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LA CLASE OBRERA Y LOS EXPLOTADOS CHILENOS RETOMAN LA OFENSIVA DE COMBATE DE CLASE Y ANTIIMPERIALISTA DE LAS MASAS DE AMÉRICA LATINA

Introducción

1. Chile hoy atraviesa por una situación pre-revolucionaria. Ésta se inició en los meses de mayo y junio pasados con la rebelión de los estudiantes secundarios que se extendió por todo el país movilizando a cerca de 800 mil estudiantes y que, como clara expresión de la lucha de los explotados, desencadenaron una enorme lucha política de masas que persiste hasta el día de hoy.Justamente, la rebelión de la juventud actuó como caja de resonancia de todas las contradicciones de las clases y sectores de clase de la nación chilena, preanunciando y motorizando el ascenso obrero que está en curso y que cobra vida en la infinidad de luchas que recorren todo el territorio, marcando la situación política del país. Es así que el levantamiento de los de abajo está provocando la polarización de las clases medias urbanas –con una franja que comienza a buscar una salida aliándose a la clase obrera; y con otra girando a la derecha, para aliarse con el pinochetismo ortodoxo (UDI y RN). Esta polarización se expresa también en que los campesinos pobres, la amplia mayoría de ellos de origen mapuche, en 2006 han vuelto a retomar, en el sur del país, la lucha por recuperar sus tierras expropiadas por las transnacionales y arrancar de las cárceles a sus luchadores. Así, el ascenso de la clase obrera y la heroica rebelión de la juventud han logrado intensificar la crisis de los de arriba que, una y otra vez, tienden a dividirse alrededor de cómo enfrentar dicho panorama que puso fin al “Chile ciudadano, seguro, estable y predecible”.

2. La rebelión estudiantil encendió la mecha. Los obreros mineros, portuarios, pescadores industriales y artesanales, profesores, trabajadores de la salud, obreros fabriles, mercaderistas, forestales, de la construcción, cesantes, empleados fiscales, pobladores sin casa, deudores habitacionales, etc., han entrado a un combate ofensivo, por ahora de forma descentralizada,. De esta manera, la clase obrera chilena, una de las más explotadas de América Latina ha pasado a la ofensiva, y hoy son el régimen cívico-militar y su gobierno los que están a la defensiva, defendiendo los intereses de los expropiadores de la nación chilena y explotadores de la clase obrera, de la justa furia de las masas. Hoy, ningún explotado en Chile permite más que sus presos sigan en las cárceles del régimen infame cívico-militar; ninguno permite más la ignominia de la educación privada, la subcontratación y esclavitud de la mayoría de la clase obrera en momentos en que el precio del cobre chileno está por los cielos, mientras que el salario y las condiciones de vida de los explotados están en el infierno. El ascenso de los explotados que hoy estamos presenciando es similar al que conmovió a Chile entre 1982 y 1986 y que dejara en grave crisis a la dictadura de Pinochet que fue salvada en aquel entonces por la “concertación” del Partido Socialista y del stalinismo con la Democracia Cristiana y con Pinochet, que ahogaron y abortaron así ese gran combate de masas. La situación pre-revolucionaria actual pone a los explotados de Chile en el camino del ascenso de 1982-86, y ubica en el norte de este combate la apertura de la revolución misma, es decir, la perspectiva de retomar la experiencia de la gloriosa revolución de los Cordones Industriales que en 1973 pusiera al proletariado chileno a las puertas de la toma del poder. Hace 33 años, la socialdemocracia, el stalinismo y su personero en América Latina, el castrismo, salvaron al estado burgués semicolonial con su teoría y su práctica de la “vía pacífica al socialismo”, que culminó en un baño de sangre para el proletariado chileno. Luego, en su ofensiva revolucionaria de 1982-86, a pesar de haber logrado constituir un organismo de frente único obrero como fuera el Comando Nacional de Trabajadores (CNT), que comenzaba a unir las demandas y lalucha de los trabajadores ocupados con los cesantes, es decir, de todos los sectores que salían al combate contra la dictadura, la clase obrera fue dividida en dos sectores por el accionar del Partido Comunista (PC) y del Frente Patriótico Manuel Rodríguez  (FPMR), las dos variantes del stalinismo. Así, el PC puso a importantes sectores de los trabajadores ocupados a los pies de la Democracia Cristiana (DC), permitiendo posteriormente el surgimiento de la “Concertación” con la que se autorreformó el régimen pinochetista asesino. Y la otra fracción stalinista, el FPMR, encabezó a los sectores más desesperados de la clase obrera en heroicas pero impotentes sublevaciones de las poblaciones donde sufren, viven y mueren los explotados de Chile. Apoyándose en centenares de miles de desocupados desesperados, el FPMR impuso, en acciones aisladas, el sustituismo a las acciones de las masas, permitiendo así que la dirección oficial del PC sometiera a la clase obrera ya dividida, a la “Concertación”, como ya dijimos.

Una definición de la situación pre-revolucionaria en Chile

3. Los contornos de esta situación pre-revolucionaria que se ha abierto en Chile están marcados por el agotamiento del régimen cívico-militar y sus gobiernos de la “Concertación” que ya no logran defender como antes, contra la furia de las masas, las conquistas contrarrevolucionarias obtenidas por la burguesía contra la clase obrera y los explotados a partir del triunfo del golpe pinochetista en1973.Como ya vimos, precedida por la chispa de la rebelión estudiantil, la clase obrera ha pasado a la ofensiva, pese a que aún su combate se da de forma desincronizada y no centralizada. Las clases medias en el campo y en la ciudad, golpeadas por el ascenso obrero y estudiantil, tienden a dividirse.La clase obrera chilena habla el lenguaje de las barricadas. Es que cada lucha de las masas por la demanda más mínima, se transforma inmediatamente en lucha política contra el régimen y el gobierno de Bachelet, que no es más que un gobierno “socialista” blindado por el ejército pinochetista y sus fuerzas de choque, los pacos y los servicios de inteligencia del estado.Podemos hoy decir de la situación pre-revolucionaria abierta en Chile lo que Trotsky decía de la situación pre-revolucionaria abierta en Francia en 1935: “… La situación es tan revolucionaria como puede serlo con la política no revolucionaria de los partidos obreros. Lo más exacto es decir que la situación es pre-revolucionaria. Para que esta situación madure, hace falta una movilización inmediata, fuerte e incansable de las masas por el socialismo. Esta es la única condición para que la situación pre-revolucionaria se vuelva revolucionaria…” A lo que más adelante agrega: “una situación revolucionaria se forma por la acción recíproca de factores objetivos y subjetivos. Si el partido del proletariado se muestra incapaz de analizar a tiempo las tendencias de la situación pre-revolucionaria y de intervenir activamente en su desarrollo, en lugar de una situación revolucionaria surgirá inevitablemente una situación contrarrevolucionaria…” (“¿A dónde va Francia?” marzo de 1935 León Trotsky).Evidentemente, Chile cruza por una situación pre-revolucionaria y es la dirección reformista de la clase obrera la que hace de freno de la misma, pues es la responsable de que la lucha generalizada de la clase obrera se desarrolle desincronizadamente y de que no pegue un salto logrando converger en una acción histórica, revolucionaria de masas que, elevando la lucha clases por encima de toda demanda particular-corporativa, borrando la división entre las distintas profesiones y oficios, movilizando a la mayoría de la clase obrera oponiéndola de manera directa a la burguesía, termine de demoler al régimen de dominio, el régimen de la Constitución del ‘80 que ha entrado en crisis, cuestión que gane al campesino pobre y las clases medias arruinadas definitivamente para la lucha revolucionaria y encumbre al proletariado como caudillo de la nación, abriendo así la revolución que inicie la lucha por la toma del poder.

CAPÍTULO I

Las condiciones internacionales que moldean los acontecimientos de Chile.

4. Para los que continúan las enseñanzas del stalinismo, es decir, de la traidora burocracia soviética que entregó la revolución mundial y destruyó la III Internacional de Lenin y Trotsky, las condiciones para una revolución se constituyen y se determinan a nivel nacional. Así, para ellos, la lucha de los pueblos explotados y oprimidos contra el imperialismo, sería una suma de particularidades nacionales. Son los continuadores del stalinismo, de sus seudoteorías del “socialismo en un solo país” y de “socialismo nacional” con las que aquél enterrara una de las conquistas más grandes del proletariado internacional, como fuera la III Internacional revolucionaria de Lenin, Trotsky y los bolcheviques.Por el contrario, para la III Internacional de sus cuatro primeros congresos y para su continuadora, la IV Internacional –el bolchevismo en la resistencia de los años ‘30-, existe una economía mundo dominada por el capital financiero internacional. Las direcciones traidoras del proletariado mundial -también centralizadas a nivel internacional, ayer por Moscú o Pekín y hoy por el Foro Social Mundial- someten al proletariado, que es una clase internacional, país a país a sus propias burguesías, destruyendo el internacionalismo proletario. Mientras las transnacionales, el capital financiero y las burguesías nativas centralizan sus negocios, intervienen con sus estados de forma centralizada y comandados por los estados mayores de las potencias imperialistas, en guerras contrarrevolucionarias y comprando a las aristocracias y burocracias obreras de todo el mundo para imponer su dominio en la economía mundial, estas direcciones traidoras quieren hacerles creer a los obreros del mundo que su lucha es... nacional. Las lecciones y el programa de la III y la IV Internacionales son una bofetada contra esta impostura que levantan los traidores de la clase obrera mundial. Las derrotas sufridas y las atrocidades cometidas contra el proletariado país a país, son la consecuencia de que luego del surgimiento del stalinismo y de la derrota de la III Internacional a manos de Stalin y su camarilla, se liquidó la conciencia internacionalista del proletariado mundial.Así, mientras la burocracia stalinista sometía a la clase obrera en Oriente, en Occidente traicionaba y estrangulaba la revolución con la pérfida política del frente popular. Estrangulando durante décadas la revolución en Occidente, el stalinismo preparó las condiciones para la imposición de la restauración capitalista en el tercio del planeta en el que la burguesía había sido expropiada, tal como sucediera a partir de 1989 con la basura de los Gorbachov, los Yelstin, los Deng Xiao Ping, los Ho Chi Minh, devenidos hoy, al igual que todos sus seguidores como Ortega y los sandinistas de Nicaragua, en verdaderos yuppies de Wall Street. Hoy, todas las direcciones reformistas del continente americano, con el castrismo a la cabeza, se han volcado de forma centralizada para hacerles creer a los obreros de América Latina que la revolución es país por país, al mismo tiempo que todas ellas se esfuerzan en concentrar y unir sus fuerzas por sobre las fronteras para sostener a Chávez, Lula, Kirchner, Bachelet, Alan García; para ponerle un cerco y ahogar el grito de la heroica revolución obrera y campesina en Bolivia. Dividen país por país al proletariado para que la burguesía pueda centralizar sus fuerzas y aplastar las revoluciones, y así garantizarse sus negocios de explotación y opresión de la clase obrera y los pueblos oprimidos. Cuando se levanta la clase obrera norteamericana contra la guerra y contra condiciones de explotación similares a las que padece la clase obrera chilena; cuando se levantan en Estados Unidos millones de trabajadores inmigrantes latinoamericanos que se han convertido en uno de los pulmones del proletariado norteamericano, estas direcciones traidoras unen y centralizan sus fuerzas para impedir que se centralice el combate de la clase obrera desde Alaska hasta Tierra del Fuego, y para impedir que el proletariado latinoamericano pueda hacer valer y pesar en su combate el enorme poderío de su clase. El Foro Social Mundial (FSM), que centraliza a las direcciones contrarrevolucionarias del planeta, pone al proletariado norteamericano a los pies del partido imperialista de los asesinos y carniceros Demócratas, que expropiaron la lucha antiimperialista contra la guerra de Irak de las masas de ese país. Mientras tanto, el carnicero Bush manda un nuevo contingente de más de 20.000 soldados para profundizar la masacre contra la heroica resistencia iraquí, con los fondos votados por la mayoría del “parlamento Demócrata” que junto con los Republicanos, con una comisión parlamentaria bajo el mando de Baker, negocian y pactan con las burguesías siria e iraní – es decir, con el antiguo “eje del mal”- para que sean ellas las que garanticen el desarme de las masas explotadas sunnitas y chiítas en Irak.Desde esa cueva de traidores que es el FSM, un rejunte de stalinistas reciclados, socialdemócratas y renegados del trotskismo somete al proletariado venezolano subordinándolo a Chávez que no ha tocado ni uno solo de los intereses de las 31 familias que, asociadas a las transnacionales imperialistas, dominan Venezuela. El de Chávez es un gobierno nacionalista burgués que pagará las seudonacionalizaciones que tiene en marcha en las áreas de electricidad, telefonía y petróleo, con jugosas indemnizaciones a las transnacionales, o bien dejándolas como socias de la rapiña y el saqueo en nuevas empresas mixtas “nacionalizadas”. Es que Chávez, al igual que su aliado Morales, busca sociedades anónimas “nacionalizadas” donde las burguesías nativasse asocien con las transnacionales y se distribuyan las enormes rentas petrolera y del estado. Estas direcciones traidoras de todo pelaje, agrupadas en el FSM, son las que le dicen al proletariado que su combate es nacional, cuando ellas impulsan centralizadamente a nivel continental esa caricatura de revolución que es la “revolución bolivariana” con la que expropian y estrangulan la revolución latinoamericana; con la que pusieron a los pies de Morales y de la burguesía nativa a la revolución obrera y campesina en Bolivia. Esa farsa de “revolución bolivariana” con la que someten al proletariado uruguayo y brasileño a gobiernos de colaboración con la burguesía, los gobiernos más sirvientes del imperialismo en el continente como son el de Lula y Tabaré Vázquez. Son los que aplican en todos los países, desde Alaska a Tierra del Fuego, la misma política contrarrevolucionaria que impulsa el stalinismo traidor en Chile sometiendo a la clase obrera al régimen cívico-militar y al gobierno de Bachelet.

5. Para los marxistas revolucionarios, para los auténticos leninistas, el grito de guerra es el de la IV Internacional en vida de León Trotsky: “Se acabó la época de los programas nacionales”. La revolución es internacional, y son esas condiciones internacionales las que definen la evolución de los procesos nacionales que, con sus características particulares, tiñen los acontecimientos de cada país.Desde el POI (CI) nos consideramos los organizadores internacionales del proletariado chileno. Contra los impostores que falsifican el leninismo, afirmamos que la revolución obrera en un país es sólo un episodio de la revolución mundial. Somos los trotskistas internacionalistas que afirmamos que la revolución obrera y campesina en nuestras naciones oprimidas de América Latina no son más que un simple episodio o momento de la revolución latinoamericana. Afirmamos que no se puede ni soñar en que podrá sostenerse cualquier triunfo decisivo de ruptura con el imperialismo en nuestras naciones si ello no es el inicio de la revolución latinoamericana que, sin ninguna duda, terminará de definirse en las calles de Washington, Boston o Nueva York con el poderío de clase de nuestros hermanos del proletariado norteamericano. Allí fue donde se definió el combate de las heroicas masas vietnamitas a mediados de los ’70, y hoy, con el despertar de la clase obrera norteamericana, comienza a resolverse allí también el combate de la heroica resistencia iraquí que ya empantanó en las arenas del desierto a las tropas invasoras angloyanquis.Los trotskistas internacionalistas afirmamos que la socialdemocracia en 1914, y el stalinismo en el siglo XX y sus continuadores agrupados en el FSM en el siglo XXI, son los responsables de los retrocesos en la revolución mundial, porque son los que sometieron y someten a la clase obrera de las potencias imperialistas a los estados, regímenes y gobiernos que oprimen a otros pueblos; y los que sometieron y someten al proletariado de los países semicoloniales a sus propias burguesías nativas atada por miles de negocios al capital financiero internacional.

6. Nada podrá comprenderse de los actuales acontecimientos que se dan en nuestro país si no es desde el punto de vista de los acontecimientos de la revolución y la contrarrevolución a nivel mundial y del continente americano en particular. Es que hoy, ser un verdadero patriota nacional de los intereses de la nación chilena sometida al imperialismo, es ser un internacionalista combatiente del proletariado internacional. Contra los patrañeros socialistas nacionales chilenos, afirmamos que el modelo económico impuesto en Chile a sangre y fuego por la dictadura militar y sus continuadores del régimen pinochetista-concertacionista, es el ejemplo que quieren aplicar las transnacionales y el capital financiero asociado a las burguesías nativas en todos los países de nuestro continente. Afirmamos que la economía latinoamericana moldeada por el dominio de las potencias imperialistas y sus negocios, ha imbricado tanto la economía de nuestros países, que la economía de Chile no podría funcionar por más de 48 horas sin el gas y el petróleo de la nación boliviana expoliada hasta su sangre por las petroleras imperialista, y que llegan a nuestro país por los gasoductos de la Repsol, la Shell y la Exxon provenientes de Argentina. Afirmamos que el Mercosur de las transnacionales y las burguesías nativas es una comunidad de negocios que ha creado una interdependencia tal con la división mundial del trabajo impuesta por el imperialismo, que aporta la energía para extraer el cobre chileno que termina en manos de las transnacionales que están reconquistando China de la mano de esos nuevos mandarines sirvientes del imperialismo en que ha devenido la vieja burocracia stalinista maoísta. Afirmamos que el ejército pinochetista ha sido armado hasta los dientes por el imperialismo angloyanqui como premio a su rol de sirviente de la Royal Navy inglesa en la guerra de Malvinas contra Argentina. Declaramos ante nuestros hermanos de clase de Bolivia que la fuerza contrarrevolucionaria que es el ejército chileno hoy es alistada desde la British Petroleum para que, junto a la burguesía fascista de la Medialuna boliviana, parta a la nación del altiplano si fuera necesario para estrangular la revolución obrera y campesina y garantizar la provisión de hidrocarburos –es decir, de energía- para las mismas transnacionales que saquean nuestro cobre, nuestros mares, nuestras tierras.Afirmamos que no son patriotas los que no ponen de pie al proletariado chileno junto al proletariado boliviano para que éste retome el camino de la revolución hoy expropiada por Morales y los demás sirvientes del FSM; los que no combaten contra los planes siniestros de la burguesía nativa chilena, sirviente del TLC y retaguardia decisiva de las fuerzas de la contrarrevolución en el continente americano. Tampoco son patriotas los que no ponen los actuales combates de la juventud y de la clase obrera chilenas como hermanos del levantamiento de los trabajadores norteamericanos contra la guerra imperialista; ni mucho menos lo son los que no llaman a derrotar a las direcciones traidoras que hoy estrangulan la revolución latinoamericana, al igual que llevaran en la década del ‘70 al proletariado de nuestro país a la peor de las derrotas.Somos los trotskistas del POI (CI), la fracción internacionalista que sostiene la continuidad de la IV Internacional. Somos los que no cedimos a la liquidación de nuestro partido mundial fundado en 1938, luego de que los renegados del trotskismo se ubicaran como continuadores del stalinismo cuando éste entregó las conquistas de los estados obreros. Somos los trotskistas internacionalistas que decimos que no hay cordillera que separe la lucha de la clase obrera de los países del Mercosur, del combate del proletariado chileno.Somos los que queremos poner de pie al proletariado en nuestro país, y saldar cuentas con la historia encabezando la segunda revolución chilena que se avecina y que, en su desarrollo, será la única que demolerá a las fuerzas armadas pinochetistas que hoy se alistan contra la Bolivia revolucionaria, y hermanará así nuestra revolución con los obreros y campesinos del Altiplano, derrotando a nuestro régimen y gobierno sirvientes del TLC.

En Chile y en México, las reformas cosméticas a los regímenes bonapartistas ya llegaron tarde, y no lograron impedir el ascenso de masas. Ahora son el Foro Social Mundial y sus representantes los encargados de derrotar desde adentro la lucha de las masas.

