Volver al índice OOI 4 Elecciones en Estados Unidos

ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS: UN TRIUNFO DE LA BURGUESÍA IMPERIALISTA GANARON LOS CARNICEROS IMPERIALISTAS DEL PARTIDO DEMÓCRATA

Continuadores de Bush y su política de masacres contra los pueblos oprimidos del mundo La única y verdadera “derrota de Bush” está en la heroica resistencia de las masas iraquíes y en la lucha de la clase obrera norteamericana, y no en las urnas del régimen imperialista yanqui.

El presente artículo, publicado originalmente en la Sección Internacional de Democracia Obrera Nº 19 de Argentina, de diciembre de 2006, fue parte de la elaboración que sirvió de base para las discusiones el 2° Congreso de la Fracción Leninista Trotskista (FLT) que lo aprobó como su documento oficial. Nuestra corriente internacional realizó para ello una elaboración colectiva y preparó esta tesis que se ha revelado correcta a la luz del desarrollo de los acontecimientos. Las reflexiones y consideraciones sobre el resultado de las elecciones en los Estados Unidos que sirvieron de base para este artículo se corroboraron y profundizaron, por lo que decidimos presentarlas al lector tal cual eran, porque centralmente muestran la corrección del método utilizado,en la búsqueda del programa revolucionario correcto.

El 7 de noviembre se realizaron las elecciones en los Estados Unidos, llamadas “de medio término” puesto que las mismas se dan cuando Bush cumple la mitad de su segundo período presidencial de cuatro años, y en ellas se renuevan parcialmente las dos cámaras del parlamento nacional, así como también las gobernaciones y legislaturas de una parte de los estados. El resultado: la derrota de los Republicanos y el triunfo de los Demócratas, que pasan a controlar ambas cámaras del parlamento, así como también los gobiernos de 28 de los 50 estados, en momento en que las tropas angloyanquis están empantanadas en Irak y amplias masas norteamericanas rechazan a la guerra de coloniaje en ese país.

Mientras que desde Alicia Kirchner hasta Chávez, Castro y demás personeros del Foro Social Mundial, salieron a saludar el triunfo de los Demócratas diciendo que era “una derrota del neoliberalismo”, etc., etc.; las corrientes de los renegados del trotskismo en Argentina y en el mundo afirman que el resultado de las elecciones es una “derrota de Bush”. Nada más lejos de la verdad. La única y verdadera derrota sufrida por el genocida Bush y el estado mayor del imperialismo yanqui, es la que le provocó en Irak la heroica resistencia de las masas iraquíes que se sincronizó con el despertar de la clase obrera norteamericana.

Lo que hizo empantanar a las tropas angloyanquis genocidas en las arenas del desierto y provocó una crisis en el gobierno de Bush, no fue, como dicen los renegados del trotskismo, una “rebelión de los electores” en las urnas –puesto que jamás el resultado de una elección burguesa puede ser una derrota para la burguesía-, sino la heroica resistencia iraquí que durante los últimos tres años, todos los días manda “de vuelta a casa” a marines en bolsas negras. Fueron el pueblo palestino y las masas explotadas del sur del Líbano, que derrotaron e hicieron huir humilladas a las tropas del estado sionista-fascista de Israel, gendarme del imperialismo en Medio Oriente. Fue el despertar de la clase obrera norteamericana poniendo en pie nuevas organizaciones de combate para luchar contra la guerra -como el Movimiento del Millón de Obreros contra la guerra; los más de 1.500 piquetes contra la guerra plantados de norte a sur y de este a oeste de los Estados Unidos; los miles de comités locales y demás organizaciones que impusieron enormes movilizaciones-, para enfrentar el redoblado ataque patronal y las condiciones de flexibilización, superexplotación, etc.; para organizar la pelea contra los efectos del Katrina devenido en masacre de obreros y explotados por responsabilidad del estado yanqui, etc. Fue la enorme lucha de los obreros inmigrantes latinos tratados como parias en los Estados Unidos, y que llamaron al paro nacional el 1° de mayo pasado, etc. Fueron la clase obrera y las masas españolas, levantándose al grito de “Vosotros hacéis la guerra, nosotros ponemos los muertos”, como sucediera en marzo de 2004; y la heroica juventud obrera que a fines de 2005 incendió las ciudades de Francia al grito de “Todas las noches haremos de París una Bagdad”.

Esa heroica lucha y resistencia de las masas es el límite contra el que se rompió los dientes y terminó por fracasar la ofensiva imperialista -expresada en la “guerra contra el terror” y contra el “eje del mal”-, que a partir de 2001, impulsaran Bush y el comando central del capital financiero imperialista, en respuesta a los procesos revolucionarios que, como en Ecuador, Palestina, Indonesia –y luego Argentina y Bolivia- se desarrollaban en el mundo semicolonial, y al golpe de la crisis económica mundial al interior de los Estados Unidos que hizo evaporar de la Bolsa de Wall Street la friolera de 8 billones de dólares en un año.

