en mesas de negociación con el gobierno, y reapareció la COB convocando a un ampliado para el día 6 de septiembre.
Dice la resolución de dicho ampliado: “1. El Ampliado nacional de la COB rechaza enfáticamente el paro cívico político convocado por los Comités Cívicos de las logias de la media luna, motivo por que el CEN instruye a sus afiliados rechazar y descalificar dicho paro manteniendo la unidad granítica del pueblo boliviano por la dignidad y la soberanía contra toda acción de la derecha.
2. Por determinación unánime del Ampliado nacional exigimos al gobierno de Don Evo Morales Ayma el cumplimiento de la Agenda de Octubre de 2003.
(...) 8. Ante el fracaso del desarrollo de la Asamblea Constituyente, el ampliado nacional de los trabajadores resuelve convocar a una Asamblea Constituyente popular originaria a la cabeza de la Central Obrera Boliviana, en cumplimiento de la resolución de la comisión política del XIV Congreso de la COB realizado en la ciudad de La Paz” (negritas nuestras).
La dirección de la COB encabezada por Montes, lejos de llamar a la clase obrera a romper con el gobierno de frente popular que adormece a las masas y le abre el camino a las bandas fascistas; lejos de llamar a poner en pie las milicias obreras y aplastar a los fascistas, “instruye” al proletariado a mantener “la unidad granítica del pueblo”, es decir, a subordinarse al gobierno de Morales y a la Constituyente amañada del MAS y la Rosca para “defender la dignidad y la soberanía contra toda acción de la derecha”. Esta no es más que la pérfida política de subordinar a la clase obrera a la fracción “democrática” de la burguesía para “enfrentar al fascismo”, cuando es el propio gobierno de frente popular el que, como agente “de izquierda” del estado mayor del gran capital, prepara el terreno para la provocación fascista.
Las resoluciones de dicho ampliado demuestran con claridad que la política de la COB bajo la dirección de Montes, el “amigo” de Evo, es parte de la política del frente popular para adormecer a las masas: “frente democrático” contra el fascismo; política de presión sobre el gobierno de Morales para exigirle a ese nuevo gobierno de la Rosca, expropiador de la revolución que cumpla con las demandas de las masas, y el llamado, nuevamente, a una Asamblea popular originaria que nunca se realiza, y que ni siquiera tiene fecha.

 


Capítulo V: Las tareas del momento

La tarea más urgente: romper con el gobierno de Evo Morales, con su Constituyente amañada y con la subordinación a la burguesía que imponen las direcciones traidoras, y conquistar una dirección revolucionaria de la COB

-XX-

La coalición de la dirección del proletariado con la burguesía ha puesto a la revolución boliviana una vez más ante el abismo. La subordinación que ésta impone al gobierno de frente popular de Evo Morales somete al proletariado, rompe la alianza obrera y campesina, y prepara el camino para que la contrarrevolución aplaste a sangre y fuego a los trabajadores y a los explotados o, en el “mejor” de los casos, para que la revolución sea estrangulada por un gobierno de unidad nacional sostenido en las fuerzas armadas asesinas.
¡Basta de subordinar a la clase obrera al gobierno de frente popular de Morales, a la burguesía y a su Asamblea Constituyente amañada! ¡Basta de llevar a los obreros, los mineros y los campesinos pobres a mendigar a esa cueva de 250 diputados del MAS y la Rosca que es la Constituyente! ¡Basta de someter a la clase obrera al “frente democrático” con el gobierno de Evo, el agente “de izquierda” de las transnacionales que con la burguesía cruceña pusieron en pie las bandas fascistas!
Las Tesis de Pulacayo, el programa histórico del proletariado boliviano, dicen con claridad: “1.- Somos soldados de la lucha de clases. Hemos dicho que la guerra contra los explotadores es una guerra a muerte. Por esto destrozaremos todo intento colaboracionista en las filas obreras. El camino de la traición se abrió con los famosos frentes populares, es decir, los frentes que, olvidando la lucha de clases, unen a proletarios, pequeño burgueses y algunos sectores de la misma burguesía. El frente popular ha costado muchas derrotas al proletariado internacional. La expresión más cínica de la negación de la lucha de clases, de la entrega de los oprimidos a sus verdugos, del punto culminante de la degeneración de los frentes populares es la llamada " unidad nacional". Esta consigna burguesa ha sido lanzada por la boca de los reformistas. "Unidad nacional " significa unidad de los burgueses con sus sirvientes para poder maniatar a los trabajadores. "Unidad nacional" significa derrota de los explotados y victoria de la Rosca. No podemos hablar de "unidad nacional" cuando la nación está dividida en clases sociales empeñadas en una guerra muerte. Mientras exista el régimen de la propiedad privada solo los traidores y los agentes a sueldo del imperialismo, pueden atreverse a hablar de "unidad nacional".
Por ello, a todas las organizaciones que en Bolivia hablan en nombre de la clase obrera y dicen defender sus intereses, empezando por la COB, las COD, COR y la Federación Minera, es necesario exigirles que rompan ya con la burguesía, con el gobierno de frente popular de Morales y García Linera y con su Constituyente farsesca, y entren en la vía de la lucha por un gobierno obrero y campesino, poniendo de pie nuevamente en El Alto, con los obreros revolucionarios y los mineros, el cuartel general de la revolución; rompiendo la subordinación de las COR y las COD a la Constituyente y las instituciones de la burguesía y recuperándolas como organismos independientes de lucha y autoorganización de los obreros y explotados; constituyendo ya las milicias obreras y campesinas para aplastar a las bandas fascistas de la oligarquía cruceña.
La exigencia, dirigida sistemáticamente a la dirección de la COB de que rompa con la burguesía y tome en sus manos la lucha por el poder obrero y campesino, es una herramienta de enorme valor para develar a los ojos de los obreros el carácter traidor de su dirección actual que una y otra vez se ha negado y se niega a entrar por ese camino. Es una herramienta decisiva para develar ante los explotados que la dirección traidora del proletariado se niega a separarse del semi-cadáver político de la burguesía, y por ello mismo, para luchar por una dirección revolucionaria de la COB que la transforme en el organismo centralizado y armado de poder obrero y campesino en Bolivia. Conquistar esa dirección revolucionaria, es la tarea urgente del momento. Al proletariado boliviano le va la vida en ello.