7. El actual momento de la lucha de clases en Chile sólo puede comprenderse si se lo analiza desde el punto de vista de la lucha de clases internacional y de la actual división mundial del trabajo. La imposición de la farsa de la “revolución bolivariana” significó la expropiación o el aborto de la lucha revolucionaria y antiimperialista de las masas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina, y la estabilización de la situación en Brasil y Uruguay, logrando fortalecer los gobiernos y regímenes del Mercosur, vale decir, de las transnacionales y sus socios de las burguesías nativas. Allí, los negociados del imperialismo marchan a la perfección, y es donde más se han asentado los gobiernos de frente popular y colaboración de clases y los regímenes lacayos basados en la más feroz estatización de las organizaciones obreras. De esta manera, el imperialismo, las burguesías lacayas y sus sirvientes de las direcciones traidoras agrupadas en el Foro Social Mundial, lograron disciplinar a las masas en aquellos países que en los primeros años del siglo habían sido sacudidos por el crac y la revolución. Pero Chile y México quedaron por fuera de ese proceso. En esos países, como no hubo revoluciones que estrangular o abortar, no hizo falta recurrir a la estafa de la “revolución bolivariana”. Lo que primó en ambos fue una brutal ofensiva colonizadora por parte del imperialismo yanqui, con la imposición de los TLC. Esta “división” es la que pudimos observar durante la última “Cumbre de las Américas” realizada en Mar de Plata en 2005, de la que participara el “amo” Bush. Pero allí quedó claro que tanto en el bloque de los países sometidos al TLC, como en el bloque de los “bolivarianos” del Mercosur, dirigen las mismas transnacionales y el mismo capital financiero imperialista.Hoy, en Chile y México, el ascenso de las masas choca directamente contra dos regímenes totalmente bonapartistas como son el régimen fraudulento del TLC en México y el régimen cívico-militar chileno. Chile y México se han transformado así en los eslabones más débiles de la cadena de dominio imperialista en Latinoamérica, en los países donde el imperialismo tiene debilitado su control. Y esto no es casualidad. En Chile y en México, como subproducto del desvío de la lucha de las masas contra dos regímenes que se les hicieron insoportables –como son el pinochetista de la Constitución del ’80, y el del Priato, respectivamente- el imperialismo y las burguesías lacayas han venido desarrollando procesos “democratizadores” mediante auto-reformas bismarckistasa los mismos, para mostrarlos como “parlamentarios”, “republicanos”, y de esa forma legitimarlos ante las masas, con el fin de imponer la más absoluta dominación y sometimiento de la nación al imperialismo a través de los TLC basándose en regímenes estables que no cargaran con el cuestionamiento de las masas. En Chile, ya el gobierno de Lagos y luego de Bachelet, propiciaron algunos cambios de forma como el que impulsan hoy, de la mano del PC, en el sistema electoral binominal. Mientras que en México, después de décadas de Priato, la burguesía presentaba al régimen del PAN, el PRD y el PRI como la quintaesencia de la democracia. Pero aquí se da la ley marxista de que el imperialismo es reacción en toda la línea. Así, cuanto más se ataba a México y Chile con las dobles cadenas del TLC al imperialismo, más y más lo que vino no fue “más democracia” sino regímenes y gobiernos más bonapartistas, más represores, lacayos y antiobreros todavía.

8. Es que para saquear nuestras naciones, los monopolios necesitan siempre imponer el gobierno más fuerte y autoritario que puedan. El redoblado dominio imperialista significa entonces en Chile, no “más democracia” sino más pinochetismo en el gobierno de Bachelet, más persecución, represión y cárcel a los que luchan, tal como lo sienten y sufren las masas que entran al combate. Y en México, significa un fraude escandaloso realizado por el gobierno del PAN que resultó ser tan fraudulento y entreguista como el PRI, y el envío de las fuerzas armadas y de la policía mexicanas, para intentar aplastar a sangre y fuego el glorioso levantamiento de los Comuneros de Oaxaca.
A este régimen cívico-militar pinochetista, con el dictador Pinochet ya muerto, velado con honores en el Colegio Militar y legándole a su descendencia las fortunas que acumuló a costa de la sangre y la miseria del pueblo, el PC quiere maquillarlo haciéndole una cosmetología barata -cada vez menos creída por las masas de Chile- queriendo hacerles creer a los explotados que con una reforma electoral y el ingreso de 4 o 5 de sus diputados y senadores al parlamento, puede cambiar la esencia de las cosas.
Como el telón que se abre en una obra de teatro, este fraude antidemocrático se develó a la muerte del dictador Pinochet, velado en el Colegio Militar con la presencia de la Ministra de Defensa y con declaraciones de comandantes en jefes de las fuerzas armadas anunciando su respeto a la “reconciliación de los chilenos y a la democracia”. Mientras Bachelet, a su vez, anunciaba que seguía buscando “la reconciliación de los chilenos”, el PC organizaba una fiesta por la muerte de Pinochet. Sin embargo, esa “fiesta” se vio sorprendida por la irrupción de miles de jóvenes que, lejos de festejar, rodearon la Moneda, incendiaron la Alameda, levantaron barricadas y comenzaron durísimos enfrentamientos con los pacos. Pero a esa irrupción espontánea de odio de las masas le ha faltado una dirección revolucionaria que les marque a éstas que el verdadero enemigo, el que protege a esa casta de oficiales asesina del corrupto ejército chileno, es el gobierno de la “Concertación” de Bachelet. El PC quiere hacerles creer a las masas que entran al combate, que la alternativa es “pinochetismo” versus “anti-pinochetismo”, para así someter a las masas al gobierno que sostiene la continuidad del pinochetismo expresado en un verdadero régimen cívico-militar.

9. Pero estos nuevos intentos auto-reformadores de los regímenes mexicano y chileno, odiados por las masas, ya han llegado tarde en la historia. A ambos los ha sorprendido un poderoso ascenso obrero, campesino y popular.
El gobierno de Bush, que comandó y comanda las guerras contrarrevolucionarias contra los explotados del mundo, como en Afganistán y en Irak, ya no es el que era. Las tropas imperialistas están enterradas en el pantano de Irak, jaqueadas por la heroica resistencia de las masas. El estado de Israel y su ejército genocida fueron derrotados por las masas palestinas y los explotados del sur del Líbano, debiendo huir el sionismo asesino de forma humillante. El régimen de los Republicratas (del Partido Demócrata y el Republicano) en Estados Unidos intenta sostener la enorme crisis gubernamental provocada por el despertar de la clase obrera norteamericana y la resistencia iraquí, anticipándose a un verdadero escenario Vietnam, con una oleada pacifista preventiva al interior de Estados Unidos que les permita controlar, subordinándolos a los carniceros imperialistas del Partido Demócrata, a los obreros que entran en lucha contra la guerra y contra la pérdida de sus conquistas, y pactar con las burguesías siria e iraní para garantizar una salida ordenada del pantano iraquí. Como siempre que el imperialismo pacta con las burguesías nativas, la moneda de cambio será y ya está siendo la sangre de los explotados: lo que se prepara con Bush anunciando el envío de nuevos contingentes de tropas de ocupación, es una nueva masacre a gran escala contra la resistencia al estilo de lo que hicieran ayer en Fallujah, para así organizar una retirada ordenada una vez que los “guardianes de la revolución” iraníes hayan desarmado a las milicias chiítas y una vez que la burguesía siria haya garantizado el desabastecimiento de armas de las masas sunnitas de la resistencia.
Esta situación coyuntural del comando de las fuerzas imperialistas yanquis, golpeadas por la resistencia iraquí y el despertar de la clase obrera norteamericana, no podía menos que debilitar y dejar con un sostén más débil a los gobiernos y regímenes cipayos del TLC, en momentos de una enorme expansión del ciclo de negocios de las burguesías nativas que exportan para las transnacionales que han relocalizado su producción en China. La subida del valor del cobre entonces, moldeada por estas condiciones de la división mundial del trabajo; el debilitamiento momentáneo del gobierno de EE.UU. provocado por el empantamiento de sus tropas a manos de la heroica resistencia iraquí, debilitaron enormemente al régimen del TLC y crearon las condiciones para esta irrupción generalizada de los trabajadores y la juventud chilenos.
Bajo estas condiciones internacionales se han creado las condiciones objetivas de esta situación pre-revolucionaria en Chile. Por esas brechas se coló asimismo en México la gloriosa comuna obrera y campesina de Oaxaca, que está ubicada en la trinchera de enfrente del PRD y del stalinismo que lo sostiene, con su fantochada de “gobierno paralelo” y de “asambleas por la democracia”, que no han movido un dedo y son cómplices de la brutal represión contra los comuneros que son hoy la vanguardia de la lucha del proletariado mexicano contra el régimen y el gobierno del fraude y del TLC. Así, mientras la más feroz represión golpeaba desde afuera a los comuneros de Oaxaca con muertos y centenares de presos, desde adentro el zapatismo le imponía a la APPO “ir más despacio, como ellos”, no desarrollar ni extender su milicia y su asamblea obrera y campesina a todo México. Y recién ahora, cuando ya hay cientos de presos, desaparecidos y decenas de muertos, aparecen en Oaxaca los “demócratas” seguidores de López Obrador y del stalinismo mexicano a “luchar por los derechos humanos”.
Podemos afirmar entonces que, a causa de los golpes recibidos por las tropas invasoras a manos de la heroica resistencia iraquí que dejó gravemente en crisis al estado mayor de la contrarrevolución imperialista, llegaron tarde las reformas cosméticas de los regímenes del TLC de México y Chile, cuestión que permitió una irrupción previa del movimiento de masas. Pero también debemos afirmar que cuando el régimen yanqui de los “Republicratas” viene de fortalecerse y obtener un triunfo, el Foro Social Mundial ha volcado toda sus fuerzas para impedir, desde adentro de la movilización revolucionaria de las masas y sus organizaciones, actuando como quintacolumna, que las situaciones pre-revolucionarias abiertas en Chile y México se transformen en el inicio de nuevas revoluciones como fueran la revolución ecuatoriana, argentina y boliviana que ayer golpearan a todo el continente americano. El accionar de las direcciones contrarrevolucionarias que las masas tienen a su frente, y la crisis de dirección revolucionaria del proletariado, puede terminar por transformar estas situaciones pre-revolucionarias abiertas en su opuesto, es decir, en situaciones no revolucionarias o contrarrevolucionarias.
Pero por más golpes parciales que sufran las masas, la definición del curso de esas situaciones pre-revolucionarias no será inmediata, porque la clase obrera y los explotados golpearon primero dejando en graves crisis a los regímenes y gobiernos. Esto nos da a los trotskistas internacionalistas un tiempo suplementario en nuestra lucha por poner en pie direcciones revolucionarias de las masas en lucha, derrotando a los que hoy estrangulan a cada paso su combate.

10. Como ya dijimos, luego de que las tropas yanquis quedaran empantanadas en Irak, el centro del capital financiero internacional ha montado una clara política de contención y de pactos con las burguesías nativas para impedir que la resistencia iraquí transforme la guerra nacional anticolonial en el inicio de la revolución en Irak, y que el regreso a Estados Unidos de tropas imperialistas derrotadas confluya con el despertar de la clase obrera norteamericana, agitando el fantasma de un ascenso revolucionario en el corazón mismo de esa potencia imperialista.
Este plan de los “Republicratas” cuenta con el visto bueno del resto de las potencias imperialistas que se reparten enormes negocios en el dominio y saqueo del mundo, después de haber reconquistado para el mercado mundial a los ex estados obreros entregados a la restauración capitalista por la burocracia stalinista, hoy devenida en burguesía. Así, las burguesías imperialistas europeas ya alistan gobiernos de colaboración de clases en Italia y en Francia para que sean éstos lo que pasen contra las masas los ataques y destrucción de conquistas que los gobiernos de Berlusconi y Chirac no pudieron hacerles pasar. Al mismo tiempo, el imperialismo se apoya más y más en las burguesías nativas y en los traidores del Foro Social Mundial para tener asfixiada y controlada a la revolución latinoamericana, y así quedar con las manos libres para pactar con las burguesías nativas en Medio Oriente, como ya lo hace con Al Fatah con el objetivo de crear una guerra fratricida del pueblo palestino; con Hizbollah, para incorporarlo a los negocios de la reconstrucción de un Líbano destruido luego de la derrota del ejército genocida del Estado sionista-fascista de Israel, y para cercar desde adentro y desde afuera, con las burguesías siria e iraní y con la burguesía sunnita y chiíta del protectorado iraquí, a la heroica resistencia de las masas.
Esta nueva política que impone el estado mayor del capital financiero bajo el mando de los “Republicratas”, mientras sostiene con todas sus fuerzas al gobierno del genocida Bush aún en crisis, busca transformar la derrota del ejército sionista y asesino del Estado de Israel a manos de las masas palestinas del sur del Líbano, en una derrota de las masas palestinas en Gaza y Cisjordania. Busca transformar el heroico atalonamiento de las masas iraquíes, en una nueva carnicería y genocidio en Irak. Busca imponerle los peores ataques a sus conquistas y nivel de vida a la clase obrera de los países imperialistas europeos, y mientras en América Latina mantiene encorsetada a la revolución obrera y campesina con la farsa de la “revolución bolivariana”, busca impedir que el proletariado norteamericano entre en lucha política de masas, sometiéndolo al partido de los Demócratas imperialistas.
Esta nueva política defensiva-ofensiva de las potencias imperialistas –impuesta a partir de la crisis del gobierno genocida de Bush, probada por el empantanamiento de su ofensiva contrarrevolucionaria en Irak y contra las masas de Medio Oriente- se asienta en un enorme ciclo de negocios, luego del crac y la crisis económica mundial que, desde 1997 a 2001, golpeara a todo el planeta. Este ciclo de negocios está sostenido en la restauración capitalista en los ex estados obreros que, como nuevos mercados y proveedores de materias primas y mano de obra barata, entraron al mercado mundial capitalista, y en la superexplotación de la clase obrera mundial, incluida la de la clase obrera de los países imperialistas a la que se le hunde el salario mediante la relocalización de las transnacionales en China, en Asia y América Latina, e incorporando de esos mercados a la mano de obra más barata del planeta.

11. Toda la política mundial se ha alistado entonces bajo este plan de las potencias imperialistas y de las camarillas del gran capital financiero yanqui organizadas alrededor de una comisión del parlamento Republicano-Demócrata que es el verdadero sostén del gobierno en crisis del asesino Bush. En la mira de esta ofensiva contrarrevolucionaria está la derrota definitiva que preparan con la consumación de la restauración capitalista en Cuba. Allí viajó una delegación norteamericana de alto nivel para definir quién será el sucesor del enfermo Fidel Castro. Pero sobre todo, han definido que será la burocracia restauracionista cubana la encabezará la restauración capitalista en la isla, y un programa de levantamiento del bloqueo para que el imperialismo yanqui no quede por fuera de los jugosos negocios que las potencias imperialistas europeas realizan con la burocracia cubana.
Nuevas trampas y traiciones se preparan contra las masas palestinas, los combatientes de la resistencia iraquí y de todo Medio Oriente.
Las aristocracias y burocracias obreras de Estados Unidos, Francia, y demás potencias imperialistas ya planifican nuevos engaños y traiciones contra el proletariado de esos países. Preparan también nuevos golpes decisivos de los gobiernos cipayos y proimperialistas de las trasnacionales asociadas con las burguesías nativas, contra los combates de las masas latinoamericanas.
De la misma manera que lo están haciendo con las puñaladas por la espalda propinadas a los Comuneros de Oaxaca, en Chile, no sólo el stalinismo con su pérfida política, sino también ahora del populismo y el neo-mirismo que intentan desviar la radicalización de las masas, preparan nuevos callejones sin salida para la lucha de la clase obrera y los explotados de ese país.

12. Hoy, como nunca antes, el destino del proceso pre-revolucionario que ha comenzado en Chile depende no sólo de la indispensable derrota de las direcciones colaboracionistas del movimiento obrero y estudiantil, único camino para coordinar y centralizar la ofensiva de masas y avanzar en la preparación de la huelga general política que demuela al régimen infame, sino que también depende, de forma decisiva, del resultado de los enormes combates de clase que están en ciernes a nivel internacional y de que éstos logren o no derrotar estas nuevas políticas contrarrevolucionarias de las potencias imperialistas, las burguesías nacionales y las direcciones traidoras que les hacen de sostén. La suerte del proceso pre-revolucionario que se vive en Chile se define y se definirá entonces en la arena de la lucha de clases del continente y a nivel mundial.
Es bajo estas condiciones que los trotskistas internacionalistas redoblaremos nuestras fuerzas para que en Chile las masas tengan la dirección que se merecen, y para estar a la altura no sólo de sus heroicos combates, sino de desmontar las enormes traiciones que sus direcciones actuales preparan contra ellas.

CAPITULO 2

El carácter de la situación pre-revolucionaria en Chile, a la luz de las lecciones del ensayo general revolucionario de 1973

Chile, un país atado con dobles cadenas al imperialismo por el TLC y transformado prácticamente en monoproductor de cobre. El servilismo de la burguesía nativa

13. La imposición del TLC ató a Chile con dobles y triples cadenas al imperialismo, imponiendo un régimen de coloniaje, y moldeando a Chile según sus necesidades para integrarlo a la nueva división mundial del trabajo que el imperialismo impuso luego de cerrar la crisis económica y financiera mundial que había estallado en 1997 descargando su costo sobre las masas explotadas del planeta y poniendo fin, mediante guerras de coloniaje y golpes contrarrevolucionarios en Medio Oriente, y política de colaboración de clases en América Latina, ese “ensayo general revolucionario” del mundo semicolonial que vivimos en el primer lustro del siglo XXI.
El TLC terminó por ubicar a Chile como un país prácticamente monoproductor de cobre –cuyo precio en el mercado mundial subió históricamente en los últimos años- como proveedor de dicho mineral al mercado mundial y sobre todo, a las voraces transnacionales imperialistas instaladas en China, país que es el principal consumidor mundial del metal rojo. La burguesía chilena tiene ya comprometida con el mercado chino la producción de cobre por diez años.
Esta situación ha determinado, por un lado, enormes ganancias para la burguesía y la continuidad de un nuevo ciclo de negocios y de crecimiento del país. Pero el precio es una altísima dependencia del cobre y en particular, de su exportación a China, a lo que se suma el hecho de que Chile es dependiente de la importación de gas y petróleo.
Chile, orientado con el TLC al comercio del Asia-Pacífico, sometido con dobles cadenas al imperialismo yanqui, a los imperialismos europeos y al imperialismo japonés, necesita del Atlántico, es decir, de las trasnacionales y las burguesías nativas del MERCOSUR, y también de Bolivia, para garantizarse la provisión del gas y el petróleo que no posee, para poder sacar su producción. La burguesía chilena negocia con el MERCOSUR la provisión de la energía que necesita para garantizar su sociedad con el imperialismo norteamericano en sus negocios en el Asia-Pacífico.

14. Este último problema, la burguesía necesita solucionarlo a como dé lugar, antes de que los recortes de gas de Argentina que han ido en aumento, lleguen a tal punto que paralicen las faenas mineras. Por ello, en primer lugar, intentará hacerles pagar a los obreros y los explotados el costo de tener que pagar más caro por la energía para poder garantizar la producción de cobre ya comprometida y vendida
Lo más seguro es que antes que todo, incluso antes de ir a una aventura militar sobre la media luna oriental boliviana, intentará descargar todo el peso de esa crisis sobre las masas. Así hoy el gobierno de Bachelet pretende eliminar las indemnizaciones legales de años de servicio, flexibilizar aún más el trabajo precarizado, subir el precio del gas para el consumo doméstico.
Sin embargo, el problema que tiene es que hoy, cuando las masas se encuentran en plena fase de lucha política de masas, nuevos ataques lanzados y nuevas penurias impuestas, pueden terminar potenciando y dando un enorme impulso a su lucha contra el régimen de oprobio.
Todo esto en momentos en que todavía existe incertidumbre alrededor de quien se apodera definitivamente de las grandes reservas de gas y petróleo que se encuentran en la Medialuna oriental boliviana.
La burguesía chilena en aras de asegurarle dichas reservas a la British Petróleum y quedarse con el porcentaje de gas que necesita para darle continuidad a los negocios del cobre, se debate entre ponerse a la cabeza de una aventura militar con su ejército equipado -por el imperialismo anglo yanqui- con la más alta tecnología bélica de Latinoamérica, en el caso de los pinochetistas ortodoxos, o primero intentar pactar con Evo Morales y Quiroga la política de “gas por mar”, que es el sueño deseado de Bachelet y la Concertación. Y mientras tanto, sigue negociando con Repsol y Kirchner la provisión de gas y petróleo desde Argentina.
Eso mientras la Total Fina - el imperialismo francés - junto a su testaferro Petrobras en sociedad con la Repsol del imperialismo español y PDVSA de Venezuela, no se han quedado de brazos cruzados y vienen de hacer un gigantesco operativo militar conjunto entre los ejércitos: brasileño, venezolano, argentino y paraguayo, en el cual “rescatan a un país Beta, invadido por el ejército de un país Alfa”, vale decir, a la media luna oriental boliviana invadida por el ejército chileno, o sea la Total Fina arrebatándole a la British Petróleum el botín del gas y petróleo, lo que junto al plan de Chávez y Morales de construir bases militares en territorio boliviano fronterizo con Chile, refleja el brutal crispamiento de las disputas interimperialistas en la zona.
Las transnacionales imperialistas y sus socios menores de la burguesía chilena no dudarán en recurrir, si fuera necesario, a la partición de Bolivia y a una guerra fratricida, para garantizarse la provisión de energía necesaria para extraer el cobre. La lacaya burguesía chilena sabe que le va la vida en ello, puesto que sus ganancias están atadas a la venta de cobre a China, y es perfectamente consciente de que este “boom” y el alto precio del cobre no serán eternos, y quiere llenarse los bolsillos ahora, antes de que el “gigante chino” sea sacudido por un crac económico o por un embate del proletariado asiático, que derrumbe el alto precio histórico del cobre, y termine arrastrando con él al Chile monoproductor a la crisis y la catástrofe.