Los objetivos de semejante contraofensiva contrarrevolucionaria eran claros y precisos: el imperialismo yanqui pretendía rediseñar el mapa del mundo semicolonial, para quedarse con el control de las reservas y las rutas del petróleo, con las fuentes de materias primas y de mano de obra esclava. En su patio trasero -América Latina, su objetivo era imponer el ALCA y moldear a las naciones del continente según sus intereses, como había logrado hacerlo en los ’90 y primeros años del siglo con México y con Chile. Y en Medio Oriente y Asia Central intentó, mediante sus guerras de coloniaje, masacres y golpes contrarrevolucionarios como en Palestina, hacer volver a Irak, Afganistán y demás naciones al status de colonias o protectorados que éstas tenían antes de la segunda guerra mundial –cuestión que significaba inclusive deshacerse de sus socios menores de las burguesías nativas, como lo hizo con Hussein y con el Talibán- para así garantizarse el control absoluto de las rutas y reservas de petróleo, desbancando totalmente a sus competidores imperialistas franceses y alemanes.

Semejante ofensiva contrarrevolucionaria sobre las naciones del mundo semicolonial –que incluía la preparación de un ataque contra Irán, para ocuparlo y quedarse con sus estratégicas reservas de petróleo- significó a la vez la bonapartización del régimen y el gobierno imperialistas norteamericanos y un redoblado ataque sobre la clase obrera de ese país. Así, sobre la base de un gobierno surgido del fraude electoral como es el de Bush, del autoatentado de las Torres Gemelas; sobre la base de triunfos contrarrevolucionarios en Afganistán, Palestina e Irak, se impuso en Estados Unidos un régimen policíaco-militar bonapartista, con el poder concentrado en Bush y su camarilla, con el Partido Demócrata totalmente subordinado y apoyando las guerras de coloniaje y todas las leyes y decretos de Bush de ataque contra los derechos democráticos de las masas y contra las conquistas y el nivel de vida de la clase obrera.

Pero los objetivos de la ofensiva eran más ambiciosos aún: para Bush y la burguesía yanqui, Medio Oriente y Asia Central recolonizados eran cabeceras de playa para lanzar el ataque definitivo sobre China y Rusia, para terminar de transformar a esos ex estados obreros donde el capitalismo fue restaurado, en nuevos Irak o Afganistán; es decir, en sus nuevas colonias y protectorados directos, dejando afuera del reparto de ese suculento botín a Francia, Alemania y demás potencias competidoras. Este es el plan que fracasó, por el límite que le puso la resistencia de las masas. ¡Esa es la única y verdadera “derrota de Bush!

Por el contrario, las elecciones del 7 de noviembre y su resultado son un triunfo del régimen imperialista yanqui del que Bush, el Partido Republicano y el Demócrata, son parte. Es un triunfo porque sigue Bush en la presidencia, sostenido por el mismo partido de los “Republicratas” 1 que impulsó las guerras contra Afganistán e Irak, los ataques contra la clase obrera norteamericana, las leyes esclavistas contra los trabajadores inmigrantes, y el conjunto de la contraofensiva imperialista de los últimos años. Hoy, esos mismos carniceros imperialistas Demócratas les dicen a las masas que con ellos “todo irá mejor”, gracias al accionar de las direcciones traidoras que llamaron a la clase obrera y los explotados a “derrotar a Bush” votando por los Demócratas a los que presentan como “pacifistas” y “democráticos”, ese partido de los Clinton –el masacrador de los Balcanes-; de Carter –el sostenedor de las dictaduras militares sanguinarias de América Latina en los ‘80-, de los Kennedy –los iniciadores de la guerra de coloniaje contra el pueblo vietnamita-, de los Roosevelt –los que comandaron la carnicería de la 2° guerra mundial que terminó con el imperialismo yanqui barriendo del mapa a Hiroshima y Nagasaki con la bomba atómica-, y un largo etcétera.

Pretender que poniendo un voto en una urna se puede parar la ofensiva contrarrevolucionaria del imperialismo que ocupa y desangra a la nación iraquí, es escupir sobre la tumba de más de medio millón de trabajadores y explotados iraquíes que han sido masacrados por las tropas angloyanquis. Pretender que la victoria electoral de los carniceros imperialistas Demócratas es la “expresión” de la resistencia iraquí, de esos heroicos milicianos que cayeron combatiendo en Fallujah y que ni tumba tienen porque fueron alimento de los perros, es una verdadera afrenta a los pueblos oprimidos del mundo.