Una tarea de vida o muerte: para aplastar al fascismo, constituir las milicias obreras y campesinas, y expropiar a las transnacionales y a la burguesía de la Media Luna

-XXI-

El frente popular y el fascismo son dos políticas y agentes distintos del mismo estado mayor de las transnacionales imperialistas, contra la revolución obrera y campesina. El carácter de clase de ambos es burgués, pero mientras el frente popular se asienta en las organizaciones obreras para imponerles una política de colaboración de clases y subordinación a la burguesía; el fascismo se asienta destruyendo físicamente a la clase obrera y a sus organizaciones de lucha, inclusive a las propias organizaciones obreras reformistas.
El carácter burgués del frente popular determina que éste, lejos de enfrentar al fascismo, lo llama a negociar. Es que, como hemos visto, tiene terror no del fascismo, sino de la revolución proletaria. Por eso, no se puede enfrentar a los fascistas y defender la vida de los obreros, los campesinos y sus hijos de la mano del gobierno de Evo Morales y García Linera, que es un gobierno sirviente de la Rosca y las transnacionales, y que mientras siguen sueltos los asesinos de Octubre y los fascistas que asesinaron a Alex Guevara, tiene presos a los comuneros de Ayo Ayo. No se puede enfrentar a los fascistas de la mano de Morales que llama a las masas a “unirse con las fuerzas armadas en defensa de la Constituyente”, cuando ese ejército asesino y su casta de oficiales de West Point son los que masacraron a más de 100 mártires en octubre, los que apalearon a los trabajadores del LAN, los que reprimen al pueblo, y por supuesto, no les tocan ni un pelo a los fascistas de los “Comités Cívicos” de la Media Luna.
Para enfrentar al fascismo, el único camino es conquistar el frente único de todas las organizaciones obreras y de los campesinos pobres. Ahora bien, hoy millones de campesinos pobres y franjas de los trabajadores tienen ilusiones en Morales, en su Asamblea Constituyente, y llaman a defenderla contra el fascismo. La clase obrera, con una dirección revolucionaria al frente, llamaría a esos millones de explotados a unirse para organizar la defensa de las organizaciones de lucha y de la vida de los obreros y campesinos pobres y sus hijos contra las “juventudes cívicas” de la Media Luna y sus hordas fascistas sedientas de sangre. Con una dirección revolucionaria al frente, el obrero le diría al campesino o al trabajador que tiene ilusiones en Morales y la Constituyente: “Nosotros no tenemos ninguna confianza en Morales ni en la Constituyente amañada y antidemocrática. Mantenemos nuestra total independencia de ese gobierno burgués que vino a expropiar nuestra revolución, y sabemos que sólo imponiendo nuestro propio gobierno obrero y campesino podremos solucionar nuestras penurias y conquistar nuestras demandas. Pero hoy, los fascistas nos amenazan no sólo a nosotros, sino también a ustedes, campesinos y trabajadores que quieren defender la Constituyente, etc. Por eso, hasta tanto no nos convenzamos mutuamente, y mientras seguimos discutiendo y criticándonos uno a otro con total libertad, no hay nada que impida que nos unamos para defender nuestras organizaciones, nuestra lucha y nuestras vidas de los fascistas: pongamos en pie en común ya las milicias obreras y campesinas y marchemos a Santa Cruz a aplastarlos!
Poner en pie ya la milicia obrera y campesina: ¡esa es única garantía de que la clase obrera y los campesinos pobres vivan! ¡Cinco mil obreros, mineros y campesinos pobres armados, entrando a dinamitazo limpio en Santa Cruz y escarmentado a los “nenes de papá” de la “Unión Juvenil”, esa es la única garantía para la vida de los explotados! ¡Muy difícil se le haría luego a la burguesía cruceña reclutar otros “nenes de papá” para sus bandas fascistas!
¡Que la COB instruya ya a reclutar abiertamente para poner en pie la milicia obrera y campesina, llamando a todos los obreros y campesinos pobres, hombres y mujeres, mayores de 18 años, a inscribirse para la misma en las sedes de la COB, las COR y las COD, así como la burguesía cruceña recluta abiertamente para las bandas fascistas en sus “Comités Cívicos”!
¡Ninguna reconciliación ni “unidad” con las fuerzas armadas asesinas!: una poderosa milicia obrera y campesina que escarmiente a los fascistas, tendrá toda la autoridad para llamar a los soldados rasos –los hijos de los obreros y campesinos bajo armas, a desconocer a sus oficiales, a poner en pie comités de soldados y suboficiales de baja gradación, y a poner las armas a disposición de la milicia obrera que defiende la vida, la lucha y las organizaciones de los explotados de las bandas fascistas y de la represión de las fuerzas armadas masacradoras. ¡Este es el camino para imponer la libertad de los comuneros de Ayo-Ayo y demás presos políticos en las cárceles de Evo y la Rosca, y el castigo a los a los asesinos de los más de cien mártires obreros de Octubre!
La heroica revolución boliviana volverá a ponerse de pie y abrirá el camino de su triunfo, haciendo realidad el primer grito de guerra que levantaron los obreros y campesinos pobres ya en febrero de 2003, y que el frente popular hoy ha silenciado: “¡Fusil, metralla, Bolivia no se calla!
Para aplastar al fascismo, la más poderosa herramienta que tienen los obreros y los campesinos pobres, es golpear adonde más les duele a las transnacionales, la burguesía cruceña y la oligarquía terrateniente organizadora de las bandas fascistas: en su propiedad. ¡Hay que expropiar inmediatamente sin pago a todos los monopolios petroleros, a la Repsol, la Petrobras, la Totalfina, la British, etc.! ¡Hay que expropiar todas las propiedades de la burguesía de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija, y todas las tierras de los terratenientes de la Media Luna!