15. Estos hechos de la lucha de clases más las brutales disputas interimperialistas, es lo que está determinando la situación política de Chile, ya que sin duda las contradicciones que engendran los TLCs con el imperialismo, por la vía de volver insoportable la situación de los explotados y dividir a la burguesía nativa, están catapultando la lucha de las masas.
Es que no hay dudas de que las masas están respondiendo a la recolonización que implantó el TLC, ya que si bien la economía chilena atraviesa por un ciclo de crecimiento, aquel sólo ha significado el enriquecimiento de las transnacionales que son dueñas de los principales sectores de la economía chilena y de la patronal nacional ligada a éstas, puesto que se basa en niveles infrahumanos de explotación, en la crisis social sin precedentes que ha descargado sobre las masas, caracterizada por los salarios de hambre, la cesantía, la esclavitud y una represión descomunal.
El sistema laboral de subcontratación impuesto a más de la mitad de los trabajadores del país, ha significado una rebaja salarial y condiciones de explotación nunca antes vistas, la cesantía de más del 10% que ha permanecido en el tiempo es un chantaje para seguir bajando los salarios, los derechos básicos como la educación, salud y vivienda continúan privatizados, las principales riquezas naturales del país en manos de transnacionales… todo eso que se concentra en el status de colonia que tiene Chile luego de la firma del TLC con el imperialismo yanqui, europeo, japonés y los monopolios imperialistas instalados en China.
Esa situación que había ubicado a Chile en los últimos años como un eslabón fuerte de la cadena de dominio imperialista en América Latina, es la que ha comenzado a colapsar bajo los golpes de la persistente tendencia al ascenso de la clase obrera y los explotados, como se ha manifestado en las luchas de los mineros de empresas contratistas de Codelco, la rebelión de los secundarios, en las decenas y decenas de luchas que se han venido desarrollando como la huelga de los obreros salmoneros, de los mineros de La Escondida, de los profesores, de los trabajadores de la salud, de los empleados fiscales, etc.
En esta tendencia al ascenso obrero y estudiantil, las masas luchan contra los pilares del régimen pinochetista-concertacionista de la Constitución del ’80, contra el régimen del TLC. Su lucha es contra las transnacionales que obtienen superganancias a costa de su sudor. Ante el superávit fiscal histórico que ha provocado el elevado precio del cobre, intentan imponerle al gobierno de Bachelet la “redistribución” que prometió en la campaña electoral. Las masas luchan por volver a conquistar el derecho a trabajo, vivienda, salud y a la educación pública y gratuita.
Como símbolo de todo esto está la consigna de los estudiantes secundarios en su rebelión de mayo y junio de este año: “¡el cobre por el cielo, la educación por el suelo!”, la huelga de los mineros de La Escondida en agosto pasado por aumento salarial y bonos en función de las ganancias de la minera imperialista, la huelga que se avecina de los mineros de planta de Codelco por esa misma demanda junto a los mineros de empresas contratistas que volverán a poner sobre la mesa la demanda de: a igual trabajo, igual salario e iguales condiciones laborales, etc., plantean la urgente necesidad de que la clase obrera y el pueblo pobre de nuestro país tome en sus manos la consigna motora de la revolución boliviana de “¡Fuera los gringos, nacionalización ya de los hidrocarburos!”, es decir, la lucha por la renacionalización sin pago y bajo control obrero del cobre.

La clase obrera chilena ya tuvo un ensayo general revolucionarioen la revolución de 1973 y un auge proletario estrangulado por el stalinismo en sus variantes reformistay ultraizquierdista, en 1982-86.Para intervenir correctamente en la situación pre-revolucionariaactual: sacar lecciones de esos heroicos y durísimos combates

16. Como diría Trotsky, las masas no entran a la revolución con un libro bajo el brazo, y por supuesto que no lo han hecho en esta situación pre-revolucionaria que se ha abierto en Chile. Pero sin saberlo aún –por causa de la crisis de dirección revolucionaria-, sin percatarse en su conciencia de que en esta situación pre-revolucionaria están sentando las bases para la apertura de la segunda revolución chilena, el proletariado y los explotados, sobre la base de su propia experiencia y motorizados por sus padecimientos inauditos, embisten una y otra vez contra los enemigos que sí distinguen con total claridad: el régimen pinochetista, el gobierno de Bachelet, y el Partido Comunista, es decir, el stalinismo, el gran estrangulador de los combates del proletariado en la historia del siglo XX.
Como planteaba Lenin, la revolución de Octubre de 1917 en Rusia había tenido antes su ensayo general: la extraordinaria experiencia de la revolución de 1905, que fuera derrotada. El proletariado chileno ya tuvo su ensayo general revolucionario en 1973. Frente al gobierno nacionalista burgués y de colaboración de clases de Allende y la Unidad Popular (UP), la clase obrera chilena puso en pie, en aquellos años, los Cordones Industriales que tendieron a armarse, y que pusieron bajo su control vastos sectores de la industria y el tránsito de las mercancías, y que establecieron un verdadero régimen de doble poder que descompuso a pasos acelerados el estado burgués.
Justamente para aplastar estos organismos de doble poder y autodeterminación de las masas es que el asesino Pinochet – que según Allende, Fidel Castro y Corvalán del PC era en aquellos años un militar “patriota”, al que pusieron como comandante en jefe del ejército y luego al frente del Gabinete de Seguridad Nacional - monitoreado por la ITT, organizó su golpe contrarrevolucionario, su korniloviada.
En aquel ensayo general revolucionario de 1973 las masas dieron todo de sí y pusieron en pie los organismos de poder obrero. Lo que faltó fue un partido revolucionario insurreccionalista que llevara a los explotados al poder. La “vía pacifica al socialismo” de Fidel Castro y el stalinismo, seguida también por el propio MIR, impidió que los obreros revolucionarios de los Cordones Industriales se ganaran a la base del ejército, a los soldados rasos que en Viña del Mar y Talcahuano se sublevaban en los buques de la Marina y en los cuarteles, denunciando la asonada golpista.
Las corrientes populistas que, como el FPMR, no sacan ninguna lección y demuestran no haber aprendido nada de ese enorme ensayo general revolucionario, plantean, de forma mesiánica, que serán ellos los que defenderán a la clase obrera y al pueblo frente a los inevitables ataques armados del fascismo y la contrarrevolución que vendrán ante nuevos saltos hacia adelante en el combate de las masas explotadas. Porque la experiencia de 1973 demuestra que lo que faltó fue una dirección revolucionaria que desde los Cordones Industriales, organizara, extendiera, desarrollara y centralizara una milicia obrera en todo Chile como brazo armado de dichos Cordones; que lanzara una ofensiva para poner en pie los comités de soldados que con sus armas engrosaran los organismos de doble poder, desintegrando al ejército burgués, y así preparar la insurrección triunfante. Demostró que en momentos graves de crisis revolucionarias se desarrolla una carrera de velocidad entre el fascismo y las fuerzas de la revolución por ver quién se gana a la base del ejército, sus soldados rasos, tal cual definiera Lenin.
El mesianismo pequeñoburgués de la dirección del FPMR ya demostró su total fracaso para fases ofensivas de la lucha de las masas a las que los partidos-ejércitos han enchalecado, sometido y llevado a un callejón sin salida, como lo demuestra toda la experiencia histórica.
Así, en 1973, un frente del PC-PS-MIR sometió al proletariado a la burguesía nacional y a la estafa de su “vía pacífica al socialismo”. Esas direcciones impidieron el desarrollo de los cordones industriales y su armamento generalizado, se negaron a trabajar sobre la base del ejército para dividirlo, y sometieron al proletariado a la burguesía. El gobierno de colaboración de clases de la UP –es decir, el PS, el PC, el Partido Radical y también el MIR- se negaba a expropiar a la burguesía, hundiendo así en la ruina a las clases medias. Fue esa negativa a expropiar a la burguesía para poder satisfacer sus reclamos la que empujó a las clases medias arruinadas y desesperadas masivamente a las filas golpistas. Mientras las viejas momias de los barrios altos de Santiago organizaban fiestas e invitaban a los soldados para ganarse a la base del ejército para el golpe pinochetista, el PS y el PC llamaban a confiar en los militares “patriotas” y ponían al asesino Pinochet al comando del ejército y en el Gabinete de Seguridad Nacional.
El MIR, por su parte, organizaba los “Comandos comunales”, organizaciones paralelas a los cordones industriales que controlaban las fábricas, el tránsito de mercancías y el abastecimiento; es decir, creaba una organización propia separada de las organizaciones reales de la clase obrera que eran los cordones industriales. Por su parte, el PC actuaba como guardia de choque para disolver los cordones industriales y para que éstos se sometieran a la dirección reformista de la CUT. Es que todas las variantes stalinistas –ya sea clásicas, o populistas- fueron y son enemigas de los organismos de autodeterminación, democracia directa y armamento de los explotados para la toma del poder. Así, la clase obrera chilena, a causa de la abierta traición de su dirección, no pudo hacerse del poder, y su gloriosa experiencia terminó trágicamente en un baño de sangre a manos de la dictadura pinochetista.

El ascenso obrero y estudiantil golpea al plexo del deslegitimado y odiado régimen cívico-militar pinochetista-concertacionista, y al gobierno de Bachelet

17. La persistente y testaruda tendencia al ascenso obrero y de masas, como dijimos, se desarrolló antes de que el régimen pinochetista-concertacionista hubiera podido completar su proceso bismarckista de reformas cosméticas para pintarse de “democrático”.
Por eso, la burguesía y Bachelet saben que aunque terminen de llevar a cabo la reforma al sistema electoral -con la cual pretende consumar el lavado de cara al régimen pinochetista para mostrar un régimen “parlamentario” y así desviar la lucha de las masas-, les será difícil poner en pie una nueva mediación de contención ante futuros combates ofensivos de masas, ya que Bachelet y su “nuevo” régimen “democrático” no darán a las masas el pan, el trabajo, los salarios dignos, la tierra, la libertad de los presos políticos, la educación, la vivienda, etc.
Como botón de muestra están las migajas que entregará en el “gasto social” 2007, que ni siquiera son capaces de entregarles a los profesores un reajuste salarial real del 10%, de concederle a los trabajadores de la salud un reajuste salarial del 15% y pasarlos a todos a planta permanente, etc.
Es al régimen a quien enfrenta directamente la lucha de las masas. Las decenas de luchas tienden a abandonar el carácter sindical parcial y se elevan rápidamente al terreno político y ni las negociaciones, el parlamento, el ministerio del trabajo, ni los “Consejos Asesores” de Bachelet, pueden paralizarlas por mucho tiempo, porque a los ojos de las masas las instituciones del régimen están desprestigiadas.
La oleada de lucha de los funcionarios estatales, junto a los estudiantes secundarios que desde agosto iniciaron el segundo capitulo de su rebelión estudiantil con múltiples luchas que recorrieron el país con paros, marchas, enfrentamientos con los pacos represores, etc., para terminar con las tomas de los colegios más emblemáticos de Santiago y de otras regiones del país, más la movilización que generalizada con la que nuevamente amenazan los mineros de empresas contratistas de Codelco, son claras muestras de esto.
Como ya dijimos, el de Bachelet es el gobierno más a la izquierda que puede dar el régimen cívico-militar pinochetista-concertacionista chileno, un régimen podridamente bonapartista y blindado. Los tránsfugas de la dirección del PC quieren hacerles creer a las masas que con reformas democráticas, ese régimen infame puede ser “mejor”. ¡Mentira, mentira! El régimen es cívico y militar porque la casta de oficiales de las fuerzas armadas es la verdadera burguesía nacional chilena que en años de pinochetismo acaparó una de las partes más grande de los negocios del cobre. Es esa casta de oficiales burguesa y asesina la que se queda con el valor del 10% de toda la producción del cobre, la que controla toda la importación y exportación de Chile, que cuenta con puestos en la gerencia general de Codelco, la que cobra comisiones por cada fusil o arma de última tecnología que compra para su aparato militar.
A esto ya lo han comprendido, en su carne y en su sangre, las heroicas masas explotadas de Chile, y por ello, saben que ninguna de sus demandas será cumplida si no se derrota en las calles y con lucha revolucionaria a este régimen asesino de oprobio y entrega.

18. Esa es la razón por la que afirmamos que en Chile estamos asistiendo al final del régimen de las auto-reformas bismarckistas que ha sido comandado por más de 16 años por la Concertación. Es que hoy Bachelet se encuentra frente a la siguiente disyuntiva: o impone la ultima de sus auto reformas cosméticas con el cambio del sistema electoral-binominal por uno “proporcional y no excluyente” (que es como lo han bautizado todos los reformistas sostenedores del régimen anti obrero), cuestión que al legitimar el régimen les permitiría -al menos por un tiempo- contener a las masas; o la energía pujante de las masas puede terminar finalmente desatando el inicio de la revolución proletaria que termine reduciendo a escombros y cenizas el régimen pinochetista-concertacionista que las llena de odio e ira.
En el presente son cuatro los pilares que sostienen al régimen pinochetista-concertacionista: el primero son el “Parlamento Social y Político” y el Consejo Asesor Presidencial para la educación; el segundo, el alto precio histórico de la libra de cobre en el mercado mundial, que ha servido para que Bachelet pueda seguir utilizando fraseología “democrática”, “ciudadana”, “socialista” y haciendo reformas sociales de segundo o tercer orden que son las migajas que entre anuncios rimbombantes ha entregado los últimos días; tercero, el incondicional apoyo del imperialismo anglo–yanqui; finalmente el aparato policiaco y militar que se mantiene intacto y es un verdadero partido mantenido como una de las principales instituciones del régimen (de hecho de allí proviene su carácter cívico-militar), de hecho además de la “Ley reservada del cobre” –que les garantiza un 10% de las ventas de CODELCO- que hará que por lo recaudado en 2006 las FF.AA. reciban alrededor de 1100 millones de dólares (así por ejemplo de 2001 hasta 2005 recibieron un promedio anual de 422, 8 millones de dólares, como dice “La Tercera” del 7 de enero), éstas recibirán como aporte fiscal para defensa, 1.987 millones de dólares adicionales. Así esta política corporativa hacia las FF.AA. que impuso la dictadura pinochetista a sangre y fuego, y que ha sido respetada por todos los gobiernos de la Concertación, a pesar del anuncio pomposo de Bachelet de derogar la “Ley reservada del cobre”, seguirá manteniéndose intacta, y son los propios comandantes en jefe quienes lo aseguran, pues dicha “derogación” no dañará el presupuesto constitucional para las FF.AA. lo que les permitirá consumar el proceso de modernización de las mismas con sus planes: Azul (para fortalecer la fuerza aérea), Tridente (para fortalecer a la marina) y Alcazar (para el ejército).

Las demandas motoras del actual ascenso de masas

19. Las demandas motoras que empujan este ascenso de masas que ha comenzado, no son otras que la lucha por el fin de la esclavitud obrera, por el fin de las 2800 horas/hombre promedio al año que trabajan los obreros chilenos; por el fin de la esclavitud, de la flexibilización laboral y de las leyes esclavizadoras de subcontratación, con las que la han transformado en una de las clases obreras más explotadas del mundo. La demanda motora de este ascenso es la pelea por ponerle fin a la explotación de una patronal que es sostenida por las bayonetas del ejército pinochetista y su banda de hombres armados, y que impuso a sangre y fuego la pérdida de toda conquista del proletariado chileno.
El fuego que calienta la caldera de la irrupción de masas es que el precio del cobre está por el cielo, y los salarios, la educación y la salud de los explotados, por el suelo. La consigna “El cobre para los chilenos” retoma la demanda de “el petróleo y el gas para los bolivianos”: se hermanan así definitivamente la revolución boliviana con el ascenso pre-revolucionario que se ha iniciado en Chile. El combate por la educación pública, gratuita y laica es un combate democrático-revolucionario por excelencia de los explotados de Chile. La juventud estudiantil que toma colegios y ha ganado las calles en una verdadera rebelión generalizada, pone sobre el tapete el combate contra la educación más retrógrada y antiobrera de América Latina. La consigna que lo expresa es “¡Educación primero: para el hijo del obrero, educación después: para el hijo del burgués!”. El despertar del movimiento de los campesinos pobres, en su mayoría de origen mapuche, en lucha por la tierra, enfrenta directamente a las transnacionales forestales y propietarias de centrales hidroeléctricas del TLC, y a los patrones de fundo que tienen su propio ejército privado.
Así, las demandas democrático-revolucionarias estructurales, de reforma agraria, de expropiación del latifundio, de educación pública y gratuita, se combinan en la única solución posible que es la ruptura con el imperialismo y la demolición del régimen cívico-militar que sostiene contra viento y marea los intereses de los explotadores.
Con la irrupción del proletariado chileno queda demostrado quién es el único que podrá resolver las demandas de todos los sectores explotados de la sociedad chilena, quién podrá encabezar su combate y llevarlo al triunfo: la clase obrera, la única clase que en la ciudad y en el campo produce la riqueza nacional; la que permite que funcionen los bancos; la que extrae el cobre de las minas; la que desembarca los buques y hace funcionar los puertos, la que mueve las máquinas. En definitiva, la clase que por su rol en la producción es la encargada de cumplir su destino histórico de expropiar a los expropiadores para permitir la liberación de todas las clases y sectores de clases oprimidos y explotados.
Es el ingreso del proletariado –el sujeto social revolucionario- en operaciones de combate, el que da vida e incendia la pradera con la chispa que encendiera la juventud rebelde chilena. Es el proletariado también el encargado de terminar con la miseria y con el despojo del pequeño productor agrícola arruinado y del campesinado sin tierra.
Una santa alianza de burgueses, reformistas, oportunistas y stalinistas de todo pelaje y color, de anarquistas y renegados del trotskismo se ha puesto de pie en Chile para levantar un muro que impida la centralización de los combates actuales, y para poner en pie el muro más grave, más cínico y traidor, que es el que interponen las direcciones reformistas entre la acción de las masas y su conciencia. Es la santa alianza de los que le dicen a la clase obrera chilena que es “débil”, que necesita de los burgueses “progresistas” y “democráticos” y de algún “militar patriota”. Es la santa alianza que tira tierra a los ojos de los obreros para ocultarles que son los 42.000 mineros del cobre los que con su sangre, sus pulmones y sus huesos dejados en las minas, producen el 70% del PIB de Chile, cobre que hoy es vendido a las transnacionales que recolonizan China aprovechando su mano de obra esclava entregada a la esclavitud capitalista por la burocracia stalinista-maoista y su partido-ejército, devenida en nueva clase explotadora del martirizado pueblo chino.
Por su rol en la producción, por el ciclo de negocios actual de la burguesía, hoy el proletariado chileno es fuerte, es amo y señor. Pero son las direcciones reformistas las que mil y una veces quieren ponerlo de rodillas ante sus explotadores, las que quieren que cambien sus demandas inmediatas e históricas por los espejitos de colores de las reformas cosméticas seudodemocráticas de un régimen infame y asesino al que los traidores stalinistas chilenos a cada paso intentan maquillar de “progresista”.

Al inicio de la situación pre-revolucionaria, el combate decisivo de los revolucionariospor poner en pie los organismos de autodeterminación y coordinación de las masas en lucha para centralizar la ofensiva que demuela al régimen pinochetista