 

La burguesía yanqui aprendió de su derrota en Vietnam: con la victoria del Partido Demócrata, impuso una oleada pacifista preventiva para impedir una irrupción revolucionaria del proletariado norteamericano

 

El fracaso de este plan y el empantanamiento consecuente de las tropas angloyanquis en Irak, agitó ante los ojos de la burguesía imperialista yanqui la amenaza de un nuevo Vietnam, de que la resistencia de las masas iraquíes terminara por transformarse en contraofensiva y en el inicio de la revolución obrera y campesina en Irak y en Medio Oriente; y que el “regreso a casa” del ejército yanqui derrotado y humillado provocara un ascenso revolucionario de las masas, e inclusive al inicio de la revolución proletaria, al interior mismo de los Estados Unidos. El estado mayor imperialista es completamente consciente de que lo que está en riesgo y en juego en Irak, no es cosa menor: se trata de su propiedad y su dominio, no sólo en Medio Oriente, sino también “en casa”, donde la burguesía yanqui ha lanzado y sigue lanzando los peores ataques contra su propia clase obrera.

Pero la burguesía agudiza su ingenio al extremo cuando ve amenazados por las masas su propiedad y dominio. Así, por ejemplo, después del triunfo de la revolución rusa en 1917, la burguesía mundial aprendió rápidamente que, de allí en más, debía impedir a toda costa el desarrollo de los soviets, porque con ellos, las masas ponían en pie los organismos de poder obrero, opuestos irreconciliablemente al poder del estado burgués, y capaces, bajo una dirección revolucionaria, de organizar una insurrección triunfante y llevar a la clase obrera al poder. Aprendieron que debían impedir el surgimiento y desarrollo de los soviets, porque en ellos, las masas hacen rápidamente la experiencia y pueden sacarse de encima a las direcciones traidoras pagadas por la burguesía para atarles las manos.

De la misma manera, la burguesía imperialista sacó sus lecciones y aprendió de la derrota que sufriera en Vietnam: aprendió que debe impedir a toda costa que una derrota de sus tropas en un país semicolonial se transforme en el inicio de la revolución en el mismo, y sobre todo, en el inicio de la revolución proletaria en la propia metrópolis.

Por eso, esta vez, se anticipó: para evitar que le pasara lo de Vietnam, impuso, con la colaboración y apoyo de todas las direcciones traidoras agrupadas en el Foro Social Mundial –desde la burocracia sindical canalla de la AFL-CIO, pasando por Chávez, el castrismo, y también los renegados del trotskismo- una oleada pacifista preventiva conteniendo el despertar de la clase obrera norteamericana y desviándolo hacia el voto al partido de los carniceros imperialistas Demócratas. Así, con toda su enorme potencialidad, el despertar de la clase obrera norteamericana, fue contenido por ahora y desviado por la vía de ilusiones parlamentarias, es decir, ilusiones en que con las elecciones y votando a los Demócratas, se puede “derrotar” al gobierno de Bush.

Por ello, lejos de una “derrota de Bush” o una “crisis del régimen”, el resultado de las elecciones es un importante triunfo superestructural de la burguesía imperialista, que ha logrado, por el momento, desviar un ascenso de masas contra el gobierno de Bush en crisis.

Esa es la enorme trampa en la que metieron a la clase obrera norteamericana: hacerles creer que ahora, con los Demócratas teniendo mayoría en el parlamento y las gobernaciones de los estados, todo irá mejor... ¡los mismos que apoyaron la guerra contra Afganistán e Irak, las “leyes patrióticas” de ataque a las libertades democráticas de las masas; toda la ofensiva de la patronal imperialista contra las conquistas de la clase obrera; los mismos que votaron a favor del presupuesto para la guerra, de la nueva ley negrera y esclavizadora de los doce millones de trabajadores inmigrantes que hay en Estados Unidos, y de la construcción del muro en la frontera con México, etc.!

El resultado de las elecciones de medio término entonces son un triunfo de la burguesía: es que, frente a la crisis del gobierno de Bush, se ha fortalecido el régimen imperialista de los “Republicratas” sobre la base de la expropiación de los primeros pasos del despertar de la clase obrera norteamericana, controlando y liquidando todo rasgo de independencia de las nuevas organizaciones para la lucha política que ésta puso en pie en su combate contra la guerra, contra el brutal ataque a sus conquistas y nivel de vida, contra las consecuencias del Katrina y en defensa de los obreros inmigrantes.

Esto último es clave, puesto que la burguesía yanqui necesita atarle las manos e impedirle pelear a su propio proletariado, contra el que ha pasado y continúa pasando un ataque brutal de liquidación de todas sus conquistas. Así, con la relocalización de las transnacionales yanquis en China, Vietnam y América Latina, lo chantajea con despidos y cierres de plantas para que acepte rebajas salariales, mayores ritmos de producción y aumento de la jornada laboral, pérdida de derechos sindicales y conquistas, etc. La imposición de la oleada pacifista preventiva significa que han logrado impedir, por el momento, que irrumpa ese proletariado súperexplotado y súperflexibilizado, que trabaja más de 50 horas semanales por salarios miserables, del cual casi 50 millones no tiene seguro médico, mientras que 35 millones directamente pasan hambre, y cuyas condiciones de vida se acercan cada vez más a las de sus hermanos de clase de América Latina.