 

Volver a levantar el programa de Octubre y restablecer la alianza obrera y campesina

-XXII-

Rompiendo toda subordinación al frente popular, a la burguesía y su Constituyente, conquistando una dirección revolucionaria de la COB, poniendo en pie las milicias obreras y campesinas y dándoles un escarmiento a las bandas fascistas, demostrando así con su lucha en las calles que está dispuesta a ir hasta el final en su combate y sacar a la Bolivia de la postración, la clase obrera podrá volver a hacer pesar su enorme poder y disputarle nuevamente a la burguesía la dirección de los campesinos pobres, para restablecer la alianza obrera y campesina destruida por la traición de la dirección del proletariado.
Para ello, es necesario que el proletariado vuelva a levantar con claridad el programa de Octubre de 2003 y de mayo-junio de 2005, que hoy la dirección de la COB ha abandonado a cambio de exigirle a su “amigo” Morales que satisfaga las demandas por las que las masas dejaron más de 100 mártires: ¡Ni 30, ni 50%, ni semi-nacionalización ficticia: por la verdadera nacionalización sin pago y bajo control obrero de los hidrocarburos, expropiando todos los pozos petroleros, campos gasíferos, refinerías maquinarias, oficinas, instalaciones, todos los fondos de las transnacionales imperialistas saqueadoras de Bolivia!
Contra la estafa de “revolución agraria” que anuncia Evo Morales, es necesario volver a levantar la lucha por la expropiación sin pago de todos los latifundios y el reparto de la tierra entre los campesinos pobres. ¡A recuperar para los campesinos pobres toda la tierra fértil de Oriente que les ha sido expropiada y robada por la burguesía de la Media Luna, que se llena los bolsillos exportando soja mientras para las masas explotadas solo hay papa del Altiplano! ¡Aplastar a los fascistas para recuperare esa tierra, es el llamado que tiene que hacer el proletariado al campesino pobre para que éste se una a las milicias obreras y campesinas!
Para que haya créditos baratos, tractores, maquinaria, fertilizantes para los pequeños campesinos, ¡expropiación de todos los bancos, y nacionalización de la banca, con una banca estatal única bajo control de los trabajadores! ¡Nacionalización del comercio exterior para proteger a los pequeños productores del campo!
Contra la ofensiva del gobierno de Morales, su ministro de minería Villaroel y la dirección de los cooperativistas mineros que intentan desalojar de Huanuni y demás yacimientos a los mineros asalariados, y que esclavizan a los obreros de sus cooperativas que trabajan a destajo y por migajas, sin protección, sin ningún beneficio social, y debiendo exponer a sus mujeres y niños al trabajo en la mina para poder sobrevivir, la demanda y la lucha no puede ser otra que la renacionalización sin pago y bajo control obrero del El Mutún y de todas las minas y yacimientos. Para terminar con la esclavitud de los mineros de base a manos de los cooperativistas, hay que imponer el programa de las Tesis de Pulacayo: ¡a igual trabajo, igual salario y condiciones de trabajo para todos los mineros! Un solo y único convenio colectivo de trabajo, para impedir “que la prepotencia del capitalista arrolle al trabajador individual, incapaz de dar un libre consentimiento allí donde la miseria del hogar obliga a aceptar el más ignominioso contrato de trabajo” (Tesis de Pulacayo). ¡Este es el camino para unificar la base obrera minera!
¡Basta de desocupación y de salarios de hambre para los trabajadores! Hay que volver a levantar el programa de las Tesis de Pulacayo: ¡aumento salarial inmediato, con un salario mínimo de acuerdo a la canasta familiar e indexado de acuerdo al costo de vida! ¡Trabajo para todos imponiendo la escala móvil de horas de trabajo! ¡Renacionalización sin pago y bajo control obrero de LAB, de Aguas de Illimani y demás empresas capitalizadas!
Contra la Asamblea Constituyente tramposa y amañada donde 250 diputados del MAS y la Rosca discuten y regatean los intereses de las distintas fracciones burguesas y las transnacionales, hay que imponer la convocatoria inmediata a un Congreso nacional obrero y campesino de delegados de base de todas las organizaciones de lucha de las masas, para poner en pie así un organismo centralizado de poder obrero y campesino con sus milicias armadas, que reabra el camino a la revolución que hoy ha sido expropiada y hacia su triunfo.
Sólo así puede volver a ponerse de pie la revolución boliviana que hoy ha sido expropiada: con la clase obrera y los campesinos pobres imponiendo un régimen pleno de doble poder, preparatorio de la insurrección y de la toma del poder por el proletariado.
Porque sólo un gobierno obrero y campesino apoyado en la autorganización y en el armamento de las masas, puede romper con el imperialismo y cumplir las demandas de octubre del 2003 y mayo-junio del 2005, garantizando la tierra para los campesinos, el gas para los bolivianos, el pan y el trabajo para los obreros. Sólo este gobierno, impuesto con una insurrección triunfante que derroque a la Rosca y destruya a la casta de oficiales de su ejército asesino, que expropie a los expropiadores, podrá garantizarles a los campesinos una Asamblea Constituyente verdaderamente democrática y soberana que ellos quieren para que hagan pesar su número.
¡Este es el camino para recuperar la revolución obrera y campesina que hoy ha sido expropiada! De lo contrario, lo que se cierne sobre las heroicas masas explotadas bolivianas es la amenaza de una nueva tragedia: la de su aplastamiento a manos de la contrarrevolución.