20. Hoy, de los sectores más combativos de la clase obrera y la juventud se desprenden miles de luchadores que van a las filas del rodriguismo o simpatizan con su combate. Los trotskistas somos carne y sangre de la misma lucha, pero afirmamos que si no se pone en pie una estrategia obrera, soviética independiente para unir las filas obreras, una vez más, al igual que en los ’80, la clase obrera chilena verá dividir sus filas, desincronizar su combate, cuestión que hará peligrar el ascenso que ha comenzado.
Estas corrientes que, como el rodriguismo, los neo-miristas y anarcosindicalistas, emergen de los combates de masas tienen una gran responsabilidad, pues si ellas quisieran, la desincronización actual de la ofensiva de masas entre la rebelión estudiantil que sacude a nuestro país desde hace un año, el combate de los mineros, los portuarios, los campesinos pobres de origen mapuche, los pobladores, no duraría ni un segundo más. Decenas de miles entran al combate contra los CAP con los que se intenta ahogar la rebelión juvenil; miles de mineros entran al combate por el salario y contra la ley de subcontratación; los portuarios paran los puertos; las familias obreras sin casa se toman los terrenos, los deudores habitacionales siguen en pie de lucha, etc. etc. No hay región o ciudad de nuestro país que no esté conmovida por los levantamientos de los explotados.
Pero esa ofensiva no se centraliza. Es que la dirección antileninista del FPMR ha decidido por cuenta propia que no hay que cometer el “pecado trotskista” de generalizar la lucha por la dualidad de poderes. Y eso, exactamente, es lo que quieren el régimen y la Bachelet: quieren que no se ponga en pie en Chile un gran congreso obrero, estudiantil y campesino con delegados de base con mandato. A los explotadores y su estado se les hiela la sangre y se horrorizan ante esta perspectiva, que significaría la puesta en pie de los organismos de poder obrero y campesino. Es que saben que bajo los ojos vigilantes de las masas y con democracia obrera, los explotados podrían seleccionar allí, en horas y días, a sus estados mayores y dirigentes. Porque en última instancia, la lección que sacaron la burguesía a nivel internacional y todas las direcciones traidoras después del triunfo de la Revolución Rusa de 1917, es que el surgimiento de los soviets y de los organismos de democracia obrera directa son las que acercan a las masas al derrocamiento de las direcciones traidoras vendidas al capital – que en los organismos soviéticos serían destituidas inmediatamente por las masas en lucha-, y por ello, los que las acercan al triunfo de nuevas revoluciones de Octubre.
Hoy en Chile, mientras la dirección del FPMR insiste en cuanta declaración emita, en que hay seguir acumulando poder, lucha por lucha separada, al mismo tiempo, corrientes anarcosindicalistas como el FEL en la universidad, proclaman que por ahora sólo están dispuestas a luchar por un arancel diferenciado. No abundaremos aquí en la política reformista y cretina sindicalista del anarcosindicalismo, hoy encaramado en los centros de estudiantes y devenido en defensor de las universidades chilenas privatizadas.
Los trotskistas afirmamos que son estas nuevas mediaciones que hoy se ponen de pie, las que tienen ya la fuerza para rápidamente resolver la desincronización de la lucha y encabezar golpes decisivos para demoler al régimen cívico-militar y a su gobierno, y que, lamentablemente se niegan a hacerlo. Porque, ¿qué impide que se pongan de pie en cada ciudad, aldea o región, coordinadoras de todos los que luchan que centralicen sus combates y sus reclamos, cuando el combate es el mismo, los reclamos los mismos, y se enfrenta al mismo enemigo? ¿Qué impide que los heroicos mineros contratistas del cobre dirigidos o influenciados por el FPMR hagan ya mismo un llamamiento a poner en pie a todas las fuerzas de la clase obrera chilena para llamar a derrotar la política traidora y concertacionista del PC en la CUT que la pone a los pies del régimen cívico-militar y del gobierno de Bachelet? ¿Qué impide que desde las poblaciones obreras más combativas el neo-mirismo, encabezado por los Grupos de Acción Popular (GAP), llame a unir a los obreros cesantes con los ocupados en un Congreso Nacional obrero? ¿Qué impide que desde los centros de estudiantes y federaciones controlados por el FEL en las universidades y desde centenares de colegios tomados por la heroica juventud chilena se convoque a un gran congreso estudiantil que rompa con los CAP y reorganice las enormes fuerzas del movimiento estudiantil que ha entrado al combate junto con la clase obrera?
Esto es lo que ansían los cientos de miles de combatientes de la clase obrera y la juventud que hoy miran con simpatía al FPMR, al neo-mirismo y al anarquismo. Poniendo en pie esos organismos de democracia obrera de las masas en lucha, el camino al armamento del proletariado estaría asegurado. Representando a millones de explotados, esos organismos tendrían legitimidad para llamar a las masas a poner en pie los comités de autodefensa para defenderse de la represión de los pacos, y también de los ataques de los “pacos rojos” del PC. De esta manera, los heroicos combatientes del FPMR fogueados en la lucha contra la dictadura pinochetista, podrían poner su aparato militar al servicio del adiestramiento y la constitución de la milicia obrera nacional centralizada y controlada por los organismos de democracia directa de las masas en lucha.
Afirmamos que lo único que impide hoy este camino en Chile, es el carácter reformista del populismo, que utiliza la enorme autoridad que ganara en el combate contra la dictadura pinochetista para impedir que todas sus fuerzas se pongan al servicio de coordinar y centralizar las organizaciones de lucha de la masas para preparar y organizar una huelga general insurreccional con comités de autodefensa que no deje piedra sobre piedra del régimen cívico-militar e inicie el camino de la segunda revolución chilena.
Los combatientes del FPMR, sus heroicos y abnegados militantes y cuadros, están ante una alternativa de hierro: o tomar el camino que les planteara Lenin en el congreso de fundación de la III Internacional de ser combatientes por los soviets, la insurrección y la toma del poder por el proletariado; o ser una variante nacionalista pequeñoburguesa más del stalinismo y de su pérfida política de colaboración de clases.
En los centenares de miles de obreros y jóvenes que combaten, que rompen con el stalinismo y buscan poner en pie nuevas alternativas revolucionarias para su combate, los trotskistas sí confiamos. Sabemos que esto que proponemos es lo que sienten y quieren los centenares de miles de explotados que entran al combate.
Ante ellos, como jueces supremos, sometemos nuestro programa y nuestra estrategia. Pero ante ellos también será sometida a su juicio toda la impotencia del populismo y del anarcosindicalismo que se preparan para llevar una vez más a un nuevo callejón sin salida a los explotados que combaten a diario en toda la geografía de nuestro país.
Los trotskistas intervenimos en este debate por la teoría marxista de la revolución, porque de ella se desprende la praxis revolucionaria de la vanguardia del proletariado y la juventud. Lo hacemos estando en la primera línea de fuego de las barricadas que incendian Chile. Luchamos y lucharemos por convencer de nuestras posiciones, porque no dudamos que los miles y miles de obreros y jóvenes avanzados que entran al combate podrán convencerse, a partir de su propia experiencia, de la justeza de la estrategia y el programa revolucionarios de los verdaderos leninistas chilenos, es decir, de los trotskistas internacionalistas.

CAPITULO 3

En la situación pre-revolucionaria que se ha abierto, pese a la enorme crisis del Partido Comunista oficial, sigue sin esolverse la crisis de dirección revolucionaria del proletariado

Ha comenzado el estallido del stalinismo chileno. Una ráfaga de aire fresco para las masas obreras y campesinas de América Latina para enfrentar a las direcciones traidoras que estrangulan sus combates y revoluciones

21. El Partido Comunista, que desde la consagración del régimen cívico-militar al principio de 1990 ha venido jugando el papel decisivo de sostener desde afuera a ese régimen maldito, controlando y conteniendo desde la CUT, las federaciones estudiantiles y demás organizaciones de las masas, a la clase obrera y los explotados, hoy, ante el ascenso y la crisis y deslegitimación de las instituciones del régimen, ha corrido presuroso a sostenerlo, pero esta vez, pretendiendo hacerlo desde adentro. Por ello, el caballito de batalla del PC es la reforma del sistema electoral para poder entrar directamente al régimen, con diputados, senadores, etc., en el mismo.
Así, el PC ha jugado un rol clave - junto a la “Concertación”,- en la puesta en pie del “Parlamento Social y Político”, del CAP, y demás organismos de colaboración de clases para tratar de contener el ascenso obrero y estudiantil e impedir que éste coordine y centralice sus fuerzas a nivel nacional y se lance en un solo torrente, con la huelga general, a derribar al régimen odiado.
El costo de esa política traidora es la verdadera rebelión que se está desarrollando en sus propias bases y en las organizaciones de masas que dirigen. El justo grito de los jóvenes de “¡los pacos de rojo: son los peligrosos!” que comienza a recorrer todo Chile generando desafiliaciones y rupturas políticas masivas e incluso expulsiones de fracciones disidentes de las entrañas del mismo PC, expresan claramente ese proceso.
La importancia histórica de la actual lucha de la clase obrera y la juventud chilena es justamente este proceso de radicalización, de giro de derecha a izquierda de franjas enteras de la vanguardia y las masas que rompen y se enfrentan con la dirección traidora más antigua del continente, el PC, es decir a los padres de todas las grandes derrotas de las masas trabajadoras chilenas.
Hoy, al levantarse contra Bachelet y el régimen, la clase obrera y la juventud se enfrentan inevitablemente también con el PC. Literalmente se ha establecido un ángulo opuesto 180º entre la dirección del PC y el combate político de las masas: los obreros y jóvenes explotados han comenzado a saldar cuentas con ese aparato contrarrevolucionario.
Así, la historia comienza a ajustar cuentas con el stalinismo traidor –reciclado en partido burgués-, es decir, con los mismos traidores que entregaron a la restauración capitalista del capital financiero y los monopolios imperialistas, la más grande conquista del proletariado mundial: la vieja URSS, los ex Estados obreros del Este y China. La historia ha comenzado a pasarles la cuenta a ellos que en el presente están entregando también a la restauración capitalista, la conquista más grande del proletariado latinoamericano: el estado obrero cubano. Les pasa la cuenta a los mismos que en nuestro país a principios de los ’70, de la mano de la “vía pacifica al socialismo” que proclamaban junto a Fidel Castro y Allende, abortaron, boicotearon e impidieron que los embriones de doble poder que fueron los Cordones Industriales se transformaran en una institución de poder de los explotados a nivel nacional y pusieran en pie sus milicias armadas de masas, pavimentando el camino al golpe contrarrevolucionario de Pinochet que bañó de sangre a la clase obrera. En fin, les pasa la cuenta a aquellos que han asegurado a las masas revolucionarias del mundo, las peores catástrofes, cargando de derrotas la lucha por su emancipación de este sistema de explotación y opresión.

22. Por eso, lo distintivo, la verdadera particularidad del proceso que se desarrolla en Chile, que pone a nuestro país en el centro de la lucha de los explotados en nuestro continente, es que en los combates que han iniciado la clase obrera, la juventud trabajadora y estudiantil combativa y los explotados, están saldando cuentas al interior mismo de las filas obreras con el contrarrevolucionario Partido Comunista, ese partido traidor de la revolución de los Cordones Industriales en los ’70; del auge obrero contra la dictadura Pinochetista en los ’80; sostenedor del régimen pinochetista-concertacionista, de su Constitución del ’80 y del gobierno lacayo de Bachelet; y hoy reciclado en partido burgués, propietario de universidades, representante de las Pymes, represor de jóvenes obreros y estudiantes en lucha.
En última instancia, esta particularidad de Chile es una cuestión internacional clave para la revolución latinoamericana: porque ésta sólo podrá volver a ponerse de pie con las masas entrando al combate contra las direcciones del Foro Social Mundial que oprimen a la clase obrera. Es que cuando las masas vuelvan a sublevarse, los traidores del PT brasileño, los que ponen a la clase obrera a los pies de Morales, de Kirchner, merecerán la misma denuncia de “pacos rojos” que recibe hoy el PC de Chile.

El régimen pone en pie nuevas mediaciones para contener el proceso de radicalización de masas

23. Frente a ello, para contener ese proceso y congelar este giro a la izquierda de franjas enteras de la vanguardia y las masas, el Foro Social Mundial está poniendo en pie en Chile –como lo ha hecho en todo el continente- nuevos diques de contención, represtigiando y fortaleciendo a corrientes como el rodriguismo, el neo-mirismo, el anarquismo, etc. Su objetivo: impedir que las masas explotadas terminen por barrer con el odiado régimen cívico-militar y se abran camino a la revolución, poniendo en pie, al fragor del combate, un partido revolucionario de vanguardia.
Decenas de miles de obreros comienzan a darle vuelta la espalda al stalinismo, valiosísimos cuadros de su base obrera y estudiantil ya no creen más que en ese partido podrán luchar por sus necesidades inmediatas, ni mucho menos liberar a su clase de la explotación. Valientes y heroicos combatientes de nuestra clase y la juventud buscan nuevas alternativas. El Rodriguismo, desprendido del stalinista PC, busca ser una de ellas.
En otros países del continente, estos giros a la izquierda de las masas han sido canalizados por los grandes partidos de vanguardia de los renegados del trotskismo. En Brasil, Heloisa Helena (PSOL) y el PSTU abortaron el proceso de CONLUTAS -la coordinación de miles de obreros de vanguardia que enfrentan a la burocracia de la CUT que sostiene a Lula. Junto a al PC brasileño, pusieron en pie un frente electoral de izquierda que contuvo a más de 7 millones de votos de trabajadores de ese país, para luego asegurarse que, con el llamado de Heloisa Helena –la figura más prominente de ese frente- a la “libertad de acción”, una vez más esos millones de trabajadores terminaran apoyando a Lula-Alencar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
En Argentina, son los renegados del trotskismo, divididos en 8 o 10 aparatos, los que juegan ese papel. Ellos son la nueva burocracia de izquierda que divide y descentraliza todas las luchas de la clase obrera argentina en la resistencia.

24. Pero en Chile, en las décadas anteriores, el centrismo trotskista no logró constituir ningún partido que tuviera el más mínimo peso en la revolución de los ’70, y mucho menos en los acontecimiento de los ‘80 y los ‘90. Es que a mediados de los’60, el mandelismo, de la mano de Luis Vitale, se dedicó a poner en pie el MIR, -el partido de la burocracia castrista en Chile-, impidiendo así que el trotskismo principista jugara un rol central en la revolución de los cordones industriales y por ende, en los años posteriores.
Por esa razón, desde La Habana, desde las filas mismas de la burocracia restauracionista castrista, la vocera de su “ala izquierda”, Celia Hart, ha dado la orden de activar las fuerzas del FPMR para jugar ese rol en la clase obrera chilena.
Como hemos dicho, los trotskistas estamos en las antípodas del populismo que no es más que una variante del stalinismo. Todas las lecciones de la vida y de las revoluciones han demostrado toda la impotencia e incapacidad del populismo para llevar a las masas al triunfo.
El FPMR tiene un enorme punto en común con el PC oficial que los hermana en su concepción stalinista: ambos son enemigos acérrimos de poner en pie los organismos de autodeterminación y de democracia directa de las masas en lucha. Al igual que sus congéneres del PC oficial, el FPMR es hijo del mismo legado del stalinismo que destruyera la III Internacional con su política de frente popular con las que durante décadas se estrangulara la revolución socialista internacional.
Para la dirección del FPMR, la lucha por los soviets habría sido una particularidad rusa. Según plantean en su revista “El Rodriguista” de mayo del 2006, en su artículo “El concepto de poder popular en Lenin y en Trotsky”, el pecado de Trotsky radicaría en generalizar la política de desarrollar la dualidad de poderes.
Queda claro entonces que el revisionismo antileninista del FPMR es continuador del revisionismo de Stalin, el gran organizador de derrotas. Porque los soviets y los organismos de doble poder son una condición indispensable para que en situaciones revolucionarias y dirigidas por una dirección revolucionaria, las masas -poniendo en pie esas organizaciones de democracia obrera armadas como su propio poder- demuelan el estado burgués y se hagan del poder. Esto, ni más ni menos, es la lucha por la dictadura del proletariado.
Es indudable que en su polémica contra el trotskismo, los revisionistas de la dirección del FPMR caricaturizan la posición trotskista sobre la dualidad de poderes, diciendo que Trotsky planteaba que había que aplicarla en todo momento, tiempo y lugar de la lucha de clases a nivel internacional. Esto es una falsificación y una ridiculización de la posición leninista-trotskista.
Esta gente que, para cubrirse por izquierda, quiere hacer aparecer a Trotsky como “un revolucionario más”, e intenta adocenarlo, no se ha percatado de que, con su revisionismo stalinista, lo que destruye es al leninismo y a todo el legado de la III Internacional conquistada por la gloriosa Revolución de Octubre y por el proletariado mundial. Porque la tesis leninista-trotskista para la situaciones pre-revolucionarias o revolucionarias es que las masas que entran en operaciones de guerra civil -expresadas en huelgas generales políticas, revueltas locales y generalizadas, etc.- deben poner en pie sus propios organismos de poder obrero para establecer la alianza con las clases medias urbanas y rurales empobrecidas, para preparar y organizar una insurrección triunfante, que será imposible de realizar sin una dirección revolucionaria.
Esta es la teoría leninista de la revolución, generalizada por Lenin y la III Internacional para las revoluciones de 1918-1919, 1921 y 1923-24 en Alemania; para la revolución húngara de 1919 y que, como programa, se expresara en el combate por la federación de repúblicas soviéticas de Europa, es decir, por los Estados Unidos Socialistas de Europa, combate en el que se acuñara en letras de fuego la estrategia de la III Internacional revolucionaria en vida de Lenin.
Es más, en el congreso fundacional de la III Internacional en 1919, fue el propio Lenin el que presentó el punto y las tesis sobre los soviets y la lucha por la dictadura del proletariado como la tarea central de la nueva época que se abría con la primera guerra mundial, época de crisis, guerras y revoluciones, y de decadencia y agonía del capitalismo en su fase imperialista.
En esas tesis, Lenin plantea con claridad que lo que separaba de allí en adelante a reformistas de revolucionarios, era quién está y quién no por los soviets y la dictadura del proletariado, soviets que no surgirían en cualquier momento y lugar, sino en la lucha y en los combates de millones de explotados que entran en maniobras revolucionarias de clase, cuando ya la lucha sindical o económica no puede resolverse si no es en el combate por la toma del poder.
Así, esas tesis presentadas por Lenin, terminan planteando la siguiente resolución, con la que fue fundada la III Internacional revolucionaria: “Sobre la base de estas tesis, y tomando en consideración los informes de los delegados de los distintos países, el Congreso de la Internacional Comunista declara que la tarea principal de los partidos comunistas, en las diversas regiones en las que el poder de los Soviets aún no se ha constituido, consiste en lo siguiente:
1° Esclarecer lo más ampliamente posible a las masas de la clase obrera sobre la significación histórica de la necesidad política y práctica de una nueva democracia proletaria que debe reemplazar a la democracia burguesa y el parlamentarismo;
2° Extender y organizar los Soviets en todos los dominios de la industria, en el ejército, en la marina, entre los obreros agrícolas y los pequeños campesinos;
3° Conquistar, al interior de los Soviets, la mayoría comunista, segura y conciente
”. (Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura proletaria, 4 de marzo de 1919, negritas nuestras)

Inclusive las tesis sobre el trabajo en los sindicatos y los comités de fábrica –brillantemente definidas por el II Congreso de la III Internacional leninista- son un ejemplo de cómo, en los períodos previos a situaciones pre-revolucionarias o revolucionarias, en la lucha por los comités de fábrica, se establece el combate por poner en pie los embriones de organismos de doble poder de las masas empresa por empresa, cuando ya los sindicatos, en la época imperialista, no logran agrupar a más de un 25% de la clase obrera en el mejor de los casos.
Como dijimos, la dirección del FPMR intenta caricaturizar la posición de Trotsky, diciendo falsamente que éste planteaba los soviets en todo momento y lugar. La lucha por poner en pie los soviets no es para todo momento y lugar, como no lo es tampoco la lucha por la huelga general, o la intervención parlamentaria revolucionaria, o la lucha por el armamento de las masas, etc. Pero renegar de la lucha por poner en pie a los soviets en toda situación pre-revolucionaria es negarse a que comience la revolución misma, es renegar de antemano de la lucha por la revolución obrera y socialista, es decir, por que todas las demandas de la masas, hasta las más mínimas, sean conquistadas, y por último es negarse a que los comunistas ganemos a la mayoría del proletariado y las masas revolucionarias en los Soviets para la insurrección y la toma del poder.
Al igual que sus congéneres del PC de Chile, el FPMR quiere constituir un “frente patriótico” y no los organismos de poder obrero y campesino. Por ello, en Bolivia están con el Pachakutik de Felipe Quispe –uno de los principales agente de la destrucción del poder obrero y campesino que las masas forjaron en sus embates revolucionarios de octubre de 2003 y mayo-junio de 2005-, y por ende, con el frente popular de colaboración de clases de Evo Morales y la expropiación de la revolución obrera y campesina que realiza la burguesía nativa. Por ello, son patriotas del FSLN en Nicaragua y su nuevo presidente el devenido en multimillonario Daniel Ortega, el actual administrador del CAFTA (el TLC de Centroamérica) y agente de los yuppies de Wall Street. Son seguidores del FMLN en El Salvador, esos frentes que ahogaron la guerra civil obrera y campesina de Centroamérica que, con sus partidos-ejército de los “valientes” comandantes, terminaron entregando la revolución centroamericana y, separados de los organismos de control y democracia obrera de las masas en lucha, terminaron por devenir en los nuevos yuppies de Wall Street.
Lenin, Trotsky y la III Internacional, enfrentando a los renegados del marxismo como Kautsky y demás reformistas, prepararon en última instancia al marxismo revolucionario para combatir, desde principios del siglo XX, contra la aristocracia y la burocracia obrera. Es que en esta época imperialista, el capital financiero no puede mantener su dominio si no es comprando y corrompiendo, con algunas migajas de las superganancias que los monopolios imperialistas obtienen de la expoliación y la explotación de las masas trabajadoras del mundo semicolonial, a una fracción del proletariado, es decir, a la aristocracia y la burocracia obrera para que actúen como sus agentes al interior del movimiento obrero, asfixiándolo, controlándolo, destruyendo la independencia de sus organizaciones del estado burgués, y borrando todo vestigio de democracia obrera.
Por ello, no es leninista aquel que no declara una lucha sin cuartel contra toda aristocracia y burocracia obrera, por la independencia de los sindicatos y las organizaciones obreras del estado y por la más amplia democracia obrera al interior de las mismas, cuestiones que son principios fundamentales del marxismo revolucionario en esta época imperialista. La lucha por los soviets es la consecuencia natural de ello, puesto que los mismos no son sino la expresión extrema de la independencia alcanzada por los explotados en relación a la clase explotadora y de la democracia obrera mediante la cual las masas pueden desembarazarse rápidamente de las direcciones traidoras pagadas por la burguesía para estrangular su lucha.
La dirección del FPMR, intentando oponer falsamente a Lenin y Trotsky en la cuestión de la lucha por los soviets y el doble poder, falsifica al propio Lenin e intenta hacer pasar por “leninismo” ante los obreros y jóvenes avanzados, lo que no es más que la misma y vieja política stalinista enemiga de la autoorganización, la autodeterminación y el armamento de las masas en lucha, enemiga, por ello, de toda democracia obrera. Sigue así tras las huellas de sus congéneres y progenitores del Partido Comunista.