 

El funesto plan de los carniceros Demócratas para salir del pantano iraquí y mantener los negocios: oleada pacifista en los Estados Unidos, y pactos con las burguesías nacionales siria e iraní para ahogar la resistencia de las masas en un baño de sangre

 

El resultado de las elecciones es la expresión de que las distintas fracciones de la burguesía imperialista yanqui –tanto las camarillas petroleras, de la construcción y de la industria de guerra que concentraron el poder desde 2001, como los monopolios que han relocalizado su producción en China, el Asia y América Latina- se han puesto de acuerdo en la necesidad de mantener la continuidad de los negocios y de implementar una salida ordenada del pantano iraquí para impedir que la resistencia iraquí se transforme en el inicio de la revolución en Irak y también en la metrópolis.

Para ello, han tirado a la basura la fracasada política de Bush de “guerra contra el terror” y contra el “eje del mal”, y han puesto en pie una nueva política, basada en la imposición de la oleada pacifista preventiva en Estados Unidos, el fortalecimiento del régimen imperialista de los Republicratas, y en pactos y acuerdos con las burguesías nacionales para contener a las masas y mantener los negocios. Así, Siria e Irán, de formar parte hasta hace unas semanas del “eje del mal”, de ser catalogados como “estados terroristas”, etc., ahora pasan a ser “interlocutores fundamentales” para garantizar la “paz” en Irak y Medio Oriente.

Por supuesto que, como sucede siempre que el imperialismo pacta con las burguesías nacionales, la moneda de cambio para estas inmundas transacciones es la sangre de las masas explotadas. Así quedó claro, por si hacía falta, en el Líbano: allí, después de que la heroica resistencia de las masas le propinara una derrota al genocida ejército sionista, el acuerdo entre las potencias imperialistas, la ONU, el estado sionista-fascista de Israel y la dirección nacionalista burguesa pro-siria de Hizbollah, se impuso y se selló sobre la base de una nueva y brutal masacre contra las masas palestinas de Gaza, adonde hoy vuelven a entrar los tanques sionistas asesinando y destruyendo a mansalva. Todo esto permitido por el gobierno de unidad nacional de Hamas y Al Fatah para que se consume el plan de esclavización definitiva del pueblo palestino con la farsa de los “dos estados”; mientras que en el Líbano, la burguesía chiíta de Hizbollah disputa para quedarse con los jugosos negocios de la reconstrucción del sur de ese país devastado por el ataque sionista.

De la misma manera, el plan de los carniceros Demócratas para garantizar una salida ordenada de Irak es pactar con las burguesías siria e iraní, para que controlen a las masas y les cubran la espalda a las tropas yanquis en su retirada. Así, la burguesía chiíta iraní será la encargada de controlar a las masas chíítas y de imponer el desarme a las milicias de Al Sadr; mientras que a la burguesía siria le tocará garantizar el aislamiento y aplastamiento de los milicianos de la resistencia, impidiendo, en primer lugar, que ésta se abastezca de armas, pertrechos y municiones a través de la frontera siria.

Por supuesto que este pacto se sellará y se impondrá con un baño de sangre contra los explotados. La “retirada” que prepara el imperialismo yanqui, hoy con los Demócratas a la cabeza, significará que miles de marines asesinos, junto con los mercenarios del ejército y la policía colaboracionistas iraquíes, masacren al corazón de la resistencia en las ciudades del llamado “Triángulo sunnita”, transformándolas en nuevas Fallujah; y que inclusive aplasten a las brigadas armadas chiítas de Al Sadr si éstas se niegan a desarmarse. Para ello, la condición es que las burguesías siria e iraní antes aplasten al corazón de la resistencia, y pongan en pie un ejército regular controlado por ellas que mantenga el “orden” en Irak y le permita al imperialismo retirar sus tropas, tarea que les será pagada a esas burguesías con una tajada del saqueo de la renta petrolera del Irak sojuzgado. Como anticipo de lo que vendrá, hace varios días ya que las tropas imperialistas irrumpieron en ciudad Sadr, el barrio más populoso de Bagdad, y están masacrando allí a sangre y fuego. ¡Este es el plan de “retirada” de Irak que prepara el imperialismo yanqui hoy con los Demócratas, a los que Chávez, Castro y el Foro Social Mundial pintan de “pacifistas” y “negociadores”!

Mientras tanto, la política del comando del imperialismo yanqui –incluidos, en primer lugar, los Demócratas- es profundizar y exacerbar en Irak, con la colaboración de las distintas fracciones de la burguesía nativa, la guerra fratricida entre explotados chiítas y sunnitas. Para ello, mandan a los comandos de los servicios de inteligencia yanqui y los comandos de la policía colaboracionista iraquí junto con los marines, a poner bombas en mercados, mezquitas y barrios chiítas; y a secuestrar, torturar y exterminar en los barrios sunnitas. ¡Ellos son los supuestos “terroristas sunnitas” y “escuadrones de la muerte chiíta” de los que habla la prensa imperialista!