 


Capítulo VI: Se agudiza al extremo la crisis de dirección revolucionaria del proletariado

-XXIII-

En el destino de la clase obrera y el campesino pobre de Bolivia y de la heroica revolución que iniciaran en 2003 y que atraviesa momentos decisivos, se juega hoy el futuro de la clase obrera de toda América Latina. El aplastamiento de la revolución boliviana marcaría sin duda el fin de la política de engaño y colaboración de clases de los regímenes y gobiernos de la “revolución bolivariana” en América Latina, y el advenimiento de nuevos saltos en el bonapartismo, una redoblada ofensiva del imperialismo en el continente, que abriría inclusive la amenaza de intervenciones militares directas del imperialismo, por ejemplo, contra Venezuela.
Una derrota definitiva de la revolución boliviana, significaría sin ninguna duda un salto decisivo en la imposición de la restauración capitalista en Cuba y en la transformación de la burocracia castrista en burguesía. ¡En Bolivia se define el destino del primer estado obrero de América Latina y el único que sobrevive en el planeta, llevado a la más aguda descomposición por la política restauracionista de la burocracia castrista!
Todas las fuerzas de la contrarrevolución a nivel continental están conjuradas para imponer el estrangulamiento definitivo de la revolución boliviana, ya sea que el frente popular termine por agotar las energías de las masas en combates aislados y múltiples estertores; ya sea que necesiten apelar a la contrarrevolución fascista –recurso que la burguesía sólo utiliza en última instancia, si los cantos de sirena del frente popular no alcanzan- y a la secesión territorial de Bolivia a manos de las distintas fracciones burguesas.
Por ello, para colaborar decisivamente a que la clase obrera y los campesinos pobres de Bolivia rompan el cepo que les ha impuesto la pérfida política del frente popular, derroten a la “revolución bolivariana”, recuperen su revolución expropiada y puedan llevarla al triunfo, es necesario conquistar un reagrupamiento revolucionario de las fuerzas del proletariado de norte a sur y de este a oeste del continente americano, poniendo en pie un organismo revolucionario capaz de unificar el combate de la vanguardia obrera desde Alaska hasta Tierra del Fuego, y de declararle un combate sin cuartel a nivel continental y en todo el mundo a esa internacional contrarrevolucionaria que es el Foro Social Mundial –al que se han integrado los antiguos renegados del trotskismo devenidos en stalinistas-, es decir, al estado mayor contrarrevolucionario de los traidores al proletariado que organiza la expropiación de la lucha de las masas y la imposición de la “revolución bolivariana” en todo el continente.
Por ello, para que vuelva ponerse en pie El Alto obrero, minero y de los campesinos pobres como cuartel general de la revolución, para que la heroica clase obrera boliviana pueda triunfar, se pone al rojo vivo la necesidad de una Conferencia Internacional de los trotskistas principistas y las organizaciones obreras revolucionarias, que agrupe a las fuerzas revolucionarias de la vanguardia proletaria internacional que estén en la trinchera de la clase obrera y los campesinos bolivianos, por el triunfo de la revolución obrera y campesina en Bolivia y en toda América Latina como un eslabón de la revolución proletaria internacional; y les declare la guerra a todos los estafadores y agentes de la burguesía que pregonan la “revolución bolivariana” y preparan nuevas derrotas y tragedias para el heroico proletariado boliviano y para los explotados de todo el mundo. Sólo en este camino podrá ponerse en pie la dirección revolucionaria que el heroico proletariado boliviano necesita y se merece.