25. Este ascenso pre-revolucionario de masas que se expresa aún de forma descentralizada, necesita hoy una dirección internacionalista que, sobre la base de sacar las lecciones de ese gran laboratorio que fue la revolución chilena de 1973, sea capaz de preparar y organizar, en el transcurso de esta situación pre-revolucionaria que se ha abierto y que da un tiempo y una oportunidad, el triunfo de la próxima revolución chilena. Y por ello, desde hoy mismo, se trata de organizar y centralizar a las masas en lucha y a sus organizaciones.
Para los que pretendemos que se abra la segunda revolución chilena, la tarea central en la situación pre-revolucionaria que vivimos es la de poner en pie, desarrollar, extender y centralizar los organismos de autodeterminación y organización de las masas en lucha. Esto es lo único que permitirá centralizar los combates en los que, bajo la forma de rebeliones, tomas de colegios, combates callejeros, levantamiento de barricadas, corte de rutas, las poblaciones y en las calles, se expresa el ascenso de la clase obrera y los explotados de Chile. Junto con ello, poner en pie los comités de autodefensa contra la represión del régimen cívico-militar y el gobierno de Bachelet, también es la tarea del momento.
Se vuelve imprescindible un reagrupamiento de las filas obreras para derrotar a la burocracia sindical de la CUT colaboracionista con el gobierno de Bachelet. La ofensiva de masas necesita golpear como un solo puño al régimen infame, y preparar y organizar la huelga general política: esto es los que necesitan para triunfar la clase obrera y los explotados. Para ello, para gestar desde las barricadas y los combates una verdadera acción independiente de masas, se torna decisivo desembarazarse de la direcciones colaboracionistas actuales de la CUT y del movimiento estudiantil que ponen a los obreros y los estudiantes en lucha a los pies del Parlamento Social y Político y de los Consejos Asesores Presidenciales (CAP), para negociar leyes esclavizadoras en el movimiento obrero, y entregar el heroico combate de la juventud chilena por la educación pública y gratuita. Para centralizar su ofensiva y preparar el derrocamiento del régimen cívico militar, los explotados necesitan poner en pie un gran parlamento o congreso obrero estudiantil y campesino de las masas en lucha.
Todo programa y estrategia que no se articulen alrededor de esta cuestión decisiva, son enemigos de luchar por que la situación pre-revolucionaria devenga en abiertamente revolucionaria y por que comience la segunda revolución chilena. Es que en los actuales acontecimientos, la centralización de las masas en lucha y la superación por parte de éstas de su dirección que les impide centralizar sus combates, es lo único que abriría el camino a una huelga general insurreccional que ponga al régimen cívico-militar al borde del abismo, y a los trabajadores y los explotados de Chile a las puertas del inicio de la revolución misma.
En la trinchera opuesta a estas tareas revolucionarias del momento, se encuentran el stalinismo, el populismo y los representantes del Foro Social Mundial en Chile. Es que ellos pregonan sus seudoteorías de las “revoluciones por etapas”, las “revoluciones democráticas” que colocan al proletariado a los pies de los “frentes democráticos” con la burguesía “progresista” o los militares “patriotas”.
El populismo del FPMR, como corriente nacionalista pequeñoburguesa, tiene sus límites marcados de antemano: es incapaz de dar una solución favorable al proletariado frente a estos acontecimientos históricos que se están abriendo. Lo mismo sucede con las corrientes que florecen hoy en Chile como subproducto de la crisis del PC, como son el neo-mirismo -que ya probara su bancarrota en la revolución de los cordones industriales- y el anarcosindicalismo, que se probara ya como el peor de los reformismos y cretinismos sindicalistas en la guerra civil española de los ‘30.
Estas corrientes no son ni podrán ser la dirección revolucionaria que las masas chilenas necesitan y se merecen en el enorme combate contra el régimen cívico-militar que han iniciado. Así, mientras el PC sigue marcando el paso en el mismo lugar, sosteniendo a capa y espada al régimen pinochetista-concertacionista y al gobierno del TLC, el populismo rodriguista y el cretinismo sindicalista de los anarquistas, han demostrado no comprender un ápice de las leyes de la revolución y de la historia. No son ni podrán ser, por lo tanto, una alternativa seria para el triunfo de la revolución obrera y socialista hoy, cuando hoy la clase obrera y los explotados, en esta situación pre-revolucionaria, antes de que se inicie la revolución, enfrentan al mayor escudero del infame régimen cívico-militar: al Partido Comunista de Chile, ese monstruoso aparato contrarrevolucionario.

26. El problema de la clase obrera en la situación pre-revolucionaria que ha comenzado se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria.
A nivel internacional, desde que en 1989 estallara lo que fuera el trotskismo de Yalta, se ha forjado como pan caliente, en los combates de principios del siglo XXI, una nueva hornada de menchevismo surgida esta vez de las filas mismas de la IV Internacional, la única fuerza heredera del bolchevismo, puesto que los renegados del trotskismo se pasaron con armas y bagajes al campo de la teoría, el programa y la estrategia del reformismo y el oportunismo, ocupando así el lugar que dejara vacante la burocracia stalinista devenida ahora en burguesía restauradora del capitalismo en la ex URSS, China y demás ex estados obreros.
Los liquidadores de la IV Internacional son los que sostienen por izquierda a esa cueva de traidores que es el Foro Social Mundial, y legitiman su pérfido accionar como estrangulador de la revolución. Para ellos no hay ni habrá lugar en las filas el proletariado chileno. Entonces, la tarea de darles continuidad histórica a las lecciones de la revolución internacional y chilena en particular, queda en manos de las fuerzas sanas del trotskismo.
Los renegados del trotskismo en Chile -como Clase contra Clase, la Izquierda Socialista, los PRTs, etc.- llegan a esta situación pre-revolucionaria que se ha abierto, boqueando, dispersos en pequeños grupos, diluidos en el stalinismo y la socialdemocracia, puesto que en Chile son el propio Foro Social Mundial y el stalinismo los que han recreado nuevas mediaciones.
Así, ante la crisis del stalinismo y de la socialdemocracia, la propia burguesía chilena y todos sus medios de prensa han puesto de la noche a la mañana en el centro de la escena nacional al populismo pequeñoburgués del FPMR.
Una generación del proletariado murió desangrada en los campos de concentración pinochetistas luego de la derrota de la revolución de los Cordones Industriales; otra, combatió heroicamente a la dictadura de Pinochet. Apoyándose en la memoria y la experiencia de esos heroicos combates de la resistencia contra el pinochetismo, es la burguesía la que pone hoy al FPMR en el centro de la vida política de las masas, para que sea el que ponga un límite por izquierda al enorme proceso de radicalización revolucionaria que ha empezado.
Es una obligación de los trotskistas internacionalistas saldar cuentas con el populismo pequeñoburgués que no comprende que son los obreros los que fabrican las armas, los que las transportan, los que las desembarcan de los buques en los puertos, los que las usan como reclutas en el ejército burgués; que no comprende que, cuando las masas quieran usarlas a su favor, tendrán las armas para la revolución socialista, pues ya las tienen en sus manos. Pero jamás lo lograrán con direcciones que las someten a variantes burguesas o pequeñoburguesas.
La historia de la revolución chilena e internacional del siglo XX y el siglo XXI muestra que cuando las masas entran en revolución por sus padecimientos inauditos, en horas, días o semanas destruyen la ciudadela del poder y tienden a desintegrar a las bandas de hombres armados del capital. Y si no llegan hasta allí no es por ninguna incapacidad intrínseca, sino por que hay direcciones contrarrevolucionarias pagadas para expropiar sus combates.
No se puede entonces sustituir el necesario armamento de las masas para la insurrección con grupos mesiánicos separados de las mismas. Se trata, por el contrario, de derrotar a las direcciones traidoras que separan a las masas del camino de la revolución, las someten a los explotadores y les bloquean así el acceso al armamento y a la toma del poder.
El nuevo populismo emergente en los procesos de radicalización actuales, sólo recurre a la memoria de sus combates de los ‘80 como a una epopeya propagandística para ganar autoridad ante los jóvenes y obreros radicalizados, pero en absoluto para romperle el espinazo a la estrategia de colaboración de clases del reformismo.
El partido de Lenin se construyó en la Rusia zarista en una dura lucha teórica y programática contra el menchevismo y también contra el populismo de los narodniki. Hoy, al inicio de esta situación pre-revolucionaria en Chile, se trata de poner en pie una estrategia revolucionaria para la toma del poder. Se trata de darles continuidad a la experiencia y las lecciones revolucionarias de los ‘70 y los ’80 que sólo podrán cristalizar en la puesta en pie de un partido revolucionario internacionalista de la clase obrera chilena que, sobre las ruinas del stalinismo y el populismo, se organice como la fracción chilena del partido mundial de la revolución socialista. Y que en nuestrocontinente en particular, se organice como avanzada de la lucha por un partido revolucionario latinoamericano de la clase obrera y los explotados del Cono Sur.
Desde esta perspectiva de la lucha por el poder, los revolucionarios intervenimos todos los días en los combates que están en curso. Es que como planteaban la III y la IV internacionales, sólo luchando todos los días por la toma del poder podremos arrebatar aquí o allá tal o cual conquista en el camino de la lucha diaria de los explotados. Contra esta teoría y estrategia de la III y la IV Internacionales se han levantado el oportunismo y el populismo continuadores del menchevismo y el stalinismo, para hacerles creer a las masas que luchando todos los días por lo mínimo y por “más democracia”, algún día llegarán al socialismo.
Así, la alternativa reforma o revolución se ha puesto hoy en el centro de la cuestión chilena. De cómo se resuelva esa disyuntiva dependerá el futuro de los combates actuales.

Capítulo 4

Las nuevas tareas y el programa de los trotskistas ante la nueva situación prerevolucionaria

En su ofensiva y a partir de su combate y experiencia, las masas colocan jalones de un programa revolucionario para el combate y enfrentan abiertamente a las direcciones traidoras

27. Uno de los indicadores más importantes de la aguda situación pre-revolucionaria son los jalones de conciencia conquistados por las masas, y la tendencia de éstas a poner en pie a cada paso, organismos de democracia directa y autodeterminación para la lucha política.
Así, desde que entró en la escena con su rebelión de mayo y junio pasados, la juventud obrera y estudiantil ha conquistado importantes jalones de conciencia dado el carácter pro obrero que ha comenzado a adquirir su movimiento, que experimenta un proceso de politización pocas veces visto.
Al igual que la juventud francesa del Mayo del ’68 que, en lucha por la Reforma Universitaria al grito de “¡obreros: su lucha es nuestra lucha!”, fue la chispa que encendió la pradera y con la huelga general y las barricadas abrió la revolución en el corazón del imperialismo francés, la juventud chilena continua anticipando cómo serán los choques definitivos entre las clases en la segunda revolución chilena.
La noche del 11 de septiembre de este año -cuando se cumplían 33 años del golpe contrarrevolucionario de Pinochet y el imperialismo yanqui- cuando la juventud cesante levantó barricadas en un sinnúmero de poblaciones obreras del país, y la jornada de paro del 26 de septiembre, donde se dieron cita los estudiantes secundarios en todas las ciudades del país al grito de “¡Educación primero: al hijo del obrero, educación después: al hijo del burgués!” y “¡Adelante, adelante, obreros y estudiantes!”, que terminó en duros enfrentamientos contra la represión de los pacos, reviviendo las barricadas que ayer transformaron a la Alameda en un campo de batalla, confirman la potencialidad de los acontecimientos históricos que se gestan en Chile y marcan que la lucha entre las clases ha entrado a una etapa de guerra civil, entendida tal cual la define el marxismo revolucionario, es decir, como “... una etapa determinada de la lucha de clases cuando ésta, al romper los marcos de la legalidad, llega a situarse en el plano de un enfrentamiento público, y en cierta medida físico, de las fuerzas en oposición. Concebida de esta manera, la guerra civil abarca las insurrecciones espontáneas determinadas por causas locales, las intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevolucionarias, la huelga general revolucionaria, la insurrección por la toma del poder y el período de liquidación de las tentativas de levantamiento contrarrevolucionario” (“Doctrina militar y Marxismo”, León Trotsky)
No es ninguna casualidad que el método de lucha que han hecho suyo los sectores obreros en lucha, desde los estibadores portuarios y tripulantes pesqueros del norte, pasando por los mineros de empresas contratistas de Codelco, los mineros de La Escondida, hasta los comités de cesantes de la VIII Región, los trabajadores de la salud… sea el de la barricada y el piquete obrero. “La lucha física no es sino uno de los ‘otros medios’ de la lucha política. Es imposible oponer una a la otra, pues es imposible detener la lucha política cuando se ha transformado, por la fuerza de su desarrollo interno, en lucha física…”, decía Trotsky acerca de la Francia pre-revolucionaria de octubre de 1934, que vivía una situación muy similar, en sus rasgos generales, a la que en estos momentos vive Chile.

28. Frente al desprestigio y deslegitimación de las instituciones del odiado régimen cívico-militar, para intentar frenar y contener los primeros embates de este ascenso obrero y estudiantil, Bachelet y la Concertación, en sociedad con las direcciones reformistas, han creado el “Parlamento Social y Político” -que pelea por las 4 reformas constitucionales: la electoral, de educación, de pensiones y laboral-, y los Consejos Asesores Presidenciales (CAP). Dichas instancias son la máxima expresión de la estatización de los sindicatos como la CUT, de las organizaciones estudiantiles como el Confech, la Fech y la ACES, etc., es decir, de la bonapartización del régimen.
Es que Bachelet, que gobierna bajo la tutela directa del imperialismo, comanda un régimen bonapartista hasta la médula, que impide toda independencia de las organizaciones obreras, cuestión que en el presente persigue evitar que las masas desarrollen una política obrera independiente.
El PC, el PS, que dirigen la CUT, la Fech y la ACES, tomando nota de que las luchas, lejos de ser impulsadas por demandas parciales, están colocando en cuestión al conjunto del régimen, se dedican a convencer a los obreros, a los estudiantes y el pueblo que, para acabar con la miseria y explotación, la lucha debe concentrarse en las 4 reformas a la constitución del ‘80 - fundamentalmente en la reforma del sistema electoral- y promueven el “Parlamento Social y Político” que crearon junto a la Concertación. Tratan de convencer a la juventud sublevada de que debe subordinarse al CAP, de donde emanará una nueva reforma educacional supuestamente “favorable”, etc.
De esa manera, tanto el “Parlamento Social y Político” como el CAP, están cumpliendo la labor de debilitar, desviar la lucha política de los explotados, intentando subordinar sus combates al plan imperialista bismarckista de auto-reformas cosméticas que se juega a llevar adelante la Concertación de la mano de Bachelet.
Hasta la fecha, el resultado de esta política reformista contrarrevolucionaria ha sido la división, descentralización y desincronización de todas las luchas, impidiendo de esta manera que millones de trabajadores, campesinos pobres y estudiantes combativos confluyan en una acción única y política de masas que, poniendo en pie los organismos de doble poder, como embrionariamente eran los cordones industriales a principios de los ’70, derrote al régimen pinochetista-concertacionista de la Constitución del 80 y al gobierno títere del imperialismo de Bachelet, y abra el camino a la tercera revolución chilena.

Desde el poi-ci luchamos porque se desarrolle la situación pre-revolucionaria y se abra la revolución obrera y socialista

29. Ante la actual situación, que es tan revolucionaria como la política contrarrevolucionaria de la dirección de las masas lo permite, los trotskistas revolucionarios internacionalistas luchamos denodadamente porque se abra la revolución con toda la fuerza que posee. En ese sentido los trotskistas del POI-CI centramos nuestro programa en la estrategia opuesta a la de colaboración de clases de los traidores: la estrategia soviética.
Es por eso que la tarea histórica que empieza a estar a la orden del día en el proletariado, el campesinado pobre, fundamentalmente de origen mapuche, y la juventud combativa chilena, es independizar sus propias organizaciones del Estado y el Régimen, ajustando cuentas con el PC y el PS, para poner en pie organizaciones basadas en la democracia directa que unifiquen y centralicen sus fuerzas, tal como fueron los embriones de organismos de doble poder en los ´70, los Cordones Industriales, como requisito previo para derrotar al gobierno hambreador y pro imperialista de la Bachelet.

Porque sólo en organismos de poder obrero maduros, los trotskistas podremos conquistar influencia en la vanguardia, el proletariado y las masas, ya que en ellos los partidos reformistas son controlados en la acción por las masas, bajo su mirada vigilante éstas pueden comprender la contradicción entre sus palabras y sus hechos y rápidamente pueden liberarse de su influencia nefasta. Peleamos entonces para que vuelvan a surgir los cordones industriales, que rompiendo con la estrechez corporativa de los sindicatos e independizando a éstos del estado, agrupando a los obreros de las concentraciones fabriles más grandes del país sobre la base de la expropiación bajo control obrero de cientos de industrias, fueron los organismos de tipo soviético con que se dotó el proletariado en la primera revolución chilena de principios de los ‘70. Batallamos sí, para que la historia de derrotas no se vuelva a repetir, es decir, para que los organismos de poder obrero, campesino y popular que surjan, se desarrollen, generalicen, centralicen y se armen, para que no sólo abran la revolución, sino que sean la herramienta que precisa la clase obrera y las masas para la toma del poder, como única solución íntegra y efectiva de sus demandas.
En innumerables oportunidades tales organismos han tendido y tienden a surgir. Así sucedió en la huelga política de enero de 2005 de los mineros de empresas contratistas de Codelco de Andina de Los Andes y El Teniente de Rancagua, cuando la lucha creciente rebasó a los oficios, sindicatos y a los propios sindicatos ínter empresa, consiguiendo centralizar a todos los mineros en lucha en un Comité de Huelga en el cual se resolvía democráticamente qué demandas levantar, qué medidas de lucha efectuar, etc. También en el norte del país como en Arica e Iquique, ciudad en que cada vez que un sector obrero o estudiantil sale a la lucha ofensivamente, comienzan a surgir Comités de Lucha, Consejos de movilización, Coordinadoras que invariablemente apuntan a unir las fuerzas de los explotados. Igualmente en San Antonio, lugar que el mes de mayo vio levantarse con fuerza al Movimiento de Acción Social por San Antonio (MASA), que llegó a coordinar a todos los trabajadores de la ciudad junto a los estudiantes secundarios en un paro que exigía al gobierno acabar de una vez por todas con la cesantía crónica que azota a la ciudad.
Como salta a la vista, cada lucha, cada huelga plantea el surgimiento de organismo de lucha política de masas, que son los futuros organismos de poder obrero. Se trata entonces de volver a levantarlos, de coordinarlos y centralizarlos por comuna, provincia, ciudad, región y a nivel nacional para agrupar nuestras fuerzas y preparar los combates definitivos. Sólo en organismos maduros de poder obrero, los trotskistas podremos conquistar influencia en la vanguardia, del proletariado y las masas.

La tarea del momento: preparar y  organizar la huelga general política para abrir el camino a la destrucción del asesino régimen cívico-militar chileno. Por un plan económico obrero y popular. ¡Fuera el TLC y el régimen pinochetista!