El estado mayor norteamericano puede implementar hoy esta política de pactos y acuerdos con las burguesías nativas, porque hay negocios para repartir para todos, gracias a la redoblada superexplotación que le han impuesto a la clase obrera mundial, y a las superganancias obtenidas con el saqueo despiadado de las materias primas de las semicolonias y los ex estados obreros, y al ataque contra las conquistas de la clase obrera de los propios países imperialistas. Con cientos de millones de obreros esclavizados por las transnacionales instaladas en la China del capitalismo restaurado; con América Latina transformada en proveedora de mano de obra baratísima para las maquiladoras en Centroamérica y para los grandes monopolios imperialistas en los países del MERCOSUR; con los ex estados obreros del Este de Europa convertidos en proveedores de mano de obra altamente calificada y a precio de remate para las transnacionales imperialistas europeas; con la clase obrera rusa aplastada bajo el régimen del traficante de armas y fascista Putin y sus secuaces –todos provenientes de las filas de la ex KGB, reciclados en burguesía socia del imperialismo después de haber impuesto la restauración capitalista-; con los obreros norteamericanos perdiendo sus conquistas y trabajando más de 50 horas semanales; con la clase obrera alemana volviendo a trabajar 40 horas chantajeada por su burguesía que traslada sus plantas a China y Europa del Este; ¡hay negocios para todos!

Mientras en Estados Unidos se impone la oleada pacifista preventiva, en la vieja Europa imperialista están surgiendo o se preparan gobiernos de frente popular preventivos –como en Italia, y como muy seguramente sucederá en Francia- que intentarán hacer pasar los ataques contra las masas que los gobiernos de la “derecha” como el de Berlusconi y Chirac-Sarkozy no pudieron imponer por el riesgo de terminar provocando la irrupción revolucionaria de las masas. Serán estos gobiernos los encargados de propinarles nuevas derrotas a sus propias clases obreras y de atarles las manos para estar en mejores condiciones de ir a nuevas disputas interimperialistas por las materias primas, las zonas de influencia y los reservorios de mano de obra esclava, y a nuevas y superiores aventuras coloniales.

Mientras tanto, en Bolivia, Venezuela, Argentina, y en forma más preventiva en Brasil y Uruguay, la farsa de la “revolución bolivariana” asienta sus reales sobre la base del estrangulamiento y la expropiación de la lucha revolucionaria y antiimperialista de las masas, de una brutal superexplotación de la clase obrera y un redoblado saqueo de las riquezas naturales de las naciones semicoloniales del Cono Sur.

Unicamente Chile y México –que fueron en los ’90 y en los primeros años del nuevo siglo los más sojuzgados por el imperialismo yanqui con el TLC-, se les han escapado de estas políticas preventivas del imperialismo, las burguesías nacionales y las direcciones traidoras. Allí, las políticas preventivas llegaron tarde y no pudieron impedir que las masas irrumpieran abriendo situaciones pre-revolucionarias, luego de que la crisis del gobierno de Bush afectó y dejó expuestos a los regímenes y gobiernos bonapartistas de esas naciones -devenidas prácticamente en nuevas estrellas de la bandera yanqui con la imposición de los TLC.

Precisamente, impedir que suceda lo mismo en Nicaragua, es el objetivo de Daniel Ortega y los sandinistas –esos ex “comandantes guerrilleros”, devenidos en yuppies de Wall Street y aplicadores del CAFTA después de haber entregado en los acuerdos contrarrevolucionarios de Esquipulas y Contadora, junto con Fidel Castro, la revolución centroamericana en los ’80- que vienen de ganar las elecciones presidenciales en ese país. (Ver artículo en estas mismas páginas).

Oleada pacifista en Estados Unidos; pactos y acuerdos con las burguesías nativas; gobiernos de colaboración de clases de la “revolución bolivariana” en América Latina, frentes populares preventivos en la Europa imperialista, son todas políticas preventivas de las potencias imperialistas para impedir que la heroica resistencia iraquí y la derrota sufrida por su gendarme sionista en el sur del Líbano terminen por abrir la revolución obrera y campesina en esos países, que se combine con un ascenso revolucionario de la clase obrera de las metrópolis. Estos “cantos de sirena” de la colaboración de clases actúan al mismo tiempo que cientos de millones de obreros de China y de Rusia están sometidos a la peor de las esclavitudes y a la más brutal opresión por parte de regímenes fascistas como son el de Putin y la nueva burguesía gran rusa, y el de los nuevos mandarines chinos del partido “comunista” de los “empresarios rojos”, socios menores de las transnacionales imperialistas –esos ex burócratas stalinistas devenidos en burgueses- que, destruyendo los estados obreros e imponiendo la restauración capitalista, le entregaron al imperialismo esos nuevos mercados, fuentes de materias primas y de mano de obra barata, cuestión que hoy le permite a éste sostener un ciclo coyuntural expansivo de la economía mundial.