La bancarrota de los pablistas del POR y demás liquidadores de la IV Internacional

-XXIV-

Desde el comienzo mismo de la revolución en Octubre de 2003, el POR de Lora ha jugado un papel nefasto. Se ha dedicado a sostener a la dirección de la COB –ayer a Solares, hoy a Montes-, negándose sistemáticamente a pelear por poner en pie los organismos de poder obrero y campesino y sus milicias. Por ello, aunque se llene la boca hablando sobre “dictadura del proletariado” y “socialismo”, demostró y demuestra a cada paso que ha renunciado a la lucha por el triunfo de la revolución proletaria y la toma del poder por el proletariado.
En mayo-junio de 2005, el POR jugó un papel central en la expropiación de las jornadas revolucionarias complementarias que derrocaron a Mesa. Así, su dirigente Vilma Plata, junto a Solares, Mamani, Choque y Patana con los que compartía el palco, se negó, en el cabildo abierto del 6 de junio y ante 400.000 obreros y campesinos insurrectos, a poner en pie la Asamblea popular nacional originaria con delegados de base de las organizaciones obreras y campesinas en lucha y a organizar las milicias obreras y campesinas. Una vez más el POR colaboró decisivamente para impedir que el doble poder, que estaba aún disperso y desarmado, se consolidara, centralizándose a nivel nacional y con las masas armándose, dándoles la espalda así a las resoluciones de los mineros y la COR El Alto que se habían conformado en “cuartel general de la revolución”. De esta manera, el POR colaboró para que Morales, Solares y compañía impusieran a Rodríguez en el poder, disolvieran los organismos de semi-doble poder, y abrieran el camino a las elecciones de diciembre de 2005, y a la asunción de Evo Morales a la presidencia.
Hoy, una vez más, el POR de Lora es un eslabón decisivo de la política de Montes de La COB de subordinar al proletariado al frente popular. En primer lugar, porque aunque se desgañita gritando contra el gobierno de Morales y contra la Constituyente amañada, y también contra la oligarquía cruceña, ningún camino le muestra a la clase obrera para romper con ellos, para enfrentarlos y recuperar su revolución que les ha sido expropiada: una vez más, se niega a luchar por que las masas vuelvan a poner en pie sus organismos de poder obrero y campesino y sus milicias.
Frente a la amenaza fascista, el POR nada dice de poner en pie las milicias obreras y campesinas para aplastarla, ni menos que menos levanta una política de frente único obrero contra las bandas fascistas. Es decir, no llama a los trabajadores y a los campesinos pobres que confían en la Constituyente y en Morales, a luchar juntos, más allá de esas diferencias, para enfrentar a los fascistas y defender a las organizaciones obreras y campesinas. Por el contrario, pone un signo igual entre el frente popular y el fascismo, y levanta: “¡Muera la Constituyente de ganapanes! ¡Muera la derecha reaccionaria! ¡Abajo el gobierno incapaz de Evo! ¡Unámonos al POR! ¡Revolución y dictaduras proletarias!” (Masas N° 2007, 1/09/06). Con esta política calcada de la del stalinismo del “tercer período” que llevara al proletariado alemán al aplastamiento a manos del fascismo en la década del ‘30, el POR de Lora se niega a luchar por arrebatarle a Morales y al frente popular el control de las masas, colabora decisivamente para impedir la unidad de las filas obreras y el restablecimiento de la alianza obrera y campesina, y deja a los explotados inermes ante la amenaza fascista. Ante las urgentes necesidades de la clase obrera y los campesinos pobres, ante las trampas y engaños del frente popular, ante la amenaza de las bandas fascistas, lo único que tiene para decirles a los explotados es... “¡Unámonos al POR!”
Esta política se complementa con un riguroso y cómplice silencio sobre el papel de la dirección de la COB –ayer de Solares, hoy de Montes-, y con una política sindicalista de llevar a los trabajadores a luchas de presión re­dis­tri­bu­ti­va sobre el gobierno de Morales y sobre las instituciones del régimen de transición, por sus de­man­das eco­nó­mi­cas, contribuyendo de esta manera, decisivamente, al objetivo sacar a la clase obrera de la lucha política, y dejar que sean los voceros de los monopolios imperialistas, el frente popular, la burguesía cruceña, los charlatanes de la Constituyente amañada, los que hagan “política” para terminar de estrangular la revolución obrera y campesina que hoy han logrado expropiar. Este abyecto cretinismo sindicalista –aunque el POR hable hasta por los codos de “Revolución y dictadura proletarias”- tiene hoy su más directa expresión en su negativa a levantar la exigencia a todas las organizaciones que hablan en nombre de la clase obrera a romper con la burguesía, y a luchar por poner en pie las milicias obreras y campesinas, cuestión que se ha vuelto de vida o muerte para el proletariado y para el destino de la revolución boliviana. El POR actúa así como la otra cara de la moneda de la política de Montes y la dirección de la COB de subordinar al proletariado al “frente democrático” con el gobierno de Morales y la burguesía nativa. ¡Pocas veces en la historia se ha visto tanta apelación a la “revolución” y a la “dictadura del proletariado” para encubrir la renuncia a la revolución y a la lucha por la dictadura del proletariado!
La vanguardia obrera boliviana tiene a Trotsky –junto a Marx y Lenin- como una de las grandes figuras revolucionarias de la historia, y lo asocia a las Tesis de Pulacayo, es decir, al programa histórico de la clase obrera del país del Altiplano. Esta conquista es la que el POR de Lora usurpa hace más de medio siglo, presentándose ante las masas obreras como el “trotskismo”. De allí deviene la gran influencia del POR en la vanguardia obrera y juvenil combativa, y es por ello que no necesita tener gran cantidad de militantes. Para jugar su papel le basta con un puñado de dirigentes y figuras públicas que en los momentos claves y usurpando el nombre del trotskismo, entreguen la lucha de clase obrera, como hiciera por ejemplo con Vilma Plata en el Cabildo abierto del 6 de junio de 2005.