30. Es crucial que sea la clase obrera la que dé una salida. Lo que ésta necesita para centralizar la lucha política generalizada que viene dando de forma desincronizada, a pesar y en contra de los reformistas del PC, el PS y la CUT, es la huelga general política de masas para reducir a escombros y cenizas al régimen pinochetista-concertacionista de la Constitución del ’80 comandado por Bachelet e imponer la ruptura de todos los TLCs que han recolonizado a Chile.
Sin más demora, los sectores obreros en lucha, los estudiantes secundarios y los campesinos de origen mapuche en lucha por la tierra, tienen que levantar de inmediato un Congreso Nacional de Delegados con mandato de base y revocables, con un delegado cada cien por movimiento, que sea el que prepare y convoque a la huelga general política de masas para derrotar al régimen, a los TLCs, al “Parlamento Social y Político” que es su guardián, y así imponer un plan económico obrero y popular de emergencia para dar solución a las demandas de las masas explotadas.
Para que la enorme riqueza del cobre, de las minas del país, de los mares, de los bosques, etc., esté al servicio de garantizar trabajo, salarios dignos, salud, educación y vivienda para trabajadores y sus hijos, hay que luchar por romper con el imperialismo, tirar abajo todos los TLC y demás pactos, políticos y económicos que atan a Chile al imperialismo, y por la renacionalización sin indemnización y bajo control obrero del cobre y de las ramas más importantes de la economía y la industria.
Los estudiantes secundarios que vuelven a la carga, tienen que seguir luchando por su demanda “mínima” de: ¡abajo la LOCE, abajo el CAP! ¡Abajo la P$U, ingreso libre y directo a la universidad! Por la recuperación de la educación pública, gratuita y de calidad en todos sus niveles, expropiando sin pago todas las universidades y colegios privados, e imponiendo impuestos progresivos a las grandes fortunas!
Decenas de sectores se alzan demandando sueldos dignos, debemos levantar: ¡Aumento general de salarios nivelados según el costo de la vida!, ¡Sueldo mínimo de 600 mil pesos YA!
La juventud cesante, junto a toda la clase obrera, necesita alzar como bandera de lucha ¡la reducción de la jornada laboral sin rebaja salarial, para que en cada fábrica o lugar de trabajo haya un turno más que sea ocupado por un cesante!
El pueblo pobre y el campesino pobre, en su mayoría de origen mapuche, únicamente podrán obtener solución a sus demandas de la mano de la clase obrera con la expropiación de la banca y la creación de una banca estatal única que de créditos baratos a los agricultores empobrecidos, entregándoles tierras a los campesinos pobres –entre ellos, a los de origen mapuche, expropiando sin pago a los latifundios y monopolios imperialistas.
Cuando el gobierno, a través del Ministerio del Interior, larga un infernal operativo represivo que ha significado miles y miles de procesados que en su mayoría son luchadores estudiantiles, que ha significado persecución, allanamientos y hostigamiento político similar que en la dictadura pinochetista, asesinatos y encarcelamientos de más comuneros mapuche, etc., es imperioso que como una demanda de toda la clase obrera y sus organizaciones, de las organizaciones estudiantiles combativas y populares en general, alzar como bandera la lucha por la ¡Libertad inmediata e incondicional de todos los presos políticos rehenes de los continuadores de Pinochet! ¡Abajo la Ley Antiterrorista de Pinochet y la Concertación! ¡Desprocesamiento inmediato de todos los luchadores obreros, estudiantiles y campesinos pobres mapuche!
Bajo las condiciones actuales, no ha habido y no va ha haber lucha en la que no se haga presente una descomunal represión por parte de los pacos asesinos para hacer respetar el “orden público”, a causa de que todo conflicto termina transformándose en una batalla campal. ¡Ningún luchador más baleado, apaleado, ni maltratado! ¡Por Piquetes de Huelga y Comités de autodefensa en cada huelga, en cada lucha, en cada marcha para encarar a los perros de presa del estado y defendernos de las bandas fascistas de neo-nazis!
Los mineros del cobre de Codelco vienen de movilizarse. Por su ubicación en un sector estratégico en la economía chilena, ellos son la llave maestra en la lucha por conseguir todas las demandas obreras y populares. ¡Impidamos que la burguesía –con la complicidad de los burócratas sindicales del PC y el PS- divida a mineros de planta de mineros de empresas contratistas, impidamos que divida al corazón del movimiento obrero! En estos momentos, las principales demandas de los mineros de La Escondida, que acaban de conseguir una importante victoria parcial con su huelga de 26 días, deben ser: ¡El convenio colectivo conseguido por los mineros de La Escondida debe ser la demanda inmediata de todos los mineros del país! ¡Una misma clase, una misma lucha! ¡Abajo la antiobrera Ley de subcontratación de la patronal sobre explotadora y el gobierno de Bachelet! ¡A igual trabajo, igual salario e iguales condiciones laborales! ¡Todos los trabajadores, en todas las minas, fábricas y empresas del país a planta permanente y bajo convenio colectivo! Para conseguir esas demandas pongamos en pie un Congreso Nacional de mineros de base que prepare y convoque a la huelga en todas las minas del país, “estatales” y privadas.
Por ningún motivo puede quedar fuera de nuestra lucha la tarea de imponer la disolución de los Carabineros asesinos y de todos los servicios de inteligencia del estado; de terminar con toda impunidad, imponiendo el juicio y castigo de todos los carabineros y militares genocidas y torturadores de la dictadura. Se trata de destruir a las Fuerzas Armadas pinochetistas, un verdadero ejército de ocupación contra la clase obrera y los explotados chilenos al servicio de las potencias imperialistas, y a su casta de oficiales genocidas, sirvientes del departamento de Estado yanqui y de la Royal Navy de la putrefacta monarquía imperialista británica: ¡destitución dea casta de oficiales y constitución de Comités de soldados que elijan democráticamente a sus oficiales y que se coordinen con los organismos de autodeterminación de las masas en lucha! ¡Expropiación sin pago de todas las propiedades y negocios de la casta de oficiales de las Fuerzas Armadas que se enriqueció a costa del saqueo de la nación y de la peor explotación de la clase obrera bajo la dictadura pinochetista!
Es urgente llevar a cabo esta tarea, debido a que así impediríamos la aventura militar que se trae entre manos el ejército, la aviación y la marina, que no hará otra cosa que aplastar físicamente la resistencia de las masas bolivianas que hoy se atrincheran heroicamente en la mina de Huanuni en Oruro para entregarle a la British Petroleum los hidrocarburos de ese país. El Congreso de los explotados tendrá toda la autoridad para llamar a los soldados rasos a desobedecer a la oficialidad, a constituir sus Comités y mandar sus delegados a dicho Congreso, y a formar junto a familiares y amigos de ejecutados y torturados políticos, tribunales obreros y populares para castigar a los genocidas y torturadores de la dictadura y la “democracia”.

¡Abajo las direcciones colaboracionistas con el régimen pinochetista y el gobierno de Bachelet, de la CUT, y las organizaciones obreras! ¡Por una dirección revolucionaria de la CUT y del proletariado chileno!¡Por comités de fábricas para unir las filas de los trabajadores y reorganizar de abajo hacia arriba al movimiento obrero!

31. Toda esta nueva orientación con el método del bolchevismo, que hace que su programa se ajuste a la situación como un mecanismo de ruedas dentadas ensambladas y sincronizados, significa que después de años de estar en la resistencia en Chile, es el momento en que los trotskistas internacionalistas chilenos podemos y debemos pasar a la ofensiva. Para ello hay que romper todo rutinarismo, conservadurismo y sectarismo, y dotar nuestra estrategia de tácticas audaces de unidad-enfrentamiento que nos permitan hacer carne en las masas nuestro programa.
En ese camino, será clave para llegar a los miles de obreros y jóvenes que ingresan al combate y buscan una respuesta revolucionaria, la edición constante de nuestro órgano de prensa Tribuna Obrera Internacionalista, que en sus editoriales dé una respuesta periódica desde el trotskismo internacionalista y sea acompañado por campañas de agitación alrededor de las luchas centrales de la vanguardia obrera y juvenil.
Para despejar el camino a los obreros de vanguardia, mostrando quién es su amigo y quién su enemigo, y contribuir enormemente a que desarrollen una política obrera independiente y aceleren el proceso de poner en pie los organismos de autoorganización y de lucha política de masas, es decisivo armar las mociones del POI-CI con consignas como: ¡abajo el Parlamento social y político de colaboración con los pro imperialistas de la Concertación!, ¡abajo la estatización de los sindicatos y las organizaciones obreras y populares!, ¡por la más absoluta independencia de las organizaciones obreras del estado, el gobierno y la patronal!, ¡fuera de nuestras organizaciones las direcciones colaboracionistas de Bachelet y el régimen del TLC y Bush!, ¡por nuevos dirigentes clasistas, revolucionarios e incorruptibles en los sindicatos!.
Nuestras energías se concentrarán en el corazón de la clase obrera chilena, el símbolo de la esclavitud a la que ha sido llevada y de los combates de vanguardia que ha protagonizado: los mineros de empresas contratistas. Ahí, lucharemos infatigablemente por levantar un movimiento de oposición revolucionario e internacionalista, que agrupe a los mineros perspicaces alrededor de la lucha antiburocrática, por organismos que respondan en mejores condiciones a la lucha contra la patronal, por la coordinación internacionalista de los mineros chilenos con los mineros bolivianos y mexicanos, porque hagan suyo el programa de las Tesis de Pulacayo del proletariado minero boliviano, etc.
Un lugar destacado tendrá la juventud. Lucharemos porque los estudiantes secundarios rompan los pactos de paz del CAP y retomen la lucha como en mayo y junio pasados, dotándose esta vez de una Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios basada en la democracia directa y un Congreso Obrero y Estudiantil para finiquitar su unidad.
Los trotskistas no inventamos nada: el legado del marxismo nos marca que llegó la hora de unir a la clase obrera que en las fábricas y empresas está dividida en decenas de sindicatos. Llegó la hora de organizar a la clase obrera chilena de abajo hacia arriba, uniendo sus filas para la lucha, y ello sólo podrá hacerse con los comités de fábrica, empresa y establecimiento, con delegados de base por sector y revocables. La pelea es contra la dirección actual de la CUT, la responsable de haber dividido y atomizado a la clase obrera chilena, imponiendo hasta diez sindicatos en cada fábrica. La dirección de la CUT –en manos del Partido Socialista y el Partido Comunista- son los administradores de las terribles derrotas y la esclavitud impuestas a la clase obrera por 17 años de dictadura pinochetista y otros 17 de régimen cívico-militar del pinochetismo y la Concertación; es decir, los administradores de los triunfos conquistados contra los trabajadores por los explotadores. ¡Abajo la dirección de la CUT colaboracionista con el régimen infame y el gobierno de Bachelet! ¡Hay que romper toda colaboración y subordinación a la burguesía, al régimen y al estado patronal, y reorganizar a la clase obrera chilena de abajo hacia arriba, poniendo en pie comités de fábrica, empresas y establecimientos!
Las direcciones de la CUT y de todas las corrientes de la izquierda chilena son enemigas de recomponer esta unidad del proletariado. Por esa razón, la lucha por los comités de fábrica y empresa es inseparable de la lucha por recuperar a la CUT de las manos de las direcciones traidoras y colaboracionistas. Sólo una dirección revolucionaria del proletariado podrá guiar las enromes energías desplegadas por nuestra clase para recuperar su unidad entre los obreros subcontratistas y los de planta permanente, entre los obreros afiliados a los distintos sindicatos por oficio que dividen la lucha en cada fábrica, en cada empresa y cada mina. La lucha por conquistar los comités de fábrica es inseparable asimismo del combate por poner en pie comités de pobladores por la vivienda, el agua y demás reclamos de la clase obrera en los lugares donde vive y duerme; es inseparable del combate por comités de cesantes, de campesinos sin tierra, por comités de estudiantes por colegio, etc.
¡Basta de atarles las manos a la clase obrera y la heroica juventud! Compañeros: la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos. No permitamos más divisiones ni sustitutos de nuestras luchas. Llegó la hora de tomarla en nuestras manos, porque el día que pongamos en pie el Congreso de la CUT recuperada de las manos de las direcciones traidoras y reformistas –que será un congreso de los comités de fábrica y empresa, de los comités de cesantes, de los delegados estudiantiles y de los campesinos pobres y sin tierra-, ese día, compañeros, estaremos a la altura de nuestros hermanos que en los ’70 pusieron en pie los gloriosos Cordones industriales. Escribiremos entonces una nueva página de gloria del proletariado chileno, pero esta vez, con una dirección revolucionaria al frente que impida que nuestras conquistas y organizaciones de lucha sean expropiadas por las direcciones pequeñoburguesas, nacionalistas, stalinistas socialdemócratas, al igual como los patrones expropian nuestros salarios, nuestra salud, nuestra educación, nuestra vida.
Los trotskistas internacionalistas del POI (CI) llamamos entonces a todas las organizaciones obreras que se dicen combativas y que proclaman luchar contra las direcciones colaboracionistas, a poner en pie ya un frente de lucha para pelear por reorganizar al movimiento obrero de abajo hacia arriba y por conquistar un Congreso Nacional Obrero, Estudiantil y de los Campesinos pobres para derrotar a la burocracia y las direcciones traidoras y reconquistar de sus manos la CUT y las organizaciones de lucha. Los obreros mineros, los portuarios, los trabajadores de la pesca, los de la salud y profesores, y sus organizaciones de lucha, tienen una gran responsabilidad en sus manos: la de dar esta pelea, reagrupar las fuerzas de los que ya están luchando, para abrir este camino y esta perspectiva al conjunto de la clase obrera y de los explotados de Chile.

La lucha por la dictadura del proletariado y la conquista de la alianza obrera y campesina

32. Ha quedado demostrado que Bachelet no será quien saldará esas tareas democráticas de liberación nacional, pues muy por el contrario, su gobierno no es más que continuador de la obra de Pinochet, esto es, de la entrega de la nación al imperialismo, de haber convertido a Chile en una estrella más de la bandera yanqui.
En Chile, al igual que en México, el gran fraude para seguir sosteniendo al régimen y Bachelet, es que tanto el PC como el PS y la CUT quieren convencer a los explotados de que puede haber “democracia y justicia social” (como dice su slogan) con la reforma al sistema electoral-binominal que realizará Bachelet, mientras siguen en pie los TLCs con el imperialismo que han atado a dobles y triples cadenas de explotación y opresión a la nación. Mientras siga el país dominado por el capital financiero internacional, saqueado por las transnacionales imperialistas, el parlamento, la justicia y la administración estatal continuarán bajo el dominio de los pulpos imperialistas.
Por más que los agentes de la “revolución bolivariana” en Chile intenten envenenar la conciencia de los explotados, en la lucha incansable y persistente que éstos han iniciado por sacarse de encima el dominio imperialista, queda de manifiesto que la teoría-programa de la revolución permanente de los trotskistas mantiene plena vigencia, pues la solución íntegra y efectiva de las tareas democráticas y de liberación nacional pueden realizarse únicamente con la clase obrera tomando el poder, acaudillando al conjunto de la nación oprimida. ¡Por un gobierno obrero y campesino basado en las organizaciones de luchay autodefensa de las masas! Pues la ruptura con el imperialismo para liberar el país de las cadenas de dominación y saqueo, sólo se conseguirán expropiando las grandes propiedades privadas burguesas y esta debe ser la base material de la verdadera democracia política; y dicha tarea sólo la puede realizar un gobierno propio y autentico de las masas explotadas, es decir un gobierno obrero y campesino revolucionario.
El combate por la educación pública y gratuita, la lucha por la tierra para el campesino, por el fin del saqueo del cobre chileno y por la liberación política y económica de la nación del imperialismo, son tareas democrático-revolucionarias antiimperialistas que sólo la clase obrera podrá resolver, imponiendo una revolución obrera y socialista victoriosa.
El PC, el populismo rodriguista y demás corrientes neo-miristas, quieren hacerles creer a la clase obrera y a los estudiantes revolucionarios que la burguesía chilena “progresista”, asociada en múltiples negocios con las trasnacionales y el imperialismo, puede resolver esas tareas democráticas estructurales.
Ahí está el gobierno de Chávez en Venezuela que, asentado en una montaña de petrodólares, no ha tocado ni uno sólo de los intereses de las 31 familias que, asociadas con el imperialismo, controlan la economía venezolana. Ahí está esa burguesía nacional “progresista” haciendo miles de millones de dólares con la venta del petróleo al imperialismo yanqui que alimenta con él su maquinaria de guerra con la que masacra y asesina en Irak y Afganistán, y amasando fortunas sobre la base del hambre y la miseria de millones de trabajadores venezolanos. Ahí están las burguesías nativas en Irán, Líbano, Siria, postulándose hoy como socias de la Halliburton y demás petroleras imperialistas, para así cubrirles la espalda a las tropas yanquis en su salida ordenada al pantano en que las ha enterrado la heroica resistencia de las masas iraquíes. Para las burguesías nativas, los combatientes y los explotados sólo son monedas de cambio de sus negocios con el gran capital financiero imperialista.
Por ello, la lucha por la tierra y la independencia nacional, sólo pueden ser resueltas íntegra y efectivamente mediante el triunfo de la revolución socialista. Es tarea del proletariado y de sus organizaciones de lucha levantar audazmente estas demandas democráticas estructurales que lo convierten y lo convertirán en el caudillo de la nación oprimida.

33. La dirección traidora de la CUT y su política colaboracionista le ata hoy las manos al proletariado para que se éste gane a sus aliados, los campesinos pobres.
La clase obrera, sometida a la burguesía y a su gobierno por las direcciones reformistas, jamás podrá ganar la dirección de los campesinos pobres y soldar una alianza de clases dirigida por el proletariado, fundamental para conquistar la revolución proletaria. El rol de las direcciones del Foro Social Mundial y de su política colaboracionista con la pata civil del régimen cívico-militar y el gobierno de la “Concertación” que a su vez sostiene, financia y protege a la banda de hombres armados del ejército pinochetista asesino, es una de las tenazas que le impide al proletariado acaudillar al conjunto de las masas explotadas del campo y la ciudad. Es que la clase obrera no puede ni podrá ganarse al campesino pobre si no rompe con la burguesía y su gobierno, a los que es sometido por las direcciones reformistas.
En Chile se ha sucedido en el último período una gran movilización de los campesinos expropiados por las transnacionales, o hambrientos por sus escasas tierras. El campesino pobre y fundamentalmente de origen mapuche, ha visto día a día perder sus tierras en manos de las transnacionales o de una nueva burguesía agraria íntimamente ligada a las grandes empresas de exportación agroindustriales.
La política reformista del Foro Social Mundial se aplica en Chile en toda su magnitud. En toda América Latina y en todo el mundo semicolonial, esa cueva de bandidos sirvientes de la burguesía se ha empeñado en impedir que el proletariado dirija al campesino pobre en su combate por la revolución proletaria, transformando el problema de la tierra y la concentración de la misma en grandes latifundios -que ha provocado enormes revueltas y guerras civiles campesinas- en un problema de supuestas “naciones indígenas”.
Así, en México, con el zapatismo a la cabeza, transformaron lo que fuera el inicio de una guerra civil campesina en un supuesto “problema nacional indígena” en Chiapas. Con esa misma impostura, en Bolivia sostuvieron y sostienen al gobierno de Morales como un gobierno de la “nación quichua y aymará”, mientras sometían a ese gobierno de colaboración de clases a la COB, y a las COD y las COR –las grandes organizaciones de lucha de la clase obrera de ese país que acaudillaron los levantamientos de octubre de 2003 y mayo-junio de 2005.-
La misma pérfida política están aplicando en Chile hoy, con el objetivo de separar el combate por la tierra del campesino pobre mapuche, del heroico ascenso obrero y estudiantil que conmueve al país. Así, de la mano del castrismo y de Chávez, en la “Contracumbre” de Mar del Plata (Argentina) en 2005, las direcciones traidoras agrupadas en el Foro Social Mundial inventaron la existencia de una supuesta “nación araucana”. El resultado de ello es concreto: hoy, la dirección de los campesinos pobres de origen mapuche –el supuesto “movimiento araucano”- influenciada por el FSM, plantea que los obreros chilenos son tan enemigos de su lucha por la tierra como las transnacionales, el régimen y el gobierno, pues todos oprimirían a una supuesta “nación araucana”.
Esto constituye una verdadera falacia, total y absolutamente reaccionaria, al igual que lo es en Chiapas, México y en Bolivia, países donde la clase obrera -con su levantamiento actual en Oaxaca, y con sus levantamiento en Bolivia de Octubre de 2003 y mayo-junio de 2005- ha demostrado que es la única que puede liberar al campesino de origen indígena del yugo del capitalista, que le compra por miseria la producción del campo y que, a su vez, concentra las más grandes y preciadas tierras productivas en sus manos, mientras al campesino pobre sólo le queda la más brutal de las explotaciones junto a los trabajadores agrícolas, y luego su conversión en campesino sin tierra.
Esta falacia en Chile es doblemente reaccionaria, puesto que esa “nación araucana”, inventada ficticiamente por los traidores del Foro Social Mundial tendría sus límites en las zonas en que estaban asentados los mapuche en los siglos XVII, XVIII y XIX, zona que incluye lo que actualmente es la rica Patagonia argentina y las provincias de Neuquén y Río Negro, que concentran enormes reservas petroleras y gasíferas. A no dudarlo que mañana, en nombre de esa ficticia “nación araucana”, el ejército pinochetista podrá tener las manos libres para iniciar una guerra fratricida con Argentina por esas reservas hidrocarburíferas.
El cuento de la supuesta “nación araucana”, inventado por un puñado de traidores de la causa del proletariado hace algo más de un año en Mar del Plata, no da cuenta que las antiguas tribus mapuche, lejos de constituir ninguna nación, eran pueblos primitivos que fueron liquidados y diezmados por la colonia española primero, y luego terminados de diezmar por el surgimiento del capitalismo en el siglo XIX al no poder incorporarlos al proceso productivo.
Al igual que en Bolivia y en México, en Chile el campesino de origen indígena y sus generaciones posteriores se incorporó al proceso de producción capitalista o bien como campesino pobre, o bien como trabajador agrícola u obrero explotado en las fábricas.
Por ello, en Chile, la única nación que existe es una nación chilena oprimida, explotada y atada con dobles cadenas al imperialismo, y una clase obrera mayoritariamente mestiza -de origen aborigen y español- que es la clase más explotada de la sociedad chilena. Sus hermanos de origen mapuche realizan los peores trabajos como obreros agrícolas en el campo, o bien poseen las parcelas de tierra más pequeñas e improductivas, amenazadas a cada paso por el desarrollo agroindustrial de las transnacionales que exportan al Pacífico.
Desde el POI-CI denunciamos la mentira de una supuesta “nación araucana” inventada por el Foro Social Mundial, que busca enfrentar al campesino pobre con la clase obrera y que, en última instancia, busca someterlos a ambos a distintas fracciones de la burguesía.
El FSM ha transformado el sentimiento del campesino pobre de origen mapuche expropiado, que se refugia en su origen como sentimiento para defender su tierra, y ha inventado una “nación araucana” enfrentada a la clase obrera chilena. Esta política permite la más brutal represión de los levantamientos campesinos del sur de Chile, cuyos presos pueblan las cárceles del régimen pinochetista, y lo separa de la lucha que han comenzado la clase obrera y los estudiantes chilenos.
Lo que la clase obrera necesita para ganarse al campesino pobre es una dirección revolucionaria, comenzando por romper toda subordinación a la burguesía y toda política de colaboración con el régimen cívico-militar y su gobierno. Será la CUT recuperada de manos de la dirección traidora y colaboracionista del stalinismo, y con una dirección revolucionaria a su frente, la que podrá ganar como aliado de la clase obrera al campesino pobre, comenzando por organizar en sus filas, en primer lugar, a los miles y miles de trabajadores rurales súperexplotados en el campo. Ellos constituyen y constituirán, en el campo, el más grande aliado de la clase obrera de las ciudades.
Con una dirección revolucionaria al frente de la CUT y de sus organizaciones de lucha, y rompiendo con la burguesía, podrá el proletariado ganarse al campesinado pobre, comenzando por levantar la demanda de la expropiación de toda la burguesía comercial parasitaria que le compra por monedas la producción al campesino, y la vende en las ciudades a la clase obrera y alpueblo pobre a un precio superior en un 500 o 1000%, y estableciendo la lucha por que sea el estado el que garantice la compra de la producción del campesino a un precio digno y, a la vez, el que garantice mercancías baratas provenientes del campo para el consumidor obrero y el pueblo pobre de las ciudades.
Sólo el proletariado, encabezando la lucha contra la burguesía, podrá derrotar al banco usurero que le expropia la tierra al campesino, luchando por la expropiación sin pago de los banqueros y la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores, y por créditos baratos para el campesino pobre.
Sólo la clase obrera y sus organizaciones de lucha, enfrentando a toda la burguesía chilena y a las transnacionales de la agroindustria, podrá, junto a sus hermanos pobres del campo, encabezar el combate por la expropiación de los latifundios y la gran propiedad burguesa de la tierra. Sólo el proletariado, saldando cuenta en las ciudades con la clase poseedora que vive en ellas y que saquea al campesino pobre en la aldea y el campo, podrá llevarle a éste tecnología y la maquinaria para que pueda producir con dignidad.
Desde el POI-CI denunciamos la pérfida política contrarrevolucionaria del Foro Social Mundial de inventar “nacionalidades indígenas” inexistentes, aplicada en Chile por sus secuaces del stalinismo y demás sirvientes de la burguesía. Llamamos a la clase obrera, a sus organizaciones de lucha y al movimiento estudiantil a hacer suyas estas demandas inmediatas, para sumar al trabajador agrícola y al campesino pobre de origen mapuche al combate por derrotar al régimen cívico- militar y a su gobierno agente del TLC.
Llamamos a las organizaciones de lucha de las masas a hacer suya la demanda de libertad inmediata a todos los campesinos pobres de origen mapuche que, junto a otros luchadores obreros y populares, pueblan las cárceles del régimen pinochetista. Los llamamos a que juntos enfrentemos esta pérfida falacia de la “nación araucana”, inventada por el stalinismo y las burguesías nativas para intentar separar al campesino pobre de su hermano, el obrero de las ciudades.
Vamos a proclamar ante el proletariado y ante los combatientes de las barricadas de Chile que esta supuesta “nación araucana” fue inventada en la “Contracumbre” de Mar del Plata en 2005 por la burguesía de los petrodólares de Chávez y por la burguesía cocalera de Evo Morales y todos sus lacayos.
Vamos a manifestarles a nuestros hermanos de combate y de clase que en la heroica revolución de los Cordones Industriales de 1973, y también en el ascenso obrero de 1982-86, el combate era de obreros y campesinos pobres y sin tierras, que constituyeron las poblaciones más combativas de los ascensos revolucionarios del proletariado chileno en su historia.
Alertamos a la vanguardia obrera y juvenil que, de imponerse esta política reaccionaria, los hermanos campesinos pobre de origen mapuche están condenados a la impotencia, a luchar aislados con sus revueltas rurales, presos de la represión patronal, y terminarán resentidos mirando a los obreros chilenos como sus “enemigos” y pueden ser neutralizados ante las luchas obreras a manos del gobierno patronal de Bachelet, ofreciéndoles a cambio pequeñas parcelas de tierra y concesiones económicas parciales para que se aburguesen sus dirigentes y terminen explotando a sus propios hermanos, como ya está sucediendo en el Comahue, en la Patagonia argentina.
Por lo tanto, afirmamos que se vuelve imperioso luchar por la inmediata independencia política de la clase obrera, así como también de sus organizaciones de lucha, que han sido estatizadas por los regímenes burgueses ante su creciente decadencia. Pues la única y verdadera solución definitiva para los millares de hermanos campesinos explotados y sin tierra del campo, vendrá de la mano de la más fraternal unidad con la clase obrera urbana que produce la riqueza y mueve el conjunto de la economía del país, pues sólo con una profunda reforma agraria, liquidando el latifundismo, las forestales y repartiendo la tierra para quien quiera trabajarla, es que los campesinos de origen mapuche tendrán la tierra que necesiten para su agricultura y la crianza de animales, con el apoyo financiero y técnico del nuevo y futuro gobierno obrero y campesino.
El respeto a sus tradiciones, su lengua, costumbres y cultura no vendrá de ningún gobierno burgués que se asiente en el monstruoso aparato represivo del estado pinochetista, con sus fuerzas armadas y policiales genocidas de su pueblo. Sólo la clase obrera con sus métodos de lucha y sus organizaciones combativas unitarias basadas en la democracia directa, será la que pondrá en pie milicias armadas de masas que destruyan y disuelvan a la oficialidad asesina que educó el chacal Pinochet, y dé paso a la revolución misma y, con ello, a la solución definitiva de todas las tareas democrático-estructurales y de liberación nacional.
Estas corrientes contrarrevolucionarais internacionales, que en el continente y en Chile se financian muchas de ellas a través de sus ONGs, y que hoy cínicamente proclaman la lucha por un ficticio “estado mapuche”, son las mismas que ocultan y censuran los verdaderos y grandes problemas de opresión a pueblos centenarios a nivel internacional, como son los hermanos palestinos, kurdos, vascos, catalanes, chechenos, irlandeces, kosovares, etc., porque son agentes de las distintas camarillas imperialistas opresoras.