 

Las direcciones traidoras del Foro Social Mundial impulsan una P olítica de “frente Democrático” para engañar a las masas explotadas y permitirle al imperialismo preparar nuevas ofensivas contrarrevolucionarias

 

La oleada pacifista preventiva en los Estados Unidos no se habría impuesto sin la pérfida política de las direcciones reformistas de todo pelaje agrupadas en el Foro Social Mundial, que reflotaron la vieja política stalinista de apoyar a los imperialistas “democráticos” contra los “fascistas”.

En 1935, cuando se preparaba la segunda guerra mundial, Stalin firmaba con la Francia imperialista un pacto, el llamado pacto Stalin-Laval (por el nombre del canciller francés), de “no agresión” y de colaboración con los imperialistas franceses, a los que presentaba como “democráticos” frente a los imperialistas “fascistas” de Alemania. De esta manera, la burocracia stalinista le decía a la clase obrera mundial que la lucha no era clase contra clase contra toda la burguesía, sino una lucha de regímenes en la que se trataba de defender a la “democracia” contra el “fascismo”; y que la defensa de la URSS como estado obrero debía hacerse de la mano de los imperialistas “democráticos”. Con esta siniestra política de colaboración de clases, la burocracia stalinista entregó las revoluciones española y francesa, traicionó la revolución mundial abriendo el camino a la carnicería imperialista de la segunda guerra mundial, y consumó la liquidación de la III Internacional.

Esta misma política de “frente democrático” es la que hoy llevan adelante las direcciones traidoras del Foro Social Mundial en los Estados Unidos. Así, la burocracia sindical de la AFL-CIO –fundadora e integrante de esa cueva de traidores- que apoyó a Bush y realizaba actos conjuntos con ese carnicero de apoyo a las tropas yanquis en Irak, viró por orden de sus amos, la burguesía yanqui, al apoyo al Partido Demócrata, contribuyendo con cientos de millones de dólares de las cuotas sindicales de los obreros, a la campaña electoral de ese partido. Las direcciones tradicionales del movimiento obrero y latino –en manos de la iglesia católica, los pacifistas, etc.- y también el Partido Comunista de los Estados Unidos llamaron abierta y directamente a los explotados a votar por los Demócratas.

Pero lo decisivo para que la oleada pacifista se impusiera fue el accionar del castrismo y los renegados del trotskismo -que en Estados Unidos son castristas y chavistas de la primera hora-, que están a la cabeza o influencian las nuevas organizaciones de lucha que la clase obrera norteamericana puso de pie en su despertar. Por supuesto que estas últimas corrientes no llamaron a votar por el Partido Demócrata, al que critican. Pero jugaron un papel central en expropiar los primeros pasos del despertar de la clase obrera norteamericana y en subordinar a las direcciones pro-Demócratas, las nuevas organizaciones de lucha independientes que ella puso en pie en los últimos tres años.

El primer paso para ello fue la expropiación del llamado al paro nacional para el 1° de diciembre de 2005, lanzado por más de 700 organizaciones obreras, de lucha contra la guerra y de apoyo a las víctimas del Katrina. Las direcciones reformistas expropiaron esa lucha, transformándola en un día de “conmemoración” de la lucha por los “derechos civiles”, con los concejales demócratas impulsando asueto en los municipios, etc.

De la misma manera, meses después, dejaron en manos de la iglesia católica y los pacifistas, la magnífica lucha de doce millones de trabajadores inmigrantes, sobre todo latinos, que llamaron al paro el 1° de mayo pasado. Así, amenazándolos con el “tsunami” de la ley antiinmigrantes a la que había dado media sanción ya la cámara de diputados –que planteaba deportar a los 12 millones de inmigrantes “ilegales”, cuestión totalmente impracticable en la situación actual para la burguesía yanqui- esas direcciones los llevaron a apoyar la ley antiinmigrantes propuesta y debatida en el Senado, que plantea mantener ilegales a los 12 millones de inmigrantes, para seguir superexplotándolos y utilizándolos para bajar el salario y sacarle conquistas a toda la clase obrera, y seguir persiguiendo, encarcelando y deportando como siempre con el objetivo de mantenerlos aterrorizados y que se sometan a la esclavitud.

Son esas corrientes las encargadas de impedir que las distintas organizaciones de lucha se coordinen y se centralicen. Para eso garantizan que cada combate, reclamo y movilización esté dividido del otro: llaman a movilizarse en apoyo a la Comuna de Oaxaca separando esa pelea de la de los trabajadores inmigrantes; dividen las movilizaciones contra la guerra, del combate de los obreros por recuperar sus conquistas que les fueron quitadas; la organización del apoyo a las víctimas del Katrina, de todas las demás peleas y demandas.