A principios del siglo XXI el POR de Lora ha engarzado otro eslabón más a su larga historia de colaboración en el estrangulamiento de las revoluciones bolivianas, que iniciara en 1952 dando apoyo crítico al gobierno del MNR y Paz Estenssoro y negándose a luchar por “Todo el poder a la COB”; que continuara en 1971 arrodillándose ante el militar “patriota” Torres y el stalinismo con su “Frente Revolucionario Antiimperialista”, y poniéndose una vez más a los pies de la burocracia lechinista de la COB que traicionó la gran huelga general de los mineros en 1985. Hoy, usurpando el nombre del trotskismo, el POR pretende hacer pasar lo que no es más que una política stalinista.
A la vera de los pablistas loristas pululan otros sirvientes de menor envergadura del frente popular y la burocracia traidora de la COB, como es la LOR-CI -el gru­po del PTS de Ar­gen­ti­na en Bo­li­via.
Así como el POR de Lora a todo responde con “dictadura del proletariado” en general, la LOR-CI respondió a cada momento de la revolución boliviana desde febrero de 2003 en adelante, planteando que todo se solucionaba con... la Asamblea Constituyente libre y soberana.
Así, en febrero de 2003, cuando los obreros y campesinos ganaban las calles en combates de barricada al grito de "Fusil, metralla, Bolivia no se calla" la LOR-CI levantaba... Asamblea Constituyente. En Octubre de 2003, con las masas insurrectas al grito de “Fuera Goni, el gas para los bolivianos”, con un proceso semiinsurreccional en El Alto, con embriones de milicias obreras, con soldados rasos negándose a disparar contra el pueblo y siendo asesinados por sus oficiales, con Solares, Morales y Quispe conspirando para poner a Mesa y expropiar la lucha de las masas, y la LOR-CI planteaba... Asamblea Constituyente. Mayo y junio de 2005, nuevo embate revolucionaria de las masas, cae Mesa, y nuevamente la LOR-CI... Asamblea Constituyente. Y por fin... ¡llegó la Asamblea constituyente por la que tanto luchó la LOR-CI/PTS!
La LOR-CI/PTS justificó esta política diciendo que la revolución boliviana tenía que pasar necesariamente por “una etapa parlamentaria” porque las masas tenían todavía “ilusiones en la democracia burguesa”. Pues bien: ¡ahí está el resultado de su política, que ha triunfado, de la mano de Evo Morales y el frente popular! La imposición de la Constituyente no es la “etapa parlamentaria de la revolución”, sino su expropiación.
Hoy, cuando las consecuencias de esta expropiación están a la vista, la LOR-CI critica la Constituyente por antidemocrática y amañada –ocultando que durante tres años puso en el eje de su programa la lucha por esa Constituyente-, llama a los trabajadores a no confiar en ella y a “levantar ante la misma sus propias demandas: genuina nacionalización de los hidrocarburos y la gran minería, sin pago y bajo control de los trabajadores; reversión al Estado de las empresas “capitalizadas”; una verdadera reforma agraria liquidando del latifundio, tierra y territorio de los pueblos originarios, salario y trabajo para todos; salud, educación, vivienda; no pago de la deuda externa y ruptura con el imperialismo” (“El proceso revolucionario, el gobierno del MAS y la Constituyente”, Palabra Obrera N° 15, Septiembre de 2006). Es decir, una variante más de política de presión sobre la Asamblea Constituyente.
Para tratar de ocultar tras un barniz clasista esta política de presión sobre el frente popular y su Constituyente, la LOR-CI plantea que hay que “darles una perspectiva independiente”, llamando a hacer un “bloque por la independencia” de clase al interior de la COB.
La LOR-CI se llena la boca hablando de “independencia de clase”, después de haber colaborado durante tres años, poniendo en el eje de su programa la lucha por una institución burguesa como es la Asamblea Constituyente, a subordinar a la clase obrera al frente popular y a la burguesía, es decir, a disolver los organismos de semi-doble poder que las masas habían puesto en pie, es decir, los organismos independientes de poder obrero, los verdaderos organismos de independencia de clase.
Demás está aclarar que en las abundantes páginas del documento de la LOR-CI no se menciona ni una vez al fascismo ni la necesidad de las milicias obreras y campesinas para aplastarlo. ¡Realmente, no se sabe desde qué país o qué planeta escribe esta gente! Así, esa corriente estudiantil pequeñoburguesa de la Universidad de Buenos Aires que es el PTS, y su grupo satélite en Bolivia, vuelven a demostrar no sólo su pacifismo redomado sino que, guardando silencio, quedan ubicados en el “frente democrático” de Montes y el gobierno de Evo Morales. Así terminan los que rompen con el trotskismo y se hacen gramscianos y hablan de “contrahegemonía”, “acumulación de poder” y paparruchadas por el estilo: como el avestruz, escondiendo la cabeza en la arena cuando aparecen las bandas fascistas y arrodillados ante la burguesía “democrática”.
Así, el POR con fraseología ultraizquierdista, y la LOR-CI por la vía de someterse al “frente democrático”, se niegan a poner en pie la milicia obrera y campesina, que es hoy el único camino para recuperar a la COB, para reconquistar la alianza obrera y campesina, para terminar con la amenaza de las bandas fascistas, e inclusive para conseguir la más mínima y elemental de las demandas de las masas hundidas en la miseria por la continuidad de la dominación del imperilaismo y la burguesía nativa. De esta manera, ambas corrientes se ubican en la trinchera de enfrente de las masas explotadas y sus necesidades urgentes, levantando una política pivertista de presión sobre el frente popular.