Nuestra lucha por las consignas de la democracia extrema y la Asamblea Nacional chilena libre y soberana, como instrumento en manos de la clase obrera para avanzar a la revolución proletaria y no dejar piedra sobre piedra del régimen cívico-militar.

34. Como ya dijimos, toda lucha de los explotados en Chile, por más mínima que sea, enfrenta a un régimen blindado cívico-militar, una verdadera dictadura adornada por las reformas cosméticas hechas por la Concertación y el PC. Por ello, las consignas democráticas contra el régimen pueden cobrar un enorme vigor e importancia en la lucha de masas que lo enfrentan.
Los renegados del trotskismo se preparan desde ahora mismo para utilizar las consignas de la democracia burguesa extrema como un salvavidas ante posibles estallidos del régimen cívico-militar a causa de futuros saltos hacia adelante de la ofensiva de masas, y a posibles crisis revolucionarias que puedan abrirse. Si en Chile se diera una situación similar a la de Bolivia, es indudable que la burguesía - que domina bajo distintos regímenes, desde el fascismo al bonapartismo, desde la monarquía a la república-, aprendiendo de la crisis revolucionaria abierta en ese país, apostará al engaño de la Asamblea Constituyente tramposa y amañada como salida para el régimen cívico militar ante una crisis revolucionaria, como sucede hoy en Bolivia con la Constituyente tramposa y amañada, basada en el pacto de la burguesía nacional con las transnacionales petroleras y la oligarquía de la Medialuna.
Así, renegando de la lucha por poner en pie los organismos de doble poder, negándose a combatir por centralizar las barricadas y los combates de la juventud y la clase obrera chilena, esas corrientes reformistas colocan al programa democrático no como un motor del combate contra el régimen bonapartista, sino por el contrario, como una soga echada al cuello de las masas y de su lucha contra el mismo.
El grupo que en Chile se haya llamar Clase contra Clase (CcC) -un satélite del PTS de Argentina- ha organizado y estructurado todo su programa alrededor de la consigna de Asamblea Constituyente como una consigna de poder contra el régimen cívico militar, liquidando así el carácter revolucionario circunstancial que, para lucha de masas, puede tener esta consigna de la democracia burguesa extrema.
Los trotskistas del POI-CI luchamos por centralizar y coordinar la ofensiva de masas, por poner en pie organismos de lucha política de las mismas, que encabecen y centralicen el combate por demoler a este régimen infame. Afirmamos que el fin de la postración de las masas chilenas y del sometimiento de Chile al imperialismo sólo pueden ser conquistados con la imposición de un gobierno obrero y campesino basado en los organismos de lucha revolucionaria de las masas. Sólo este gobierno obrero y campesino podrá completar la demolición de este régimen infame y llevar hasta el final las tareas democráticas estructurales como la liberación nacional rompiendo con el imperialismo, la revolución agraria y la educación pública, gratuita y laica en todos los niveles, combinándolas con tareas de la revolución socialista, es decir, de expropiación de los expropiadores de la clase obrera y el pueblo. La clase obrera chilena ya demostró que es la única clase verdaderamente nacional, la que está destinada a liberar a Chile de la postración, la represión y la infamia impuestas por el dominio imperialista y el régimen cívico-militar pinochetista-concertacionista.
Afirmamos que la república obrera será un millón de veces más democrática que la más democrática de las repúblicas burguesas que no son más que la envoltura de la más feroz dictadura del capital. Denunciamos que todo programa que se pretende revolucionario pero que no se organiza hoy, en la situación pre-revolucionaria abierta en Chile, alrededor de la perspectiva de poner en pie los futuros organismos de poder obrero, es un programa estrangulador del ascenso de masas que ha comenzado.
Pero no dudamos de que, en el curso de ese combate, para ganarse a las capas más atrasadas de sus filas, para establecer la alianza con el campesinado pobre y las clases medias urbanas arruinadas, el proletariado puede tomar circunstancialmente en sus manos las consignas audaces de la democracia burguesa hasta el final como ariete para enfrentar las reformas cosméticas antidemocráticas del régimen infame cívico-militar y los nuevos injertos “democráticos” que el stalinismo intenta ponerle a este régimen descompuesto, para contener el ascenso de la clase obrera y el pueblo pobre.
Como dice el Programa de Transición trotskista, las consignas de la democracia burguesa extrema son para que las masas identifiquen cada vez más a las mismas con la lucha por los soviets y el armamento del proletariado.
Así, en Chile puede ser de suma utilidad para desenmascarar la política del stalinismo de “parlamento político y social” y de las cuatro reformas a la Constitución de 1980 realizadas a espaldas del pueblo junto con los generales pinochetistas y la Concertación, la consigna de ¡Abajo los antidemocráticos “parlamentos políticos y sociales”, sometidos al estado y al régimen pinochetista! ¡Ninguna reforma del sistema electoral, hecha entre gallos y medianoche por los representantes de los partidos obreros traidores y el régimen cívico-militar! ¡Abajo las reformas cosméticas del pinochetismo sostenido por la socialdemocracia y el stalinismo! ¡Abajo el régimen cívico-militar, la Constitución del ‘80 y las reformas antidemocráticas! Asamblea Constituyente nacional libre y soberana, tomando el país como distrito único, con un diputado cada 10.000 electores, con diputados revocables que no ganen más que el salario de un obrero, con una Cámara única que declare cesantes todos los poderes del estado y del régimen cívico-militar y todos los tratados que atan a Chile al imperialismo, y que imponga la tierra para los campesinos, y las ocho horas de trabajo con un salario mínimo igual a la canasta familiar para la clase obrera, etc.
Los trotskistas del POI-CI afirmamos que esta demanda democrático burguesa extrema sólo puede ser conseguida si, luchando por ella, el proletariado centraliza su combate, pone en pie los organismos de autoorganización y los comités de autodefensa para derrumbar hasta el último ladrillo que sustenta al régimen pinochetista.
Denunciamos que el Partido Comunista es el encubridor de todas las reformas antidemocráticas hechas por este régimen cívico-militar y un sirviente de la casta de oficiales asesinos pinochetista.
Luchamos y lucharemos audazmente por las consignas de la democracia formal hasta el final contra el régimen cívico-militar, porque ello significará deslegitimar las nuevas trampas antidemocráticas del régimen bonapartista, y legitimar el accionar de los organismos de doble poder y el armamento del proletariado. Porque aunque se reuniera la Asamblea constituyente más democrática y tomara las medidas más audaces contra el imperialismo y la burguesía, nada podrá resolver efectivamente sin destruir a la banda de hombres armados del capital, las fuerzas armadas y de seguridad que son las que, en última instancia, garantizan la propiedad privada de los medios de producción y el saqueo de Chile.
Como ya hemos dicho, el imperialismo es reacción en toda la línea. Los monopolios que saquean Chile necesitan el gobierno más autoritario que tengan a mano para garantizarse la expoliación de la nación y la explotación de la clase obrera. Para ubicarse como caudillo de esta ofensiva de los explotados que ha comenzado, para legitimar su autoorganización y su armamento, para desenmascarar a las direcciones traidoras cómplices del régimen cívico-militar, el proletariado no debe dudar en utilizar audazmente la demanda de una Asamblea constituyente libre y soberana, impuesta sobre las ruinas del régimen cívico militar del TLC, que rompa con el imperialismo, entregue la tierra a los campesinos, etc.
Llamamos a la clase obrera y los explotados a romper inmediatamente con los “parlamentos políticos y sociales” y con los CAP; llamamos a repudiar la reforma del sistema electoral que intenta realizar el stalinismo junto con la Concertación y el régimen cívico-militar, a espaldas de las masas y de forma antidemocrática. A ello le oponemos la lucha por una Asamblea nacional constituyente chilena libre y soberana que, además de romper con el imperialismo, les dé la tierra a los campesinos pobres e imponga la educación y la salud públicas y gratuitas para todos los pobladores de nuestra nación. Y así, combatiendo por las demandas de la democracia extrema, estaremos favoreciendo el desarrollo de los organismos de doble poder y el armamento del proletariado.
El PC chantajea a lo trabajadores y jóvenes en lucha, diciéndoles que su combate puede ser un estorbo para conseguir más “espacios democráticos” en el régimen infame. ¡Mentira! Ellos, los stalinistas, son los sostenedores de este régimen cívico-militar. El PC, que hace décadas que renegó de la lucha por la revolución socialista, es enemigo de levantar ni tan siquiera la consigna democrática de Asamblea constituyente nacional libre y soberana que sesione sobre las ruinas del régimen cívico-militar, puesto que está dedicado a hacerle reformas cosméticas a ese régimen pinochetista basado en la antidemocrática Constitución de 1980.
Por el contrario, luchando a cada paso por la huelga general política, por constituir y centralizar los organismos de autodeterminación de las masas; combatiendo por poner en pie el armamento del proletariado, los trotskistas internacionalistas del POI-CI no dudaremos en impulsar audazmente la lucha por las consignas democráticas extremas, para desenmascarar la política del stalinismo y la socialdemocracia que se llenan la boca hablando de “revolución democrática” pero se niegan a impulsar el combate, no ya por las verdaderas demandas democráticas estructurales, sino tan siquiera por las formales, puesto que sostienen al régimen cívico-militar y su maldita Constitución del ’80.
Se trata de organizar, bajo la dirección del proletariado, a todos los explotados de Chile, derrotando a su dirección actual, para imponer la huelga general política que no deje piedra sobre piedra del régimen cívico-militar y abra así el camino a la tercera revolución chilena. Porque en última instancia, la tarea es quebrarle el espinazo a la institución sobre la que se sostienen el TLC y el régimen infame: las fuerzas armadas y su casta de oficiales asesina, preservadas contra el justo odio del pueblo por todas las direcciones traidoras. Por ello, la lucha por la Asamblea Constituyente libre y soberana es inseparable del combate por la disolución de los carabineros asesinos y los servicios de inteligencia; por la destrucción de la casta de oficiales asesina que representan al corazón de la burguesía chilena y sus negocios; por la democratización de las fuerzas armadas, por comités de soldados que elijan democráticamente a sus jefes y se incorporen con esos comités a las organizaciones de lucha de las masas. Es inseparable asimismo de la lucha por la inmediata destitución de la casta de jueces pinochetistas-concertacionistas, salvadores de Pinochet y de todos los militares asesinos, y por tribunales obreros y populares que juzguen y castiguen a todos los asesinos del pueblo, los de ayer y los de hoy.
Como ya hemos dicho entonces, la lucha por las demandas democrático-revolucionarias estructurales y contra el régimen, son parte inseparable del combate por el armamento del proletariado y por la destrucción de la banda de hombres armados del estado burgués.

CAPÍTULO 5

Bajo las condiciones actuales, la tarea de poner en pie un nuevo partido revolucionario, auténticamente leninista, de combate e insurreccionalista de la clase obrera en Chile, es una tarea de las fuerzas sanas del trotskismo a nivel internacional

35. La situación pre-revolucionaria abierta, el proceso histórico de ruptura y enfrentamiento de franjas de la vanguardia y las masas con el PC, significa un cambio cualitativo en la lucha por una dirección revolucionaria para la clase obrera chilena. Sin ir más lejos, ha provocado que la proclama, la declaración de guerra que los trotskistas internacionalistas chilenos lanzáramos a principios de 2005: “por un nuevo partido revolucionario de la clase obrera chilena”, haya abandonado su carácter propagandístico para convertirse en una consigna para la acción inmediata.
La consigna ¡Por un nuevo partido revolucionario, auténticamente comunista, es decir, leninista de combate, internacionalista e insurreccionalista para la clase obrera chilena! en estos momentos es para que sea tomada por miles y millones de explotados que han entrado al combate. Las fuerzas para poner en pie este estado mayor de la clase obrera chilena para la revolución socialista, están afuera. Los dirigentes de ese nuevo estado mayor de los explotados ya se han seleccionado en los miles de obreros y jóvenes revolucionarios. Ellos se reconocen en las concentraciones obreras, en las minas, en las poblaciones, en los colegios, universidades, en las barricadas, en los piquetes y en las asambleas de lucha, y que están jugando un rol decisivo para la apertura de la segunda Revolución Chilena. Allí radican las fuerzas fundamentales y decisivas para poner en pie un nuevo partido leninista de combate insurreccionalista e internacionalista de la clase obrera chilena.
El partido de la estrategia soviética, el partido de los cordones industriales, insurreccionalista que lucha por la toma del poder por parte de la clase obrera, merece existir porque la fuerza de los acontecimientos ha sentado las bases para que lo haga.