Con ese método, y no disputando jamás la dirección de los movimientos de masas a los cuales se subordinan en su “frente democrático”, contribuyeron a destripar y a expropiar los primeros pasos del despertar del proletariado de los Estados Unidos, a someter a las direcciones burguesas, pequeñoburguesas y traidoras las nuevas organizaciones de lucha, y por esa vía, colaboraron decisivamente en la imposición de la oleada pacifista preventiva, con millones de obreros y explotados votando por sus nuevos verdugos, los carniceros imperialistas del Partido Demócrata.

 

Luchar por la derrota militar de las tropas angloyanquis y por la victoria de la heroica resistencia de las masas iraquíes: ¡esa es la primera tarea de la clase obrera norteamericana!

 

Una vez más, por el momento, las direcciones traidoras han logrado subordinar a la clase obrera de los Estados Unidos a su propia burguesía imperialista, esta vez a los carniceros y asesinos del Partido Demócrata. ¡Muy caro pagará el proletariado norteamericano esta nueva traición! Cuanto más lo arrodillan ante su propia burguesía imperialista, más libres tiene ésta las manos para redoblar el saqueo, la superexplotación y las masacres en sus colonias, semicolonias, protectorados y sobre los ex estados obreros. Y cuanto más triunfos contrarrevolucionarios logra esa burguesía en sus aventuras coloniales, más duramente ataca a su propia clase obrera, llevando a que los salarios, condiciones de trabajo y de vida de ésta se acerquen cada vez más a los de sus hermanos de clase de América Latina, de Irak, de Palestina, de Asia, Africa, etc.

Como definiera el marxismo ya en el siglo XIX, “un pueblo que oprime a otro no puede liberarse a sí mismo”. En los últimos años, irrumpiendo en lucha contra la guerra de coloniaje en Irak, la clase obrera norteamericana comenzaba a avanzar en este sentido. La traición de las direcciones del Foro Social Mundial hoy la ha hecho retroceder, poniéndola nuevamente a los pies de su propia burguesía imperialista. Por ello, hoy, la primera e indispensable tarea de la clase obrera norteamericana, la primera demanda de su programa de combate no puede ser otra que la lucha ¡Por la derrota militar de las tropas imperialistas angloyanquis en Irak, y por el triunfo de la heroica resistencia iraquí! ¡Por una milicia centralizada de las masas armadas y una dirección proletaria de la resistencia iraquí, que la transforme en el inicio de la revolución proletaria en Irak y todo Medio Oriente!

¡Abajo los nuevos planes imperialistas de pactos y acuerdos con las burguesías siria e iraní para masacrar a la resistencia y sacarles las papas del fuego a Bush y a los Republicratas! ¡Abajo el régimen imperialista de los “Republicratas”, masacrador de los pueblos del mundo y explotador del proletariado norteamericano!

¡Fuera las tropas yanquis de Afganistán, de Medio Oriente y de toda Asia! ¡Libertad inmediata e incondicional a los presos de Guantánamo, y en las cárceles secretas de la CIA, a los milicianos de la resistencia iraquí presos y torturados en Abu Graib, etc.! ¡Por la destrucción del estado sionista-fascista de Israel, gendarme del imperialismo y masacrador del pueblo palestino!

Sólo así, enfrentando a su propia burguesía imperialista y al régimen de los “Republicratas” y retomando el camino de la lucha que comenzó en su despertar, levantándose de norte a sur de los Estados Unidos y del Atlántico al Pacífico por la victoria de sus hermanos iraquíes y por la derrota militar de las tropas yanquis, podrá la clase obrera norteamericana terminar con la sumisión al Partido Demócrata y con la política de colaboración de clases y frente democrático del stalinismo, el castrismo y sus sostenedores, los renegados del trotskismo.

Sólo en este camino podrá recuperar sus organizaciones independientes de lucha, y poner en pie, en oposición al parlamento burgués imperialista de los “Republicratas” –hoy con mayoría Demócrata- y a las instituciones de ese régimen infame, la lucha por un Congreso nacional de delegados de base de todas las organizaciones obreras y de lucha del proletariado y los explotados de los Estados Unidos, que rompa con la burguesía saldando cuentas, en ese camino, con la traidora burocracia sindical de la AFL-CIO y de los impostores de “Change  to Win” y demás “nuevas direcciones” igualmente colaboracionistas, y que levante en primerísimo lugar las demandas de los pueblos oprimidos y masacrados por el imperialismo yanqui, y organice el combate por esas demandas y por la recuperación de todas las conquistas que les fueron arrebatadas a los trabajadores.

Un Congreso de delegados de base de las organizaciones obreras y de lucha de los Estados Unidos podría organizar una lucha centralizada en apoyo a la heroica Comuna obrera y campesina de Oaxaca, hoy atacada y rodeada por las tropas del ejército mexicano mandado por Fox-Calderón, sirvientes del amo yanqui; y para que la revolución obrera y campesina boliviana, hoy expropiada por el gobierno de frente popular de Morales y la política de colaboración de clases del Foro Social Mundial, vuelva a ponerse de pie. ¡Fuera imperialistas yanquis de América Latina! ¡Fuera yanquis de Guantánamo! ¡Abajo los TLC, CAFTA, MERCOSUR, y todos los tratados económicos, políticos y militares que sojuzgan y expolian a las naciones latinoamericanas al imperialismo! ¡Por la expropiación sin pago y bajo control obrero de todas las empresas y propiedades norteamericanas en Irak, Medio Oriente, América Latina, Asia y África!