En el combate por un único partido revolucionario latinoamericano, poner en pie al trotskismo internacionalista en Bolivia: una tarea de las fuerzas sanas del trotskismo a nivel mundial

-XXV-

La expropiación de la revolución obrera y campesina en Bolivia muestra una vez más que la crisis de dirección revolucionaria del proletariado se ha agudizado al extremo. La liquidación de la IV Internacional a manos de los renegados del trotskismo ha significado la traición, por cuarta vez en medio siglo, a la revolución boliviana, como ya lo hiciera el pablismo en 1952, en 1971, y también en 1985.
Así, el pase al campo de la contrarrevolución de los renegados del trotskismo a principios del siglo XXI está marcado –como lo estuvo el surgimiento del pablismo liquidacionista en 1952-, por una nueva traición a la revolución boliviana. El proletariado boliviano volverá a levantarse: los renegados del trotskismo jamás. Su bancarrota es total.
El destino de la clase obrera y los explotados depende hoy de que tan rápidamente la vanguardia revolucionaria del proletariado mundial sea capaz de volver a poner en pie la dirección revolucionaria que el heroico proletariado boliviana necesita y se merece.
No hay tarea más candente que volcar el 100% de las fuerzas de los trotskistas principistas e internacionalistas de todo el mundo a la lucha por poner en pie un partido revolucionario de las masas obreras y campesinas latinoamericanas para que la heroica revolución boliviana, hoy expropiada, pueda volver a ponerse de pie y triunfar. No hay tarea más urgente que volcar el 100% de las fuerzas al combate por derrotar a los traidores de todo pelaje que lo impiden, y por limpiarle el camino a las masas explotadas de los escombros malolientes que ha dejado la bancarrota de los liquidadores de la IV Internacional.