36. El POI (CI) de Chile pudo llegar hasta aquí y ser hoy una realidad respetada en sectores de la vanguardia obrera y juvenil; pudo sacar lecciones de la grandiosa revolución de los ’70, porque es parte de una corriente internacional que lucha por reagrupar a nivel internacional a las fuerzas sanas del movimiento socialista revolucionario, en el momento en que los renegados del trotskismo no dejaron piedra sobre piedra de la IV Internacional leninista-trotskista y se pasaron al campo del menchevismo y el stalinismo.
La revolución chilena de los ’70, como las revoluciones bolivianas de 1952 y 1971; como la lucha contra el fascismo en Alemania y la guerra civil en España en los ‘30, como la revolución china de 1925-27 y la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, son ejemplos de las grandes gestas del proletariado internacional. Por ello, sus lecciones son un patrimonio del movimiento internacional del socialismo consciente, de la clase obrera “para sí” que se organiza en movimiento revolucionario internacional para combatir al sistema capitalista imperialista mundial.
La clase obrera, como clase en sí, país por país, no ha podido, no puede ni podrá mantener las lecciones y los hilos de continuidad de los combates que dieron sus generaciones anteriores. Los golpes contrarrevolucionarios del fascismo, y el accionar de las direcciones compradas por el gran capital financiero que actúan como sus guardiacárceles en el movimiento obrero, impiden que esto sea así.
Bajo el programa y las lecciones de los fundadores de la IV Internacional, los trotskistas internacionalistas afirmamos durante décadas que, o triunfaba la revolución política para derrocar a la burocracia stalinista en Oriente o, de lo contrario, esa burocracia estranguladora de la revolución en Occidente terminaría por entregar esos estados y la conquista de la expropiación a burguesía al sistema capitalista imperialista mundial, y por devenir ella misma en nueva clase explotadora, cuya opresión sanguinaria hoy padecen los obreros chinos, rusos, vietnamitas, y de las naciones de Europa del Este.
La teoría-programa de la revolución permanente es la continuadora del marxismo revolucionario de la III Internacional que se pusiera en pie sublevándose contra la traición de la II Internacional socialdemócrata que había mandado a los obreros a masacrarse entre sí al servicio de sus respectivas burguesías, en la carnicería de la primera guerra mundial imperialista.
Por estas razones, cuando el stalinismo se derrumbó, desenmascarado ante los ojos de las masas del mundo como un agente del imperialismo y de la burguesía en los estados obreros, desde el único lugar del que se podía hablar a la clase obrera en nombre del comunismo, es desde el trotskismo.
Los obreros chilenos y las decenas y centenares de células que hoy rompen con el PC y con su dirección que los ha traicionado, pueden comprender fácilmente lo que les diremos: que no solamente la II y la III Internacionales fueron entregadas al capitalismo imperialista y se pasaron al campo de la reforma, sino que en los albores del siglo XXI y después de décadas de revisionismo y oportunismo, la mayoría de las fuerzas surgidas de la IV Internacional se pasaron también al campo de la reforma.
Esas fuerzas de los renegados del trotskismo hoy sostienen y legitiman por izquierda, usando para ello las limpias banderas del trotskismo y el bolchevismo, a las nuevas direcciones contrarrevolucionarias de stalinistas reciclados, socialdemócratas y ex comandantes guerrilleros devenidos en yuppies de Wall Street, agrupadas todas en el Foro Social Mundial.
Cuando en 1938 se fundó la IV Internacional, gracias a los combates dados por ésta como continuadora del bolchevismo, sus fundadores pudieron decirle con orgullo al proletariado internacional que le entregaban un programa y una bandera sin mácula por los cuales luchar y morir. Combatiendo desde hace décadas a los renegados y liquidadores de la IV Internacional, nuestra fracción internacional puede decirle hoy al proletariado que en lucha de tendencia y de fracciones podemos aportar estas lecciones y este programa a la clase obrera latinoamericana y mundial, el mismo programa que, como bandera sin manchas, levantaron los trotskistas de 1938 contra las banderas manchadas por el fango de la traición y la ignominia del Caín Stalin y de toda la burocracia stalinista enterradora de la III Internacional y de la Revolución de Octubre.
El POI (CI) no pretende ser el partido revolucionario ya constituido y fortalecido de la clase obrera chilena para la toma del poder. Ese lugar debe ganárselo en el combate, fusionando nuestro programa revolucionario con lo mejor del proletariado revolucionario y la juventud chilenos. Nos consideramos un núcleo, un embrión de ese partido revolucionario internacionalista que el proletariado chileno necesita y se merece.
El partido revolucionario internacionalista de la clase obrera chilena ya no podrá ser “chileno”: deberá ser latinoamericano, para centralizar el combate de los revolucionarios de todo el Cono Sur contra la centralización de la política contrarrevolucionaria de esa cueva de bandidos que es el Foro Social Mundial, que en todo el continente pregona y aplica esa estafa de la “revolución bolivariana”.
Será un partido latinoamericano integrante de un reagrupamiento internacional de las fuerzas principistas del trotskismo y de las organizaciones obreras revolucionarias que unifique al proletariado internacional y a su combate.
En la enorme y decisiva tarea de poner en pie esta dirección revolucionaria que la clase obrera y la juventud de Chile necesitan, nuestra corriente, nuestro embrión, será una de las vertientes que confluirá para ello.
Centenares de células y militantes comunistas enfrentan a los “pacos rojos” de su dirección: a ellos les decimos que el trotskismo, en décadas de combate, mantuvo la continuidad del bolchevismo; que sus ansias y deseos de revolución hoy deben confluir, manteniendo sus mismas células y organizaciones y basados en un programa internacionalista revolucionario, con los trotskistas internacionalistas del POI (CI). Juntos haremos ese nuevo partido revolucionario, auténticamente comunista, un partido leninista de combate, que necesita la clase obrera chilena.
Es que el combate contra los “pacos rojos” es el que desplegaran la IV Internacional y los trotskistas en la resistencia contra el stalinismo en la ex URSS, contra esos “pacos rojos” de Stalin que asesinaron a lo mejor de la dirección de la vieja guardia bolchevique en los juicios de Moscú de 1936-38.
Combatir contra los “pacos rojos” es también saldar cuentas con la historia de la heroica guerra civil española, enfrentando y derrotando a los stalinistas que formaron esa quintacolumna asesina que masacró por la espalda a los mejores combatientes del POUM, de los anarquistas de Durruti y de los trotskistas de la IV Internacional.
“¡Abajo los “pacos rojos”, abajo la burocracia stalinista carcelera de losrevolucionarios! ¡Viva la IV Internacional!”, era el grito con el que morían fusilados miles de trotskistas asesinados en los campos de concentración en la URSS.
“¡Fuera los pacos rojos!”, era lo que gritaban millones de obreros que se sublevaban contra la burocracia stalinista y enfrentaban a los tanques del ejército rojo de Stalin en la Checoslovaquia revolucionaria de 1968, en la Hungría de 1956, en la Alemania de 1953, en Polonia en los ‘80 contra el burócrata stalinista Jaruzelski.
Los miles de comunistas y de jóvenes obreros de vanguardia que quieren derrotar a los “pacos rojos” que entregan cada uno de las luchas del proletariado chileno como ayer entregaron la revolución del ‘73, y que hoy se predisponen, con la burocracia castrista, a restaurar el capitalismo en Cuba, tienen un lugar de honor en el combate por poner en pie este nuevo partido revolucionario de la clase obrera chilena.
La generación que dio su vida en el combate contra Pinochet, que tuvo sus muertos, exiliados y sus héroes, no puede entregar más su sangre y su cuerpo en aras de la política de colaboración de clases que ayer abonara el camino para el triunfo del golpe pinochetista en Chile, o para entregar revoluciones como en Nicaragua o El Salvador. Esos combatientes de nuestro pueblo tendrán también un lugar y podrán canalizar sus ansias de combate siendo parte activa de la constitución de este nuevo partido revolucionario de la clase obrera chilena, rompiendo con sus direcciones revisionistas y falsificadoras del leninismo.
No tenemos dudas de que para poner en pie ese partido leninista de combate que necesita la clase obrera en Chile, jugarán un rol central las nuevas generaciones que hoy entran al combate. La juventud obrera y estudiantil rebelde no tienen hoy sobre sus hombros el peso de las derrotas y las traiciones de las generaciones anteriores. Encuentran el campo de batalla lleno de escombros de la vieja socialdemocracia y el stalinismo, pero en momentos en que la polvareda ha comenzado a disiparse, y en que queda cada día más evidente y al desnudo el accionar de las direcciones traidoras de todo pelaje. Su evolución a la revolución es y será veloz. Como decía Trotsky, a la juventud hay que hablarle en el lenguaje de la revolución.
Junto a la mujer trabajadora, la nueva generación del proletariado aportará los batallones decisivos para poner en pie la dirección revolucionaria que la clase obrera chilena se merece. Por ello, como dice el Programa de Transición, “Paso a la juventud, paso a la mujer trabajadora” tiene que ser un grito de lucha de los que peleamos por poner en pie ese nuevo partido revolucionario de la clase obrera chilena.

37. Desde el POI (CI), luchando por nuestro programa y por nuestras convicciones, acompañaremos la riquísima experiencia de combate de las masas que tozudamente buscan abrir un cauce revolucionario para terminar con el flagelo de este régimen de oprobio y entrega.
No dudaremos en impulsar la más amplia unidad de acción y el frente único para la acción por tal o cual punto, con toda corriente que se reivindique de la clase obrera que quiera hacer avanzar, aunque más no sea un paso, la lucha de los explotados. En el combate diario, no dudaremos en llamar a constituir verdaderos frentes de lucha en la vanguardia obrera y estudiantil, a las corrientes que quieren realmente hacer avanzar a las masas para que éstas pongan en pie sus organizamos de autodeterminación y de centralización de sus combates.
Los trotskistas del POI (CI) tenemos confianza en la fortaleza de nuestro programa. Sabemos que ya hemos demostrado y demostraremos que somos la herramienta necesaria para que los obreros de vanguardia puedan luchar por la liberación de nuestra clase. De la misma forma que ponemos y pondremos todas nuestras fuerzas para que las masas triunfen, sabremos sostener a cada paso también, los principios y la estrategia revolucionaria que necesita el proletariado para triunfar.
Lo que distinguió al bolchevismo fue su intransigencia en los principios, su obsesión por la precisión de los programas, su lucha despiadada por mostrarles a cada paso a los explotados quiénes son sus aliados, y quiénes sus enemigos. Sabemos que si el proletariado no se desembaraza de su dirección actual, su combate será expropiado.
Sabemos también que nos ganaremos el odio de todas las corrientes reformistas, oportunistas y traidoras que, con su política de colaboración de clases, están colgadas a los faldones de la burguesía. Estamos y estaremos orgullosos de ese odio, porque sabemos que en las antípodas del mismo, se despertará el más grande de los respetos y será hecho suyo por millones de explotados, el programa y el combate intransigente de los revolucionarios por la revolución y la toma del poder por la clase obrera.

38. Nos presentamos en el combate diario con nuestro programa, con nuestras lecciones del combate, pidiendo el honor de estar en la primera línea de fuego. A los obreros hay que decirles la verdad, inclusive por más amarga y cruel que ésta sea. Sólo así una gran tradición revolucionaria quedará en el proletariado.
Desde hace ya más de una década y media, combatimos por reagrupar a las fuerzas sanas del trotskismo a nivel internacional. De la misma manera que en 1914, cuando la II Internacional traicionaba al proletariado mundial, su ala izquierda, enfrentando esa traición, se reagrupaba en las conferencias de Zimmerwald y Kienthal para darle continuidad al programa marxista y sus fuerzas cabían apenas en un sillón, de la misma manera que el trotskismo le diera continuidad al programa y la estrategia del bolchevismo, el único socialismo científico de nuestra época, ante el pasaje del stalinismo al campo de la contrarrevolución en 1933, hoy, ante el pasaje al campo de la reforma y el oportunismo de los renegados del trotskismo que destruyeron la IV Internacional, todas nuestras fuerzas están puestas en luchar por un nuevo Zimmerwald y Kienthal, por poner en pie un estado mayor internacional de la revolución socialista mundial.
Por ello, somos integrantes -junto al ORI de Bolivia, la LOI (CI)-Democracia Obrera de Argentina, al CWG de Nueva Zelanda, la FT de Brasil y la LTI de Perú- de la Fracción Leninista Trotskista (FLT) cuyo objetivo es la lucha por una Conferencia Internacional de los trotskistas principistas y las organizaciones obreras revolucionarias, es decir, por un nuevo Zimmerwald y Kienthal.
Sabemos que los obreros chilenos de vanguardia entenderán este combate internacionalista del POI (CI): porque el proletariado chileno se puso de pie cuando en 1919 un pequeño grupo de revolucionarios, al influjo del triunfo de la revolución de Octubre en Rusia, marchaba a organizarse junto a los camaradas Lenin y Trotsky en la III Internacional revolucionaria que se ponía de pie.
Por ello, las mejores tradiciones internacionalistas del proletariado chileno quedan hoy en manos de los trotskistas internacionalistas y de su lucha por volver a poner en pie el partido mundial de la revolución socialista, que para quienes integramos el POI-CI no es otra que la IV Internacional refundada en un nuevo congreso como el de 1938, expurgada de los renegados y revisionistas que la pusieron a los pies del stalinismo y demás direcciones traidoras.

Los renegados del trotskismo: la tercera hornada de menchevismo. Junto a las burguesías nativas, a la burocracia castrista y al stalinismo, integrados a la cueva de traidores que es el Foro Social Mundial

39. Bajo las actuales condiciones de la situación mundial, vemos hoy a los renegados del trotskismo, jugar cada vez más abierta y desembozadamente su papel de estranguladores de la clase obrera y los explotados, implementando la misma vieja política de colaboración de clases, de apoyo a gobiernos de frente popular, a burgueses “progresivos” y militares patriotas, a imperialistas “democráticos” contra el “fascismo”; es decir, retoman la posta de la vieja política traidora del stalinismo. Cada vez más abiertamente acuden al llamado de los gobiernos y regímenes burgueses para que los sostengan no sólo ya desde afuera, sino desde adentro de los mismos. Así, hoy vemos a los liquidadores de la IV Internacional haciéndose responsables en Venezuela –con un ministro de trabajo de la UNT, la central sindical dirigida por renegados del trotskismo- de un gobierno burgués como es el de Chávez, amigo del monopolio siderúrgico Techint y su dueño Paolo Rocca y que, al igual que Morales en Bolivia, viene de anunciar “nacionalizaciones” que no son más que “joint ventures”, empresas mixtas donde se asocian para hacer fabulosas ganancias, los monopolios imperialistas y la burguesía nativa, todos ellos explotadores de la clase obrera.

Los renegados del trotskismo, quedan al desnudo y se develan cada vez más como responsables del sometimiento de la clase obrera boliviana a Chávez y Fidel Castro, que han enviado más de 15.000 cuadros castristas y chavistas a Bolivia, para garantizar el sometimiento de la clase obrera al gobierno de colaboración de clases de Morales, en momentos en que más y más la burguesía boliviana se disputa ferozmente la renta hidrocarburífera y nacional, amenazando con desembocar en un enfrentamiento de campos burgueses, con el proletariado y los explotados sometidos a ellos.

En Brasil, son responsables del gobierno pro-imperialista, antiobrero, represor y asesino de campesinos sin tierra de Lula, al que le dieron el ministro de la reforma agraria, Rosetto, mientras que el PSOL de Heloísa Helena y el PSTU juegan el rol de contener por izquierda la ruptura de franjas enteras de la clase obrera con el PT y con la burocracia sindical de la CUT y de llevarla, en última instancia, a votar nuevamente por Lula, como sucediera en las últimas elecciones presidenciales.

En Italia, después de estar más de quince años integrados con el stalinismo en un partido único, Rifondazione Comunista (RC), toda un ala de los renegados del trotskismo tiene diputados, senadores y funcionarios en el gobierno imperialista de la “Unione” –alianza entre el PDS y RC- que está pasando un feroz ataque contra la clase obrera italiana y que comanda a las tropas imperialistas de la ONU en el sur del Líbano.

Semejante accionar a velas desplegadas de los renegados del trotskismo usados como “limones exprimidos” por los regímenes y gobiernos burgueses -tal como decía Trotsky en los ’30 del stalinismo y de los centristas del Buró de Londres- los llevará a estallar una vez más, como ya lo están haciendo. Así, en Argentina asistimos a recurrentes estallidos de estas corrientes en función de cómo ubicarse en el régimen infame, como es el caso del antiguo MST de la UIT-CI, hoy devenido en dos corrientes a cuál más reformista, y del PTS, que como una cebolla, desprende fracción tras fracción. En Bolivia, el POR vive estallidos recurrentes y es una máquina de expulsar a toda voz que se atreva a disentir aún mínimamente con Lora. La corriente espartaquista –prostalinista y sindicalista hasta la médula- estalló hace unos años, y vive dando origen a fracciones, grupos y grupúsculos. En Inglaterra viene de estallar hace unos meses la vieja LCRI (rebautizada hace algunos años “Liga por la V Internacional), en dos fracciones completamente reformistas, una de ellas sirviente directa del Foro Social Mundial, y la otra, sirviente de la burocracia sindical de las Trade Unions y el Partido Laborista en el gobierno con Tony Blair. En Italia, el ingreso de estos renegados a la Unione y al gobierno de Prodi en Italia significó el estallido del altamirismo en ese país, y el surgimiento a principios de 2006 del PC-Rol en ese país.

 

40. Bajo las actuales condiciones, cuando esas corrientes ex trotskistas se han pasado al bandode la reforma, los grupos y corrientes que se desprenden de estos nuevos estallidos -hijos del revisionismo que en los ’90 surgió al interior mismo de las filas del entonces movimiento trotskista y que no dejara piedra sobre piedra de la teoría y el programa del marxismo revolucionario; hijos de décadas de ruptura con la praxis revolucionaria y de las capitulaciones terribles y traiciones directas de esas corrientes en el primer lustro del siglo XXI- lo máximo que llegan a dar son corrientes y grupos profundamente nacional trotskistas, que buscan ocupar el espacio que queda en el flanco izquierdo de los regímenes burgueses por el brutal giro a la derecha de las corrientes de las que provienen, impulsando políticas pivertistas de presión sobre los gobiernos de frente popular y colaboración de clases, y sobre las instituciones burguesas como los parlamentos, la justicia y los ministerios, liquidando de esta manera, la lucha por la revolución proletaria como tarea cotidiana e inmediata de la clase obrera. Estas nuevas variantes del socialismo nacional, cuanto mucho, impulsan agrupamientos internacionales oportunistas, federativos, de acuerdos diplomáticos donde todos tienen cobertura “internacional” para capitular alegremente todos los días en su propio país.

Así ha sucedido con la reciente afiliación del PC-Rol de Italia –hoy renombrado Partido de Alternativa Comunista (PAC)- a la LIT-CI. Este es indudablemente un agrupamiento oportunista, sin balance de las capitulaciones y el sometimiento de la LIT y sus responsabilidades históricas en la destrucción del trotskismo argentino y latinoamericano; sin balance de sus traiciones, como la del MAS de Argentina que en 1989 hacía un frente con el stalinismo mientras los cascotes del Muro de Berlín les caían en la cabeza. Un agrupamiento sin balance y oportunista, puesto que el PC-Rol rompió con el altamirismo cuando éste se disponía a entrar al frente popular en Italia, pero no rompió sus quince años de entrismo sui géneris en Rifondazione Comunista cuando Altamira y el PO apoyaron al gobierno burgués de Palacios en Ecuador, ni cuando llamaron a apoyar al gobierno burgués de Morales, ni cuando apoyan a velas desplegadas a la burocracia castrista y a Chávez, como lo hace esta corriente reformista argentina.

Lo más lejos que ha llegado entonces esta nueva ronda de estallidos, es a recrear corrientes nacional trotskistas que firman acuerdos federativos o de “nuevas internacionales” que, usurpando la autoridad del trotskismo, les permitan ubicarse en el flanco izquierdo de los regímenes burgueses nacionales. Muy lejos están estas corrientes de reagruparse o dividirse en base a los test ácidos de la revolución y la contrarrevolución a nivel internacional, esos acontecimientos agudos donde se ponen a prueba la teoría y los programas, y se distinguen con claridad reformistas de revolucionarios. Por el contrario, con este acuerdo entre la LIT y el PC Rol de Italia, el PSTU de Brasil podrá seguir alegremente votando a gobiernos burgueses como lo hicieron con Lula, desviar la ruptura de franjas de la clase obrera con el PT hacia acuerdos electorales con el stalinismo y corrientes pequeñoburguesas como es el P-SOL de Heloísa Helena, y seguir siendo en Brasil, bajo la dirección del castrista y stalinista Petras, integrante de honor de esa cueva de bandidos que es el Foro Social Mundial. Y el PC Rol podrá jugar el mismo rol en Italia.

41. Desde el POI-CI afirmamos que estas unificaciones sin principios y acuerdos de conveniencia de aparatos nacionales y seudo-internacionales estallarán a la primera prueba seria de la lucha de clases, de la misma manera que estallara la reunificación sin principios del pablismo, el morenismo y el SWP norteamericano de 1963 -cuando todos juntos pusieron en pie el Secretariado Unificado- cuando vino el ascenso revolucionario generalizado de 1968-1974, y terminaran todos en el festín de la capitulación y la traición a la revolución política de Polonia y Checoslovaca, a la revolución portuguesa y al Mayo francés, y a la revolución chilena y del Cono Sur, entre otras.

Aprendiendo de las lecciones que nos dejara la Izquierda de Zimmerwald y Kienthal, desde la FLT, como internacionalistas, no nos reconocemos con los que no se definan con claridad frente a la traición de la “revolución bolivariana”, ante a los frentes populares y los “frentes democráticos”; ante la cuestión cubana y venezolana, etc., porque huimos como la peste de hacer alquimias centristas que no resistirán la más mínima prueba de los durísimos combates de clase que se avecinan en el siglo XXI.

Hoy Oaxaca, como la cuestión chilena, como ayer Bolivia y Palestina, definen en qué lado de la barricada estamos los que nos decimos revolucionarios internacionalistas. Ubicados desde allí, desde el POI-CI llamamos a poner en pie la FLT para, en base al programa frente a los actuales tests ácidos de la lucha de clases mundial, comenzar a reconocernos como tales con distintas corrientes que se reivindican del marxismo revolucionario, a condición de no traicionar los combates del proletariado internacional.

No buscamos ni buscaremos la línea de menor resistencia. Estamos orgullosos de ganarnos el odio de todas las corrientes reformistas y centristas colgadas a los faldones de la burguesía. Porque sabemos que cuando entren al combate los millones de obreros y explotados en China; cuando la clase obrera cubana juegue su futuro en la lucha contra la burocracia restauracionista; cuando vuelva a ponerse en pie el heroico proletariado ruso retomando su gesta revolucionarias de principios del siglo XX; cuando comiencen las primeras revoluciones en los países imperialistas y suenen los tambores de las próximas guerras interimperialistas, habrá llegado la hora del trotskismo, la hora en que los batallones más concentrados del proletariado internacional se vuelquen yendo decisivamente en ayuda de los explotados del mundo semicolonial que han regado de revoluciones y heroicos combates el inicio de este siglo XXI.

Como diría Lenin, es hora de agrupar a 10 hombres inteligentes y no a diez mil imbéciles; es hora de que los mencheviques hagan su partido –partido que ya tienen y que es esa cueva de bandidos del FSM que los agrupa a todos sin excepción-, y de que los bolcheviques hagamos el nuestro, que se podrá de pie cuando conquistemos una Conferencia Internacional de las fuerzas verdaderamente sanas y verdaderamente internacionalistas del trotskismo a nivel mundial.

La FLT que hemos puesto de pie no es más que un pequeño pero firmísimo torrente de revolucionarios internacionalistas que apostamos y seguimos apostando a este fenomenal estallido que no dejará vivir en paz a los que, en nombre del trotskismo, ponen al proletariado de rodillas ante la burguesía, sus estados, regímenes y gobiernos. Sabemos que en esos estallidos, en la multitud de luchas de tendencias y fracciones, de rupturas y escisiones, y ante los nuevos golpes de los acontecimientos internacionales, podrán evolucionar organizaciones obreras revolucionarias, fenómenos centristas de masas que rompan con los aparatos traidores, y escisiones y rupturas de los actuales estallidos nacionales impotentes y centristas que están sacudiendo a las fuerzas de los renegados del trotskismo.

El futuro está en la irrupción de los batallones centrales del proletariado internacional. Un nuevo ascenso revolucionario mundial como el de 1968-74 no dejará vivir en paz a los que ensuciaron las limpias banderas del marxismo revolucionario, los responsables de someter al proletariado a la burguesía y a la burocracia castrista que, a velas desplegadas y junto al régimen de los “Republicratas”, prepara una perestroika a lo Gorbachov para restaurar el capitalismo en Cuba.

Hay más oportunistas que irreductibles en el planeta. Pero los grandes acontecimientos que depara esta época imperialista de crisis, cracs, guerras, revolución y fascismo, son los que dejarán a los oportunistas de hoy boqueando como peces sacados del agua y los que abrirán los canales para que el programa del marxismo revolucionario y las organizaciones trotskistas principistas e internacionalistas conquisten su lugar a la cabeza de los combates del proletariado internacional.

 

Enero de 2007.

Partido Obrero Internacionalista Cuarta Internacional,

integrante de la Fracción Leninista Trotskista