Ese congreso obrero podría organizar un combate centralizado para exigir e imponer los mismos salarios y condiciones de trabajo que tienen los obreros de la Ford, la Chrysler, General Motors y demás monopolios yanquis, para todos los obreros de sus plantas relocalizadas en América Latina, Asia y sobre todo, en la China del capitalismo restaurado. Un combate así daría sin duda un enorme impulso para que las heroicas revueltas y luchas de resistencia que está protagonizando el proletariado chino desde los socavones de la esclavitud a la que fue sometido, se transformen en contraofensiva y abran la perspectiva de la lucha por una nueva revolución proletaria que, derrocando al régimen semi-fascista de la nueva burguesía china y expropiando a todas las transnacionales, imponga la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en ese ex estado obrero. Es una obligación de la clase obrera norteamericana tomar este combate en sus manos, así como es una obligación del proletariado de las potencias imperialistas europeas levantar como parte de su programa la lucha por ¡Abajo el régimen fascista de Putin y la nueva burguesía rusa, explotadores del proletariado ruso y masacradores de los pueblos oprimidos de la ex URSS!

Rompiendo con la burguesía, y tomando en sus manos en primer lugar las demandas de sus hermanos de clase de las naciones sojuzgadas por su propio imperialismo, el proletariado norteamericano podrá desplegar sus enormes fuerzas y organizar un combate decisivo por recuperar sus conquistas perdidas. Para terminar con el moderno tráfico de esclavos organizado por la burguesía mundial, ¡legalización y la ciudadanía automática, con todos los derechos económicos, políticos, sindicales y sociales, de todos los trabajadores inmigrantes! ¡Disolución de la “migra” asesina y destrucción del Muro del apartheid que los patrones yanquis están construyendo en la frontera con México! ¡Basta de esclavitud para los obreros norteamericanos!: ¡abajo los convenios por empresa firmados por la burocracia de la AFL-CIO y también por la nueva burocracia “opositora” de “Change to win”, que entregan el salario y las conquistas obreras! ¡Trabajo digno para todos, imponiendo la escala móvil de salarios y de horas de trabajo, con un salario mínimo al nivel del costo de la canasta familiar e indexado según la inflación! ¡Nacionalización sin pago y bajo control obrero de toda empresa que cierre o despida! ¡Seguro de desempleo inmediato igual al salario mínimo para todo trabajador desocupado! ¡Jubilación garantizada para todos! ¡Seguro médico gratuito y de calidad para todos los trabajadores y sus familias, garantizado por la patronal y el estado!

Unicamente rompiendo la subordinación a la burguesía de sus organizaciones de combate, y derrotando a la burocracia sindical y a todas las direcciones traidoras del Foro Social Mundial, podrá la clase obrera norteamericana ponerle fin a la trampa de la oleada pacifista que le han impuesto, retomar el camino de enfrentamiento contra su propia burguesía imperialista y el régimen masacrador de los Republicratas, y comenzar a volver realidad la pesadilla que atormenta al estado mayor de la principal potencia imperialista, transformando su combate contra la guerra de Irak y por sus derechos y sus conquistas perdidos en el inicio de la revolución obrera y socialista en el corazón mismo de los Estados Unidos.

 

Fracción Leninista Trotskista

 

Notas:

1 Republicratas: así, uniendo la primera parte del nombre de uno con la segunda del otro, ha bautizado muy perspicazmente la vanguardia obrera norteamericana a los políticos de ambos partidos –el Republicano y el Demócrata. Es que tanto uno como otro son partidos burgueses imperialistas que se alternan en la administración de los negocios y los intereses del imperialismo yanqui, pero que defienden y aplican siempre en lo esencial la política que les dicta el verdadero estado mayor norteamericano que son los directorios de los principales monopolios yanquis –un puñado de 1500 empresas que cotizan en Wall Street por valor de 21 billones de dólares, lo que equivale a tres veces el PBI de Estados Unidos. Son esos monopolios los que realmente gobiernan a través de su control del aparato burocrático del estado, es decir, de todo el funcionariado jerárquico de carrera –todos provenientes de los directorios y gerencias de los monopolios- que permanece en sus cargos en forma prácticamente vitalicia, más allá de que sean circunstancialmente los republicanos o los demócratas los que tengan la presidencia o el control del parlamento. ¡Esa es la verdadera esencia de la “gran democracia americana!: la más férrea dictadura del capital a manos de un puñado de parásitos que deciden todo a espaldas del pueblo.