-XXVI-

Como lo fuera en los ’30 la revolución española, hoy la revolución boliviana expropiada y al borde del abismo, debe ser una trinchera de todo el proletariado de América Latina y mundial. Es que el proletariado del continente sólo podrá triunfar volviendo a poner en el centro de la escena a la revolución obrera y campesina, derrotando a su aborto que es la “revolución bolivariana” de Chávez, Morales, Fidel Castro y de esa internacional contrarrevolucionaria que es el Foro Social Mundial.
Pero no sólo el destino de la clase obrera latinoamericana está atado al de la revolución boliviana: también lo está el futuro de las fuerzas sanas del trotskismo a nivel internacional.
En 1952, la IV Internacional estalló porque toda su dirección levantó una política de capitulación frente a la grandiosa revolución obrera y campesina que comenzaba en Bolivia. Cuando en 1953 el SWP norteamericano y las fuerzas que luego integraron el Comité Internacional se autocriticaron de esa política y levantaron un programa correcto, ya el pablismo había corroído a la IV Internacional y la llevó al estallido. Así comenzaba un largo camino de capitulaciones, revisiones y adaptaciones que llevó a la degeneración de la IV Internacional.
Hoy, a principios del siglo XXI, nuevamente la traición a la revolución boliviana iniciada en 2003 marcó uno de los hitos fundamentales que marcaron la destrucción definitiva de la IV Internacional a manos de los renegados del trotskismo que cruzaron el Rubicón y se pasaron al campo de la reforma, integrándose al Foro Social Mundial y adoptando la “teoría”, la estrategia, el programa y el rol que otrora jugara el stalinismo. Hoy, bajo la batuta de Fidel Castro y de la impostora Celia Hart Santamaría, los renegados del trotskismo están poniendo en pie los partidos únicos de la “revolución bolivariana” junto a stalinistas, castristas y con la sombra de la burguesía –como es el P-SOL y su frente electoral con el PSTU y el PCB en Brasil; como el PODEMOS en Chile, como el “Plenario de Autoconvocados” en Argentina. Ahora, Chávez ha decidido que llegó la hora de poner en pie también ese partido único en Venezuela –el Partido Histórico Unificado de la Revolución Bolivariana-, puesto que la existencia de muchos partidos “atenta contra los intereses de la revolución y contra la unidad popular”. El PC Venezolano ha salido a apoyar entusiasta esta iniciativa, y a proponer como “modelo”... al PC de la URSS bajo Stalin, al PC Chino y al PC Cubano. Los renegados del trotskismo que se han hecho todos chavistas, tendrán su lugar en ese partido único de la “revolución bolivariana”.
Por ello, al igual que sucediera en 2003 y 2005 cuando las masas revolucionarias en Bolivia marchaban a tomar el cielo por asalto, hoy, en la difícil hora del engaño del frente popular, de la traición de la dirección proletaria, de la amenaza del fascismo que se ha cobrado su primera víctima en Tarija, la posición que se tenga frente a la revolución boliviana expropiada marca una clara divisoria de aguas entre reforma y revolución, entre “revolución bolivariana” y revolución obrera y campesina, entre stalinismo y trotskismo, entre destructores de la IV Internacional y fuerzas sanas que luchamos por volver a poner en pie el partido mundial de la revolución socialista.
No hay tarea más candente entonces para todas las fuerzas sanas y revolucionarias de la IV Internacional en todo el mundo, que poner en pie en Bolivia al trotskismo principista. Esto sólo podrá hacerse como parte del combate por reagrupar a los trotskistas internacionalistas y a las organizaciones obreras revolucionarias en una Conferencia Internacional, y por conquistar un único partido revolucionario, trotskista e internacionalista latinoamericano: porque la revolución boliviana es un episodio de una única revolución latinoamericana, y enfrenta a una misma política contrarrevolucionaria centralizada a nivel continental.
Un partido latinoamericano que unifique en un mismo organismo revolucionario a la heroica vanguardia obrera boliviana con sus hermanos de clase que resisten en Argentina y en Brasil; que en Chile vuelven a ganar las calles en un nuevo 11 de Septiembre, esta vez enfrentando al gobierno de la “socialista” Bachelet que encabeza al régimen pinochetista-concertacionista antiobrero, represor y proimperialista, y que en México toman la posta del combate y le dan renovados bríos a la revolución latinoamericana. Un partido que, como un sistema nervioso perfecto, unifique al proletariado de Centro y Sudamérica con su principal batallón: la clase obrera de los Estados Unidos que se nutre y se fortalece con doce millones de obreros y explotados inmigrantes latinos.
La tarea de poner en pie ese partido unificado sólo podrá llevarse adelante declarando un combate sin cuartel contra el Foro Social Mundial y en particular, propinándoles derrotas a los renegados del trotskismo que en todo el continente son un eslabón decisivo de la política de colaboración de clases con la que se busca estrangular la revolución boliviana y se sostiene a los regímenes y gobiernos cipayos defensores de la “revolución bolivariana”.
No hay tiempo que perder: todo depende ahora de la vanguardia revolucionaria del proletariado latinoamericano y mundial. Se trata de confluir, luchando por un programa y una estrategia para que la clase obrera recupere su revolución expropiada y la lleve al triunfo, con los obreros y jóvenes perspicaces que en El Alto revolucionario, en los socavones de Huanuni, buscan un camino revolucionario para agrupar sus fuerzas, y una estrategia y un programa para triunfar. A esta necesaria e indispensable confluencia, la FLT aporta un núcleo de cuadros internacionalistas forjados en el combate contra las direcciones traidoras y los renegados del trotskismo, y en las lecciones de las peleas dadas y las traiciones sufridas por la clase obrera en el mundo y en Bolivia en las últimas décadas. Aporta asimismo la inquebrantable voluntad de contribuir decisivamente en poner en pie los primeros eslabones en la conquista de ese partido revolucionario latinoamericano unificado, uniendo en un mismo organismo a los revolucionarios de Bolivia y de Argentina, como están unidas por la dominación imperialista y la explotación capitalista nuestras respectivas clases obreras.
El enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución se acerca a una fase decisiva en Bolivia, donde la alternativa histórica “comunismo o fascismo” se ha vuelto inmediata. No hay tiempo que perder: todo retraso en poner en pie este partido revolucionario latinoamericano unificado será pagado con más sacrificios, sufrimiento y sangre por el proletariado boliviano y de América Latina. La tarea de la FLT y de todas las fuerzas sanas del trotskismo a nivel internacional se resume en un único grito de lucha: ¡el 100% de las fuerzas de los trotskistas internacionalistas a Bolivia!

Secretariado de Coordinación Internacional de la FLT
19 de Septiembre de 2006.-